Historia, Mujer y Familia
El Chivo Expiatorio Cuando en las familias tienen un chivo expiatorio, es responsabilidad de la familia, no es culpa del chivo. Castigar y culpar a un miembro por su actitud, nunca ha funcionado y sigue siendo la práctica más común de crianza.
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*Elisa Pallares
l chivo expiatorio es un mito de la antigüedad: un chivo era asignado a cargar con la culpa y vergüenza de la comunidad, simbolizando los pecados que se habían cometido por todos y cada uno de ellos. En el ritual, el chivo salía huyendo, apedreado y perseguido por el pueblo, liberándolo así de la culpa. Ese mito de la antigüedad, sigue presente en las sociedades actuales, excluyentes y culpabilizadoras. Y parece que también se anidó en el inconsciente de las familias, ya deformado y sin sentido. La Psicologia nos habla de los chivos expiatorios, también llamados “La oveja negra”, “el que paga los platos rotos” . Son aquellos individuos que por alguna u otra razón son culpados de todo lo malo que sucede, cargan con la vergüenza y la culpa, son expulsados emocional y /o físicamente del grupo familiar, son exiliados en su propia familia. Las razones o justificaciones son muy obvias: “le quitó el dinero a mis papas; nos dejó en la ruina; avergonzó a la familia con su conducta; si no fuera por ella todos estaríamos muy bien; los demás nos llevamos muy bien, es el único que es así, es muy apartado“. Frases repetidas en el café, los amigos movemos la cabeza con indignación. Es una queja habitual en la psicoterapia: “psicóloga, venimos para que cambie al chivo, todos estaríamos bien, si no fuera por su conducta”. Lo que nadie sabe es que el chivo expiatorio se eligió desde
chiquito, poco a poco le estuvimos empujando, orillando, atribuyendo a su proceder todo lo malo que pasaba. Nadie, ni él mismo, sabe que se sacrificó para el bien común. “No es posible, siempre fue así, bien berrinchudo, muy egoísta; le gustaba el dinero, se quedaba con el cambio; le gustaba tomar; no le importaban los sentimientos de los demás; hizo sufrir a mi mama” . Cuando en las familias tienen un chivo expiatorio, es responsabilidad de la familia, no es culpa del chivo. Castigar y culpar a un miembro por su actitud, nunca ha funcionado y sigue siendo la práctica más común de crianza. En la tribu Babemba de África, cuando una persona actúa de manera irresponsable o injustamente, no le castigan, no le culpan. En una ceremonia, el pueblo se reúne y formando un círculo alrededor del acusado, cada uno de los habitantes le dice en voz alta todas las cosas buenas que hizo en su vida desde que nació . Las familias podríamos hacer una práctica similar: reconocer que lo individual se conecta a lo familiar, que si algún miembro de la familia tiene fallas continuas, hay algo más de fondo, y que culpar, castigar excluir no sirve, sino todo lo contrario. El atribuir los errores y los fallos a alguno de los miembro de la familia, convertirlo en el chivo expiatorio, parece que quita la culpa y que nos deja libres de vergüenza, pero en el fondo deja a la familia desangrándose sin que se de cuenta. Y casi sin notarlo, imperceptiblemente, se busca en la siguiente generación, en la de los nietos, en esos pequeños lindos e inocentes, al que algún día en el futuro… se convertirá en el siguiente chivo.
*Elisa Pallares. Psicoterapeuta familiar y de pareja con mas de 25 años de experiencia. Terapias en Álamos y Navojoa. Cel: 55 6864 0055. Correo: elisapacad@gmail.com
Mujer y Poder - Órgano informativo con temas de actualidad y análisis político - Edición de Agosto del 2016
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