Punto de Fuga N° 17/18

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Nosotros los posmo y modernos: tentativa para la comprensión de nuestros tiempos a través de la estética.

David Parada

«No se puede transportar consigo a todas partes el cadáver del padre» Apollinaire Pensar es un ejercicio, y como tal siempre está enmarcado en un tiempo y lugar. Hoy, pasada la primera década del siglo xxi, se puede creer que estamos distantes de algunas discusiones que no se tocan tan seguido dentro del mundo de la academia (ese dedicado a la teoría). Pero el siglo no ha dejado de ser aquél en el que las discusiones de este mundo se inscriben; ¿dónde estamos, y cómo hemos llegado hasta aquí? El objetivo de Nosotros, los posmo y modernos es trazado por el resto de su título: una tentativa para la comprensión de nuestros tiempos a través de la estética. ¿Por qué la estética? Pues, como doxa o intuición, se aparece constantemente como una clave de acceso a todo problema enunciado por la filosofía, comenzando desde la subjetividad moderna, ilustrada en el esquema de conocimiento sujeto-objeto. ¿Será esta disciplina lo más próximo a un acercamiento desnudo a las cosas? ¿Será ella el guión entre sujeto y objeto que nos permitirá enunciarlos de mejor manera? Planteamos que la respuesta es sí, aunque de manera perentoria. Para construir la hipótesis que le da forma a esta tesis, fue necesario dar un rodeo histórico en la conformación de la disciplina estética propiamente tal. Esta reconstrucción, aunque histórica, se resuelve como una recolección de conceptos y propuestas más que una lectura historiográfica. Digamos que desde esta vereda, si pensamos en una discusión contemporánea —aunque extrañamente no tan actual en los medios académicos—, nos encontramos con las lecturas pro-modernas de Jürgen Habermas, en su conocido discurso Modernidad: un proyecto incompleto (1980), donde mira con recelo aquello que comienza a nombrarse como posmodernidad —concepto enunciado a propósito de la bienal de Venecia el mismo año—, ya que en aquella sólo es posible hallar animosidad contra el progresismo inherente al proyecto moderno. Hay escepticismo, cinismo, espíritu de resignación al fracaso de lo moderno. Habermas no desea afirmar nada parecido. El proyecto moderno, hasta el día de hoy y en lo sucesivo, debe seguir en pié con ánimo incansable, y para esto pen-

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David Parada


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