Revista planetario septiembre 2013

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entrevista

centro argentino de teatro ciego

con discapacidad; en el Conservatorio ni siquiera pueden ingresar… En nuestro caso, todas las actividades formativas están abiertas a toda la comunidad; se trate de personas con o sin discapacidad visual. La diferencia está en que si tenés una discapacidad visual, no estás obligado al pago de la cuota: generamos un sistema de becas para que los profesores puedan tener su retribución por el trabajo que realizan pero que al mismo tiempo nadie se quede afuera de la experiencia. Como sala no usufructuamos los talleres en términos económicos, sí son el semillero de muchas de las producciones que hacemos. ¿Qué aspectos formativos deben tener presentes en uno y otro caso, para actores (videntes) previamente formados como tales y para personas ciegas que recién se inician en la disciplina teatral? Hay dos procesos y uno es igual para ambos: lo que tiene que ver con la actuación en sí se trabaja con personas videntes y no videntes por igual. Hay una gestualidad que no se evidencia en el teatro ciego en los términos formales, pero la composición del personaje es, debe ser, con el mismo rigor. Con la misma exigencia trabajamos la formación de la persona en actor/actriz, lo que llamamos la profesionalización y que es lo que más queremos trabajar el próximo año cuando transformemos los talleres en Escuela. El otro proceso, es el de adaptación al medio. Y ahí sí hay diferencias. En el caso de las personas no videntes, hay un mito que dice que están mejor adaptados a la oscuridad, y la verdad es que la oscuridad es su medio más común pero eso no significa que para lo que exige un trabajo de actuación estén mejor preparados. Depende del grado de ceguera y de cómo cada persona lleve su ceguera. Sí sucede que, al principio, los actores ciegos ayudan mucho a moverse en el espacio a los actores no ciegos. Porque hay una cosa que ellos sí tienen mucho más claro casi de movida y es que para trabajar en la oscuridad se debe andar muy despacio, bajar unas cincuenta veces el ritmo del común del día. Porque si en la oscuridad uno anda rápido se choca, y se choca feo. Entonces, se debe andar despacio, y hay que aprender a escuchar, mucho. Igual, todo el tiempo se dan situaciones de compensación entre quienes ven y quienes no, por eso tratamos que la mayoría de los elencos sean integrados. Siempre se necesita alguien que vea, y siempre es necesario el trabajo en equipo.

Gerardo, hay aún algo más interesante en este particular proyecto que es el CATC: el impacto que tiene en la persona con discapacidad visual. “El ciego en general trabaja en puestos que son ad hoc, puestos que son creados para ciegos porque así lo marca la ley o porque así las empresas deducen impuestos; pero acá el ciego que trabaja lo hace a la par de los otros, y eso es igual también para el caso de las responsabilidades. Acá somos todos iguales, no hay privilegios ni exigencias menores para quien no ve precisamente porque no vea”, explica el productor, autor además de las obras Luces de libertad, la que se ofrece en funciones especiales para escuelas, y Mi amiga la oscuridad, primera producción del CATC para el público infantil. Durante las vacaciones de invierno estrenaron la primera obra de la compañía pensada especialmente para chicos, ¿cómo fue el proceso de escritura de una obra para el público infantil a realizarse en la oscuridad? La idea de hacer algo para chicos había surgido hace ya bastante tiempo, incluso antes que comenzáramos a trabajar con la obra histórica, Luces de libertad, que transcurre en mayo de 1810, para colegios. En lo primero que pensamos fue en hacer una versión de El Principito pero la verdad es que los derechos tienen un monto demasiado alto para nosotros y la idea quedó entonces ahí… flotando. Luego, como todo el tiempo recibimos correos de papás que preguntan si pueden venir con sus hijos, si tenemos programación especial para niños, empezamos a trabajar con los colegios, en horarios especiales y con entradas que cuestan menos de la mitad de nuestra entrada habitual. Finalmente, Mi amiga la oscuridad surgió a partir de una idea muy simple, el texto surgió muy rápido, es sencillo, y hasta tiene códigos internos, los personajes de Nescius y Positivín por ejemplo son un poco un chiste a Gerardo y a mí. Lo primero que pensé fue en hacer un texto divertido y con posibilidades para incorporar y modificar efectos todo lo que fuese necesario. El teatro ciego es un poco así en general, se va modificando todo el tiempo. Tiene un lenguaje muy propio que avanza en el tiempo, más allá incluso de la historia original que debe cerrar, primero y antes que nada, en términos dramáticos. Pensé entonces en un texto divertido, lúdico y que sorprenda. Pero acá los sorprendidos fuimos nosotros porque apenas empezamos a probar la obra los pibes empezaron a pedir mucho más de lo que nosotros les dábamos. Ha sido una experiencia maravillosa

“Se trata de despertar otros sentidos y, así, aprender a mirar de otra manera”.

Para Martín, formado originalmente en Economía y posteriormente en teatro (con Raúl Serrano), primo y compañero de aventuras de

Mi amiga la oscuridad. Sáb. y dom. 16 hs. $ 100. A partir de 4 años. Cento Argentino de Teatro Ciego. Zelaya 3006. Tel.: 6379-8596. Más info sobre Mi amiga la oscuridad y testimonios de los actores en: www.revistaplanetario.com.ar/news/view/toda-la-imaginacion-en-escena • 20


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