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Enmascaradas

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Maternidad 24/7

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La vida con mascarilla

LA MASCARILLA PARECE SER EL ESCUDO PERFECTO PARA PROTEGERNOS. EL 16 DE ABRIL, PARA LAS DOMINICANAS, MARCÓ UN ANTES Y UN DESPUÉS EN NUESTRAS VIDAS Y RUTINAS; A PARTIR DE ENTONCES EL USO DE LAS MASCARILLAS SERÍA OBLIGATORIO EN ESPACIOS PÚBLICOS Y LUGARES DE TRABAJO. AHORA, ES PARTE DE NOSOTRAS.

Por Alexandra G. Roca Fotos Fuente Externa

Si bien no hay estudios científicos que comprueben la efectividad de las mascarillas ante el Covid-19, Vladimir ZdimaL, jefe del departamento de Química y Física de aerosoles en la Academia de Ciencias de la República Checa, considera que, según su experiencia profesional, “una simple mascarilla casera puede prevenir la dispersión de hasta el 95-100 % de las microgotas potencialmente infectadas”. Sin tiempo ni opción hemos tenido que ir adoptando y adaptándonos a un sistema de vida que para muchas resulta incomodo y frio. 20 dominicanas compartieron con nosotros anécdotas y sentimientos escondidos en sus mascarillas.

Priscilla Montero Torres

(24 años- Psicóloga clínica) Cada vez que utilizo la mascarilla me siento impotente y me invade la tristeza porque con ella perdemos una parte de ser humanos. Me indigna pensar que con estas medidas aprendamos o entendamos que el contacto con otro ser pueda hacernos daño. Después de varias semanas sin vernos, pude ver a mi pareja de lejos, y fue una experiencia muy dura estar ambos con mascarillas, sin poder tocarnos, tratando de descifrar una sonrisa.

María Lía Valdés Landivar

(26 años- Arquitecta y Urbanista) Me coloco la mascarilla desde que salgo de mi casa; me siento protegida, pero al mismo tiempo me entra una sensación de miedo porque sé que la tengo puesta porque me estoy exponiendo. Una vez se me rompió uno de los elásticos de la mascarilla e inmediatamente entré en pánico porque todavía me faltaba mucho tiempo para poder llegar a mi casa.

Cindy Vanderhorst (26 Años - CEO Vadel Social Media Group - Marea Swimwear) Compré unas mascarillas reusables (azul y negra) que utilizo hasta para buscar algo en mi carro. Con el tiempo me he acostumbrado y ya lo veo hasta como un estilo de vida. Tanto así que trato de combinarlas con la ropa que llevo puesta. Es sorprendente cómo la hemos adaptado en nuestras vidas.

Isabella Bretón

(25 años- Directora de Proyectos Audiovisuales en Capital DBG) En casa tenemos mascarillas reusables y desechables, mi padre se ha encargado de comprarlas y mi madre y yo de higienizarlas. Honestamente aún no me acostumbro, me siento incómoda con ella, y es uno de los elementos que más me aterriza sobre lo real y serio que es el problema. Veo muchas personas en la calle con ellas puestas sobre el mentón o la mano, se la quitan para hablar y es totalmente contrario a su propósito. Me causaba gracia, y en un momento de la cuarentena pensé en salir a tomar fotos de la realidad que estamos viviendo, pero me invadió el miedo y la desconfianza al saber que no todos se están tomando las medidas en serio.

Paloma Rodríguez (24 años- Actriz/Cantante) Mi madre me regaló una mascarilla reusable que consiguió fuera, pero he visto que aquí las están vendiendo mucho. Al momento de colocármela no me molesta, pero con el paso de las horas, el calor, y la humedad que se genera al hablar sí. Vi una vez a una persona que se la quitó para estornudar, traté de explicarle que ese era uno de los propósitos, pero muchos aún no entienden el uso correcto de las mascarillas.

SNENiE

(23 años – Cantautora) Depender de un objeto para “vivir” no me hace sentir muy cómoda, pero si no la tengo puesta me da ansiedad y siento que mi vida corre peligro. Resulta sorprendente saber que a pesar de que debemos de andar con ella siempre, no nos protege al 100%. La primera vez que vi a mi novio después de 40 días ni siquiera pudimos comunicarnos bien por llevar mascarillas. Fue un momento emocionante igual. “Uno se concentra tanto en hablar y en los detalles pequeños, que al final ver a una persona que tanto quieres, aunque no puedan tener contacto de cerca, es suficiente para alegrar tu día.’’

