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El cine es poesía My Blueberry nights

Elizabeth: So what’s wrong with the Blueberry Pie? Jeremy: There’s nothing wrong with the Blueberry Pie, just people make other choices. You can’t blame the Blueberry Pie, it’s just... no one wants it. Elizabeth: Wait! I want a piece.

Por Libertad Pineda

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El amor, ese sentimiento que nos acompañará hasta el fin de los tiempos, siempre encuentra caminos diferentes de contarse. El reconocido y laureado director Wong Kar-wai, nos trajo una historia, donde el amor y el desamor, son protagonistas que cuentan sus historias, a través de los ojos de varios corazones rotos.

Las primeras imágenes de esta cinta son los créditos en un

fondo de pay de moras azules y una cucharada de helado de vainilla que se derrite sobre éstos, el color que acompaña a las imágenes, parecen sobreponerse el uno al otro, así como las emociones. El helado y el jugo de las moras se van mezclando de manera extraña, nada apetecible, una metáfora. Este recurso es una característica del director, donde a través de la iluminación, filtros y objetos se construye una imagen, a veces con resultados vaporosos o simplemente un conjunto de imágenes vagas, que terminan por estimular la imaginación.

En otras escenas, nos asomamos desde diferentes ángulos

hacia la vida de los personajes, a veces, nos sentamos junto a ellos y vemos, de primera mano, sus dolores o tragedias. Esa es la capacidad de las películas de este realizador, nos coloca directo en la trama, de manera sútil, jamás con el calor de la emoción, pero siempre con sutileza navegamos entre angustia, amor, desazón o sentimos pena por el que trata de ahogar sus recuerdos en el alcohol. La tragedia y el dolor, presentes en su narrativa, se perciben diferente, sin esa crudeza que hiere de tajo, aunque si lastima y siempre mueve las fibras más íntimas del espectador.

Leslie: Sometimes your rhythm’s off, you read the person right but still do the wrong thing.

Elizabeth: Because you trust

them? Leslie: Because you can’t even trust yourself.

En este largometraje el espectador acompaña a los personajes en su camino de curarse el corazón roto, la víctima que tiene que sanar las heridas infringidas por el ausente sujeto amado. Cada personaje, que trabaja desde el otro lado de la barra de la cafetería o el bar lo ve todo, a la vez que trata de aliviar las propias heridas. Las caras de los comensales o los que ordenan sólo un trago cuentan sus pesares o sus deseos a aquel que quiera sentarse y escuchar. Así, Elizabeth se va enterando de las llaves olvidadas en una cafetería en Nueva York, o de que nadie ordena nunca un trozo de pastel de moras. Jeremy cuenta sus sueños y sus desventuras, así como fue que terminó con una cafetería en esa esquina.

Jeremy se enamora y espera pacientemente el final de la travesía, no es un viaje del estilo de Odiseo, pero es un viaje de búsqueda y retorno. Cualquiera puede ser Odiseo, ese alguien que tiene que darse cuenta que hay algo al final del viaje, o que siempre estuvo ahí, pero no se tenía la capacidad de ver. Elizabeth y todos tienen que crecer y hacer las paces con el mundo y consigo mismo. Otros como Leslie deben aprender a confiar, incluso si les han defraudado antes. Seres rotos que se van reconstruyendo. El hongkonés se ha caracterizado por los relatos íntimos, plagados de imágenes vívidas que acentúan los sentimientos, haciendo hincapié en la nostalgia que nos lleva de la mano a través de la no tan sutil composición, pero siempre poética de sus imágenes. La sensualidad mostrada en la pantalla también se apoya en el trabajo de los actores. Es a través de ellos que el director nos habla del ser humano y sus desventuras; los personajes que se cruzan en el camino por unas horas, sin saber que aprenderán el uno del otro, situaciones que no han asimilado antes. La música acompaña ese blues visual de manera muy occidental y se empareja de forma gentil a lo que se está narrando. Para haber sido el primer trabajo totalmente en occidente hollywoodense, el director no dejó insatisfecha a la crítica. Y, si bien no ha sido el trabajo favorito de muchos, satisface de manera placentera al público.

Hace varios años vi esta cinta. En aquel tiempo me quedé en el desamor de los personajes y la nostalgia de su pasado. Sin embargo, en esta ocasión, veo con mayor claridad los procesos a los que se enfrentaron para llegar a donde lo hicieron. Los personajes evolucionaron diferente a como lo recordaba, cambiaron, crecieron y siguieron. Es una maravilla reencontrarse con películas que se han visto hace mucho tiempo y que significaron algo, pero a las que hoy se puede dar una nueva lectura y descubrir otras capas que las componen. El cine siempre provoca y destaca emociones.

