Revista Un Caño - Número 39 - Agosto 2011

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Gran encuesta nacional II Un Caño vuelve a la carga con otra consulta nacional y popular. La primera la hicimos en noviembre de 2009. Y como el clima viene caldeado, vamos a recurrir a lo mejor que tenemos: nuestros lectores. Vamos a los bifes sin más preámbulos: 1. ¿Te gusta como están organizados los torneos en la Argentina? 1.Sí 2.No 2. ¿Preferís un torneo largo por año o dos cortos? 1. Largo 2. Corto

staff SEGUNDA ÉPOCA (AÑO 5) NÚMERO 39 CONSEJO DE DIRECCIÓN Alejandro Caravario Christian Colonna Pablo Cheb Terrab Mariano Hamilton Pablo Llonto Matías Martin Fabián Mauri Víctor Hugo Morales Ariel Senosiain Pablo De Biase Sebastián Domenech SECRETARIO DE REDACCIÓN Pablo Llonto

3. ¿Preferís descensos por promedios o puntaje anual? 1. Promedio 2. Anual

DIRECCIÓN DE ARTE Alicia Sliwkin

4. ¿Cuántos descensos debería haber? 1. Dos 2. Tres 3. Cuatro 4. Cinco 5. Seis 6. Siete 7. Ocho

RETOQUE DIGITAL Anahi Morales

EDITOR DE FOTOGRAFÍA Fabián Mauri

CORRECCIÓN Alejandro Lingenti

5. ¿Querés que haya Promociones? 1. No 2. Sí (dos, tres o cuatro) 6. ¿Te gusta la propuesta de Un Caño para un Torneo Federal? 1. Sí 2. No 7. Si respondiste negativamente la pregunta 6, enviá una propuesta de torneo lo más sintética posible (no más de 1.000 caracteres). Todas las respuestas las recibiremos en correodelectores@revistauncanio.com.ar y en www.facebook.com/revistauncanio. Te pedimos que en el asunto del mail pongas GRAN ENCUESTA NACIONAL II, así podemos dirigir mejor los correos que se ocupen de este tema. Por otra parte, y ya que estamos, pedimos a los lectores que escriban cartas más cortas, porque la extensión de las mismas les quita espacio a otros. Caso contrario, nos veremos obligados a cortarlas nosotros mismos, y no queremos que eso ocurra. Un Caño

COLABORAN EN ESTE NÚMERO Diego Bonadeo, Arturo Bulian, Damián Cáceres, Gabriel Casas, Matías Castañeda, Pablo Cavallero, Damián Didonato, Alejandro Fabbri, Maxi Failla, Ezequiel Fernández Moores, Edgardo Imas, Román Iucht, Alejandro Kirchuk, Gustavo Lombardi, Fernando Pacini, Mariano Potel, Juan Ignacio Provéndola, Gustavo Veiga, Leandro Vila, Alejandro Wall, Osvaldo Alfredo Wehbe, Photogamma.com DEPARTAMENTO COMERCIAL info@sentidos.com - 5983.2700 www.revistauncaño.com.ar www.facebook.com/revistauncanio correodelectores@revistauncanio.com.ar IMPRESIÓN Kollor Press S.A. Uruguay 124 -Bs.As-4116-3598/3599/3601. DISTRIBUCIÓN EN CAP.FED Y GRAN BS.AS Sanabria S.R.L. Baigorri 103. Capital Federal. 4304-3510. DISTRIBUCIÓN EN INTERIOR Bertran SAC. Velez Sarsfield 1950. Capital Federal. Esta publicación es propiedad de EAMP S.A, Uruguay 1037 7º Piso. Prohibida su reproducción parcial o total. Registro de la propiedad intelectual, en trámite.

ILUSTRACIÓN DE TAPA Sebastián Domenech

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Barrileta cósmica

La mejor jugadora del mundo es brasileña. Marta Vieira Da Silva deslumbra con su fútbol y, pese a que su país no logró el Mundial femenino, hace muchos años que se habla de ella, no sólo por el asombro que genera en una cancha, sino también porque la señorita ha dicho lo suyo. Por MARIANO POTEL

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omo la poca originalidad a la hora de poner apodos no parece ser patrimonio exclusivo del periodismo deportivo argentino, apenas deslumbró con la camiseta número diez verdeamarelha fue catalogada como “la Pelé con faldas”. O Rei, con el sarcasmo disimulado en su corrección política, aprobó el apodo, aunque puso una distancia: “la diferencia es que ella tiene las piernas más bonitas”, afirmó. Sin embargo, más allá de la similitud en relación con los orígenes o de las características propias del juego, la historia de Marta Vieira Da Silva es bien distinta. Si Pelé es el arquetipo de aquellos que llegan a lo más alto y no sólo reniegan de su pasado, sino que además disfrutan de las mieles del poder, nuestra protagonista definitivamente va por otros carriles. “Yo tuve la oportunidad de alcanzar el éxito en la vida, pero pienso constantemente en los que no la tuvieron. Todos tenemos que ayudar a erradicar la pobreza”, sostiene la brasileña, quien cosecha un récord de cinco premios consecutivos de la FIFA a la mejor jugadora del mundo (el mismo que obtuvo Lionel Messi el año pasado). Cada vez que puede, Marta regresa a Dois Riachos, el minúsculo pueblo del pobre nordeste que la vio nacer hace veinticinco febreros. Como la gran mayoría de los cracks de su país, encontró en el fútbol un escape de un entorno que sólo le ofrecía miseria y hambre, y se abrazó a la utopía de emular a sus ídolos, Rivaldo y Ronaldo. Con el agravante, claro está, de su condición de mujer en una sociedad atravesada por el machismo y una organización patriarcal. Un país en el cual, por ejemplo, durante casi cuarenta años rigió un nefasto decreto –el 3.199– que planteaba las “incompatibilidades con las condiciones femeninas” de numerosos deportes, de los cuales prohibía su práctica (entre ellos, el fútbol). Para graficarlo mejor: Marta debió soportar que la nombren como “mujer macho”, que su hermano la golpee cuando se enteró de que jugaba al fútbol con varones y que, ya en un partido femenino, sus rivales le

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solicitaran quitarse la ropa para ver si efectivamente era mujer, según cuenta su biógrafo, el argentino Diego Graciano. A pesar de ser transferida a Europa con tan sólo 18 años, de cosechar dos medallas de plata en Juegos Olímpicos o de ser la única mujer que figura en el Salón de la Fama del Maracaná, Marta no se mareó y usufructuó su popularidad: apoyada en sus vivencias y en su nuevo rol de estrella, se convirtió en una activa militante de varias causas feministas y en una crítica del papel que tienen las mujeres en la sociedad. Ya en 2007 participó junto con Ronaldo y Zidane en el “Partido contra la pobreza”, y el año pasado fue nombrada embajadora del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). En aquella oportunidad, dijo: “estoy orgullosa de comprometerme personalmente para hacer que la vida de la gente sea diferente. Tenemos en mente trabajar en favor de las personas carentes en el mundo entero, y también por las adolescentes y las mujeres que afrontan cada día dificultades para sobresalir en el mundo de los negocios, de los deportes e incluso en la vida privada”. Hace pocos días también aprovechó los micrófonos que estaban cubriendo la Copa del Mundo femenina y advirtió que “la fortaleza, la sabiduría y la determinación de las mujeres siguen siendo el recurso más grande de la humanidad todavía sin explotar”. ¿Más? “Sólo si contamos con la participación plena e igualitaria de las mujeres en la vida pública y privada podremos tener la esperanza de romper los círculos de pobreza”. En la Copa del Mundo, si bien Marta fue Botín de Plata (convirtió cuatro tantos), Brasil quedó eliminado en cuartos de final, y su estigma de no poder ganar un Mundial femenino sigue vigente. En otros terrenos, la versión mujer de Pelé gana por goleada.



Le pone el pecho

Izabella Lukomska-Pyzalska tiene un nombre difícil y una historia sencilla: fue, en su juventud temprana, una modelo que posó desnuda para la revista Playboy. Hoy es la presidenta de un club de fútbol, el Warta Poznan, que lucha en la Segunda División de Polonia para recuperar su gloria. Por PABLO CHEB TERRAB

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zabella Lukomska-Pyzalska era una modelo tan bella y tan erótica como cualquiera de esas muchachas que se desnudan para las revistas. Quizás, incluso, más bella y más erótica. Nació en Polonia, creció rubia e hincha de un club gracias a su padre futbolero: el Warta Poznan, un equipo que –cuando Izabella era niña– jugaba partidos de Primera que ella presenciaba desde la tribuna. Durante su carrera, exhibió sus atributos sin ropa en un par de publicaciones: Playboy y CKM. Fue Playmate del año en 2001 y se hizo relativamente famosa. Sus fotos no escasean en Internet. Pero el modelaje, igual que el deporte, es una profesión que entrega pocos años de satisfacciones. Ella se retiró joven, a los 28, y comenzó a trabajar para una empresa de construcción. Cuando tocó los 33, al ver a su equipo hundido en el antepenúltimo puesto de la Segunda División, tomó una decisión drástica: asumir el mando del club como presidenta. “Quiero que brillemos una vez más. Creo firmemente que el equipo puede jugar bien, impresionar a los hinchas y atraer más gente a los estadios”, fueron las primeras palabras en el cargo de esta mujer que no se amedrenta en un mundo de hombres. “Entiendo el entorno, y no es un problema para mí. Al contrario, es mi pan de cada día. Dejé el modelaje hace cinco años y desde entonces me dediqué al desarrollo inmobiliario: ése tampoco parecía el mundo para una mujer. Durante ese lustro crecimos y nos convertimos en una de las firmas líderes en nuestro rubro dentro

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de la ciudad. Creo que puedo lograr lo mismo con el fútbol”, aseguró en su primera conferencia de prensa. Evidentemente, no le falta confianza. Ella sabe bien que el Warta es uno de los clubes más viejos de su país. El año que viene cumplirá un siglo. Su apogeo, sin embargo, fue las décadas del ’20 y del ’30, cuando consiguió su primer título y peleó consistentemente por los primeros puestos de la Ekstraklasa, la división de privilegio del fútbol polaco. En toda su historia, el club consiguió dos campeonatos (en 1929 y 1947), cinco subcampeonatos y siete terceros puestos. Incluso, como para agregar cierto orgullo local a la leyenda, se sabe que durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la Alemania nazi prohibió toda actividad deportiva en Polonia, el Warta siguió jugando en una liga secreta de Poznan. La situación actual, sin embargo, no es para nada alentadora: no figura en la máxima categoría desde 1995, cuando abandonó la Ekstraklasa por última vez tras dos temporadas. Para revertir la situación, Lukomska propuso “orden y disciplina”, fiel al modelo de mano rígida que había impuesto en el ámbito privado. Sin extranjeros en el plantel, esta mujer que también actuó en una telenovela de su país llamada ¿A qué le temen los hombres? ya logró que el equipo alcanzara la octava posición en Segunda. “Es un comienzo”, dijo a los medios de su país. Sí, un buen comienzo contra todo prejuicio para un equipo del mundo –uno más– que quiere recuperar sus tiempos de gloria.



LA AFA EN CRISIS

¿Federales o unitarios?

La propuesta de cambiar los campeonatos generó una polémica que se transfirió del campo deportivo al político sin escalas. Medios afines al Gobierno y otros opositores transformaron la discusión en un River-Boca sin matices, en donde sólo vale ganar el debate. En el medio, hay otras posturas que pueden ser analizadas. De eso se trata esta nota. Por MARIANO HAMILTON Fotos PHOTOGAMMA.COM

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ocas veces el correo de lectores fue tan oportuno como en esta ocasión. Estaba presto a escribir la nota referida a la probable fusión de los torneos de Primera con la B Nacional y buscaba un hilo conductor, un disparador para comenzar a desarrollar algunas ideas. Antes de hacerlo, abrí el mail de Un Caño y había llegado un correo tardío, que ya no podía ser publicado en esta edición porque las páginas dedicadas a tal efecto ya estaban cerradas. El mail era de Sebastián Alfaro, quien debe rondar los 40 años, según el DNI que hizo constar en el correo. Sebastián dice: “A veces pienso que la dirigencia de AFA intenta proyectos e ideas que buscan provocar al hincha. ¡Y vaya que lo consiguen! Basta mencionar que este año debimos ser testigos de una frase del titular de la Asociación (confirmada por el presidente de Belgrano) según la cual el Pirata cordobés ‘debía quedarse tranquilo para la final con River’, tal como si se sugiriera que la venia dirigencial era fundamental para pelear de igual a igual el ascenso. A renglón seguido, también debimos vivir como involuntarios testigos la payasada de la contratación y el veloz despido del Checho Batista en apenas un par de meses de vínculo (que muestran el poco respeto por las glorias nacionales). Bueno, ahora se redobla la

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apuesta, al sugerir el fin del torneo de Primera División y una mezcla de todos sus equipos con los de la B Nacional y algunos otros, desvirtuando la importancia que tiene para el mundo fútbol estar en la máxima categoría y tachando de un plumazo el esfuerzo de los clubes por mantenerse. ¿Cuál es la finalidad de la insólita propuesta? ¿Rescatar a grandes y medianos que no podrán ascender por las buenas? ¿Impedir el descenso de algunos de los otros grandes que sufrirán el fin de la temporada 2011/12? ¿Federalizar una Primera División para pegarse al proyecto de Vila? ¿Quitar a TyC Sports la transmisión del Nacional B? ¿Quién lo sabrá? Sepan que, algunos al menos, pensamos...”. Estamos de acuerdo con algunas de las cosas que plantea Sebastián y en desacuerdo con otras. Cada uno expone su punto de vista. Y todos son respetables. Efectivamente, este año debimos ser testigos de varios pasos de baile fallidos del presidente vitalicio de la AFA, Julio

Humberto Grondona, quien demuestra cada día que pasa que su ya famosa cintura política se ha ensanchado lo suficiente como para no poder seguir gambeteando los errores que comete. El ya famoso “todo pasa” quedó archivado, y hoy cada uno de los errores que comete engrosa una larga lista que ya lleva décadas nutriéndose. La mítica tapa de Un Caño anunciando el final del reinado Grondona (The End, en septiembre de 2011) para octubre de este año pocas veces estuvo tan cerca de concretarse. A Grondona, al ahora bautizado Caudillo Federal, le quedan pocos meses al frente del futbol grande. Se irá en octubre si los dirigentes se animan por primera vez a levantar la mano en su contra y a refundar el ya golpeadísimo fútbol argentino, o lo hará pocos meses después, ya que el veterano dirigente buscará una salida elegante luego de ser elegido y de conseguir cerrar varios temas que andan por ahí dando vueltas. Esta última postura


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la planteó sin medias tintas el propio Grondona en una muy buena entrevista que le realizó Enrique Sacco por ESPN Radio Rivadavia. En definitiva, Grondona dejará de ser el presidente de AFA cuando alumbremos 2012, sea por decisión propia o porque los hasta ahora dóciles dirigentes se ocupen de desplazarlo dentro de dos meses y medio. Para avalar esto último, digamos que hay varios directivos que, por lo bajo, están haciendo lobby para cerrar filas y llevar a un candidato que pueda derrotar a Grondona el 18 de octubre, día en que se realizará la Asamblea para elegir a las autoridades de AFA por cuatro años. El hombre elegido para llevar al sillón de Grondona es… Nos vamos a reservar el nombre hasta la próxima edición de Un Caño, ya que hace falta chequear con alguna fuente más lo que ya varios dirigentes nos comentaron en voz muy pero muy baja. Dicho esto, trataremos de seguir el hilo de pensamiento planteado por el lector Sebastián Alfaro.

Planteos certeros Lo que cuenta Sebastián sobre las “garantías” que le dieron a Belgrano para jugar la Promoción es estrictamente cierto. Semejante noticia pasó inadvertida para los grandes medios. El solo hecho que haya pasado, ya es un disparate que sólo pudo ser disimulado por el ruido que hizo el descenso de River. El despido de Batista, la contratación de Sabella y el desplazamiento de Bilardo y Humbertito Grondona no es más que otro despropósito generado desde la cúpula de la AFA en el manejo de las Selecciones nacionales. Desde Marcelo Bielsa para acá, cada uno de los mensajes que se dieron fueron contradictorios. Y así son los resultados. Ya son dieciocho los años sin ganar un título internacional a nivel Selección Mayor. Y oportunidades no faltaron. La última Copa América fue otro eslabón más de una cadena de fracasos que no serían criticables si, pese a todo,

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fueran acompañados por una política clara y concreta de desarrollo de los Juveniles, algo que por otra parte también fue destruido desde la salida de Pekerman y Tocalli. Desde Alemania 2006 hasta aquí fueron pasando en el puesto de DT José Pekerman, Alfio Basile, Diego Maradona y Sergio Batista. Hoy le toca a Alejandro Sabella, quien será otra víctima más si no se elabora un plan para la Selección. No hablamos de proyecto integral, porque todos sabemos que es impracticable. Pero al menos hay que tener una idea, un concepto, una planificación de trabajo con los jugadores del exterior, del fútbol local y con los juveniles. Pensar en otra cosa es vender cartón pintado, y ya nadie se come el verso. Otra pregunta queda flotando en el aire cuando se habla de la Selección: se ha escuchado decir una y mil veces que gracias a que Grondona es vicepresidente de la FIFA, el fútbol argentino tiene un lugar de privilegio en el concierto internacional. ¿Alguien puede responder qué trato diferencial tuvo el fútbol argentino por esa vicepresidencia de Grondona en la FIFA? Además de Grondona, ¿quién más se benefició? Se pueden dar algunos nombres, como el del ex presidente y destructor de River, José María Aguilar, pero seguro que el deporte nacional no recibió nada favorable a cambio de ese maravilloso cargo que ostenta Grondona.

El tema del campeonato Aquí empiezan algunos puntos de desacuerdo con el amigo Sebastián. Contrariamente a lo que opina nuestro reputado lector, quien firma esta co-

lumna ve con cariño la reformulación de los torneos. No todos en la revista están de acuerdo con este punto, por supuesto. Muchos dicen que hay que dejar las cosas como están, otros respaldan la reformulación de los campeonatos pero sin la unificación de la B Nacional y la Primera División, y el resto hace diversas propuestas en línea con lo que se está discutiendo ahora. Digamos, para sumar más gente al debate, que los lectores de Un Caño, en diciembre de 2009, participaron en una encuesta realizada por la revista. Y de aquellas preguntas surgieron datos más que interesantes. Recordamos las preguntas y las respuestas que recibimos de los lectores. 1) ¿Te gusta como están organizados los torneos? SI: 13,58 %. NO: 86,42 %. 2) ¿Preferís un solo torneo largo? SI: 78,57%. NO: 21,43%. 3) ¿Elegís el sistema de descensos por promedios? SI: 4,29%. NO: 95,71% 4) ¿Te parecería mejor que los descensos fueran por puntaje anual? SI: 95,71%. NO: 4,29% 5) ¿Respaldás el actual sistema de descensos con dos directos y dos a la Promoción? SI: 59,28%. NO: 40,72%. 6) ¿Cuántos descensos te gustaría que hubiera? NINGUNO: 0%. UNO: 0%, DOS: 59,28%, TRES: 29,28%. CUATRO: 11,44%. 7) ¿Cuántas Promociones te gustaría que hubiera?

Un año de transición es poco precio si efectivamente se consigue instalar un torneo más justo, interesante y federal.


NINGUNA: 16,14%. UNA: 18,14%. DOS: 59,28%. TRES: 5,71%. CUATRO: 0,73%. También preguntábamos si les gustaría que se hiciera una Copa Argentina a la europea y el 91,42% de los lectores que opinó estuvo a favor. Convengamos que la Copa Argentina 2011/2012 ya se está jugando y esperamos que haya llegado para quedarse. Aquella encuesta dejó perfectamente claro que los hinchas argentinos estaban hartos del actual sistema de campeonatos y que querían cambiar. Pero, ¿era este Torneo Federal con 36, 38 o 40 equipos lo que estaban pidiendo? Para saber qué opinan, reeditaremos aquella encuesta para el próximo número y le agregaremos algunas preguntas más, todas referidas al nuevo formato e, incluso, a la propuesta de torneo que vamos a realizar desde las páginas de esta misma edición. Pero no nos desviemos del tema. Estábamos con las reflexiones del amigo Alfaro, las que trataremos de responderlas puntualmente: 1) ¿Cuál es la finalidad de la insólita propuesta? Hay varias razones. a) Grondona busca desactivar el armado que Daniel Vila venía haciendo desde hace un año en el interior. b) La B Nacional era y es un torneo deficitario, ya que los 43 millones que aportaba TRISA por su televisación no servían para cubrir ni los gastos de traslado de los diferentes equipos. Con esto queremos decir que el torneo tenía poco futuro así como estaban las cosas. c) Grondona, quien se sabe jaqueado por algunos clubes de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires, busca en el interior los votos que le permitan seguir al frente de la AFA. d) La AFA le pidió al Gobierno ayuda para financiar la B Nacional, y el Gobierno, ni lerdo ni perezoso, con River, Rosario Central, Gimnasia, Huracán y tantos otros en esa categoría, vio el filón para dar el salto definitivo en el control total de las transmisiones de fútbol que tanto lo ayudaron

a difundir sus obras y logros. Que quede claro entonces: la AFA fue a buscar al Gobierno y no el Gobierno a la AFA, como lo hizo trascender el mismísimo Grondona en la reunión con los presidentes y luego el vocero Ernesto Cherquis Bialo en una nota periodística. La estrategia de Grondona, fallida en este caso porque se le notó la costura por todos los rincones, fue tirar la piedra y esconder la mano. Un llamado desde lo más alto del gobierno nacional lo hizo salir a desmentir que la idea original había sido del kirchnerismo. 2) ¿Se busca rescatar a grandes y medianos que no podrán ascender por las buenas? Esta lectura es cortoplacista para una reestructuración de semejante magnitud. ¿Alguien duda de que River ascenderá este año o, si le va mal, el próximo, y que su permanencia en la B Nacional no será más que un recuerdo de aquí a poco? Pensar que esta idea surge para salvar a River es estar mirando otro canal. 3) ¿Se busca impedir el descenso de algunos de los otros grandes que sufrirán el fin de la temporada 2011/12? Nadie puede garantizar nada. Los promedios nacieron para cuidar a los grandes. Y con los promedios descendieron Racing, Rosario Central, River, Gimnasia, Huracán y tantos otros equipos importantes y taquilleros. ¿Alguien en su sano juicio puede garantizar que los grandes, con un sistema de descensos directos, no se irían a la B como cualquier hijo de vecino? Recuerden, amigos, que hace muy pero muy poco River, Boca, Independiente, San Lorenzo y Racing coquetearon con los últimos puestos en varios campeonatos. 4) ¿Federalizar una Primera División fue para pegarse al proyecto de Vila? No fue pegarse al proyecto de Vila. Fue, lisa y llanamente, “mejicaneárselo”, robárselo o cualquier sinónimo que se les pueda ocurrir. 5) ¿Es quitarle a TyC Sports la transmisión de la B Nacional? No era necesario hacer toda esta

movida. De hecho, la B Nacional, como todos los eventos deportivos, están enmarcados dentro del programa Deportes Para Todos, que indica que cualquier acontecimiento de interés nacional puede ser emitido por la TV abierta. Además, como para confirmar que no fue por esa razón, digamos que sin necesidad de reformular los torneos, el contrato con PRISA ya fue rescindido y asumido por el Estado. El amigo Alfaro también plantea: “ahora se redobla la apuesta al sugerir el fin del torneo de Primera División, y una mezcla de todos sus equipos con los de la B Nacional, desvirtuando la importancia que tiene para el mundo fútbol estar en la máxima categoría y tachando de un plumazo el esfuerzo de los clubes por mantenerse”. Para esta reflexión, usamos una frase del General: “Siempre que se hace una tortilla, se rompen algunos huevos”. Un año de transición es poco precio si efectivamente se consigue instalar un torneo más justo, interesante y federal. Si el torneo que se propone es efectivamente bueno, en la temporada 2012/2013 se podrá ver el renacer de un nuevo fútbol argentino, con menos stress, partidos más atractivos, equipos más motivados, público más entusiasmado y tantísimos otros beneficios que harán olvidar muy pronto el dolor de una temporada en blanco. La competencia –si es buena, insistimos– redundará en beneficios para todos y no en el placer de unos pocos. Y si no funciona siempre hay tiempo para hacer las correcciones que sean necesarias. Mientras estemos vivos, las posibilidades de cambiar son incontables.

Reflexión final Desde estas páginas, o desde los otros lugares en donde le tocó trabajar, quien firma esta nota abogó permanentemente por un fútbol federal, la eliminación de los campeonatos cortos, la disolución del promedio del descenso, la salida de Grondona de la presidencia

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de la AFA y tantas otras cosas que lentamente parecen ir en vías de realización. Desde algunos medios de comunicación se instaló una polémica por sí o por no al Torneo Federal, agitando posturas atadas a las diferentes veredas políticas. Si alguien está a favor del cambio es un sicario del kirchnerismo. Si está en contra, se está defendiendo la justicia, la razón y la independencia de vaya uno a saber qué cosa. Las posturas son radicalmente opuestas: somos lamebotas o personas íntegras. Comprados o incorruptibles, según del lado que se lo mire. Pedimos que los lectores se pongan una mano sobre el corazón y piensen un instante en las miles de operaciones mediáticas que debemos soportar día a día. Todo lo que supuestamente viene del Gobierno (y hasta lo que no viene, como en este caso) debe ser rechazado porque el Diablo quiere meter

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Desde algunos medios de comunicación se instaló una polémica por sí o por no al Torneo Federal, agitando posturas atadas a las diferentes veredas políticas. la cola y hacerle un daño irreparable a la sociedad. ¿Es tan difícil detenerse a pensar y evaluar los pro (en el buen sentido de la palabra) y los contra de cada una de las cosas que nos pasan? ¿Es tan difícil correrse del centro de la escena, salir del odio que se le pueda tener al Gobierno o a los opositores y analizar que una propuesta puede tener ciertos atractivos y puede redundar en uno que otro beneficio?

Desde este lugar nos negamos a decir que sí o que no a todo. De hecho, proponemos una idea de campeonato federal porque respaldamos la propuesta en lo filosófico, pero no lo hacemos en lo fáctico. Y la ponemos a consideración de la gente. Ustedes tienen la palabra. Nosotros seremos meros transmisores de sus opiniones. El futuro, como pocas veces, está en nuestras manos. Sólo hace falta que nos animemos.



LA AFA EN CRISIS

Reestructuración, reestructuración

Si de verdad los dirigentes pretenden cambiar el fútbol, deben hacer cirugía mayor: basta de barras, y sí butacas para todos, baños de los estadios en condiciones, jugadores que no se vayan a los cinco minutos, control financiero e impositivo a los clubes, ya que ahora se administran con dinero públicos, y, por supuesto, una Selección que valga la pena. Por CHRISTIAN COLONNA

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ue se vayan al carajo la pasión y el folklore si eso implica que cualquier muchacho que va a cualquier popular tiene que soportar a más de un imbécil que lo empuja pidiéndole “vamos, griten, che”. Porque ese imbécil no reclama aliento para que al equipo le vaya mejor, lo hace porque cobra. Y cobra por el estacionamiento de los coches, y por los puestos ambulantes, y hasta le cobra a la misma gente. Porque cuando piden “una ayudita para la barra” no están pidiendo, están exigiendo. Hasta que los dirigentes y el Estado no se decidan a acabar con las barras (o los hinchas a sueldo, como se prefiera), no van a ser serios. Cuidar a la gente (o lograr, aunque sea, que no se sienta intimidada) es mucho más importante que echar o no a Batista, o cambiar o no el sistema de disputa de un campeonato. Mientras sigan apañando a delincuentes, ellos también lo serán. Como también lo son por malvender futbolistas o comprar a los jugadores del representante amigo. ¿Por qué estas cuestiones no están en la lista de cosas a reestructurar? Así se podría decir seriamente que el fútbol argentino está mejor. A esta altura, decir “mejor” es una pavada. Las cosas deben cambiar para que

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el fútbol argentino, el de adentro y el de afuera, esté apenas bien. Si no se tiene el valor para acabar con los barrabravas, que se terminen las populares. Será una manera de expulsarlos de los estadios. Que el fútbol de Argentina, en algo, copie lo bueno de la organización del fútbol del Primer Mundo. Que todo el mundo tenga su butaca, no esa mentira de pintar las populares con tiras blancas que nadie respeta. Porque cada vez que el Comité de Seguridad (o el organismo de turno) dice que tienen que ir a una popular tres mil personas, va el doble. Se arreglan controles, se levantan molinetes, se imprimen entradas falsas. Todo vale. Y todo pasa. Un hincha de River (por poner un ejemplo de la que se supone que es la cancha más cómoda) que paga mínimo 200 pesos por una platea en la San Martín baja, no puede ir al baño. Las condiciones higiénicas no existen. No hay ni tapa,

ni botón, ni cadena. Ni hablar de papel o jabón. El gran problema es que el hincha ya se acostumbró y va a la cancha sabiendo que no puede ir al baño. Y si no aguanta, irá en puntas de pie y con los dedos tapándose la nariz. ¿Cómo se pudo llegar a entender esto como algo normal? ¿No sería una buena idea darle trabajo a más gente y que cuiden los baños como se hace en los aeropuertos, estaciones, universidades y boliches? Los clubes dicen que no pueden vivir sin el dinero de la televisión. Es decir, es mucho más relevante ese ingreso que el de la venta de populares. A los clubes les sirve tener abonados. Que apunten a eso, entonces. No pueden escudarse, para no poner butacas, en que van a perder dinero. Es insólito que los dirigentes atenten contra su propio negocio. Como ya se dijo antes, también es culpa de la gente, que acepta mansita estas reglas. Los hinchas son capaces de

Los hinchas son capaces de protestar contra un sistema de disputa de un torneo y proponer una marcha a la AFA pero no lo hacen cuando los tratan como ganado.


protestar contra un sistema de disputa de un torneo y proponer una marcha a la AFA, pero no lo hacen cuando los tratan como ganado. Hay que cambiar las reglas en la venta de los jugadores también. Al menos en los surgidos de las Inferiores. No se puede ir un futbolista con veinte partidos en Primera. Por más negocio que sea para un club, un jugador nacido de cualquier equipo argentino es patrimonio del fútbol argentino, es patrimonio del hincha que disfruta de él. Además, al pibe que vendan en 10 millones de dólares con apenas veinte partidos en Primera, lo venderán en 20 millones cuando demuestre lo mismo en el doble de partidos. Y siempre, en todos los casos, los clubes deben arriesgar y mantener un porcentaje de ese jugador. ¿No se enteran los dirigentes de que cuando son transferidos entre equipos europeos pagan el triple o el cuádruple por ellos? Ahí están los ejemplos recientes de Sergio Agüero y Javier Pastore, por los que el Manchester City el Paris Saint Germain desembolsaron más de 40 y 30 millones de euros respectivamente.