Nicole Coiscou

(24 años - Productora de eventos) Al inicio de la cuarentena utilizaba bandanas para protegerme, pero luego mi papá me obsequió una N-95. Ya me estoy acostumbrando a tenerla, y lamentablemente en muchos días no me he limidado a utilizarla al salir de casa, sino que he dormido con ella por el humo del vertedero de Duquesa. De las cosas positivas que estoy observando es cómo cada quién ha buscado la manera de adaptarlo a su estilo personal y cómo los diseñadores de moda han asumido el reto de elevar este ítem que es ahora tan necesario para nosotrxs. Pero extraño esos momentos de conexión de cuando podíamos respirar el mismo aire y bailar en el mismo espacio.

Clementine Morel

(26 años - Fotógrafa / Artista visual) Es irónico pensar que Bad Bunny lleva un buen tiempo usándolas como moda y ahora es obligatorio por ley para protegernos. Un día mi novia y yo estábamos en el tren (la situación no estaba como está, y todavía en NY se estaban adecuando con las medidas) no teníamos mascarillas, sólo guantes. Un señor se sentó en el vagón de nosotras y estaba sudando y tosiendo, parecía que no podía respirar. Ella y yo nos volteamos a mirarnos, miramos a un señor que estaba sentado al otro extremo, y las dos inmediatamente nos tapamos la boca con nuestros abrigos. En la próxima parada el señor que le faltaba el aire salió del tren, pero el que estaba al otro extremo y nosotras dos nos quedamos en shock y con cara de: ¿que acaba de pasar? Vivianne Ho Rohmer- Vienna O’Reilly (Madre e hija) (27 años Docente - 5 años Estudiante) En casa utilizamos las mascarillas en todo momento, para bajar a la perrita, sacar la basura, ir al súper…. En estos casi 60 días, Vienna ha salido muy pocas veces de casa, y lo que me dice es que cuando se coloca la mascarilla siente que no puede respirar: “La cuarentena es fatal, un día mi abuela vino a visitarnos y bajamos al parqueo y ella se puso a llorar porque no podía abrazarme. Ese día fue muy triste. Y la vez que en casa tampoco podíamos respirar que tuvimos que ponernos las mascarillas”, nos compatió Vienna.

Yamila Kohan

(22 años – Abogada) De esta medida me ha sorprendido el contraste que vemos entre las clases sociales, me cuesta mucho no identificar las inmensas distancias entre las clases y se hace notar fácilmente con las mascarillas. Vemos personas utilizando medias para protegerse y en el otro lado de la realidad vemos todo tipo de diseños y marcas. Esta pandemia ha demostrado que la salud digna y medios de protección básicos son para quienes pueden pagarla, aún siendo derechos fundamentales.

Melissa de los Santos

(27 años – Consultora de comunicación estratégica y relaciones públicas) Esto que estamos viviendo es surreal para mí. Pensar que el uso de las mascarillas es obligatorio y se ha convertido en nuestro día a día me resulta increíble. Es difícil, porque va mucho más allá de su simple uso, es saber que ya no puedes acercarte a un ser querido, amigo, familiar, compañeros de trabajo, de la manera que lo hacías. Pero, tristemente es lo mejor que podemos hacer para cuidarnos nosotros y a los demás.

Yamileth M. Díaz

(28 años - Publicista, Comunicadora de moda, Emprendedora; Dueña de agencia digital 814 y la marca de ropa YMD.) Con las mascarillas me he dado cuenta lo frágiles que somos y que, además, somos todos iguales en este momento. Ya no son solo médicos y enfermos, ahora estamos todos bajo las mismas condiciones. “Una medida que sin duda alguna permanecerá por un buen tiempo, la mascarilla se ha convertido en un nuevo básico para mantenerte en salud o para no contagiar a otros.”

Carolina Montero Torres

(27 años- Publicista, Business coach y co-fundadora de Beachgazing) El fin de esta pandemia depende de cada uno. A mi pareja y a mí nos ha tocado vivir un “amor en tiempos de cuarentena”, las pocas veces que nos hemos visto ha sido a dos metros de distancia y con mascarillas puestas. Soy una persona de reír mucho e incluso creo que regalando una sonrisa podemos cambiarle el día a alguien. El asunto es que, en una de esas despedidas lejanas nos quedamos mirándonos y él me dijo: “Extraño tu sonrisa” y yo le dije (casi con lágrimas en los ojos) que le estaba sonriendo aunque no pudiera verme. Ahí entendí que tenemos muchas formas de sonreír y demostrar amor ante esta pandemia, a pesar de la distancia, a pesar de llevar una mascarilla puesta.

