Artículo sobre la incredulidad moderna, feifel, bonhoeffer y barth

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Universidad de Panamá/MEDUCA: CEBG de Tocumen Rev. Profesor Mgtr. R. A. Zapata Sánchez, Año lectivo 2018

La comunicación del Evangelio de Jesucristo en una época de libertades y para una sociedad que se considera emancipada de la necesidad de Dios.

iglesiadebe debeaprovechar aprovecharelel LaLaiglesia momentoactual. actual. momento Unaiglesia iglesiaque queno nodefienda defiendalala Una causajudía judíano notiene tienederecho derechoa a causa confesar. confesar. Noexisten existenlos loshombres hombresbuenos, buenos,nini No existirán. existirán. Rev. Profesor R. A. Zapata Sánchez Universidad de Panamá/MEDUCA: Panamá, Año lectivo 2018.

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Apuntes de Teología: Universidad de Panamá/MEDUCA Rev. Profesor Mgtr. R. A. Zapata Sánchez

¿Por qué se hace tan difícil el tema de la fe en Jesucristo, entre las personas muy bien preparadas, científicos y profesionales, por ejemplo? La mayoría de las veces, el antagonismo o rechazo de esos sectores hacia la fe es evidente y hasta con epítetos de naturaleza peyorativa. Se podría conjeturar que la dificultad a la que se alude guarde relación con el testimonio de vida que dan los que comparten la fe; ¿o, será que el mensaje o contenido de la fe se ha hecho ininteligible para ellos? Tengo la impresión de que esto tiene que ver con esas dos razones. A lo largo de mis estudios teológicos, y de mi propio recorrido como creyente, he llegado a toparme con lecturas muy aleccionadoras sobre esta temática; la cual me gustaría compartir en estas pocas líneas, precisamente, ahora, cuando se acrecientan grupos y movimientos, los cuales, por cuestiones mediáticas, que no vienen al caso comentar, adversan abiertamente el tema de la fe en Jesucristo. Entre esos autores, puedo mencionarles a Erich Feifel 1, Dietrich Bonhoeffer2 y Karl Barth3. Cada uno de estos teólogos, en su momento, trataron el tema de la incredulidad y la fe. En el caso de Feifel, proveniente de la arena católica, lo hizo desde la perspectiva pedagógica, interesado, sobre todo, en hacer despertar al movimiento catequística, el cual se encontraba en un pasivismo alarmante. Por el lado de los teólogos Bonhoeffer y Barth, ambos provenientes del movimiento de urgencia evangélica, llamado “iglesia confesante”, trataron de hacer advertir a sus propias iglesias, en el sentido de alertarlas por la intromisión del intelectualismo del nacionalsocialismo, a lo interno de las iglesias evangélicas alemanas, tanto luteranas como reformadas. Un análisis detallado y profundo de algunas de las obras de estos connotados teólogos nos darán elementos más que suficientes para entender por qué el tema de la fe en Jesucristo se hace tan difícil en nuestros días, y también nos darán pistas de solución a esta problemática. Como creyente, me gustaría que todas las personas con las que me relaciono día a día conocieran la fe que yo conozco: una fe que no está basada en el fanatismo religioso, muy por el contrario, esta 1 Cf. Erich Feifel, El problema pedagógico de la incredulidad (Barcelona, España: Editorial Herder, 1970), 5ss. 2 Cf. Dietrich Bonhoeffer, Resistencia y Sumisión: Cartas y apuntes desde el cautiverio (Salamanca, España: Editorial Sígueme, 2004), 255ss. 3 Cf. Karl Barth, Introducción a la Teología Evangélica (Salamanca, España: Editorial Sígueme, 2006), 119ss.

