Me Usa, Brevísima Antología Arbitraria Perú-Uruguay

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Colección: Vamos a brillar, mi amor


Me Usa

Me Usa, Brevísima Antología Arbitraria Perú-Uruguay

Brevísima Antología Arbitraria Perú-Uruguay

© Copyright

de los autores del prólogo: José Antequera Ortiz

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Paracaídas Editores de John Paolo Mejía Guevara, 2012 Mz. T, Lote 24, Urb. Flores de Lima 1ra etapa, Lima 36 paracaidas.editores@gmail.com www.paracaidas-editores.blogspot.com t. (511) 988 4247 58

Compilación y selección Perú: Raúl Heraud Compilación y selección Uruguay: Gladys Mendía Primera edición:

mayo de 2012

tiraje:

300 ejemplares

edición al cuidado de concepto gráfico & diagramación: Ilustración de portada:

Juan Pablo Mejía

Paracaídas Editores Unidad de diseño

Hecho el Depósito Legal Nº 2012-xxxxx en la Biblioteca Nacional del Perú Se permite la reproducción de esta obra siempre y cuando se cite la fuente. Impreso en Perú | Perú llaqtapi qillqasqa www.lospoetasdelcinco.cl


Nota preliminar

Esta antología forma parte de la Colección titulada «Vamos a brillar, mi amor», donde se unen a dos países o dos continentes, en la búsqueda del diálogo y la multiplicidad de registros poéticos bajo una misma temática que los envuelva. Tenemos como referencia a Me Urbe, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Venezuela, en la que exploramos a doce poetas de cada país y su encuentro con la ciudad; Me Vibra, Brevísima Antología Arbitraria Chile-Panamá, que gira en torno a la identidad de cada una de sus tierras y gentes, la pertenencia a cierta región y cómo eso nos hace sentir y decir de una manera única. En Me Usa, Brevísima Antología Arbitaria UruguayPerú, profundizamos en el ámbito social y político, donde el sistema económico dicta la pauta, en la mayoría de los casos siendo infractor de daños irreversibles en nuestras comunidades. Les presentamos a doce poetas de cada país, a quienes consideramos representativos y agradecemos a ellos la buena voluntad al colaborar con este pequeño aporte a la posteridad creativa. Agradecemos especialmente a Horacio Cavallo, José Antequera Ortiz y Federico Eisner por su desinteresada colaboración. Gladys Mendía

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Prólogo

Me Usa, Brevísima Antología Arbitraria, Perú-Uruguay reúne una serie de textos poéticos que bajo el signo de una iniciativa editorial de integración continental presenta ante el lector comprometido con su participación en la creación literaria, el reto de un camino de compresión que logre construir un sentido, un destino para la totalidad de la propuesta reunida en la antología. Es así como los mecanismos variados de la conciencia de ese lector activo que exige nuestro presente, prefiguran un efecto de proyección sobre la aparente fragmentación de territorialidades creadoras en tiempos y espacios distintos, devolviendo para sí mismo y para los demás, unos textos poéticos instalados en un horizonte individual y social actual que den cuenta de la existencia de un continente cultural latinoamericano transversalizado por temáticas que resurgen de las antípodas de la creación literaria con audaces propuestas formales de escritura poética, pero que muestran asuntos que no han sido cancelados por el optimismo de la publicidad, la moda, el consumismo como práctica política y la apología de esa nueva teleología propuesta por los sacerdotes de la globalización: no hay nada qué hacer, el fin ya nos alcanzó hace tiempo, la historia terminó para los desheredados de la tierra… La poética de la decepción, la angustia de la existencia, la crónica obrera (urbana y marginal) que recorre los contenidos de esta antología contravienen las recomendaciones de los intelectuales de las grandes fábricas del consumo global de ideas y excedentes industriales, mostrándonos las potencialidades políticas del texto literario 7

cuando se lee más allá de la propuesta formal que estructura y da cuerpo a la escritura. ¿Si toda escritura pasa necesariamente por la conciencia lingüística de la forma, por el sentido de la forma, por qué entonces no recuperar de esa escritura la comprensión individual, social, política y cultural del contenido, el sentido o destino de esa escritura como realidad y vida? Es allí donde vemos el valor de la antología, en la necesaria desestructuración de la forma poética como totalidad significante que da paso en el contexto de la aparente fragmentación estructural de las distintas propuestas formales de los textos, a la revelación de un contenido supratextual que los religa a un como destino de compresión unificador. Tal destino, que en un sentido estricto representa la politici1 dad de la escritura poética, no es una vuelta a los acercamientos contenidistas de la crítica sociológica marxista de la literatura, es, en todo caso, una lectura que articula la función social de la escritura en el contexto del sistema cultural que la sostiene. Contra la retórica unificadora de la globalización militante, y la teleología que la acompaña, el continente cultural latinoamericano se yergue para responder, en la voz de uno de los poetas de esta antología, «Latinoamérica es una danza silenciosa, la suma estación de estallido y desencanto». Esta definición poética del continente, frente a la modernidad optimista de los mercados, funda un principio de conciencia crítica transformadora de un territorio poseedor de una cosmovisión particular que no oculta las relaciones con otros espacios geopolíticos a los que interpela proféticamente desde un lugar de enunciación autónomo: «Estados Unidos de Norteamérica, una emboscada te acecha entre arbustos y desiertos». 1. Para ahondar en este concepto ver: Noé Jitrít. “Literatura y política en el imaginario social”. Discursos (México) (2): 47-68, 1985.

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El relato de esa disposición denunciante, contestataria y protestona de los sistemas económicos expoliadores que han penetrado las intimidades del ser, aparece en el tono de algunos fragmentos de la voz común que atraviesa la antología: envolver sus extremidades con el abuso policial y la corrupción de los ministerios y el puto sistema capitalista, envolver su dorso con las estadísticas económicas y las encuestas políticas, volverlo a envolver con la injusticia social, con los jubilados que mueren haciendo cola, con los enfermos y los niños que lo único que tienen en la vida es una enfermedad extraña que se llama olvido, con los jueces que se hacen ricos y los clérigos prostituyendo el paraíso.

Y más adelante, por eso nomás voy a limpiarme los lentes de toda esta tristeza y con la piel apenas asida en mi palma recalada al rincón de un sistema voy a puñetearme secas lágrimas de la noche…

Para informarnos de una contenida rebeldía que espera su hora y que tiene en los(as) poetas de esta antología, a los(as) oficiantes del viejo culto a la palabra que intenta conjurar un tiempo que no tarda en llegar.

José Antequera Ortiz Mérida-Venezuela, enero de 2012

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| Perú |


Paul Guillén (Lima, 1976)

La historia prohibida del comunismo

¿Cómo puede existir un Inka negro?

Carne humana con gusanos rojos y azules: hay una pareja de rusos sentados junto a la calavera de su realpolitik e Isabel ya sabía de su apariencia cavernaria y de sus latidos debajo de la enagua. Los enanos sangrientos con los saxofones creando eones. Luces de oro líquido que se impregnan en tus pupilas. Todo silogismo es ilógico porque de lo que se trata es de un travelling continuo que gira y gira como una noria de agua (y nos mojamos todos). Isabel, la vecina de Ezequiel, apoya a los nazis de Oxapampa. Ahora, quién traerá la miel que chorrea por la carretera tal si fuera la sangre de un accidente a 3000 kilómetros por hora. Ahí no podríamos encontrar siquiera huesos que roer o pedazos de sesos pegados en el asfalto que lamer y qué sería de nosotros sólo ver pasar los ómnibus rumbo a la cordillera y sus llantas estropeadas harían el ruido propicio para una guerra silenciosa y étnica.

— No. Lo que es negro es tu alma. Lo que es negro no es el Cuzco ni Bolivia, tú engendras en el vientre de la tierra colores traídos por un puma — son colores que mezclan el verde, el amarillo, el lila. ¿Puedes imaginar un color así? Cuando estés abajo sentirás las pisadas — verás las huellas — sopla más fuerte tu aliento — que llegué a las cumbres más altas — es cierto — tú quieres subir a la cumbre del Waytapallana y en tu primer intento pierdes un diente tres mil dólares y los zapatos — sientes el frío desde las plantas de tus pies — cómo sube hasta tus córneas y se enrosca a tu cerebelo — si subieras más alto verías las cabezas de los dioses muertos — a tus perros pastando los campos — a Juan que no se ha ido — que siempre regresa — que vive y martillea tu cerebro — hasta cuándo aguantar las humillaciones — porqué no gritar de una vez y para siempre y mantener ese grito como un glacial en la mente de los demás — ¿para qué he venido hasta la cima? Escucha es el zumbido del ave celeste que contempla tu sombra y tú contemplas sus ojos de témpano de iridio — repites: ¿cómo puede existir un Inka negro? — si en las alturas lo negro no produce el vértigo — señalas lo blanco sobre lo blanco, ¿en realidad existe? Viaja en tu interior hacia México, Chile o Brasil y pregunta lo mismo. Entonces, sabrás que no hay Perú, Chile ni Bolivia. No creo. Cierra los ojos, hablemos del mar, de las ciénagas. Ahora, rey negro, empieza tu tiempo.

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Tú respirabas de una forma malsana — era la manera perfecta de no soportar más el mundo — converso solo con mis zapatos en la noche y es el frío que susurra en mis huesos la perfecta unión entre las estrellas y mis ojos pero esos pasos que escucho a lo lejos me hacen ser un animal enjaulado con mucho miedo mucha hambre mucha sed — unidad de la materia y el espíritu — permaneces en la orilla sin tomar un rumbo ajeno a las constelaciones — prefieres caminar hasta la cima del monte más alto y negarte a vivir — a morir — nadie escucha tus lamentos — eres Pachacutek ii — pero nadie lo sabe — nadie voltea a verte — ahora escribirás en tu libreta de notas una especie de diario en la ciudad que no conoces pero odias tu historia comienza en la cocina donde diseccionas varios animales menores los huesos de las víctimas están regados por todas partes pegados a las paredes formando una masa espectral de humus y mierda que sólo tú puedes respirar nos gusta vernos a los ojos y comer de esos desperdicios esa energía vive en mí o no quiere salir de mí voltea hacia otra parte tu sable reluce junto a los árboles del Waytapallana viajar para nunca volver es tan triste todo esto la cuestión es no hablar de la muerte sino del sufrimiento unos 1000 ó 2000 años de constante sufrimiento una lucha que empieza en la tierra llega al mar y asciende al cosmos confío en avanzar hacia las batallas más sangrientas a finales del año 2011 unas voces me dicen que no lo escriba — un perro rueda junto a los semáforos y se deleita viendo los colores al caer — es como un suicidio voluntario que no permito — avanzo hacia la noche — cuándo alguien vendrá a rescatarme

de este miedo — todos los poetas son homosexuales — tú quieres llorar — no encajas en ninguna parte — solo buscas alcohol para no seguir en este mundo — no piensas en nada — profundas crisis — no sabes que hacer ni donde ver — no piensas más — la realidad se deforma y deforma tu rostro — estás viejo y cansado como toda tu generación — tienes que hacer algo por tu generación — tal vez romperte una tibia y no dejar de sufrir — nunca más hablar de poesía… cómo salir de aquí sin heridas — sin tatuajes — sin insolación — este sol que nos cae de frente en la boca y entra como las ondas del mar en la boca del ahogado — retrocede — no mires más — no quieras morir ahora y darme un balazo — ese canto shakesperiano se repite como una bomba en mi cerebro y la historia de la guerra étnica — pero yo reparto los volantes con mi nombre — con mis ideas y mis fotos — nadie cree que sea el verdadero Pachacutek ii — de donde habré sacado ese nombre — toda la vida has mentido — ahora tienes que dejar de hacerlo — esos poemas con el nombre de “Diario de Pachacutek ii” se perdieron para siempre — no recuerdo ninguna línea y tú los perdiste — no los guardaste junto a tus vestidos — tus cosméticos de niña engreída — pensaba que podrías comprender algo — pero lo perdiste todo — este viaje por el interior de la tierra me tiene exhausto cómo decirte que quiero gritar pero ya no puedo — cómo salen las palabras sin sonido — cómo en mi mente retumba el sonido de las letras cuando salen del cerebro — porque hacer tantos problemas de nada — la historia del Perú es un manicomio de poetas — ahí están todos los necios y no tan necios — los cisnes y los incendiarios — un poeta que tenga heridas por dentro o que hable del peso y del zapato — no veo más que las ondas musicales y repito una canción de Patty Pravo no quiero llegar al final — tengo que retomar el camino — mi equipaje

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es tan pesado — lleva contigo lo que más necesites — una nueva mente para expandir tu mente maltrecha — de nuevo respiras con angustia y no quieres repetir la última frase E Dimmi Che Non Vuoi Morire — no la repitas más y cuenta tu historia secreta hasta los días en que empieza la guerra — nunca retrocedas — no vaciles en decir la verdad — tú debes decirlo como si retomarás un metro griego o latino — dilo con todas tus fuerzas y busca en esos libros antiguos las expresiones que desafíen tu mente — revuelve el pasado con una vulva en tus manos — sólo así comprenderás lo que digo — no voltees más y regresa por donde viniste — mi Winchester es una plaza llena de balas con avenidas y fosas comunes — sueña una canción — en la farmacia de los ángeles ebrios — inyecta tus ojos con pentotal — y empieza tu orgía en un film de 16 milímetros.

