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Hugo Burel: Recomendaciones de libros y películas

RECOMENDACIONES Por Hugo Burel

Un libro: El Gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald

Considerada por muchos críticos como su obra más lograda, aunque no la más madura, El Gran Gatsby es una novela sobre los sueños incumplidos, el desencuentro, la nostalgia, los amores imposibles y el enfrentamiento entre el idealismo y el materialismo. Construida desde el punto de vista de uno de sus personajes, el joven clase media Nick Carraway, quien en la tercera página ya expresa su desprecio por todo lo que Gatsby representa, la obra puede dar la falsa impresión de ser un retrato sobre el misterio y la fascinación de su héroe central, el enigmático millonario Jay Gatsby.

Como desencantada visión del Sueño Americano, la historia se ambienta entre la modesta casa de Nick en el suburbio West Egg de Long Island, el palacete de su vecino Gatsby, la casa del matrimonio Buchanam, las suites del Hotel Plaza de New York, la carretera que une esos puntos distantes y el moroso transcurrir del verano. En ese mundo falsamente deslumbrante y ocioso se mueven los personajes, extraviados en el calor y en sus propias miserias. Así, Gatsby -que viene de la nada, de la guerra, de los pantanos, de un posible negocio sucio que le ha enriquecido y de un pasado pobre con otro apellido que impidió su romance con Daisy Buchanam- expresa la frustración de toda una generación. Daisy es prima de Nick y está casada con Tom Buchanam, rico, ex estrella de fútbol, vulgar y violento. A su vez, Tom es amante de Myrtle Wilson, patética esposa del dueño de una bomba de gasolina sobre la ruta que une West Egg con New York. En un juego de fiestas, conversaciones casuales, visitas y encuentros más o menos fortuitos, ese grupo va a dar forma a otra tragedia americana.

Felizmente, la colección Debolsillo de Penguin Random House permite la reedición de novelas clásicas de diversos autores con lo cual los lectores contemporáneos acceden a obras que hoy están bastante alejadas del mainstream del best seller. Tal es el caso de El Gran Gatsby, de Fancis Scott Fitzgerald.

Escrita en apenas cinco meses durante su segunda estadía en la Riviera Francesa, El Gran Gatsby es la tercera novela de Scott Fitzgerald. Cuando aparece en 1925 él tenía casi treinta años, estaba casado con Zelda Sayre y habían abandonado su residencia en Long Island para instalarse frente al deslumbrante azul del Mediterráneo. Cinco años antes, la publicación de A este lado del Paraíso le había dado fama y suficiente dinero como para conquistar a la joven Zelda, una flapper que amaba el buen pasar y a la que conoce en Alabama. En ese tiempo posterior a su primer éxito, el matrimonio frecuentará la dulce vida de las fiestas bulliciosas de la Era del Jazz, el glamour de los ricos y la opulencia vacía de la posguerra que se resquebrajará por completo a partir del desastre económico de 1929. En el verano que narra la novela, los cruces se precipitan, casuales o deliberados y esos seres van desnudando, una por una, sus derrotas y sus sueños frustrados. El esplendor de los ricos es tan sólo opulencia material y soledad. Pero en el caso de Gatsby, el triunfo material es apenas un torpe mecanismo para acceder a su idealizada Daisy. Cuando debe regresar de la cegadora luz del verano y sus ideales a enfrentarse a la negrura final junto a una piscina que no usó en todo ese estío, el relato completa sus significados. De la tragedia sólo escapa Nick, tal vez porque ha entendido el significado del juego. El alter ego de Scott Fitzgerald reflexiona en la última frase de la novela: “y así vamos adelante, botes que reman contra corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado”.

La novela, que ha dado tema para varias versiones cinematográficas, sigue manteniendo el encanto que la ha hecho perdurar.

El Gran gatsby, DEBOSILLO, 2018, 192 p.

Una película Animal de Armando Bo

Con Animal estamos ante un film que reúne una serie de aciertos que lo ubican al nivel de las últimas grandes películas argentinas, como El secreto de sus ojos, Ciudadano Ilustre o Relatos Salvajes, por citar algunas. Su historia es dura y atrapa desde el inicio, cuando nos enteramos el padecimiento central en la vida de su protagonista, Antonio, encarnado por un notable Guillermo Francella, que demuestra una vez más su garra y presencia para los papeles dramáticos.

La casa donde vive Antonio en Mar del Plata, su mujer y sus tres hijos, su importante cargo en un frigorífico de carne (genial homenaje del nieto Bo a su abuelo), la mirada del protagonista sobre la inutilidad del dinero que no puede comprarle una solución para su mal -que aquí no conviene develar- y el ingreso de su vida en una minuciosa pesadilla que se desata de la mano de una pareja de marginales construida de manera soberbia por los actores que la encarnan, hacen de Animal un film tenso y cargado de denuncia sobre la realidad que plantea y que puede resumirse en el costo material, humano y social de un riñón.

Poco más diré de esta historia que pudo formar parte de los Relatos Salvajes de Damián Szifron y que funciona como un reloj secuencia por secuencia. A partir de un guión sólido que no da tregua y un elenco sobresaliente, Bo dirige con pulso firme y convicción en su relato hasta redondear una historia que conmueve y obliga a pensar sobre qué tanto nos separamos de la condición animal cuando peleamos por la vida enfrentando al sistema y a los prejuicios materiales.

Animal, Argentina, 2018. Dirigida por: Armando Bo, protagonizada por: Guillermo Francella, Carla Peterson, Gloria Carrá, Mercedes De Santis y Federeico Salles.

Llamarse Armando Bo y ser cineasta, equivale a ser confundido con el Bo original, que fue actor y director, filmó películas con Isabel Sarli y de alguna manera impuso su corto apellido vinculado al cine argentino. Esa dinastía se continuó con Víctor, también actor y padre del Armando que hoy me ocupa. El Bo nieto es realizador y guionista y obtuvo el Oscar 2014 por su guión para Birdman, del mexicano Alejandro González Iñáritu. Antes de Animal, que acaba de estrenarse, había dirigido en 2011, El último Elvis. Por demás referencias, el joven Bo había colaborado con González Iñáritu en el guión de Biutiful. Además de guionista y realizador cinematográfico, Bo ha sido publicitario.

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