Revista Rascacielos No. 43 | 18 de noviembre de 2018

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Domingo 18 de noviembre de 2018. La Paz, Bolivia.

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amores

jaicholos de norte a sur y viceversa

Hablemos del totalitarismo | Traje folklórico chileno | Ch’enko total: el amor más allá del amor DOMINGOde 18 DEantaño NOVIEMBRE 43 |18 Antojitos | Remedios Loza | Stan, el (todavía) presente | Ojo al parche www.paginasiete.bo

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IDENTIKIT / La Misk’icha / Alejandra Lanza

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PATIPERRO / Hablemos del totalitarismo / Richard Mateos

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AGENDA LaEscobaEscultural / Claudia Daza

10 DESOBEDIENCIAS / Traje folklórico

De norte a sur y viceversa

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L CH’ENKO TOTAL que el Papirri (Manuel Monrroy Chazarreta) miró y cantó como nadie, mucho antes de la euforia por el Estado (con mayúscula y minúscula) Plurinacional, fue sobre todo eso: una canción, pero además una canción jocosa: la mejor manera de digerir nuestras verdades. Dos espacios simbólicos (geográficos, sociales, políticos y afectivos) se juntan y revuelven al calor de los amores del poder del Gran Poder, que no es sólo un baile, ni sólo una fiesta: es el poder de la cultura propia que a paso de caporal ha ido empapando todos los rincones de la ciudad. El norte moreno, habitado por migrantes indígenas, luego urbanos, luego cholos; y el sur dorado, refugio de las tradicionales clases altas adineradas. Unos y otros se mezclan y el resultado es un ch’enko total. Amores de telenovela, aquellos que atraviesan barreras de “clase”, hubo siempre, aquí y más allá. Pero lo nuestro, ese viaje paceño de norte a sur y viceversa –lo canta el Papirri– es mucho más interesante. Porque no son clases distintas las que se enfrentan–encuentran y gestionan afectos y desafectos, son mundos distintos con una historia inmensa sobre la espalda. Una historia de poder, de territorios y fronteras geográficas, sociales, políticas y afectivas en disputa. Ese ch’enko que ha encontrado su apellido: “plurinacional”, sea vía Gran Poder, vía proceso de cambio o vía Teleférico verde–amarillo ida y vuelta, ha dado la vuelta la tortilla: en la cresta ostenta una nueva clase adinerada, aquella del norte con vista al sur. Pero ese ch’enko ¿ha logrado la juntucha amorosa? ¿Es posible hablar de algo así como los amores jaicholos? ¿Ha llegado la hora de decir ya no “hermano campesino” sino “cuñado”? Cecilia Lanza Lobo

* Rascacielos abre este espacio a la buena crónica, perfil, historieta, diario de viajes, testimonio, fotografía, fotoreportaje y otros vicios. Pueden enviar sus aportes a: rascacielosrevista@gmail.com Las publicaciones estarán sujetas al criterio del comité editorial que se comunicará con la autora o autor.

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chileno o cómo vestir de la cabeza a los pies / María Galindo

12 CH’ENKO TOTAL / El amor más allá

del amor / Juan Carlos Valdivia en breve / Cecilia Lanza Lobo

16 CRÓNICA / De norte a sur. Las

fronteras (o no) del amor jaicholo / Gabriel Mamani Magne

24 CRONIQUITA / ABUELAS /

Caperucita roja / Magda del Rosario Lahore Uriarte

26 FOTOGRAFÍA / 24 LP / Panaderos /

Alexandra Meleán

28 VIÑETA / Entropía / Guizada Durán 29 EL MAnGO DE OZ / Antojitos de

antaño / Óscar Martínez

30 RETRATO / Remedios Loza /

Sayuri Loza / Cecilia Fernández

32 CARTELER A / Del amor y sus

obstáculos / Ojo al parche / Adrián Nieve

34 CÓMIC / Stan, el (todavía) presente /

Adrián Nieve

Editora: Cecilia Lanza Lobo. Asistente de edición: Fabiola Gutiérrez. Coordinadora: Claudia Daza. Redes: F. Gutiérrez e Isabel Navia. Reportera: Leonie Marti. Diseño editorial: Edmundo Morales. Fotografía:

Cecilia Fernández, Víctor Gutiérrez, Freddy Barragán, Sara Aliaga y Agencias. DISEÑO DE PORTADA: Marcos Luna / DGR-UCB.

Rascacielos y la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad Católica Boliviana se unen para el diseño de las portadas de esta revista. Coordinador: Sergio Vega. Estudiantes en pasantía: Ericka Vargas, Marcos Luna, Sergio Salazar, Josefina Rojas, Ariel Chuquimia y Adiba Rojas.

Compañía Editora Luna Llena S.A. Nº de Depósito Legal: 4-3-25-10 Dirección: Achumani, Calle 9 N°6, La Paz. Teléfonos: Central: (591) 2-2611700; Comercial: (591) 2-2611731 - 2611707 2611709. Suscripciones: (591) 2-2611734. Web: www.paginasiete.bo - La Paz, Bolivia Directora: Isabel Mercado Heredia. Subdirectora: Mery Vaca Villa. Jefe de Redacción: Alcides Flores Moncada. Jefe de Informaciones: Juan Carlos Véliz Morejón. Presidente del Directorio: Raúl Garáfulic L. Vicepresidente Ejecutivo: Carlos Saravia. D. Gerente Comercial: Nadia Diab Linale. Distribución: Marco Téllez. Distribución nacional: Douglas Azurduy. Impresión: Papel Principal S.A.

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ALEJANDRA LANZA es actriz y cantante. Trabajó en varias películas nacionales y extranjeras. Dirige y produce el proyecto escénico y musical TIMPANA. Es cofundadora y productora del NUSON festival de nuevo arte y música.

ALEXANDRA MELEÁN forma parte del colectivo SinMotivo. Ha publicado sus fotografías en el libro Cotidiano (2016) y en medios como Condé Nast Traveler, CNN, The New York Times y The Guardian.

ÓSCAR MARTÍNEZ es arquero, psicólogo social, cuentista, pajpaku, antropólogo, profesor universitario y vecino de Villa Fátima. Normalmente se dedica a matar el tiempo mientras el tiempo hace lo mismo con él.

ADRIÁN NIEVE es humano, pero sólo a veces. Publicó El camino amarillo de Drogothy (2016) y Hayley (2018). Le entusiasma vivir todo tipo de ficción y siente que se está olvidando de algo.

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COLABORADORES 43|18

MARÍA GALINDO es anarco feminista integrante de Mujeres Creando, radialista, escritora, grafitera y cocinera.

GABRIEL MAMANI MAGNE estudió Derecho en la Universidad Mayor de San Andrés aunque nunca ejerció –ni ejercerá, espera– la abogacía. Cursó una maestría en Literatura en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Obtuvo el premio de Cuento Franz Tamayo 2018.

SAYURI LOZA es bachelor of arts en Historia del arte y la cultura asiáticos, directora del archivo de la memoria histórica de RTP, diletante y excéntrica local.

GUIZADA DURÁN es artista plástica de profesión, diseñadora gráfica en formación, artista visual siempre. Fiel creyente en que es posible decir mucho con poco.

RICHARD MATEOS es patiperro y corresponsal sin medios. Es parte de Cieguito sin Frontera, una organización asamblearia, horizontal y democrática de la cual es el único miembro, fundador y presidente.

CLAUDIA DAZA es Piscis, ascendente Tauro y luna en Leo. Ha procurado durante años comprender dónde está Júpiter en el cielo y a pesar de eso le ha rendido pleitesía sin mirarlo. DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


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IDENTIKIT Texto y foto Alejandra Lanza

La Misk’icha llegó desde Nazca.

La Misk’icha La Miski (dulce, en quechua) es de las ruinas de Nazca. La trajo una amiga que acompañaba allí a su padre, escritor de literatura fantástica. La había encontrado entre un montoncito de huesos. Yo quería mucho tener una ñatita pero una ñatita te la tienen que regalar. Así que no dudé en aceptarla como regalo. La hice k’hoar y el yatiri me dijo que la llevara con un kallawaya a leerle la coca. La envolvió con lana de oveja y la durmió. Era época de carnaval, martes de ch’alla, dos madrinas. El kallawaya nos dijo tal como había sucedido: “La han separado de su pareja, había otro cráneo a lado de ella. Está molesta pero les está recibiendo, ¿cómo la van a llamar?” Misk’icha, dije.