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Roy Dávatoc

Cuento Breve

(Jaén, 1981)

Para Juan, mi casi hermano

Utrillo

Estuviste tan solo nunca te diste cuenta de lo horrible del mundo del cáncer y el colesterol bombardeando el corazón y el hígado lo irremediable de las rinoplastias y las inyecciones de botox, tú sólo tenías ojos para la lenta y firme tristeza de las alas

Hay tres sujetos Miguel / El Gato / y Juan y en un chevi del 98 gris palomino tartamudeando fuman marihuana un poli rompe el cristal bajo la lluvia el humo desaparece primero rápido luego se detiene un momento La lluvia no se detiene Hay otros dos polis a cinco metros como zanates derribados o bolsas de basura que muerden los perros tras la cortina de agua siento un golpe en la nuca negro y naranja y rojo a garradas. Entonces comprendo que bajo la lluvia todos morimos un poco

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Resurgimiento

Irrendención

Se levantaron los desamparados en el valle del sur en mi oscura tinta y mi redonda luz disipada en sus tormentas;

No hay remedio para aliviar ninguna cosa.

todas las horas deshechas en raudales todas las noches, todas las aguas entre cañaverales todos los cerros incendiándose en su fecundidad y la mía De pronto mi boca le hizo oraciones y mis manos se alzaron hasta la desidia para tender la madrugada

Afuera el silencio es un parto de cielo y sangre no hay derechos para los hombres fermentados como costras; parecen bestias marcadas en campo hastío. Hay niños y mujeres quemados en bolsas, perros hambrientos, moscas de muerte. Y yo ¡por un demonio! ¿lo único que puedo hacer es tomar café y evitar su negrura cerrando los ojos?

Pero sucede que nos encenderíamos si volvemos a cerrar los ojos para indagar en dúo en estos mismos valles, su trigo, su agua y mi tierra. 21

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César Ricardo Nieri

—Buenas, señora; ¿se encuentra en casa el hombre de la casa? —No. —¿Y sabe cómo podría contactarlo? —No está. Ha salido a trabajar. Se sienta ocho horas o más en un cubículo, como un colorinche canario atrapado en una jaula de plomizo viento, y con una cuchara para revolver el café se extrae los ojos. Pasa todo el día cribando de las pupilas sus sueños que son como perlas mordidas por el más tierno deterioro. Al final del mes va a la oficina de contabilidad y se las intercambian por monedas y billetes y cheques con ceros que soplan sinsentido y recibos por honorarios de colores que avergüenzan y stickers que algún día serán suficientes para canjear el ansiado ascenso. Así podemos comprar carne, huevos, pagar el cable y pagar para que otros le digan a nuestro hijo cómo funcionan las cosas. ¿Entiende?

—¿Y usted sabe a dónde van a parar los sueños que entrega su esposo? —Lejos de aquí, se lo aseguro. Ya hasta tengo que compartir los míos con él, y sepa usted que eso no se me está haciendo nada fácil últimamente. Es más, suelo fingirlos, como los orgasmos. —Me lo imagino… —Creo que sus sueños van a parar a alguna de esas fábricas. Ya sabe, para usarlos de materia prima en la confección de objetos de última necesidad. O juguetes para que la niñez pruebe sobre ellos su muerte. O bloques de ilusión para construir supermercados llenos de vitrinas que sangran nuestro consumo conspicuo a través de la herida de la vanidad / frustración / inseguridad. —¿Y cómo lo sabe? Digo…, eso de que los sueños van a parar a las fábricas… —Es que a veces yo lo acompaño… Está bien, ¡lo sigo en realidad!… Coge el auto durante la noche, cuando su insomnio es un cristal azul que se rompe entre sus pensamientos cada 5 minutos, y se estaciona frente a esas fábricas. Se queda absorto contemplando el humo que emana de aquellas inmensas chimeneas. Es un humo blanquísimo y él se ha obstinado en imaginar que en éste se mezclan todas las cenizas de los sueños de todos los trabajadores y ascienden rumbo al espacio sideral hasta apiñarse alrededor de un extraño corazón de ilógica gravedad y se transforman en estrellas. Tiene la loca teoría de que si mira muchas, por demasiado tiempo, volverá a sentirse completo. —¿Y está funcionando? —No. Verá…, es que no tiene tiempo; por el trabajo, ya sabe. Debe levantarse muy temprano, cuando la mañana es un sombrero de niebla, entre metálica y algodonada, que se colocan los hombres

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(Lima, 1984)

Quincena

Llega finalmente la quincena. Salgo a la calle a tocar puertas con la violencia de mi pobreza, a exprimir timbres como limones de excitación y lamer mirillas con sed de reconocimiento. Sin dignidad.


resignados para seguir adelante. —Bueno, quizá usted me pueda ayudar entonces. —¡Por supuesto!, dígame qué necesita. —Vengo a cobrar mi quincena. —¡¿Es usted el hombre que aumentó siete canales al cable?! —No. Mire, esto que tengo entre las manos es un libro de poesía, se titula Extraño Abril, yo mismo lo he escrito. Le explico… En sus páginas he apuntado la verdadera dimensión de un mes de abril, he licuado el monóxido de carbono que emiten las combis, los gestos de odio de las gentes que no se reconocen como igual explosión, los volantines con que los muchachos vuelan por encima de los capós de los autos cuando el semáforo está en rojo, el beso que dos adolescentes comparten ocultos tras el ruido de una sirena entre sus piernas y mil cosas más hasta hallar la secreta voz con la que nuestra ciudad quiere despertarnos de su níveo sueño. Así que, en realidad, lo que yo hago, aunque nadie se entere, genera externalidades positivas para todos los ciudadanos: la poesía es como una radiación que brota desde el reactor del alma y siembra invisible enfermedad de cambio en quienes se hallaban cerca. Es mi oficio, mi trabajo, y por ende tengo derecho a cobrarles mi quincena a los beneficiados; es decir, ustedes. Además, a cambio de su voluntad puede quedarse con un ejemplar. A su esposo le encantará, sólo dígale que es mucho mejor que buscar estrellas en un cielo que se las devora todas porque sufre el hambre de nuestra desidia. —Lo siento, se me va a quemar la comida. Nuestra familia prefiere tener qué comer a tener qué soñar. Y no crea que no comprendo a los literatos como usted, fíjese que hoy mismo estoy preparando sopa de letras; pero en serio no puedo. La poesía

requiere fe, y la mía la voy gastando toda en sujetar crucifijos contra el silencio de mis muertos o los milagros que dios me tiene pendientes. —¿Pero cómo sí le alcanza para pagar los siete canales extra de cable? —Es que la televisión nos ayuda con la digestión. No sólo de la comida, sino de nuestros propios afectos, de nuestros ácidos asuntos pendientes y recuerdos ocultos detrás del espejo que niega las cicatrices en nuestros reflejos.

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Así por cada puerta de cada hogar de Lima cada quince días. A veces, sólo a veces, los niños de la casa ya llegaron del colegio. Con rebelde curiosidad se mantienen pendientes a la conversación. Después del portazo piden permiso para salir a jugar, a coleccionar lagartijas de sol, a lavar sombras en los charcos, a jugar a los siete pecados arrojando contra el collage de nubes el balón de su inocencia. En realidad han escapado y corren hasta darme el alcance. —¿Señor? —Sí, dime. —¿En su libro habla en algún momento de estrellas? —Algunas veces. También de cosas que son como las estrellas: muy lejanas pero el brillo nos acaricia de un modo inexplicable, nos hacen vibrar y unir los puntos hasta lograr constelaciones que cuentan nuestra historia con sublevada ilusión.


—La otra vez mi mamá me regaló un sol… Ya, bueno, se lo robé de su monedero, pero no le diga por favor. Lo hice para comprar figuritas, estoy tratando de llenar el álbum de mi adolescencia; ya quiero ser grande, bajar la escalera de caracol del escalofrío que habita en mi ombligo y ser amigo de la noche. ¿Con esto me alcanza para comprar aunque sea alguna página de su libro donde hable de las estrellas? Quiero enseñársela a mi papá y que la leamos juntos para verlo sonreír de nuevo. —Pero las estrellas de mi libro son muy pesadas, quizá eres muy chico para cargarlas. ¿Y si no sabes qué hacer con ellas? ¿Y si tus papás las encuentran y no les gustan y te castigan? ¿Si te hacen llorar y ese llanto termina por secar tu niñez como pasó conmigo? —No las van a encontrar si yo no quiero. Me las meto a la boca, como hice con el sol que le robé a mi mamá. Tenía un sabor muy feo, como si la hubieran tocado muchas manos embarradas con malas intenciones. —¿Sabes qué?... ¡Estás de suerte! Por esa moneda no sólo te puedes llevar una página, sino todo el libro; ¡muchísimas estrellas para ti y para tu papá! Hoy vas a comprar la voz de todas las estrellas del mes de abril, ¿qué te parece? —¡¡¡Yeeeeeeeeeeeeeeee!!! Al anochecer, yo esperaba presionando mi ansiedad contra el volante del auto rojo, estacionado a varios kilómetros de la casa del niño/ comprador. La ventana se empañaba con mi aliento que olía a crayón escribiendo un nuevo nombre en la lista de reclutas. 27

Sabía que en cualquier momento la realidad se quebraría como el cascarón de un pájaro que ha esperado todo el invierno su nacimiento hacia el cobijo del vuelo. De pronto, a las faldas del cerro, estallan varias casas, atravesadas por un rayo de luz sin gatillo. No tardan en oírse los alaridos de las madres o las sirenas del serenazgo, como aberrantes notas del bajo nocturno. Alguien ha descubierto, en medio de esta ciudad átona y gris, el polícromo disparo de la poesía, impactando en el corazón hasta abrirlo en flor de lúcido y alucinado amor por todo. Un niño había conseguido la inmortalidad al responder esta pregunta: ¿Qué es la poesía? Tratar de esconder una estrella en la boca.

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Paolo Astorga (Lima, 1987)

No los muertos

inútil que ames a un cadáver mientras te atormentan los gritos, las sirenas, las ráfagas, el fuego cruzado y el sol que se niega, que se niega, que finge estar allí alumbrando esta tarde en que me sangran las manos y acaso aún me late el corazón.

Nadie supo de los atentados, de las bombas de los atracos a mano armada o la tv Basura que canceló nuestros cerebros. Los poetas hablaron de faunos, de cíclopes halados y de piedras. Los policías se comieron mis ovarios, no pude gritar nunca en este incendio de espejos. Pues solo sé que me han alzado de brazos y me han acuchillado lentamente como disfrutando, como resignándose ha perderlo todo bajo estas calles infestadas de cuerpos sin cuerpos colgados de los techos exhibidas faldas trituradas por el clausurado estómago nocturno niños que engendran cuervos en sus ojos mi mano que jamás pudo acariciar sus terribles heridas. Emborrachados están los postes, las casas queman con su farsa, yo canto triste como un paria como un rey como un soldado raso las balas me atraviesan me han reventado el cuerpo y hasta las palomas me asesinan y yo quiero soñar, quiero reír, decirte algo bonito y que no duela pero es inútil, 29

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Retrato de una calle indeleble

Solo el olvido si lo quieres ver en las paredes solo la playa si quieres desnudar la arena de tu vientre solo maderas desvestidas y crujientes versos de un buitre que viaja a la región donde las heridas se debilitan como una pista lluviosa. Solo consumidos abismos y flores quemadas por el anochecer de los cuerpos, La voz que quiso ser mujer ahora duerme golpeada por su padre no apagues la luz alacrán incierto pez que me señala el inicio, misterioso es aquel que ha saciado su hambre comiéndose las espinas de su sexo la borrada cicatriz que no pude encender nuevamente ante la piel bautizada con diluvios y fríos sacos de pana, cabañas, solo cabañas con tenues ventanas apedreadas por sombras inyectadas de nostalgia inyectadas de clandestinidad de pólvora y homosexualidad de perros y aullidos de estridencia y fusiles cerveza y cócteles de arsénico, cuerpos agujereados, devorando lentamente, la blancura de las aves que surcan nuestras formas que se escapan de las fotos olvidadas en cualquier rincón de lo ya incinerado, 31

ficción de retratos que encierran la ciudad y los rostros travestidos que nos hicieron nacer por debajo de alguna alcantarilla y hervir nuestros sueños con petróleo, caminar con una bomba nuclear en los testículos y sobre tibios papeles de sordos periódicos, dormir, tratando de besar con mucho amor a aquella muñeca que hemos descubierto en el basural donde vimos nacer el futuro.

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Mario Morquencho

(Los Órganos, Piura, 1982)

La siete tres

Aquí hay rostros de todos los colores, rostros de princesas sin príncipe, de sirenas en un plato de mariscos, de niños tristes y gomitas de dulce, de góticos y siniestros laberintos azules, rostros con labios de secretaria a minifalda con senos y glúteos que desbordan altísimos niveles de morbo, rostros de viejas gordas y gruñonas, de obesos sudorosos y calvos, de bigotones, dormilones y viejos mañosones, rostros con ojos de fábrica, con ojos de obrero mal pagado, rostros de «periódico chicha», de edificios sucios e inhabitables, de azoteas poco confiables e inaccesibles de casas a medio construir y aún más invisibles, rostros de publicidad barata en todos los rincones, de un graffiti clandestino, rostros que llevan una ecografía de día lunes, rostros que putean a cualquier cosa, 33

rostros que tienen rasgo de papel cansado, rostros de paisajes y planetas perdidos, rostros presurosos por llegar a cualquier destino, rostro de plazuelas fugaces, de óvalos jorobados, de by pass rumiantes y vía expresa inacabable, rostros de ventana de emergencia, de boleto de pasaje arrugado en el bolsillo, de chulío tramposo, de chofer nervioso, de calcomanía sin sentido, de carteles de protesta, de «Vamos a la huelga», de «No al paro», de «Sí a todo», rostros de postes tísicos y enfermos, de semáforo indeciso, de señales sin destino, de paraderos repletos de impuntualidades mutuas, rostros para colgar estrellas, para descolgar cometas, para dibujar otra cosa que no sea un rostro, rostros que se olvidan, que no se nombran o no tienen descripción, rostro de todos, con escenas rutinarias y repetitivas, decadentes e irónicas, de películas viejas y en estreno, de lunes, martes, lunes, miércoles, jueves, lunes, viernes, sábado y domingo al fin tu rostro, el mío, el de ellos, el de todos.