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fe está basada en la firme convicción de que la muerte y resurrección de Jesucristo nos ha permitido acceso al Padre de los cielos, y al hacerlo le ha dado un significado distinto a la vida. En palabras del apóstol Pablo, consciente de su pronta partida y de su reunión con su Dios, le dijo a su hijo en la fe, Timoteo: “en cuanto a mí, ha llegado la hora del sacrificio y el momento de mi partida es inminente. He peleado el buen combate, he terminado la carrera, he mantenido la fe”4. Nuestro análisis se concentrará, primeramente, en algunos detalles significativos que tratan nuestros autores referentes. Por ejemplo, en el caso de Feifel, interesa tratar con sumo cuidado sus observaciones sobre “las estructuras de la incredulidad moderna”, para luego adentrarnos en “el campo de fuerzas”, figura tomada del electromagnetismo, en que se encuentra la fe cristiana en nuestros días. Sin olvidar, también, sus valiosas observaciones sobre la temática de la “incredulidad de los creyentes”. Relacionado con el doctor Bonhoeffer, atenderemos el contenido de sus cartas, que compartió con su amigo Eberhard Bethge, en sus últimos días, mientras estuvo encarcelado a manos de la guardia personal de la Gestapo, en la Alemania nazi. En esas cartas, nuestro joven autor trata algunos apartados interesantísimos sobre esta temática, y nos aporta elementos aleccionadores sobre la comunicación del evangelio de Jesucristo a una comunidad “mayor de edad”, como solía llamar él a las comunidades eclesiásticas que se consideran ya libre de las ataduras de la religión y la superstición5. Finalmente, para el caso del teólogo Karl Barth, su obra “Introducción a la Teología Evangélica”, nos provee de un excelente repertorio de afirmaciones sobre la incredulidad y la fe, pero desde la perspectiva del que se prepara como futuro teólogo, una carrera que, como señala Barth, en esa obra, está caracterizada por la soledad de sus participantes. En palabras de Barth, “el que se adentra en el tema de la teología, descubre inmediatamente que se halla desterrado de manera permanente e inevitable a una soledad extraña y notoriamente opresora”6. De lo anterior, puedo testimoniar de lo veraz de esa afirmación a lo interno de la confesión evangélica a la que pertenezco, en calidad de ministro en el área académica. 4 2 Timoteo 4:6-7, Versión “Biblia del Peregrino”: América Latina. Texto de Luis Alonso Schökel, Ediciones Mensajero, Bilbao, España, 2013 5 En el caso de Bonhoeffer haremos uso de sus Apuntes de Ética, obra realizada de manera póstuma por su amigo y colega Bethge. En dicha obra se tratan temas directamente vinculados a nuestra temática. Cf. Ética: Dietrich Bonhoeffer (Valladolid: España, Editorial Trotta, 2000), páginas 195ss. 6 Karl Barth, Op. Cit., 134

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A. La fe y la incredulidad moderna Enfrentamos dos vectores, aparentemente de la misma magnitud, pero con un sentido y una dirección totalmente opuestas. No es fácil tratar con estos temas, ya sea que se trate de creyentes o no, aunque parece inverosímil que lo mismo ocurra con los llamados creyentes del evangelio, pues entre ellos mismos se da, no pocas veces, la incredulidad moderna7. En su obra, “El Problema pedagógico de la incredulidad”, el doctor Erich Feifel trata de llamar nuestra atención sobre la situación actual de la moderna incredulidad, en el sentido de poder apreciar que hoy en día se nos presenta una excelente oportunidad de arremeter con la fuerza del evangelio de Jesucristo, pues aquella ya no se manifiesta con el antagonismo y la fuerza de antaño 8. No perdamos de vista que el interés de Feifel está en motivar a sus consiervos a la acción, destacando los cambios de rumbo que la incredulidad moderna ha dado últimamente. Se conoce actualmente los movimientos orientados al rescate de la sociedad y de la preservación del ambiente. Todos esos movimientos, en su seno, se caracterizan por el rescate de los valores que deben caracterizar al ser humano. Precisamente, a eso es lo que se refiere Feifel cuando habla al movimiento catequista de considerar los valores positivos del ateísmo; valores que son pieza fundamental para la presentación del Evangelio de las buenas nuevas. Volviendo al caso del apóstol Pablo, en sus últimas palabras, a su hijo en la fe, llama la atención, de manera poderosa, que recalca que él “ha mantenido la fe”. Pese a las serias dificultades que este hombre de Dios arrastró a lo largo de su vida, incluso anunciadas de antemano por el mismo Jesucristo que lo llamó 9, resulta asombroso que, pese a todo eso, las convicciones iniciales de su conversión a la fe en Jesucristo, como su Señor y Mesías, no disminuyeron. Esa es la fe que yo quiero compartir: una fe arraigada en el servicio a Dios Padre que ha tenido misericordia de 7 Para el doctor Feifel, la expresión “incredulidad de los creyentes”, más que una mera expresión teológica, la misma es inapropiada, por poco precisa, ya que su definición se hace compleja y un poco profunda. 8 Erich Feifel, Óp. Cit., 108 9 Cf. Hechos de los Apóstoles 9:15.