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Vivió con sus madrinas y vivió conmigo. La llevé a la fiesta de las ñatitas en el cementerio de La Paz el 8 de noviembre, hace años. Apenas ingresé, la gente vino como avalancha y empezó a ponerle coronas de flores y velas: “Me lo vas a rezar para estudio, para mi hijo, para salud, para mi mamá, para mi negocio…” La llevé dos veces y luego pasó a la casa de otra madrina. Dice que las ñatitas son celosas y es mejor que tengan parejita. Así que en aquella casa tenían un ñatito, San Andrés, que heredaron de su abuela desde el terremoto de Sipe Sipe hace más de 100 años. Ahí se han vivido juntitos con la Misk’icha unos años. Dicen que ahora la Miski descansa en paz. DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


PATIPERRO Richard Mateos Burlando Fronteras

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magínate que sales de casa renegando porque te comprometiste a llegar puntual a tu trabajo, pero como siempre te quedaste un rato más en la cama y te agarró la trancadera. Te pones nervioso y te bajas del minibús porque reparas en la cercanía de una estación del teleférico. Imagínate que entras a la estación pero te encuentras con que la fila para la boletería es larga, muy larga; te unes entonces a un coro de maldicientes que llegaron al teleférico quejándose porque al igual que tú pertenecen al club de los apurados tardíos que se quedaron en la cama un ratito más o que se entretuvieron sacando a su perro. Mientras junto a ese coro de maldicientes cantas el estribillo de moda: grave, grave es, el personal de seguridad se desgañita en medio de esa polifonía y explica que las cabinas no funcionan por un fallo en el sistema y ordena que la gente respete la fila. De pronto, unos tipos enmascarados salidos de ninguna parte comienzan a detener a la gente. Tú formas parte de esos detenidos, al igual que el coro de maldicientes, el personal de seguridad del teleférico, el jefe de estación, los que vigilan los baños, el personal de limpieza y la chica que vende los boletos. Todos y todas son conducidos en camiones y trasladados a un centro en cuya entrada un letrero reza: Centro de Rehabilitación para Personas con Discapacidad Grave y Muy Grave. Una voz tronante con cierto tono nasal como de robot explica que el objetivo de que estén allí es la rehabilitación por diversas causas concomitantes que tienen que ver con la negligencia, la falta de planificación, la desidia y el incumplimiento de objetivos y de compromisos suscritos con la comunidad o con uno mismo. Todo ello es causa de discapacidad grave o muy grave, pero si se esfuerzan, dice la voz, y cumplen con la rehabilitación y con las normas del

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centro podrán incorporarse a su vida cotidiana siempre que el equipo calificador se asegure de que están rehabilitados. Te pellizcas para comprobar si estás soñando, y tu asombro crece al darte cuenta de que además de la gente de la estación del teleférico, se encuentran tus vecinos: la caserita que no te vende marraquetas aunque las tiene, el señor del minibús que cambia la ruta de repente, el taxista que no conoce la dirección que le indican y te deja donde quiere. ¡Y también están el presidente del gobierno! ¡Y los ministros! ¡Y la directora de Rascacielos! Y varios curas y obispos junto a pastores evangélicos. Todas y todos están por lo mismo que tú, por cosas que dijeron o pensaron que iban a hacer y no hicieron. El centro está creado por la Asociación para el Bien Supremo, financiada por el nuevo orden mundial, y cuenta con habitaciones compartidas para quince personas, con vidrieras para que sus empleados vean lo que ocurre en ellas. No hay intimidad en los baños (también tienen vidrieras) y todo está regulado: las horas de sueño, las de la ducha, las de las comidas, las de rehabilitación, etc. Si eso pasara sería de terror, ¿verdad? En Bolivia, esparcidos por los distintos departamentos del país, existe este tipo de centros para personas con discapacidad con la excusa de su rehabilitación. Las personas albergadas en ellos no deciden sobre sus horas de recreo, ducha, comida o sobre el manejo de sus objetos personales o sobre su intimidad. Sin embargo, estos centros y estas personas pasan desapercibidos porque pensamos que dichas personas están incompletas y que dichos centros se crean por su bien. Plantamos estas semillas y luego nos extraña que surjan Bolsonaros. www.paginasiete.bo

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FOTO PIXABAY

Hablemos del totalitarismo


A G E N D A LA ESCOBA esCULTURAL Claudia Daza

Himnovando la poesía

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sto no es una agenda, es un intento de civismo. Comenzamos con patada voladora. Este domingo 18 de noviembre el Te a t ro Municipal de la ciudad de La Paz tiene el honor de abrir sus puertas a la obra de teatro El Himnovador, donde actúan Antonio Peredo, Fernando Romero y Marcelo Sosa, bajo la dirección de Luis Miguel González. El Himnovador es la historia de Leopoldo Benedetto Vincenti, el compositor del himno nacional (coro general, pienso), cuya vida había sido muy interesante al momento de huir de una Europa llena de intolerancia y guerras. El detalle de este evento es que su estreno será el mismo día en que el himno nacional se estrenó en el Teatro Municipal. Detallazo. A l día sig uie nte, la f ue rza de la palabra inaugura nuestra semana con la cuarta versión del Festival Internacional de Poesía que se llevará a cabo del 19 al 23 de noviembre en La Paz y Oruro, la sede. Efímera es el lugar de la lectura inaugural el lunes 19. Participan poetas de Alemania, Argentina, Bolivia, Chile, Finlandia y Perú. Podremos escuchar a Lila Zemborain, Marina Serrano, Timo Berger, Katariina Vuorinen, Fernando Van de Wyngard, Marín Zúñiga, Sulma Montero, Geraldine O’Brien y Carlos Condarco. Las lecturas, además de la inaugural, serán en la Casa del Poeta el martes 20 y en el Goethe Institut el miércoles 21. Ya para el jueves, la celebración de la palabra se traslada al poder de los brazos de Oruro. Los poetas van a

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TEATRO El Himnovador / LA PAZ /18 de noviembre / Teatro Municipal Alberto Saavedra / c. Genaro Sanjinés / 19:30

arder y nos llevarán con ellos. Ya con más calma, en el Teatro de Cámara nos espera Graciela Tamayo con el monólogo La Policía también llora, del 20 al 23 de este mes. Allí, con una gabardina morada, la sargento Tejerina nos llevará al año 2050, cuando la Policía y las Fuerzas Armadas se han unido en Bolivia. La obra es para mayores de 12 años. ¿Qué cosa siempre hará? Por supuesto que seg uiremos paseando y haciendo citas sofisticadas y amorosas para ir a los museos y seguir disfrutando del SIART. Hay que aprovechar y beber de las obras de Sandra de

Berduccy (BOL), Alejandra Alarcón (BOL), Alejandra Dorado (BOL), Erika Ewel (BOL), José Ballivián (BOL), Hélio Oiticica (+) (BR A), Cildo Meireles (BRA), Bertille Bak (FRA), Susanne Weirich (ALE), Carlos Amorales (MEX), Oscar Murillo (COL), Simone Herdrich (PAR), Eleonora Fabião (BRA), y Roger Ballen (EEUU). Las propuestas son variadas. Una semana para himnovarnos poéticamente, caminar por la palabra futurista, rompedora, y maquillarnos si es preciso. Y cómo no, morir antes que esclavos vivir. DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


OTROS ANTOJOS LA PAZ

POESÍA Festival Internacional de Poesía / LA PAZ / 19 al 23 noviembre / Lectura inaugural, 19 de noviembre, Pizzería Efímera, final Sánchez Lima N° 2667 / Segunda lectura, 20 de noviembre, Casa del Poeta, c. Claudio Sanjinés N° 1602 / Tercera lectura, 21 de noviembre, Goethe Institut, av. Arce N° 2708 / 19:00

Concierto Nosotras Somos / 22 de noviembre / Cine Teatro 6 de Agosto / av. 6 de Agosto / 19:00 El reto musical que combina rock, blues, metal, jazz, pop y otros. En esta séptima versión estarán Diana Azero, Sibah, Lucía Chumacero y Victoria Labrie, de Libellula, Joaquina Revollo, de Walkman. Como invitado especial, Panchi Maldonado. Cada cantante interpreta la composición de otra cantante, de eso se trata.

Berlín) nos llevan de viaje bailando y gozando ritmos balcanes y cumbieros de diferentes latitudes del planeta. COCHABAMBA Gabo Guzmán. Música para una guitarra boliviana / 24 de noviembre / SB Departamento Cultural / av. Villarroel entre c. Beni y c. Tomás O Connor / 20:00 Gabriel Guzmán, el del Destrenzas y Taller Taká, está de vuelta con un concierto unipersonal de música boliviana. Interpreta a Miguel Ángel Valda, Matilde Cazasola, Lola Sierra de Méndez, Jesús Durán, Simeón Roncal, Alfredo Domínguez y otros.

PARA VIAJEROS Como para ir haciendo el POA con presupuesto acorde a nuestros sueños, vamos revisando lo que se viene para el 2019. SÃO PAULO

TEATRO La policía también llora / LA PAZ / 20 al 23 noviembre / Teatro de Cámara / c. Genaro Sanjinés / 19:30

Saurom en Bolivia / 23 de noviembre / Salón Libertad / av. Landaeta N° 346 / 19:00 / Info: 73093889 Un viaje mágico junto a Saurom, el grupo español de folk metal que nuevamente visita el país. Este año vendrán como juglar, con un concierto basado en la literatura, las leyendas, poemas y cuentos tradicionales. EXPOSICIÓN Bienal Internacional de Arte SIART-Bolivia / LA PAZ / 10 de noviembre al 29 de diciembre / Inicio de recorrido, Museo Nacional de Arte / c. Comercio esq. Socabaya N° 485 DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18

Balkam cumbia / 22 de noviembre / Bar Almatroste / c. Ingavi N° 730 casi esq. Alto de la Alianza / 21:00 Dj Súper Cholita (CochabambaBerlín) y Dj Haeberle (Ciudad Satélite-

Ed Sheeran en concierto / 13 y 14 de febrero de 2019 / Allianz Parque / av. Francisco Matarazzo N° 1705 / 21:00 El artista inglés pisa suelo sudamericano con su gira Divide. Sólo en 2018 esta gira vendió más de 4 millones de entradas. El álbum, del mismo nombre, es el más vendido de 2017. www.paginasiete.bo

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DESOBEDIENCIAS María Galindo Mujeres Creando

Traje folklórico chileno o cómo vestir de la cabeza a los pies Moda Desobediente es un evento que se organiza anualmente en la ciudad de Santiago de Chile con la idea de abrir una discusión filosófica y política sobre el vestir, la ropa, la moda y la cultura. Entre las invitadas de este año estuvieron Nelly Richard, reconocida critica de arte, Paz Errázuriz, Premio Nacional de Artes Plásticas 2017 en Chile, y María Galindo, de Mujeres Creando. He aquí la pasarela de María en aquel “magno evento de moda”.