FICHA TÉCNICA Dirección: Wong Kar-wai Guion: Wong Kar-wai, Lawrence Block Música: Ry Cooder Fotografía: Darius Khondji Protagonistas: Norah Jones, Jude Law, David Strathairn, Rachel Weisz, Natalie Portman Año: 2007 País: Hong Kong, China, Francia Duración: 90 min

un lugar, un año, un modo de vida

Por @AMAURY1984

Todo aquel que toma el tren a 2046 lo hace por la misma razón. Quiere recuperar sus recuerdos perdidos. Porque en 2046 nada cambia nunca. Lo cierto es que nadie sabe si es verdad o no, porque nadie nunca ha regresado.

Un prolífico escritor de novela pícara ha tenido gran éxito en Singapur. Su leal legión de fanáticos espera una historia cachonda cada semana. El fruto de dicha labor se le va en su afición por las apuestas. Ahí conoce a “La Viuda Negra” una jugadora que nunca pierde. La pasión entre ellos es notoria, pero para ella los asuntos del amor murieron hace mucho, para él, viven en ella. Su frenesí por el póker lo ha hecho más que perder dinero y se enfrenta a una crisis de creatividad que lo lleva a regresar a su natal Hong Kong. No pretende hacerlo solo. Intenta convencer a la dueña de su corazón de ir con él. Pero su pasado pesa más y encuentra la mejor forma que tiene para rechazar al ilusionado Chow Mo-Wan.

2046 es una película dedicada al desamor. Podría decirse que es la única en un mar de ilusionados personajes que anhelan encontrar a su media naranja. Chow Mo-Wan interpretado OBVIAMENTE por Tony Leung Chiu-Wai, pierde toda esperanza en el amor tras su salida de Singapur. Al llegar a Hong Kong se vuelve un cínico “Playboy” que explota a más no poder su talento para la historia erótica corta, situación que lo pone en una cómoda posición económica; lo suficientemente laxa como para financiar sexo y alcohol al por mayor.

Podemos entender su conducta como la tradicional espiral auto destructiva a la que se encamina junto con su colega de juergas y sus acompañantes femeninas, que suelen cambiar muy a menudo.

Chow Mo-Wan decide rentar un cuarto de hotel, ya que su vida no contará con puerto fijo. De la habitación 2046 sale una hermosa mujer que desaparece tan rápido como llegó. Así que decide pedirle al hotelero la misma habitación o en su caso la 2047.

Entre antro y antro queda perdidamente enganchado de una “acompañante” de nombre Lulu que lo batea de inmediato. Esto sólo incrementa su deseo por

dejar las relaciones en el pasado. Con tarifa, los sentimientos no son lastimados y los vínculos inexistentes.

Un buen día la bella mujer del cuarto 2046 regresa al Hotel de la familia Wang. Otra acompañante; ella responde al nombre de Bai Ling. Chow Mo-Wan empieza la labor de coquetería y Bai Ling decide darle entrada. Comparten momentos muy agradables hasta que terminan en la cama. Minutos después las esperanzas de Bai Ling en una relación formal con alguien son destro-

zadas por un billete Chow MoWan le extiende.

De manera paralela a la vida de Chow Mo-Wan, nos presenta la historia de la familia Wang, narrada por su protagonista: el señor Wang vive sólo con sus dos hijas Jing-Wen y Jie-Wen. El hotel suele ser muy tranquilo salvo cuando el señor Wang escucha a todo volumen su ópera favorita, que resulta ser la cortina perfecta para evitar que los pleitos con su hija mayor salgan a la luz. Y dichas confrontaciones son debido al novio de Jing, que por mejor partido que pueda ser, es japonés. Jing y su huésped del 2047 empiezan a hacer amistad; entre los dos nace un interés mutuo puesto que ambos son escritores. Dentro de sus largas conversaciones sobre cómo evitar que el señor Wang se interponga entre ella y Tak nace la idea de una novela. 2046, la novela que Chow MoWan no quiere escribir, nace como su escape al desamor. Por una parte, funciona como catarsis para su amiga Jing, por el otro funge como anclaje a sus amores pasados. Y es este elemento literario el que da desenlace a la obra de Wong Kar-Wai. Insisto en que es su primer trabajo sobre el desamor dado que en películas como Fallen Angels o Happy Together el o los protagonistas se enamoran de alguien más o por lo menos ven futuro en otras caras. En 2046 su personaje no aspira a encontrar a su alma gemela en alguna nueva cara. Chow Mo-Wan vive encadenado al rechazo de la viuda negra, quien a su vez vive encadenada a su pasado, al que no planea arrastrar a nadie más.

FICHA TÉCNICA Título: 2046 Escribe, dirige y produce: KarWai Wong Fotografía: Christopher Doyle y Pun-Leung Kwan. Musicaliza: Shigeru Umebayashi Edita: William Chang Protagoniza: Tony Leung ChiuWai, Faye Wong, Takuya Kimura, Gong Li, Ziyi Zhang, Carina Lau y más.

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