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Asesinato en la calle Omicrón

Lo he matado. Me he vengado de los meses de invisibilidad. De ser como cualquiera. De ir a trabajar un día como hoy, de estar afeitado y tener el cabello recortado, con el rostro impecable, el piqué y el pantalón de color azul pulcros y planchados, los zapatos negros brillantes como un charco que la lluvia ha creado en mis pies… y nunca olvidarme del fotocheck con mis 26 años encima y la cara de loco olvidado en la maquinaria cotidiana de las horas de ser un empleado con el sueldo mínimo. Me he vengado de abrir la puerta y bajar las escaleras a las 7 y 30 de la mañana, de lunes a viernes, bajar las escaleras de fierro y en espiral todos los días sin tropezar siquiera porque salgo a las justas. Me he vengado de subir al bus de la rutina, del diario matutino, del noticiero de las 6 de la mañana, del gallo que sobrevive como un reloj en la azotea, del café con leche y la carretilla de la esquina. Lo he matado con el cuchillo con que corto el pan y lo unto con mantequilla. ¡En mis manos sangra cotidiano! La epilepsia, la agonía, la sangre por la boca, los ojos que se alejan de ser ojos, el rostro que se aleja de ser rostro. ¡Lo he matado, estoy seguro! Me he cansado de ver su rostro, de ver los restos inmóviles, la incertidumbre de la muerte y el crimen. He optado por envolverlo con los periódicos pasados, envolver los restos, al cadáver cotidiano envolverlo con las noticias de la semana pasada, con el suicido de ayer en un hostal perdido en la bruma de la madrugada en Lima, 35

envolver sus extremidades con el abuso policial y la corrupción de los ministerios y el puto sistema capitalista, envolver su dorso con las estadísticas económicas y las encuestas políticas, volverlo a envolver con la injusticia social, con los jubilados que mueren haciendo cola, con los enfermos y los niños que lo único que tienen en la vida es una enfermedad extraña que se llama olvido, con los jueces que se hacen ricos y los clérigos prostituyendo el paraíso. Los buenos son pocos y contaditos. Después de envolver al cuerpo como una estatua de papel periódico, como una obra de arte de lo que lees antes de ir al trabajo o lo que ves en las noches antes de dormir, bien envuelto todo, cada uno de los cabellos, las uñas, los bellos sombríos, envuelto el reloj y la alarma, el tatuaje en el hombro, la cicatriz de la rodilla, los pies, los caminos, la lagartija que le sale del sueño envuelto como un regalo y todo desaparecerlo dentro de una gran bolsa de plástico negra, canjearlo por una nube, por un día sólo conmigo mismo… Lo he matado, sí ¡Lo he matado! ¡Lo he matado! El cuchillo en la mesa viste bermejo y baila tango… baila tango el muy pendejo.

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José Córdova

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(Porcón, La Libertad, 1979)

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robar lentejas como soles —otro miserable tránsito— pidiendo una moneda al mediodía / riendo por / con la esperanza en la faringe sin la gran fatiga de soñar contando donaciones por mi lástima animal bien cabeza blanda perpetuado de omnívoro artificial que-da un solo golpe a masticadas colgándonos la ira contra un pequeño rostro sobre un andador mecánico y tribal casi castrados / paralíticos / dis-ca-pa-ci-ta-dos y mañana a mis vecinos: un reñido pan un solo hombre con resto de hombre por los / de ojos llorosos la saliva crepitante y la gran fe lic (cal) idad que completa sería…

sacrificado mi pellejo sobre el esqueleto mi cuerpo se convierte en instrumento castigado dando la espa / l / da mejor dicho ocultando la cara para reírse o para llorar un poco doblado y descontento o más mejor, desgranado y clandestino (sic.) por el diente de mi diente —o quién lo sabe, nadie lo sab/ve— porque este cuerpo es un vano hacia la muerte por eso nomás voy a limpiarme los lentes de toda esta tristeza y con la piel apenas asida en mi palma recalada al rincón de un sistema voy a puñetearme secas lágrimas de la noche y me voy a retirar disimuladamente a mi fúndica camisa

pero hay muchas ganas de asesinar un pan con nuestras propias manos y luego olvidarse

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Tiempo

y después, un par de cervezas

La vida y sentencian a oír tu voz Mono crepuscular, bullente de las cuerdas y desnudo: ¡dime! huyes cada cierto tiempo entre los ojos y alienado, exprimes tu carne, mientras algo indescifrable —en cautiverio— te guiña Y hay un cierto contagio de todo porvenir: «Mañana lo haremos y pasado seré millonario, famoso» Seguimos, pues, de antemano, un precioso ideologismo racional —luces, colores y smog, se / seducen— y hay una cierta fosforescencia en el mundo cierta patraña... y mejor

¡Aleluya!... y la vida sentencia a tu voz olímpica, magistral tu tenor barítono, como el búho de tu noche la araña de tu buhardilla ¿Ya vez?... —¡duerme! shhhhhhht... en silencio y despierta carcomido, acompañado de silencio con tu cabecera de omoplatos y tu esternón de contrapunto shhhhhhht... ¡silencio! duerme, duerme, duerme duerme sueña...

Quién soy qué vida vivo —vivo con mi alma— mi hermano gemelo ––¿y el hambre? Come tu biblia en ayuno, un vaso de vino 39

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John Martínez Gonzales

La incisión

(Lima, 1981)

Incoloro

Intentar escribir sobre la pantalla o sobre la hinchazón de mi lengua digital viperina engañosa de pelos como bites y de cartas como recibos de luz gastada mensualmente en una tiempo empresarial globalizado un tiempo nuevo una era nueva un celular nuevo escribir en una nueva voz en un nuevo despliegue intentar beber mi sangre con la misma sed pero en otro camino en un calendario y un chip prepago en una dieta de fast food. Escribir como si las cosas no mutaran porque mi cuerpo no será otra cosa que un número par de un talonario que sortea la vida, esta patria de disfraces —como tijeras— —como escudos—

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No este no es un poema sobre los gobiernos del Perú ni sobre la estatización de las auroras boreales no habla del cruce entre la mandrágora y el otorongo ni repercute entre los noticieros de almas en pena arrebatando carne y pelos. No no es un poema de alas extendidas ni de dni vencido es una proa de barco exportador de materia prima son los ojos de las dársenas del Callao arañando con la voz la savia que se va es la lengua mutada en otra lengua donde el tlc y el banco mundial le palpan la entrepierna al demonio. Es la secreción vaginal de oscuros texanos vestido de blanco y con sombrero de hoz manos de colmillos amores precarios y pasantía en el extranjero. No, es un poema sobre el hambre y el arroz marchito es un poema sobre la forma de pararse en el último semáforo de la desesperación es avanzar y no usar la acupuntura de las palabras es una elección de tacones bajo la luna de Paita y ánforas como verbos.

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Sangrar escarbar con las letras hacer un poema que no sea una paloma cayendo desde su nido de metal. Hacer un poema que no sea un poema sino una bala perdida.

Suturaciones A César Sánchez

* Familias migratorias las casas en venta un pohema que abarque la nueva moda de hacer crecer la ciudad hacia arriba. —Pero hacer un pohema— que aniquile a predicadores y a lingüistas acostumbrados a explorar el lenguaje solo en un diccionario. Un pohema un trozo de vida una floresta embargada un pohema una vela encendida en una choza que primero protege y luego incendia entonces que la lengua dibuje otro paradero atestado de fabulas frustradas y zapatos llenos de polvo.

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**

***

La punta del cabello del sol ha caído otra vez en la casa ya ilumina desde abajo ya se reparte en ríos de sombra y haces de luz.

Yo habito todos los rostros de la naturaleza todos los gestos que la vida usa para eludir los impuestos el lodo de los bancos y de los vancos.

La casa de mi abuela donde corrió mi infancia ya no tiene raíces se va volviendo un terreno vacío pronto comprado para crecer hacia el fracaso a continuar con el progreso en esta parte del mundo.

Adoro todas las posibilidades del plenilunio el escozor de la mañana abierta en el costado el verdadero amor que apuñala aprenderse de memoria códigos y números el Hamor y no este odio de bonos y porcentaje acumulados por todo el asfalto por toda la vía electrónica y las nuevas cerraduras de la ciudad.

Al sur lamiendo el pacifico en recolección de naufragios y poemas que hablan del dios que está por venir de los sistemas que están por caer, al sur de la vida y al sur de la infancia contra la confabulación de no amar y solo amasar metales verse hermosamente reflejado y abandonado en los cabellos del sol penetrando la casa otra vez cuando nace el día y se incendia el mundo.

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Adorar pese al odio el aroma de la fruta fresca al bajar por la escalera y escapar hacia el meridiano, ferviente adoración de mi piel y la lluvia sin mascaras de oxigeno sin regiones de efectivo o tarjetas de crédito, nada más que mis manos para adorar lo que me da la naturaleza nada más que mis ojos para presenciar la nostalgia.

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Alberto Schroth Prilika (Lima, 1985)

Mediometraje de ficción realista

Escena dos. Exteriores. El corazón de la ciudad y las noticias policiales Un viaje breve y necesario hacia el centro de una olla a presión llena de grillos donde habitan la justicia y sus formas te obliga recorrer por un instante las últimas noticias desde la radio

y tiene todo el derecho fue encontrada con lesiones en el cuello la ahorcaron cuando aún estaba tibia Una multitud reclama al mismo desaparecido todos tienen una voz femenina que seguro se le parece porque todas las voces de los desaparecidos suenan igual antes de ahogarse en la misma olla. Los grillos ya han escrito su historia en el cordel de las últimas noticias Le hacen espacio justo donde otro cadáver no puede sostenerse más cae amarrillo viejo y medianamente anónimo en una olvidada fosa común de papel periódico.

Típicos viajes circulares Ovoides e inútiles suceden al interior de la misma olla llena de hollín y próstatas fuera de tiempo. Cuando la situación empieza a hervir, todos los grillos silban aprendieron a excitarse y frotarse los labios para hacer justicia —hacer nada— desde la página de las noticias policiales. Una nueva muerte siempre sucede antes del almuerzo la radio reporta que el cadáver de una joven pugna por ser reconocido en la morgue 47

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I / El día D

y no han dejado de mirarse las gargantas en busca de ése sublime corte

Las sombras de la casa narran una historia de guerra Casi nadie la escucha. La guerra vive en la insondable mente del abuelo, y su adicción a las películas. Cada mañana del seis de junio, ocurre la danza de los ejes en una playa de hierro y materia muerta Ese día —según los documentales y las películas que el abuelo insiste en ver— inicia la gran invasión. Pero el destino de la juventud en ambos frentes ya había virado y se extinguía. Volverá inventarse décadas después luego del eclipse.

La madre de las guerras dejó buenas y malas semillas En nuestro jardín, el odio, el afecto y la sutil música de las palabras precisas crecieron sobre nuestras lenguas y generaciones, invadieron los estómagos, las navajas y los muros sin desfigurarnos. La peor guerra —como dijo Napoleón— siempre estuvo con nosotros mismos. Todos los días. Aquí tuvimos muchos desembarcos. La historia escribe con luminosas letras escarlata la misma escena: En la última orilla —la nuestra— una juventud incendiándose de entusiasmo lava las deudas políticas, intenta limar anacrónicos eslabones de odio con sus ideas y un épico torrente de sangre tibia.

Así empezaba el álbum familiar con un bautizo de fuego y el arte de domar truenos. Los ejes han usurpado otros cuerpos

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Eduardo Borjas Benites (Lima, 1984)

Poema para Editarte

Once años después te encontré en la misma calle te pregunté qué fue de tus sueños tus sueños que eran el dolor de aquella noche cuando ebrio cerraste los ojos y te echaste a correr por el centro / tu sueño comenzaba en los paneles comerciales proyectados con violencia en la mirada de una niña que vendía frunas en la Av. Alf. Ugarte tu dolor proseguía en los muslos desnudos de las prostitutas que morían en pie de cara al crudo invierno por esas calles sicodélicas meadas se arrastraba pesado tu sueño / tu dolor que era también el sueño y el circuito de la sangre en los hospitales y en el cuerpo que era el mismo sueño de un sinfín de piedras bloqueando las carreteras del sur pero nada interrumpía a tu sueño que en su camino equivocado al sol insistía en tirarse por la ventana cada tarde nada lo interrumpía / ni siquiera la voz de la muchacha 51

gritando en la plaza Dos de Mayo que ella era la luz que iluminaba ese paisaje de muros calcinados la luz que prestaba su luz a los postes y hacía reverdecer los cables en los campos en medio de una cruel ola de accidentes tú perseguías a la muchacha que trazaba círculos vacíos triángulos perfectos en su depresión por La Colmena seguías su rastro de girasoles adulterados hasta el parque universitario y entonces tu sueño provenía del dolor de no entender cómo cómo nadie puede verla / si aquella muchacha es la luz que ilumina los pasajes estrechos por los que yo voy a ciegas

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Danza Antigua

Jr. Leticia

Hay un par de zapatos blancos obsoletos en el suelo — un álbum de fotografías — hay un techo y a él apuntan los dolores — una escalera para salir huyendo hacia la noche — largos monótonos gritos crecen en las calles periféricas — archiveros llenos de historias clínicas — banquetas y señalizaciones de una estación por donde nunca pasó el tren — un gato de hojalata se mantiene en pie sobre un montículo de muebles raídos — gallinazos y gaviotas se detienen frente al horror de las procreaciones — un roedor que se multiplica se abre paso entre los cadáveres que se multiplican y abren paso — del amor eso queda — un espasmo lúdico cuelga de los faroles — una gaita enferma apresura su música profana nuevaolera retrayendo los prepucios — dos cuerpos semiconductores se levantan luminosos de entre los escombros como un monumento a la prosperidad — se visten se desvisten irreparablemente se hacen el amor — nada grafica mejor su soledad que la multitud corriendo — como en un rithual antique del desierto

Una explosión que precede el juego de luces y la destrucción — una calle que se repite incesantemente — una sombra que se oculta entre los algarrobos — una voz que se prolonga siempre imitando la respiración quebrada de la noche — los techos en el centro de Lima nos invitan a la muerte — yo asistía tres veces por semana a leer sus epitafios — y sobre los muros derruidos ecléctica la estructura del espanto nos veía combatir inútilmente la fiebre los espasmos — mientras una obertura para siete instrumentos concertantes nos abría la noche entera como un arte efervescente en las paredes orinadas — o como una prostituta ofreciendo el último baile con su sexo húmedo como un tubérculo pelado — J. Braque recorría las mismas calles del centro buscando rituales tuaregs en las esquinas con su paleta de matices fosforescentes — dibujando con trozos de tiza flores transgénicas en las aceras — para inundar el ambiente de un olor nauseabundo artificial como la última exhalación del novillo en la arena — para empañar tanta muerte años atrás el municipio mandó pintar los edificios de colores extravagantes: esta ciudad ya no es la nuestra

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Denis Castañeda

Una copa entre las redes del secreto

(Chimbote, 1978)

Un día en la ciudad

Todos ahí existían colectivos en la ciudad vieja como en una guarida jóvenes y viejos abatidos y enérgicos en medio de las largas y sucesivas horas del día sus difusos brazos con cuerdas sobre sus espaldas y son rudas maromas sin ocupación. Esa misma mañana yacía inmaterial como el sutil cáliz del polvo. Se ventilaban en la plaza reposados o tirados en las bancas con la estrella solar en las piedras y éste manifestaba su caliza fulgurosa. Revestida de sueños de seres pobres y canosos o dormidos a la vez suaves o tal vez ásperos que se explayaban por el entendimiento con sin lucidez de metal sí un día dormidos en la ciudad.