Si un club europeo viniera por Viatri (es sólo un ejemplo), ofrecería 15 millones de dólares; si a Boca le cerrase el número, debería venderlo por 7,5 millones y quedarse con el 50% del pase. El otro 50% lo cobraría una vez que Viatri sea vendido entre clubes europeos. El problema es que los dirigentes quieren la plata fresca ya mismo. Lo peor es que la quieren para malgastarla. Por eso es necesario legislar sobre estas cuestiones. Los clubes jamás lo harían por iniciativa propia. La propuesta de Un Caño es que un jugador surgido de las Inferiores no se pueda ir hasta que no haya disputado al menos noventa partidos en Primera. De esta manera, los beneficiados serían muchos: 1) los clubes, que venderían mejor a estos jugadores; 2) los jugadores, que se irían con un fogueo que les permitiría triunfar en Europa y no tener que volverse a los seis meses sin haber jugado partidos (le pasó a Maxi Moralez, le acaba de pasar a Boselli, por poner ejemplos de jugadores con capacidad indiscutible); y 3) los hinchas, que disfrutarían de los buenos jugadores más tiempo. De paso, si los buenos jugadores

están más tiempo en el país, habrá más chances de armar una Selección local fuerte. ¿No sería bueno algún día lograr una selección formada por jugadores locales y reforzada por los de afuera? Que vengan los imprescindibles, los irreemplazables. Y, según lo que dejó esta Copa América, no serían demasiados, además de Messi. Pero claro, para lograr una Selección local fuerte hay que trabajar. La propuesta sería, si finalmente se hace un campeonato con 36, 38 o 40 equipos, que un jugador por equipo vaya a la Selección. Seguramente un equipo merecerá tener a cinco jugadores y otro a ninguno. Pero esta forma obligaría al entrenador de turno -Sabella en este casoa exprimirse un poco la cabeza, y a los dirigentes y técnicos de cada club a no patalear porque les sacan a los futbolistas durante la semana. No somos ingenuos como para creer que estas medidas se implementarán en el corto plazo. Simplemente, se trata de quejarse con sentido. Decir lo que está mal, pero ofrecer las soluciones para que el fútbol argentino sea un poquito más digno.

Basta de gente amuchada en las tribunas. Tiene que haber butacas en todas las canchas.

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LA AFA EN CRISIS

Basados en la propuesta de unificar la Primera División y la B Nacional, en Un Caño nos sentamos a cranear como nos gustaría que fuera un nuevo Torneo Federal. Después de arduas deliberaciones llegamos a un consenso. Es un poco complicado, pero nada que no se pueda entender una vez que esté rodando. La idea, como se imaginan, es sumar y no oponerse porque sí. Sabemos que puede haber algunas cosas injustas, pero nos basamos en la reglamentaciones de la FIFA sobre que no debe haber más de 38 partidos por año y en los muy pocos datos que surgieron desde la propia AFA. Por CHRISTIAN COLONNA Y MARIANO HAMILTON

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o vamos a andar con preámbulos. Vamos directamente al torneo ya que el espacio es tirano. La idea general es juntar los 20 equipos de Primera y los 20 de la B Nacional. Una vez sumados, se dividieron a los 40 equipos en cuatro grupos, para permitir que disputen 20 partidos cada uno entre julio y diciembre de 2012. A esa parte del torneo la llamaremos Serie Regular. Ya desde febrero de 2013, se disputarán la Zona Campeonato y la Zona Promoción, que surgirá de los diferentes puestos que los equipos ocupen en la Serie Regular. La primera decidirá al campeón y los clasificados a las Copas y la segunda quiénes descienden y dejará un premio consuelo para conseguir el último lugar para la Sudamericana. Vamos paso a paso, ya que también pensamos en cómo hacer el sorteo. Rogamos un poco de paciencia.

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ARMADO DE GRUPOS Para decidir los cabezas de serie se tuvieron en cuenta la cantidad de campeonatos ganados y, después, la clasificación histórica. Hay también, como en los Mundiales, restricciones para el armado de los grupos así pueden cruzarse los clásicos rivales en los Interzonales (como en los viejos y queridos Nacionales o en algunos Metroplitanos). En el momento en el que River salga sorteado para el Grupo A; inmediatamente, Boca irá al Grupo B. Y así con cada uno de los rivales clásicos. Es decir: si Independiente va al Grupo C, Racing (que está en el bolillero 2), irá al Grupo D. Entre paréntesis figuran los números de los equipos que se cruzarán. Están los obvios y algunos, irremediablemente, fueron emparejados por descarte, pero siempre respetando la

posición geográfica. Por ejemplo: Gimnasia de Jujuy vs. Atlético Tucumán. El sorteo debe hacerse público y televisado, tal como sucede en los mundiales. Y no como se hace últimamente en la AFA, entre gallos y medias noches. Aclaración: esto es simplemente un ejemplo de torneo, ya que se incluyeron a todos los equipos que en la actualidad integran la Primera y el Nacional B, que en la temporada 2012/13 no serán exactamente los mismos. Bolillero 1: River (1), Boca (1), Independiente (2), San Lorenzo (3) Bolillero 2: Vélez (4), Racing (2), Estudiantes (5), Newell’s (6) Bolillero 3: Central (6), Argentinos (7), Ferro (4), Huracán (3) Bolillero 4: Lanús (8), Banfield (8), Quilmes (9), Chacarita (10) Bolillero 5: Gimnasia LP (5), Colón (11), Atlanta (10), Unión (11)


diente

Cruz

arados SJ

Bolillero 6: Belgrano (12), Instituto (12), Arsenal (13), Tigre (13) Bolillero 7: Godoy Cruz (14), Rafaela (15), Olimpo (16), All Boys (7) Bolillero 8: Gimnasia (J) (18), San Martín (SJ) (17), At. Tucumán (18), Aldosivi (15) Bolillero 9: Ind. Rivadavia (14), Dep. Merlo (20), Alte. Brown (20), Def. y Jus. (9) Bolillero 10: G. Brown (16), Desamp. (SJ) (17), Patronato (19), Boca Unidos (19)

Se conformarán 4 grupos de 10 equipos cada uno y se jugarán 20 fechas (de julio a diciembre del 2012): todos contra todos en partidos de ida y vuelta más dos Interzonales (los clásicos). Los Interzonales del Grupo A y el B no se jugarán en la misma fecha que los del Grupo C y D por una cuestión de seguridad. Vamos a dar un ejemplo de cómo podrían quedar sorteadas las zonas, para que se comprenda con mayor claridad.

Del 1° al 6° de cada grupo clasificarán para la Zona Campeonato: pelearán por el título y por los lugares en la Libertadores y en la Sudamericana. Del 7° al 10° de cada grupo pasarán a la Zona Promoción: lucharán por evitar el Descenso y obtener un lugar en la Sudamericana.

para las Copas. Los terceros y cuartos de cada grupo jugarán play off para definir el último lugar de la Sudamericana con el ganador de la Zona Promoción. Los quintos y sextos de cada grupo, quedarán eliminados.

ZONA CAMPEONATO ZONA PROMOCION (De fines de febrero a mediados de mayo del 2013) Se conformarán 4 Grupos de 6 equipos cada uno. Los cuatro primeros de los Grupos de la Zona Regular serán los cabezas se serie. El resto de los equipos se acomodará de acuerdo a los puntos obtenidos en la Serie Regular en los diferentes Grupos (se armará una tabla general, igual que como se hace en la Copa Libertadores), tal como muestra el Gráfico.

ZONA A

ZONA B

ZONA CA ZONA

ZONA ZONA D B

San Lorenzo Racing Rosario Central Chacarita Defensa y Justicia Unión Belgrano Atl. Rafaela ZONA A Indep. Rivadavia San Martín de SJ Mejor 1° ZONA 8°C 12° River16° Vélez20° Gimnasia 24° LP Argentinos Banfield Arsenal Olimpo Gimnasia J. Dep. Merlo Patronato

Huracán Independiente Newell’s Atlanta Quilmes Colón Insituto Godoy Cruz Aldosivi ZONA B Desamparados SJ

River Mejor 1° Vélez8° Gimnasia 12° LP Argentinos 16° Banfield 20° Arsenal 24° Olimpo Gimnasia J. Dep.ZONA Merlo C Patronato

Boca Segundo mejor 1° Ferro 7° Estudiantes 11° All Boys 15° Lanús 19° Tigre 23° G. Brown Atl. Tucumán Alte. Brown ZONA D Boca Unidos

Segundo mejor 1° ZONA D7° 11° Boca 15° Ferro 19° Estudiantes 23° All Boys Lanús Tigre G. Brown Atl. Tucumán Alte. Brown Boca Unidos

Tercer mejor 1° 6° 10° 14° 18° 22°

Cuarto mejor 1° 5° 9° 13° 17° 21°

Se jugarán 10 fechas, todos contra todos, ida y vuelta. Los dos primeros de cada Grupo se clasificarán para jugar play off y definir el campeón y los clasificados

(De fines de febrero a mediados de mayo del 2013) Los equipos que hayan quedado del 7° al 10° puesto en la Zona Regular se dividirán en dos Grupos de 8 equipos cada uno. Quedarán agrupados de acuerdo a la suma de puntos obtenidos en la Fase Regular, de acuerdo a como muestra el Gráfico.

ZONACA ZONA 25° 1° Tercer mejor 28° 6° 30° 10° 32° 14° 34° 18° 36° 22° 38° 40°

ZONA ZONA D B 26° 1° Cuarto mejor 5°27° 9°29° 31° 13° 33° 17° 35° 21° 37° 39°

Jugarán 14 fechas, todos contra todos, ida y vuelta. Los dos primeros de cada Grupo jugarán play off para definir un lugar en la Sudamericana con el ganador de los play off que disputarán los 3° y 4° de la Zona Campeonato. Los terceros y cuartos de cada zona quedarán eliminados. Del 5° al 8° puesto de cada Grupo, perderán la categoría.

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Serán 8 descensos por temporada. Así, el campeonato tendría más recambio y se le quitaría dramatismo a descender.

PLAY OFF (ZONA CAMPEONATO)

CUARTOS DE FINAL

FINAL

1° Grupo A 2° Grupo B

PLAY OFF (ZONA CAMPEONATO) En todos los casos, se jugará a doble partido, con el sistema de Copa Libertadores. En caso de igualdad de puntos, los goles de visitante valen doble. Si igualan en todo, habrá alargue. Si terminado el alargue, siguen empatados, pasará de ronda el equipo que haya obtenido más puntos sumando la Zona Regular y la Zona Campeonato. Si subsiste la igualdad, se recurrirá a la diferencia de goles y luego a los goles a favor. Si se diera la putísima casualidad que nada de esto logra desnivelar, se ejecutarán cinco tiros desde el punto del penal. Sólo se jugará tercer partido en el cruce para decidir al campeón, siempre y cuando repitan el resultado en la ida y en la vuelta. En caso de igualdad en los 90 minutos, se recurrirá al alargue. Si subsistiera la igualdad, se recurrirá a todas las instancias de desempate men-

SEMIFINAL

1° Grupo C 2° Grupo D

CAMPEON

1° Grupo B 2° Grupo A 1° Grupo D 2° Grupo C

cionadas en el ítem anterior. Los perdedores de cuartos de final se clasificarán para la Copa Sudamericana. Y los ganadores, a la Copa Libertadores. PLAY OFF (LIGUILLA SUDAMERICANA) En todos los casos, se jugará a doble partido, con el sistema de Copa Libertadores. En caso de igualdad de puntos, los goles de visitante valen doble.

Si igualan en todo, habrá alargue. Si terminado el alargue, siguen empatados, pasará de ronda el equipo que haya obtenido más puntos sumando la Zona Regular y la Zona Campeonato. Si subsiste la igualdad, se recurrirá a la diferencia de goles y luego a los goles a favor. Si se diera la casualidad que nada de esto logra desnivelar, se ejecutarán cinco tiros desde el punto del penal. El ganador ocupará el último lugar disponible para la Copa Sudamericana. PLAY OFF (LIGUILLA SUDAMERICANA)

OCTAVOS DE FINAL

CUARTOS DE SEMIFINAL

SEMIFINAL

FINAL

3° Grupo A ZC 4° Grupo B ZC 3° Grupo C ZC 4° Grupo D ZC 4° Grupo A ZC 3° Grupo B ZC 4° Grupo C ZC 3° Grupo D ZC

CLASIFICA A LA SUDAMERICANA

1° Grupo A ZP 2° Grupo B ZP 1° Grupo B ZP 2° Grupo A ZP

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LA AFA EN CRISIS

De cornadas, bueyes y mulas

No hacen más daño porque no tienen más tiempo. La mayoría de los dirigentes del fútbol argentino han dado otra muestra de su desquiciada línea de pensamiento y acción. Amaestrados por Grondona, siguen resolviendo todo con calentura, negociados y roscas. No les importan palabras como coherencia, ética, sinceridad y dignidad. El tema del DT de la Selección y la nueva forma para los torneos son las últimas perlas. Por GUSTAVO VEIGA Ilustración SEBASTIÁN DOMENECH

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os toman por boludos. La historia oficial dice que a Sergio Batista no lo despidieron. Fue al revés: el técnico se despidió de Julio Grondona por cortesía y agradeciéndole la oportunidad laboral que le dio. A Diego Maradona tampoco lo echaron. Pasó otra cosa: lo condicionaron con exigirle la salida de Alejandro Mancuso, él no aceptó y se alejó manso y tranquilo. La AFA se contagió la jacobina costumbre de cortar cabezas que siembra terror en el fútbol argentino desde que el fútbol es fútbol o se transformó en un negocio estresante. ¿Qué importa respetar un contrato? Los contratos pueden volar por los aires. Cuando los técnicos se vuelven un lastre, se mide el costo beneficio de mantenerlos en sus puestos, y si no garantizan los éxitos esperados, se van o los dirigentes hacen lo posible para que se vayan. Pasa en el 90% de los clubes, ¿o acaso por qué Blas Giunta es un rara avis, una especie de Alex Ferguson criollo que ya superó con holgura la barrera de los cinco años en la conducción de Almirante Brown, un grande del Ascenso? La Selección nacional entró en la variable resultadista porque no se toleran más años sin títulos. La última Copa América nos recordó la sequía que se remonta a 1993, cuando con Alfio Basile

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como entrenador se festejó ese torneo en Ecuador. Acabamos de poner la casa, las expectativas y el mejor futbolista del mundo sobre la mesa, pero el torneo se lo comió Uruguay. Cabe una aclaración tan justa como necesaria: en un país como el nuestro, sin tradición ni cultura olímpica, para las mayorías no cuentan demasiado las medallas de oro ganadas en Atenas 2004, con Marcelo Bielsa, y Beijing 2008, con el propio Batista. Entonces se cuentan dieciocho años sin salir campeón, tantos como los que River acumuló entre 1957 y 1975 (¿qué importará esa racha negativa después del descenso?). Son muchos si miramos desde dónde partimos, no tantos si observamos los errores cometidos en ese período y casi nada si aceptamos que los pergaminos de superpotencia futbolera quedaron desactualizados. Nos hacen falta varias manos de pintura realista. La magia no

sirve, no alcanza, se parece al arte de la improvisación que nos afecta. El problema estructural no es tanto si se saca a un técnico o se pone a otro. Son las reglas del juego que el hincha promedio acepta y, se sabe, el dirigente que los contrata es un hincha más elegido por los socios. En el caso de la Selección se trata de Grondona, omnipresente hace 32 años. Robespierre, el jacobino más famoso, apenas duró en el poder poco más de un año (1793-1794). La analogía que traza con su creatividad habitual Sebastián Domenech en la imagen que acompaña esta nota permite la comparación. Don Julio no es un revolucionario, ¡qué va! Y nadie ha logrado cortarle la cabeza como al recordado francés desde que se sentó en su despacho de la AFA el 6 de abril de 1979. Pero sí de entrenadores se trata, la guillotina funcionó más que antes en los

Retrocedimos a nuestra propia Revolución Francesa en la Selección, cuando en el período 1969-1974 se sucedieron Adolfo Pedernera, Juan José Pizzuti, Enrique Sívori y Cap.


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últimos cinco años. Puede ser drástica la comparación, pero es bien gráfica. Para llegar a Sudáfrica 2010, comenzó Basile en la conducción y terminó Maradona. El primero interrumpió su segundo ciclo en el seleccionado cuando le movió el piso un grupo de jugadores con el presunto guiño de su sucesor. Diego terminó eyectado después del fracaso en el Mundial de Sudáfrica, tan sobredimensionado como las ilusiones que despertaba su sola presencia en el banco de suplentes. Nunca tuvo como entrenador las condiciones de chamán que desparramó como futbolista. Batista ya no llegará a Brasil 2014 (el DT que menos duró desde Vladislao Cap hasta hoy), y habrá que ver cómo le irá a su reemplazante. El problema es cuando no existe convicción en lo que se encara, cuando -en palabras del vocero de la AFA, Ernesto Cherquis Bialo- “el perfil del director técnico no tiene una tipología determinada”. Retrocedimos a nuestra propia Revolución Francesa en la Selección, cuando en el período 1969-1974 se sucedieron Adolfo Pedernera, Juan José Pizzuti, Enrique Sívori y Cap. Cabezas que rodaron pronto, en sintonía con las necesidades que vivía el fútbol nacional de esa época, virgen en títulos mundiales. Con César Luis Menotti y el ahora muy cuestionado manager Carlos Bilardo se pusieron los mojones de una etapa que provoca añoranzas deportivas, aún con sospechas de historias turbias: del 6 a 0 a Perú en el Mundial ‘78 al bidón con vomitivo que se tomó el brasileño Branco en Italia ‘90. Dos títulos y un subcampeonato en cuatro Mundiales consecutivos. Después, nunca más un podio.

Se puede decir que las urgencias de nuestro fútbol retornaron con virulencia en este tiempo de entrenadores efímeros. Por eso resultan asombrosas ciertas palabras: “no hay plazos, no hay apuros, no hay urgencias”, sostuvo con su habitual tono doctoral el periodista Cherquis Bialo la noche en que se despidió a Batista. Ese mismo lunes 25 de julio se anunció la cuarentena de Bilardo y su generación del ‘86, la misma que había catapultado a ocupar puestos en el cuerpo técnico de la Selección Mayor y los distintos equipos juveniles. Hasta la partida del técnico cesante quedó empequeñecida un tanto por la votación para reformar los campeonatos desde la temporada 20122013. Había que matar dos pájaros de un tiro, discutir los cambios en ambas áreas en simultáneo y establecer las bases para un futuro próximo. Con Eliminatorias que vuelven a temerse tanto como en 1969, en vísperas del Mundial de México ’70, que la Argentina no jugó porque la eliminó Perú en la mismísima Bombonera. En la decisión de sacarse de encima a Batista no tendría que haber pesado la demorada ilusión de ganar un nuevo Mundial. Más bien conseguir clasificarse para jugarlo. Será mucho más difícil que antes, a juzgar por las sorpresas que dejó la Copa América. Con una pátina de realismo, alguien muy próximo a Grondona le confesó a este periodista: “el técnico de la Selección no tiene que jugar como le gusta y sí como le conviene”. También dejó una frase que no parece descabellada, si se considera el desempeño del seleccionado: “si en las Eliminatorias empatamos tres partidos de local, como pasó en la Copa, quizá nos quedemos afuera

del Mundial”. El próximo es en Brasil. Hoy es inimaginable asimilar la dosis de negatividad que conlleva ese pronóstico. Tendría consecuencias deportivas, comerciales y turísticas lamentables para la Argentina. Sería un bajón por donde se lo mire. Entre Brasil 2014 y la posibilidad de que Argentina y Uruguay organicen de manera conjunta un Mundial del Río de la Plata en 2030 median dieciséis años. La fecha parece sacada de 2001 Odisea del Espacio, de Stanley Kubrick. Pero también es prudente para ilusionarse, al paso que vamos con el seleccionado. El domingo anterior a la fumata en el predio de Ezeiza, donde se discutieron el nuevo formato de los campeonatos y la manera más elegante de darle pista a Batista, empezó a hablarse oficialmente de realizar con Uruguay el Mundial del 2030, para conmemorar el centenario del primer campeonato. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, vino a bendecir la iniciativa rioplatense. Los funcionarios se entusiasmaron con su presencia, y ya trabaja una Comisión Bicameral creada en diciembre de 2009 que apuntala la candidatura. En mayo pasado, durante la IX Asamblea de los Consejos Americano y Sudamericano del Deporte celebrada en Río de Janeiro, los países miembros brindaron su respaldo a la iniciativa conjunta de Argentina y Uruguay para hacer la Copa del Mundo. Lo que une al fútbol de las dos orillas –su historia común, sus jugadores de exportación y la personalidad que demuestran en el mundo entero– lo desunen sus seleccionados. Al maestro Oscar Tábarez se lo identifica con lo que en su país bautizaron “Institucionalización de los Pro-

Bilardo, como manager, sigue a Grondona en la escala de desaciertos cometidos con la complicidad de los demás dirigentes. Sus errores u omisiones son notorios.

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cesos de las Selecciones y la Formación de sus Futbolistas”. Es un plan integral que incluye estudiar, jugar, competir y saber de fútbol. En este margen del Río de la Plata, lo último que hubo parecido fue cuando José Pekerman y Marcelo Bielsa condujeron respectivamente a las Selecciones juveniles y a la Mayor, con muy buenos o malos resultados, pero con la convicción de que no eran golondrinas de paso. Al actual técnico del Athletic Bilbao incluso se lo respaldó después de que la Argentina quedara eliminada en la primera ronda del Mundial 2002. Una historia que tuvo su final feliz en los Juegos de Atenas 2004, con la medalla dorada y el título de campeón con el arco invicto. Días después, Bielsa renunció luego de mantener una relación desgastada con

Grondona durante seis años. No fue el caso de Basile, Maradona y Batista (aunque con matices), que entre los tres no llegaron a completar el tiempo que el Loco permaneció al frente de la Selección. A ellos no se los eligió tanto por convicción y sí por conveniencia. Se apostó a la personalidad fuerte de Basile para remarcar un quiebre con la etapa y el temperamento más apagado de Pekerman, se recurrió a las espaldas anchas de un ídolo-símbolo como Maradona, ante la predisposición de otros apellidos con más consenso para el cargo, y al bajo perfil amoldable de su sucesor para superar los desplantes a la dirigencia en el Mundial de Sudáfrica o la ausencia de una táctica consistente que se le cuestionaba a Diego. En otras palabras, según la etapa y

la dimensión del problema momentáneo que sufría la Selección, se tapaba un agujero. Con un denominador común en los dos últimos casos: la presencia de Bilardo como manager, quien sigue a Grondona en la escala de desaciertos cometidos, con la complicidad de los demás dirigentes. Sus errores u omisiones son notorios. Ha sido el principal consejero del Jefe en tiempos de vacas flacas. Como Diego o como el presidente de la AFA, una sombra de lo que fue y ya no es. Ahora, en otro momento de zozobra y preocupación, el hilo se corta de nuevo por lo más delgado. O la cabeza del técnico de turno. Esta vez no nos van a tomar por boludos. A Batista lo echaron, y nos quieren hacer creer que lo ascendieron a manager. Su sucesor debe estar prevenido.

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LA AFA EN CRISIS

El primero de la cola

Un ex jugador exquisito, un técnico amante de las tácticas y estrategias. Ése es el perfil de Alejandro Sabella, el entrenador candidato a ocupar el lugar de Batista. Para quienes es una incógnita a qué jugará el seleccionado argentino nuestro especialista nos convoca en esta visión histórica de los equipos que dirigió El elegido. Por ROMÁN IUCHT Fotos PHOTOGAMA.COM

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os tres eran jóvenes y formaban un grupo homogéneo. Sin embargo, cada uno tenía su personalidad bien marcada. El Kaiser era el líder, le ponía el pecho a las balas y, con su estilo decidido, asumía el rol de protagonista principal. El Tolo era su colaborador de varios años. Fiel hasta las muelas, había decidido bajarse de su River campeón invicto y de una oferta suculenta, sólo por cumplir con la palabra empeñada de acompañar a su amigo en la aventura del seleccionado. El tercer integrante del cuerpo técnico era simplemente Alejandro. Cultor del bajo perfil, sin demasiada popularidad, salvo para los entendidos o memoriosos que recordaban aquella zurda prodigiosa que asomó en los ‘70 y debió buscar nuevos horizontes tapado por el talento del Beto Alonso, para volver a principios de la década siguiente y engalanar con su fútbol al Estudiantes campeón de Carlos Bilardo. Alejandro es Sabella. Sus años en Inglaterra le dieron cultura, mundo y una plasticidad para ver el fútbol desde distintos puntos de vista que le permitió beber de distintas fuentes sin descartar ninguna. La Premier League le mostró un fútbol vertical, dinámico y con mucho juego por las bandas. Eran los tiempos del Liverpool del escocés Kenny Daglish, del Aston Villa y el Tottenham de Ardiles y Julio Villa. Con su calidad, se hizo un lugar, y el Sheffield lo gozó durante varias temporadas.

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Luego de colgar los botines, la oferta de Passarella para secundarlo en la Selección fue un manjar imposible de rechazar. Su rol más importante dentro del grupo era la visualización de los rivales. Sabella sacaba una radiografía, los auscultaba de pies a cabeza, y luego establecía un diagnóstico de sus fortalezas y debilidades. Pero su opinión y su idea no se remitían tan solo a precisar características del oponente de turno. Si bien la última palabra la tenía Passarella, opinaba sobre esquemas, sugería jugadores y posiciones en el campo. No le hacía falta levantar el tono para que la suya fuera una voz escuchada. Tan paciente como era adentro del campo para elegir el momento justo de gambetear o de asistir al delantero, necesitó de algunas experiencias más bajo la tutela del Kaiser hasta comenzar su camino independiente. El llamado de Estudiantes lo convocó, y a partir de allí dejó de ser marinero para asumir la capitanía del barco. Durante dos años, el Pincha tuvo su sello y, con él llegaron títulos domésticos e internacionales y una identi-

dad de juego bien marcada. Su pragmatismo le permitió modificar nombres y esquemas. Cuando su equipo logró la gesta inolvidable de ganar la Libertadores de visitante en el mismísimo Mineirao, silenciando a noventa mil personas, armó un dibujo con solidez atrás, juego y quite en el medio y mucho picante arriba. Los defensores que protegían a Andújar eran cuatro centrales ásperos y con excelente juego aéreo: Cellay, Schiavi, Desábato y Ré. El medio tenía mucho manejo y buen despliegue con Enzo Pérez y Leandro Benítez por las bandas, Braña metiendo y recuperando en el centro y Verón como el vértice más adelantado del rombo, corriendo la cancha de un modo más vertical. Cerca del área, jugaron un media punta con panorama y gran técnica como Gastón Fernández y un centroatacante clásico, Mauro Boselli. El equipo tenía enorme personalidad, oficio y un plan protagónico que no se alteraba en ninguna cancha, independientemente del rival y el lugar. La influencia del entrenador se agi-

Con Sabella seguramente volverán los jugadores de rol, capaces de cumplir una función útil para que el equipo se luzca como concepto colectivo.


gantó en la obtención del Apertura 2010. Es que allí las lesiones fueron minando el potencial del plantel y los cambios de posición fueron moneda corriente. Sabella transformó a algunos jugadores y, con verdaderos hallazgos, potenció sus cualidades. Tres ejemplos fueron los más significativos. Gabriel Mercado era un central duro que podía desempeñarse como lateral. Su presencia en el campo y su agresividad para pasar al ataque le hicieron creer al técnico que podía transformarse en un lateral volante que recorriera de área a área todo el carril derecho. El defensor no sólo lo hizo con criterio, sino que además se convirtió en un arma letal cuando llegaba vacío aprovechando los espacios para definir jugadas. Un caso parecido fue el de Marcos Rojo. Marcador central en dupla con Federico Fernández, otro jugador promovido por Sabella, el zurdo pasó a ser un tractor que hacía el surco por la banda izquierda. Un portento físico, el pibe cumplió el rol a la perfección, y el premio a su notable labor fue el pase a Europa para jugar en el Spartak de Moscú. Pero quizás el ejemplo más fantástico fue el de Enzo Pérez. El mendocino dejó de ser un excelente mediocampista por la derecha para pasar a desempeñar una función más completa. Su gran control en velocidad le permitió mixturar su lugar en el campo y duplicar sus funciones. Jugando como una especie de 8/7, o por momentos como un delantero tirado atrás, logró mayor compromiso con la gestación y más llegada al gol. Pérez fue la gran figura del equipo que se quedó con el título, y se ganó el título de jugador total. Como se puede apreciar, con línea de cuatro o con tres centrales, con dos medios externos en una línea de cuatro o con laterales volantes con llegada, Sabella no se casa con ninguna idea. Proyectado a la Selección, seguramente no descartará la presencia de un enganche para algunos encuentros o para algunos momentos de algunos partidos. Andrés D´Alessandro, Pastore o Valeri pueden soñar con tener sus chances. Messi será delantero, y aunque podrá retroceder algunos metros, la idea del entrenador será seguramente que no lo necesite. La presencia de juego por los

costados le permitirá formar sociedades o recibir auxilio con movimientos de cortinas y desmarques. Tendrá una referencia en el área y con ella también se sentirá acompañado. A la hora de las elecciones, la historia muestra que Sabella no citará nombres para empalagarse. La idea de muchos apellidos parecidos en sus características de juego no parece ser afín a su idea. Seguramente, volverán los jugadores de rol, capaces de cumplir una función útil para que el equipo se luzca como concepto colectivo. Luego de los resbalones de Batista y más allá de la presión permanente que significa el seleccionado argentino, tiene todo por hacer y mucho por mejorar. Difícilmente un técnico tome la albiceleste tan alicaída como ahora y con tanto gra-

do de mejoramiento por delante. Paciente, analítico y racional, Alejandro Sabella llega a la Selección Argentina. Amante del arte de la guerra, de la táctica y estrategia, y de las formas de debilitar al rival, comienza su tiempo más glorioso. Deberá encontrar las formulas precisas de defensa y ataque. Y por sobre todas las cosas, detectar con velocidad y olfato a los que son capaces de boicotear desde adentro de las filas propias. Los últimos antecedentes confirman que, a veces, el enemigo también está adentro, y esa batalla silenciosa será tan o más importante que las otras. Ya no es Sabellita ni tampoco Alejandro. En él descansa una nueva ilusión, que ya atraviesa más de dos décadas de sequía y que ya es tiempo de cortar. Tiene crédito. Ojalá se ilumine.