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ENCILLO EN SUS LÍNEAS, es un traje capaz de innovar la rígida división sexual de la ropa que ha caracterizado al folklore chileno para presentarnos una prenda que puede ser usada por hombres, mujeres y personas trans. Estamos frente a una creación de vanguardia que ha superado también las

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típicas barreras etáreas de la ropa pues es ideal para toda edad. Es una prenda que reivindica también la nacionalidad, siendo un traje folklórico inédito que permitirá que se nos identifique en cualquier parte del mundo. Este traje, por su belleza y elegancia, puede convertirse en una marca país del Chile contemporáneo para mostrarnos como un país moderno, adelantado,

semieuropeo. Un país competitivo en tiempos de globalización, que ha tenido una única desg racia que ha sabido superar: la desgracia de estar situado al sur del mundo. La desgracia de no colindar con Inglaterra o Francia, la desgracia de no ser protuberancia geográfica de EE UU, la desg racia de no habe r f o r mad o pa r t e d e l a r e u n i f i c ac i ó n alemana. Por tanto, este traje se presenta también como instrumento políDOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


tico para superar el trauma nacional de no ser el país que todo mandatario o mandataria chilena hubiera querido gober nar. Este traje folklórico vanguardista combina la elegancia con la sencillez. Por tal motivo es ideal para ser usado en grandes ocasiones como, por ejemplo, en fotos oficiales de altos dignatarios de Estado en eventos internacionales con el Fondo Monetario Internacional y otros DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18

organismos multilaterales, y al mismo tiempo puede ser convertido en uniforme escolar. Con este diseño, quien lo porta se atreve a lo que pocas veces hemos visto: introducir el mundo de la moda y el diseño en el atávico mundo del traje folklórico. Es un traje que contiene al cuerpo y lo endereza como no lo hacen ni pantalones ni vestidos, ni prenda alguna; es una

prenda que contiene al cuerpo y lo equilibra: atrapa las iras, esconde las formas y no deja volar la imaginación. Es un traje que viste la cabeza y el cuerpo rompiendo la tradición del 99% de la ropa que deja la cabeza fuera del conjunto. Es un traje con grandes potencialidades políticas y económicas pues con un traje así se puede llegar a eliminar completamente el conflicto, la agresividad y la rebeldía en la sociedad. www.paginasiete.bo

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CH’ENKO TOTAL Cecilia Lanza Lobo

El amor más allá del amor Hablar del amor es de valientes. Hablar del amor es irritar los miedos más atroces de aquellos que no saben amar. Hablar del amor no es de machos. Hablar del amor es desnudarse, es feminizarse, es derrumbarse, es exponerse, es hacer aguas. Es terreno minado. Y del amor se habla, siempre, en primera persona.

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ALO VENÍA DE una familia tradicional paceña, digamos clase media acomodada, en aquellos años en que la sociedad, como la telev i s i ó n , s e m i r ab a e n blanco y negro. Y el asunto no era tanto el billete sino eso que se llamaba alcurnia. Pero Lalo, un moreno largo como poste de luz, más que alcurnia tenía amigos. Y, para él, los esforzados modales domésticos familiares del manual de Carreño bien podían acabar en la papelera del baño. Quizás por eso, con ese mismo afán provocador, se casó con una rubia de ojos tan celestes como los de Ángela Merkel, que ostentaba apellido alemán y tenía enmarcado el escudo de la familia. Esa mujer se llamaba Frida. Y Frida, muy rubia, muy alemana, muy fifí, se enamoró perdidamente de Lalo, desafiando así, ella también, a su familia. Lalo, que amaba a los amigos tanto como a su mujer, tuvo en su haber memorables farras hasta que un día Frida quiso darle su merecido y se lo dio: se emborrachó tanto como él y quiso lanzarse por la ventana creyéndose paloma. Así nació Paloma. Paloma y Lalo son los padres de Juan Carlos Valdivia, director de la película Søren. Y quizás ese episodio de la vida real, recreado en la película, reúna el conflicto existencial amoroso que Valdivia se ha planteado. Un hombre y una mujer se en–amoran más allá de cualquier barrera social posible (ese es un detalle aparentemente menor); el hombre la ama pero no abandona su esencia dichara-

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chera; la mujer lo ama y vela sus resacas. Hasta que llega Søren como virus existencial que infecta la relación y el amor se pone en cuestión. Entonces es el la, Paloma, quien inicia el vuelo: es ella quien abandona, quien va tras su deseo y busca su cuarto propio. Él decide ir tras su amada y en el camino se desata el conflicto existencial de pensarse en relación a sí mismos, al otro, al deseo, al amor, a la libertad. De ahí que Søren –el personaje ce nt ral del f ilme – no ex iste. Es un invento, es un recurso. Es la manera en que la pareja gestiona su relación. Søren dispara la búsqueda, la reinvención del amor. Todo esto nar rado en múltiples idiomas, lenguajes, formatos, como para ratificar que el amor es inaprehensible, que el idioma en que te comunicas es irrelevante porque no se trata de comunicar sino de conectar, al modo mismo en que las relaciones se gestionan hoy, a pura imagen, a pura piel, a pura sensación.

Las obras del amor Works of Love (Las obras del amor) se leía en la vitrina de una librería parisina. Era uno de los libros del filósofo danés Søren Kierkegaard diagramado con la palabra LOVE así, grande, como para que un hambriento lo comprara y así fue. Juan Carlos Valdivia lo masticó, lo rumió, lo digirió. Le habían diagnosticado depresión severa y encontrarse con Kierkegaard podría haber sido sólo una cita entre dos angustiados. Søren, séptimo hijo, vivió la muerte de seis hermanos, de

su madre, y la confesión de inf idelidad d e s u padre, en aquella estrecha sociedad de principios del siglo XIX. Su formación profundamente católica lo llevó luego a cuestionar intensamente el catolicismo siendo un “autor religioso por elección”. Pero el episodio más relevante de la vida de Søren fue precisamente el amor a una mujer, Regina Olsen, con quien se había prometido en matrimonio. Pero fue él quien rompió el compromiso en un contexto social en que tal cosa era reprochable. Sus cuestionamientos –f ilosóf icos– sobre la esencia del amor lo llevaron entonces y el resto de su corta vida (murió los 42 años) a desmenuzar el amor (y el matrimonio). Asunto complejo vinculado en Kierkegaard a preceptos religiosos que, como toda obra, habrá que comprender en su contexto. Las obras del amor sostiene que “no hay relación existencial humana que esté del todo desprendida del ámbito del amor. Tratar cualquiera de los acontecimientos que suceden en nuestra existencia es introducirse en una intrincada e infinita fenomenología de las obras del amor y de las respuestas humanas a ellas”. Por eso –siempre y cuando uno tenga este preciso contexto– no es difícil entender por qué Valdivia dice que con Søren –la película– “quería hacer una

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FOTO MERLINA ACEVEDO / SØREN DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18

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FOTO ZONA SUR / CINENÓMADA

CH’ENKO TOTAL

película sobre el amor y salió un película sobre la libertad”. A ello habrá que añadir que, como él mismo reconoce, hizo también un “menjunje”. El amor sí, pero en los tiempos del cólera, de la juntucha, de la hipersensorialidad sexual, visual, touch. El amor más allá del amor.

De Sur a Norte y viceversa Valdivia cierra así su trilogía Zona Sur, Yvy Maraey y ahora Søren, en el sentido en que en las tres indaga sobre la identidad de los bolivianos. En Zona Sur Valdivia puso en pantalla, dependiendo desde dónde se mirase –norte o sur– una evidencia (norte) o un secreto (sur) a voces: que el país “j ai ló n” comenzaba su decadencia y una nueva burguesía, esta vez chola, entraba en escena. Valdivia marcaba así un paso fundamental en el cine boliviano cuyo antecedente inmediato, en esa línea, era sin duda Chuquiago, de Antonio Eguino, que en 1977 hizo el recorrido por la identidad paceña–boliviana, de norte a sur, desde el migrante campesino Isico, el cholo alteño Jhonny, pasando por el clasemediero funcionario público Carlos, hasta la jailona Patricia, en la zona sur. Ya se vio en Chuquiago los indicios del “conf licto” o, mejor, del “ch’enko” (que luego lo resolvería magistralmente Manuel Monrroy Chazarreta, el Papirri, en aquel himno nacional llamado Ch’enko total) cuando Jhonny entra a la Universidad y allí se “junta” con compañeros de “otra clase”, entre ellos una muchacha a quien su tío encuentra en la calle junto a Jhonny y le dice: “Hola hijita, ¿qué haces con ese cholito? ven, te llevo a la casa”. Treinta años después, Valdivia, con Zona Sur (2009), da cuenta de la consolidación del trayecto norte sur. Luego pasa por Yvy Maraey (2013), el mundo guaraní, casi como digresión hacia el reconocimiento de aquellas otras identidades –étnicas– nacionales que hasta entonces nos eran invisibles. Y finalmente en Søren da cuenta de un hecho que supone consolidado: el ch’enko total. Por eso no lo expone, no se detiene, no ahonda, pasa. Si en Zona Sur puso el ojo sobre un hecho evidente, quizá en Søren vaya un poco más allá y dé por hecha la posibilidad del amor jaicholo. Y quizás también sea aquella posibilidad de ver el ch’enko total consolidado lo que incomode a más de uno.