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Detrás de la frontera una vela es como la vida que poco a poco se consume y las violetas sin colores ya se han quedado no pregunto por qué estoy ahora en este laberinto que me agobia dentro de la fuerza y palpo mi embriaguez tensa en mi cuerpo la noche se desnuda pero ¿Qué es el cuerpo? Un devenir de caprichos y gustos o una marioneta que solo obedece a sonido de la historia sin final mi anatomía se consume y no puede ser otra cosa más que caer preso en el tiempo o en una dicotomía es dura como el acero o impregnada como una cicatriz en el papiro y me calcino de ruegos bajo el llanto o la partida ¿Qué es la tormenta en un vaso de agua o el flujo desterrado?

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Dilección del cuerpo

Oh Venus

Toda dilección del cuerpo constriñe su tiempo y en la colgadura de la visión se obstruye. El conjunto de la tumba se vuelca entre la degeneración pelirroja. Todavía habito fuera de los ojos invisibles las cataratas son turbias en los tejidos. Algunos muertos descompusieron sus huesos tupidos y dejaron sus alforjas de sangre donde destrabaron su propia memoria bajo el sendero de las intersecciones fúnebres y he vuelto lentamente desde el invierno para poseer los muslos con pinceladas posadas como una noche de febrero sobre una viña de luciérnagas y los he descifrado en mi cuaderno hilvanado de una acrobacia de un ruiseñor que se agota de la carne para después conocer algo más que la propia muerte sin dejar en el tintero de mis sufrimientos o mis heridas secas.

Dentro del nacimiento la fosforescencia es más clara ¡Oh Venus! preservadora del espacio te imploro repetir La poesía donde al menos una impresión efímera se inmortaliza como un río detenido por el ave que atrapa su vuelo y el divisar portátil de una sima contrastada por la mente entre laberintos y salidas complejas e insuficiente por el arte que se fija al tocar un cuerpo pero al mismo tiempo se electriza con las palabras al escoger un verso para las zarabandas

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Renato Felices

Vegetando

(Lima, 1975)

Cordura

Migraña, el sudor se escurre por mi cara Ya no veo el ecran de mis días Mis mejores días

Ya no quepo en mí Será porque ya no tiemblo al ver una rosa Hasta la palabra más sana me rehúye Ya no escucho mi voz ahuyente Ni al eco que la destruye No quiero ser un cuerpo violado en medio de la ciudad Una marioneta estupefacta y sin vida No conozco a dios No me han caído sus lágrimas, ni su sonrisa Soy un desalmado sin culpa de serlo Un tránsito vía hacia el infierno Una escalera ensangrentada Un polígono sin forma

Solo veo reyes decapitados Congresos infernales de cadáveres sin lengua que no tuvieron la oportunidad de hablar De decirle a dios lo que se merecía En esta cama de pétalos negros Y de laberintos seminales Abandono mi existencia Íncubos y Súcubos celebran mi deceso Me hacen soñar con sangre y risas Mientras duermo Organizan mi proceso onírico a su antojo Discurren, deciden, toman decisiones Tengo fracturada una extremidad inferior de mi alma

Ese soy yo, loco y cuerdo

La costilla flotante de mi cuerpo sutil

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miles de gendarmes hechos de polvo negro me asfixian

Muerte verde

hacen inútil mi nariz y mis pulmones una halo sale de mi cuerpo y avanza y avanza hacia el infinito

Tuve un sueño de estatuas y valientes Velorios de soledades Me tropezaba con ojos acusadores que me revelaban el incesto del mundo Y mi ceguera me impedía ver el amor en esa difusa oscuridad tuve un sueño de tribus y dragones sin fuego vi la quijada del desvelo del hombre por morir como moscardones insistentes de luz y en la gruta de la gran cueva seguí durmiendo no viendo las formas de dicha que bailaban a mi alrededor la tensión se hizo carne y volé hacia las partes más bajas de la tierra los mapas se hicieron caminos sinuosos de miedo y soldados sin alma construían demonios vírgenes sedientos de humillación y letargo ante los pobres en el esternón de mi alma dibujo leones famélicos heridos por el caos y ante tanta critica sigo escribiendo con lagunas negras en mis ojos con mis huesos desafiantes por el frío y la depresión

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Cromwell Castillo Cabrejos (Motupe, Lambayeque, 1981)

Estación de estallido y desencanto (Extracto)

esta presunción de oficio maldito nos libera del miedo y de la muerte. Será que enterramos el silencio con audacia y cosechamos revoluciones discretas con la última traición del calendario? Cuánta voracidad procurará nuestra respuesta si cobijamos un pálpito sin frontera en los oídos?

i Un poema jamás termina con el sobresalto del cuerpo. ¡Dios dirija nuestro estruendo con recelo! El amor caído, las prisiones, el exterminio los muros invisibles del letargo, la misma desesperación profunda que tocamos noche y día reverberan nuestra resistencia como aliento ascendente. Bajo la estación llana de la memoria, el sueño nos despoja del paisaje del encierro, y canta en tierra desnuda el fuego de nuestras entrañas. Ni a la voluntad ni a la fe las han podido desolar tanto: Las noches latinoamericanas son estupendas pero titilan Cincuenta Estrellas punzando el corazón palidecido de sus amaneceres. Todo contiene disposición de máscara en el rostro.

Hoy cuatro de julio de dos mil once gozo aquí frente al Pacífico. Su rugido es una mano que acribilla la vergüenza. Escribir su intemporalidad, su movimiento, su sonido grave… Las palabras en el agua son soldados lasos que apenas si alcanzan promesas en su hondura implacable. Mientras mi mujer me dice la noche es hermosa, ella me abraza creyendo que el destino nos conduce con la precisión de un sacrificio transparente. Pero no. Hay quienes nos abren los brazos con sospecha de fábula y cedemos el cuerpo cavilando la venganza. Latinoamérica es una danza silenciosa, la suma estación de estallido y desencanto: Veintiuna condena golpean con exaltación las puertas de una memoria insaciable esta noche.

Con una convulsión ligera como las palabras 63

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ii

El vacío es el mismo Poema perverso de las postrimerías.

Más allá del grito furtivo, un sonido agita entre los árboles el extravío de la lluvia o la peor sequía que abarcamos.

Entregados al fragor supremo nada quedará. Ni el estanque ni la cloaca sortearán más su vértigo con alteración admisible en el mundo bajo.

Como hierba de todos los campos la Poesía nace y crece una tortura matutina a contraluz: La sangre de los pájaros persistirá.

Ni la chispa secreta de las piedras. Ni el rumor del agua en los arroyos.

La ciencia del dominio es fuente ciega, revolución prosaica que dibuja nubes funestas con su dedo en el aire. Un ruido establece su soberbia con los días perdidos, y por fin la noche larga cae inexorablemente como una rutina gris. Los ojos suceden al mismo hallazgo siempre.

Ni esta hoja quedará para agotar con indolencia nuestra dimensión insuficiente. Revertiendo el contenido volveríamos la agudeza al viejo oficio de decapitar profecías. Ah, las profecías y su estirpe cósmica… Como si al hombre no le bastara palpitar.

Cómo sujetar los párpados al sueño para adjudicarnos redención alguna entre la ceniza? Cuerpos caen en toda esta trama de desconcierto y de pronto el sol cada mañana nos lacera dos veces frente a estaciones que sólo vomitan cadáveres de todos los reinos. El hombre tiene el rostro poblado de solemnes amenazas por eso la vida lo sujeta al escombro. Entonces colisionan precipicios y me escondo de ti, oh furia interior, que nos despojas de sensatez ante el delirio.

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Giancarlo Huapaya Cárdenas

M

(Lima, 1979)

I

Los zumbidos transmiten seducción. Nuestra identidad es un botón que activa una estampida de burbujas que trasladan embriones hasta la estrella Edén. Entonces, no eres nacional ni internacional, sino espacial y submarino. Una joven molécula en un matadero tecnológico. ¿Un cubo blanco o un círculo negro? Esconde una rata que ha sido pateada por pequeñas zapatillas rotas Merodeen la chatarra antes de morderla, descifra las diminutas galaxias de tus venas y ama góticamente los residuos del oasis. Instalen los silbidos de sus alambres, saliven para hervir la seducción de la tiniebla, en cada canto oxidado mi queja suplicará desde sus poros. Entonces, no serán las santas bestias que el rayo se gesta voraz, sino la ventana que embala extremidades en tecnopor. El extra humano al pie de otra extensión fluorescente, reza.

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de rigidez, dédica para insectos que chiflan y escasean, electroacústica del último eslabón de la cadena, se busca dealer omnipresente, se busca para serrar vigilias de cementerios con vitrales como cielos narrativos e iluminantes mosaicos recorriendo su tierra, fenómeno venereológico que despunta sílabas hacia la pretensión inútil, las constelaciones y lo sideral de las felaciones las llevan en sus dúctiles membranas, los fotomontajes quiebran riñones en carreteras traficadas por empresarios religiosos, geometrismos nauseabundos del odio hierático, apología a las larvas de la podredumbre, sus versos contra el opus dei. Sostiene el inframar un cuadro de nínfulas salvajes de gamas piadosas, el pulgar desenfoca por su meneo. La brújula punza diferencias estatales, besa la mugre m grande erige su vuelo hacía lo hormonal Se menea entre lo homogéneo y la cavidad. Los colores son ininteligibles, pero la escena brillará en las posaderas. Cuando la vean venir escojan un artículo y trasvistan la palabra tachando el final con chantilly. De no llegar a tiempo, crémala y aspiren sus cenizas con la nariz. Especien el espacio regio, sus pies llevan petróleo entre los dedos que lanzan llamitas rosas y despiden un aroma naranja, la profunda vía pública es el apócrifo montaje. Sus violencias los duchan con un grotesco moco cervical surtido con coleópteros burlescos. Se gelatinan sus carnes, coge la cucharita para probar el florilegio de los aminoácidos, se disolverá en tu 68


gusto un pedazo blando con sentimientos agudos, por un brevísimo resople se resentirá tu ano, arquearás tu tráquea recordando las dulces alucinaciones alimonadas, mojado como un arroz estás, indefenso ante la creatividad feligrés de los escalones ventrales, entre tanto, comparte tu robustez preñada de mariposas ataviadas de eucaliptos, permite que te boceten salivas en tu licor espumoso, caes en el sillón montado con delicados huevos crudos dentro de la uva, aceitados pigmentos púrpuras te rebotan frescos, no trates de rechazar la vida que te almuerzas por el virus que contiene.

X

La letra sola es una ecuación. La búsqueda de la ecuación para detener el falso progreso es la identidad de la pertinencia, una inyección de desvío en la intersección del desarraigo, amnesia lumínica la vida se apaga en la duda, el aspa en el espejo del ejecutivo de turno es estadística para usos electorales, la x persona por x causa, x número de personas se avientan del x sexo, asesinatos de aprendizaje de esclarecimiento de estereotipos ¿crees que puedes estar de incógnita reproduciendo sin memoria? es la cicatriz provocada en el ojo, la primera de xxx es dos pares de piernas abiertas o una cruz chueca, su equivalente en la recta numérica son infinitas posiciones, transformaciones de muecas, sustancia de código oncológico que privatiza el estigma, marco flotante violento como tic eólico, altas dosis de rayos x y rayos de tormenta contra el taller, aspar Túpac x, temblorosa savia, escopetea la sien, la velocidad de las sirenas en rock, muchedumbre que fantasmea los huesos de las lacrimógenas como se arbitra un show de secuestro, se venden ideologías como prefijos o gobernar es un sótano sobrevalorado, los versos no valen lo que cuesta la postal gastrocosmética, seguimiento moral de adivinadores de titulares, tergiversación retroilumina lo negro.

