Edición N° 140

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REUMATOLOGÍA

Artritis Reumatoidea En nuestro país, aproximadamente 400.000 personas están diagnosticadas con artritis reumatoidea, una patología que atenta contra la vida de quienes la padecen, tanto a nivel físico, como emocional y profesional. El Dr. Gustavo Citera destaca, no obstante, que conocer sus síntomas facilita la detección temprana y mejora los resultados del tratamiento.

L

a artritis reumatoidea (AR) se define como una enfermedad autoinmune e inflamatoria sistémica crónica, que se caracteriza por la inflamación del revestimiento de las articulaciones. Por lo general es de aparición gradual y afecta significativamente el movimiento del cuerpo, al punto que, si no es diagnosticada y tratada a tiempo, puede llegar a generar una discapacidad total o parcial en el paciente. “Los daños de la articulación asociados con esta enfermedad progresan constantemente durante los primeros 20 años y representan más del 25% de discapacidad en AR ya diagnosticada”. explica el doctor Gustavo Citera, jefe de la Sección de Reumatología del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP) y actual presidente de la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR). La AR tiene una incidencia mayor en las mujeres que en los varones, en una proporción de tres a uno. Se inicia preferentemente entre los 25 y los 50 años, si bien su prevalencia aumenta con la edad. La mayoría de las veces, afecta las articulaciones en ambos lados del cuerpo por igual. Las muñecas, las rodillas, los dedos de las manos y los tobillos resultan perjudicados con mayor frecuencia, causando un fuerte dolor y rigidez articular. La AR produce una significativa discapacidad funcional y laboral. En los casos más graves de la enfermedad, donde se observan marcadas deformidades articulares, las personas suelen tener que abandonar su trabajo, e incluso se sienten incapacitadas para realizar actividades propias de la vida cotidiana, tales como abrir un frasco,

girar una manija o retorcer ropa. Algunos pacientes también abandonan las relacionadas con el ocio y la recreación, lo que afecta significativamente su vida social; de hecho, se sabe que la AR se vincula frecuentemente con la depresión.

suma importancia en estos pacientes”, subraya Citera. En este punto, a la consulta de Prescribe, recomienda que, “ante la presencia de inflamación en al menos una articulación, el médico clínico debería derivar al reumatólogo y, juntos, seguir al paciente”.

Además, “el carácter crónico y oscilante de la AR también impacta, en muchos casos, la estructura y el funcionamiento familiar, ya que la convivencia con la persona que padece esta condición conlleva altas cargas de estrés, sobre todo por las crisis de dolor intenso e impredecible que puede sufrir”, señala.

Existen algunas recomendaciones que se pueden incorporar a la rutina diaria para tratar de mejorar la calidad de vida de los pacientes con AR. Entre ellas, el profesional enumera las siguientes: Evitar los esfuerzos y el exceso de actividad física; durante el descanso, adoptar una postura adecuada, de forma tal que los brazos y las piernas se mantengan estiradas; comenzar el día con un baño de agua caliente contribuye a disminuir la rigidez articular; incorporar una alimentación balanceada y evitar el sobrepeso a fin de no recargar las articulaciones de caderas, rodillas y pies; realizar ejercicios “isométricos”, pues contribuyen a fortalecer huesos y músculos.

Con el fin de reducir los aspectos discapacitantes que trae aparejada la AR, resulta de vital importancia conocer sus síntomas iniciales, entre los que menciona la “rigidez matutina mayor a una hora, sensación de calor en las articulaciones y la extrema sensibilidad”. Otras señales para estar alerta son el dolor torácico al respirar, la sensación de fatiga, resequedad en los ojos y la boca, nódulos bajo la piel y entumecimiento en manos y pies. En este sentido, “la consulta con un reumatólogo, el diagnóstico precoz y el desarrollo de un plan de gestión eficaz de la enfermedad se consideran de Dr. Gustavo Citera

Es importante tener presente que la AR puede ser controlada y manejada a tiempo si, ante los primeros síntomas, se realiza una consulta con el reumatólogo, quien indicará un tratamiento acorde que le permitirá a cada paciente llevar una vida satisfactoria y plena. Con respecto a la terapéutica, el doctor Citera señala que la droga más usada en la actualidad es el metotrexato, pero, “si no responde a esta, se pueden asociar otros fármacos como la lefunomida o tratamientos biológicos”. A modo de conclusión, remarca que el tratamiento debe ser multidisciplinario e incluir al reumatólogo, al clínico, al kinesiólogo, al terapista ocupacional, y al psicólogo. ■ 67


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