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Juan Carlos Valdivia EN BREVE

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LEGÓ DE MÉXICO hace 14 años, en 2002. Le atrajo lo que estaba pasando en el país, “era un caldo de cultivo”, dice. Se siente afortunado de haber creado “desde la burbuja, desde adentro hacia fuera”, de haber consolidado un lenguaje, un estilo, una obra. Cree que el país está demasiado politizado y que se avecina una batalla entre la vieja guardia, una guerra que no le interesa pelear. Por eso ahora prepara maletas para ser parte la industria global. “Creo que he puesto mi grano de arena, lo he reflejado en mi obra, lo he vivido, he viajado, he conocido gente, he sido parte, no he mirado desde afuera. Ha sido una época fértil . El país ha cambiado. Esta sociedad era una especie de apartheid y creo que esa burbuja se ha roto. Teníamos una deuda pendiente con nosotros mismos. Había una lucha interna de poderes, de imaginarios. Pero creo que ha llegado la hora del cambio: el cambio del cambio”. De Søren dice que prefiere no esperar nada. “Que la gente la vea y dialogue. Ya no es mía. Es de quien la quiera”.

El amor El amor es el sentimiento de estar agradecido hacia otro ser humano por permitirte amarlo. El amor no es ser amado sino amar. No puedo hacer una película con grupo focal o seguir las tendencias. Me estrellaré contra lo que me tenga que estrellar pero esa es la manera en que percibo el mundo: cómo agarré a Kierkegaard y cómo junté al extranjero, a mis padres, al cholo, al camba, al colla. Hago un menjunje como cuando cocino.

El cine, los jóvenes Me preocupa que los cineastas no estén haciendo películas DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


les de modas…, en la belleza de nuestra gente a la que se atreven a decirle fea pero de la que aman sus manos y su trabajo y las cosas que hacen. Vengan a nuestros paisajes mientras nosotros soñamos con Miami. Suscribámonos a Netflix y veamos cualquier cosa que nos ponen en el cine y no nos miremos frente al espejo que nos ponen nuestros cineastas bolivianos. Entonces, creo que hay descuido de parte de la sociedad hacia todo, hacia sus enfermos, hacia sus creadores...

Las historias

FOTO FREDDY BARRAGÁN / PÁGINA SIETE

La gente quiere olvidarse de sus problemas, no quiere tesis sociológicas. Eso no quiere decir que hagas películas sin contenido o solidez o incluso ensayos. Pero el cine es contar historias. Hay una cosa fascinante que está pasando y es que en los últimos años el guionista está tomando el control de la cadena productiva. Los que mandan son los escritores. Los que toman las decisiones sobre los equipos, inclusive de dirección, son los escritores. Si quieres controlar un producto televisivo tienes que ser escritor. Y ahora lo que estamos consumiendo es televisión. ¿Por qué? Porque se trata del manejo de los tiempos y de la partitura. El escritor maneja esta concepción y la dosifica. Y los directores, con la democratización de los medios, nos hemos vuelto más técnicos. Cualquiera se compra un juguete, un dron, una buena cámara, luces, hay tutoriales, hay una cosa empírica, puedes hacer una película. Pero siéntate es escribir en soledad y enfréntate a una página en blanco. Eso sí está difícil. El director ya no es el rey.

Los universos narrativos. La iteración. de jóvenes. Están tratando de buscar validación en festivales o hacer tesis sociológicas. Que hagan cosas que me hagan latir el corazón, que me conmuevan. Pero también entiendo, porque si aquí no encuentras valoración pues que te valoren en San Sebastián. No hay una retribución a lo que se hace. Veo a los directores en la puerta del cine parados diciendo al público “vayan a ver mi película”. En esta película (Søren) quería estar rodeado de gente joven, quería la energía, el desmadre de la juventud. Ha sido una apuesta, un atrevimiento. Los jóvenes a veces te sacan de quicio. Pero me gusta. Y además creo que me toca enseñar. Se aprende mucho haciendo una película.

De país a paisaje Estamos con el riesgo de dejar de ser país y convertirnos en un paisaje. Vengan y cójannos. Vengan al salar de Uyuni, al cholet, tómense la foto, cuenten nuestra historia porque nosotros no la estamos contando. Venga el New York Times, la BBC, Claus Mayer. Vengan a explotar nuestros ingredientes, llévense nuestra quinua, inspírense en nuestros awayos para sus desfiDOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18

Hay un concepto interesante que es transmedia. Fui a tomar un seminario en Escocia, otro en Berlín, y empecé a leer todo eso. Hoy en día las historias –otra vez– son lo más importante: Qué historia te cuenta una fotografía, un fragmento. Pero además no es solo la historia sino el universo narrativo. He intentado crear un universo narrativo. Y hay una cosa que se llama “iteración”: es un prototipado de tus contenidos en las redes sociales. Para qué te vas a estrellar con una película y ver que estás equivocado. ¿Por qué no lo prototipas primero? Vas lanzando contenidos, preguntas, y vas teniendo una devolución de acuerdo al diálogo que sostienes con la comunidad que vas creando. Si tu comunidad crece, si te contestan, te das cuenta que estás por el buen camino. Cuando pregunté qué es el amor y tuve una avalancha de respuestas, me di cuenta que la gente quiere hablar del amor.

La despedida Estoy muy agradecido pero siento que necesito mirar otras cosas. Quizá me pasa como a los escritores que están afuera. Bolivia siempre va a estar en mí. Pero no necesito ahora machacar la bolivianidad. Ya lo he hecho. Creo que en esta película menos que en las otras. Quiero volar hacia otra cosa. www.paginasiete.bo

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CRÓNICA Gabriel Mamani Magne

De norte a sur Las fronteras (o no) del amor jaicholo

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Una historia de amor plurinacional –si acaso algo así existe– en ese país llamado “zona sur”.

ILUSTRACIÓN MARCOS LUNA / DGR UCB

H

ASTA SUS OCHO AÑOS, Jeimi pensaba que Obrajes era otro país y, cuando sus amiguitos le preguntaban qué había hecho el fin de semana, ella decía: “he viajado a O br a je s ”. El dentista de su seguro estaba ahí, y su m a d r e a p r o v echaba la consulta para llevarla a comer pizza y hacerla pasear por los jardines de la zona sur. “Casi tres horas”, relata doña Alejandra, su madre, al momento que acaricia una Torre Eiffel en miniatura que yace sobre su mesita de té. “Desde Villa Pacajes (El Alto) nos demoraba tres horas llegar hasta aquí”. Pasaron los años, los negocios mejoraron, Jeimi se hizo jovencita. Sin pensarlo, doña Alejandra pensó que el mejor lugar para que su hija se recibiera de abogada era la Universidad Católica. La distancia entre Obrajes y Villa Pacajes era la misma, pero ahora había dos salvedades: un teleférico amarillo y la plata suficiente en los bolsillos de Jeimi para agarrar un taxi (“o comprarse un taxi”, como bromea doña Alejandra) en caso de urgencia. Doña Alejandra me habla de esto en su residencia ubicada en un edificio de Obrajes, a menos de tres cuadras de la universidad de su hija. “¿No extraña Villa Pacajes?”, pregunto. Ella niega con la cabeza. “Aquí es calientito, allá mucho frío hace”, asegura y al segundo me cuenta que la familia se mudó a este barrio cuando Jeimi cursaba el segundo año de Derecho. “Mucho lío era”, menciona la muchacha. “Peligroso era para que la chica vuelva”, agrega la madre. La decisión no fue difícil, pues su hija, mientras cursaba el primer año, se había encargado de engatusar a sus padres con decenas de historias sobre ese país lejano llamado “zona sur”. Ahora que la familia vive donde siempre ha querido vivir, podría decirse que la plaza Roma es para Alejandra lo que Macondo es para un lector ferviente de García Márquez: es

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como haberse metido en el cuento. García Márquez, Obrajes, sueño. Dicho así suena bonito, pero, en los hechos, no todo es macondiano en este edificio de diez pisos en el que las puertas no tienen chapas tradicionales sino botones para digitar un código. Eso por los vecinos. “Solo alg unos”, resalta doña Alejandra, como intentando quitarle importancia al tema. “¿Alg unos?”, pregunta Jeimi incrédula. “Hartos, sobre todo esa vieja”. Vamos por partes. La familia de doña Alejandra llegó a este edificio hace dos años, en 2016. La sedujo el barrio, el clima y, obvio, lo cerca que el edificio quedaba de la universidad de su única hija. El padre (quien se negó a ser entrevistado “porque podía ser negativo para los negocios”) era el único que se oponía a un cambio tan radical. “Pensaba que sería difícil”, cuenta Jeimi, que a la fecha tiene veintidós años y está a punto de terminar su carrera. Doña Alejandra insiste en cambiar de tema, pero su hija tiene ganas decir algo y por eso no se muerde la lengua al momento de hablar de sus vecinos. — Desde el primer día han sido así… No todos… Pero varios de ellos. 2016: Alejandra y su familia viajan en un camión desde el barrio alteño de Villa Pacajes con la certeza de que, desde este momento de su vida, todo va a mejorar. El camión traquetea y Jeimi viaja en la parte de atrás. “Ha sido, creo, el viaje más importante de mi vida”. Cuando llegan a su nueva residencia, suben sus pertenencias con la ayuda de unos familiares de provincia que están de visita en la ciudad. Apenas los ve, la administradora del edificio les advierte que, en caso de que produzcan una rajadura en las paredes o algún daño parecido, la multa que deberán pagar será de doscientos bolivianos. La mujer es choca teñida y tiene una nariz ganchuda. Jeimi y su familia son todo lo contrario: morenos, de nariz pequeña. Uno de los familiares de doña Alejandra carga una cómoda sin ayuda de nadie y en un momento siente que las piernas le flaquean. Hace todo para mantenerse en pie, pero la cómoda impacta contra una pared. Pésima suerte: se trata del piso en el que vive la administradora, quien sale alarmada e increpa al muchacho. En eso aparece el papá de Jeimi y, “casi arrodillándose”, pide disculpas. Doña Alejandra se hace presente solo www.paginasiete.bo