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| Uruguay |


Mariana Figueroa (Montevideo, 1979)

Jean Le-Blanc

El caballo, seccionado por el cuello, su cabeza separada en el asfalto con palabras humanas dolorido dice sentirse muy extraño. «No percibo el cuerpo», dice, «sin duda el impacto me ha dejado destrozado». No se sabe aún decapitado pues sus ojos sólo miran hacia arriba. Han llegado los médicos, la policía, y yo observo, impotente. No podría ayudarlo en forma alguna aunque quisiera. Al lado del caballo, derramada y arruinada la carga, pesada cruz de espinas, día a día el hocico oprimido por la rienda, y los músculos hinchándose monstruosos. El percheron con su pecho constreñido, lo había soportado tan garboso como sus primos, que ahora se apresuran, resoplando, y dando coces al destino arrastrando ese carro de bomberos, 73

ese carro enorme y saturnino, la maldición sobre la raza del caballo, para la cual sus hijos predilectos son los bellos y toscos percherones. Esta harpía, la carga le han llamado, la inventaron los que se llaman hombres, dioses crueles para el mundo del caballo, dioses crueles en su mundo sin dioses. Pero ahora, el hombre ve en el caballo, sólo horrendos augurios, incoherencias. ¿Qué es este caballo que ahora habla, y aún peor, lo que habla es su cabeza, separada medio metro de su cuello? ¿Y, por qué, además, su trágica ignorancia, ante este horribilísimo portento? ¿Por qué ríe, igual que un payaso como si estar decapitado no doliera más que un fuerte y cómico porrazo? El dolor que humanos y caballos arrastran como un cáncer o una piedra explotará, pronto, liberado. El dolorcito, pequeño y constante en los huesos, en la espalda o en el alma será fractura expuesta de la Tierra y de todo ser vivo que se arrastra. No somos más que las pulgas de un gigante que hasta ahora dormitaba y que comienza a despertar con deseos de rascarse.

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El caballo, seccionado por el cuello su cabeza separada en el asfalto con palabras humanas dolorido es ahora todos los caballos. Como uno solo es cualquiera de la especie este animal también es el humano. Cuando vayan las pupilas a sus flancos verá también su cuello seccionado y el grito de terror será tan sordo... ¡A gritar, a gritar con el caballo!

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Señor, apiádate de nosotros. Estamos muertos, enterrados, cantándonos letanías en voz alta. Apiádate de los poetas de culo gordo atornillados a sus sillas, que no quisieron ser eso. Apiádate de los poetas de lengua flaca mendigando cinco minutos de fama de fama mortuoria entre los muertos. Apiádate de este argot donde hacer el verso es mentir, apiádate de las direcciones, las culturas y las gestiones. Apiádate del resto del mundo que mastica versos viejos en los pupitres, apiádate de todos los petrificados por el mármol, apiádate de todos los que se pudren en la desidia. Ora pro nobis, dios, ingenio, musa, apiádate de los que abandonan la fosa común para encerrarse en tumbas solitarias, y están tan muertos como los zombis gregarios. Apiádate de los iconoclastas de íconos intrascendentes, que desperdician su vómito tanto como su ternura. Apiádate de nuestro fracaso, de nuestro estrepitoso fracaso en levantarnos a buscar sangre viva para alimentar las palabras. Apiádate de nuestra autocompasión, de nuestras quejas, de nuestra boca que chupa y chupa cigarrillos, café y vino, y nuestras tripas hambrientas de aplausos y leche materna. 76


Apiádate de los libros que vegetan en los estantes, porque el monto necesario se escapó a un paquete de yerba. Apiádate de nuestra incertidumbre. Si estuviéramos en el Purgatorio, esperaríamos a pagar el precio de nuestra vanidad y soberbia, si estuviéramos en el infierno, nos prepararíamos a sufrir eternamente, pero este limbo de almas en pena no promete más nada que un vasito de vino en el próximo brindis en la presentación del próximo libro que próximamente se pudrirá en un estante al precio de un paquete de yerba. Apiádate de la mesa de saldos donde todos valemos menos que un paquete de yerba, quizá que una torta frita. Apiádate de los líricos loosers, apiádate de lo inútil, de lo accesorio, apiádate las letanías tipificadas donde todo suena igual, igual, igual. No te apiades de papá Estado; apiádate de los tentáculos de su pulpo, que en algún tiempo fueron sólo poetas. Apiádate de los parásitos de las escamas del pulpo, que también fueron sólo poetas, apiádate de lo que alguna vez fue poesía, y el toque de un anti-Midas lo volvió caca regurgitada. Apiádate de nuestra perdida infancia, donde todo fue juego y, por tanto, poesía. Apiádate de los oídos a los que nunca llegaremos, apiádate de las bocas que nunca podrán hablar. 77

O mejor, no te apiades de esos oídos, quizá habría que apiadarse de ellos si nos escucharan. Apiádate de nuestras lágrimas, de nuestra contractura cervical, de nuestro hígado maltrecho de nuestra tos y de nuestras amígdalas inflamadas. Apiádate de nuestra impotencia empecinada. Apiádate de la tacita de plata llena de dulce de leche podrido, de la vaca gorda plagada de bicheras. Apiádate de nosotros. Aunque sabemos que tu piedad no es infinita (la Iglesia quiere que lo creamos, pero es sólo propaganda). Sabemos que tu piedad es un recurso escaso, que debe administrarse racionalmente, como el gasto del Estado. Pero, continuando con la analogía, te pedimos un poquito más que lo imprescindible, pues sabemos que es la única manera de obtener lo imprescindible, o un poquito menos. Dánoslo y vete al diablo. Amén.

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Fernando Foglino

A Cecilia

(Montevideo, 1976)

lentes negros, lentes negros de armazon Blanca, lentes marrones de nacar ray ban armazon fino y dorado enormes lentes como mascaras guchi prada lentes de cromo y espejados lentes redondos cuadrados lentes verdes alargados lentes caros en tu pelo entre tus tetas en la cintura sujetados

nombre del número cero punto de partida origen página cero año cero cero hora kilómetro cero incapaz, inepto, inhábil, torpe, incompetente ignorante ignorado vacío cero dureza cedro cero nobleza cetro cero barreras cerco altura cero cerro

lentes péndulo cuelgan de la cadenita marcan los minutos que restan hasta que baje el sol y me mires

derecho y revés la sol el luna

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verso y anverso


dos caras de una misma moneda

a eduardo darnauchans he olvidado también aquel verano cruel en que tú no sabías la razón de existir

acero aguacero a la izquierda cero cero a la derecha dos OjOs abiertos pobreza cero bajo cero hambre cero atmosfera cero hora cero latitud cero kilómetro cero otra vez altura cero cerro todo y nada nuestro primer café el último cero mentiras sincero

la vida fue hecha para tener suerte pero sin suerte, que puta la vida también están el cine o los libros pero terminan dura 1 hora y media viendo por ejemplo a ninette de garci 15 segundos en un poema de elder silva en la cajera del oxford una novela de cortazar leída en voz alta ( 7 días ) una tarde en paris ( 6 horas ) una canción de lennon en navidad ( 3 minutos ) una copa de vino persistente ( 1 minuto en boca ) una mujer inalcanzable ( ) una mujer inalcanzable que nos mira (dura una mirada) pero no todos tienen por vocación prestar la suerte o hacerle creer al otro que alguna vez la tuvieron

nombre del número cero punto de partida final

la nostalgia es la ventana a un pozo de aire un pájaro con las alas dadas vuelta

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tambiĂŠn estĂĄn el cine o los libros pero terminan Ah, me olvidaba la alegrĂ­a que hay en ciertas canciones tristes No me olvido.

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Fernández de Palleja (Treinta y Tres, 1978)

Gestación

Una embarazada hambrienta se le coló en los ojos, vio de cerca sus penurias y los futuros dolores de la madre y los hijos y los nietos y los perros y las moscas del ojo del huracán del sufrimiento.

se fue encerrando solo en su lucha denodada y dejó que lo dejaran las personas que lo amaban. Cortó los cabos gastados que lo ataban a sí mismo y se lanzó a la deriva por los mares de la lágrima que él mismo había tallado, la lágrima se hizo burbuja y se miró en sus paredes, encerrado por las curvas, le costó reconocerse porque estaba embarazada.

Transcurridos varios meses, en medio de la pupila, la mujer parió mellizos sin padre ni caminos ni pasado ni futuro, y crecieron sin lenguaje. Pudo ver a los gemelos, que se desarrollaban, se formaban, se hacían hombre y mujer, y entre ellos se golpeaban, se gritaban, se tocaban y se amaban. Cada vez fue más la gente levadura que entre ella se eclipsaba, se robaba, se imponía, se colgaba de la luz. Cada vez pudo ver menos al invento original que inventara en su novela como forma de denuncia, 85

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Un caudillo muy grande

Guerra

Sobre la sombra del cerro, la sombra del hombre.

Se está gestando el cuerpo de la guerra. Sé que habrá vencidos e historiadores, sé de las hambrunas y las tierras que tendrán más despojo y menos señores. Espero el gatillo de los gatillos, la huelga que acabe en exterminio, la palabra que derrame los cuchillos de la olla a presión de los escrutinios. Llegará el día en que haya más parásitos que animal muerto, el día en que se mueran las venas resecadas y que el tránsito de moscas sea una bomba atónita y en que los mosquitos no tengan órbita, el día en que no queden más ideas.

Un héroe es un hombre con sombra. La luz de la historia es un cono sobre la verdad. El cerro es un entrecejo venerado. El sol le saca fotos a un rostro de piedras, verde y gris son blanco y negro. La masa se cuece con cuerdas de fuegos en noches que iluminan a la piedra. El caballo quieto recorre la cuchilla del tiempo y mueve al hombre que lleva arriba. El jinete es sombra de piedra mirando la luz que le llega de abajo

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Javier Etchevarren (Montevideo, 1979)

Desidia I (i) conviven hacinados la bulimia y la anorexia con la inanición y los parásitos, se tropiezan con el mismo ímpetu el hurgador de basurales y la insaciedad de supermercado, compiten por el encono y la mofa los saqueadores de bancos y los de almacenes, todos luchan por las sobras como estampida de gusanos en el fruto caído sólo hay marginales del exceso y excluidos del déficit los niños que comen pasto no van a la peluquería de mascotas oscilamos entre la desnutrición o el colesterol en el asentamiento donde no ingresa la ambulancia o en el c.t.i. vip (antesala del cementerio privado)

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( ii ) hoy, ahora, ya pozo del sentido saturado de ansiedades vivir es esa pugna, una enumeración dioses provisorios embarazadas que fuman bebés adoptados por el frío anuncios bípedos insomnio de ilusiones modelos para la moda y para más nada ( iii ) un juez corrupto decretó el triunfo del carismático sobre el íntegro del pragmático sobre el decente de la verborrea sobre la poesía del mercado sobre el aula mientras la academia simula beligerancia: retóricos incapaces de cualquier ciencia no nos era suficiente olvidarnos del pasado nos olvidamos del futuro y nos rodeamos de pánico mirándonos los pies perpetuando la infancia abortando nuestra paternidad sobre los hechos inculpando a un juez corrupto 90


Agrupamiento

( iv ) cada día tiene más caracteres esta diatriba a la inteligencia cada día más el mundo es un concurso de idiotas para una tribuna de imbéciles emboscada del despilfarro en el horizonte de la obsecuencia un globo sucio de desidia

se agrupan en la mentira se enajenan en el aplauso es una fiesta interminable es una felicidad onomatopéyica así deshacen su desdicha mientras les crece la barba, el abdomen, el miedo se masturban con palabras ajenas erguidos de excitación se someten al stress de perseguir y eludir se avulvan, se enfalan, con cimbronazos de placer se hartan la ansiedad ahora se controla solo hay que administrar el apetito, las bebidas, los plásticos de lunes a viernes se desgracian quejumbrosos sábados y domingos duermen la siesta gregaria pocas veces se desmontan de sí mismos y sus anatemas se impostan en broqueles agazapados de angustia con deshidratados filamentos los rige el tránsito tráfico de automóviles lentos y sucios hay alarmas y semáforos

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estadios deportivos y musicales shopping centers con descuentos devenir auspiciado de extinci贸n matan por monedas porque mueren por una grifa a veces se distraen de su distracci贸n o por vanidad quedan solos entonces arrastran un cuerpo triste y donde se detienen queda un vac铆o a veces describen barrocamente la decadencia permanente en la cual viven en agrupamiento

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Sandra Míguez (Montevideo, 1977)

Canción para pretiles

entonces se habrá cerrado la puerta no entenderé de lenguas ni servirán los conjuros mis muertos tragarán la piedra triturarán la roca pisarán abismo se los verá en las plazas como monumentos rindiendo culto a los transeúntes Iniciarán los días en rojo y con rojo desparramando gotas para mendigos colgarán el tiempo y el tiempo los colgará

pero yo no sé si deba inmolar la palabra lamer la fruta fresca en el hondo silencio o adosarme al mármol que disipa el invierno entonces me habré desnudado al comienzo y al final de los pretiles mis muertos jugarán a la rayuela ansiando llegue mi turno deseando untar mi piel con sus bocas pero yo no sé si deba tirar la piedra o saltar saltar saltar

pero yo no sé si deba definir el holocausto o adelantar los relojes anticipar las profecías nombrándome en los pozos

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Pronóstico

Ensayo del silencio

caducan los bordes de las cosas la línea difusa entre el cuerpo y el espacio la palabra no escrita se evapora se des-dibujan las agujas del reloj circular como la existencia que todo trae al punto de partida

sólo la noche / sola entre mis huesos y la sombra del ruido y mis huesos impregnados en la noche en cuenta regresiva hacia el principio de las cosas

algunos se lanzan al vacío otros juegan con ovillos de sangre yo sólo miro a través de la ventana los dromedarios anuncian la sed más grande de la historia

como quien quita velos de ojos y carne y se persigna regando sus propios huesos dejo atrás. (estoy dejando) la segunda piel. la mirada y todas las verdades son tan tristes que añoraría una cierta mentira y su sombra y su ruido y su puñal / su golpe bajo eso sólo eso

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Paula Einöder

(Montevideo, 1974)

El espacio primero

Amanece desanudándote, visualiza tus manos, desatando, desabrocha. Sueña la antorcha, fractura, descontractura, gime, llora.

