N°7. Fin ambiente: ecología y sociedad

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Fin Ambiente: ecología y sociedad formas de calidad de vida. Mientras tanto, continúa el crecimiento económico, el no desarrollo humano y la perturbación concentrada en contra del medio natural, hecho que limita el derecho de los pueblos del sur para alcanzar el nivel de vida de los del norte y occidente, pues suficiente es la participación de estos últimos en el agotamiento de los recursos naturales donde la búsqueda de la justicia social puede afectar la búsqueda de la justicia ambiental. ¿Pero cómo llegar a encontrar la justicia social y la ambiental? Después de contemplar el problema ambiental mundial, ya sea porque el hombre ha querido reflexionar sobre el tema, algo poco probable, o porque la naturaleza empieza a demostrar su dolor, se habla del concepto de desarrollo sostenible, el cual nos dice:

de marcos de justicia, vida y necesidades naturales, tanto humanas, animales, y vegetales; el agua, el suelo y el aire se han visto afectados por la industria, la agroindustria, la explotación minera, el uso indebido del suelo, la agricultura intensiva, la producción y uso de agrocombustibles, entre otras causas, que han provocado la crisis ambiental, pero que no satisfacen el desarrollo humano en general sino de unos pocos, los cuales no son precisamente los que sufren los cambios en el medio ambiente. Es decir, aquellos que provocan el mayor desgaste de los recursos naturales son los países industrializados, mientras países como Colombia sufren el deterioro y el atraso económico de su población, dejándonos altos costos ambientales de los que nadie se quiere hacer cargo. Las lógicas del mercado no pueden manejar por sí solas las externalidades negativas que este ejerce sobre el medio natural; igualmente, ninguna tecnología podrá llegar a remplazar los recursos naturales. No existe solución para recuperar lo que ya se ha perdido; regular el mercado de la manera como el Estado lo ha venido realizando no solucionará nada, pues es evidente la manipulación creada por el primero hacia el segundo, donde su lema es el que contamina paga. Finalmente, todo obedece a sistemas económicos que tienen como objetivo producir, consumir y desechar; para esto la solución no es producir menos, sino tener en cuenta qué se produce y qué queremos consumir, es decir, generar un cambio cultural en la forma de vida de la humanidad, cambio que debe comenzar desde arriba, desde los mayores contaminantes, hacia abajo por parte de las manifestaciones individuales. Mientras tanto seguiremos esperando a que las grandes industrias y el mismo ser humano estén dispuestos a cooperar y retroceder en lo que hasta ahora se consiguió, aportando al verdadero desarrollo: el bienestar humano y la conservación del medio natural y ecológico como dos conformaciones de vida indisolubles.

Se entiende por desarrollo sostenible el que conduzca al crecimiento económico, a la elevación de la calidad de vida y al bienestar social, sin agotar la base de los recursos naturales renovables en que se sustenta, ni deteriorar el medio ambiente o el derecho de las generaciones futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias necesidades1.

Este concepto no sé quién se lo inventó, tampoco sé si reír o llorar ante él; mejor me hace pensar que dicha definición ahora está en crisis. Poder sustentar el crecimiento económico pensando en la calidad de vida de todas las personas del mundo, sin agotar la base de los recursos naturales renovables teniendo en cuenta que la población y la economía crece en cantidades alarmantes, podría en realidad no cumplirse. Además, el medio ambiente ya está deteriorado y el hecho de no seguir aportando para eso no quiere decir que se borren los daños ya causados; ya hay una crisis, por ende sus recursos naturales son escasos; lo que compromete el derecho de uso por parte de las generaciones futuras. Si bien anteriormente el cuidado se enfocaba a no deteriorar los recursos naturales no renovables, ahora ocurre lo impensable, lo que se creía nunca acabaría, el agotamiento de aquellos recursos naturales renovables y vitales. Es de mencionar la crisis del agua, de la que tanto se habla, pero nadie toma en serio el desgaste de este recurso. Esto se debe en su mayoría a grandes industrias que poco se preocupan por las necesidades de la población y que atentan contra el derecho de la democracia ecológica; se refiere al uso de los recursos naturales dentro

1  Ley 99 de 1993, Colombia.

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