Nueva grecia nº6 primavera 2014

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NUEVA GRECIA

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FOTO DE BODAS «Todos los sueños se cumplen. Quizá no en quien los ha soñado, pero sí en otros. No hay un solo sueño por cumplir.» –Juan José Millás– a sus estelas invisibles

Se quitaba la sangre de las manos como quien intenta remover un maleficio esparcido bajo el pellejo. El lavamanos de acero inoxidable daba a la sanguaza un tono eléctrico y satinado de reflejos semejantes a los que radian los adornos navideños; tal vez no tan festivos pero igualmente espectaculares. En tanto, y desde el escurridor, el cuchillo dientes de vampiro aguardaba su turno sin relamerse los labios.

Siempre le pareció asquerosa. Con el rojo de una mirada iracunda y líquida como la esperanza. Torció sus ojos vidriosos y topó con la impasibilidad de su cómplice metálico y filudo. «Pobre», se dijo, y pronto pensó en la falta de maldad que tiene un chiquillo travieso. Lo tomó con ternura maternal y le aplicó el mismo ritual de tintes exorcistas.

Conforme fregó, la mente comenzó a tener la claridad de las mentiras que salen a flote para desnudar a otras mentiras que parecen ciertas. Su garganta se estrechó un instante y silbó al paso del aire como si tragara un grito de los muchos que escurrían por las paredes de casa. Reaccionó con el chillido y un temblor frío saltó a sus rodillas y a sus orejas gelatinosas. El meneo cardíaco repicó en sus sienes. Debía volver y asegurarse, lo sabía. Miró la sombra escarlata de sus pies marcada sobre la loseta y al final del extenso corredor, el dormitorio que dejaba escapar la luz amarronada y sombría de una bombilla a punto del ocaso. Frunció la boca y pisó sobre sus huellas para evitar el ruido de los nuevos trancos. Detuvo su andar frente a la puerta; su corazón se había rezagado en el trayecto y aguardó por él. No entró. Metió la cabeza y lanzó los ojos al fondo.

Ahí estaba, tirado sobre la cama. Inmóvil. Su carne extendida como una almeja dentro de su concha. «Un despojo», imaginó con el silencio colgado de la lengua. Luego sacudió la cabeza con los movimientos cortos y repetidos que produce la pena. No paró, hubiera sido contarse


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