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nosotros al llamarnos, y permitirnos servirle en el Reino de su Hijo amado, Jesús de Nazareth. Para ello, utilizaré las reflexiones que adelantaron estos “pesos pesados” de la fe cristiana, los cuales se atrevieron a realizar un profundo análisis didáctico de esta situación, pues ellos también, al igual de Pablo, creyeron en el Maestro, en el Rabí de Jerusalén, el cual dijo, ante la tumba de uno de sus amigos, ¿no te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?10. B. “Cristianismo semana”11

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Esta es la forma cómo el doctor Feifel trata el tema de la identidad del cristiano con su fe. “Cristiano de domingo” alude a su asistencia a su parroquia, iglesia, para compartir con la feligresía, de manera celosa y entregada a su devoción religiosa. No obstante, la otra expresión “paganismo de entre semana” se interpreta para el mismo cristiano que participa el domingo en su comunidad, pero ahora se enfoca su actividad en el resto de la semana. Puede parecer chocante la utilización de la palabra “paganismo”, pero para nuestro autor es la que mejor ilustra cómo vive, piensa y se comporta el cristiano fuera de la iglesia. Hace muchos años, en los inicios de mi conversión al cristianismo, siendo apenas un joven recién graduado de secundaria, por esas cuestiones prácticas que se aprenden en las iglesias, aprendí que ese tipo de dualidad vivencial, que practican la mayoría de los creyentes, la cual no solo atañe a los católicos, sino también al seno de la comunidad evangélica, se le llama “cristianismo de fachada” o “mera religión”. ¡Cuánto daño le ha hecho a la fe cristiana este tipo de dualidad vivencial! Y el mayor daño se le ha hecho al tema de la comunicación del evangelio. Es a eso que me refería, al inicio de estos Apuntes de Teología, cuando señalaba a ésta cómo una de las razones por las cuales se hace tan difícil comunicar el evangelio, de manera efectiva, entre las clases sociales de élite de nuestro país. Los no creyentes necesitan ver el testimonio de una vida cristiana en todas las facetas y áreas de la vida. El ir a la iglesia es importante, pero la confesión de la fe se hace a cada instante de la vida: en el trabajo, en la vecindad, en 10 Cf. San Juan 11:40. 11 Con esta expresión, el doctor Feifel quiere destacar la doble moral religiosa de los creyentes católicos de su generación, cf. Op. Cit., p. 43.

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los estudios, en cualquier escenario en donde tengamos que hacer algo, aunque ese algo sea, para nosotros, insignificante. No se debe esconder la convicción de nuestra fe, ella debe estar presente en todo lo que hagamos12. Tal como lo señaló el apóstol Pablo en una de sus cartas, cuando dijo: “lo que tengan que hacer háganlo de corazón, como sirviendo al Señor y no a hombres; convencidos de que el Señor los recompensará dándoles la herencia prometida. Es a Cristo a quien sirven”.13 Debe señalarse que el doctor Feifel, si bien es cierto que acuña en préstamo estos términos, no obstante, el prefiere indicar que el cristiano se encuentra en un “estado intermedio entre cristianismo tradicional y descristianización”14; para él esta situación es como un proceso de lento abandono de la fe, hablando del “cambio de orientación desde el Dios vivo hacia sí mismos y hacia su mundo secularizado”15. En ese sentido, la fe ya no constituye para ese creyente su fuerza vital y el motor de su vida. Su cristianismo se reduce a un cristianismo de tipo intelectual. La creencia en los milagros y en lo sobrenatural, cede su paso al acomodo de las vivencias y valores de la incredulidad moderna. C. La naturaleza de la esquizofrenia religiosa Al llegar a este punto, no puedo avanzar en los consejos que aportan las reflexiones del doctor Feifel, sin antes tratar, con sumo cuidado, uno de los aspectos más delicados de estas anotaciones. En el lenguaje de nuestro autor, el cristiano es víctima de una esquizofrenia religiosa, al verse sometido a tal naturaleza de tensiones provocadas por el vaivén de las direcciones extrínsecas, como suele llamarle, a saber:

La dirección religiosa en el campo eclesiástico

La dirección social en el área de la vida pública

En ese orden de afectaciones, según Feifel, el cristiano se mueve, se dirige, hacia la incredulidad de manera inconsciente. Su vida manifiesta la ausencia de Dios en todas las esferas decisivas de su vida, tales como la económica, la social, la política y, por ende, 12 En una monumental obra escrita, la doctora Nancy Pearcey trata este tema bajo el nombre de la “esquizofrenia cristiana”. Esta obra se llama “Verdad Total: Libera el cristianismo de su cautiverio cultural”. Publicada originalmente con el nombre “Total Truth”, por la editorial Crossway Books, en el año 2004 13 Cf. Colosenses 3:23-24. 14 Op. Cit. 15 Op. Cit., p. 42.

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también la espiritual. Al actuar así, el hombre sin Dios lleva adelante su vida, sin percatarse que está practicando un humanismo ateo, el cual, no es otra cosa que una “herejía práctica”. Resulta para mí, muy fuerte esta conclusión, pues nos estamos adentrando en un terreno que difícilmente permite dar vuelta atrás. Las conductas heréticas, por naturaleza, caen en una serie de contradicciones en contra de la fe. Históricamente hablando, los movimientos heréticos de antaño fueron lo más fuerte que tuvo que enfrentar el cristianismo en sus inicios; incluso, se consideran estos movimientos más nocivos, más dañinos, que las mismas persecuciones. No sé por qué, el doctor Feifel utiliza el vocablo herejía para este tipo de situaciones. Entiendo, perfectamente, la naturaleza del proceso que lleva a un creyente a olvidarse de su fe; pero no creo que eso pueda catalogarlo como un practicante de herejía. Las conductas heréticas son antagónicas, son agresivas en cuanto a la fe cristiana. En la conducta de estos cristianos se evidencia la ausencia de dicho comportamiento. No se me ocurre a mí otro vocablo teológico para describir la conducta de esos hermanos en la fe, pero llamarles heréticos, no podría. D. La conversión del teólogo en cristiano y su muerte a manos de la máquina de las SS. Nos hemos detenido, un buen tiempo, para comentar los peligros de la incredulidad moderna, en especial, cuando los creyentes van perdiendo su fe. Las reflexiones del doctor Feifel nos han ayudado a adentrarnos en esa temática, y al tratar de comprenderla, como hemos podido ver, es una temática difícil y compleja. Necesitamos, ahora, realizar un cambio, en la dirección opuesta, para apreciar cómo debe vivirse la fe; sin perder de vista nuestra pregunta rectora: ¿por qué se hace tan difícil que personas ilustradas y educadas conozcan la fe cristiana? Evidentemente, no podemos generalizar, ya que también la historia nos da buenos ejemplos de individuos ricos y muy bien ilustrados que abrazaron la fe cristiana, y que, no solo la confesaron, sino que también dieron su vida por sus convicciones16. 16 Ese será el caso que ahora vamos a tratar con Bonhoeffer, pues su familia perteneció a la alta aristocracia de la sociedad alemana, no solo en aspectos netamente económicos, sino también en aspectos de altísimo nivel cultural entre los Bonhoeffer, pues entre sus miembros se cuentan académicos, científicos y hasta