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CRÓNICA

cuando la “reñida” ha terminado y la administradora ha regresado a su departamento. La tensión que se siente en el aire y se manifiesta en la cara de su marido y su hija le dice que algo ha rajado el ensueño en el que la familia vive desde hace algunos minutos. — Clarito me he dado cuenta de que algo había pasado –cuenta doña Alejandra al momento que juega con una punta rebelde de su trenza. Fue un empezar con el pie izquierdo, pues según Jeimi aquel evento acostumbró a los vecinos a que “puedan gritonearlos cuando quisieran”. Le pregunto si en estos dos años que la familia habita en el edificio ese comportamiento se ha repetido con otros vecinos, y ella dice que no. — Nos tienen bronca –asegura la muchacha. — ¿Por qué piensas eso? –pregunto. — Porque tienen plata –responde ella–. Aunque nosotros también tenemos –agrega–… tal vez tenemos más plata que ellos. Doña Alejandra, cuya pollera brilla bajo el candelabro exquisito que cuelga de su techo, parece feliz con la segunda parte de la respuesta de su hija. Asiente con la cabeza; su cara adquiere una expresión solemne. La familia amasó su fortuna gracias al comercio. Comenzaron importando arroz, allá por fines del siglo pasado. Ahora monopolizan la importación de productos alimenticios de procedencia argentina y peruana en las tiendas de Villa Pacajes y en los barrios aledaños. Otra fuente significativa de ingresos es la importación de autos. Aunque su experiencia en este rubro es relativamente nueva, Doña Alejandra piensa que el futuro está ahí, en el lejano oriente. — Quiero ir a China– asegura con la misma facilidad que uno dice que desea ir a Copacabana. Jeimi ha heredado la labia comerciante de sus padres y la voz delgada de la gente del altiplano. El tiempo la ha curtido: por el tono de sus palabras, puedo adivinar que se ha enfrascado en más de una carajeada con algún vecino. Según me cuenta, su sueño es especializarse en derecho penal y así acabar con los violadores de este país. Sus facciones son suaves, tan suaves que la hacen lucir como una recién egresada de colegio. Viste un canguro marca Under Armour y un pantalón jean de color negro. Sus zapatillas son Converse (o chapulines en lenguaje vetusto), y su cabello luce unas ondas en las

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FOTO CECILIA FERNÁNDEZ

Mientras Jeimi cursaba el primer año en la Universidad Católica, se había encargado de engatusar a sus padres con decenas de historias sobre ese país lejano llamado “zona sur”.

Doña Cristina Monasterios de Aduviri, exitosa comerciante, bien podría ser parte de la nueva composición de poder. DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


El poder, ahora, andaba en polleras. ¿En qué momento exacto cambió la composición de poder? ¿O es que acaso la cholificación del Estado fue un proceso gradual? que salpican uno que otro rayito castaño. Una de las agresiones que más marcó el carácter de Jeimi ocurrió hace dos años. Su papá cumplía años y muchos familiares de provincia habían venido desde sus respectivos pueblos a festejar al miembro más exitoso de la familia. Algunos de ellos, a modo de regalo, traían kilos de papa que cargaban en sacos de yute. “En fila india han entrado”, cuenta doña Alejandra. La imagen que Jeimi describe es nuclear para entender el clima de tensión que se siente en el edificio: es noviembre, tarde caliente de noviembre, y al menos una decena de campesinos se abren paso entre los autos bien pulidos aparcados cerca de la puerta. Alguno de ellos masca coca; otros lucen zapatos con la punta abierta. El guardia de seguridad los examina, les pregunta qué quieren. En eso aparece la administradora –la famosa administradora– y les dice que no pueden pasar. Jeimi le informa que son sus familiares. “Ok”, dice la mujer, que carga a un niño en brazos, “pero que por favor se limpien los pies”. La sangre le hierve a Jeimi y las burbujas de sus coágulos reverberan hasta el día de hoy. — Si me dijera eso de nuevo… le gritaría como se debe. — Grave se ha enojado la Jeimi –menciona doña Alejandra–. Y con razón, joven. Los hijitos de doña Sonia vuelven del Tigre con sus cachos sucios. Nadie les dice nada. — Una vez –agrega Jeimi– el joven del piso de arriba ha vomitado de borracho en el ascensor y nadie ha reclamado. Hay una pausa. Siento un olor extraño y me doy cuenta de que se trata del parquet recién encerado. El piso está reluciente y lo único que ensucia la superficie son mis botas sin lustrar Miro a Jeimi a los ojos. Pregunto: — Tú que vas a ser abogada, ¿interpretas aquellos eventos como casos de discriminación? — No, creo que no… Aunque sí… No sé –responde. La conversación sigue la misma línea argumental de su primera historia: tratos diferenciados por parte de algunos vecinos, doña Alejandra intentando cambiar de tema, Jeimi con la lengua cada vez más rápida. En ningún momento, sin embargo, alg una de mis entrev istadas usa la palabra “racismo”. Tampoco hay una atribución de identidad, es decir, ni doña Alejandra ni su hija se autodefinen como alteñas ni llaman a los que las discriminan con un término en específico (¿jailones?). DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18

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CRÓNICA

Esta tendencia será similar en otros entrevistados y no entrevistados. De hecho, en muchos países latinoamericanos, guardar silencio ante temas de racismo es la ley. Pareciera que, a menos que uno sea intelectual o académico progre, hablar frontalmente de la discriminación –lo cual incluye llamar las cosas por su nombre– es algo poco común en nuestro medio. Hay vergüenza, tal como ocurre con doña Alejandra cuando su hija ahonda más en la herida. Y hay contención, como pasa cuando le pregunto a Jeimi si piensa que el trato diferenciado tiene algo que ver con el lugar de origen de su familia o su color de piel. — No sé… –baja la mirada–. Frío está haciendo, ¿no?

La Bolivia Plurinacional se caracteriza por la diversificación que el proceso político ha generado tanto en espacios públicos como privados. Cuando era niño, mi papá trabajaba en la Cámara de Senadores y solía comprarme un pedazo de torta en el restaurante que estaba ubicado en el último piso. Me acuerdo: por aquellos días, mis ojos de nueve años creían que el poder y el éxito solo podía tener cabello castaño y una piel más clara que la nuestra. Digo esto por la gente que me rodeaba en el restaurante. Quince años más tarde volví al Congreso para realizar el trabajo de campo de mi tesis en Derecho y vi la diferencia: el poder, ahora, andaba en polleras. ¿En qué momento exacto cambió la composición de poder? ¿O es que acaso la cholificación del Estado fue un proceso gradual? Una amiga profesora de la Universidad Católica me cuenta que el proceso de diversificación –o cambio de eje de poder, como ella lo llama– se desarrolló también en las esferas académicas: — Cuando era changa, todos mis cuates eran jailones, de la zona sur. Creo que una de las pocas miraflorinas era yo. Ahora que soy docente, veo gente de todo lado. Jailones y jailones. Hijos de antiguos ricos e hijos de los nuevos ricos… De la Eloy Salmón, de El Alto. Y durante ese cambio, se han producido choques, encuentros. “¿Cómo todo eso ha transformado las relaciones de amistad, incluso afectivas?”, le pregunto a mi amiga. Ella arquea las cejas. — Ven a mi universidad y vas a ver cómo es. Son las diez de la mañana y me encuentro en el predio de la Universidad Católica, ubicado en la avenida 14 de Septiembre, en Obrajes. Andar por la Católica te transmite una sensación diferente a la que uno siente cuando anda por la UMSA. En sus jardines hay paz, o algo parecido a ella. Los petardos están lejos, allá en el centro. El ruido lo pone la gente, cuyo tono de voz es más alto que el de sus colegas de San Andrés. La vestimenta de los jóvenes está bien cuidada, bien elegida, se nota, y la cantidad de mochilas Totto hace pensar que ese tipo de bultos forman parte del uniforme de la universidad. Me siento en una banca.

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FOTO SILVANA BLATZ / 24 LP

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El Ch’ al en Teleférico. Ch’enko enko tot total Teleférico. La línea amarilla, unida a la ver de, conectó el norte verde, norte con el sur. sur.

