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Culturas la cinefilia en el siglo xxi Cine arte, ayer y hoy

Décadas atrás, la proverbial cinefilia argentina se reunía en salas de cine que exhibían obras maestras de todas las latitudes. Hoy, algo de ese culto sobrevive en forma física, pero la mayor parte se ha mudado a la web y al streaming. Crónica de una pasión que no muere y un GPS para descubrir tesoros nacionales y extranjeros.

+ 10 PELÍCULAS EXTRANJERAS

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1 Aftersun Mubi

2 Crimes of the Future Mubi

3 Un verano así (Un été comme ça) Mubi

Los argentinos descubrimos a Bergman”. Un lugar común medio tramposo (el que lo descubrió fue un uruguayo, el gran Homero Alsina Thevenet) pero que grafica lo atento que estaba el Río de la Plata al cine internacional ya por la década de 1950. La culpa fue de la recién llegada televisión, que no tenía problema en pasar el cine de Hollywood de la época, donde no había desnudos ni sangre y los malos siempre perdían... Pero había otro cine, que sólo podía verse en el cine (y a veces ni siquiera).

Fue la época de las revistas de cine y la crítica de cine y los cineclubes, todas instancias que invitaban a mirar hacia atrás, a definir eso que llamábamos “séptimo arte” y analizar sus elementos y su historia. La gente empezaba a seguir directores y no sólo actores. El Festival de Cine de Mar del Plata posibilitó que el público tomara contacto con cinematografías hasta entonces ignoradas o conocidas sólo de mentas. No es casual que la generación del ‘60 (la de Kohon, Favio, Antin y Lautaro Murúa) floreciera en ese caldo de cultivo.

El más famoso de los cineclubes fue Núcleo, conducido durante décadas por Salvador Sammaritano. Los socios accedían a una variedad de proyecciones por una modesta cuota mensual, recibían programas de mano con abundante información y discutían intensamente lo que veían. También florecieron salas comerciales que se especializaban en el nuevo nicho: en la avenida Corrientes porteña estaban los cines “Lo” (Lorraine, Lorca, Losuar, Losange), cuya nomenclatura les aseguraba aparecer juntos en la cartelera de los diarios. Pero la iniciativa se repetía en el interior del país, sobre todo en las ciudades que tenían sede universitaria. Algunas de ellas, como Santa Fe capital o La Plata, llegarían a abrir sus propias escuelas de cine.

“AfTersUn”, Un relATo ínTimo de pAdre e hijA qUe lA esTá rompiendo en esTe verAno.

Fellini, Godard, Buñuel, Kurosawa y por supuesto Bergman fueron algunas de las principales estrellas de la cinefilia local. Ante la creciente opacidad de los nuevos títulos, se imponía el “cine debate”: a la proyección seguía un intercambio entre el programador-presentador y un público que se esmeraba por dar a entender que ellos sí “habían entendido”. Siempre un pelín snob, la cinefilia se desarrolló sobre la certeza de un todo inasible, con películas que no podían verse por lejanía, presupuesto o censura.

Desde el cierre del Festival de Mar del Plata en 1970 y hasta su reapertura en 1997, varias generaciones de cinéfilos tuvieron que arreglarse con lo que había. Ante la cantidad de películas prohibidas en los años setenta, Núcleo empezó a pasarlas a

4 El contador de cartas (The Card Counter) H bO

5 Cuando éramos bravucones (When We Were Bullies) H bO Max

6 Catherine Called Birdy aMazO n Pri M e

7 Le pupille Disney+

8 Robert Downey Sr. n etflix

9 Undine Mubi, Qubit

10 Los visionadores D O cuDac sus socios sin anunciarlas (“un importante preestreno” era la contraseña que indicaba una cinta prohibida; la frase dio nombre a un documental sobre el tema que puede verse en YouTube). Otras se podían ver pero con cortes que generaban aullidos de disconformidad en el público, cada vez que una actriz empezaba a subirse la remera para luego desaparecer súbitamente del plano.

Con la democracia y la paulatina llegada del VHS, las cosas comenzaron a encauzarse. Las pantallas se poblaron de títulos interdictos (La naranja mecánica, Último tango en París, Novecento) y los ciclos de cine arte ocuparon más espacio que nunca. Dos clásicos porteños fueron la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (aún funcionando) y los ciclos del teatro SHA en la calle Sarmiento; en los noventa se sumaría el Club de Cine, organizado por Fernando Martín Peña y Octavio Fabiano en el sótano de una galería céntrica. En Mar del Plata, los jóvenes llenaban el teatro Auditorium dos noches a la semana en los ciclos de Cine Arte organizados por Pupeto Mastropasqua; allí veían por primera vez títulos perdidos de Fassbinder, Wenders, Ferreri, Tarkovski, Wajda, y a nuevos directores estrella como Stephen Frears o David Lynch.