LA AFA EN CRISIS

La profesión imaginaria

Los que refunfuñan porque echaron a Sergio Batista y abogan por los “procesos largos” viven en un mundo donde los resultados rigen para todos menos para los DT de fútbol. Además, así disponga de tiempos generosos, al entrenador de la Selección le falta algo más básico: un equipo al cual dedicar su trabajo. Por ALEJANDRO CARAVARIO Fotos PHOTOGAMMA.COM

¿Habrá sido César Luis Menotti el responsable de la intachable reputación que tienen los “procesos largos”? Es probable: cuando él llegó a la Selección, el fútbol argentino seguía hundido en el marasmo posterior al Mundial de Suecia. Aquella puñalada al ego que, más que desautorizar las loas al potrero y las destrezas criollas, nos colocaba (mal parados) en un mapa que había cambiado mucho sin que lo advirtiéramos. Se decía por entonces, cuando arribó el Flaco, que a los europeos no se les podía ganar por inferioridad genética. Nosotros éramos muy listos con la pelota, pero ellos habían llevado los secretos de la preparación física al extremo de la robótica. Eran un misterio biológico, cuerpos intervenidos en el laboratorio y el parque de entrenamiento, jugadores de ciencia ficción, cosas así. Entonces había que levantar la autoestima, remontar la mitología destructiva y ponerse las pilas con los rigores del profesionalismo, si queríamos sanar el orgullo machucado y volver a enfrentar sin complejos a cualquiera. Si bien su melena de poeta beatnik y su verba romántica no coincidían con el perfil de un estratega metódico, Menotti colocó la disciplina prusiana y el ensayo táctico en pie de igualdad con el consabido talento natural de los jugadores argentinos. Lo que se dice sincretismo. Como la Argentina regresó al tablero del fútbol internacional y hasta obtu-

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vo un Mundial –siempre en entredicho porque la dictadura de Videla jugó su rol–, se impuso en la AFA la costumbre de firmar contratos de cuatro años con los seleccionadores nacionales. De tal manera, se razonaba con todo derecho, había tiempo suficiente para preparar un equipo con vistas al Mundial siguiente. Los cuatro años se convirtieron en el período mínimo a conceder, el umbral de la seriedad. Una expresión sintética que denotaba, sin embargo, un cambio de cultura: la previsibilidad, en lugar de la improvisación que había caracterizado la política de los equipos nacionales y cuya frase emblemática era “los jugadores se conocen en el avión”.

La nueva religión No estaba mal, claro. Sobre todo porque el éxito acompañó ese afán de estabilidad. Bilardo, en su larga gestión por la que se ganó el eterno lugar de padrino putativo de cuanta Selección se forme, repitió la conquista de Menotti (corregida y aumentada porque fue lejos de casa y con la yapa heroica del Diez, capítulo individual nunca igualado) y arañó un subcampeonato. Esa vez con un equipo penoso, más dispuesto al pungueo que a la épica de los campeones, pero encaramado al podio al fin. Tanto apego despertó la estabilidad laboral de los entrenadores impuesta por Julio Grondona, que se transformó en un

fetiche. Incluso con independencia de los méritos y resultados del técnico en cuestión. Con toda su maquinaria intelectual puesta al servicio de la pelota, con su asombrosa campaña durante las Eliminatorias, con su aguda percepción (y comprensión) de ese ecosistema complejo que es el fútbol (dentro y fuera de la cancha), Marcelo Bielsa no justificaba la renovación de su contrato luego de la eliminación en Corea-Japón. Pero ya estaba instada la religión de los “procesos largos”, la sacralidad de la duración. Religión con una feligresía indivisa. Porque en este asunto, tirios y troyanos, tacticistas y jipones, peronistas y gorilas, todos estaban de acuerdo. Los periodistas de todos los pelajes también. A tal punto que las consignas nos impidieron ver el bosque y aquí estamos. Lamentando la violación de los mandamientos en el affaire Sergio Batista. Pero renovando la fe en manos de Alejandro Sabella, DT de aspecto ceniciento e irrestricta inclinación al trabajo que nos resarcirá del pecado y restablecerá la eficacia de los cuerpos técnicos blindados. En cualquier ocupación de altas responsabilidades, igualmente altas remuneraciones y profusa competencia, todo acuerdo contractual está sujeto a resultados. Si un gerente gana una millonada y las áreas bajo su custodia se vienen a pique generando cuantiosas pérdidas para la compañía, es difícil conserve su empleo. En el fútbol, donde los resulta-


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dos son incluso más palpables, es llamativo escuchar el sonsonete invariable de la intangibilidad de los técnicos. Todos encuentran muy sensato que los entrenadores ganen como el presidente de una empresa líder, pero les parece injusto que corran los mismos riesgos y que también se les demande un rendimiento acorde con sus prerrogativas. Yo lo llamaría capitalismo de vivos.

Convocatoria inercial ¿Tiempo para pensar? Muy bien. ¿Tiempo para entrenar, hacer pruebas y rectificaciones? Perfecto. Pero siempre un tiempo acotado, después del cual se evaluarán los resultados. No sólo medallas, sino detección, formación y promoción de jugadores, entre otros aportes que deben figurar en los papeles firmados. Si en ninguno de estos rubros se alcanzó un balance satisfactorio, que pase el que sigue. Y aquellos a quienes hablar de resultados les produce escozor moral, mejor que se dediquen a una actividad en la que no se cuenten los goles, ni los puntos, ni la guita, ni los aciertos, ni los errores. No quedan muchas, eso sí. Rubricar alegremente contratos por tiempo y no por contenido es un error que sobresale especialmente en la Selección, donde no hay trabajo para hacer, toda vez que no hay equipo. ¿Por qué convocaron a Sabella? Porque tuvo un ciclo muy exitoso en Estudiantes. Allí, labor cotidiana mediante, conformó un gran equipo que embolsó una Copa Libertadores. Pero Sabella no dispondrá de los jugadores que tan armoniosamente funcionaron bajo su mando (el equipo que justifica su prestigio, su clamorosa candidatura a entrenador nacional), sino que deberá limitarse a llamar periódicamente a los compatriotas que brillan en las ligas premium del Viejo Mundo para jugar las próximas Eliminatorias. Ya que los jugadores de las ligas locales no cuentan (este prejuicio ha recrudecido luego de años y años de “procesos largos”), el próximo técnico podrá ocupar su tiempo elaborando listas ficticias, haciendo picnics en Ezeiza y ofreciéndoles adelantos tácticos por teléfono a sus jugadores, que acaso lo conozcan en persona un par de noches antes de salir a la cancha. Nos guste o no, el trabajo de entrenador de la Selección es imaginario. Los

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“plazos largos” que, en sus nobles fundamentos, deben emplearse para hallar un equipo o, en todo caso, perfeccionarlo, se han usado para viajar (con coartadas muy sólidas, eso sí) y esperar. Sólo en los pocos días previos a una competencia importante (en el Mundial el tiempo es un poco más generoso) los futbolistas comparten las rutinas de un plantel cabal. Tal vez por eso nuestro surtido de atletas rutilantes, que con otras camisetas esparcen el embeleso en los estadios de todo el planeta, cuando se juntan en la Selección no superan la estatura de un equipo medio pelo. Sucedió con Alfio Basile, con Diego Maradona (recordar el aciago trecho hacia el Mundial de Sudáfrica, allanado por un zapatillazo de

plantel real y disponible nos privó de llegar a un destino más feliz. Estamos como cuando vinimos de España. Y, la verdad, no es culpa de los técnicos que, como se ha dicho, son figuritas virtuales, hombres condenados al ocio y la impostura. No se puede entrenar porque la Selección Argentina vive en el exilio. Así que no se ve modo de pulir un equipo que reincide en el fracaso y la inexpresividad. La alternativa cantada, entonces, es apelar a los muchachos del circuito local, pero para no repetir el error de amontonar voluntades y saturar el equipo de celebridades que no se complementan, habría que apelar a una base sólida, que puede ser rotativa. Digamos que si hoy por hoy el equipo más afinado es Vélez,

Palermo, futbolista de consumo local) y luego con Batista. El ex campeón del ‘86 mezcló vacilaciones y corrección política, jamás inspiró un ápice de confianza (siempre sonó como un vocero de convicciones o intereses de otro, vean si no el caso Tevez), pero heredó un escenario que, por su nula contribución, se mantuvo inalterable. Ayer le ganábamos a Grecia y a Corea con holgura, hoy cacheteamos a Costa Rica. Ayer el primer rival de fuste se llamaba Alemania, hoy se llama Uruguay. Los dos nos mandaron a casa temprano. Los nombres, los modos y las deudas de los jugadores son idénticos. Es evidente que hay grandes futbolistas, pero tantos años de “proceso largos” sin

pues que se respete esa estructura, con entrenador y todo, a la que se le sumará algún futbolista de Europa que sea realmente insustituible. Es decir, Lionel Messi. Mañana, el propio Messi (al quien los técnicos nacionales vienen buscándole en vano un entorno a medida desde hace años) podrá subirse a la base de Godoy Cruz, Boca o Lanús. Por medio de algún mecanismo que asegure idoneidad y consenso (requisitos que no se consiguen en la AFA) se elegirá al club-Selección, cuyo entrenador se ocupará de decidir los refuerzos necesarios para la ocasión. Lo que yo llamaría respeto al mérito. Y los “procesos largos” los seguimos reservando para los gobiernos democráticos.


Un puñal, varias manos

No hay mes en que pasen inadvertidos los movimientos de nuestros dirigentes, y en especial los de uno solo. En esta rutina de desaciertos, manejos turbios y escándalos, el último capítulo es un muestrario de traiciones e hipocresías al que alguna vez se tendrá que decir ¡basta! Perdonen, entonces, por tanta insistencia. Por VÍCTOR HUGO MORALES

“¿A vos te parece?”, le pregunta el cronista al jefe. “¿Otra vez Grondona y la AFA?”. Tiene razón el director, del otro lado del tubo, cuando dice “¿y qué le vas a hacer si los tipos no paran de hacer cagadas?”. El otro lo dice, no el firmante, que es medio pacato con las palabras. Le da cosa hacerle caso a Fontanarrosa en el célebre documento oral de Rosario, en aquel Congreso de la Lengua, cuando defendió la palabra “mierda” por insustituible. El crack que se nos fue (hace cuatro años) elogiaba la fuerza de la “r” en aquella palabra inconfundible. Y eso, lo que grafica esa palabra, es lo que han hecho con el futbol argentino. Pero uno no aprende, y al final andaba con pena por el Checho Batista; por la forma en que lo traicionaron, porque al fin de cuentas lo que hubo en el camino, lo único real y palpable, fue el penal que atajó Muslera. Y lo demás es una construcción de los desesperados que quisieron salvarse ellos, con Grondona a la cabeza, frente a la opinión pública. Quizás no merecía Batista ese sufrimiento, esa pena, porque, ¡la pucha!, el hombre ayudó nada menos que a ganar un Mundial, y así le pagan ahora… Pero el propio Batista fue designado al cabo de otras infamias: las que padeció Diego, cuando volvió de Sudáfrica y le armaron aquello de que él sí, pero Mancuso no, y lo pusieron en el brete de ser fiel a quien ahora parece que le jugó feo. Qué lío, ¿no? Y el Checho se quedó en el trono, y Maradona, afuera. Y se aplica aquello de que “el que a hierro mata, a hierro muere”. Y lo tuvieron a Batista todo un fin de semana echado, pero sin que nadie se lo

dijera. Para armar el simulacro de que el puñal en la espalda se lo clavaban varios y no sólo Grondona. Fueron una vergüenza esos días. El largo fin de semana en el que Uruguay dio clase de fútbol y de coherencia para ganar la Copa América con la más rutilante Selección de su historia, algo que surgió como de la nada, porque el acuerdo generalizado en el mundo era que el fútbol uruguayo estaba muerto. Y la AFA empleaba esos días en encontrar las palabras para decirle al Checho que era el final, y mientras tanto lo iban adobando por radio y televisión con las fotos de los diarios elegidas entre las que mejor documentaran su derrota. Porque está Grondona, es cierto, y con él alcanzaría. Pero también está el periodismo deportivo, el de las mil páginas a llenar como sea, para ayudar a cuanta irracionalidad exista. Que pase el que sigue dijeron, y el que sigue es… ¿Sabella? Pero, ¿cuánto podrá hacer? ¿Cuáles son los caminos,

si el grondonismo es el que sopla el aire viciado de siempre? Los antecedentes son inmejorables, las ganas de acompañar, enormes. Pero, ¿cuánta independencia consiguió? ¿Qué trabas podrá oponer a esa presencia perniciosa de los que ponen jugadores o evitan presencias, como sucedió con Tevez cuando el pobre Batista desgastaba diciendo “no lo traigo a Tevez porque tengo a Messi de 9”, cuando todos sabían que era una disposición que venía de arriba y que Batista tenía que apechugar en las notas periodísticas, digiriendo un estofado que no era el suyo. “La próxima me das una nota de fútbol, del juego, puede ser?”, reclama el cronista cuando ve que no tiene mas remedio que hablar una vez más de la AFA y de Grondona. Del otro lado, el capo promete algo muy difícil y conciliador. Dice: “quedate tranquilo, la próxima te pido cualquier cosa menos la AFA”. Ya veremos si es así.

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LA AFA EN CRISIS

Debajo de Batista tampoco hay nadie

Los Juveniles de Argentina no consiguen juego ni resultados. Ni siquiera podrán defender el título de bicampeón olímpico el año que viene en Londres. La generación del ‘86 también dirá adiós, y el único que puede zafar es Walter Perrazo, si es que le va bien en el Mundial Sub 20. Por PABLO CAVALLERO Fotos PHOTOGAMMA.COM

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mpujados por el influjo de la apuesta por el slogan “generación del ‘86”. Con esa insignia en el pecho, desembarcaron en AFA, no sólo en el estrato más visible –la Selección Mayor–, sino también en los Juveniles. Y lejos estuvieron de mantener esa línea que había conseguido réditos en la gestión de Pekerman y Tocalli. Por eso, en la maroma que llevó a Batista a flotar en la espuma, cayeron Oscar Garré, Julio Olarticoechea y, tal vez, Walter Perazzo, dependiendo de su suerte en el Mundial Sub 20, al que llevó al Vasco como ayudante de campo. A toda la promoción ‘86 y asociados se les terminó el contrato el 31 de julio. Perazzo firmó una prórroga breve, por apenas un mes, para viajar al Mundial de Colombia y jugarse el puesto. O el orgullo. Porque, consumado el porrazo de la Selección en la Copa América, la primera herida que sangró fue la de los Juveniles. Los resultados, sobre todo, y el rendimiento poco acorde con los nombres en la cancha, sin identidad clara, terminaron eyectando a la estudiantina del mando. Su conformación está intestinamente relacionada con la escasa coherencia en las elecciones que se vienen tomando a nivel Selección. Principalmente, porque cuando se los eligió, se sabía que los componentes no traían experiencia en el área. Sus antecesores, los integrantes del clan Pekerman, habían sido nombrados tras una especie de casting entre especialistas en el ramo, en el que hasta Carlos Griguol llegó a presentar su proyecto.

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Luego, podía gustar o no el estilo de los equipos de Hugo Tocalli o Miguel Ángel Tojo, pero no de su currículum en la docencia. Del team Batista, en cambio, apenas Perazzo, en la Reserva y en la Cuarta de San Lorenzo, cargaba con contacto fluido con los pibes. Puede salir bien, cómo no, pero es más probable que una maestra jardinera sepa mejor cómo llevar a un grupo de ex lactantes que un catedrático desde el púlpito. En un principio, después de una maniobra idéntica a la que sufriera Maradona post Sudáfrica (a Diego le vetaron a Mancuso, a Tocalli lo forzaron a bajarle la caña a Tojo), el ungido para formar pibes con espíritu de Selección fue Batista, pero quien tomó el Sub 20 y el Sub 17 fue José Luis Brown. Pues bien, el derrotero comenzó con ellos. Porque el Checho luce, fulgurante, la medalla dorada con el Sub 23 de Messi y Riquelme en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Pero un año después le quedó trabado el sapo del Sudamericano de Venezuela: Argentina ni se clasificó para el Mundial de Egipto –aunque era el campeón defensor de la categoría– y jamás mostró química de equipo. El ex pincha Federico Fernández, Franco Zuculini, el Toto Salvio y Jonathan Cristaldo, entre otros, fueron las figuritas de aquel equipo que se quedaron sin competencia global. También en 2009, el Sub 17 se dio un golpe feo. Porque los jóvenes llegaron al Mundial con fuerza, cayendo en la final del Sudamericano por penales con Brasil. Y el Tata pudo tomar del menú a dos jugadores que ya tenían mi-


nutos en Primera, una curiosidad para esa edad: Sebastián González, de San Lorenzo, y Daniel Villalva, de River. Después de una primera fase regular, la Selección se quedó afuera en octavos frente a Colombia, que le dio vuelta el partido tras ir cayendo 2-0, con dos gritos en los últimos minutos del partido. Con Batista y Brown ya definitivamente con los profesionales, en Juveniles la posta fue para Perazzo, en el Sub 20, Garré, en el Sub 17, y Julio Olarticoechea, en el Sub 15. No aparecieron los resultados ni la línea de juego anunciada y buscada desde la dialéctica. En enero, el Sub 20, con altibajos, accedió al Mundial a través del Sudamericano de Perú, le ganó al Brasil de Neymar y perdió con Uruguay. En Londres 2012 no habrá equipo argentino para intentar cosechar la tercera presea de oro en los Juegos Olímpicos. No es normal que, con diferencia de seis meses, una lista de veintiún jugadores se modifique en ocho nombres. Esto ocurrirá en Colombia con respecto al verano. Si bien en algunos casos, como el de Rogelio Funes Mori, las ausencias con por temas físicos, ahora no estarán Bruno Zuculini, Mauro Díaz, Michael Hoyos y Sergio Araujo, entre otros. Y la bandera la sostendrán Erik Lamela y Juan Iturbe, con la presión de la urgencia de una buena actuación cuando las lupas se van a multiplicar por la coyuntura. Y el Sub 17, también con chicos con buen marketing, como Leandro Paredes, a quien Borghi ya hizo debutar en Primera a fines de 2010, chocó pesadamente en el Mundial de México. Primero, sufrió un bravo trance organizativo: por las cenizas volcánicas, el equipo de Garré tuvo que viajar en micro hasta Paraguay, para luego subirse a un charter que, después de tres escalas, lo depositó 48 horas más tarde en la sede de Monterrey. Y ya en la competencia, perdió ante Francia y Japón, y terminó clasificándose como mejor tercero, aferrándose a un exiguo 2-1 ante Jamaica, y gracias a que Ruanda no pudo superar a Canadá. En la siguiente fase, casi una anécdota, empató 1-1 con Inglaterra y se despidió en los penales. “Cuando me largué como entrenador, lo hice pensando en dirigir mayores”, confesó hace poco Garré en una entrevista televisiva. Quizás allí haya una parte de la respuesta del mal paso. O, mejor dicho, las razones que explican por qué sus pupilos nunca tuvieron una fisonomía clara. Y en este ciclo mal barajado existe un símbolo de la desprolijidad, comparable al que alguna vez protagonizó Ramón Díaz con sus vástagos Emiliano y Michael en San Lorenzo. Ya con edad de Sub 18, un grupito que suele visitar AFA a modo de preparatoria para el Sub 20, Nicolás Batista, hijo del Checho, se hizo habitué en las convocatorias, provocando los susurros en los corrillos de Ezeiza. Marcador central de correcto manejo, aunque con déficit aéreo, alcanzó a ser parte de los sparrings que acompañaron a la Selección de Maradona al Mundial y se dio el lujo de marcar a un tal Messi. Hasta tuvo un accidente en una práctica, se tuvo que volver de Sudáfrica por una fractura de mandíbula, se operó y regresó al bunker sobre el final de la participación argentina. Incluso se mezcló en la preselección que derivó en la lista que partirá a Colombia. La particularidad es que, cuando empezó a ser llamado, pertenecía a San Lorenzo, pero como fue confinado a la Cuarta División luego de un rebote bastante continuo en Reserva, pidió la libertad de acción

y se mudó a Argentinos Juniors, donde volvió a estar cerca de Primera. De esa forma, también, pudo mantener las convocatorias, bajándole el tono al ruido. Quizá síntoma de la desesperación, buscando la respuesta inmediata, en el último tramo de la gestión se multiplicaron los llamados instantáneos: el debut en la elite se traducía en un test, aún de pibes que no habían pisado el césped del predio previamente, hecho por el que puede inferirse que no los tenían lo suficientemente vistos. Troglio le dio pista a Matías Laba en Argentinos, y eso le otorgó el ticket para visitar a Perazzo, algo similar ocurrió con Diego Luque, de Colón, o con Fabricio Pedrozo, de San Lorenzo, quien se quedó afuera en el corte final. Tal vez, en la reestructuración que se viene promocionando se vuelva a apuntar a profesionales con un proyecto (limpiando la palabra del desprestigio que viene sufriendo por utilizarla banalmente) serio, integral, con enlace directo con la Selección Mayor, como ocurre en Uruguay desde hace cinco años. Los resultados salen en garantía: estilo definido, semifinales en Sudáfrica y Copa América al hombro, pasaje a los Juegos Olímpicos para el Sub 20 y final en el Mundial Sub 17. Todo lo demás será un nuevo parche. U otro slogan vacío.

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Decálogo de la no final

Cuando el hincha argentino soñaba con la Copa América y con ver un despliegue de luces durante el mes de julio, seguramente no contaba con este interesante material. Quizás en este decálogo construido por nuestro convincente columnista se encuentren las voces y el pensamiento tácito de miles de fanáticos que, todos los días, anhelan lanzar una idea hacia nuestra siempre querida Selección. Por GUSTAVO LOMBARDI

GRONDONA Hablar del ya eterno presidente de la AFA y su relación con el fracaso a nivel de Selección podría demandar más que un párrafo. Me limitaré a nombrar los puntos salientes de esta última etapa: su decisión de mantener en el cargo de director de Selecciones a Carlos Bilardo, de sacar a Sergio Batista como responsable de las Juveniles y nombrarlo entrenador de la Mayor, de tirar frases durante la Copa America como “Messi no juega mal, los que están a su alrededor lo hacen”, de sugerir, para decirlo de alguna manera, la inclusión a última hora de Tevez en la lista definitiva cuando el entrenador ya lo había desestimado públicamente… Cuando la conducción es unipersonal, las consecuencias devenidas también lo son. EL SISTEMA Muchos compramos con gusto el discurso Batista: reencontrarnos con nuestra identidad, con un estilo de juego olvidado por años y redescubierto a partir del Barcelona. Lo cierto es que esa idea nunca terminó de cuajar en el plantel, y lo ocurrido dentro de la cancha

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lo ha demostrado. Un estilo así requiere principalmente dos componentes: tiempo de trabajo y piezas adecuadas. El tiempo en una Selección es escaso e intermitente. Sólo un seleccionado como el español puede ejecutar con suficiencia esta idea. Claro que el copy-paste de ocho jugadores del Barcelona sobre once le simplifica mucho la tarea a Del Bosque. Si hablamos de piezas, sólo Messi “siente” como naturales estas ideas. Y Gago fue el único que parecía entender también el acertijo, pero su falta de partidos en estos últimos tiempos terminó condenándolo. El resto pareció forzado e incómodo en este engranaje. Piezas de excelente calidad pero incompatibles para este sistema operativo versión Batista. LA LOCALÍA El torneo argentino nos sirve de muestra para entender lo que significa hoy jugar de local para nuestros futbolistas. La mayoría de los equipos de Primera perdieron más partidos de los que ganaron jugando en su propio estadio y con su propia gente. Cuando un equipo no está seguro, no está convencido de sus propias ideas; para peor, cuando los resultados no se dan, jugar de local es un arma de doble

filo. Este equipo tenía la doble tarea de convencerse y convencer. Tenía una idea de juego que requería tiempo y paciencia para elaborar un resultado. Los jugadores lo sabían y el publico también, pero la ansiedad pudo más. Fueron los propios protagonistas los que perdieron primero la tranquilidad. Aquella idea original de trasladar pausadamente la pelota de banda a banda hasta encontrar un resquicio duró apenas 5 minutos. La empalagosa marca boliviana desbordó los ánimos y el primer pelotazo no fue más que el comienzo del final. Los murmullos, silbidos, insultos y gritos que acompañaron la mayoría de los partidos de la Selección fueron una consecuencia lógica de lo que se reflejaba desde adentro del campo. LOS CENTRALES Desde que Roberto Ayala dejó la Selección, no se logró una sucesión a la altura de lo que esa estirpe de jugadores que se ponían “la 6” o “la 2” en sus espaldas. Perfumo en los ‘60, Passarella en los ‘70, Ruggeri en los ‘80, el Ratón en los ‘90 y, a partir de allí, la desolación en el medio de la defensa. De los dos centrales de esta Copa, Burdisso es el que, con poco, terminó aprobando. Aunque la cantidad de faltas cometidas, no sólo en el partido contra Uruguay, sino a lo largo de todo el torneo, demostraron una falta de autocorrección alarmante. Lo de Milito


estuvo muy por debajo del nivel exigido en una Selección. Sus 947 minutos jugados en la última temporada (equivalente a 10,5 partidos) lo eximen de una crítica despiadada. Nunca un jugador dirá que no está para jugar, es responsabilidad del entrenador buscar a los más calificados. LOS LATERALES Un capítulo destacado dentro de ese manual Kapelusz en el que se ha transformado el Barcelona es la importancia de los laterales. Que los laterales pasen con criterio de tiempo y espacio al ataque les otorga a los creadores del juego distintas posibilidades fundamentales para el desarrollo de esta idea. La escalada veloz (de lo contrario pierde utilidad), pegada a la línea de cal, se traduce en descarga y circulación “ancha” de la pelota y obliga a los mediocampistas rivales a trasladarse hacia los costados para cubrirlos, lo que genera grietas en esos sistemas defensivos cerrados de mitad de cancha. Me dirán que el Barcelona tiene a los mejores. Y es cierto. Pero España tiene a Sergio Ramos, un central devenido en lateral que con escaso manejo, pero con velocidad y gran convicción, le aporta lo necesario para que el sistema siga funcionando. LOS MEDIOCAMPISTAS Mascherano es la oveja negra de esta familia. El único con características para recuperar la pelota. Como el sistema también falla a la hora de la recuperación (recordemos que el Barcelona defiende casi tan bien como ataca), jamás el capitán estuvo en duda. Solitario en esa tarea, lo hace como puede y casi siempre bien. Cambiasso y Banega estuvieron lejos de entender el papel que les tocaba interpretar. Confundieron coprotagonizar el medio de la cancha con Messi con un papel de reparto, casi de extras, con un par de líneas para decir en toda la película. Jugar “para Messi” significa acompañarlo hombro a hombro a la hora de crear, no buscarlo desesperadamente en cada jugada y, al encontrarlo, desentenderse hasta la próxima escena. Así, los rivales entienden rápidamente que el único que les puede

traer peligro es el chiquitito, lo marcan entre tres y fin de la historia. EL NUEVE SIN GOL Higuaín, junto con Messi y Agüero –de a ratos–, fue de lo mejor de esta Selección. Al igual que el Kun tuvo que esperar en el banco su oportunidad para demostrarlo. Y, al igual que en la era Maradona, cuando entró, ya nadie pensó en sacarlo. Como verdadero 9 de área que es, generó gran cantidad de opciones. Sabe a la perfección leer los momentos que cada jugada tiene: cuando es tiempo de una diagonal, cuando es tiempo de retroceder y pivotear, cuando es al primer palo y cuando al segundo. Se adapta a todo tipo de esquema y a diferentes estilos de compañeros. Hizo todo bien, excepto el gol. Y un 9 sin gol es un problema. Un problema para él, pero principalmente para el equipo. Nada para reprocharse, nada para reprocharle. LOS EXTREMOS Agüero fue el único que rindió, partiendo desde esa posición. No sólo por los goles, sino por comprender y encontrar el equilibrio que requiere ese lugar de la cancha para entrar y salir de cada jugada. Abrir bien la cancha, pasar casi inadvertido por momentos para, de repente, entrar en el circuito de juego a partir de los ¾ del campo, dando opciones de pase para los que llegan con la pelota dominada. Lavezzi hizo muy bien lo primero, ensanchó el ataque casi siempre por la derecha, jugando bien pegado a la línea de costado, pero pocas veces pudo pasar a la segunda fase, conectarse al equipo cuando atacaba. De a ratos pareció olvidado en aquel costado. Tevez no es extremo. Lo sabíamos todos, pero él se encargo de remarcarlo. No se siente cómodo si no juega de 9. Y se notó mucho. Di María pasó por todo. Era titular, pero horas antes de comenzar fue suplente; era extremo, pero terminó rindiendo mejor de volante

por la izquierda. Un ejemplo claro de lo que fue esta Selección. TEVEZ Carlitos es 9 o no es nada. Carlitos necesita que su equipo juegue para él. Carlitos tiene que ser el referente, el capitán. Carlitos, para ser Tevez, necesita ser Messi. O por lo menos tener los beneficios que Batista le entregó a Lio. Y esos beneficios son únicos e intransferibles. Hoy son de Messi y de nadie más. No sé si está bien que un entrenador haga esas diferencias con un solo jugador, pero de lo que sí estoy seguro es de que no las pude tener con dos al mismo tiempo. Batista lo sabía, y por eso Tevez estaba afuera. Después, lo que ya sabemos: Tevez sin beneficios destruye más de lo que construye, adentro y afuera de la cancha. MESSI A los jugadores: olvídense de Messi. Más que un consejo, es un ruego. Olvídense de la Pulga y jueguen. No para Messi. Para el equipo. El Messi del Barcelona es uno más. La onceava parte de un equipo con grandes figuras, que no juegan para él, sino con él. Cuando alguien afirma que se arma un equipo “para la Pulga”, no hay que hacer otra cosa que lamentarse. Porque ése es, precisamente, el error. Y quedó demostrado en esta Copa América. Más allá de las diferencias técnicas que existen, mientras los argentinos tenían la consigna de “agarrar la pelota y dársela a Messi”, los españoles cargan con la misión de “agarrar la pelota e ir para adelante”, generar en el adversario preocupación, llevarse la marca y dejar libre a Messi para que, cerca del área rival, pueda hacer la diferencia. Por eso, hay que olvidarse un poco de Messi. Es el mejor jugador del mundo, pero los tiempos cambiaron y una persona por sí sola ya no hace la diferencia.