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¡No estamos hablando de los mártires que narra la historia eclesiástica! Nos estamos refiriendo a personas como el pastor y profesor luterano, Dietrich Bonhoeffer y su respetada familia, los Bonhoeffer. Esta familia, perteneciente a la alta burguesía alemana, enfrentó de manera directa los abusos de la ideología del nacionalsocialismo alemán. Desde el ascenso político del ciudadano Adolf Hitler, los Bonhoeffer lo vieron como la peor aventura política para su natal Alemania. Es verdad que la Alemania de aquél entonces estaba pasando por momentos económicos muy difíciles; sobre todo, con la falta de empleos y con las imposiciones tributarias del Tratado de Versalles, producto de la capitulación alemana, en la llamada Primera Guerra Mundial. Para la familia Bonhoeffer fue error para Alemania, ver en la persona de Adolf Hitler su salvador político y militar; el cual les prometió recobrar su antiguo esplendor, perdido a causa de la derrota en 1919. Comentemos, un poco, sobre los orígenes y preparación del pastor y profesor Dietrich Bonhoeffer. El joven Dietrich, muy pronto en su vida, supo a que dedicarse. Su decisión por la teología, como carrera, sorprendió a todos en la familia, máxime que ésta estaba dirigida por el padre doctor Karl Bonhoeffer, un prestigioso neurocirujano de la Universidad de Berlín. La decisión de su hijo de hacer carrera como teólogo, claro que a él también le sorprendió, pero supo rápidamente encauzar correctamente a su muchacho, para que estudiara con los mejores, pues también entre los ancestros de su hijo, por parte de su madre, figuraban prestigiosas figuras de la teología alemana17. De esa manera, el joven Bonhoeffer inicia sus estudios teológicos, a la edad de 17 años, en la famosa Facultad de Teología de la cuidad de Tubinga; “famosa” por contar con connotados teólogos, muchos de los cuales tuvieron que emigrar a los Estados Unidos y Suiza, cuando el régimen alemán les prohibiría enseñar, predicar y escribir. La vida de este joven teólogo es un buen ejemplo de cómo debe vivirse la fe, pues ésta se hace necesaria y se hace también fuerte en medio de la adversidad. Creer en Jesucristo, no solo es aceptar su muerte y resurrección para recibir la salvación prelados y teólogos. 17 Su bisabuelo, el doctor Karl August von Hase, fue un reconocido teólogo de la Universidad en Jena, en donde se desempeñó como profesor de Historia Eclesiástica y de Dogmática. Autor de una Dogmática del protestantismo evangélico, 1826-1870. También su abuelo materno, Karl Alfred von Hase, fue capellán militar en la época del Kaiser Guillermo II.

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eterna. Creer en el Señor Jesús es creer en la vida, creer en lo que hacemos cada día como cristianos, y como seguidores suyos. Como he señalado anteriormente, la vida y el testimonio de los que creen en el Mesías Jesús de Nazareth es fundamental para que otros también crean. Es ese el ejemplo que nos deja Bonhoeffer en su corta vida, pues el mismo Adolf Hitler ordena que, ante el inminente colapso de su imperio, a manos de los aliados, se le de muerte, el 9 de abril de 1945, una semana antes de que los aliados tomaran la ciudad de Berlín. ¿Qué fue lo que hizo este joven pastor para que lo tengamos como ejemplo de fe en medio de la adversidad, y para que el mismo Führer ordenara darle pronta muerte? ¿Cuáles fueron sus palabras, en medio de tanta angustia y dolor, al ver la destrucción paulatina de su adorada Alemania; y al ver, también, que su apreciada iglesia luterana apoyaba y le daba la bendición al Führer? No vamos a relatar situaciones diversas en la corta vida académica y civil de este joven pastor y teólogo alemán. No es este el propósito de este artículo. En cambio, tomaremos para estas observaciones la experiencia, a manera de testimonio, del amigo personal y colega en el ministerio, tanto académico como pastoral, Eberhard Bethge18. Bethge narra, con suma complacencia, algo muy singular, ocurrido en la vida de su amigo Dietrich. Esta sección la inicie con una expresión usada por Bethge para referirse a su amigo: “la conversión del teólogo en cristiano”. No está de más señalar que, si no lo hemos hecho, Bethge también fue pastor y teólogo, perteneciente a la misma confesión luterana, de la cual los Bonhoeffer también pertenecían. Todo esto se señala para que ubiquemos en contexto la naturaleza del testimonio de su amigo. Lo primero que puede señalarse es que esta expresión hace alusión directa a un cambio de dimensiones colosales ocurrido en la vida espiritual o religiosa del pastor Bonhoeffer. Para Bethge, la llegada de una persona al Evangelio de Jesucristo se hace a través 18 Eberhard Bethge, amigo y colega personal de DB, sostuvo una correspondencia íntima durante todo el encarcelamiento de su amigo, hasta su ejecución el 9 de abril de 1945. Luego de su muerte, Eberhard se convirtió en albacea de la correspondencia de DB, y publicó una de las mejores biografías de su amigo. Además, Bethge se casó con una de las sobrinas de la familia Bonhoeffer.