¿Guardaespaldas quién guarda las espaldas? Las espaldas nos guardan. Estamos guardados, desprovistos, insisto, metidos, con nudos, bien nudos, apretados, los dientes y las uñas, esos extremos que llamo pies, que quedan tan lejos si te agachas a buscar la tierra que gira bajo tus pies que son extremos, extremadamente ajenos, de tus manos y tus labios, tus dientes y tu boca.

El horizonte perdió sus tildes. Yo corono la aurora, y pienso en músculos, que se desatan en abrir los espacios que por complacer cerramos.

Desata, digo, desata, como desatas un nudo, desaprende, piensa, desaprende, estás incrustado, crustáceo eterno y pétreo. 99

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desconfección de una guerra

descalzos los pensamientos —euforia— fuera y dentro se confunden sombras descosidas de la luna caen como manteles suicidas voy atravesando el lago blanco pegado cual espejo grave a la tierra (soy exiliada de un golpe no encuentro pista, clave, tiempo)

(toda palabra es propensa a destruirse con una metáfora de piel) descalza en mis puntos más anquilosados estoy sin escudos no peleo en esta guerra des-pistada (me estoy entregando —casi— entregando casi el ser a la explosión vegetativa dame un empujón y puja, puja, puja)

descalza, mi piel es un ramo de flores que llevo dormido (soy despierta de un trueno) con los capullos claros y la somnolencia archivada brillo locuazmente murmurando gritos y gritando susurros que se desparraman como pájaros cantando con sus gaznates abiertos por la sintaxis de la habitación

Montevideo, 1995

(movilizaciones verbales —espanto de los sedentarios—) descalzos los pies de la memoria me viene un frío femenino y trasnochado tengo la aguja pegada al labio para que me pinches en cuanto te venga el impulso relativo

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Olga Leiva

(Lund, Suecia, 1981)

en la esquina hay tres mujeres de quince años pegándole a una mujer de quince años una tiene un celular con corazones otra tiene una campera de astronauta otra patea con todo su sexo en la esquina y encima y debajo hay una cama para dormir para siempre para dormir para siempre moviéndote quiero abrir la tierra y tender el manto sobre sus pelos de hembras hermosas que no saben que cuando nacieron, y antes y antes les recortaron el mundo en su corazón si supieran sus dedos tocan todas las estrellas si supieran que esta vida, yo somos una alfombra roja que lleva al centro de sus gargantas corrijo mi postura para que me atraviesen con sus patadas pisame el pelo pisame pisame quiero que me pises que me saques todo lo que tengo que me desnudes si querés 103

no quiero llorar por mí quiero llorar por vos para que entiendas que te amo mujer hermosa de quince años que me pateas la pelvis hijadeputa hermosa, triste, abandonada, inmensa, tomá agarrá esta cama sentate en el borde mirate la punta de tus pies descalzos voy a agarrarte un tobillo desde abajo vení dejate resbalar eso que ves no es el infierno

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todo sucederá porque antes del principio no era el verbo sino la imagen antes de que la naturaleza se pensara dios era el cosmos porque los árboles no tienen ego antes de dios había una madre de frutas como sexos de agua en todos cuando éramos uno bibliotecas de papel cigarritos de manteca entre los dedos adoquines recostados en nuestro vuelo hacia el océano dios es la creación del ser humano encendamos el plan divino amasemos el pan divino para todos escribamos el vino para todos 105

manos para todos hasta para los torturadores de mi padre porque los torturadores se alimentan con hielo la rabia me sangra por los ojos y quiero perdonarte amado torturador de mi padre quiero agarrar el hilo de plata que aún te liga a la tierra y soplar para que despiertes del embrujo del infierno dos labios quemados con azúcar flotando muertos en el centro del mar quiero perdonarte recordar que sos parte del eterno retorno del perfume a mis hombros quiero matar tu comida rabiar tus pesadillas quemar las quemaduras con besos quiero gritar quebrar romper saltar morir matar tu capucha asesinar con luz las capuchas del mundo querido encapuchado torturador y maestro 106


de mi padre: todo sucederá yo perdonaré la sangre a cambio de la imagen real y despierta de tu hambre en la tierra el alimento es sagrado todos hemos danzado envueltos en sábanas manchadas de oro pero los cantos de los pájaros lo cantan desde siempre: en el principio era la imagen y la imagen era música y vibraba como el mar

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José Manuel Barrios (Montevideo, 1983)

Más allá del bien

Al caer el alba el agua cruzaba sus cordones de hierro de lado a lado y los antiguos señores, los que viven de sus rentas, se precipitaban dichosos contra las rocas. Al caer el alba un embanderado me señaló y perdió su dedo, las colas contoneaban. Había balance en el aire, el cielo era gris de ojos y hacia el sol se ponía claro. Al caer el alba calló un cartel con la palabra carey y dijo hace ochenta años que nade escribe esto. Las voces provenían de una pantalla plana y la gente, embanderada, comía la bandera que le daba de comer. Yo mecía mano abierta el abanico de carey y desplazaba para otra vida la inminente rehabilitación del sol. 109

Sobre la piedra los señores eran graciosos pero en su pecho las piedras perdían la gracia. Si se viera que en él la sequedad y el papel comen los dibujos de asesinos muertos y números hereditarios la timidez habría estado sucia. Veía una serpiente colgar de un árbol irradiando calor del útero, testículos con piel de pollo a kilómetros claramente una i griega. Las piedras se rompían y adentro había carey predestinado a pólvora en la que ambos comulgamos. Al caer el alba el cielo rosa sólo era cielo y debajo cielo cian, y a la izquierda azul de acero, y en el mar plaquetas de hierro balanceándose, infinidad de plaquets laminadas, tapas de libros angulados, regimientos de surcos, cordones, de lado a lado. Un abismo agradecido oscuro hacia el poniente, la sangre espumaba en las vaginas del carey, y el sol que se había ido igual dejaba luz porque los colores se multiplican cuando la claridad desobedece la orden de ser divina.

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La cabra

Mi tropa se ha poblado de residuos la orden no es perder, debajo tiembla la tierra. Una caravana de tambores lastima tus manos, las mismas manos que vendieron oro en el Tíbet. En la hora cargamos las pistolas, discernimos lo cobarde en los cartuchos y lo heroico en las balas. Los amigos han parido carne debajo de la tierra las muchachas encantadas van corriendo a reclutarse. Esto es hechicería. Las más jóvenes dibujan caballos con sus dedos en el aire, las más pequeñas juegan con la baba pendiente de su boca, acercan el hocico al canal de ventilación. En la justa medida tal vez ambas habrían aceptado los colgajos que anteceden al augurio de una replica después de la segunda vibración. La mano se alza desde las caderas más intrépidas las hermanas cruzan los dedos, son hipnotizadas por la música. Es hora de llegar al centro y soltar la caja. La con raciones de mujeres, la con comida, la con tabaco, la que arriba, a la izquierda, le tatuaron una cruz roja.

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A cincuenta metros los camaradas se sacan la ropa abandonan sus puestos, se agrupan, se organizan. A veinte metros sobresale una boca por los agujeros, también un par de dedos, el golpe del tabaco contra las ollas. Respira la comida, respiran las mujeres, respira el tabaco. Una inyección flotante cae en sus ojos. Aquí no hay nada más que esto, pero allá hay más posibilidades. Orificios y canales, cavidades, encías, carne, peticiones. Desde hace siete días América peligra por una nueva invasión Las muchachas contestan: ¡sí, sabemos! Desde hace siete días marchan los corazones hacia el Palacio de Justicia, hacia el Palacio de Verano. Marchan los corazones de invierno, marchan los corazones congelados, marchan los corazones muertos. ¡Si, sabemos! Marchan mi padre mi madre y mis hijos, marcho yo y mis animales, marchan las fábricas, vale decir, los tazones de miel y el fuego, los caballos con dentadura de plata, la paciencia marcha, mi hermano entra en la noche como un misil a espaldas del fuego, marcha el ruido que percute y venceremos, marchan uno a uno en fila escalonada, los orificios, los canales, las cavidades, las encías, la carne, van allí mis peticiones.

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¡Sí sabemos! La orden no es perder, debajo tiembla la tierra. Si no vivimos en el país que vemos entonces bailamos en la noche tenebrosa. ¿La llovizna tiene agua o miente? ¿Fue comprada hoy mismo por el enemigo? ¿Él ventila los residuos, él organiza a las hormigas, él deja este rubor tan agrio y colorado, se parece a los viejos que temen a la muerte y las sardinas partiéndose en la red? Bajo el manto desnudo lo veo. Es quien llena mi libro de aventuras. Lleva en su pelvis el peso de la cabra. Cien mujeres armadas lo siguen igual que a mí. Están cosiendo el puño de sus mangas.

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Atrapafantasmas

Me quitan la piel más hermosa. La que no perteneció a mis hermanos. Recogí el jade en palabras verdeazules. Nos obligaban a saborear el oro con la mano que los suspendía en el aire. Creo que jamás había dicho que escondí la enseñanza de los Maestros. El agua frotaba las rocas. Estaba solo frente a la puerta que no veo sin saber si cruzar u ocultarme del vapor. Teme. No dejaré que nos lleven hacia allí.

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Horacio Cavallo (Montevideo, 1977)

Íbero a la memoria de Ibero Gutiérrez

Haroldo En memoria de Haroldo Conti

Ayer asamos carne y esperamos A Haroldo Conti entrar desde el silencio Él se hizo ver mientras nos repasamos Los últimos dos días en las sierras Le pregunté los nombres de los árboles Y él dijo nombre, altura y residencia. Le pregunté los nombres de los pájaros Y mirando las brasas los nombraba. Él preguntó si alguno vio su cuerpo Y no tuvimos nada para darle.

Buceo lo silvestre a la manera en que andaba buceándolo Gutiérrez Busco en el cielo tibio del octubre aquél de mil nueve sesenta y nueve donde las cigarras se amontonaban a verlo dormitar entre eucaliptos. O lo sigo a la hondura del altillo donde rumiaba poemas en silencio y buscaba incansable la manera de que la paz llegara con la liberación Después oigo sus gritos, tantos gritos, de los que el silencio prefirió no hacer eco Así que van de barrio en barrio en alaridos pasando como pasan los motores y vuelven a pasar y nunca pierden el ronroneo, la brutal estridencia. Trece balas calibre treinta y ocho —él veintidós setiembres y tres cuartos— quisieron sosegarlo, enmudecerlo, Y él se puso de pie, miró a los asesinos a los ojos: esos que van y vienen por las calles con caras de acá nunca pasó nada.

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Y siguió diciendo: Trataba de enarbolar a mi cuello la bandera del amor pero vino un grito, que despertó mi ciudad y la policía corriendo me baleó todo el cuerpo y aquí estoy frío quieto duro horizontal mirando con los ojos abiertos tu sonrisa de piedra y tu corazón de hielo. (una ola me moja los pies mientras me llevan)

Herencia

¿En qué momento, sosteniendo la herencia como una bolsa hecha de sábanas arrugadas y los brazos al cielo, en qué momento, Padre, padre, abrí los hombros e incliné la cabeza para recibir palabras de los vivos y palabras de muertos? Andando como andaba, con todo el mundo a cuestas esperé que mi hijo fuera hombre, que trabajara diez o doce horas por sueldo miserable vendiendo casa a casa, pararrayos usados o linternas —él que parece hecho de música, que dibuja con trazo seguro— para pasarle al fin el entramado, la carga que da el mundo, y esta otra que es tan mía y de los míos. Perdió la risa. Es el reflejo de su padre. Vemos pasar la tarde los domingos pensando en que sus hijos De seguro disfruten de otra suerte. Fumamos impacientes y soñamos la verdadera vida que se pierde irremediablemente con las horas.

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Federico Eisner Sagüés

La fea

(Montevideo, 1977)

Plan de emergencia

Una computadora a cada gurí un sueldo a los padres para que no trabajen un bono por cada hijo que vaya a la escuela les permiten traer al centro sus carros tirados por caballos y promueven la sindicalización de los hurgadores y hacen del carnaval una fiesta oficial con museo y todo nunca se habían visto en este barrio bichicomes durmiendo en la calle amenazan a la policía si usa fuerza desmedida lo peor del asunto inventan el impuesto a las rentas personales no sé hasta dónde piensan llegar

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Qué tendrás de horrible Lima la horrible la gris despeñada del altivo barranco qué de qué ciudad de los qué de chola de los limos Lima de tus playas extramuros en chorrillos ni te bajes del taxi otrora Rimac que pica la jaiba del puente a la alameda

—chabuca bebe conmigo el vino de los descalzos mientras bailo en tus polleras Santa Rosa—

ciudad imperial infectada do sólo salvos fueron los conventos y unas cuantas manzanas a la redonda de los jirones protegidos por sus niños el calvo San Cristóbal vigila aún las puertas de Lima hasta el Callao a ver si no llega al fin otra flotilla San Martín u otra flotilla desde el sur

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Todo bien

Cómo andás? todo bien? vamo’ arriba pasaron lindo? ah divino me alegro qué bueno che andás bien? tus viejos bien? todo tranqui si si seguro que si unos días soñados nos hicieron pero miralo al tipo que bien che todo bien entonces los chicos bien? bien de bien pero claro venite por casa qué bárbaro qué divino dale nos vemos che vamo’ arriba

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Alex Piperno

(Montevideo, 1985)

Fundación de la isla

hace sorteos llenos de poca manera y escribe cualquier nombre en las bolitas que se le caen y siempre el mismo nombre ni siquiera importa por ejemplo la cabeza bien pop de cualquier cosa

parece que ahora parimos una isla horrible y le pusimos nombres en la cabeza a todo lo que se mueva parece que parimos la mayoría porque se encontraron copias diminutas de la mayoría comiendo bocaditos de leche en el valle de todo lo que se mueva comiendo bocaditos que eran todos nuestros hasta hartarnos y también sigo comiéndolos para volverme yo mismo una isla llena de pequeñas niñas a quienes correr porque se desgajan como mandarinas de leche tengo que apretarle el abdomen para que se quede trancada lo siento que parece que no va a dejar de parir nunca o porque adentro tiene convicciones astilladas en la panza que son como unos perros muy prudentes por ejemplo la cabeza de un ascensor que le pusimos adentro alguna cosa religiosa

desde el interior de una barracuda pienso por ejemplo en la cabeza de las pequeñas niñas y me regocijo si le pegara palmaditas en las cabelleras que usan se les mueven con el viento dejando por un rato dibujos bien bonitos parece que nosotros es un pez con cola de aire de usar en ocasiones siempre difusas también el pez le sale por el corredor igual y tiene ritmo con cualquier porquería eso a veces llega a angustiarme tanto