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Canción del elegido

Contra quienes llama “la patria dinamitera” se pronuncia nuestro defensor número uno de Messi. Luego del Mundial, luego del culebrón Batista, luego de los silbidos y las puteadas, luego del hombre que no cantaba el himno, luego de tantas cosas, aquí van unas líneas al mejor estilo de un muchacho de arrabal: lo bancamos a Messi, ¿Y qué? Por PABLO DE BIASE Fotos PHOTOGAMMA.COM

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan, para que no las puedas convertir en cristal. Ojalá que la lluvia deje de ser el milagro que baja por tu cuerpo, ojalá que el deseo se vaya tras de ti, ojalá que la tierra no te bese los pasos. SILVIO RODRÍGUEZ El poeta y cantor cubano no pensó, seguramente, en el fútbol hasta que Maradona se volvió un abanderado del régimen castrista y huésped ilustre de la patria de Martí, pero sus palabras parecen siempre apropiadas si uno las busca en el rincón adecuado. Los hombres que alguna vez parecieron tener alas suelen terminar, más temprano que tarde, en el desencanto, podría parodiar a Silvio con aire tanguero, para ser impiadoso, por ejemplo, con Diego. ¡Pero no! Porque más allá de nuestras propias frustraciones –y su tentación desbocada, la de Diego, de soltar la fiera frente a cuanto micrófono le pongan delante–, Maradona, con su barba de abuelo y las vacaciones cada vez más largas que parece haberle dado al héroe que hubo en él y lo siguió acosando durante tanto tiempo, nos devuelve, muchas veces, las palabras que muchos no quieren oír. Por ejemplo, cuando habla de Messi.

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Lio Messi está en pleno despegue, aunque algunos viejos egresados de la escuela de periodismo de la calle Rodríguez Peña y un par de hinchas biliosos digan lo contrario, contra toda evidencia y la opinión unánime de los dos mil millones de futboleros del mundo. Con tanta ligereza logra volar Messi, que sus movimientos encandilan. Por eso hay quienes prefieren, como el poeta Silvio Rodríguez, recordar la belleza que irradian esos pocos elegidos en el momento preciso, teorizarla, volverla palabra o canción antes que contemplarla sin mediaciones. “Ojalá pase algo que te borre de pronto”, le canta, le grita, le ruega Rodríguez a su elegido (a lo mejor, hoy un viejo sargento que quedó de mercenario en Angola, en los años ‘70, en la lucha por los diamantes del antiguo Congo). Diego Maradona, el elegido entre los elegidos, en cambio, no necesita explicar la belleza, simplemente la contempla sin miedo a enceguecerse. A diferencia de Silvio Rodríguez, que lamenta no encontrar la palabra perfecta para los elegidos, el periodismo deportivo vernáculo, cuya síntesis más “tragicómica y grotesca” podría ser el programa freak del mediodía que emite TyC Sports, en el que están el querido Horacio Pagani, Alejandro Fabbri y un conjunto de sujetos que intenta hilvanar argumentaciones imposibles pero le gritan (con palabras más

tabloneras), horrorizados, a Messi: “ojalá por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto, para no verte siempre, en todos los segundos”. Con las manos enrojecidas de haber aplaudido a Batistuta y los ojos cansados de la colección en VHS de los mejores goles de Francescoli, estos muchachos ensayan explicaciones psicológicas para no enfrentar lo indiscutible. Así, con sus limitaciones y rusticidades a cuestas (exhibidas, eso sí, con desparpajo), interrogan al corazón de la noche larga de un set de TV: “¿cómo vamos a hablar en serio de un 10 de la Selección que no canta el himno”. “No puedo creer a los boludos que lo matan”, pareció responderles Diego, el mismo que ungió a Messi como heredero al confiarle la camiseta número 10 en el Mundial de Sudáfrica.

Manual pocket de zonceras criollas La Selección no pasó los cuartos de final por una serie de razones futbolísticas, de conducción (de falta de ella en el banco de suplentes; de exceso en el sillón de la presidencia de AFA), de mala leche (falta de “suerte” y, simultáneamente, exceso de “maldad” en los puntapiés de los orientales a las canillas de nuestros muchachos) o de lo que se prefiera destacar. La objetividad de la eliminación



no habilita, sin embargo, a caerle con el hacha al crack como hacen los niños desilusionados cuando se pelean con Dios o con Patoruzito. “No canta el himno, no lo sabe”. “Decime qué hizo, sólo juega en el Barcelona”. “Además de eludir a cinco rivales cada vez que fue preciso, y darles dos o tres asistencias a Agüero, Tevez, Higuaín, Zabaleta, Di María, Pastore o Zanetti, qué…”. La lista es larga; la imbecilidad implícita, ilimitada. Son las nuevas zonceras del fútbol, ¿o alguien en su sano juicio duda de que un jugador con el talento de Messi (rutilante en el rutilante Barsa, más opaco en la opaca Selección, pero siempre de brillante para arriba) es lo mejor que le pasó a la Selección después de Maradona? Algunos periodistas y algunos hinchas argentinos, empero, vaya a saber uno por qué berretín de diferenciarse, no ven lo que a cientos de millones de personas les parece obvio. Prefieren hablar de su “exilio interior”, de su “argentinidad conflictiva” y bucear en cuanta psicología barata tengan a mano. Es la única forma de “rellenar” una argumentación deficiente. Así, Messi puede ser un desastre, una pálida sombra de lo que es en el Barcelona, un niño pobre resentido con la Argentina que no le permitió desarrollarse como deportista, un “gil” que mira al sudeste… Miles de palabras, pero pocos argumentos futbolísticos. Hagamos un ejercicio, si no. Imaginemos que el pase con un guante que le puso Messi a Higuaín contra Uruguay fue obra de Riquelme, digamos, o de Pastore. Imaginemos qué dirían los mismos que vociferan sin ruborizarse acerca de Messi: “sólo dio un par de pases”. Tanto dulce de leche en los parlantes llamaría a confusiones.

El diván es para el Checho La argentinidad conflictiva de Messi puede ser un lindo tema para que debatan Horacio González y otros amigos nacionales y populares; Beatriz Sarlo, Marcos Aguinis y muchas otras fotos de La Nación, Fernández Moores también, por qué no; la gente con “lustre” de la TV

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Pública y tantos (¿ex?) colegas que se han convertido en lo que en el siglo XIX se conocía como publicistas políticos que trabajan en Clarín o alguno de sus satélites. Obviamente, tan jugosas mesas de debate deberán aguardar a que se restaure el periodismo, ya que las prácticas hooliganescas parecen simples e inocentes juegos de muchachos frente a la “suciedad realista” de los medios de hoy. Pobre Lio, a falta de un Menotti joven y emprendedor o de un Bilardo obsesionado con la gloria, sólo cuenta con un Bilardo que va y viene del planeta Selección como un personaje extraviado de otra obra y otro tiempo, sin el menor atisbo de algo parecido a una explicación de qué demonios hace en las selecciones nacionales (¿asesorar, espiar para Grondona, asesorar y espiar para Grondona, espiar para Grondona disfrazado de investigador privado con piloto y chambergo?). Y a la falta de un técnico brillante en su mejor momento (Guardiola lo es, ciertamente, pero me refería al equipo nacional), le faltan las tapas sobre su ontología, que la patria mediática le hubiera prodigado en tiempos políticos y sociales menos definitorios para las relaciones de poder futuras. Ante este panorama, y las recomendaciones que se le hacen a Messi de resolver en un diván de psicoanalista un conflicto que nunca dijo tener, lo único que queda claro es que quien recurrirá pronto a un diván será el Checho Batista. Un diván que quizá también le sirva para buscar el insight de los dramas de su infancia si es guiado por un buen terapeuta, por qué no, pero cuya principal función será la de servir de cómodo asiento para instalarse frente a un led y ver a la Selección en las Eliminatorias del Mundial 2014.

La canción del cisne (Messi no es un holograma) Por supuesto, Messi fue un patito feo. Un patito feo al que su club (Newell´s) y luego River le negaron la inversión de unos dólares para el complejo de vitaminas y drogas del crecimiento que necesitaba para su desarrollo como deportista de elite. Lo hizo el Barcelona, en una

historia conocida pero poco explotada como historia (imaginar los libros y suplementos especiales que hubiera provocado en otra época no es un ejercicio difícil para quienes ya no peinamos ni canas). Parecería que Messi fuese un holograma, un jugador de la PlayStation, una figurita española. Esta construcción, en la cual los medios, los imbéciles e ignorantes que trabajamos en ellos y cierta fantasía popular de sustitución (como si existiese una sospecha general nunca expresada de que, si halagamos mucho a Messi, el mundo se dará cuenta de que en realidad no es argentino y nos lo quitará) parecen operar en simultáneo, contribuyen a generar ese velo entre Messi y los hinchas; un dilema más liviano que el de Matrix pero dilema al fin. Por supuesto, reconocer un héroe moderno de la pelota, un elegido, no significa un pasaporte inmediato al tercer título mundial, pero ayuda mucho. La respuesta pasa por el fútbol con el que se lo acompaña, del proyecto del que forma parte y de quién lo conduce, seguramente, y no por convocar a sus mejores amigos a la Selección ni oficiar de juguetona institutriz del niño Lio, intentando hablar con acento catalán para que no extrañe Barcelona. Es que Messi hace mucho se convirtió en cisne. Es un jugador ciento por ciento de nueva generación, un delantero con un dribbling como el de Bochini, pero 60 kilómetros por hora más veloz, lo que le da, precisamente, esa sensación de que flota con la pelota por entre los rivales. Un jugador que, como ninguno en actividad, convierte un rebote en sí mismo en un posicionamiento envidiable para encarar al área. Resumiendo, resuelve en un segundo lo que a Garrincha le llevaba cinco minutos, a Pelé treinta segundos y a Maradona, diez. Flotando en un mar de piernas rivales, en un segundo escaso, entonces, resuelve entre: a) sacarse cuatro rivales de encima en un metro cuadrado y patear al segundo palo; b) dar un tacazo suave para que Zabaleta se vaya al fondo de la raya; c) tirar un pase de gol milimétrico, chanfleado y con la suavidad justa para el ingreso en diagonal de Agüero o


Higuaín. Todo, además, con elevadísimos niveles de eficacia. Es así, Messi es el único cisne genuino que tenemos. Alguna gallareta excedida de peso persiguiendo patitos no tan feos nos pudo llamar a engaño. Pero una cosa es ser un “jugador del pueblo” y otra ser un crack. La Copa América lo dejó bien en claro.

La patria dinamitera El debate sobre la ontología de Lio se cruza con otro: cuál es la medida exacta de la realidad de la Selección: ¿La del fútbol argentino? ¿La del resumen de goles sudamericanos en las grandes ligas? ¿La de los recuerdos de Kempes y Maradona, de Menotti, Bilardo y Bielsa? Probablemente, un poco de todo, porque la reali-

dad de una Selección se construye. Y si se cuenta con el jugador al que la inmensa mayoría del mundo considera el mejor del mundo, las cosas deberían resultar más sencillas. Pero si las cosas resultan sencillas, habrá que buscar buenas historias y pensar argumentos. No se podrá pedir, cada dos minutos, que un jugador explote. Lo que, ciertamente, sería saludable. Y decente. Las metáforas dinamiteras hablan muy mal de quien las usa, pero la recurrencia pornográfica a las mismas debería hacer que el que hablara fuera el profesional de la salud mental a cargo, porque pedirle que “explote” a un jugador que ganó dos veces consecutivas el Balón de Oro, fue goleador en finales de Champions League que ganó para su equipo y hace que el bote averiado del ataque argentino parez-

ca una delantera razonablemente eficaz es una canallada cínica o bien pura locura y cretinismo. Como bien se sorprendió Diego: “¿cuánto hace que fue la final de la Champions League? ¿Un mes y medio, dos? ¿No era Messi el mejor jugador de toda la historia y estábamos todos de acuerdo? ¿Y hoy es el peor jugador que tenemos en la cancha?”. A lo mejor no está mal eso de desear explosiones en el fútbol. Pero no de cracks consagrados o de juveniles promisorios. Mejor, pedir que exploten Grondona, Comparada, Aguilar, Passarella, algunos relatores y comentaristas públicos y privados. La lista es muy larga y, como dice Silvio Rodríguez, “lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”. Por eso, Lio: ojalá que la cancha no te bese los pasos.

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Patapúfete

Cada tanto, en el fútbol ser local suele ser una desgracia. La eliminación argentina y el regreso tempranero de Brasil en la reciente Copa América dejaron algunas reflexiones futboleras y algunos “desarchivos” históricos. No es la primera vez que los dos favoritos del sur del continente se quedan juntos en el camino. Buscando antecedentes, encontramos estas perlas. Por ALEJANDRO FABBRI

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l veterano reportero y entrenador brasileño Joao Saldanha bajó las escaleras del Estadio Córdoba, alcanzó la puerta principal y allí nomás fue rodeado por una nube de periodistas con grabadores y micrófonos. Su amado Brasil había sido aplastado por Chile con un humillante 4-0 y se marchaba eliminado de la Copa América de 1987 sin llegar a las semifinales. El festival trasandino lo ejecutaron Ivo Basay y Juan Carlos Letelier, con dos goles cada uno. Era 3 de julio y hacía un frío penetrante. Saldanha esperó que se acomodara, a los codazos, el último camarógrafo y, delante de los micrófonos, como si fuera un presidente o una autoridad respetada (que lo era, sin duda), señaló: “éste es un equipo de boludos. Si yo armo una Selección con jugadores buscados en las calles de Finlandia, también le ganarán a Brasil”. Dicho esto, decidió caminar y alejarse con sus colaboradores hacia el auto que lo había traído al estadio. Saldanha ejemplificó en su aceptable castellano el papelón brasileño, algo absolutamente impensado porque en aquel equipo estaban Ricardo Rocha, Nelsinho, Müller, Careca, Dunga, Silas y Romario. El quinto puesto para Brasil, en la óptica de Saldanha, era una vergüenza mayor. Tenía razones para creerlo, y su palabra era muy requerida: el propio Joao Saldanha había formado el mejor 38 UN CAÑO | AGOSTO 2011

equipo brasileño de todos los tiempos, aquel campeón de 1970 del Mundial de México, y también fue él quien había sido borrado de la dirección técnica por orden directa del dictador Garrastazu Medici, ya que Saldanha era afiliado al Partido Comunista y, además, se había negado a incluir en el plantel al delantero Darío Maravilla, una debilidad del hombre que dominaba el país. En esa Copa América de 1987, la Argentina de Carlos Bilardo llegaba con el título mundial de 1986 en el bolsillo y un equipo donde las figuras de México se mechaban con nuevos experimentos del Narigón. Junto a Brown, Cuciuffo, Ruggeri, Giusti, Batista y Maradona aparecían Percudani, Funes, Hernán Díaz y el arquero Luis Islas. El equipo nunca funcionó: ganó el grupo al empatar 1-1

con Perú y superar por 3-0 a Ecuador. Ya en semifinales, Uruguay lo venció por 1-0 con gol de Antonio Alzamendi, y en la disputa por el tercer puesto, Colombia lo batió por 2-1 en medio de la niebla, en la cancha de River. Un muy flojo cuarto puesto, con una victoria, un empate y dos caídas. Era el Campeón Mundial y a nadie le cayó bien la campaña. Curiosamente, fue el último papelón conjunto de argentinos y brasileños. A los vecinos de camiseta amarilla les tocó organizar el torneo de 1989, y lo ganaron de punta a punta. Argentina finalizó tercera, pero marcó dos goles en siete partidos, ambos por gestión de Claudio Caniggia, mostrando una anemia ofensiva gigantesca. Después llegaron el Coco Basile y la doble corona de 1991 y 1993. En 1995 la final fue entre uruguayos y

La Copa América quizás sea un anuncio de lo difíciles que serán las Eliminatorias, donde la Argentina viene decreciendo en su cosecha de puntos.


brasileños, ganada por los orientales por tiros penales, y en 1997 el cuadro de Ronaldo aplastó a todos sus rivales, a pesar de la altura de La Paz. Brasil repitió en 1999, goleando por 3-0 a Uruguay en la final, en aquel torneo donde Martín Palermo erró los tres penales argentinos en el partido contra Colombia. El 2001, con la ausencia argentina por los problemas en Colombia, tuvo un torneo con muchos invitados. Uno fue Honduras, que causó conmoción al eliminar a Brasil por 2-0 y dejarlo fuera de las semifinales. El torneo lo ganó Colombia, y los simpáticos hondureños fueron terceros, tras vencer por penales a Uruguay. Los hondureños habían sido invitados de apuro, para cubrir el agujero que dejaba la ausencia argentina, alegando razones de seguridad, tras el secuestro del presidente de la Federación Colombiana, Hernán Mejía Campuzano, luego liberado.

A partir de allí, hubo finales entre Argentina y Brasil en 2004 (empate en 2 y triunfo brasileño por penales) y victoria contundente del Scracht por 3-0 en Venezuela 2007. Detalle curioso: todas las veces que Brasil fue eliminado en cuartos de finales, fue campeón mundial en la Copa siguiente. Le pasó en 1993, cuando la Argentina lo superó por tiros penales (6-5) y ganó el torneo de Estados Unidos de 1994, rompiendo la sequía de 24 años. Cuando perdieron con los hondureños y no pudieron llegar a las semifinales, los brasileños respondieron ganando el Mundial de 2002, al año siguiente. Ahora, afuera de Argentina 2011 por penales contra los paraguayos, Brasil sueña con el título en 2014. En los años anteriores del viejo torneo sudamericano, iniciado en 1916, no hay antecedentes que ubiquen a la Argentina y a Brasil fuera de los primeros cuatro lugares en la participación en

ese tipo de campeonatos. Es que los dos grandes del fútbol sudamericano habían organizado diez torneos entre ambos (seis la Argentina y cuatro Brasil) y siempre habían ganado el campeonato. A los brasileños les tocará de nuevo en 2015, un año después de la Copa del Mundo. En cambio, la Argentina resignó por segunda vez consecutiva un triunfo como local. La primera fue ante los uruguayos, en 1987, y ahora ni siquiera pudo situarse entre los cuatro primeros. Quizás sea un anuncio de lo difíciles que serán las Eliminatorias, donde la Argentina viene decreciendo en su cosecha de puntos: a los 43 inalcanzables que consiguió con Marcelo Bielsa, siguieron los 34 que cosecharon entre Bielsa y Pekerman y, finalmente, los escuálidos 28 que logró la Selección bajo las conducciones de Basile y Maradona. Cada vez peor… Se abre un gran signo de interrogación para el futuro.

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La historia eligió celeste

Las virtudes del Uruguay campeón de América parecen de las más sencillas. Si se trata de imitar modelos, quizás convenga empezar por la decisión de acomodar las ideas con prolijidad. La presencia de Suárez, además, se convirtió en un elemento decisivo en los últimos logros. Por FERNANDO PACINI Fotos PHOTOGAMMA.COM

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l fútbol español comprendió alguna vez que “la furia” estaba vencida. Cuando la propaganda y las frases de fácil digestión se vuelven nocivas, la respuesta que la Historia debe preparar para no interrumpir la evolución es redireccionar la pasión hacia un nuevo modelo. España enterró a “la furia”. Uruguay no sepultó su tradicional “garra charrúa”, pero le devolvió el centro al fútbol. Las repetidas angustias en las Eliminatorias y las penas de los repechajes no fueron en vano. Alcanzó con planificar lo mínimo e indispensable. La prolijidad a la cabeza, para una nueva era que, además, incluye al fútbol juvenil. La habitual discreción uruguaya tiene una digno representante en el Maestro Tabárez. Y su equipo se le parece: austero y sabio. Resumir las virtudes del campeón de América hasta parece sencillo. La Selección uruguaya juega con frescura y disposición, es sólida y contundente. Jorge Da Silveira, periodista uruguayo de extensa trayectoria, ubica al grupo en primer lugar: “es un grupo de amigos, con un líder positivo fabuloso como Diego Lugano”. Y agrega: “hay algunos muy buenos jugadores y un entrenador competente”.

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Apenas uno intenta descubrir de qué se trata esta Selección, lo primero con lo que se topa es con que “la pasan muy bien”, por encima de cualquier otro rasgo. Esa atmósfera provoca, más tarde, la soltura con la que juega. No es fácil confirmar candidaturas, y este equipo lo hizo. Llegó como candidato y se fue campeón. Hace unos días, Manu Ginóbili decía del equipo argentino de básquet Sub- 19, semifinalista del Mundial de la categoría: “vi altruismo, esfuerzo, compañerismo… Son bases invaluables de la Selección”. La frase se aplica perfectamente a la Celeste. Ese combustible impulsa todo lo demás: alimenta a Suárez, le da paciencia a Forlán, seguridad a Muslera, oxígeno a Álvaro González, convocatorias a Abreu… Así funciona el círculo virtuoso de un equipo que antes de ser equipo es plantel.

Uruguay explota su excelencia y asocia a todos para ocultar sus flaquezas. Conseguir que ningún futbolista haya estado por debajo de su actualidad es un logro mayúsculo. Todavía mejor: algunos estuvieron por encima de sus niveles habituales. Cualquier entrenador aspira a ese objetivo que, con naturalidad, consiguió Uruguay. La Copa América no se distinguió por la audacia, la creación y la ofensividad. La Argentina y Brasil quedaron en amagos, mientras que Chile –el más osado de todos– tropezó injustamente. El Paraguay del Tata Martino, que siempre tuvo como rasgo sobresaliente la presión, se quedó sin reservas físicas. Aún así, al límite de sus fuerzas y sin los recursos habituales, alcanzó la final. Uruguay fue estable de principio a fin. Se sobrepuso a los altibajos y se valió de sus mejores herramientas para competir con decisión.

“Es un grupo de amigos, con un líder positivo fabuloso como Diego Lugano” (Jorge Da Silveira, periodista uruguayo).


La mezcla de oficio y juventud también resultó satisfactoria. Coates, por ejemplo, tiene muchas posibilidades de crecer mejor si a su lado está Lugano. Abel Hernández y Lodeiro se afianzarán mejor jugando con Forlán, con Suárez, con Cavani… Cáceres y Maxi Pereira cerraron sus laterales. Salvo con Messi en el primer tiempo en Santa Fe, no concedieron espacios jamás. Entre otras cosas, porque “los Álvaros” (Pereyra y González) atacaban y defendían con igual intensidad. Ausente Cavani en la mayor parte del torneo, Tabárez eligió reemplazarlo con simetría. Las parcelas estuvieron bien ocupadas. Y la tarea de esos mediocampistas externos, capacitados para un largo recorrido, acentuó la consistencia. Fue un equipo ajustado para contraatacar ante algunos rivales (la Argentina o Chile), pero también calibrado para protagonizar. En la final, su dominio nunca estuvo en discusión, y el resultado tampoco estuvo en riesgo, aún en los momentos en los que Paraguay emparejó el trámite. El salto de calidad, a lo largo de toda la Copa, lo dio Luis Suárez. Desde hace tiempo, es un delantero total. La cantidad de recursos que posee lo definen como un futbolista de elite. Potente, competitivo, veloz, astuto para jugar al espacio, con buena técnica en velocidad, definición y cabezazo aceptable. No descansa un instante. No se autoriza recreos ni lagunas. Puede jugar mejor o peor, pero su presencia en el juego está siempre garantizada. Uruguay es un equipo directo por definición. La capacidad de elaboración se descubre en el mediocampo, y ahí tiene futbolistas aptos para el pase sencillo y la transición, pero no tiene 10. A veces, retrocede Forlán a oficiar como tal, pero el vacío puede notarse si las posesiones son demasiado largas. En cambio, es un

mediocampo que presiona muy bien y que se despliega a toda velocidad. Recuperado el balón, allá salen Pereyra y González por los costados, mientras los atacantes se mueven tanto y tan bien que no dejan más referencias que sus rastros. ¿Por qué reclamarle más tenencia de pelota a un equipo que tiene buena calidad ofensiva aún sin tanta elaboración? Dice Sergio Markarián que lo de Uruguay es extraordinario, que el fútbol

es de los productos más rentables de su país porque produce siempre grandes jugadores a bajo costo de inversión. Cierto. Un país de 3.300.000 habitantes produjo, y sigue produciendo, jugadores y equipos como si la Historia los hubiera elegido para el milagro. La competitividad del fútbol uruguayo es sencillamente emocionante. Esta Copa América lo confirma. Hoy, Uruguay tiene su fútbol a pleno sol, sin sombras.

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Cuando digo futuro

“Les convido a creerme”, habrá dicho Sergio Markarián cuando tomó el mando de la Selección peruana. El DT juntó las buenas semillas del valle y Perú terminó tercero en la Copa América, aunque su técnico sólo parece obstinarse en mirar hacia adelante. Por PABLO CHEB TERRAB

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ergio Markarián no es peruano. Tampoco estaba trabajando en Perú cuando lo designaron entrenador del seleccionado de ese país. Es más: desde que dirigió Sporting Cristal, en 1997, el DT pasó por Grecia, Paraguay, México, Chile y su natal Uruguay. Sin embargo, fue el elegido para llevar adelante un proyecto que tiene como meta el ingreso al Mundial de Brasil en 2014. En la Copa América que pasó, lo primero que hizo el técnico fue sacarse presión de encima: aseguró que el objetivo eran las Eliminatorias y forjó a un equipo rudo, áspero, cerrado y peleador que tuvo un valor fijo como virtud, la solidaridad. Terminó en el podio. Antes del torneo, Perú había disputado diez partidos amistosos. Perdió solamente uno, ante Panamá. En siete de esos diez encuentros no había recibido goles: orden y progreso. El único hombre que marcó durante esos partidos y jugó la Copa fue un tal Paolo Guerrero (¿les suena?), que metió su único tanto precampeonato en el minuto 89 del último duelo de preparación. Ante la ausencia de dos nombres pesados como Farfán y Pizarro, Guerrero explotó y Markarián supo aprovecharlo al máximo. El uruguayo logró parar en cancha un equipo corto, con escasa distancia entre líneas, convencido de que la presión constante en defensa era un arma fundamental para el contragolpe y de que el contragolpe era su mejor herramienta para el gol. Los jugadores, sin lucimientos pero con buen pie, ejecutaron hasta lograr un rendimiento estable, a pesar de la infinidad de cambios de esquema y de piezas que propuso el entrenador. Es imposible obviar este factor. El DT nunca repitió equipo de un partido a otro, ni tampoco usó el mismo esquema. Más bien pareció acomodarse a cada rival y a lo que iba descubriendo en sus propios jugadores con el pasar del torneo. Perú jugó con cuatro y

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con cinco defensores, con un volante tapón y con doble cinco, con uno y con dos delanteros… Siempre proyectó a sus laterales, siempre aprovechó las bandas con algún corredor. Mientras lo acusaban de “ratonear” y él explotaba en una conferencia de prensa, el equipo iba acomodándose a un propósito e iba ganando en confianza. La rotación de jugadores también resultó innegable, y se alineó perfectamente con las declaraciones de inicio: pensar en lo que vendría después, más allá de la Copa. De los veintidós jugadores del plantel, veintidós tuvieron al menos un partido en cancha. Solamente quedó sin ingresar el tercer arquero. El equipo arrancó el torneo sin Vargas ni Chiroque, que terminaron siendo hombres muy importantes en el funcionamiento colectivo, y con Lobatón perpetuamente en el banco pese a su evidente influencia en el juego cada vez que entraba. De hecho, cuando Lobatón marcó el gol que abrió el partido ante Colombia, en el primer tiempo suplementario de los cuartos de final, el DT se adjudicó el poroto, en lugar de dar la razón a los que pedían su ingreso de arranque: “yo sabía cuándo usarlo”. Probablemente esa aclaración fuera dirigida a su edad y a su rendimiento físico. Hay que ver si Lobatón, con 31 años, podría haber generado el desequilibrio que logró tras cien minutos de juego en caso de haber entrado como titular. Perú, en lugar de contratar a un DT, contrató a un docente: sólo trajo a la Argentina a cuatro jugadores mayores de 27 años. Y apenas a ocho que militaban fuera de Perú. Cuando logró el tercer puesto, Markarián volvió a ser coherente con sus declaraciones: “no hemos ganado nada, pero estamos felices porque jugamos seis partidos y les dimos experiencia a muchos jóvenes”. Perú rindió sin lucir. Pero entiende que es sólo el principio.


Entre mimos y desconfianzas

Desde Córdoba, rebotan los sentimientos que despertó la última Copa América, reflejados por quienes tuvieron la suerte de ver el único triunfo de la Selección. Adviertan con lo poco que nos conformamos. Se dijo mucho del aliento del público cordobés. ¿Fue tan así? Veamos qué opina nuestro hombre en aquellas tierras. Por OSVALDO ALFREDO WEHBE

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stá muy lindo el Kempes. Ese estadio que vio ganar a la Argentina por única vez en la Copa América, que para el equipo del Checho se terminó pronto. No es verdad que el público cordobés haya sido más bueno con la Selección que en otras ciudades. Lo que ocurrió es que allí Argentina ganó, hizo tres goles y clasificó a cuartos después de muy flojas actuaciones ante Bolivia y Colombia. ¿O algún cañero puede creer que si los nuestros terminaban el primer tiempo ante Costa Rica sin el gol de Agüero la respuesta de la gente hubiera sido igual? No, para nada. La Copa que se jugó con “personasTicketek” en las gradas tenía muy pocos hinchas de fútbol capaces de saltar y cantar que cueste lo que cueste esta noche tenemos que ganar. Aplausos y el “vamos, vamos Argentina” con viento a favor un rato y silencios permanentes, cortados con uno que otro silbido, si la mano no venía bien. Pero hay más: el Kempes recuperó visión para el espectador de la popular: sensacional noticia. Jamás conocí a una persona que me contara un gol hecho en el arco Sur del Chateau Carreras si estaba en la popular Norte y viceversa. Messi se sintió mimado en Córdoba. Jugó bien, como siempre, y el equipo goleó. Pero aún en el Kempes, donde todo fue fiesta, la estadía, en la cancha y fuera de ella, de la Selección se pareció mucho a un témpano con vida cuya frialdad no le permite acercarse a la gente a saludar en el hotel y tampoco jugar en la cancha

con esa pasión de potrero que siempre marcó diferencias entre los jugadores argentinos y los de otras partes del mundo. No pido que Argentina se vaya eliminada de la Copa a las patadas y cubierta de histeria contra el árbitro u otro que ande cerca, pero no me gusta que parezca que haya perdido Suiza. Sin rebelión no hay gestas. Sin caudillos no hay guías hacia esa sublevación. La Selección fue mimada en el Kempes porque ganó. Pero en la esencia, el espíritu insurrecto del cordobés medio (el que seguramente no estaba en la cancha) no invitaría a ninguno de estos jugadores, ni a su técnico y mucho menos a la dirigencia, a una barricada en contra del sistema. Y hay más: el Kempes tuvo la visita de Mario Kempes. El Matador pisó el te-

rreno solo, sin compañía. No precisaba protocolos ni chupamedias. No había a su alrededor ni un fantoche de la CONMEBOL ni de la AFA. Como cuando estaba en el área, melena al viento... Él y la pelota, y la mirada en el arco rival. La Copa América anduvo por Córdoba. Tres goles albicelestes y no mucho más. Brasileños, colombianos, paraguayos, ecuatorianos y peruanos anduvieron por las calles y se asombraron por tanto cuarteto y tantos candidatos a gobernar la provincia. No mucho fútbol. El Kempes vio pasar la Copa, le tiró un beso, pero me parece que le gusta más salir con los muchachos del barrio: Belgrano, Talleres y otros de la barra de la Docta. Por aquello de “los fuegos de artificio son para turistas”. Me parece…

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De condenados a jueces En la Unidad Nº 9 de La Plata, la dupla Oliveto-Belatti dicta el curso de árbitro de fútbol para varios presos: otra forma de ejercer la tarea solidaria y de encontrarle sentido a la vida. La enorme dificultad para encontrar trabajo después de cumplir la pena estimuló la posibilidad de preparar a los reclusos en una tarea que tiene dos patas. Por DAMIÁN CÁCERES Fotos ALEJANDRO KIRCHUK/NUEVE 13


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l sonido de las rejas al abrirse y, sobre todo, al cerrarse estremece. Para quien no está acostumbrado, como mínimo, lo sacude y llega a agitarle el corazón. Sin embargo, en unos minutos esa resonancia estridente se hace habitual para los oídos, aunque no deja de generar cierta incertidumbre. Las horas pasan a cuentagotas. El tiempo es lo que sobra en la Unidad Penitenciaria Nº 9, en La Plata, la misma donde cumplieron condenas, entre otros, el odontólogo platense Ricardo Barreda, el Gordo Valor, la Garza Sosa y Dardo Cabo, hijo del dirigente metalúrgico Armando Cabo, durante los años de plomo de la última dictadura genocida cívicomilitar, cuando esas inmensas paredes funcionaban como centro clandestino de detención, tortura y muerte. Para todos, la vida intramuros comienza muy temprano, cuando el sol aún no se asoma y parece no terminar nunca. la mente tiene tiempo suficiente para volar y llegar a lugares inimaginables, casi quiméricos. Así, todos tratan de sobrellevar el encierro a la espera de la anhelada salida. Primero, transitoria. Luego, definitiva. Huir por un instante, al menos, los aleja del aislamiento y los arrima por un rato a la felicidad que implica la libertad. Por caso, momento efímero, breve y fugaz de autonomía.

