RUDA VOL.18

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BO + SARLI A diferencia de Meyer y otros de una larga fila del “erotic exploitation”, Armando Bó no necesitó de una galería de musas inspiradoras, para exponer en fotogramas el particular, natural y salvaje atractivo de Sarli. Ella, aún con carencias en las formas actantes (tampoco perseguía premios por ello), tuvo la delicadeza para mostrar y mostrarse sin tapujos en la cámara de su director. Uno que bien le solicitaba pelear al límite del cuerpo a cuerpo contra una adversaria (la violencia desatada en “Sabaleros”, 1959, que le trajo una crisis nerviosa), nadar desnuda en esas particulares aguas uruguayas (una constante en el cine de Bó es la naturaleza) o realizar una escena abiertamente erótica de carácter ninfómano (“Fuego”, 1969), zoofílico (“Fiebre”, 1972), violentada (“Carne”, 1968) o para evidenciar los avatares de una mujer obligada a ejercer la prostitución por una causa superior (“Intimidades de una cualquiera”, 1974). En diferentes planos y secuencias, la Sarli de Bó es la mujer latinoamericana, esforzada y de destino trágico, que encuentra en las inclemencias de una vida sin futuro las más ingratas pruebas. Porque el cine de esta dupla está marcado por el destino imposible, en un clima de machismo recalcitrante y donde la diferencia no tiene espacio. De ahí que algunas de estas películas mantengan vigencia, sobre todo, en una región donde estas temáticas -desde la liberación o posición de la mujer en una sociedad todavía machista- cobran sentido (lo mismo en la relación

desde las formas de explotación con “Una mujer fantástica”). También forma, cuando aún quedan cuestiones que siguen en modo tabú. Parte de aquellas, la Sarli las representó hace unos 50 años, en títulos donde pese a los contratiempos, “el gran personaje” que representaba tomó las coordenadas de su destino, mostrándose como era su deseo. De ahí que sus interpretaciones (personajes) tuvieran relación con mujeres de carácter fuerte y decididas a tomar decisiones, aún cuando estas no fueran las más convenientes políticamente hablando. Obras como “Desnuda en la arena” o “Éxtasis tropical” (ambas de 1969), “Furia infernal” (1973) y, sobre todo, “Carne” (1968) y “Embrujada” (1976) expresan planos de una carga que están, incluso, más allá de lo erótico y del desnudo frontal o semi. Se trata del cuerpo al servicio de hechos contingentes -otra clave de la explotaciónpresentes aún cuando incomoden al cuerpo social. Y aunque Bó los puso en escena/pantalla de manera rugosa y realista, que estéticamente valen en su cine, sin disimulos innecesarios, estas más de 20 películas adquieren tono y vigencia desde su contenido, lo que tratan. Es cierto, también, Sarli no fue la gran actriz, sin embargo, proyecta los deseos de muchos hombre y mujeres, que asumen el cuerpo con la cuota de placer, ya sea en el agua, en el contexto de una naturaleza indómita y misteriosa o, simplemente, en la intimidad del dormitorio. Es ahí donde estas películas tienen sus mejores resultados.


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