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— ¿Gabriel? — ¿Nora? Hola, un gusto. Mi amiga profesora me ha contactado con Nora para ahondar en eso del “amor plurinacional” (si es que algo así puede existir). La muchacha que toma asiento a mi lado es bajita. Su piel es rosácea y unos lentes de científico cubren sus ojos claros. La inflexión de su voz es diferente a la de Jeimi: díganme loco, resentido, pero apenas intercambiamos un par de frases ya me doy cuenta de que esta muchacha me derrotaría en cualquier debate. — ¿Y de qué quieres hablar? –pregunta seria. Nora es estudiante de administración de empresas. Su sueño, sin embargo, es ser relacionista pública, ya que “con este gobierno que odia a las empresas no se puede generar empleo”. Hace menos de un mes ha terminado sus cursos en el Centro Boliviano Americano y el gasto mental de las pruebas la tiene “re cansada”. Su celular, un Huawei gigantesco, suena cuando está a punto de contarme sobre su experiencia en la universidad. — Un cachito. — No hay problema. El “cachito” dura unos diez minutos. Una vez que cuelga el teléfono, me cuenta su historia: Hace algo más de dos años, Nora descargó una aplicación para encontrar pareja (Tinder) y, luego de varias citas infructuosas, conoció a un muchacho. ¿Qué le atrajo de su match? Su foto, obvio, pero en especial la información que el joven ponía en su presentación: “cantante, antifútbol, odio a los niños”. Quien ha usado Tinder sabe que todo el futuro de la conversación se juega en los primeros tres mensajes. Precisamente, eso fue lo que enganchó a Nora y la arrastró a un romance que todavía le parece sorprendente. — Entonces el Jesús me escribe: “por si acaso no mando nudes (desnudos)”. Solo eso. El primer mensaje, el primer destello de ilusión. Nora y Jesús hablaron toda la noche sobre temas de lo más banales: música, amigos, universidad, exparejas. Siguieron así durante semanas, hasta que ella tuvo el valor de proponerle que se conocieran en persona. En un principio, Jesús rechazó la propuesta y ella lo interpretó como una mala señal. “Hay tantos perfiles falsos, sabes… Me preocupaba que fuera como Catfish”, asegura. Y todo parecía desvanecerse, el destello, la ilusión, pero una mañana Jesús la saludó con una canción de Ed Sheeran y a continuación la citó en la fuente de El Prado. “Tan arriba”: eso fue lo primero que pensó Nora, cuyo domicilio está ubicado en el barrio de Cota Cota. Lo que no sabía era que, para su match de Tinder, el “tan arriba” de ella era un “tan abajo”. Nora llegó a la fuente de El Prado con más miedo que ilusión. “Te voy a ser franca, mi primer temor era que no fuera como el chico del Tinder… Capaz me había tocado un feo”. Es comprensible: los jóvenes de hoy se toman fotos con tantos filtros, que uno no sabe debajo de cuántas capas se encuentra la persona y todas sus imperfecciones. Por fortuna Jesús no la DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18

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decepcionó, ni en lo físico ni en lo emocional. — Me gustó su originalidad –dice ella–, su cabello, su onda. El único detalle estaba en que Jesús era alteño (de Kiswaras, para ser exactos) y que estudiaba en un instituto superior y no en la universidad. “Mucha distancia entre nosotros”, asegura Nora mientras revisa su celular. — ¿Hablas de una distancia de kilómetros o de mundos? –pregunto. — Distancia–distancia, obvio. Lo cierto es que la relación fluyó y al cabo de un mes ya eran novios. Jesús, según la foto que Nora me muestra en su celular, es un muchacho alto, de piel morena y con estructura de atleta. Viste ropa ajustada, una camisa a cuadros y una chaqueta camuflada. En la imagen, ambos posan debajo de un jacarandá, lo cual me dice que se tomaron la foto en Cochabamba. — ¿Sigue habiendo esa distancia entre ustedes? Nora dice que no, ya no tanto. Aunque después de reflexionarlo por algunos segundos, cambia su respuesta: “sí, sigue un poco”. El principal problema al empezar la relación era que Jesús rara vez podía acompañar a su novia a las fiestas que sus amigos organizaban en sus residencias de la zona sur. “Él vivía muy lejos”. Esa lejanía también se manifestaba en otras cosas. Por ejemplo, en los consumos culturales. Nora cuenta que ella acostumbraba acudir solo a boliches de la zona sur. “Nunca”, dice con un dejo de dramatismo, “nunca había ido a una fiesta más allá de Obrajes”. Algo similar sucedía con su novio, para quien beber más allá de la Pérez Velasco era un evento que exigía gran planificación y la mejor de las pintas. (Pinta, pinta, pinta. Los que nunca han vivido lejos del centro o la zona sur, jamás entenderán la odisea que precede al momento en el que haces parar uno de esos minibuses con letrero amarillo, te acomodas al lado de la ventana y ves cómo las pieles se aclaran y el ladrillo feroz de las viviendas adquiere color. “Para la casa”: esa es la expresión con la que muchas familias de las laderas bautizan a esas prendas que solo son admisibles en el barrio. Hay tenis para la casa y tenis para la calle; pantalones para la casa y pantalones para la calle; camisa para…) Sábado por la tarde. Nora me ha invitado a una fiesta en su residencia en Cota Cota. Maggie, la prima de Nora, parte a Madrid en dos días a estudiar un posgrado y su objetivo esta tarde es beber con todos sus seres queridos. La casa cuyo timbre toco es grande. El número de la puerta está tan bien pulido que veo mi lunar en él. Cuando me apresto a inspeccionar si estoy bien peinado, la hermana de Nora abre la puerta. — Hola. Pasá, pasá… En la sala hay alrededor de veinte personas. La mayoría ronda entre los veintidós y veinticinco años. En los parlantes, Jason Derulo. Un par de muchachitas bailan pegadas cerca de la chimenea. Un muchacho con un piercing en la nariz le dice a otro que la fiesta de ayer ha sido un verdadero “rayazo” (o “wrayazo”, para ser más exactos). Busco al novio de Nora entre los invitados. En una primera

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FOTO MERLINA ACEVEDO / SØREN

CRÓNICA

inspección, ninguno de los jóvenes que me rodea se parece al muchacho de la foto que vi en el celular de mi entrevistada. Tampoco se parece al estereotipo de joven alteño que guardo en mi mente. ¿Cómo se camufla un alteño entre una veintena de zonasureños que en otro contexto serían llamados “jailones”? ¿Es posible hablar de “camuf laje”, dado que los tiempos han cambiado y hoy cualquier persona con el dinero necesario puede comprarse el título de jailón? ¿Qué extraño radar hemos desarrollado los paceños para determinar quién es jailón y quién no lo es, quién “baja al centro” y quién” sube a él”? ¿Esta chica de cabello castaño y cintura escasa, que se toma una selfi junto a la hermana de Nora, sería capaz de determinar que yo vengo de lejos, tan lejos que casi me pierdo cuando buscaba la dirección? Jesús aparece cuando esas preguntas empiezan a mezclarse con la lata de cerveza que estoy a punto de acabar. Aparece detrás de Nora; la abraza, la toma de la cintura. Sus cabellos negros y erizados contrastan con las ondas que su novia ha trabajado en su melena castaña. Alguien coloca una canción de reguetón y la pareja empieza un baile sensual. Desde este momento nadie existe, ni los invitados ni la prima que se va a España, ni el tipo del “wrayazo” ni yo. Solo hay música, una pareja que perrea y las preguntas sin responder de este cronista. Salgo de la casa alrededor de las diez de la noche, cuando el olor de la mota ha invadido el ambiente y ya soy el mejor amigo del tipo del piercing. Nora me acompaña hasta la puerta y me agradece la visita. “El agradecido soy yo”, le digo. Desde el patio de la casa de Nora, el trance de la sala es apenas un rumor opacado por los maullidos de un gato que se restriega contra mi pantorrilla. Salgo a la calle y, apenas doy tres pasos, un barullo ensordecedor me recibe: la alarma de un coche. Nora abre la puerta con violencia y revisa con la mirada la fila de autos estacionados al lado de su vereda. DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


¿Cómo se camufla un alteño entre una veintena de zonasureños que en otro contexto serían llamados “jailones”? ¿Es posible hablar de “camuflaje” cuando hoy cualquiera puede comprarse el título de jailón?

— Me he asustado –dice–. Pensé que era el coche del Jesús. Una vez unos choros le han sacado los espejos. **** A inicios de 2015, cuando Jeimi realizaba su matriculación en la carrera de Derecho de la Universidad Católica, las redes sociales se calentaron gracias a la inauguración de la línea amarilla del teleférico. Un jaboncillo pegado con cinta adhesiva a la ventana de una cabina fue la imagen que desató la polémica. La foto estaba acompañada de un aviso que rezaba: “si no tienen para jabón, aquí les regalo uno, pero por favor báñense”. Facebook se encargó de hacerla viral. Los racistas se encargaron de convertirla en su bandera de batalla. La cuestión era la siguiente: la línea verde del teleférico, que conectaba con la amarilla y así unía El Alto con Irpavi, se había inaugurado hacía poco y los primeros roces entre alteños y residentes de la zona sur se hacían sentir. Según algunos internautas sureños, el gran problema radicaba en que los habitantes de El Alto “subían con mal olor a las cabinas”, dejaban la basura en cualquier lado y habían convertido al Mega Center (el complejo de cines más grande de la ciudad) en un espacio desorganizado en el que mujeres de pollera se sentaban en el suelo “sin el menor respeto por los demás”. Las críticas a esa actitud no se hicieron esperar. Una de las respuestas más contundentes fue el Mega Apthapi, un evento organizado en las inmediaciones del Mega Center cuyo objetivo era congregar a residentes y no residentes de la zona sur en un banquete montado al más fiel estilo andino. Jeimi, que para entonces se matriculaba en la Católica, quiso participar del apthapi, pero su mamá se lo impidió. — Era una macana. Mi mamá decía que me iba a hacer ver mal… Durante sus primeros días como estudiante de la UniverDOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18