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Hasta allí, calle 76 entre 9 y 11, donde el tiempo parece estar detenido, lejos de los facazos y del lenguaje tumbero que la televisión vernácula estigmatizó, se acercan todos los martes y jueves Luis Oliveto junto a su amigo y colega Luis Belatti. Dos árbitros –uno con alma de hippie y otro más formal– que dictan el curso de arbitraje que impulsó el programa Deportes por Penales a cargo de la Secretaría de Deportes de la Provincia de Buenos Aires. Dos módulos de dos horas por jornada en los que poco más de veinte reclusos escuchan, discuten y teorizan sobre la fecha del fin de semana del fútbol doméstico que disfrutan gracias a las mieles del Fútbol Para Todos. Claro, allí el videocable era tan sólo un sueño. “Muchachos, esto es simple. Ahora vamos a hacer un trabajo de campo. Algunos atacarán y otros defenderán con un arquero. El que sea árbitro no debe quedarse estático. Debe estar cerca de la jugada y acompañarla sin detenerla, a una distancia de diez o quince metros. ¿Está?”, lanza áspero y concreto Oliveto, moviendo su larga melena en un aula que tiene pocas diferencias con las de una escuela o universidad. Salvo por los guardias que acompañan afuera y adentro. “Las jugadas trascendentales están en el área. Ahí está el problema. Por eso

es necesario estar cerca, bien cerca, sin molestar. Estiro el silbatazo, me acerco a la jugada y doy la indicación. No sólo debo darles seguridad a mis compañeros de terna, sino también a los jugadores y a los espectadores. ¡Los gestos siempre firmes!”, añade. Parece una escena sacada de contexto. Los reclusos escuchan atentos, como ensimismados en su realidad. Todos sentados en pupitres, mirando el reglamento o el pizarrón. Algunos, con cierta timidez, levantan la mano para opinar o preguntar. Como Germán, de 26 años, que está hace ocho años y espera las salidas transitorias “para demostrarme que puedo reinsertarme. Sé que será algo difícil –agrega–, pero quiero aprovechar lo más posible los cursos porque acá el tiempo se pierde y no hay vuelta atrás”, cuenta. Estudiante de periodismo y wing o ala de Fénix, el equipo de rugby del penal, sueña con un cambio en su vida. “Pienso en lo que hice y no puedo perdonármelo. Es algo que no me lo va a sacar nadie. Antes me preocupaba por la ropa o la plata, hoy sé que lo más importante es la libertad, que no se puede comprar con nada. Esto me llevó a valorar cosas que antes no valoraba: estar con mi familia, levantarme y poder salir a la calle, tomar mate con mis seres queridos”, explica, al tiempo que se mueve de un lado para el otro, como impaciente. “Es que tengo que estudiar Metodología de la Investigación porque rindo en unos días, y ahora tengo que seguir dirigiendo”, revela. Pide disculpas y regresa al partido. Atento, mira una y otra vez a Oliveto, quien con su pulgar derecho le regala una seña de OK. Germán sonríe. El trabajo se hace en una canchita embarrada por la lluvia de los últimos días, lo que permite usarla a medias. Un sector está totalmente anegado. Sin embargo, aprovechan el espacio reducido. Mientras espera su turno para volver a arroparse de arquero, Javier, de 31 años, explica por qué se inscribió en el curso: “quiero trabajar ni bien salga; ahora estoy renegando con los informes. Si sale todo mal, salgo el 13 de noviembre. Si no, antes. Pasa que tengo una causa más, y hay que esperar un poco”. No oculta que reinci-


dió en el delito y que eso lo llevó una vez más tras las rejas. Y se anima a ensayar una explicación: “antes era un pibe sano, y quiero volver a eso. Estuve en Batán, Dolores, Magdalena… Es la segunda vez que entro. Salí peor porque perfeccioné todo lo malo. Así es como salís a la calle: resentido, con bronca”. Como un salvoconducto, encontró en el pabellón evangelista “pequeñas herramientas que te permiten vivir adentro, lejos de lo malo. Ahí estoy a cargo de la limpieza. Cuando ingresan los pibes que vienen de una comisaría se les explica que ahí no hay drogas, no hay faca. El que no respeta se va al “monte”, una celda vacía, y se lo castiga por un determinado tiempo”, dice. En aquel lugar, en el cual el pastor es el jefe absoluto del pabellón y un diácono es quien le informa de todo, Javier pasa sus largas jornadas

con la PlayStation o mirando los partidos de su querido tripero. “Es terrible lo que le pasa al Lobo. Parece que está hundido y revive. Uno es hincha de un equipo, eso no se puede olvidar. Y más estando acá adentro, donde el día se hace interminable y el fútbol es un escape”, manifiesta con resignación. “Tengo que dejar de bardear. Por mis hermanas, que siempre me cuidaron, y sobre todo por mi hija, que me está esperando afuera y no se merece esto”. En un breve descanso del partido simulado, Oliveto hace variantes en los equipos y pide mayor concentración. “La idea del curso surgió hace un año, cuando fui a dar una charla a un penal. Quedé en buena relación con un interno que me llamó cuando salió para conseguir laburo. Como tenía antecedentes, no lo quería tomar nadie. Ahí se me ocurrieron

las Ligas de Árbitros, donde no se piden antecedentes. Hay infinidades de partidos y ligas. Para que haya un torneo debe sí o sí haber una pelota y, como mínimo, un árbitro. Sin ellos es imposible. Cada vez hay más torneos y son pocos los que se meten a hacer el curso. En cualquier caso, para rendir los exámenes finales, los internos deben tener el primario y secundario completo, o estar cursando alguno de esos niveles educativos, además de un presentismo del 75%. La idea es que dirijan en las Ligas de la provincia de Buenos Aires o en los torneos que organizan los distintos municipios”, explica el ex árbitro. Y agrega: “tiene la función social con dos patas: recreativa, para que se distraigan dentro del penal, y la reinserción en la sociedad. Y más teniendo en cuenta el arbitraje... Si están acá adentro es porque desconocieron las leyes, y es-

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tudiando arbitraje, aunque sea deportivamente, tienen que incorporar las leyes y, a su vez, impartirlas a los jugadores. Hay leyes que tienen que cumplir y que deben hacer cumplir”. Gustavo, de 54 años, es uno de los más veteranos del grupo y sabe de sus limitaciones al momento de arbitrar. “Por mi edad, apunto a dirigir en el papi fútbol. Esto será una tarea remunerativa para cuando salga. En un futuro cercano será mi labor. Eso es lo que nos inculcan. El fútbol es una pasión. Acá es un escape, una distracción porque estamos limitados para todo. Te guste o no, estamos limitados por la demora en las causas”, señala, mientras dice aguardar con incertidumbre el día de su salida. “Es algo en lo que pensamos a diario. Es algo típico e inevitable. Soñar con ese día y nunca saber qué puede pasar. Por eso, trato de reforzarme con los cursos porque uno tiene que aprender a vivir de nuevo. No tiene otra alternativa. Los errores que uno cometió hacen que le

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“Si están acá adentro es porque desconocieron las leyes, y estudiando arbitraje, aunque sea deportivamente, tienen que incorporar las leyes y, a su vez, impartirlas a los jugadores” (ex árbitro Oliveto). pierdan la confianza. Por eso, es difícil al salir conseguir un trabajo, más allá de los antecedentes”, cuenta. Otro veterano es Hugo. Tiene 45 años, aunque parece de muchos menos. Es otro de los internos que optó por la carrera de Comunicación Social, una de las más elegidas. “Siento que estoy haciendo las cosas bien. Afuera –mira, señala hacia los muros y larga un extenso y profundo suspiro– tengo seis hijos que me esperan. Seguramente, el arbitraje será mi primer trabajo porque me queda poco para comenzar con las salidas transitorias. Me

quiero integrar como una persona digna. Es lo que deseo por mi familia. Debo volver a empezar, y ésta podría ser una buena forma”. En febrero pasado, cuando se inició el programa, algunos no creían en su existencia y dudaron en inscribirse. Hoy varios de esos incrédulos no se pierden ninguna de las clases y aguardan el mes de noviembre, momento del examen final, para sentirse como esos hombres de negro que portan un silbato, dos tarjetas e imparten justicia detrás de una redonda.



HOMBRES DE NEGRO

Por ALEJANDRO WALL Fotos FABIÁN MAURI

Un silbato y un destino

Fue jugador, árbitro y entrenador. Y estuvo a punto de ser el juez, en una cancha, de su hijo futbolista. Juan Carlos Biscay analiza el momento del retiro de los árbitros y admite que en la cancha se divertía. Dueño de un estilo descontracturado, llegó a aconsejarle a un aquero dónde tirarse en la ejecución de un penal.

J

uan Carlos Biscay apoya la pava sobre la hornalla para preparar el café mientras cuenta cuando, quince años atrás, el teléfono de su casa de San Fernando dejó de sonar. “Se rompió”, bromea. Es curioso, pero se piensa poco en el retiro de un árbitro: en el día después de colgar el pito y guardar en un cajón las tarjetas rojas y amarillas. Una vez lejos de la cancha, alguno se recicla dentro del fútbol, pero la mayoría queda afuera. Con los jugadores, es cierto, pasa lo mismo, aunque ahí la vida útil se les alarga, sobre todo como entrenadores. Por otra parte, si tuvieron un buen paso, les queda el reconocimiento y una cuenta bancaria abultada. Aunque en un universo de millones de futbolistas, hay que decirlo, son pocos esos casos. En el caso de los árbitros, para peor, abandonan la actividad después de llenarse de puteadas y teniendo que sostenerse con otro trabajo. Al menos, la mayor parte de ellos porque, también es cierto, todo es relativo y siempre hay excepciones. Juan Carlos Biscay es una excepción. Fue jugador y árbitro internacional. Se retiró en 1995 y, al poco tiempo, se dedicó a analizar a sus antiguos colegas en las páginas del diario Olé. También fue ayudante de campo de su amigo Ricardo Calabria y, más tarde, director técnico. O sea: no parece que haya tenido mucho tiempo para la depresión del adiós. Y si la tuvo, ni se le nota: sus frases, cada tanto, encierran una

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broma y se coronan con una risa contagiosa. Será porque, como revela, su padre le regaló a los cuatro años una pelota con alas que le permiten seguir volando. Hasta estos días. –¿Así que es difícil el retiro? –Es durísimo, porque vos te acostumbrás a una forma de vivir y la incorporás. No sé si está bien o mal. Puede ser el ego. Pero es normal. Vos estás en contacto, te llaman, y después sonaste... Con Lamolina nos habíamos dado cuenta de que el ambiente del arbitraje es muy cruel con el retiro. Los que dejaban de dirigir, desaparecían. No iban más. Son raras excepciones los veteranos que van al sindicato. Y era duro para el tipo que venía, eh. Pasaba y no lo conocía nadie. –¿No es lo mismo que el jugador? –No, es casi tajante. Si vos no te dedicás a otra cosa además del arbitraje, sonaste. Es duro, muy duro. –Usted fue jugador, ¿era wing izquierdo? –En las inferiores de Independiente debuté como wing izquierdo. Yo era un zurdo hábil (risas). Como soy viejo, fui a buscar los antecedentes a la Biblioteca Nacional (más risas). Porque de

lo contrario no te cree nadie. En la década del 70, gambetear a cuatro tipos era normal. O a cinco. Yo jugaba en Sportivo Barracas, en la D, y una vez en la cancha de Arsenal así fue. Desde el medio, gambeteé a cinco. O a seis (carcajadas). ¡Vamos a hacerla más grande! (Biscay mostrará luego los recortes que acreditan la historia). –¿Hizo toda la carrera en el Ascenso? –Sí, como futbolista sí. Estuve en Barracas, después pasé por El Porvenir, Deportivo Italiano, Colegiales, Acassuso… Evidentemente, la locura estaba. Y sigue estando, aunque no puedo jugar más. Antes, teníamos el equipo de los árbitros y los lunes eran sagrados. Un día vamos a jugar un amistoso contra periodistas de La Plata y nos ponen de preliminar en un Gimnasia-Argentinos Juniors. Y fue un quilombo, porque Gimnasia quería contratarnos a Lamolina y a mí como futbolistas. –¿Por cómo jugó ese día? –¡Claro! El presidente de entonces se enganchó. Era Héctor Delmar, un tipo piola, y empezó a hacer declaraciones. Yo me cagaba de risa, porque tenía 34 años. A esa edad, ya era una locura. Y quedó ahí.

“Soy de Boca. Ahora ya prescribió. Y fijate los rayes de cada uno, ¿no? Porque yo era más exigente con Boca. No era injusto, pero era más exigente”.



–¿Y cómo pasó de jugador a árbitro? –De casualidad. Yo había escuchado a un técnico decir que si a los 20 años no tenés una proyección importante, es difícil seguir. El fútbol es cruel. Yo tenía 21, 22 años y había firmado para Colegiales. Y un día voy a la casa de mi vieja y mi hermano me señala a un vecino que había sido árbitro. Y nos enganchamos. Él todavía estaba dirigiendo en ligas del interior y conocía al director de la Escuela. Cuando entré a la AFA, me iba escondiendo. Porque para el jugador, el árbitro es un vigilante. Era una deshonra (risas). Pero me anoté. A los pocos días del curso me encontré con el Flaco Lamolina y con otro muchacho del barrio, y ahí empezamos. El primer día que fuimos a dirigir, casi me agarro a piñas. –¿A la primera puteada? –A la primera puteada. Tenía que hacer de línea. Pero pasaban los jugadores, me decían algo y quería largar el banderín a la mierda. –¿Con Lamolina ya se conocían? –De pibes. El vive cerca, en la zona, y jugábamos al fútbol. Fuimos juntos al industrial durante el Secundario y jugábamos al fútbol por acá. Él tenía antecedentes familiares con el arbitraje. Pero los que jugaban conmigo al fútbol no podían entender cómo fui árbitro. Me peleaba mucho. Un día lo voy a ver Ricardo Calabria a un Español-Ferro. Había un tipo en platea que lo puteaba y lo puteaba. Yo estaba adaptado al insulto, así que no le daba bola. Pero a los 20 minutos ya un poco me rompía las pelotas. Lo miro y el tipo me dice: “¿lo estoy fastidiando, Biscay?”. “Un poquito”, le digo. “¿No se acuerda de mí?”, me pregunta. Y me muestra la cara: “¿se acuerda de esto?” Y se me vino a la mente algo de veinticinco años atrás, un partido en José León Suárez, un intermunicipal que yo lo jugaba clandestino porque era profesional. Ahí, en un partido, el árbitro me hizo callar porque estaba discutiendo con un compañero. Le protesto y el tipo me saca amarilla. Le sigo protestando y me saca roja. Y le pegué. Le partí la ceja. ¡Se armó un quilombo de aquellos! Nos corrieron con la Policía. ¡Y era este tipo! (risas).

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–¿O sea que le pegó un árbitro? –Le pegué. Me tenía merecido lo que pasaba en la cancha de Español. Y a Matías, mi hijo, la FIFA lo suspendió por dos años por lo mismo cuando estaba en las inferiores de River durante un campeonato en Colombia. No sé a quién habrá salido… –En casa de herrero. –¿Y qué le voy a decir? Pero me pegué un cagazo bárbaro esa vez, porque en Colombia estaba fulero todo. –¿Es cierto que fue el primer argentino en haber sido jugador, árbitro y técnico? –No lo sé. Pero sí hubiera sido único en la historia con el debut de Matías (su hijo salió de las inferiores de River y actualmente es ayudante de campo de Marcelo Gallardo en Nacional de Montevideo). –¿Por qué? –Porque viene un día del entrenamiento, nos quedamos tomando unos mates acá y me dice “Babington me pregunta si tenés algún problema con que me ponga en la Primera”. ¿Sabés lo que es eso? Que él debute en Primera... –Era una pregunta rara –Sí, él venía de la suspensión y justo se jugaba un amistoso en Mendoza, un Boca-River. Y me dice “pero vos vas a ser el árbitro”. Eh, bue, ah… Empecé a tartamudear... ¿Pero qué problema iba a haber? ¡Hubiera sido único! Lo iba a poner, pero unos días antes lo echaron a Babington, asumió Héctor Pitarch y para cuidarlo no lo puso. Hubiera sido histórico. Ganamos 2-1 ese día, esteeeee, yo dirigí, esteeeee, y ganamos 2 a 1 (risas). –Usted no es de River –Noooo, la cazaste, eh, ja ja ja. Soy de Boca. Ahora ya prescribió. Y fijate los rayes de cada uno, ¿no? Porque yo era más exigente con Boca. No era injusto, pero era más exigente. Mirá, yo siempre digo que mi viejo me regaló una pelota con alas a los cuatro años, me subí arriba de esa pelota y chau… Y sigue funcionando,

eh. Lo de Matías, lo del más chico, que está haciendo el curso de árbitros. –¿Y tenía complicidad con el jugador por su pasado? –Sí, una vez me pasó algo con un futbolista de Huracán, no recuerdo el nombre. A los diez minutos lo puteaban hasta los familiares. Tiraba un pase largo y lo puteaban. Y yo le decía “jugá corto”. La primera que tuvo se la dio a un compañero. “Bieeeen”, le decía. “¿Viste? Muy bien”. Y era bárbaro, porque el tipo estaba destruido y a la media hora ya no lo puteaba nadie. Cuando terminó el partido vino corriendo y me abrazó llorando. Me emociono hasta hoy. –¿Y es cierto que usted le aconsejó a un arquero dónde tirarse en un penal? –Sí (risas). Después me vendió, el hijo de puta (más risas)… Porque lo contó. Fue San Lorenzo-Belgrano de Córdoba. El arquero era Oscar Passet. Yo cobré un penal, y siempre hay protestas. Entonces, le dije “lo cobré para hacerte lucir, Flaco, tomátelas”. Y le señalo “tirate a la derecha”. El que pateaba era Luis Artime, si llega a leer esto me va a matar (risas). –Ya prescribió –Sí, claro. Y vos sabés que se tira a la derecha y la ataja. Después me pasó algo parecido en un Independiente-Boca, con Diego Latorre. Agarró la pelota en el medio y le dije “abrila a la derecha y andá al segundo palo”. No sé si me dio pelota, pero fue gol. –¿Y encima después de todo eso fue periodista? –Tampoco la pavada (risas). Cinco años escribí en Olé, me llevó Mariano Hamilton. Me mandaron al Mundial de Francia. Lo mío eran las vivencias con el tema del futbol, que es mi idioma, más esa cuota de buen atorrante que me enseñó la calle. Y me llevé gente conmigo, filósofos, gente preparada, y armé un equipo. Y la cosa funcionó.

“Hay árbitros que no conocen el espíritu de las reglas, y muchos directamente no conocen las reglas”.


–¿Y no tuvo ningún cruce? –Hubo varios. Pero relativos e indirectos. ¿Sabés por qué? Porque yo no inventaba nada. Cuando se me piantaba alguna cosita, ahí saltaban. –¿Por qué nos acordamos de los árbitros de la década del ‘80? –Por el amor, por el afecto, esos años pasaban por ahí, fundamentalmente. El capitalismo nos cambió la cabeza como sociedad, nos hizo pelota. Hoy la guita es más importante que todo. –¿El negocio perjudicó al arbitraje? –Perjudica a la sociedad, pero no sé si estoy hablando así por la edad. No lo sé. –¿Usted disfrutaba del partido? –¡Pero no tengas dudas! Lo disfrutaba y eso significaba ser libre. Los errores de los árbitros son por tres grandes causas: físicas, técnicas o psicológicas. No es lo mismo para un árbitro dirigir en la cancha de Sacachispas que en la cancha de Boca. Es irrepetible, cada uno de nosotros tiene sus rayes, y la resolución de una situación es un factor de segundos. Si no estás bien en lo físico, no llegás a la jugada, te quedás a contramano y no llegás. Y lo técnico es porque hay árbitros que no conocen el espíritu de las reglas. Y muchos directamente no conocen las reglas. –¿Y quién reunía esas cualidades? –Para mí el fenómeno de conducción era Ricardo Calabria. Técnicamente no era muy bueno, por ahí se le pasaba algo (risas), pero era tan grande la conducción del grupo que era un fenómeno. Extraordinario. Arturo Ithurralde era técnicamente un adelantado, muy inteligente. El Flaco Lamolina trasladaba a la cancha lo que discutían en la previa, lo que charlaba, y hay que estar bien de la cabeza para eso. ¿Sabías que a mí me sobornaron? –No, ¿cómo fue eso? –Muy pelotudo. Mi primer maestro fue Francisco Gómez. Nos habló del soborno quince minutos en una clase. Nos puso los pelos de punta. Nunca más… Hablar de eso era agarrarte a trompadas. Una vuelta me tocó dirigir en Córdoba. En el hotel recibí una llamada. Un hombre me dijo que era el tío de Ángel Coerezza, el director de la Escuela, y me preguntó si yo le podía llevar una carta a su sobrino.

Biscay sin bigotes en 1968 con los colores del Sportivo Barracas.

Ningún problema. Cuando vamos a la cancha, estábamos el veedor, los jueces de línea y yo. Y entró un viejito que era parecido a Nathán Pinzón, se presentó y me dio un sobre. No me gustó nada, así que se lo di al veedor para que lo revisara. ¿Qué había adentro? Una carta. En el partido no hubo problemas, y el lunes volví y se la llevé a Coerezza. Y pasó... A los dos meses, me llamó y me dijo que estaba todo mal, que la carta que le había llevado me había vendido. Y le expliqué que la había visto el veedor, que la habían visto los líneas. Pero me dijo “no importa, los que estaban alrededor vieron que te entregaron un sobre. ¿Y qué creés que piensan?” ¿Y qué pueden pensar? –¿Y entonces qué pasó? –No pasó nada. Pero esto tiene una lectura, una observación: hay lugares específicos en los que no puede estar cualquiera. Porque otro hubiera dicho “no, yo no conozco ningún tío”, y listo. Imagi-

nate si hubiera habido un conflicto. Pero en cada lugar tiene que haber personas diferentes que tengan la capacidad para manejar situaciones. –¿Y Coerezza no le dijo más nada? –Nunca más me dijo nada. Coerezza debe haber estudiado y analizado el tema. Y creo que debe haber advertido que no había pasado nada. Ahora, con el bigote más recortado y más canoso que en sus tiempos de árbitro, Biscay –apellido vasco-francés, significa “ladera de montaña”– sale a los fondos de su casa para las fotos que le hará el compañero Fabián Mauri. “Este lugar es el sueño de mi vieja, porque yo soy de acá abajo, de las vías, no tenía una moneda para el colectivo”, cuenta este hombre que, si pudiera elegir de nuevo, volvería a ser jugador de fútbol. Volar sobre la pelota. Porque para el deseo no existe, jamás, la despedida ni el adiós.

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goleador de nuestro equipo en una excursión lo dejó fuera del torneo, y eso nos hizo tomar conciencia de que estábamos frente a una persona que ponía el respeto y la lealtad estaba por sobre todas las cosas. Fuimos recibidos por el embajador argentino y también insultados por todos los tanos cuando desfilamos alrededor de la pista en la ceremonia inaugural de los Juegos.

Asunto: FUTURO CAMPEÓN MUNDIAL De Luciano Scordato

Asunto: PURA EMOCIÓN De Nicolás Victoriano Empecé a leer la nota de Seba Wainraich del último número y tuve que cambiar de página en el quinto párrafo. Tengan en cuenta que estaba en la parada del 57 en Márquez y Panamericana, y ése no es un lindo lugar para andar llorando como un boludo leyendo una revista deportiva. Es increíble a lo que puede llegar el fútbol. Pero me vi totalmente identificado. Y me emocioné de verdad, porque me acordé del abrazo de mi hermana (la más chica, hincha de River gracias a mí o por culpa mía) en el gol de Caruso contra Colón, el domingo pasado. Que duró el festejo y un poco más, porque ella me siguió agarrando la campera en un gesto que tuvo mezcla de angustia y de esperanza y de qué-carajo-está-pasando. En las malas, uno se pone más sensible y, casi sin darse cuenta, quiere a su camiseta cada vez más. Y eso genera una identificación y una unión difíciles de encontrar en el triunfo. He llorado por mi equipo, como la mayoría de los hinchas, pero nunca lo había visto realmente contra las cuerdas. Cierro mi apología de la derrota y espero que, como Atlanta, el Millo se encuentre de una buena vez con una dirigencia que haga las cosas bien y pueda volver a ser.

Asunto: RECUERDOS INBORRABLES De Guillermo Puerta Ante todo, muchas gracias por el primer correo publicado, no lo podía creer... Aquellos juegos de la juventud disputados en Italia nos tenían como favoritos ya que desde los comienzos todos venían a ver nuestros entrenamientos y hasta el cuerpo técnico de Suiza escuchaba las charlas técnicas de Francisco Pancho Ferraro (nunca supe si entendían algo). Recuerdo que el primer partido contra Luxemburgo lo ganamos con facilidad, jugando muy bien y festejando con mucha euforia. El segundo era “el” partido, ya que lo jugábamos contra Bélgica, que tenía varias figuras. Una de ellas era el 9. Quien escribe formaba aquella dupla central. Recuerdo que la noche anterior, en la charla técnica, Pancho me dio recomendaciones y me arengó tanto que soñé con ese jugador. Fue así que no le dejé tocar una pelota y que ganamos con justicia. Algo me marcó desde los primeros días que arribamos a Italia, y eran esas charlas de Pancho sobre respeto, humildad, solidaridad, compañerismo, comportamiento dentro y fuera de la cancha. Siempre lo voy a tener presente. Un episodio de travesura del

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Siempre recuerdo una postal de la versión 1.0 que, si no me equivoco se llamaba “En Foco”, donde ponían una instantánea del mes. Creo que no duró mucho, pero las fotos eran recordadas por todos. Bueno, voy al mangazo. Hace bastante le saqué a mi hijo la foto que les mandé por mail. No está trucada, ni fue armada, ni nada. Él agarra las revistas y las mira, siempre incentivado por las tapas de Sebastián Domenech. Obviamente, la foto me encanta. Parece armada para una publicidad. Si les queda un espacio en la revista, se me caería la baba de ver una foto de mi hijo publicada. Por otra parte, cuando levante la Copa en el Mundial de 2030, ustedes van a poder vanagloriarse de que ya había posado en Un caño.

Asunto: TOMAMOS NOTA De Emanuel Pueyo

Soy de Los Toldos, provincia de Buenos Aires. Hace seis meses que leo la revista y es realmente muy interesante. Todos los temas que tocan me gustan, especialmente el fútbol del Ascenso. Es decir, me apasiona conocer historias de los clubes más humildes de nuestro país. Además de leer, me encanta escribir porque estudié periodismo y soy profesor de literatura; hay un tema que creo conocer algo y del que nunca publicaron notas: son las carreras de autos zonales, una actividad que en el interior del país tiene muchos seguidores y es muy tradicional. Les cuento que trabajé diez años para una radio de mi pueblo transmitiendo esas competencias. Me parece que valdría la pena que los lectores conozcan más sobre este deporte.

Asunto: GRAN EJEMPLO De Dan Hojman Soy asiduo lector de la revista. Trato de comprarla mes a mes, cuando paso por algún kiosco, y estamos en los primeros diez o quince días del mismo. Por eso, lamentablemente, me perdí algunas ediciones. Hablo de la era “moderna”, por mi edad, pero he visto cosas muy buenas en Internet del comienzo de Un Caño. Y tengo que decir que no me sorprende que sean el gran ejemplo. No me sorprende cuando leo los que juegan edición a edición. Víctor Hugo, Senosiain, Wehbe, Iucht, Pacini, F. Moores, Llonto, Cabito, Wainraich, Fabbri, Matías Martin formaban parte de la lista de ejemplos previos a la revista. Y me fui convenciendo de que Veiga, Hamilton, Caravario, Imas, Cheb Terrab, De Biase, Mauri, Lingenti eran también grandes ejemplos. Empezando por lo que veía de ellos en la revista, y


las cosas que empezaba a ver afuera. Pero son el gran ejemplo porque en Un Caño habla cualquiera. Y no en el modo despectivo de la palabra. En el modo literal, el de la inclusión. En Un Caño no hay bajada de línea sobre ningún tema. Hay quienes prefieren a tal o cual lateral por derecha en la Selección, y quienes difieren; pero también están las diferencias políticas, bienvenidas sean. Las diferencias de opinión sobre medidas a adoptar en el tema violencia. Las diferencias de opinión sobre directores técnicos, AFA, Fútbol Para Todos... Un Caño es una revista más que abierta, que hace que convivan en las mismas páginas Víctor Hugo y Diego Bonadeo, con un conflicto de por medio. Que hace que se entreviste a Aníbal Fernández y se lo pueda criticar. Que hace que se diga lo malo de Grondona, pero también lo de Passarella. Y lo de Vila. Una revista que entrevista a Ávila pero se anima a retrucarle sobre su monopolio. Y también, con todo esto político que tiene, con todo esto extrafutbolístico, es una revista que habla de fútbol y mucho más. Un Caño habla de todo, por eso también es el gran ejemplo. El gran ejemplo podemos también llamar a Un Caño, por el resto de temas que toca. La legalización de la marihuana, Sandro Guzmán y el rastafari, Steve Nash, Twitter, Otras Yerbas, los barras, las dirigencias, los dirigentes, el periodismo, los árbitros, las Selecciones Nacionales de rugby, el básquet y el hockey, Braian Toledo, el boxeo, el tenis, el deporte en villas y en cárceles y miles de lugares ínfimos del deporte a los que Un Caño llega, y por eso es gran ejemplo. Y Un Caño es, por último, gran ejemplo porque muchos jóvenes lectores y admiradores de los trabajos de los periodistas de la revista (y de algunos otros) queremos ser como ellos. Un Caño logró que un chico quiera ser como un escritor de una revista, no como el protagonista. Tengo 16 años y ya hace un par sé que, cuando sea grande, no quiero ser Messi. Quiero ser Víctor Hugo, Wainraich, Iucht, Fabbri, Fernández Moores, Birabent, De Biase, Veiga, Senosiain, Llonto, Pacini, Wehbe, Cheb, Piro, Caravario, Colonna, Mainelli, Lombardi, Wall, Lingenti, Imas, Hamilton, Cabito, Matías, Rosasco, Bonadeo, Casas, Mauri, Soria, Di Genaro o algún otro de los muchos que, lamentablemente, me estoy olvidando.