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de la conversión, como también para la gran mayoría de los que somos creyentes. Es decir, una entrega absoluta a la fe producto del conocimiento de las buenas nuevas en Cristo Jesús. El caso de Bonhoeffer no fue así. Se hizo primero teólogo, al aceptar como carrera universitaria la teología, la cual estudió, como ya se ha dicho, en la Facultad de Teología de Tubinga, y más tarde en la Facultad de Teología de la ciudad de Berlín. Bethge conoció al teólogo muy bien; no al cristiano. El cristiano Bonhoeffer surge a lo largo del camino; el camino de la actividad académica y pastoral. De allí que, Bethge diga: “el teólogo se hace cristiano”. Bonhoeffer se fue compenetrando cada vez más con el contenido de la Palabra, su conocimiento de ella era profundo. Él era conocido entre sus alumnos y feligreses como una persona conocedora e identificada con el mensaje del Cristo crucificado. Para Bethge, este fue el factor determinante en la conversión del joven Bonhoeffer. ¡Qué interesante debió ser todo ese proceso de cambio, y él fue testigo! Para nuestro testigo, la situación espiritual de Bonhoeffer no terminó allí, pues nuestro joven pastor siguió ahora con su vida académica y pastoral, ya no como estudiante o profesor bisoño, sino como un consumado teólogo y pastor de la fe luterana. Sus contactos personales fueron creciendo, a medida que la declarada guerra alemana avanzaba; no solo contactos de ministerio, sino, también, contactos políticos, como embajador de la Iglesia Confesante alemana19, y también como diplomático de la Abwehr alemana20. Precisamente, esta posición como diplomático de la Abwehr, y sus contactos internacionales como representante de la iglesia Confesante, lo vincularon, de manera directa, con el “complot” Valkiria del 20 de julio de 1944 21. Entre las personas vinculadas 19 Este fue un movimiento de oposición a las iglesias luteranas y reformadas, en lo interno de la feligresía ministerial de Alemania. La Iglesia Confesante fue liderizada por el renombrado teólogo Karl Barth. Este movimiento eclesiástico nunca avaló los atropellos de las iglesias hacia los pastores de origen judío, y nunca estuvo de acuerdo en ver a Adolf Hitler como el salvador del pueblo alemán. 20 Inteligencia militar alemana, una especie de FBI o CIA, en el caso norteamericano. Uno de los tíos de Dietrich Bonhoeffer le ofreció un puesto como diplomático en la Abwehr, con la intención de evitar el servicio militar obligatorio. Muchos de los colegas de DB, pastores y académicos, tuvieron que enrolarse en el ejército alemán. 21 Como sabemos, este complot fracasó en su intento de darle muerte a Adolf Hitler. Todos los involucrados en el mismo fueron encontrados, gracias al descubrimiento de unos archivos secretos pertenecientes al almirante Wilhelm Canaris.

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directamente con el mismo, se encontraban personalidades como Ludwig Gehre, Hans Oster, Karl Sack, Theodor Stunck, Hans von Dohnanyi y, por supuesto, Bonhoeffer. Las consecuencias, para los involucrados, fueron nefastas. Retomemos las preguntas que hicimos al inicio de esta sección. ¿Qué fue lo que hizo nuestro joven doctor en teología que le mereciera ser considerado como un ejemplo de fe? ¿Qué testimonio de vida dio en medio de esa situación? Tomando las referencias dadas por otro de sus biógrafos, Ulrich Kabitz22, en relación con su comportamiento en las distintas cárceles alemanas, destacan las referencias dadas por sus compañeros de celda. Entre esos compañeros, se puede mencionar al prisionero Fabian von Schlabrendorff, el cual era primo de su prometida María von Wedemeyer. Este prisionero dio de Bonhoeffer una bonita palabra acerca de su conducta en prisión: “siempre estaba de buen humor, y colmaba de atenciones a todo el que se le acercaba (…). En cuanto a la relación entre nosotros dos, lo más significativo era que siempre rebosaba de esperanza, mientras que yo tenía continuas depresiones. Él no hacía más que infundirnos ánimo y confianza y no se cansaba de repetir que una batalla sólo se pierde cuando los propios combatientes se dan por vencido…”23. Para cualquier persona que no acepte la fe en Jesucristo, le será muy difícil negar que la fuerza de la que Bonhoeffer se inspiraba no puede ser su refinada formación académica, sino, específicamente, su fe cristiana, tal como su amigo Bethge testimoniara al señalar que “el teólogo se hizo cristiano”. Ahora, de pronto, pensemos que este testimonio, dado por su cuñado Fabian von Schlabrendorff, no convence al escéptico. ¿Qué más se puede testimoniar de la fe de este hombre? Tomemos, ahora, otro testimonio de vida y de fe, en la corta, pero significativa, vida de Dietrich Bonhoeffer. Este testimonio le corresponde a un oficial británico, Payne Best, el cual compartió con Bonhoeffer sus últimos días. En la mañana del 9 de abril, muy temprano, se le comunica a Dietrich de su ejecución. Las palabras de despedida a su amigo británico fueron éstas: “esto es el final, pero para mí es el comienzo de la vida”. Un día antes, domingo precisamente, por la referencia de Kabitz, el pastor Bonhoeffer pudo celebrar un culto litúrgico, con todos sus compañeros de celda. 22 Ulrich, Kabitz, Dietrich Bonhoeffer y María von Wedemeyer: Cartas de amor desde la prisión. (Madrid, España: Editorial Trotta, 1998), 227. 23 Ibid.

