Revista Un Caño - Número 53 - Noviembre 2012

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ción pública”, continúa el licenciado Flores, que además cuenta las experiencias de otros dos presos que también formaron parte del primer grupo Fénix: “Chicha Rodríguez estaba jugando en Beromama y Canavari entró a trabajar en Control Urbano de La Plata”. Poco y nada sabe en la actualidad Villarreal del famoso Vatayón Militante, la agrupación política creada a fines de 2011 con objetivos de defender los derechos de los presos. Dice que algo escuchó en la televisión, pero no demasiado. Igual habla y entiende que la reinserción social de los presos es fundamental. “No me gusta generalizar, pero en mi caso fue clave. Hoy agradezco al rugby y a toda la gente que me ayudó porque llevo una vida que hace un tiempo no me imaginaba ni ahí”, resalta.

PASADO PESADO

mismo les pasó a mis compañeros. Había algunos que llevaban más tiempo sin salir”. Después de tres años, Fénix sigue su curso, con partidos amistosos en diversos escenarios de la provincia de Buenos Aires, charlas por todo el país y un video de difusión en la página oficial de la Internacional Rugby Board. “Nos juntamos a entrenar todos los martes y jueves. Es verdad que disminuyeron las salidas, pero ya hay doce unidades penales con grupos de trabajo. Lo que tratamos de hacer es inculcarles a los presos los valores del rugby, su conducta y una visión diferente para que tengan herramientas para salir de su situación”, relata Sergio Flores, licenciado en informática, quien desde hace varios años da clases en el Servicio Penitenciario. “Ezequiel salió con la idea de recuperar a su familia y hacer deporte. Hizo las dos cosas. Ahora está trabajando y se inscribió en un listado para trabajar en la administra48 UN CAÑO NOVIEMBRE 2012

–Antes de Fénix, ¿habías jugado al rugby? –No, ni ahí. Con suerte alguna vez había mirado un partido de Los Pumas. Pero jugar, no. –¿Qué pensabas del rugby? –Que era un deporte para una clase social alta. Y tenía miedo de cómo podía reaccionar. –¿Por qué? – Porque no sabía qué pasaba cuando alguien me golpeara con un tackle o cómo iba a reaccionar el tipo al que yo tackleara. ¿Sabés qué pasa? Soy muy calentón. Siempre me costó controlarme. –¿Y? –No tuve problemas. Desde que empecé, el rugby me cambió la mente. Villarreal nació en Ensenada y se crió en Villa Catella. La vida lo llevó por un camino equivocado. “En la calle no tenía límites. Esto me frenó”, recuerda. Lo siguiente es previsible: un robo, una detención y una dolorosa condena. Al principio, todo fue oscuridad y dolor. Hasta que apareció el rugby. A mediados del año pasado quedó en libertad y el primer llamado que recibió fue el de Berisso Rugby, un proyecto que con el tiempo se hizo realidad. Pancho Fortuna y Martín Sgrudis, los entrenadores, lo llamaron. Y no lo dudó: se subió al micro.


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