Asunto: DISCRIMINACIÓN Y PERSECUCIÓN De Gastón Montaña

Vélez acaba de salir campeón por octava vez a nivel nacional. Todos están resaltando las virtudes de mi Vélez a nivel estructura deportiva y dirigencial. Me alegra que le presten una mínima atención a uno de los pocos clubes que hace algunas cosas bien, ya que por lo visto (a nivel medios) vende más el morbo de los problemas. No quiero hablar del tema de la cobertura mediática, me quiero centrar en la larga discriminación que viene manteniendo la actual Comisión Directiva de Velez hacia dos de los principales medios partidarios del club. La primera es la audición comandada por Darío Tonon, que va por AM 670 de lunes a viernes y que también transmite los partidos. La segunda es una revista de distribución gratuita cuando Vélez juega de local, editada por Ángel García, a la que se dejó de acreditar y se ahogó financieramente, apretando a los anunciantes. Estos medios optaron por decir lo que querían y les parecía, sin comprar el discurso único de la Comisión. Otro pecado que cometió Tonon fue presentarse como candidato de la oposición y, con apenas dos meses de trabajo, sacar el 40 % de los votos. El jefe de prensa Carlos

Alberto Maceira no se cansa de hacer lo imposible para entorpecer el trabajo de la audición. Con más de veinte años al aire, los sacó del sector de prensa en la Platea Norte y los mandó a la Platea Sur, donde no existen cabinas de transmisión; los pone últimos en los faxes donde se pide cabinas a los clubes rivales cuando se juega de visitante o directamente los obvia, como contra Tigre, obligándolo a él y a su equipo a comprar la entrada y transmitir desde la popular. La Comisión Directiva, poblada de abogados, se hace la desentendida ante cada planteo de los socios. Esto, lamentablemente, también es Vélez, y nadie trata el tema. En lo deportivo, Vélez está bien, en lo dirigencial desviaron el camino marcado por don Pepe, y eso duele mucho más que cualquier título perdido.

Asunto: DOLOR POR CARLITOS De Federico Capobianco Parece mentira. El protagonista de todos los conflictos pre-Copa América acaba de errar el penal. Tevez había acaparado todas las atenciones y dividido todas las aguas existentes antes del inicio de la Copa. Nunca escuché, leí, ni vi (en medios deportivos) tanto elogio al “jugador del pueblo”, y tanto insulto al “bostero vendehumo”. Sinceramente me siento mal. Como hincha de Boca logré separar mi cariño por Tevez y su rol en la Selección. Obviamente, lo quería en todos los partidos, pero si no estaba había que seguir alentando a los demás. Cuando lo vi acercarse al área, con mi viejo cerramos los ojos y esperamos. Cuando el “animal” de Muslera le ataja el penal, lo lamenté por él. Y les juro que escuché el ruido de los fusiles que parte del periodismo y de la gente prepararon para descargar sobre Tevez (y todos los demás) en los próximos días. La Selección acaba de quedar eliminada, y todos en mi casa estamos en silencio. Yo necesitaba descargar angustia y decidí escribirles. Aplaudo de pie a este equipo, porque merece el aplauso. Y deseo, con toda mi pasión futbolera, que se cumpla el subtítulo de una de las notas de Un Caño de este mes, que habla de Grondona: “no ganarla, en casa y con el mejor del mundo de nuestro lado, le causaría una herida de gravedad”. Ojalá la herida no cierre antes de octubre, y se produzca un cambio. Y desde ese cambio en adelante, todo sea crecimiento. Para nuestro fútbol y nuestra Selección.

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Asunto: TEORÍA CONSPIRATIVA De Natalia Muñoz Schoeffer Leí en una de las últimas revistas, dedicada en su mayoría a Julio Grondona, que tenía intención de montar un nuevo torneo que incluiría a todas las divisiones del fútbol argentino. Al señor Grondona lo detesto no solamente por todas las injusticias que comete en favor de sus intereses, sino también, y sobre todo, por la impunidad con la que se mueve en ese camino de inmundicia. Permanece impecable, ileso, cada vez mas Gordo, Pez Gordo. En la concesión de la televisación del fútbol de Primera División que se acordó con el Gobierno, cuyo producto fue Fútbol Para Todos, aparentemente las cosas empezaban a estar en su lugar. Si bien el presidente de la AFA continuó con un criterio de negociaciones en su favor, el Gobierno pudo hacer frente a ese negociado como para poder garantizar que una de las cosas que alimentan a los argentinos pudiera estar, gratis, al alcance de todos. Perfecto. Pero el tema es que Grondona no quedó ahí. Grondona sigue siendo el dueño de la pelota, y no te la presta si no lo dejás ganar. Cuando leí la idea del megatorneo, nuevo producto, nueva estrategia de venta, empezaba a acechar el fantasma de la B para uno de los equipos más convocantes de la Argentina. No estoy feliz de reconocerlo, pero el partido contra Belgrano no lo vieron solamente el hincha de Belgrano y el de River. Pasión de multitudes. Acaba de terminar el partido de vuelta por la Promoción. No puedo evitar pensar que también terminó la reunión de negociación del señor Grondona con un grupo de medios al que ya conoce desde hace mucho. Han tenido un lindo matrimonio durante muchos años, tuvieron un pequeño distanciamiento en los últimos tiempos, pero donde hubo fuego, cenizas quedan. Son tal para cual, impunidad, desmesurados intereses personales y, ahora, un nuevo hijo en camino. Muchachos, se viene Futbol de Primera (B). Mi más sincero agradecimiento por permitirme desarrollar este tipo de pensamiento altamente conspirativo. Los adoro.

Asunto: LOCURAS TODOS LOS DÍAS De Pablo Molfese Soy de Boca, pero no pude evitar escribir estas palabras. Cualquiera hubiese dicho hace un tiempo que era imposible ver a River jugando la Promoción. Que River es un club muy grande, que va a salir, que va a recuperar la memoria, que van a ganar los puntos que hacen falta y se va a olvidar del mal trago. Y sin embargo, ahí estuvo River peleando por la permanencia en Primera División y sufriendo. Cualquiera que más o menos tenga idea sobre fútbol, si le planteaban que River alinearía a 56 UN CAÑO | AGOSTO 2011

cinco jugadores menores de veinte años para afrontar quizás el partido más difícil y con mayor presión de toda su rica historia, hubiese dicho que era una locura. Que es momento para que jueguen los más experimentados, que no podés quemar a los pibes, que no se van a bancar la presión, que encima casi no jugaron en todo el campeonato. Y sin embargo, J.J. López tomó la decisión de alinear como titulares a Lamela, Cirigliano, Pereyra, Díaz y Funes Mori para jugar contra Belgrano en Córdoba. Cualquiera pensaría que si en un partido de fútbol profesional en cualquier lugar del planeta “hinchas” de un equipo rompieran el alambrado y entraran a la cancha para increpar y agredir a los jugadores de su propio equipo y el partido siguiera como si nada, sería una locura. Que no puede ser, que lo primero es la seguridad, que los jugadores ya tienen suficiente presión como para que encima los amenace su propio público, que pongamos un manto de piedad, que por lo menos los agarren y los metan en cana. Y sin embargo, la gente de River rompió el alambrado, entró a la cancha, insultó y agredió a los jugadores de su equipo, les hizo pasar un momento aún peor que el que ya estaban pasando en la cancha (y no sucedió una tragedia mayor de pura casualidad) y el partido continuó como si nada, sin siquiera una sola persona demorada en la comisaría. Cualquiera hubiese dicho que River perdiendo con Belgrano era una locura. Cualquiera que, en los ciento diez años de historia, hubiese dicho que River descendería de categoría, hubiera escuchado que eso era una locura. Que es un club muy ganador, que fue y es cuna de muchos grandes talentos de la historia del fútbol argentino, que es una institución modelo, que con tanta gente atrás no puede pasar, que no es negocio para nadie, que en la B no puede jugar nunca. Y sin embargo, en un hecho histórico por donde se lo mire, River Plate ha descendido al Nacional B por primera vez en la historia del fútbol nacional.

Asunto: VOLVER A SER De Nico Varela Tristeza. Sólo eso siento en este momento. Mucha tristeza. ¿Qué otro sentimiento acaso? ¿Bronca, odio, rencor? No. Ninguno de ellos en mi caso. Solamente, una profunda tristeza. Lo único que atino a pensar es que este gran paso para atrás en la historia de River les abra los ojos a los que manejan el destino del club. Tienen la oportunidad única de refundar River haciendo, de una vez por todas, las cosas como corresponden y quitando de raíz todos los males (políticos, económicos, futbolísticos y extra futbolísticos). ¿De que vale regresar a Primera División si se sigue administrando todo de la misma forma? Que no nos engañe el “exitismo”. Volver a la “A” manteniendo la actual matriz institucional no sirve de nada.

Asunto: EL DÍA MÁS TRISTE DE MI VIDA De Ignacio Rocca Nunca pensé vivir nada igual, todavía no caigo del desconcierto que toda esta situación me genera. La historia que tanto orgullo me daba tocó fondo. Los ocho años de gestión de JMA lograron noquear al equipo más grande de la Argentina; el ascenso al poder de DAP parecía un cambio de aire pero no supo revertir un escenario que merecía un volantazo para esquivar, lo que sería luego el golpe más duro a la vida deportiva de la institución. A partir de ahora, tenemos que saber que comenzaremos un largo camino hacia la reconstrucción de nuestro club. Los momentos de crisis no sólo provocan caos, sino también oportunidades. A los socios, hinchas y simpatizantes nos queda una sola consigna: participar activamente para salvar a River. Una de las imágenes más tristes que me tocó


vivir en mi vida fue encontrarme en la popular, donde el clima siempre es festivo y fervoroso, rodeado de hinchas superados por la situación. Algunos lloraban, otros gritaban al cielo los nombres de los máximos responsables de este momento y un puñado se ocupaba de tratar de responder las preguntas que desde hace tiempo nos hacemos. Pero no hay forma de entender lo que nos pasa; o sí: esta circunstancia es la decantación de un descalabro político, futbolístico y económico. Padecimos años donde las malas decisiones por parte de ladrones vestidos de traje y corbata nos llevaron a la tragedia. Pero este es un momento para construir, de nada sirve escracharles las casas a los dirigentes, amenazar jugadores o criticar periodistas. Para eso debemos salir a buscar pruebas y que la justicia haga su trabajo. Salvo esto, lo que se haga contra los responsables no es más que un acto plagado de irracionalidad. Hoy quiero serle útil a River, comenzaré a buscar en la política los lugares que me permitan ayudar a construir una nueva institución. Lo repito: debemos participar, no quejarnos ni salir a romper todo. Eso es irresponsable, es impotencia. Hay que saber poner en acción la bronca para construir juntos un equipo que nos devuelva el orgullo. Sólo pido eso.

Asunto: ANÁLISIS De Mariano Rodríguez Muchachos, antes que nada, gracias por la onda y por la forma de ver el fulbo, distinto a los que nos quiere vender la mayoría. Argentina jugó feo porque no tiene un conductor claro. Banega es totalmente intrascendente y Cambiasso pasa inadvertido. En ese desorden táctico, Messi se ve ahogado y flotando sin saber qué hacer, sumado a que a quien podría ser nuestro Dani Alves lo hacemos jugar con la cancha cambiada, y al que juega con la cancha al derecho no sube. Mascherano pone el culo con los centrales y a veces parece que jugásemos con línea de tres. Ahora si bien estoy de acuerdo con que no se le puede caer a Messi, también hay que armar un equipo con disciplina táctica a su alrededor. Si no la tiene, se pierde en su impotencia. El mejor Messi que vi es el que jugó con Román la Copa América pasada. Obviamente, Román no esta en nivel de jugar pero como se lo extraña, ¿no? Abrazo desde Lima, Perú

Asunto: SER DIGNOS De Guillermo M. Giménez Estos son algunos de los motivos por los cuales, desde que aparecieron en mi vida, no pude dejar de leerlos y admirarlos. Hojeaba un número del año pasado, creo que el de abril, donde se hablaba de la situación de River de cara a lo que, para ese momento, podría pasar... y todo lo malo que se vaticinaba, paso. Aclaro que soy de San Lorenzo y se muy bien de que hablo pero quiero decirle algo al hincha de River que hoy sufre por su equipo: ya no importa como se llego a esto (ya llegara el momento de juzgar...) ahora solo importa como salir de esta situación, es el momento de dejar la arrogancia de lado y asumir la realidad, entonces, lo único que se debe tener en claro es que lo único que puede salvar a River es su gente. Este puede ser un gran momento para River, puede ser la oportunidad de refundarse y corregir los errores de años errados. Pero hay que tenerlo claro, va a ser difícil, hay muchos que querrán vestirse de héroes o pretenderán implementar el terror por temor a no poder. Solo la gente de River con humildad y compromiso hacia su club los hará volver a sentirse dignos.

Asunto: HAMILTON Y LOS DEMAGOGOS MEDIOS De Macarena Oliva El amor que tienen casi todos los periodistas de Un Caño por Ángel Cappa es directamente bizarro. Lo consideran una especie de Dios, alguien que está por encima del resto de los entrenadores y de los demás mortales. Gracioso porque después hablan de igualdad en la revista. Ustedes se ven reflejados en él porque hacen un periodismo de ficción, alejado de lo que sucede en verdad. Cappa habla bien, se hace el intelectual cuando el fútbol no va por ahí. Los cronistas de Un Caño encuentran un espejo en este vendedor de espejitos de colores, que ganó muy poquito (algo contradictorio, si, como dicen ustedes, es tan notable DT). Y el colmo llegó con el caso River. Ahí Cappa mostró lo que verdaderamente es, un personaje de poca monta, de la peor calaña, intolerante y autoritario. Tildó de “grasa, groncho, unineuronal y tarado” a Ramón Díaz. El contenido discriminador es evidente. Y, después, en un programa la embarró más y dijo que no debería haber dicho eso, aunque él piensa así del riojano. Ustedes, que hacen una apología del vendedor de humo de Cappa, qué van a decir. ¿Lo van a defender, como hacen siempre? Un Caño tiene una lógica sutilmente contradictoria. Es nostálgica y romántica, defendedora de los fracasados, de los perdedores, de los mediocres disfrazados de “distintos”. Otro tema: es lamentable que Mariano Hamilton adhiera al tratamiento que le dio al descenso de River el programa Duro de Domar. No fue una tragedia de milagro. Y los que trabajan ahí, decían un poco más que estuvo todo bien, como si el partido hubiera sido un festejo de cumpleaños, alegre y divertido, y no lo que fue. Eso es manipular. Y lo más vomitivo fue lo del serio comunicador Hamilton: “Muchos medios informaron que hubo policías muertos cuando no es así (ahí comparto con él). Nada más un oficial está grave, con un problema en el cráneo”. Siguiendo tu lógica, si alguna vez te agreden a vos y te dejan en estado grave, deberíamos decir que está todo bien, que no pasó nada, que si ni te mataron. No resiste el menor análisis lo expuesto por dicho periodista. Por un lado, la policía es corrupta y represora en varios casos, por oto lado, es muy criticable que con notable levedad Hamilton no repudie una agresión. Claro, lo más cerca que estuvo él, seguramente, de ser agredido habrá sido por la caída de un teclado en una redacción. Así cualquiera. Pregunta final, ¿en Inglaterra, ahora que expulsaron a los barras de la cancha, cuando un equipo desciende, se arma un caos como acá? No, lo que refleja la belicosidad de la sociedad argentina, tan ponderada y defendida por medios oficiales demagógicos. Allá un conjunto desciende, la gente llora, está triste, pero no genera hechos de violencia como las retrogradas hinchadas (compuesta por seres humanos) de acá.

Asunto: HOMENAJE AL NANO ARÉAN De Nicolas Agustin Luchtenberg Actualmente curso el 2° año de Periodismo Deportivo en la ESED. Allí tuve el enorme placer de conocer hace dos meses a un hombre que me dejó muchas enseñanzas y no solo relacionados al fútbol. No es otro que el Nano Areán quién el pasado 3 de julio se fue de este mundo. Fue mi profesor de Táctica y Estrategia de fútbol y de el aprendí miles de cosas que no había aprendido en mis 19 años de vida. Me entristeció mucho su muerte ya que fue una persona a la cual le había tomado mucho aprecio y esperaba seguir viendo a lo largo de mi carrera. Desde mi más profundo pesar le escribí este homenaje en mi blog: http://coronadosdefutbol.blogspot.com/2011/07/ gracias-por-todo-nano.html AGOSTO 2011 | UN CAÑO 57


“Los buenos futbolistas juegan bien en cualquier categoría” Fernando Cavenaghi volvió por la gran causa millonaria: que River vuelva. No se arrepiente, pese al cambio de torneo que se avecina: “quiero dar una mano, sin especular”, aclara. Y la B Nacional no lo achica: “no creo que cambie tanto respecto de lo que ya conocemos”. Por ARIEL SENOSIAIN Fotos PHOTOGAMMA.COM

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o sólo la tapa necesitó actualización. Sin una segunda parte, la entrevista a Fernando Cavenaghi hubiese quedado insuficiente. El escenario de River cambió continuamente en los últimos dos meses. De la mayor frustración histórica a la necesidad de reconstrucción, y luego a sentirse casi ascendido sin jugar, lo que igualmente quedó lejos de significar una alegría, porque todo lo que gusta en la vida necesita ser palpitado. El final está abierto por la indefinición de la AFA, pero al protagonista, al hombre que se fue tres veces campeón y todavía adolescente, al que volvió al club donde vivió en la pensión y estudió en el colegio, no le cambia tanto: “nosotros no podemos estar pendientes de lo que se resuelve. Tenemos que arrancar pensando en afrontar cada partido, jugar mejor que cada rival y ganar. Después se verá. Porque además, en caso de decidirse el torneo largo, no vamos a desechar este campeonato”. –¿Hubieses vuelto igual de haberse confirmado antes el torneo de 38 equipos para la próxima temporada? –Supongo que no hubiese cambiado nada. A mí me brotaron las ganas de estar cuando pasó lo que pasó contra Belgrano. No me puse a pensar qué hubiese hecho en el caso que me planteás. Y tampoco me hace falta pensarlo. Yo volví porque quería dar una mano, sin especular. –¿Qué te parece la idea del nuevo torneo? –No lo tengo tan claro. No revisé bien cómo se va a disputar. En el primer golpe de vista, un torneo con tantos equipos juntos me parece raro. Ni el Brasileirao es así. Hicieron lío con las idas y vueltas, yendo para atrás y para adelante. –¿Entonces River tiene que jugar el torneo como si no hubiera pasado nada? ¿En algún momento pueden perder la motivación o la obligación? –Si la perdemos será un gran error. Igual que si le damos importancia al nombre. Lo primero que debemos tener es humildad. Para muchos será trascendental jugar contra River, y nosotros no podemos tomar ningún partido desde un sentimiento de

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superioridad. Contra el que sea y en la cancha que nos toque. –¿Te motivan o te contienen las condiciones que seguramente encuentren en algunas canchas? –No creo que cambie tanto respecto de lo que ya conocemos. En Primera también te insultan, te gritan y te escupen desde una tribuna. Y hay muchas canchas con poco espacio entre la línea y el alambrado... Todos los jugadores pasamos por esas situaciones. Desde chicos, en Inferiores, y también como profesionales, salvo que hayas hecho toda la carrera en España. A mí, en Brasil, me tocó ir a canchas complicadas, y no me hice ningún problema. –¿Hacia dónde correrías en el festejo de un gol como visitante? –Es verdad, cuesta imaginarlo. Entiendo que debe haber justicia y que si está en juego la seguridad, lo lógico es que sea para todos igual. Pero me encantaría que pudiéramos jugar en estadios donde se pueda armar un operativo serio y el hincha de River pueda ir de visitante. Queda feo un estadio con una tribuna sin gente. Un lunes, Néstor Sívori, representante de Cavenaghi, le contó al mundo el deseo de regreso del delantero. Un martes, Daniel Passarella señalaba que “depende de que lo quiera Almeyda”. Un miércoles, Cavenaghi le tiró tierra a la historia: “Passarella me faltó el respeto. Volveré cuando ya no esté”. Los desencuentros llevaban cinco años. Empezaron con la separación de Germán Lux, amigo del delantero, por parte del hoy presidente, en ese momento DT. Siguieron con la negativa de Cavenaghi a volver con el Kaiser en el banco y explotaron en una visita de Fernando al Monumental, indiferencia del hoy presidente mediante. –¿Qué nos perdimos para que terminaras firmando? –Una reunión en la casa de Daniel. Me llamó después de mis declaraciones. Se puede decir que los dos retrocedimos. Él me abrió las puertas de su intimidad, y yo le valoré el gesto. Tampoco creo que sirva hablar del pasado. No puedo


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borrar lo que dije de él. Pero lo asumo como algo superado. Sería muy tonto que los protagonistas nos quedemos en detalles mientras todos en River se unieron. Veo más metido al hincha. Con más ganas de ayudar. Quizás haya incorporado en este tiempo que es necesario el compromiso. El golpe del descenso nos unió más. –¿Te ayudó la poca continuidad de tu último año para que te dejaran volver? –Están los que dicen que volví porque no jugaba en el exterior, así como están los que se quejan de los que no vuelven. Nunca falta el que critica. Pero no reparo en eso. Y lo mismo con aquellos que sugieren que podría haber venido a principios de año, cuando River todavía tenía un torneo por delante para zafar. La respuesta es sencilla: no podía. Ya había jugado empezado la liga en Francia y me fui a España. La FIFA no permite que un jugador actúe en tres países en una temporada, salvo que vaya a un equipo de Brasil o Rusia, que tienen calendarios distintos. Por eso fui a Brasil y no pude venir a River. Ahora lo que hice fue, después de haber arreglado la salida del Inter, encarar al presidente de Burdeos (Jean-Louis Triaud) y contarle mis ganas. Tuvo buena predisposición. Entendió que acá no había razones económicas ni nada por el estilo. Eduardo Galeano suele tener razón. Cuando dice que “las empresas socializan las pérdidas y privatizan las ganancias”. O cuando analizaba al seleccionado uruguayo antes de su resurgimiento: “se refugia en la nostalgia cuando le abandona la esperanza. La esperanza exige audacia y la nostalgia no exige nada”. Cavenaghi, entonces, hizo la difícil. No se quedó en la nostalgia, y fue a la esperanza: “me dolió muchísimo el descenso. Ver todo por televisión a la distancia me liquidó. Enseguida le dije a mi señora que quería volver y a mi representante, que iniciara las negociaciones. Mi esposa sabía lo que yo iba a querer si bajábamos. Quizás, muchos hinchas fuimos muy incrédulos. O algo superados... Pensábamos que no nos iba a pasar. Pasaron

minutos y le mandé un mensaje de texto al Chori (Alejandro Domínguez). ‘¿Volvemos?’, le pregunté. Y acá estamos”. Retorna diez años después de debutar en Primera. En el medio jugó en cuatro países. Se fue en julio de 2004 al Spartak de Moscú, en una transferencia récord en Rusia (11,5 millones de dólares). El archivo recuerda que antes de viajar prometió “volver joven para ganar la Libertadores”; no es el mismo desafío ahora, está claro. Girondins de Burdeos, Mallorca e Inter de Porto Alegre fueron sus otros puntos. En Francia, fue elegido el mejor extranjero en el 2008 y se coronó campeón en el 2009. Pero luego perdió el 0,60 de promedio de gol por partido que tenía en River. En el último año, entre España y Brasil, vio acción en 20 partidos y convirtió sólo 7 veces. –¿En qué cambiaste en el juego? –Nadie puede olvidarse de jugar. Los buenos futbolistas juegan bien en cualquier parte y en cualquier categoría. La esencia de mi estilo sigue siendo la misma. Me gusta el gol, pero no desprecio la pelota. Eso hizo que en Europa me pusieran más veces de segunda punta, junto a un 9 de buen físico, la típica referencia en ofensiva. Cómo será la costumbre que en los primeros entrenamientos Matías (Almeyda) me insistía con que no bajara tanto. Dependerá de los compañeros con los que juegue. Si hacemos 4-4-2, a mí me quedará la obligación del área. Si el Chori juega más retrasado y, por ejemplo, Funes Mori y yo somos los atacantes, podré retrasarme más. –¿Y fuera de la cancha? –Puede ser que esté más maduro. Europa me dio de todo: amigos, momentos excelentes y otros duros, los climas de Moscú y Mallorca, experiencias... Parte de la formación. Antes no se me hubiera ocurrido querer la capitanía. No hubiese pensado en la importancia de representar al equipo. Y esta vez surgió de mí. El problema sería si hubiese vuelto igual. Voy a cumplir 28. Dentro de poco me van a ubicar entre los veteranos…


Las estadísticas menos pensadas La capacidad y el ingenio para decir cosas sobre River brillaron en estos dos últimos meses. Pero Un Caño ha dedicado parte de su tiempo a encontrar joyas de la prehistoria. Cuando River jugaba con equipos del “Ascenso”. Es decir, que aquello de la primera vez... Por EDGARDO IMAS

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l primer descenso de la historia de River terminó con un record nacional: era el club con más años consecutivos en Primera, ya que participaba desde 1909. En su debut en la B Nacional, River tendrá como rivales a tres clubes, Gimnasia La Plata, Atlanta y Ferro, a los cuales ya enfrentó en su breve paso por las categorías inferiores entre 1905 y 1908. Por entonces no regía el sistema de ascensos y descensos, y las entidades podían inscribir equipos en varias categorías. En cada una se disputaba un campeonato y una Copa. En 1905, River decidió participar en el torneo de Tercera. El novel equipo cumplió una pálida actuación en la Zona A. Su capitán era Leopoldo Bard, presidente, socio fundador del club y estudiante de medicina de origen judío. En la década siguiente, Bard sería diputado yrigoyenista, y más tarde, funcionario peronista. Gimnasia enfrentó a River dos veces en aquel certamen de Tercera. Cada uno triunfó como local. Los platenses sólo permanecieron en la AFA ese año. Luego se desafiliaron, para reaparecer en 1915. Para 1906, la entidad boquense resolvió inscribir un equipo en Segunda División, manteniendo el de Tercera. Repitió una discreta performance en Segunda, donde tuvo como rival a Racing. Los de Avellaneda vencieron en los dos partidos con los que se inauguró el más antiguo de los grandes clásicos del fútbol argentino. Por su parte, el River de Tercera también fue vapuleado 9 a 0 por un recién afiliado, Atlanta, en su cancha de Floresta sur, por la Copa El Diario. Bard continuaba siendo el presidente del club, pero jugaba en otro, Flores. En el Campeonato de Segunda de 1907 se instauró por primera vez un ascenso. El campeón fue Nacional, que le ganó la final a River 1-0 en cancha de Ferro. Para esa temporada, el equipo darsenero tuvo que abandonar la Capital y jugó en un campo ubicado en Quinta Domínico (Sarandí). Uno de los rivales de River fue Ferrocarril Oeste, con quien empató 2-2 en Caballito el 21 de abril (primer partido oficial en la historia de Ferro). En Sarandí, ganó River, mientras que los verdolagas triunfaron 3-1 en su cancha, por la Copa Bullrich. El último año de River en Segunda marcó la vuelta al barrio y una campaña excepcional que lo depositó en Primera. Fue clave que, en medio del certamen, River fichara a varios jugadores de Nacional, club al que la AFA había desafiliado poco

antes de empezar el torneo por no tener su cancha de Parque Avellaneda en condiciones. River ganó su zona, postergando a Atlanta (primero, lo goleó 4 a 0 y luego empató 3-3). En semifinales, aplastó a Ferro 5-1, y venció en la final 2-1 a Racing, pero la AFA dispuso que ese encuentro se jugara otra vez, y los darseneros golearon 7-0, el 27 de diciembre de 1908. Fue el último partido de River en un torneo de Ascenso, pero pocos años después, estando ya en Primera, enfrentó en dos ocasiones a clubes de Segunda, cuando en las copas Competencia de 1918 (1-0 a Progresista, de Gerli) y 1919 participaron equipos de Primera y de Intermedia. La Copa de 1919 quedó trunca por un cisma en la Asociación. El 20 de julio, River recibió en su estadio de Caboto y Aristóbulo del Valle a Villa Real, un modesto club del extremo oeste de la ciudad. Su cancha estaba muy cerca de la estación homónima del desaparecido ramal ferroviario que unía Caseros con Villa Luro. El vespertino La Montaña auguraba una victoria por veinte goles, pero River triunfó 5 a 1. La Mañana describió que “la valla de Villa Real recordó a Verdún”, la célebre batalla de la Primera Guerra Mundial. Al año siguiente, River ganaría su único campeonato de Primera en la era amateur. Pasaron 92 años para que los hinchas del club de Nuñez vieran a su equipo frente a uno de la B, en este caso Belgrano de Córdoba), y 103 para que volviera a participar en un torneo del Ascenso. AGOSTO 2011 | UN CAÑO 61


Y nadie hace nada...