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Providencialmente, se podría decir que se estaba despidiendo de ellos; pero precisamente, me parece que, sin saberlo, se preparaba él y sus compañeros del complot para la muerte. El testimonio de la fe se guarda, se vive, se proclama en todas las facetas de la vida. Esta no es una fe sólo intelectual, es una fe que se vive en lo profundo del ser. No menospreciemos esto, como si fuera poca cosa. No puede ser poca cosa enfrentar la muerte con tanta hidalguía y entereza. Creer en Jesucristo nos cambia, nos transforma, nos empodera de su fuerza y su valor. ¡No es fácil! ¡No lo es! Esta es la palabra de testimonio de la fe de alguien que no pensó en morir así. No obstante, es un ejemplo para nosotros que creemos, y una llamada de atención a los que menosprecian el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. E. La soledad de aquel que se decide por la Teología Finalmente, luego de presentar brevemente los testimonios de Bonhoeffer y de Feifel, para mostrarnos el camino a la fe en el Señor Crucificado, no toca ahora hablar de “la soledad” del que se decide por creerle a Dios. En este repertorio de aportes y de testimonios sale a escena otro grande de la fe evangélica, el cual ha sido curtido en la arena de la investigación teológica y del combate de la fe, en medio de la misma adversidad que enfrentó su colega y, me atrevería decir, discípulo, Dietrich Bonhoeffer. Me refiero al teólogo reformado, de nacionalidad suiza, Dr. Karl Barth. Me gustaría empezar por señalar que en cierta ocasión el doctor Barth señaló que “los hombres nunca han sido buenos, no son buenos, ni lo serán nunca”. Así de directo era el mensaje que este hombre trasmitía en su época, a través de su cátedra y de sus artículos y libros. Entre todos los temas que Barth trató, a lo largo de su carrera, como teólogo y profesor de la Iglesia Reformada, el tema de “la soledad de aquél que se decide por la Teología como carrera universitaria y pastoral”, me parece a mí que guarda algo de relación con el tema de la incredulidad y la fe, en el sentido de darle un significado teológico-bíblico al rechazo que las personas, altamente capacitadas y preparadas, le hacen al Evangelio de la fe en Jesucristo. Estudiar Teología, en ese entonces, al igual que hoy en día, no goza de una popularidad y de una aceptación económica-social de prestigio. “No son bien vistos los jóvenes de hoy cuando alegremente les dicen a sus padres que quieren hacer 12