*

parece que parimos porque se encontraron copias diminutas en los restos de pequeñas niñas de posiciones siempre complejas tienen las matrículas de los restos de milagro que quedaron en las llagas

por ejemplo la cabeza de milagro le pusimos las ranuras de una mala manera y ahora es una bolsa amarilla que hace cálculos gratis de nuestra descendencia

tienen todos los números y las caras la saben de memoria de figuras diminutas que encontraron revolviendo restos de niñas que sus caras eran un puré parece que las caras de las niñas eran un puré

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por ejemplo abraham que tiene los bigotes larguísimos pienso en las personas que hubiésemos querido revolver por ejemplo los restos de embarazos desde el interior mismo de una barracuda que es inmensa

parece que de una pasta de leche que lleva en la mano come una pequeña colección de muchachas bien despiertas

vimos una manifestación de niños rey adentro de una isla que enseguida la pusimos en el bolsillo

y se embarazan con soltura qué precisión que lleva abraham en la palma de su mano y también la lleva laurita

estoy seguro encontraron varones con coronas que corrían como niñas hasta el valle y después se volvían de leche

por ejemplo luján que ayer hizo que de un caballo salieran veinticinco buques

y se hicieron grandes ceremonias y grandes pescas para agasajar y las maniobras fueron siempre tan serenas eso es cierto se hicieron grandes ciudades con nombres increíbles

que empezó a ponerle nombres a todos y siquiera cada buque resultaba parecido a su forma pero el evento nos llenó los ojos de lágrimas

*

es cierto los primeros niños rey pertenecen a la generación de árboles chinos sus cuerpos miden más de tres metros y sus cabezas son chinas y serenas

pienso en estas cosas que recuerdo los primeros días en el valle nada está todavía fecundo y de cómo lo llenamos de milagro parece que hicimos tanta luz que las cosas empezaron a moverse solas y a contagiarse de vida después de que parimos en figuras diminutas que también eran nuestros hasta llenarles les abdomen de milagro

sus cabezas se suspenden en el aire y se prenden fuego desde el puerto también lo vimos que entonces con el guijarro saqué dos criaturas hermosas de una muchacha que llevaba colgado los primeros niños rey se llaman joana luján abraham alejo laurita pilar y óscar

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Alejandro Keller (Montevideo, 1979)

Pasada la tormenta i

Día ocho

La mesa está servida. Purísima, el agua devuelve restos de fuselaje. Abuelo dice que pertenecieron a cazas alemanes de la segunda guerra —dudo que los alemanes volaran en 747— bombardeando su pueblo a pleno día, mientras el peluquero grita es necesario cortar la oreja, no va a aguantar en este estado. Los niños escuchan en la arena.

La impaciencia, plural; el aire, digamos frío. Algunas aves de presa, desplumadas, se detienen en busca de imágenes que resulten familiares. Marineros ebrios se diluyen como sonrisas inverosímiles en fotos veladas. Las mujeres persiguen paralelas de luz —pedazos de un sol muy antiguo chapoteando en tazas sucias y café. En la hora, fuimos agraviados en idiomas que desconocíamos. En la hora.

ii

(¿Cuándo fue el año pasado?) Con dedos de roer, descansaron lo que queda. En vísperas de Navidad, el castillo del cordero es un monumental hospicio. La orilla está llena de cadáveres que debemos esquivar con elegancia.

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Nunca tan sencillo diseñar un estuche con la ceguera de dios. Pero estamos cansados de planear asesinatos tarareando una canción de cuna. Acaso un filo doble pudiera esa fuente sin palomas ni doncellas, iniciar algún reflejo y su razón suficiente.

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Carta llena de amor …ho scritto/lettere piene d’amore//Non sono mai stato tanto/attaccato alla vita Giuseppe Ungaretti

Es preciso una clave que resguarde de exilios. Ni casitas quemadas, ni lenguas arrastradas por caballos —nube que toma forma de nube. Improbable telón de fondo; lo demás, se sabe, es nieve.

El paisaje pega y recorta detalles cotidianos. La otra noche, sin ir más lejos, un cordero se manchó con sangre de verdugos. Breve juego adverso la memoria: manos antiguas recogían papiros en los ríos; ciudades abiertas sobre tierra. Hasta el silencio más joven podría adivinar la contraseña de las hormigas apurándose. —Álgebra de arterias que pasa de un vaso a otro. Vi decir que uno deja de ser niño cuando posterga dibujar humanos asuntos en las nubes. Una tía cercana solía repetir que después de perder la dignidad no queda nada. Estaba deliciosamente equivocada. En todo caso, resulta conveniente atesorar los pantalones. (Un forense asesinado constituye un marco de altísimo valor ético)

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Cecilia Lage

(Montevideo, 1986)

Y es así

Y es así, caminás por la calle y no ves que está todo pensado y el consumismo te brilla en la piel y te sentís realizado, y en tu ignorancia cotidiana del andar caminás con rumbo civilizado. Llegás a tu casa y mirás las noticias, sillón de la ignorancia tu psicología derramada en la ignorancia, tu mente en manos de ellos. Marioneta obediente el anzuelo has mordido, sos un pez muerto en las violentas aguas del poderío

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Niño sin madre

Niño sin madre a los saltos juegas en el banco de una plaza, es juego la distancia, es puente imaginario jugar a los saltos. Es triste saber que nadie te amó, que te miden las distancias si no vendes una flor, que tu hambre es diáfano, lleno de corazas resistente a la desgracia. Ojala, niño a destiempo, que en otro tiempo, en este suelo, ya no haya flores para vender y pueda ser juego todo tu ser

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Muchedumbre Estéril

Quienes beben muchedumbre comprenden la palabrería infértil, la entusiasta sobredosis del encanto en la apariencia No comprenden las miradas ni los gestos, ni el lenguaje oculto de las cosas, el mundo les entretiene, todo lo desgastan en palabras La minoría es la inmensidad, la que se embriaga en los instintos la que lleva la carga y comprende el dominio de sus manos y de sus palabras. Y si el alrededor es bullicioso, el ardor quema aún más en la lengua.

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Notas biográficas Paolo Astorga | Lima, 1987 Profesor de Literatura y Lengua Española, egresado de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. Es miembro fundador del grupo literario Letra en Llamas. Dirigió y editó la revista digital de creación literaria Remolinos. Ha publicado los libros de poesía Anatomía de un vacío (2006), Sin llegar a lo invisible (2008), De Lima a Chosica (2010) y Detrás de las ventanas (2011). Ha sido antologado en Reflejos del Alma (Lima, 2005), Poetas Solidarios (Almería, 2007), Perú s.xxi. 60 poetas contemporáneos (Lima, 2007), Primera Antología de Poesía Catástasis (Trujillo, 2008), Tránsito de fuego (Caracas, 2009) y en Rito verbal. Antología de poesía peruana 2000 - 2010 (Lima, 2011). Fue editor de la Editorial Electrónica Remolinos, la cual publicó más de 30 libros digitales de descarga gratuita. Obtuvo el segundo lugar del III Concurso Internacional Revista Hybrido (2007). Dirige junto a César Pineda Voz Efímera, primera revista de poesía en audio del Perú. Actualmente edita la revista literaria Delirium Tremens y la serie de poesía “Universos de bolsillo” del sello cuasi clandestino Ediciones Letra en llamas. Su trabajo creativo se encuentra en revistas literarias tanto físicas como digitales.

José Manuel Barrios | Montevideo, 1983

Eduardo Borjas Benites | Lima, 1984 Estudia Lengua y Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Poemas suyos aparecen en la plaqueta Morada Poética (2007) y en Letra en llamas: Mitomanías (2010). Obtuvo el primer premio en el concurso Hora Zero (2008), organizado por su casa de estudios y el 5to premio en el Concurso Nacional de Poesía Javier Heraud (2011).

Denis Castañeda | Chimbote, 1978 Estudió Educación en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Obtuvo el Primer premio en Poesía de los Juegos Florales de su casa de estudios (2005). Ha publicado Diamantes en la Sombra (2004), Bajo el puente de Londres (2005), La palabra enterrada (2010) y en la antología Grandes cuentos peruanos del siglo XX (2012). Figura en las antologías Nueva Poesía Hispanoamericana (Lima, 2003), Mp4 Jueves Culturales, Poesía en la Garcilaso (Lima, 2005), Perú s.xxi. 60 poetas contemporáneos (Lima, 2007), Poesía Peruana Infantil (Lima, 2009), Poesía Peruana Contemporánea (Lima, 2010), Hablemos de amor (Lima, 2011) y en Rito Verbal. Muestra de poesía peruana 2000 - 2010 (Lima, 2011). Ha participado en diversas actividades culturales en el Perú y en el extranjero. Artículos y poemas suyos se encuentran en las más prestigiosas revistas físicas y virtuales. Actualmente ejerce la cátedra.

Cromwell Castillo Cabrejos | Motupe, Lambayeque, 1981

Realizó estudios en Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UDELAR). Publicó los poemarios Explanans (2007), Democracia (2007), Coagula (2009) y Bagrejaponés (2010). Ganador en 2007 de los Fondos Concursables para el Fomento Artístico y Cultural (MEC) en la categoría Letras, con su libro Democracia. Ha presentado su obra en varios festivales internacionales de poesía como Poquita Fe (Santiago de Chile), y País Imaginario (Lima). Trabajos suyos han sido publicados en México, Chile, Perú, Ecuador y Venezuela.

Poeta y artista plástico. Ex miembro fundador del Grupo Literario Signos y actual representante de El espacio del arte: Galería de arte contemporáneo, en Lambayeque. Ha obtenido algunos premios literarios y publicado la plaqueta Fuego (2010) y los libros Agua y Transfiguración o el sonido, incluídos en Signos (2007); ¿Dónde acaso es camino? en Demolición de los reinos (2010) y Estética de las revelaciones (2011). Forma parte de la Colección de Nueva Poesía Peruana Cuervo Iluminado (2010). Trabajos suyos han sido publicados en revistas físicas y virtuales de Perú, Venezuela, Chile, Argentina, Colombia, México, Brasil, Estados Unidos, España y Francia.

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Horacio Cavallo | Montevideo, 1977

Fernández de Palleja | Treinta y Tres, 1978

Es narrador y poeta. En poesía obtuvo en 2006 el Primer Premio (compartido) del Concurso Anual de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura con el poemario El revés asombrado de la ocarina. En narrativa, obtuvo menciones de honor en el Concurso Literario Municipal con la novela Maquinaria viva en 2004, y en 2005 con el libro de cuentos Doce vueltas alrededor de un plátano; y el Premio Municipal en 2007 con la novela Oso de trapo (2008). El mismo año fue galardonado con una de las 10 becas Luis Cerminara que otorgó la Intendencia Municipal de Montevideo a jóvenes creadores. En 2008 fue premiado con los Fondos Concursables junto a Francisco Tomsich por Sonetos a dos (2009). Publicó, a su vez, Lo que cae del Ciruelo (2009) en coautoría con Germán Borelli. En 2009 obtiene los Fondos Concursables en la categoría narrativa con la novela Fabril (2010). Ha publicado algunos de sus trabajos en diversas revistas internacionales. Integra varias antologías tanto en el género narrativa como en poesía. Ha participado de Festivales de poesía Vértigo de los aires (México, 2009), Festlatino (Brasil, 2009) y EEPEA - Filven (Venezuela, 2008).

Profesor de español y de portugués. Ha publicado crónicas y reseñas en las revista Iscariote, y micro cuentos en La letra breve y los poemarios Poemas desde un Peugeot rojo y una carretera quieta (2011) y Poemas altibajos (2011). Obtuvo una Mención en poesía en el concurso de la Intendencia de Montevideo (2010) con Poemas naturales y el Primer Premio en el concurso Te Cuento Que (2010) con un micro cuento enviado por celular. Su blog es www.fernandezdepalleja.wordpress.com

José Córdova | Porcón, La Libertad, 1979 Tiene estudios de Arquitectura y Sociología en la Universidad Nacional de San Agustín. Co-dirige la revista de creación literaria Ablaciones y es administrador de las bitácoras virtuales Panóptico Literario y La torre de las paradojas. Ha publicado sus primeros poemas de aprendizaje bajo el nombre de Pre-textos (2002) y la plaqueta Perfil del desencuentro (2007). Actualmente es Director General de Cascahuesos Editores.

Roy Dávatoc | Jaén, 1981 Editor de Toro de Trapo Editores, ha publicado ALMA, Cuando un corazón emigra (2010), La Lluvia Nos Detiene (2011) y Gradus (2011). Está preparando un libro de cuentos y una novela.

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Paula Einöder | Montevideo, 1974 Es Licenciada en Letras por la Universidad de la República y profesora de inglés. Publicó los poemarios La escritura de arcilla (2002), Árbol experimental (2004) y Opacidad (2010); y el libro de ensayos Miranda o el lugar desde donde no se habla (2004). Integra las antologías Breve muestra de poesía contemporánea del Río de la Plata, Selección ii (Buenos Aires, 1995), Antología de poetas jóvenes uruguayos (Montevideo, 2002), Sin fronteras 1 ½. Pequeña antología de poetas jóvenes uruguayos y paraguayos, (Asunción, 2004), El amplio jardín. Antología de poesía joven de Colombia y Uruguay (Montevideo, 2005), y Plata Caribe. Poesía Dominicana y Uruguaya del Siglo xxi, (Montevideo, 2008). Se puede leer más de su obra en: http:// poesiapaulatina.blogspot.com.