sidad Católica, Jeimi escuchó de pasada algunos comentarios relacionados con aquel suceso. Algunos le dolieron, como ese que una colega esgrimió a la salida de la biblioteca: “nos están invadiendo”. Pero los días, y sobre todo el dinero, ayudaron a que los dardos de veneno tuvieran cada vez menos puntería. — Sé que mi mamá podría pagar toda la colegiatura de esa chica que ha dicho eso… Así que la que se ríe de ella soy yo –menciona Jeimi, orgullosa. En el caso de Nora y su novio, la situación fue distinta. Si bien el veneno no llegó donde más duele, sí adiestró la relación, al punto que, por ejemplo, en las reuniones de la familia de Nora, Jesús deja de ser el joven entusiasta y parlanchín que es y se convierte en un ser monosilábico y sin gracia. También hubo roces con algunos amigos de Nora. Cuántas veces, en tono de broma, algún compañero de clases usó la expresión “tu alteñito” a la hora de referirse a Jesús. Quizá todo eso explique por qué la pareja decidió alquilar un departamento en la avenida Busch, cerca de la plaza Villarroel. — Vamos a convivir… –me cuenta Nora por teléfono–. Ya hemos hablado con nuestros papás. Nos vamos a trasladar en una semana… Luego nos vamos a casar. — ¿Por qué han escogido ese barrio? –pregunto todavía sorprendido por su revelación. — Es un punto medio. Ni para él ni para mí. — ¿Y qué sería lo ideal para ti? — La zona sur, obvio. Pocos días después, subo por la Busch y diviso la estación del teleférico. Las cabinas penden del cable y se balancean: una vez más, alguna turbulencia ha detenido la circulación. Doy unas vueltas por la zona –voy hasta el mercado, bajo hasta la plaza Triangular, agarro el teleférico, vuelvo a mi punto de partida– y entonces lo comprendo todo: la plaza Villarroel se configura como un hito que separa lo popular de lo no tan popular. Arriba está Villa Fátima, y en ella su mercado, sus pollos a la broaster, sus bares, su caos; y abajo, Miraflores… sus tubos de neón, sus jardineras, sus condominios de diez pisos. El amor de Nora y Jesús se asentará aquí, en esta frontera. Me pregunto a qué lado se balanceará más. www.paginasiete.bo

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CRONIQUITA / ABUELAS Magda del Rosario Lahore Uriarte

Caperucita

roja

Por suerte la abuela Arminda no protagonizó la batalla contra el lobo. Por suerte para el lobo.

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UANDO LLEGUÉ a casa de mi abuela, el espejo me devolv ió una f ig ura envuelta en una capa roja y su capucha, mientras Arminda –así era su nombre – se enfrentaba con un lobo. No era extraño que me haya imaginado esa escena porque la abuela vivía en el campo. No era gorda pero si robusta, de estatura mediana, y por haberse alimentado con todos los frutos que su campo le ofrecía era sana, muy sana. Montaba a caballo como pocas y desbordaba conocimientos acerca de la siembra, la cosecha de la uva y el perchicolu; del vino y el aguardiente. Mujer de militar, al que acompañó en sus viajes de aventura, templó sus nervios a tiempo que alegraba sus días rasgando las cuerdas de su guitarra, y en los carnavales haciendo cantar la mandolina. Le gustaba mucho leer, cabalgar, sembrar y atender a los animales en la granja, pero no le gustaba cocinar. En el valle de Luribay, atravesado por un río cuyos flancos eran las faldas de los cerros donde estaban regados los viñedos, los durazneros y los altos eucaliptos, estaba su finca, Capinota. Allí en sus dominios ella mostraba su templanza como mujer hábil en los quehaceres que para su época eran más propios de hombres. No se amilanaba si tenía que usar su estuche de médico junto al permanganato de sodio para realizar curaciones menores de accidentes propios del ambiente rural. También tenía su estuche de peluquería y, ni corta ni perezosa, dejaba a “sus indios” rapados o con melena, e igualmente ella igualaba la suya si era necesario. Mientras viví con ella –bastante tiempo– fui feliz por sus atenciones, por los juguetes y los libros con los que rodeó mi niñez. De vez en cuando una radio desvencijada tocaba los acordes de algún tango, y el tres por cuatro se apoderaba de nosotras. Conservo de ella muchos recuerdos, en especial mi primer libro Urbanidad, de Carreño, y mi saco de lana de dormir que ella tejió. El libro lo leí de principio a fin: una exageración por tantas reglas que yo estaba segura que llegado el momento

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no las aplicaría. A mi saco, con el tiempo y por el desgaste natural, se le deshilacharon los bordes de los puños; desgastado con los años, al igual que yo. El tiempo no pudo borrar ese saco que me trae recuerdos imborrables de la abuela, de su olor, de su carácter indomable y de su amor al campo y a las mil batallas que libró con éxito, antes de decirme adiós. La última vez que estuve en Luribay volví a imaginar ese cuento de los hermanos Grimm donde yo actuaba de una tal caperucita. Por suerte mi abuela no protagonizó esa batalla contra el lobo. Por suerte para el lobo, claro.

Magda Lahore Uriarte es economista jubilada. Trabajó en el Banco Central y en IDEA. Fue directora y catedrática en la carrera de Economía de la UCB durante muchos años. Ahora dedica su tiempo a la pintura y la literatura. DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


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FOTOGRAFÍA Fotógrafa Alexandra Meleán 24LP

Hrs. 4 – 5 #panaderos

Donde pan comes, migas quedan

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ADA JORNADA, Hilda y Willy preparan entre 2.000 y 3.000 panes de batalla. Su lugar de trabajo tiene alrededor de 20 metros cuadrados y es pulcro: un ambiente íntimo donde estos dos panaderos conviven todas las madrugadas con las altas temperaturas, los cestos de mimbre y los ingredientes: sal, levadura, harina... La marraqueta paceña no entiende de clases

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sociales: se consume tanto en los hogares más pobres como en las mansiones de ricos. Sale del horno caliente a la hora en que las calles son una entraña vacía, y después cruje en las mandíbulas de los que están a punto de masticar el nuevo día, al lado de un plato de chairo, del típico fricasé de chancho o de un café que hierve. (Alex Ayala) www.24horaslapaz.com instagram: @24horaslapaz

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VIÑETA Guizada Durán

Entropía

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EL MAnGO DE OZ Óscar Martínez

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ACE UNOS d ía s hubo conmoción entre los vecinos de Villa Fátima y los amantes del chicharrón nocturno. Aparentemente la Pacesa, chicharronera boliviana de oro y conductora de buena energía, además de ser la casera de chicharrón más famosa de las villas, se encontraba muy enferma y al borde de la muerte. Esa era la razón, decían las vendedoras del mercado, para que no haya abierto su puesto durante dos días. Luego aparecieron sus ayudantes y sus cinco peroles en los que pacientemente van rotando las carnes durante tres horas y media: de 6:30 hasta máximo las 10:00, hora en la que ya no hay ni aceite caliente ni perros merodeando el puestito del toldo azul que es una leyenda entre los comensales de ese lugar de la ciudad. Pensé que quizá sí está enferma, y por eso ahora la reemplaza su ahijada que no te DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18

atiende ni te yapa con el espíritu maternal de la Pacesa que de sólo verte la cara sabe el hambre y el antojo que traes en la fila kilométrica antes de llegar a su asiento. Desde ahí te saluda con todo el cariño del mundo y te habla en diminutivo mientras te alcanza una carne bien fritita, de esas que se quedan en el fondo del bañador. Yo tenía un amigo que iba una vez a la semana para recordar a su abuela y acabó con sobrepeso y enfermedades cardiovasculares a granel por el puro amor que la Pacesa le hacía sentir, igual que a todos los comensales. Por eso mismo no pude dejar de pensar qué pasaría si uno de estos días me antojo chicharrón, me bajo frente al Shopping La Cumbre y el sempiterno puesto de la Pacesa ya no está. Pasaría lo mismo que con otros tantos puestos, snacks y lugares que han ido desapareciendo desde mi niñez. O desapareciendo en el sentido de que su tiempo ha pasado: siguen ahí pero ya no son lo que fueron. Como el Hamburgón, donde mi

mamá me contaba que en los 80 tenía que agarrarse a codazos para conseguir un par de hamburg uesas que todos iban a comprar en los días de paga de la UDP. O los hot dogsdel Verona, que ahora tiene otro nombre en el mismo lugar y sirven de todo menos hot dogs. O las primeras salchipapas de la ciudad que estaban en uno de los carros de tranvía pintados de verde cerca al monumento a Busch. Y como éstas, la extinta chifa del chino renegón, las hamburguesas Quicks, o Clap Fast Food, o las Chingos. Eso, a gran escala. Imaginen la extinción de cuántas caseras que habrán marcado época en las periferias. ¿Cuántas silpancheras, vendedoras de rellenos de papa y tripitas se irán extinguiendo como estrellas? Sólo el atribulado comensal que busca los secretos en las esquinas y en las calles lo sabe, cuando en la noche o en la mañana le asalta algún antojito del ayer, pero ya no hay, y sólo queda suspirar y resignarse. www.paginasiete.bo

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FOTOS FREDDY BARRAGÁN / PÁGINA SIETE

Antojitos de antaño


RETRATO Sayuri Loza

La mujer más hermosa Todas las mañanas mamá se preparaba para ir a trabajar y yo atesoraba esos momentos, que eran los únicos que teníamos para estar juntas. Amaba sus largas trenzas, su cabello negrísimo y sus bellísimas polleras que siempre combinaba con unas medias con talonera a lo James Bond. Sus blusas le quedaban divinamente en su delgada figura y su perfume Paloma Picasso, que de vez en cuando me dejaba usar. Lo mejor de todo era cuando se maquillaba y yo contemplaba absorta la concentración y delicadeza con que lo hacía, como cuando trabajaba sus artesanías. Allí, sentada frente a ella, yo le contaba que no quería tener hijos, que quería ser como los estudiosos del siglo XIX y que me preocupaba no ser lo que ella deseaba que fuera. Pero ella espantaba mis miedos diciendo que me apoyaría en lo que yo decidiera, que si quería irme a la luna, ella me compraría el pasaje. Yo la miraba y se veía tan linda que no tenía dudas de que ella era la mujer más hermosa del mundo. Años después me di cuenta de que al arreglarse así, se estaba armando para enfrentar a una sociedad que la criticaba por representarla, por usar maquillaje y por enfrentar a los poderosos. Entonces me parecía más hermosa todavía.