Pero seguía habiendo episodios aislados de censura, y títulos como La última tentación de Cristo (de Martin Scorsese) sólo se conseguían bajo cuerda en algunos videoclubes, que ofrecían una copia del VHS americano para la cual no sólo había que saber inglés, sino contar con una cassettera “binorma” que leyera el formato NTSC. Ni siquiera el cable se atrevía a pasar la película, desde que el católico gobernador Saadi (padre) anunciara que estaba dispuesto a prohibirla antes que a ningún distribuidor se le ocurriera comprarla.

+ 10 PELÍCULAS NACIONALES E N CINE.AR

¡Cuánto esfuerzo para ver buen cine! Exactamente al revés que ahora, cuando las plataformas virtuales nos vinculan con una oferta que parece infinita sin siquiera salir de casa. El problema ahora es cómo elegir, desbrozar la maleza. Quienes prefieran confiar en un programador tienen todavía algunos ciclos televisivos como el ya decano Filmoteca, que conduce Fernando Martín Peña en las madrugadas de la TV Pública. Coleccionistas y programadores como Peña siguen prefiriendo el celuloide, y el trato habitual con copias gastadas los hizo devenir restauradores; los jóvenes que asisten a las proyecciones en fílmico comparten un cierto fetichismo similar al de los raperos con el ruido que hace la púa sobre el vinilo.

A la hora de ver novedades, sobre todo si son de lugares ajenos a EE UU, el cinéfilo debe lidiar con las omnipresentes plataformas. La paradoja de Internet es que en sus comienzos, cuando parecía organizada en tribus, los cinéfilos se encontraban muy fácilmente, pero no tenían manera de acceder a las propias películas en la red. Mientras que ahora, superada esa barrera tecnológica, el mainstream ha copado el terreno y entrar a buscar una película fuera de la norma hollywoodense (que es cada vez más “la norma Netflix”) resulta todo un trabajo. Las principales plataformas (Netflix, Amazon Prime, Paramount+, Disney+) funcionan como Blockbuster: su idea de cine “serio” suele terminar en las películas nominadas al Oscar de ese año (Amazon, por ejemplo, acaba de pegar un hit con Argentina, 1985). Entre las “generalistas” cabe destacar a HBO, cuyo fuerte son las series de producción propia y los documentales. Por suerte, los abonos todavía no son prohibitivos y pueden sumarse opciones para armar el combo de señales más apropiado.

De las que operan legalmente en Argentina, las más orientadas al público cinéfilo son Mubi y Qubit; la primera con una política que hace foco en las novedades, más un fondo de catálogo cambiante donde abundan las retrospectivas por directores o festivales. Mientras que la argentina Qubit, antes más generalista, ahora parece especializarse en el cine histórico (con no pocas filmografías completas), aunque sigue teniendo títulos más recientes como Varda por Agnés o la japonesa Shoplifters Este año se sumará a la oferta la plataforma chilena Riivi, enfocada más al cine latinoamericano, como la ya disponible Guayabas.film. Todas ellas ofreciendo acceso al catálogo con un abono básico y la posibilidad de alquilar novedades aparte.

También existen varias iniciativas nacionales y regionales que ofrecen su fondo de catálogo de manera gratuita. A la ya conocida Cine.ar (cuyo scroll casi infinito puede generar un agobio símil Netflix) se ha sumado en los últimos años Retina Latina, donde pueden encontrarse títulos del colombiano Luis Ospina o el uruguayo Aldo Garay. Un lugar que cuelga documentales argentinos recientes de manera gratuita (uno por mes) es la página de DAC, la asociación de realizadores (docu.dac.org. ar). Y existen repositorios que han dejado de actualizarse pero continúan vigentes, como cinemargentino.com, que ofrece una selección alternativa a Cine.ar.

Otros sitios, más pasajeros, se van tan rápido como vinieron, muchos al borde de la ilegalidad. Si se busca uno de esos títulos inconseguibles, conviene tener en cuenta los buscadores de YouTube y Vimeo: ambos portales tienen títulos en alquiler pero también muchos otros ofrecidos de manera gratuita, a veces por los propios realizadores.

¡Buen cine para todos!

1 Temporada de caza (natalia Garagiola)

2 La deuda (Gustavo Fontán)

3 Mauro (Hernán rosselli)

4 Invisible (Pablo Giorgelli)

5 Las facultades (eloísa Solaas)

6 Los niños de Dios (Martín Farina)

7 Alanis (anahí Berneri)

8 Vergel (Kris niklison)

9 La larga noche de Francisco Sanctis (andrea testa, Francisco Márquez)

10 P3ND3JO5 (raúl Perrone)