Parece que la Copa América fue algo así como un telón de fondo para los remezones que siguen merodeando el descenso de River. ¿Qué hay de la responsabilidad de los jugadores? ¿Qué se sabe de aquellos temas que despertaron denuncias? Por DIEGO BONADEO

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a algarabía por la táctica de los adherentes a la tontería generalizada que pregonan los que de disfrutar el juego no entienden nada –“el partido perfecto es el que termina 0– 0”, como enseñan el bilardismo, el griguolismo, el paenzismo, el niembrismo, el araujismo y demás “ismos” hermanados con el fútbol basura, no alcanza para dejar de lado las secuelas, en su gran mayoría sospechadas de intenciones equívocas, que aún hoy merodean, institucional, económica y futbolísticamente, a River. La invasión de la cancha en Córdoba, con agresiones incluidas a algunos jugadores, fue para algunos distraídos el punto de partida del desbarajuste. Otros les atribuyen a las por lo menos misteriosas gestiones de José María Aguilar y Mario Israel una definitiva responsabilidad dirigencial que luego heredó Daniel Passarella. Aunque el reduccionismo de muchos –dirigentes, periodistas, pseudo-comunicadores, opinadores varios– elabora listas con responsables citados con nombre y apellido, como Aguilar, Israel y Passarella, más directores técnicos, como Astrada, Simeone, Cappa (a quien con especial mala leche le atribuyen porcentajes mentirosos en la obtención de puntos en su paso como entrenador del club) y J.J. López, nadie señala que hubo responsabilidad de los que jugaron. El ex promisorio ex alumno de Deportea de quien esto escribe, Matías Martin, puso algunas cosas en su lugar en el último número de esta publicación, al puntualizar, como casi nadie lo había hecho, la participación insoslayable de los futbolistas para que ahora se esté hablando de “River en la B”. Se entronizó exageradamente a Carrizo como el mejor arquero del fútbol argentino, y fieles a los cánones de los defensores del fútbol angustia, Matías Almeyda se convirtió para ellos en el paradigma de lo que se debe ser, confundiendo aviesamente saber jugar a la pelota con correrlos a todos y forcejear lo más que se pueda. Ahora flamante entrenador, e independientemente de haber perdido ya con Unión de Mar del Plata, un equipo del Argentino A, Almeyda, fiel a su imagen y semejanza, vende que “hace trabajar” al plantel a su cargo con tres turnos de entrenamiento diarios. Y nadie hace nada al respecto. El aparentemente comprobado apriete al árbitro Sergio Pezzotta en el segundo partido entre Belgrano y River por parte de barrabravas millonarios, en supuesta connivencia con

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dirigentes, policías y la seguridad privada de River, quedó limitado durante semanas a las emisiones, por TV, de las imágenes de las cámaras de seguridad. Y nadie hace nada al respecto. En los días inmediatamente posteriores a los hechos de violencia se debatió –o por lo menos eso parecía– si debería haber sanciones para River. Esto es: quita de puntos, clausura del estadio, impedimentos para que algunos barras concurrieran a partidos de la B, etcétera. Pero la inminencia del comienzo de la Copa América “distrajo” en demasía al Comité Ejecutivo. Y nadie hace nada al respecto. A las dos o tres semanas de confirmado el descenso de River, las imágenes de un energúmeno sentado en un sillón frente a un televisor fueron subidas a Internet –quizás las haya subido él mismo–. Se lo veía y escuchaba puteando a jugadores, árbitros, entrenadores y entrepiernas varias de madres y hermanas de protagonistas, para culminar insultando a su propio padre por haberlo hecho hincha de River. A los pocos días y por radio, en una rara mezcla de cinismo, hipocresía y arrepentimiento, afirmaba no haber querido ofender a nadie. Y nadie hace nada al respecto. Mientras diversos comunicadores “vinculados” con River Plate, venían lamentando los devenires del club, vale la pena por estas horas recordar un fragmento de la entrevista que en la publicación El barrio se le realizó a Aguilar en 2007: “Gastón se distanció del club porque River dejó de pagarle. El cobraba diez mil pesos por mes, en concepto de asesoramiento, a través de un socio. Está todo documentado. En diciembre de 2005, el club interrumpió ese vínculo por razones económicas. A partir de esa fecha, cambió la opinión de Gastón sobre la administración del club”. O sea que, además de todo, la gestión de Aguilar tercerizaba la compra de conciencias -quizás “conciencia” sea demasiado decir en este caso-, porque que no parece ser otra cosa “cobrar a través de un socio”. Una vez más queda confirmado que afirmar que “la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer” es una falacia, porque las culpas son concurrentes. ¡Ah!, me olvidaba: el tal Gastón, por supuesto, es Recondo, el prolijito panelista de Bendita, en Canal 9, El show del fútbol, en América, y conductor –bah, es una manera de decir– del noticiero deportivo del 9.Y nadie hace nada al respecto.



El Palermo de los ‘70

Dueño de una marca insuperable (sesenta goles en una temporada), Héctor Scotta reflexiona sobre una raza que acaba de perder a un símbolo, Martín Palermo. Inevitables comparaciones surgen durante una charla con el ídolo de San Lorenzo cuando se habla del Loco y sus estadísticas. Y un recuerdo de algunas historias escondidas en su paso por la Selección. Por GABRIEL CASAS Fotos FABIÁN MAURI

“Dale Scotta / Dale Scotta / Dale Scotta / Y al que no le guste Scotta / que me chupe las pelotas”, cantaba la hinchada de San Lorenzo allá por los años ’70 en defensa de su gran ídolo. Queda claro que en esa época los aficionados azulgranas no se destacaban por su originalidad a la hora de los cánticos (algo que tiempo después lograron, como se sabe en el ambiente futbolero). Pero sí marcaban posición, ya que por entonces se discutían las condiciones técnicas del delantero. Es que con la eficacia del goleador era imposible meterse. Si a usted, que está leyendo, le suena algo similar a lo que genera hoy en día Martín Palermo, está en lo cierto. A 36 años de una época gloriosa, Héctor Scotta, el Gringo, pregunta por Un Caño. No conoce la revista. Su hija completa la conversación con una consulta: “Es la de Matías Martin, ¿no?”. Caramba, alguien de la familia nos ubica. –Es inevitable no empezar por 1975, cuando marcó el récord de sesenta goles. ¿Cree que es imposible superar esa cifra? –Creo que sí. Es difícil porque antes los campeonatos eran más largos, con Metropolitano y Nacional. Prefería esos torneos a los de ahora. Y el descenso debería ser también para los que salen últimos. Antes era más fácil, ahora cambian demasiado. –Lo particular de su record es que hizo treinta y dos goles en el Metropolitano y veintiocho en el Nacional, que era un torneo bastante más corto. –Sí, era de pocos partidos. A mí me vino muy bien, porque venía de un año

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‘72 difícil, con una fractura. Pensaron que no jugaba más. La gente no creía en mí. Tardé un año en volver. Esas lesiones antes demandaban más tiempo. Tuve la suerte de volver bien. En Tercera, contra Boca, en la Bombonera: hice tres goles. Y en el ‘74 salimos campeones del Nacional con Osvaldo Zubeldía. Y después vinieron los sesenta goles, con un Negro Ortiz que me ayudó muchísimo por la punta izquierda, y también el Toti Veglio, que metía buenos pases. –Siempre los goleadores necesitan de abastecedores. –Seguro. Lo tuvo Palermo en Boca con Riquelme y con Barros Schelotto. Y yo tuve la suerte de tener a Ortiz, que era un habilidoso, no un goleador. El debió ser goleador por su talento y desborde. Como ya sabía que cuando el Negro eludía, después tiraba el centro, yo iba a buscarla para hacer el gol. –Pero no salieron campeones… –Quedamos en mitad de tabla, con Toscano Rendo de técnico. –¿Sabía que Pelé hizo cincuenta y nueve goles en su mejor registro en un año en el Santos? ¿Qué le genera ese dato? –No sabía. Me entero por vos. Es una alegría grande superar a Pelé en eso.

–Imagino que el record es un orgullo para usted. Pero, ¿cree que el periodismo deportivo le da demasiada importancia a la estadística? –Yo lo veo como un reconocimiento. Lo mío fue algo del momento, y tampoco fue un boom como lo de Palermo. Lo tomo al periodismo como lo que es… Hace poco estuve en España y me hablaban del record de los sesenta goles. Se acuerdan más de aquello que de lo que hice en el Sevilla, donde en mi campaña de cinco años creo que superé esa cifra. Fui goleador del equipo en cada campeonato que jugué. –El día del golpe del 24 de marzo de 1976 usted estaba de gira con la Selección, que jugaban con Polonia. ¿Es cierto que algunos pidieron no jugar y regresar inmediatamente al país? –No, pero estábamos preocupados. Nosotros nos enteramos del golpe en Polonia, cenando. De volver, nunca dije nada. Decían de mí que estaba asustado, que lloraba. –El rumor es que Kempes y usted eran los más afectados. –Para nada. Nos preocupaba porque todos sabemos como es un golpe militar. Al otro día estábamos comiendo y Me-

“No sé qué problema tenía Menotti conmigo. Cada vez que jugaba de entrada me terminaba sacando”.


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notti dijo que había llegado un telegrama de Videla que decía que la Selección siguiera su curso, jugando. –¿Sabe que ese día lo único que se permitió en la televisión, además de los comunicados militares, fue la trasmisión del partido? – Y sí, para entretener a la gente, para distraerla de lo que estaba pasnado.. Lógico, los militares iban a dejar ver el partido... Nosotros seguimos la gira normalmente. Veníamos de jugar en Kiev con la nieve, con una pelota naranja. Y en Polonia, también. Después jugamos en Alemania y en Sevilla, antes de volver. –¿No haber jugado el Mundial ‘78 fue una frustración? ¿Cómo fue su relación con Menotti? –No sé qué problema tenía Menotti conmigo. Cada vez que jugaba de entrada me terminaba sacando. Creo que me llevó porque fui el máximo goleador. En ese puesto estábamos con Houseman. Incluso René me decía en la habitación: “hoy voy a jugar yo, y el próximo, vos”. Sabía lo que el técnico le decía. Entraba a jugar con la idea de que iba a salir. –¿Nunca sintió la confianza plena de Menotti? –No, pero el problema es que siempre hacía el gol. En ese famoso partido con Polonia, hice el primero. Me sacó, entró Houseman y él hizo el segundo. En un cuadrangular que se hizo con Paraguay, Brasil y Uruguay, en el primer partido, en Paraguay, hice tres goles. René me dijo: “yo voy a jugar contra Brasil, en Buenos Aires”. Yo le decía que no quería tener problemas con él. Pero en ese partido en River me tuvo que poner porque venía de hacer tres goles. Como jugador, me hubiera gustado estar en un Mundial, como a todos. Me dolió… Sin embargo, tuve la suerte, en aquella gira, de jugar el último partido en Sevilla. Ahí m vieron los dirigentes del Sevilla y me hablaron para contratarme. Viendo la situación de que no iba a tener éxito en la Selección, acepté. Menotti nunca me fue a ver, y creo que se sacó un peso de encima por la presión. –Fue protagonista en grandes glorias de San Lorenzo: bicampeón en el ‘72 y ganador del Na-

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cional ’74. Pero también sufrió lo peor: el descenso, en 1981. ¿Cómo vivió esos extremos? –Cuando regresé de España, vine primero a Ferro, donde jugué muy poco. Después volví a San Lorenzo, y allí nos tocó descender. Me dolió muchísimo, como a todos en el grupo. Para mí San Lorenzo fue todo en esos seis años. Quise jugar en la B, pero hubo un desacuerdo con los dirigentes y con Juan Carlos Lorenzo. Cuando quise arreglar, ya había cerrado el libro de pases. –¿Y cómo fue jugar en San Lorenzo un Nacional con el equipo ya descendido? –No… ¿Cómo ya descendido? No me acuerdo, puede ser… –Lo tiene negado, se lo aseguro. –Debe ser porque no se juega a gusto estando descendido... Por más que saliéramos campeones del Nacional, no nos salvábamos. Sí, lo debo tener negado, porque no lo recuerdo. Si lo jugué así, es de mal gusto recordarlo (se ríe). –Aún hoy sigue siendo ídolo en Sevilla. ¿Dónde vivió sus mejores años como futbolista? ¿Acá en San Lorenzo o en España? ¿Y dónde se lo reconoce más? Un sector de la Platea Sur del Nuevo Gasómetro lleva su nombre. –En San Lorenzo fue algo espectacular. Soy hincha, lo quiero mucho al club. Lo de la platea fue por intermedio de la peña de San Martín. Y no sólo me homenajearon a mí; también al Lobo Fischer, a la Oveja Telch, al Sapito Villar... Eso es inolvidable. Si voy a la cancha, la gente me recuerda. Lo que pasa es que los dirigentes no te invitan. Fui dos veces y tuve que pagar entrada. Eso también me dolió. En cambio, voy a Sevilla después de cuarenta años y el

presidente del club me invita a comer, a ir al palco a ver los partidos… Las peñas también te invitan a comer y te hacen agasajos con plaquetas. Se suma hasta gente que no me vio jugar. Saben por su abuelo o su padre, que les contaron, y eso es un orgullo enorme. Es como si estuviera en mi casa. Es muy diferente el trato de los dirigentes en un país y otro. –¿Y qué le dejó su paso por Boca en las temporadas ’82 y‘83, justo después del boom Maradona? Jugó sólo doce partidos e hizo apenas dos goles. –Fue algo fugaz. Estaba libre y practicando con Carmelo Faraone. Y se cerraba el libro de pases. Entonces Carmelo me dice “vamos a hacer una cosa: venite a Boca –porque él era el técnico–, jugás por los premios y después te buscás club”. Hablé con el presidente Benito Noel y no hubo problemas. Después surgió lo de Deportivo Armenio y me fui. –¿Cómo se llevaba con los dirigentes y con el ambiente que rodeaba al fútbol en aquella época? –Bien, nunca tuve problemas. En esa época sólo se discutían los contratos, porque no había empresarios. Y con los hinchas, el trato era espectacular. Llegué en una época difícil a San Lorenzo, en el ’71. Había dos grupos bien diferenciados. –¿Una especie de “halcones y palomas”, como hubo en Boca en los ‘90? –Claro. Era bravo por la clase de jugadores. Estaban Fischer, Cocco, Veglio, Villar, Rezza, el Ratón Ayala, Heredia, Glaría, el Mono Irusta... Salimos campeones en el ‘72 y después la mayoría partió al exterior. Yo nunca serví para discutir con nadie. Prefiero callarme e irme. Nunca tuve problemas con compañeros. –¿Cómo lo ve a Palermo? Sus estilos fueron parecidos: no eran muy dotados técnicamente, pero sí tremendos goleadores. –Palermo tenía las mismas caracterís-

“Los goleadores son así. Yo pateaba hasta el córner para hacer un gol. No tiraba el centro, le pegaba de chanfle a ver si entraba”.


ticas que yo. No éramos habilidosos, y teníamos el arco entre ceja y ceja. Los goleadores son así. Yo pateaba desde el córner para hacer un gol. No tiraba el centro, le pegaba de chanfle a ver si entraba. Una vez mandé un tiro libre al segundo piso de Racing, pero a mí no me daba vergüenza. José María Muñoz decía “sigue rompiendo los carteles de publicidad del Gasómetro”. Pateaba de cualquier lado... Me siento identificado con Palermo. Les dábamos a nuestros equipos el gol y el triunfo, que son lo mejor. –¿Se burlaban de usted las hinchadas rivales, como a veces le sucedió a Palermo? Las hinchadas contrarias me insultaban siempre, porque sabían que les hacía goles. En España, me gritaban “indio”. Y yo les dedicaba los goles (risas)... Hasta nuestros festejos eran distintos. Los de ahora son una pelotudez, pero bueno, cada uno hace lo que quiere... Y no creo que haya la cantidad de goleadores de antes, jugadores como Bianchi, Kempes, Morete…

–¿Por qué nunca quiso ser director técnico? –No me gusta. A lo mejor no me siento capacitado. No tengo carácter para manejar un grupo de profesionales. Me gusta más estar con los chicos de las Inferiores. –Dos de sus nietos juegan en España, los otros dos viven en Argentina. ¿Le gustaría que sean futbolistas? –Sí. Uno juega en Los benjamines del Sevilla, porque tiene diez años. Es en cancha de siete... Sería un orgullo que llegue a Primera, ya que mi hijo no quiso jugar, aunque lo hacía muy bien. Se ve que me vio a mí jubilado a los treinta y pico y prefirió estudiar para ser publicista. –¿Y el retiro lo vivió tan bravo como la mayoría de los jugadores de su época? –Mal, con depresión. La última etapa en San Miguel ya era fea. Fumaba mucho y estaba flaquito, con miedo de salir a la calle. Desde chico casi no fui al colegio. Me escapaba y me la pasaba jugando a la pelota. Decí que en el fútbol me fue bien,

pero a los 38 años dejás y ¿que hacés sin estudio? La pasé canuta (sic). No hay contención para ex futbolistas. Cuando dejaste de jugar, se olvidan de vos. Después, con las escuelitas de fútbol empecé a mejorar. –¿Sigue ligado al fútbol? –Tengo una escuelita en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas. Me gustaría enganchar a los chicos en una liga municipal, para que se diviertan. –Y en San Lorenzo, en las Inferiores, ¿no le gustaría trabajar? –Claro, pero no me llaman. Termina la nota. Scotta invita a pasar a una habitación con trofeos, camisetas y fotos (hay una muy especial, con su hermano Néstor Leonel, también futbolista, fallecido en un accidente y con quien sólo se enfrentó una vez, en un RacingSan Lorenzo). El lugar es un santuario, y el periodista piensa en este tremendo goleador. Si a Palermo le regalaron un arco en su despedida, a él le tendrían que haber dado los dos del Viejo Gasómetro…

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El abuelo de la criatura

Josep Guardiola ubica al trabajo como puntal de su interminable carrera de logros deportivos. Como ejemplo de esfuerzo y humildad tiene a su padre, un albañil que no lo llamó para felicitarlo por la Champions porque no molesta a su hijo “por tonterías”. Por ARTURO BULIAN

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el otro lado de la línea, el hombre aguanta la respiración cada vez que el dolor le impide pronunciar palabra. “Amanecí un poco chungo de la espalda”, confiesa. A los ochenta años, Valentí Guardiola Balletbo evidencia más que nunca las marcas que el trabajo de albañil le impregnó desde chico, cuando en pleno régimen franquista pedaleaba 12 kilómetros diarios para ir y venir de Santpedor –su pueblo natal– a Manresa, en la Cataluña profunda, y así cumplir con sesenta horas semanales de aprendiz por apenas 17 pesetas. “Después de la guerra civil española, la cosa estaba fea. Los niños teníamos que trabajar sin casi haber conocido la escuela. Empecé con el oficio a los 14 años y hasta los 66 no paré”, cuenta el padre de Josep Guardiola Sala, el tercero de cuatro hijos criados en la sencillez y el sacrificio de una villa dedicada a la agricultura que hacia mediados de siglo contaba con poco más de 1.500 habitantes y que hoy apenas roza los 7.000. La humildad y el esfuerzo imperturbables llevaron al paleta (albañil, en catalán) no sólo a cosechar setenta clientes en todo Santpedor, sino también a marcar a fuego la conducta profesional de Pep. El símbolo barcelonista justifica sus logros deportivos con un único secreto: el trabajo. Vocablo que repite insistentemente y que ha llevado a sus biógrafos, entre ellos el escritor Jaume Collell, a definirlo como un perfeccionista con riesgos de caer en “ciertas formas del autismo voluntario”. Valentí refuerza esa idea: “está dedicado a lo suyo veinticuatro horas al día”, y agrega que le ha inculcado a su familia que “en esta vida, si no se trabaja y se lucha por un ideal, no se puede ir para adelante”. Uno de los testigos directos de la admiración que siente el técnico catalán por el paleta es Andrés Yllana, quien brilló en el Gimnasia de Griguol y años más tarde, en 2001, fue compañero de Pep en el Brescia de Italia. Una noche, mientras concentraban con figuras como Roberto Baggio y Andrea Pirlo, el de Santpedor le confió que su padre “es el tipo más honesto de la Tierra” y que su origen humilde no le quitaba ser transparente en cualquier contexto. Tiempo después de aquella anécdota, como una paradoja del destino, Guardiola sufrió el golpe más duro: luego de un partido con el Piacenza, el Comité Olímpico Italiano lo denunció por doping positivo, al encontrarle niveles de nandrolona superiores a los permitidos. Yllana trotaba a su lado cuando le comunicaron la noticia. Estuvo cuatro meses sin jugar, con la convicción de la inocencia como principal aliada. Logró que lo absolvieran en octubre de 2007, ya retirado, y el caso llevó al Comité Olímpico 68 UN CAÑO | AGOSTO 2011

Internacional a cuestionarse los límites de a partir de los cuales se considera que un deportista infringe la ley al consumir alguna sustancia. “Pep pudo salir ileso porque cuando se le mete algo en la cabeza va hasta el final para alcanzarlo”, comenta Valentí, que prefiere no molestar al DT “por tonterías” cuando se le pregunta si lo felicitó por alzarse con la última Champions. Detrás del hombre al que la industria del marketing dedica mucha bibliografía para ubicarlo como un referente en conducción empresarial –un ejemplo es el libro Liderazgo Guardiola, de Juan Cubeiro y Leonor Gallardo, editado por cuarta vez en España–, está el chico que se manchaba las zapatillas con cal cuando ayudaba al padre albañil a hacer la mezcla antes de entrenar en el humilde Gimnastic de Manresa, con apenas 9 años.


El tatarabuelo de la criatura

Muchos señalan al holandés Johann Cruyff como el ideólogo de una revolución futbolística que culmina en el Barcelona de Guardiola. Otros dicen que el origen real está en otro holandés, Rinus Michels, que formó a Cruyff. ¿Pero quién forjó las ideas de Michels? Un Caño rescata del olvido a Vic Buckingham, un lírico inglés que fundó la filosofía del Ajax y, casualmente, también dirigió al Barça. Por DAMIÁN DIDONATO

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l hombre que hizo posible a este Barcelona no nació en Cataluña, ni siquiera en Holanda, contra lo que suele imaginarse. El ideólogo, antiquísimo, de este equipo de Pep Guardiola, nació en Greenwich, el arbitrario centro del planeta, hace 96 años. Sus ideales lo llevaron al corazón de la historia del fútbol muchos años después de su muerte, porque el juego que hoy es admirado por todos encuentra su génesis en un equipo que él soñó y ayudó a formar. Se trata de Victor Frederick Buckingham, quien terminó su carrera como futbolista en 1949, después de jugar catorce años en el Tottenham. Enseguida comenzó a trabajar como entrenador, y una década más tarde llegó a Holanda, donde el profesionalismo sólo tenía tres temporadas. Los jugadores holandeses tenían gran capacidad técnica, pero eran muy ingenuos y carecían de disciplina táctica. En ese contexto, Buckingham arribó a Ajax, un club que todavía no había ganado ningún título profesional. En el West Bromwich Albion, el entrenador británico no había podido desarrollar su idea purista, de toque permanente y movimiento perpetuo, pero en Ajax encontró un sitio para crecer saludable y sin presiones. Muchos años antes había dirigido al equipo el también inglés Jack Reynolds, quien ganó ocho ligas amateur y fue el primer gran técnico que tuvo el club. Buckingham tomó su posta y la mejoró, pulió aquel diamante en bruto que luego terminaría de moldear Rinus Michels. “El fútbol holandés ya era bueno, ellos no aprendieron sus habilidades conmigo, ya las tenían. Yo los influencié con mi idea de posesión, que es el 90% de este juego, pero luego ellos lo supieron llevar adelante. Siempre pensaba: este juego es encantador”. Podrían ser palabras de Michels, Cruyff, Guardiola o Xavi, pero son de un director técnico que trabajó hace cincuenta años y murió hace dieciséis. En esa intención que recién nacía tuvo mucho que ver un flaquito que jugaba en inferiores cuando el DT se instaló en Amsterdam: Johan Cruyff, el único nombre que se repite en cada estadío del fútbol total. El Tulipán de Oro hizo su presentación de la mano

de Buckingham. ¿Qué tenía ese chico de especial? Según su descubridor, “era un niño flacucho, pero con mucho aguante. Podía correr por todo el campo y hacerlo todo: organizar, definir, correr, rematar…”. Lo que pasó después con Cruyff es conocido: creció en el equipazo de Rinus Michels y creó la actual identidad del Barcelona. Tras una mala campaña en 1965, Buckingham debió dejar el club holandés, pero la semilla de un árbol majestuoso ya estaba plantada, y su sucesor, Michels, se encargaría de regarla. “Ellos ya jugaban ‘fútbol de hábito’, que es en realidad fútbol de estrellas. Se podían encontrar entre sí por instinto, tenían un ritmo común, podían manejar la pelota de izquierda a derecha sin problemas, con la posesión como principal idea”, aceptaría Rinus tiempo después. ¿Eso no es fútbol total? ¿Eso no nos habla también del Barcelona? En 1969, un gigante le abrió las puertas al formador inglés. Un club que esperaba su llegada con la ansiedad de aquellos que presienten algo inmenso: el último eslabón para formar esta cadena de lujo futbolero fue la llegada de Buckingham a Barcelona. Allí obtuvo una Copa del Rey y dejó una grata imagen, que luego se encargaron de mejorar sus descendientes Michels, Cruyff, su dirigido Carles Rexach y hasta el propio Guardiola. Una anécdota pinta su fama de hombre de pocas palabras y buenas ideas. En un partido contra el Betis, los jugadores esperaban la charla técnica, pero él sólo escribió la palabra “Betis” en un pizarrón. Después se puso a caminar por el vestuario. Varios minutos más tarde se acercó a la pizarra y escribió otra palabra: “fucking”. “Si vos tenés la pelota, el rival no puede anotar”, aseguró el enorme y olvidado Vic cada vez que tuvo la oportunidad. Parece una frase obvia y sin contenido, pero es una declaración de principios. Es la piedra fundamental de este Barcelona que hoy nos maravilla. Esa filosofía nació hace más de medio siglo, de la mano de un humilde entrenador que alguna vez dijo “el fútbol es un juego serio, pero también –y aún más– es un juego elegante”. Miren a Iniesta y lo entenderán todo. AGOSTO 2011 | UN CAÑO 69


Cállate, cállate que me desesperas

Alguien se ha cansado de tanta eficacia del Barcelona. El autor de la nota, molesto por el relojito que siempre funciona, sorprende con una teoría desopilante. Igual, como aquí reina la libertad de expresión futbolera, pues que se venga este admirador de Mourinho, a quien define como “El Eternauta portugués”. Por MATÍAS CASTAÑEDA

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l Barcelona no practica un deporte, monta una exposición. Como aquel cuento maravilloso de Julio Cortázar, el Barça es el Final del juego. Imaginen por un segundo la posibilidad de que los Harlem Globetrotters, a pesar de todos los malabares, pierdan un partido. Es prácticamente imposible. Porque los Globetrotters no compiten en un campeonato equis, con rivales de peso, son parte de un show. Si jugaran, como franquicia en la NBA, como los San Diego Globetrotters, seguramente no clasificarían para los playoffs de la Conferencia Oeste. Porque esos firuletes serían adversarios del triunfo. Como querer ganarle a Vélez tirando únicamente caños... Como si un equipo de brasileños expertos en jueguitos tuvieran que romper una defensa de cuatro centrales paraguayos de elite. La única posibilidad de éxito de un equipo firuletero sería en el marco de un espectáculo alejado del deporte en tanto competencia, porque un partido de cualquier disciplina deportiva acarrea la posibilidad tácita, la factibilidad, de ganar o perder. En el fútbol, además, se puede empatar. Barcelona, de un tiempo a esta parte, casi no admite la perspectiva ni siquiera de empatar. Pero practicando una disciplina deportiva, ésa es una paradoja. Bajo la dirección de Josep Guardiola en el período 2010-2011, el Barcelona jugó 60 partidos entre Liga, Copa del Rey y Champions League, de los cuales ganó 44, empató 11 y perdió 5 (ganó el 73% de los partidos que jugó). El presente del equipo culé redujo la competencia a show.

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No estamos hablando mal del Barcelona, todo lo contrario. Sería como tatuarse en la frente, con una aguja de tejer y tinta china, la palabra “necio”. Buscamos, sí, darle voz a una cada vez más extendida sensación de “fin del fútbol” que el funcionamiento del Barça conlleva. No es por casualidad este presente sin rivales, queremos decir, repetir. Sobran ejemplos de equipos millonarios que compran once estrellas mundiales que se desempeñan como once individualidades más o menos habilidosas para el fútbol. Sin un funcionamiento de equipo, esos talentos necesariamente se licúan en la cancha. No decimos nada nuevo. También hay clubes, como el Manchester United, que supieron armar un equipo ultracompetitivo, con un plan sostenido en el tiempo, con un funcionamiento colectivo aceitado, donde las estrellas que se suman al principio de un torneo lo hacen como piezas que complementan el engranaje deportivo, como un plus. El Barcelona, en la final de la Champions League del mes pasado, dejó a ese equipo (¡a ese equipo!) reducido a club de mitad de tabla del Torneo Argentino B. Barcelona logró un funcionamiento total que traduce al Manchester United, el segundo mejor equipo de la década,

a grupito de amigos. Cuando la dinámica trasunta un control de pelota del casi 70% del partido, una sucesión de pases con precisión de máquina, donde un error es una anécdota, estamos en presencia de otra cosa: entretenimiento, pochoclo, pero no deporte. Subrayando que hay un valor de trabajo, disciplina y talento en ese fútbol total que logró, para muchos, hacer del Barcelona el mejor equipo de todos los tiempos, y destacando las altísimas cualidades de la mayoría de sus jugadores (Andrés Iniesta, Xavi, Lionel Messi, David Villa), para el espectador que quiere ver simplemente fútbol, el Barcelona se está tornando aburrido. Fastidia tanta perfección. La coartada contrafáctica Caruso Lombardi –“el Barcelona, en la cancha de All Boys, no puede hacer cuatro pases seguidos”– se resolvió desde el sentido común de Román: “nos cagan a goles a todos”. Los primeros cinco minutos del Manchester, presionando en la salida del Barça, fueron auspiciosos: excelente estrategia de Sir Alex Ferguson, buscando recuperar la pelota en los primeros metros, obligando al líbero Javier Mascherano a salir con pelotazos, algo inédito para el equipo de Pep Guardiola. Pero como si un ser desde el más allá hubiera puesto

En el período 2010-2011, el Barcelona jugó 60 partidos entre Liga, Copa del Rey y Champions League, de los cuales ganó 44, empató 11 y perdió 5 (ganó el 73% de los jugados).


una palanquita en on, de un segundo al otro el Barcelona se adueñó de la pelota y no hubo manera de sacársela, ni de presionar en los últimos metros, ni en la mitad, ni de hacer nada más. En un instante inasible, el Manchester United desapareció del campo de juego. Sin embargo, los estilos quedaron definidos igual desde la efectividad. El Manchester está predeterminado por la eficacia. Tuvo una, y Wayne Rooney la mandó a guardar: 1 a 1. El problema fue que sólo esa vez en todo el partido pudieron encadenar tres pases verticales desde un lateral. Todo el resto del tiempo, el dominio del balón fue patrimonio del equipo catalán. Los exégetas de la estética se babearán por ese pinball humano cercano a la perfección, o perfecto. Pero no los que creemos que el fútbol es el deporte más justo. El deporte donde el más pobre le puede ganar al más rico. El deporte en el que un grande puede irse al descenso y un chico salir campeón. Los que bancamos el fútbol porque permite que un país con tres millones de habitantes –Uruguay– tenga dos mundiales al hombro y uno con 1.313.973.713 –China– no pueda juntar once que se entiendan en una cancha. Es el deporte donde un grupo de rústicos con un buen sistema le puede ganar a un equipo que tiene un valor superior al PBI de Sierra Leona. Los que bancamos el fútbol como competencia posible, queremos que el Barcelona pierda, aunque juegue mejor, aunque juegue Messi, aunque creamos que Iniesta sea el mejor asistidor del mundo. Porque se anuló la sorpresa. Es como empezar a leer un policial negro de 600 páginas que se llama El mayordomo es el asesino... El desafío del Barcelona ante un Alavés es saber si le puede hacer más de diez goles. Scores de otro deporte, ni siquiera de tenis, de partido de rugby trabado. Allí amanece la figura monumental de José Mourinho, ese técnico que oficia de estratega total, el único que le puede ganar al Barcelona. Mourinho es el superhéroe

del archienemigo de la competencia. Barcelona no es El Eternauta; el héroe colectivo es, en todo caso, cualquier equipo de Mourinho. Barcelona es la nevada mortal que los mata a todos. Pero los muchachos comandados por Juan Salvo darán pelea. Mourinho es el Juan Salvo del fútbol, “El Eternauta portugués”. Desde que el Barcelona se decidió, con las armas más nobles de la naturaleza, a abolir la competencia deportiva, sólo encontró un escollo, por duplicado:

José Mário dos Santos Mourinho Félix. Una vez comandando la internazionali milanista, derrotando al Barça en la semifinal de la Champions 2010. Y la otra con el Real Madrid, sacándole de las manos el único trofeo que en este 2011 el Barcelona no ganará: la Copa del Rey. Quizás alguno alegue una cuestión antimonárquica para justificar ese desenlace, de acuerdo a una idiosincrasia catalana separatista. Pero no. Esa Copa la ganó Mourinho, el único lío ante esa gesta.