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carrera universitaria como teólogos”. Todos los que en su momento nos decidimos por este campo de conocimiento sufrimos “el destierro social y familiar”, por no entender, ni respetar, sus padres y mayores, la enorme seriedad que tiene, para el mundo de hoy, estudiar Biblia y Teología24. En unos textos cortos de Karl Barth, reseñados y referenciados por Eberhard Busch, con propósitos de motivar a la reflexión, se trata el tema de la soledad, desde la óptica de la persona que no le interesa el prójimo, ni le preocupa en lo absoluto. En esa sencilla nota para la reflexión, el doctor Barth afirma lo siguiente: “…si soy inhumano, precisamente por eso soy también ateo…” 25. En ese contexto, se habla de la soledad de toda persona que su conducta y motivación no le lleva al reconocimiento de su semejante como importante. Ese tipo de comportamiento, Barth lo resume así: “… cuando falta el reconocimiento de Dios, no hay entre un ser humano y otro ninguna coexistencia razonable, ninguna auténtica colaboración, ninguna auténtica compasión, ninguna auténtica alegría compartida, ninguna auténtica sociedad”26. Todo lo anterior, se refiere al no reconocimiento del Creador como ser superior y normativo de la sociedad. Estamos hablando entonces de incredulidad, de no creer, de ser auténticamente ateo. No perdamos de vista de la significancia que le aporta el tema de la soledad al reconocimiento o al entendimiento del porqué los más intelectualmente preparados y los más afortunados con sus riquezas, les cuesta creer en Dios. Si lleváramos una libreta de notas para anotar las diversas causas de este fenómeno de la incredulidad, deberíamos empezar por anotar la “insensibilidad de las personas”, en el sentido de mostrar hacia el prójimo no su humanidad, sino, muy por el contrario, su inhumanidad. Esto es fundamental en este análisis, pues muy en el fondo de esta situación, se deja ver algo de “orgullo”, “autosuficiencia”, “arrogancia por la no dependencia de nadie”. ¿Por qué les cuesta creer?, es mi pregunta principal. Algo de esta 24 A manera de anécdota personal puedo testimoniar las ingentes dificultades familiares e institucionales que tuve que sufrir cuando decidí estudiar teología, con una Beca del Gobierno, ganada con puesto distinguido, en el colegio secundario de donde me gradué. Si hubiera tenido los artículos de Barth, en ese tiempo, pienso que me habría ido mucho mejor con mi familia y con la institución rectora de las becas del gobierno. 25 Barth, Karl. “Instantes: Textos escogidos para la reflexión” (Santander, España: Editorial Sal Terrae, 2005), 67 26 Ibid.

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difícil maraña se está dejando ver, o se nos permite ver, con estas sencillas reflexiones del doctor Barth. No debemos olvidar que el contexto en que se pronunciaron esas palabras fue la Alemania de la insensibilidad hacia los judíos, los discapacitados, los gitanos, y todo aquel que mostraba físicamente alguna imperfección o incompetencia. Barth fue testigo de la insensibilidad del ciudadano alemán hacia sus paisanos alemanes de origen judío. Fue testigo de cómo las dos grandes confesiones evangélicas alemanas, la luterana y la reformada, daban cabida a la famosa clausula aria, para expulsar del ministerio, es decir, del servicio activo como pastor, a todo ministro o académico de sangre judía. Fue testigo de cómo los mismo pastores y ministros alemanes le daban “el sí” a esa nefasta clausula aria. Sin lugar a duda, las reflexiones teológicas de Feifel, Bonhoeffer y Barth nos muestran lo complejo que es el tema de la fe entre los creyentes, lo cual he querido, en este artículo, aplicarlo a mis inquietudes sobre lo difícil qué es creer entre nuestros colegas y amigos, muy bien ilustrados y preparados en su campo de especialización científica o académica. Sería bueno, para mí, no olvidar las palabras dadas por el Señor Jesús a sus apóstoles, cuando le recomendaba a una persona que dejara todo y le siguiera27. En esa ocasión el Maestro dijo: “Les digo la verdad: será difícil que un rico entre al reino de Dios”28. La verdad de las cosas, si el Señor hizo la observación, pareciera “superfluo” nuestro análisis. Sin embargo, no olvidemos que muchas personas acomodadas de la época del Señor Jesús también creyeron. ¡No podemos generalizar! Esas personas, al igual que nosotros, necesitan el Evangelio de las Buenas Nuevas de salvación en Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador.

27 Es el caso del joven rico, el cual le pregunto qué debía hacer para tener la vida eterna, pese a ser un hombre que ha cumplido con todos los mandamientos, ver Lucas 18:18-30; Marcos 10:17-31; y Mateo 19:1630 28 Mateo 19:23, Versión “La Palabra de Dios para Todos”.

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