Gabriella De La O

(27 años- Comunicadora social) Al inicio de la cuarentena utilizaba mascarillas desechables, pero luego alguien cercano a la familia nos regaló unas KN 95. Me siento como si estuviera en el apocalipsis, algo muy surreal, no sé si a todos les pasa pero inmediatamente me la pongo me empieza a picar la cara y me da calor.

Juliane Lacourtiade

(28 años – Visual merchandiser) A pesar de tener una mascarilla reusable, de tela, que mami me hizo, cada vez que me la coloco siento que me asfixio y no me acostumbro a la idea de que es algo obligatorio. Modestia aparte, yo me caracterizo por tener una muy buena memoria, sobre todo cuando de caras se trata, y hace unos días me pasó algo que me sacudió bastante. Estaba haciendo una diligencia y me encontré a una amiga que no reconocí, si no me saluda, y ojo, me dice quien es, no me hubiera enterado de su presencia.

Segundo Teniente Doriana Melissa Moquete Montero, ERD. (27 años- Militar) Como miembro del Ejército de República Dominicana y de las Fuerzas Armadas, la mascarilla me la suplieron para poder cumplir con los mandatos y salir con la protección correcta. Con ella me siento protegida y es una de las mejores formas en que puedo contribuir con mi país para que el virus no se propague.

Cristina Bermúdez

(42 años- Caribbean and Central America area manager de KCP Dynamics) A pesar de la incomodidad que todos experimentamos con las mascarillas, agradezco poder tener protección y cuidar mi salud. Si tuviera que elegir alguna experiencia que me hiciera caer en cuenta de esta nueva realidad, y a la vez algo que me pareció gracioso (siempre es bueno mantener el sentido del humor a pesar de las situaciones), fue un día que iba a una reunión y como de costumbre me maquillé, me delinée los labios y me puse pintalabios, para darme cuenta que nada de eso se vería con la mascarilla, así que procedí a retirarme el maquillaje que tenía y enfocarme en los ojos.

Gloreyni Pimentel – Isabella Troncoso Pimentel

(Tía y sobrina) (26 años Especialista en Comunicaciones y RSE - 4 años estudiante) Admiro a las personas que tienen que usar mascarillas diario y por muchas horas porque me resulta muy incómoda, empiezo a sudar y la mayoría de veces me da comezón. “Me molesta un poco pero no me importa usarla, me la puse una vez que salí de la casa a dar un paseo, a regalar bizcocho a todas las personas que papi y mami conocen” – Isabella.

Marilú Hernández Durán

(27 años – Productora de cine) Definiría esta cuarentena como un proceso de adaptación e integración de las medidas de protección. De las cosas más sorprendentes para mí fue la inmediatez de las noticias y tutoriales en redes sociales sobre las mascarillas. Tengo una anécdota muy emotiva y fue el día que pude ver a distancia a mi sobrina de tres meses y tuve que reprimir unas ganas incontrolable de arrancarme la mascarilla y comérmela a besos y abrazos.

Deborah Guerrero

(26 años- Corporate Communication Specialist en Nestlé Dominicana) Nunca se me va a olvidar la primera vez que salí luego de que empezó la cuarentena y el estado de emergencia en nuestro país. Ese sentimiento incómodo de que el virus estaba en todos lados, en la brisa, en el carro, en todas las personas que me rodeaban, un sentimiento definitivamente causado por la sobreinformación de los primeros días, en que nadie sabía con certeza lo que pasaba y cuál era la manera correcta de responder. Sentí miedo de salir pero peor aún, sentí terror de volver a entrar. La idea de ser yo quien llevara el monstruo a mi casa y que pudiese afectar a mi familia, la idea de que bañarme no era suficiente, de que el gel antibacterial podía no funcionar... fue lo que me llevó a informarme de las mejores fuentes, de entender cómo funciona el contagio del virus, pero principalmente, de comprender que las reacciones paranoicas son las que fácilmente nos llevan al fallo.

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