A taparse la nariz

Mientras en Inglaterra ruedan las cabezas por el escándalo de la prensa sinvergüenza, los entretelones de la sección Deportes en News of the World pasan inadvertidos. El tema es un buen disparador para ver cómo andamos aquí de prensa amarilla, sensacionalista y vomitiva. Nuestro especialista se pronuncia. Por EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

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n amigo y colega inglés me cuenta el chiste desde Inglaterra: un periodista del ahora cerrado dominical News of the World le pregunta a su compañero de la sección Deportes a qué hora y dónde habían quedado para cenar juntos esa noche. Y el colega le responde: “no recuerdo, pero dejé el mensaje en la casilla de mi celular, buscalo ahí”. Tiene que ver, por supuesto, con la costumbre absolutamente naturalizada que tenían los periodistas del medio de Rupert Murdoch de escuchar o leer mensajes privados. No lo hacían ellos directamente. Detectives privados contratados por el dominical se encargaban de la tarea. Un grupo selecto de editores, me cuenta mi amigo, recibía el resultado del trabajo y lo dejaba sobre la mesa del redactor de turno. “Aquí tenemos las pruebas de que tal jugador le pide cocaína a un dealer, llamalo para ver qué dice”. “Este otro pide putas, fijate qué responde”. “Ferguson llamó a este jugador del Chelsea, averiguá qué dice el club”. Y así los periodistas, obedientes, completaban la “investigación periodística”. Las “fuentes” que les confirmaban que fulano se drogaba, que mengano quería putas y que perengano quería irse de su club eran, en la mayoría de los casos, trabajo de detectives que obtenían esos registros de modo ilegal. Inglaterra tiene formidables ejemplos de gran periodismo, pero también es padre de esa basura. Distinguir hoy en día entre lo privado y lo público no es sencillo. Personajes públicos invitan a su cama al periodismo. Lo hacen porque acaso precisan prensa para publicitar lo que fuere. Y una vez que eso sucede, después es imposible exigir privacidad. Los futbolistas de renombre, se sabe, se han convertido en celebrities. 72 UN CAÑO | AGOSTO 2011

Sus agentes adoran el nuevo escenario. Les permite firmar nuevos contratos, es decir, más comisiones para sus bolsillos. A cambio, venden a su representado a los lobos. Los meten desarmados a la jungla. También las nuevas tecnologías han modificado las reglas de juego. Alguien sube la imagen a la web y en minutos se desparrama por todos lados. No importa si la imagen es robada. La prensa la distribuye igual. El medio precisa generar impactos en su nueva y revitalizada página web. Después habrá tiempo de pedir disculpas o invocar la libertad de expresión para defenderse en los tribunales. El News of the World y todos los otros tabloides ingleses lo hicieron durante años. Conscientes de que al afectado de turno no le convenía denunciar al medio. Porque las consecuencias podían ser peores. Esa política extorsiva, no la libertad de expresión, es lo que ahora podría encontrar su límite tras el escándalo del News of the World.

Entre nosotros, el diario Crónica llevó durante años la delantera. Pero era todo más bien ingenuo. Ringo Bonavena quería promocionar su pelea en el Luna Park, le avisaba a Héctor Ricardo García que iba a provocar un escándalo en el gimnasio insultando a su rival y allí estaba el fotógrafo para captar el momento. Sin el dinero de antes y superado por la competencia, Crónica, ahora en TV, optó por el género bizarro. Por reírse de su vieja criatura. Todos los medios, los más serios también, ponen ahora en portada sucesos que antes, si se publicaban, estaban reducidos a un pequeño recuadro de tres párrafos que el viejo vespertino La Razón titulaba siempre “Oooooh”. A la estructura del periodismo actual no le alcanza ya con presentar el hecho. La noticia hoy tiene que llorar, sangrar, gritar... Así las 24 horas. Porque hay noticias a todo minuto. En la tele, la compu y hasta en el celu. Así creemos que estamos informados.



UN CAÑO INVESTIGA Por LEANDRO VILA

El enigmático señor Pires

En un fútbol donde los representantes y empresarios tienen cada vez más peso, la influencia de Miguel Ángel Pires y sus relaciones con Estudiantes de La Plata dan mucha tela para cortar. ¿No es hora ya de que los dirigentes dejen de lado a estos personajes?

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uando un representante exitoso se cansa de acumular dinero y poder, deja relegados a gran parte de sus representados. A menos que sean jóvenes promesas con importante valor de reventa. Es entonces cuando el jugador fortalece su relación con el colaborador más estrecho de su apoderado y le sugiere cortarse solo. Algo parecido le pasó a Gustavo Mascardi con Fernando Hidalgo, el mismo que después de romper con su jefe conformó la empresa HAZ (Hidalgo, Arribas, Zahabi), famosa por triangular jugadores a través del Locarno de Suiza. Uno de los representados por Hidalgo era Juan Sebastián Verón. La mano derecha de Hidalgo se llamaba Miguel Ángel Pires. Era quien tenía trato casi diario con la Bruja. Hace tres años, luego de que en distintos momentos ambos rompieran con Hidalgo, Pires se convirtió en el hombre de confianza de Verón. Hasta ese momento, los empresarios eran mala palabra en Estudiantes de La Plata. Hoy las cosas son distintas. Desde su oficina ubicada al lado de la sede de la Asociación del Fútbol Argentino, en la cual sobresale una gigantografía de Verón, el amigo del capitán del Pincha se involucra en casi todas las negociaciones por incorporaciones y desvinculaciones. Los jugadores que él representa tienen prioridad para llegar. Los juveniles que más prometen pasan a integrar su

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escudería. Participa como intermediario en operaciones que podrían hacerse de club a club. Hasta reemplazó a los directivos en las conversaciones con el gobierno de la provincia de Buenos Aires por el estadio único de La Plata. Y, según ha contado en mesas de café, pagó pasajes a Emiratos Árabes, y también hotel, cuando Estudiantes jugó el Mundial de Clubes. “Hay un mito en todo lo que se dice sobre mi influencia en Estudiantes. Yo le doné 500 mil dólares al club del pase de Enzo Pérez”, se defiende Pires, quien también hizo negocios en Racing entre 2009 y 2010, gracias a sus vínculos con un secretario privado de Néstor Kirchner. Cuando se le pregunta sobre cuáles son los jugadores que representa, a quienes compró y en qué pases actuó como intermediario, el empresario aporta una información sesgada: “Yo tengo las mitades de Gabriel Mercado, Gastón Fernández y Leandro González”. Dice que representa a todos ellos y a Maximiliano Núñez, Raúl Iberbia y los recién llegados José Luís Fer-

nández y Mariano González. Asegura que vendió a Marcos Angeleri al Sunderland, a Marcos Rojo al Spartak de Moscú y a Enzo Pérez al Benfica. Y niega haber intermediado en alguna operación. Sin embargo, las cosas no son tal cual él las pinta. Pires también representa a Nelson Benítez, Matías Sánchez (a quienes se los vendió a Estudiantes) y Mauricio Carrasco e intermedió en la contratación de Agustín Orión. Antes había comprado a Pablo Luguercio para vendérselo a Racing.

Sabella, el ninguneado A comienzos de este año, el mundo futbolero se sorprendió con la abrupta renuncia de Alejandro Sabella. En ese momento, el DT rogaba por la incorporación de un 9. Pidió a Ernesto Farías. El Tecla no puso trabas económicas, pero su llegada no se concretó. ¿Qué pasó? Simple: su pase pertenecía a Fernando Hidalgo, enemistado con Verón y con Pires. Por eso le bajaron el pulgar. “A Estudiantes no

“Hay un mito en todo lo que se dice sobre mi influencia en Estudiantes. Yo le doné 500 mil dólares al club del pase de Enzo Pérez”, se defiende Pires.


puedo ir por el representante que tengo”, se quejó alguna vez el delantero. Hay más. Pachorra buscaba un lateral izquierdo. Sugirió a Lucas Litch y a Juan Manuel Díaz. No le dieron el gusto y le trajeron a Nelson Benítez. “Yo no lo traje ni lo represento”, se ataja Pires. Sin embargo, apenas se enteraron de la contratación, en Lanús llamaron a las autoridades del Porto, donde jugaba el lateral, para reclamar por los derechos de formación. La respuesta los sorprendió. “Nosotros lo dejamos libre, y lo compró una empresa de Pires”. Luego Pires se lo vendió a Estudiantes. Seis meses antes, Sabella había padecido otro desplante. Les imploró a los dirigentes que trajeran a Iván Pillud, pero en su lugar sumaron a Mercado, otro de la escudería Pires. “El presidente (Rubén Filipas) me pidió que trajera a Mercado. Un dirigente había tardado 45 días en cerrar lo de Pillud, y yo a Mercado lo abroché en cuatro horas. ¿Tengo la culpa de eso?”, contesta el amigo de la Bruja. La compra de Orión bien pudo haberse cerrado de club a club entre Estudiantes y San Lorenzo, pero quienes se sentaron a negociar por el lado del pincha fueron el presidente, el vice y… Pires. La voz cantante la llevó el hombre de negocios, pese a que no era dueño del pase ni representante del arquero. En la reunión, hasta se animó a darle una lección de moral a los directivos de San Lorenzo: “los dirigentes del fútbol tienen que ser honestos”, les dijo. “Yo no tengo la culpa de que los demás sean unos inútiles y de que, en cambio, yo tenga que aportar soluciones”, afirma Pires. Los inútiles, según su visión, son los dirigentes de Estudiantes, quienes convirtieron a la Comisión Directiva en una escribanía de las decisiones tomadas por Verón y su amigo. Pero en los últimos meses algo se quebró en la relación. El vínculo entre ellos ya venía a los tumbos hasta que la venta de Enzo Pérez al Benfica terminó de tumbarla del todo. En su momento el club tuvo la prioridad de compra del 50 por ciento del pase que le pertenecía a Godoy Cruz. La dirigencia nada hizo para incrementar el activo, aunque sí le dejó la puerta abierta a Pires

para que aumente su patrimonio y se quede con la mitad del volante. El único que viajó en representación de Estudiantes a Portugal para cerrar la negociación fue el empresario, quien tiene sólidos contactos en ese país. “Si quieren que cierre lo de Pérez acepten que Mariano González juegue en Estudiantes”, les dijo Pires por teléfono a los dirigentes. El jugador es representado por él. En un principio, la dirigencia pareció mostrar (al fin) un gesto de autonomía y le bajó el pulgar al ex Racing. Pero la rebeldía les duró poco y terminaron aceptando su llegada. El objetivo de Pires era que Estudiantes incorporase a sus jugadores. Miguel Russo aceptó el condicionamiento. Al cierre de esta edición, su plan iba cumpliéndose. Es que además de a González, acercó a José Luís y Mauro Fernández, a quien se lo compró en 150 mil dólares a Guillermo Brown para luego cedérselo a préstamo al club. En su picante cuenta de Twitter (@mi-

guepiress), el empresario reparte palos. Ironiza sobre la demora de Verón en firmar su contrato, propone un debate televisivo con el vicepresidente y dice que a partir de septiembre contará sus verdades. ¿Por qué eligió ese mes? En sus primeros días habrá elecciones. Verón y Pires ya se mueven para elegir a sus candidatos. Enrique Lombardi, el arquitecto del nuevo estadio del pincha, e íntimo amigo de Fernando Niembro, sería el elegido. La oposición quiere presentar batalla. El verdadero rol de Pires genera debate en Estudiantes. Están los que dicen que pone la cara, pero las decisiones las toma Verón. Otros aseguran que, en realidad, a la Bruja sólo le interesa que en las operaciones participe su amigo, ya que no confía en los dirigentes. Pires aporta su mirada: “le pegan al chancho para que salte el dueño”, dice. En su metáfora, el chancho sería él, y el propietario, la Bruja. A confesión de parte…

MARZO 2011 AGOSTO 2011 || UN UNCAÑO CAÑO49 75


Libera tu esperanza

Se aproxima el 30 de agosto. En Mar del Plata empezará el Preolímpico de Básquet, quizás la última oportunidad para los argentinos de ver a la generación dorada jugando en casa por los porotos grandes. El entrenador Julio Lamas habla sobre la chance histórica de ganar esa competencia por primera vez y de todas sus ilusiones. Por JUAN IGNACIO PROVÉNDOLA Fotos MAXI FAILLA

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ara Julio Lamas, la posibilidad de volver a dirigir a la Selección argentina tuvo el sabor del más rico deja vu. Así como ya ocurrió alguna vez, el desafío involucra sacarle el máximo lustre a una tropilla cercana al bronce y, en simultáneo, generar un resople generacional dispuesto a cargar en sus camisetas el lastre de las circunstancias. Entre 1997 y 1999, Lamas tuvo un paso fugaz pero intenso en el que recogió el guante dejado por Guillermo Vecchio (siete años con grandes resultados en juveniles y la primera clasificación olímpica en casi medio siglo) y marcó un rumbo que Rubén Magnano convirtió en rutilantes éxitos deportivos a través de Indianápolis 2002 y Atenas 2004. “Argentina venía de dos novenos puestos en los últimos Mundiales, entonces el objetivo fue aspirar a estar entre los primeros ocho con una base de jugadores grandes y el aporte de algunos jóvenes que habían salido cuartos en el Mundial Sub 22 de 1997”, recuerda Lamas. Grecia ‘98 fue la convivencia entre figuras de la vieja guardia como Marcelo Milanesio, Esteban de la Fuente y Marcelo Nicola y algunos exponentes de aquella gesta juvenil en Melbourne

‘97 (Manu Ginóbili y Pepe Sánchez, por caso). “Terminamos octavos, como nos lo habíamos propuesto, aunque estábamos para ganar algún partido más y meternos entre los seis o siete mejores. Era un equipo con individualidades y gran capacidad ofensiva, pero muy heterogéneo, con cuestiones de defensa y de físico que se resolvieron más adelante”, sostiene el entrenador, que había arribado a la Selección tras salir campeón de la Liga Nacional con Boca. Su año restante al frente del equipo se concentró en promover el mentado recambio, y fue entonces el turno de Luis Scola, Andrés Nocioni, Leo Gutiérrez, Lucas Victoriano o Leandro Paladino, nombres del Sub 22 que se inscribieron en la plata y el oro que estaba por venir. Su partida prematura, en 1999, dejó inconcluso un promisorio trabajo y fue determinante para los sinsabores del Sudamericano de Bahía Blanca y el Preolímpico de San Juan de Puerto Rico, las dos competencias de aquel año. Un subcampeonato en uno le permitió clasificar al otro (aunque con una dolorosa derrota en la final ante Brasil), pero el acceso a la cita olímpica se vio vedada por un tercer puesto (“el bronce más amargo de mi vida”) en

un torneo que sólo clasificaba a dos. “Tuve la posibilidad de ir a Europa en búsqueda de un progreso económico, y nunca me arrepentí de haberme ido porque de otro modo no hubiese sido coherente con la decisión que tomé en su momento”, dice Lamas sobre aquella dimisión. Antes de volver a la Liga Nacional y reconfirmar méritos con títulos diversos en Ben Hur, Libertad y Obras, el entrenador tuvo un tránsito de cinco años por el básquet español que incluyó el paso por el Real Madrid (el más ganador del mundo a nivel clubes) y una Copa con el Lucentum de Alicante que lo ubica en el selecto grupo de entrenadores argentinos campeones en Europa junto a León Najnudel. Al otro extremo de la línea del tiempo hoy se encuentran la generación dorada y uno de sus principales mentores. Aunque bajo coordenadas bien distintas: el mismo que los promovió al primer plano del básquet es el que ahora deberá conducirlos hacia el mejor de sus finales en Londres 2012 y España 2014. Entre esto y delinear a la Selección del futuro, reposarán las responsabilidades de quien el año pasado sucedió a por decisión de la CABB (y bajo un fuerte respaldo de la comunidad basquetbolística vernácula) a Sergio Her-

“Ginóbili siempre jugó por el compromiso con la camiseta, ya que en el básquet no se gana dinero con la Selección”.

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nández, circunstancia en la que nunca quedó claro si el Oveja se automarginó por no coincidir con procederes como el régimen laboral part-time o si, en verdad, la Confederación lo invitó amablemente a concluir un ciclo en el que cosechó una semifinal mundialista y un bronce olímpico mientras lidiaba permanentemente con lesiones y renuncias. “Sergio fue ayudante mío en su momento, y yo fui su segundo entrenador en Beijing 2008. Hablamos las cosas personalmente y cada uno confió en la decencia del otro”, aclara Lamas. Las competencias que incluyen el proyecto lo definen por sí mismo: Londres 2012 es la última gran oportunidad de los dorados, España 2014 será la despedida final de los últimos sobrevivientes, y para Río 2016 se aspira a presentar un equipo que represente a la nueva generación. La única oportunidad de ver a la generación dorada jugando en casa por porotos grandes y la chance histórica de ganar esa competencia por primera vez componen el escenario ideal para resuenen trompetas de retorno épico en el Preolímpico de Mar del Plata que comienza el sábado 30. Las pre-convocatorias de Luis Scola (pese al conflicto con la NBA por el pago del seguro por lesión), Fabricio Oberto (retirado desde el año pasado por problemas cardíacos) y Pepe Sánchez (alejado de la Selección por propia voluntad desde la era Hernández), entre tantos otros, demuestra que los planes de recambio quedarán para otro momento. “Ser anfitriones y no contar con la presencia de Estados Unidos (el campeón mundial vigente) nos pone como candidatos a ganar el título. En virtud a esa exigencia, uno quiere contar con el mejor equipo que se puede armar en este momento, con jugadores grandes pero en muy buen nivel”, apunta el entrenador respecto de una Preselección cuya edad promedio pica los 32 años. “Además, son jugadores capacitados para absorber esa presión y lograr ese objetivo a corto plazo que es clasificar a los Juegos Olímpicos. Tampoco se trata de hacer un recambio desordenado, y no era lo ideal exponer a nuevos jugadores a la exigencia de tener

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“Ser anfitriones y no contar con la presencia de Estados Unidos (el campeón mundial) nos pone como candidatos a ganar el título”. que llevar a la Selección a los Juegos”. –Preseleccionaste a Scola y a Oberto, con inconvenientes de diversos tipos, y también a Leo Gutiérrez, con quien tuviste un entredicho cuando jugaba en Atenas y vos dirigías Ben Hur. ¿Cómo son las situaciones de ellos tres? –Hay que ver cómo evoluciona la operación de rodilla de Scola, y a Oberto voy a analizarlo en la preparación previa, ya que me preocupa su larga inactividad. Respecto de aquel conflicto con Leo, charlamos al poco tiempo de ese episodio. Lo conozco desde los 15 años, jugó conmigo en la Selección y fue un pilar del campeonato que ganamos con Ben Hur. Hemos coincidido y disentido estando en el mismo equipo o siendo rivales, pero a ninguno de los dos le convenía profundizar esa confrontación, y ahora lo convoco porque es un talento que sigue vigente. –De tu mano, vuelve Ginóbili a la Selección. ¿Creés que fue injustamente criticado cuando decidió no participar del Mundial de Turquía 2010? –Evidentemente necesitaba descansar y luego hacer una preparación para poder extender la plenitud de su carrera. Ese Mundial que no jugó te lo devuelve ahora, participando en mejores condiciones que las que tenía el año pasado. Él siempre jugó por el compromiso con la camiseta, ya que en el básquet no se gana dinero con la Selección, que tampoco te genera mejores contratos. No veo razones para cuestionarlo. Criticar el manejo de su carrera es un despropósito. –La exigencia de que los jugadores (o las federaciones para las que compiten) paguen un seguro por lesión constituye otro capítulo más entre los obstáculos que la NBA impone al básquet de FIBA. ¿Vislumbrás un futuro en el que las Selecciones sean la prioridad?

–Vos podés tener fuerza siempre que el jugador sea el que quiera actuar, pero es muy difícil si viene sin ganas o le da lo mismo, porque el dinero lo ponen los equipos de la NBA. –¿Cómo planéas el proceso de recambio? –Tengo un proyecto, pero no es el momento de hacerlo público porque estamos cerca de una competencia para la cual debemos prepararnos bien y competir al mejor nivel. Eso sí: tras el Preolímpico, hay varios torneos al que llevaremos jugadores que son candidatos a participar del recambio, en la medida que jueguen bien, ganen partidos y aumente la confianza que hay depositada en ellos. –Medallas olímpicas, finales mundiales, figuras en Europa y anillos NBA. ¿Es posible que todo esto vuelva a condensarse en una misma camada de jugadores? –En esta generación se dieron tres cosas: son hijos de la Liga, tienen un talento extraordinario y pudieron capacitarse en Europa. Puede ser que se repita, pero no sé cuándo. –¿Creés que, si continúan los buenos resultados, el básquet argentino puede convertirse en una pasión de multitudes? –El básquetbol y el automovilismo son los deportes que le siguen al fútbol, aunque éste ocupa los primeros siete lugares, entonces es como si al básquet le quedara el octavo o el noveno. Pero no tiene que ver con resultados, porque el básquet en realidad se hizo fuerte en los lugares del interior donde el fútbol no lo era, con buenas cantidades de equipos y espectadores. Además, tiene una gran tradición en nuestro país: no nos olvidemos que Argentina es uno de los siete fundadores de la FIBA. Ahora estamos en una etapa en la que tenemos que terminar de darle al proyecto la imagen y la difusión necesaria para ser lo mejor que nosotros podemos ser.



s a b r e y s a r t O

LIBROS

Crímenes de película Crímenes de película, del escritor inglés Jake Arnott, es el libro final de una trilogía policial que integran también Delitos a largo plazo y Crímenes de sangre. En su conjunto, los tres volúmenes van desde el swinging London de los años ’60 hasta la década pasada y, más allá de sus intrigas, se pueden analizar también como frescos de época: por allí aparecen desde el mítico productor discográfico Joe Meek (una especie de Phil Spector insular) hasta los hermanos Ronnie y Reggie Kray (gemelos líderes de una organización ilícita de los sixties que eran tratados como celebridades y que fueron mencionados por Morrissey en su canción The Last Of The Famous International Playboys), pasando por la evolución de la moda, las distintas subculturas juveniles y los íconos musicales. Si en Delitos a largo plazo el reproche de muchos hacia Arnott era el hecho de tomar la narración desde un punto de vista “tarantinesco” (el análisis de la figura del hampón Harry Starks desde cinco puntos de vista distintos), en Crímenes de película toma esa crítica como propia y la resignifica: Julie McClusky toma la decisión de investigar la muerte de su padre tras salir de ver Pulp Fiction en el cine. Ahí es donde vuelve a aparecer la figura de Harry Starks –quien en el segundo de los libros casi ni es mencionado–: Tony Meehan, ghost writer

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de delincuentes de segundo y tercer nivel, acompaña a uno de sus biografiados al entierro de Reggie Kray –donde se juntaba la creme de la creme de los criminales de antaño– y ve a Starks, fugitivo de Gran Bretaña desde décadas. Y todo ocurre en la década del ’90, con el ingreso del éxtasis como la droga del momento, en medio del auge de las raves y la música electrónica, lo que hace que Gaz (un histórico dealer de speed, ex fan de la escena de ska Two Tone de The Specials y The Selecter) cambie de sustancias para la venta. La prosa de Arnott está plagada de referencias pop, pero es la antítesis del estilo de Nick Hornby. Allí donde el autor de Alta fidelidad muchas veces deja traslucir su machismo lad, la sutileza y el humor de Arnott dejan bien en claro porque fue elegido como una de las cien personas gay más influyentes de Gran Bretaña en 2005. Quizás su figura, dentro del campo de la literatura, sea equiparable a la de Morrissey dentro del rock, en el sentido de rescatar viejos mitos populares de Gran Bretaña y llevarlos a sus propias aguas. A descubrir y a disfrutar, entonces, de Jake Arnott, autor venerado por David Bowie. Y a rezar para que se traduzcan sus otras dos novelas: Johnny Come Home y The Devil’s Paintbrush. Crímenes de película, de Jake Arnott. Editorial Roja & Negra. 354 páginas. $79.


TEATRO

Proyecto Manual en el Rojas Creado y curado por Matías Umpierrez, el Proyecto Manual les propone a directores y dramaturgos “producir teatralidad a partir de variables no dramáticas”. Este año, el punto de partida fueron los manuales de instrucciones de cualquier tipo, y el resultado del experimento son tres obras que realmente vale la pena ver. Juan Pablo Gómez, autor y director de la elogiada Un hueco, que sigue en cartel en el Club Estrella de Maldonado (Juan B. Justo 1439) los domingos a las 17, 19 y 20,30, presenta los martes a las 21 Los pactos, obra de clima ominoso e imaginativa puesta en escena armada a partir del manual de instrucciones del popular juego de mesa T.E.G. Mariana Chaud propone El horticultor autosuficiente, una historia de amor sencilla y emotiva donde se lucen los protagonistas, Moro Anghileri y William Prociuk. Y Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu refuerzan la apuesta por la narrativa clásica que empezaron exhibiendo en la notable Los talentos -sigue en cartel en el ElKafka (Lambaré 866) los miércoles a las 20,30 y los sábados a las 22-, usando como disparador un manual para construir un mueble exhibidor de uso comercial. Es apenas una

La edad de oro

excusa para abrir el fuego de La edad de oro (viernes a las 23,30), obra sobre la nostalgia, la necesidad de cambio y la educación sentimental forjada a fuerza de deliciosos vinilos. No se lo pierdan. Todo agosto en el Centro Cultural Ricardo Rojas (Corrientes 2038)

MÚSICA

Thurston Moore, a la hora de la calma Olvídense de la distorsión y la ambición experimental. El nuevo disco de Thurston Moore, ese aventurero sonoro que se mantuvo siempre en los controles de la nave alternativa Sonic Youth, refuerza y profundiza las búsquedas de su anterior álbum solista -Trees outside the Academy, de 2007-, esta vez con la valiosa colaboración de Beck, otro espíritu inquieto del rock y el pop americanos. Violín, arpa, contrabajo y percusiones acompañan a la guitarra acústica de Thurston en el viaje de doce canciones calmas y de cierto aire pastoral y psicodélico que propone Demolished Thoughts, editado en Argentina por el sello independiente Ultrapop. Moore declaró a poco de lanzado el disco que el trabajo de Beck en la producción le había “derretido el corazón”, y más allá del un posible exceso de gentileza, hay que decir que la mano del californiano se respira en un repertorio plagado de detalles, igual que en el último álbum de Charlotte Gainsbourg. Incansable, Moore también prepara un disco muy esperado con su mujer, y compañera en Sonic Youth, Kim Gordon y Yoko Ono, otra amante de la vanguardia con la que lo une una larga relación: en los ‘90, Thurston gra-

bó un tema de la ex mujer de Lennon, y no hace mucho le editó un particular “libro-barrilete” a través de su sello Ecstatic Peace!

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La gloria de no ser inocentes Por PABLO LLONTO Foto PHOTOGAMMA.COM

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ontrariando mandatos masculinos, y alguna que otra cuestión de género, en estas líneas queda evidenciada nuestra incapacidad para elogiar un par de tetas. Nuestros lectores ignoran aquellas discusiones y debates que despiertan, siempre alejados de la moral y las buenas costumbres, nuestras llamadas correcciones políticas. La belleza femenina, sobre todo la latinoamericana, no es asunto menor para ciertos prejuicios periodísticos. Celebramos, en cambio, que los testimonios exhibidos por la dama paraguaya, y el despliegue inusitado de frases anacrónicas y sementales que se han desplegado en los medios durante las últimas semanas, hayan sido insuficientes ante el recuerdo menos desnudo pero siempre fresco de una tarde en 1984. Volvía la democracia. Y volvía Serrat. El estadio era el del Deportivo Español. El catalán sería homenajeado allí ante una multitud. De pronto, una escultura de mujer, con pantalones ajustados, saltaba y bramaba en las tribunas. La masa humana la detectó. Todo un estadio quiso agasajarla y empezó a gritar y cantar un estribillo que era moda: “a ver, a ver / como mueve la colita / si no la mueve...” El momento sublime fue incontenible. Ella se dio vuelta, sus caderas calmaron toda curiosidad, y los ojos más felices del mundo presenciaron el espectáculo de una danza nunca igualada en la historia del fútbol. Serrat pensó en el paraíso. Nosotros, en la plenitud de un momento que jamás se repetiría. Han pasado 27 años. Y aquella joven se perdió en la multitud de los pasados y sus datos personales nunca fueron conseguidos. Hoy hubiese sido contratapa de Un Caño. Su poesía era mayor. Sus pechos, quizás no.

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