Federico Eisner Sagüés | Montevideo, 1977 Reside en Santiago desde 1987. Estudió Química en la Universidad de Chile y trabajó durante nueve años en conservación y restauración de pintura. Es bajista eléctrico y ha integrado bandas como Gavana (1997-2003) y Takatrio (2004-2006). En 2009 realizó la producción musical de la poeta y cantautora Marcela Parra. Actualmente mantiene una banda en Montevideo y otra en Santiago, Fotogramas y Tecla Negra, ambas con fuertes raíces en la música uruguaya. Es parte del Movimiento Descentralización Poética. En 2008 dirigió un taller en Balmaceda Arte Joven de poesía y 138


música, desarrolló esta fusión en la jam session ImproSesión, y en los últimos años se interesa particularmente por la fusión de poesía y música, dando talleres, lecturas automusicalizadas y participando en colectivos ligados a la poesía sonora como el Foro de Escritores de Chile. Se encuentra ensayando, junto a otros 3 poetas-músicos, una Orquesta de Poetas. Paralelamente trabaja la musicalización textos la poeta Elizabeth Neira, con el proyecto Poesía para señoritas. Es autor de Pequeño compendio para un amigo (1997) y Bicha (2008). Poemas suyos aparecen en 30 Jóvenes Poetas (2004), en el disco Poetas-Chile Siglo xxi, Vol. 7 (2004), en la Antologia Lof Sitiado: Homenaje poético al pueblo Mapuche (2011), compilada por Jaime Huenún, y en la Revista Laboratorio, entre otras publicaciones. Fue editor de Ediciones del Temple por once años.

Javier Etchevarren | Montevideo, 1979 Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Algunos de sus textos han sido publicados en diversas revistas nacionales e internacionales como Maldoror, Letra Nueva, entre otras. Publicó el libro de poesía Desidia (2009).

Renato Felices | Lima, 1975 No es poeta, solo escribe como forma de exorcismo, poemas suyos han aparecido en revistas como Nido de palabras, Fiat Lux, Casabarbieri, entre otras. Posee un poemario inédito titulado Sustancia Eco.

Mariana Figueroa | Montevideo, 1979 Ha escrito poesía, prosa, teatro, canciones y una radionovela. Cursó estudios de Licenciatura en Letras en la Facultad de Humanidades de la UDELAR, asimismo se encuentra finalizando la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, también de la UDELAR, donde se desempeñó hasta principios de 2010 como colaboradora honoraria de la cátedra de Semiótica y Teoría de la Interpretación. Desde 1996 ha publicado trabajos en varias antologías y ediciones colectivas y ha ganado premios y menciones 139

en distintos concursos literarios. Desde 2001 realiza presentaciones como cantautora e intérprete. Su primer poemario individual Debut, fue publicado por el Taller de Encuadernación Artesanal (TEA) en diciembre de 2010. Durante el 2011 fue coeditora y colaboradora estable de la revista literaria en formato blog .txt. Trabaja como artista callejera en el transporte colectivo de Montevideo y Ciudad de la Costa.

Fernando Foglino | Montevideo, 1976 Poeta y artista visual. Ha publicado los libros de poemas Kate 500 Km (2004) y Vodka (2007), con el que obtiene el Premio Casa de los escritores. En 2009 es premiado con una beca a Berlín por sus Clipoemas, pieza audiovisual en el marco del 53 Premio Nacional de Artes Visuales. Integra los volúmenes colectivos Esto no es una antología: antología de narradores jóvenes uruguayos (2008), A palabra limpia (2001, 2005 y 2007), y Letras uruguayas (1997).

Paul Guillén | Lima, 1976 Licenciado en Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Publicó los libros de poemas La transformación de los metales (2005) e Historia secreta (2008). Ha sido incluido en antologías de poesía peruana publicadas en México, Argentina, Ecuador, Colombia, Brasil, Suecia y Estados Unidos. Ha sido traducido al quechua, portugués, checo y francés. Realizó las antologías Gesto de Julia Ferrer (2004, en coautoría), 33 poetas del 70 (2005), Elogio de la infancia. Poesía peruana post-2000 (2011) y Antología crítica de la poesía peruana (2011). Actualmente dirige el blog y revista Sol negro.

Giancarlo Huapaya Cárdenas | Lima, 1979 Publicó los libros de poesía Estado y Contemplación / Canción de Canción se Gana, Polisexual (2005, 2007) y Taller Sub Verso (2010, 2011). Sus poemas figuran en las más importantes antologías como Perú s.xxi. 60 poetas 140


contemporáneos (Lima, 2007), 4M3R1C4. Novísima poesía latinoamericana (Santiago de Chile, 2010), PLUP: proyecto latinoamericano de unión poética (2009) y en Irse de Lengua. Muestra de poesía sonora peruana (2011). Del 2006 al 2010 dirigió la revista de arte Lapsus Collage Editorial, en sus versiones electrónica e impresa. Ha participado en los festivales internacionales de poesía; Novísima Verba (Lima, 2005), Poquita Fe (Santiago de Chile, 2006), Tordesilhas (Sao Paulo, 2007), La Colectiva (Arequipa, 2007), Festival Ñ - América (Lima, 2010), en la Primera Feria del Libro Kartonero Mercosur (Asunción, 2011), Los Extramuros del Mundo (Cañete, 2011) y, como curador en el 1er Visual Poetry & Performance Project en el Mission Cultural Center for Latino Arts (San Francisco, 2009). Realizó los vídeopoemas José María (incluido en el dvd Poéticas de la Resistencia y basado en un poema de Miguel Ildefonso en homenaje a Arguedas) y La ley del Embudo. Es organizador del Festival de Poesía de Lima y del Festival itinerante de poesía visual Pop es Cía. Ha realizado más de una decena de líricas performances en La Paz, Asunción, Cusco, Freiburg, Sevilla y Lima. Actualmente dirige la plataforma de documentación y gestión cultural Casa Katatay.

(2009) y estuvo a cargo de las imágenes para el cd, proyección en vivo y sitio web de la banda de rock uruguaya Laura y los Branigan (2010).

Alejandro Keller | Montevideo, 1979

John Martínez Gonzales | Lima, 1981

Pasó su infancia en la ciudad de Haifa, Israel. Poeta, músico, fotógrafo, locutor y terapeuta corporal, ha cursado además estudios de Derecho en la Universidad de la República. En abril de 2008 publica su primer libro de poesía Postales de Sobremesa y en noviembre del mismo año es nominado al premio Bartolomé Hidalgo, otorgado por la Cámara Uruguaya del Libro. Ha obtenido el Primer Premio en el Concurso Literario Municipal, género poesía (2007), la Primera Mención en el Concurso Literario Municipal, género poesía (2006), la Mención de Honor en el Concurso de Poesía organizado por Radio Nuevotiempo y el Ministerio de Educación y Cultura (1998), y el Primer Premio en el Concurso de Poesía de la Revista Graffiti (1997). Como fotógrafo, participó de la muestra colectiva Superficial (Galería Marte Upmarket) en el marco del Festival Internacional Fotograma

Comunicador Social. Ha dirigido los ciclos multiartísticos “Banda en Fuga” (Buenos Aires, 2002); “Past to morrow” (Buenos Aires, 2004); “Banda en fuga II” (Lima, 2005) y “Viernes de letras” (Lima 2009-2011). Ha colaborado en medios de difusión cultural, tanto en Perú como en el extranjero. Ha publicado los libros Collage de viaje (2009), El elegido (2011) y la plaquette Doblando (2010). Poemas suyos han aparecido en revistas impresas y webs del Perú y el extranjero.

141

142

Cecilia Lage | Montevideo, 1986 Estudia Licenciatura en Letras. Ha publicado algunos de sus poemas en las revistas Ta y Urbana. Participó en Anagramas, muestra fotográfica que conjuga imágenes y poesía, seleccionada por Movida Joven 2009 y expuesta en el Centro Municipal de Fotografía (CMDF). Ha escrito Pierina, una obra de teatro para niños escenificada tanto en funciones para escuelas como para público en general en el centro infantil La ciudad de los chicos.

Olga Leiva | Lund, Suecia, 1981 Poeta y diseñadora de calzado. Publicó La lengua del Viento (2010), Bagrejaponés (2010) junto a los escritores De Avila, Márquez, Piperno y Barrios; y Bruja Boreal (2011). Poemas suyos aparecen en antologías de Uruguay, Paraguay, Venezuela, y Suecia; y en revistas digitales de Paraguay, México e Inglaterra. Material suyo puede leerse en www.tierraenlaboca-o.blogspot.com.

Sandra Míguez | Montevideo, 1977 Escritora, bailarina y diseñadora gráfica. Estudia teatro, danza, Arquitectura, Filosofía y actualmente Letras en Facultad de Humanidades. Ha ganado numerosos premios. Publicó Mil Cuernos (2004) y Vademécum (2004).


Es integrante del equipo redactor de Ágora, revista del Centro de Estudiantes de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, y de la revista digital Guita.

Mario Morquencho | Los Órganos, Piura, 1982 Formó parte de los colectivos Heridita y Cadáver Exquisito. Actualmente participa en el Colectivo Jaula Ceniza. Publicó Ciudadelirio (2010). Ha participado en distintas ferias y recitales de poesía. Pronto publicará Divagaciones de un mar alcoholizado.

Alex Piperno | Montevideo, 1985 Egresado de la Universidad del Cine de Buenos Aires. Publicó Confirmación del paraíso (2007), Sahara (2010, 2011), Maschwitz (2010), Bagrejaponés (colectivo Editorial Mental, 2010) y Los estándares de belleza en los pastizales (2011). Participó en los encuentros de poesía Vértigo de los aires (México, 2009) y Gusto Tuyo (Montevideo, 2010). Dirigió los cortometrajes De tres cuerpos (2009) y La inviolabilidad del domicilio se basa en el hombre que aparece empuñando un hacha en la puerta de su casa (2011).

César Ricardo Nieri | Lima, 1984 Estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Ha obtenido dos años consecutivos el primer lugar en los Juegos Florales, categoría poesía, de la Universidad de Lima; y en dos ocasiones el segundo lugar en la categoría de narrativa del mismo concurso. Obtuvo una mención honrosa en el Premio Nacional de Poesía Juvenil Javier Heraud (2011). Ha colaborado con el suplemento cultural El Dominical del diario El Comercio y forma parte del comité editorial de la revista de literatura de la Universidad de Lima Un vicio absurdo. Actualmente trabaja como redactor principal en el Departamento de Imagen de la Universidad de Lima. 143

Alberto Schroth Prilika | Lima, 1985 Estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Ha publicado Sala de montaje (2008). Forma parte del comité editorial de la revista de literatura Un vicio absurdo y colabora con la revista Nexos. Tras una breve temporada en Radio Programas del Perú (RPP), hace despachos para el magazine cultural de la radio El Mural, en Uruguay y Librería Perú. Es redactor en el proyecto editorial de la municipalidad de Surco, en Lima.


índice

José Córdova

Nota preliminar

5

67 47 Tiempo

Prólogo

7

John Martínez Gonzales

41 42 44

Incoloro La incisión Suturaciones

| Perú | Paul Guillén La historia prohibida del comunismo ¿Cómo puede existir un Inka negro? Tú respirabas de una forma malsana

37 38 39

13 14 15

Alberto Schroth Prilika Mediometraje de ficción realista I / El día D

Eduardo Borjas Benites

Roy Dávatoc Utrillo Cuento Breve Resurgimiento Irrendención

19 20 21 22

César Ricardo Nieri Quincena

23

Paolo Astorga No los muertos Retrato de una calle indeleble

29 31

Mario Morquencho La siete tres Asesinato en la calle Omicrón

33 35 145

47 49

51 53 54

Poema para Editarte Danza Antigua Jr. Leticia

Denis Castañeda Un día en la ciudad Una copa entre las redes del secreto Dilección del cuerpo Oh Venus

Renato Felices

55 56 57 58

59 60 62

Cordura Vegetando Muerte verde

146


Cromwell Castillo Cabrejos Estación de estallido y desencanto

Giancarlo Huapaya Cárdenas I M G

63

67 68 70

Fernando Foglino lentes negros nombre del número la vida fue hecha para tener suerte

Fernández de Palleja

79 88 82

85 87 88

Gestación Un caudillo muy grande Guerra

Javier Etchevarren

89 92

Desidia I Agrupamiento

Ensayo del silencio

98

Paula Einöder El espacio primero desconfección de una guerra

99 101

En la esquina hay tres mujeres Todo sucederá 73 76

Jean Le-Blanc Señor, apiádate de nosotros

97

Olga Leiva

| Uruguay | Mariana Figueroa

Pronóstico

103 105

José Manuel Barrios Más allá del bien La cabra Atrapafantasmas

109 111 114

Horacio Cavallo Haroldo Íbero Herencia

115 116 118

Federico Eisner Sagüés Plan de emergencia La fea Todo bien

119 120 121

Alex Piperno Fundación de la isla

Sandra Míguez

123

95

Canción para pretiles 147

148


Alejandro Keller 127 128 129

Día ocho Pasada la tormenta Carta llena de amor

Cecilia Lage Y es así Niño sin madre Muchedumbre Estéril

131 132 133

Notas Biográficas

135

149


Me Usa, Brevísima Antología Arbitraria Perú-Uruguay, se imprimió por primera vez sobre papel Bond marfil de 83 gramos. Para su composición se utilizó la familia Adobe Garamond Pro de 14 puntos para los títulos y 11 para el cuerpo. La edición cumplió su tránsito por los talleres de Imprenta Maraví, Jr. Cailloma 224, en Lima, durante los primeros días de mayo de 2012, año del centésimo vigésimo aniversario del natalicio de César Vallejo y del nonagésimo aniversario de la publicación de Trilce.


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