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FOTO ARCHIVO FAMILIAR

Remedios Loza

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C A RT E L E R A Ojo al parche Adrián Nieve

Del amor y sus obstáculos

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as películas románticas son predecibles. Pero eso no quiere decir que no sean disfrutables. Porque lo lindo de enamorarse es que la vida se llena de cosas novedosas y, de pronto, hasta lo más gastado se siente como nuevo. Por eso me gustan las películas que retratan amores difíciles o de plano imposibles. Porque tienen esa tendencia a no ser tan predecibles y recordarnos que las nuestras son historias de amor memorables porque algunas dolieron, o no fueron, o nunca habrían sido. Ver estas películas puede ser una forma de recordar esas pequeñas

cosas del amor que fuimos aprendiendo con los años: las pérdidas y lo imposible. Punch Drunk Love (2002, Paul Thomas Anderson. Comedia, drama, romance) es un filme muy romántico y de los pocos en los que me alegro que actúe Adam Sandler. El tipo logra captar y canalizar bien el ambiente intenso y nervioso de esta película. Porque el P.T. Anderson es un director capo y raro. Lo digo porque siempre logra mostrar lo convencional desde un ángulo raro. Muy raro. Y me encanta que alguien pueda darle un giro a un tema sin darle un giro a la historia. A ratos se pierde en lo visual, otros en la extrañeza, y el resto del tiempo en la historia como tal. La película funciona muy bien porque se siente caótica, pero deja las cosas muy claras. Y sólo un capo como Anderson podía captar a Sandler así, sin que deje de ser él, pero con todo para que tengas que mirarlo de otra manera y entender que el tipo no es malo en lo que hace. Simplemente le gusta el dinero. La historia de Punch Drunk Love no es una que todos hayamos vivido, pero es una que refleja muchos momentos de cada historia de amor atribulado, de amor en general. Es una

buena película para entender algunos dilemas del primer amor, o del amor del tímido cuando algún obstáculo –real o imaginario– se para entre uno y lo que quiere amar. Y si tienen ganas de más románticas impredecibles, acá les tengo unas cuantas.

6 pelis sobre amores “prohibidos”

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CASA GRANDE. 2014, Felipe Barbosa. Drama, romance. El privilegio racial y de clase en Brasil es explorado a través de la historia de un muchacho enamorado. La película es atrapante y hermosamente filmada. IN THE MOOD FOR LOVE. 2000, Wong Kar–Wai . Drama. Las barreras sociales siempre son complejas, y en este filme sobre dos que quieren pero no pueden amarse, les tenemos una particular tirria. Pero si alguien podía ponerlo en imagen y sonido es Wong Kar–Wai. HAROLD Y MAUDE. 1971, Hal Ashby. Comedia, drama, romance. Hay barreras de todo tipo y eso generó mucha

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Punch Drunk Love

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resistencia a este filme tan chistoso como bonito. Provocador por su modo de reírse de lo oscuro y lo prohibido, mostrándonos que todo tiene muchos lados para considerar. IN THE NAME OF THE ROSE. 1986, Jean–Jac qu es Annaud. Drama. Esta película es muchas cosas y su historia da demasiado en lo que pensar. Pero el tema siempre es ese momento en que aparece la rosa y se pinta una historia de amor en medio de todos los homicidios. LARS AND THE REAL GIRL. 2007, Craig Gillespie. Drama. A veces es la comunidad la que tiene que repensar el amor y este peculiar filme lo demuestra. ¿Qué harías si en tu barrio un hombre empieza a salir con una muñeca inflable? Acá está la respuesta. MOONRISE KINGDOM. 2012, Wes Anderson. Drama, comedia. La historia de dos niños que juegan a enamorarse. Todos los trucos de Wes Anderson en una historia llena de lindos guiños a la infancia y lo que sucede alrededor del amor adolescente.

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Moonrise Kingdom

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6 pelis sobre amores “imposibles”

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A SHORT STORY ABOUT LOVE. 1988, Krzysztof Kieslowski. Drama. Las consecuencias llegan, pero el camino a ellas es lo interesante. Filmado brillantemente y con parquedad, este filme logra capturar y desesperar con su historia sobre un joven obsesivo y una mujer adulta. BAR AN. 2001, Majid Majidi. Drama. La historia de un hombre que se enamora de una mujer que finge ser hombre. La realidad social detrás de este filme no le quita lo romántico y más bien le da una dimensión muy real, a la par que su cinematografía cruda te hace sentir más cerca todo. LOST IN TRANSLATION. 2003, Sofia Coppola. Drama. Encamotarse no lo es todo y el amor romántico puede no serlo. No todo puede ser entendido en este filme que junta a Bill Murray con Scarlett Johansson, pero qué importa… lo que se te queda es muy grande. HER. 2013, Spike Jonze. Drama. No se le puede hacer justicia a una película como ésta en un par de líneas, pero al menos diré que es una hermosa historia sobre enamorarse y perder. Si de paso se fijan en detalles como los planos, los colores, las actuaciones… será perfecta. THE VIRGIN SUICIDES. 1999, Sofia Coppola. Drama. El gran peligro de que un amor sea imposible es que a partir de eso otras cosas también se vuelven imposibles, hasta que uno se sofoca. Lo genial de esta película es que lo muestra de la manera más romántica y cruda posible. BIRTH. 2004, Jonathan Glazer. Drama. Una mujer le cree a un niño de 10 años que clama ser la reencarnación de su difunto marido. Es una película incómoda pero también es una delicia de dudas morales y de lo que en México llaman las ñañaras.

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The Vir gin Suicides Virgin

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CÓMIC Adrián Nieve

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Stan,

el (todavía) presente 34 www.paginasiete.bo

UE ASÍ: Martin Goodman, un cacagrande de la industria del cómic, allá por finales de los años 50, nota que la competencia tiene éxito con historias de superhéroes y decide darle a Stanley Lieber –que insistía en usar el seudónimo Stan Lee–, un escritor de historias románticas y westerns, la tarea de crear un equipo de superhéroes. Por esos tiempos Stan quería retirarse, estaba frustrado de escribir siempre lo mismo y su esposa lo animó a arriesgarse con contenidos locos. A fin de cuentas, no tenía nada que perder. Así nacieron los 4 Fantásticos, luego Hulk, Thor, Iron Man y así. Hasta que llegamos a Spider–Man, momento en que aquel cacagrande le dice que Spidey nunca lo lograría, que un adolescente no podía ser un superhéroe, que todos querían ver a Batman o a Superman, no a un chiquillo con problemas de la gente común. Y, bueno, el resto es historia. Porque ahora que nos reunimos en este concurrido funeral en el que lamentamos la partida de Stan, sólo queda rememorar su historia tan llena de aciertos y desaciertos; de esas historias que cuentan cómo alguien puede cambiar mucho con poco. Porque al parecer Stan era el hombre de las ideas, el inquieto carismático que sabía sacarle el jugo a dibujantes introvertidos, tipos como Jack Kirby y Steve Ditko, que estaban demasiado ocupados en ser genios y visionarios como para hacer lo que Stan hacía mejor: leer la época, el presente, leer entre líneas las percepciones de algún fanático de los cómics. Stan fue ese tipo que miraba a los dioses y les hallaba lo humano, el que se animó a pensar en los adolescentes como algo complejo, un tipo que se mofó en la censura e hizo que sus personajes discutiesen temas prohibidos por entidades conservadoras en un periodo en que aquello era de “mal gusto”. Digamos que Stan fue el que se animó a arriesgarse pero alejándose de los extremos y manteniendo el balance. Y sí, sí, hay que hablar del famoso Método Lee, ese en el que Stan iba con las ideas básicas donde sus dibujantes, impartía instrucciones y expectativas para luego largarse a manejar la cuestión editorial mientras los dibujantes hacían el resto. Miraba lo que hacían estos genios, les decía “no”, pidiéndoles que pusieran algo de lo que en la industria llaman “los toques de Lee”, es decir: poner al personaje en un universo interconectado, diálogos sencillos y toques emocionales, cosas que ahora domina Marvel. No sé si los dibujantes lo toleraban. Quizá apreciaban que Stan fuera quien comenzó a incluir los créditos de cada quien en las historietas. Quizá vieron que –mal que mal– sus ideas ampliaron el público, pues ya no escribían historias sólo para niños sino para un público más complejo, sacando al cómic de lo de siempre y obligándolo a crecer. Extrañaremos sus cameos, nos quedará su legado. Quedará también Silver Surfer, su personaje favorito. En él vertió su filosofía de vida, no dejaba que nadie lo tocara porque todo estaba lleno de él, de sus fantasías, sus ideas y transfondos. Un Silver Surfer que seguramente será uno de los testimonios –o quizá el único– de quién, en verdad, fue este hombre. Adiós Stan. DOMINGO 18 DE NOVIEMBRE 43|18


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