Revista Pesca febrero 2019

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ben y que destinan a la compra de combustible, a la reparación de embarcaciones, a la construcción de nuevas mejor equipadas y más. Al mantener estas acciones de financiamiento y no considerar aspectos biológicos o ecológicos de las especies objetivo de interés comercial, se genera un falso desarrollo de las pesquerías y una verdadera adicción a estos recursos… En este esquema, lo último que importa es el estado de los océanos y de las especies que habitan en ellos. No exagero al asegurar que sin estos subsidios las pesquerías serían totalmente inviables. En el fondo se financia la destrucción de los mares del mundo y, en el corto plazo, se fomenta el empobrecimiento de un gran número de pescadores y sus familias. Estos incentivos —que crean realidades ficticias— están siendo altamente estudiados y en años recientes se ha desatado una fuerte tendencia internacional que discute su eliminación. Por otro lado, los subsidios a la pesca no sólo están acabando con los recursos marinos, además generan diferencias considerables entre países ricos y pobres o entre industria y pesca artesanal… Unos pocos se benefician indefinidamente y otros sólo observan cómo la vida marina de la que dependen es saqueada. Si nos enfocamos en el caso del Mar de Cortés vemos que los subsidios a la pesca benefician directamente a un grupo reducido que extrae sardina y camarón. Se trata de pesquerías muy dañinas para el ecosistema que sin los subsidios que reciben sencillamente no existirían. El acceso a estos recursos proviene del lobby y presiones políticas que grupos menos acomodados o menos conectados con las élites no tienen la capacidad para alcanzar. Dichos grupos marginales son los que reciben la mayor parte de los impactos de las pesquerías infladas artificialmente. En 2017 la Organización Mundial de Comercio (OMC), en su reunión ministerial de Buenos Aires, definió un camino para acabar con los subsidios a la pesca que tienen efectos negativos y provocan la sobrepesca en el mar. Las

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negociaciones aún necesitan más atención y mayor interés; sin embargo, vamos por buen camino. México es uno de los países que más subsidios otorga y, de acuerdo con diversas organizaciones nacionales, dichos financiamientos están dirigidos a grandes empresas de la pesca industrial, en detrimento de las pequeñas comunidades. En pocas palabras, los subsidios a grandes negocios sólo incrementan la brecha entre pescadores industriales y pescadores artesanales. De cambiar y redirigir estos subsidios, sería importante que se destinaran a apoyar a las comunidades para generar planes de manejo, establecer refugios pesqueros, decretar áreas marinas protegidas… Estos instrumentos permitirán la recuperación de los recursos y oportunidades de reconversión de aquellos que quieran generar otras oportunidades de desarrollo. De cualquier forma, tengan o no éxito las rondas de negociaciones de la OMC, es urgente acabar con estos incentivos que dañan la salud de los océanos que nos dan la vida. ¿En dónde están los subsidios? Con información de DataMares I @dataMares De 2008 a 2015 en México se distribuyeron 2.5 millones de pesos diarios por concepto de subsidios a la pesca. En este periodo, en total se otorgaron 7 452 millones de pesos. La flota pesquera e industrial de Sonora y Sinaloa acaparó 59.07% de este presupuesto. 38.32% fue destinado a combustibles (lo que incrementa el esfuerzo pesquero). Los montos para equipamiento e infraestructura en los puertos sólo alcanzan 7%. Fuente https://veme.digital/subsidios-a-la-pesca-perversidad-ydeterioro-ambiental/

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