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Pasada la urgencia, es tiempo de telemedicina profesional Por Santiago Troncar - @stroncar
inguna novedad es que la telemedicina ya está instalada entre nosotros, y fue adoptada de una u otra forma por todos los jugadores del sector salud. Tampoco es novedad que su implementación ha sido en muchos casos improvisada, con escaso tiempo para planificar y organizar una ejecución profesional que garantice seguridad, trazabilidad y legalidad para los médicos y sus pacientes. Tanto las instituciones, los profesionales médicos y los financiadores han sido “forzados” a implementar, en tiempo récord, soluciones que pudieran brindar una respuesta mínima razonable frente a sus pacientes en el medio de la pandemia. Pero está claro que el torniquete que aplicaron muchos con WhatsApp y Zoom durante el inesperado escenario del 2020 no es sostenible como práctica profesional en el tiempo. Es así como nos parece un buen tiempo para planear el siguiente paso, y pensar cuáles son los desafíos y obstáculos que deberán ser superados para lograr la implementación profesional y sostenible de una práctica médica no presencial, que complemente adecuadamente a la presencial, cuyo foco principal sea la seguridad del paciente, la cobertura legal de los profesionales médicos y sus instituciones, y su sustentabilidad en el tiempo para todos sus protagonistas. En tal sentido creemos que los desafíos que hoy enfrenta el sector para dar su siguiente paso en busca de mayor profesionalismo son:
1. Legalidad y cumplimiento del marco regulatorio
cubrieron que la Telemedicina no sólo es una herramienta válida para continuar trabajando y atendiendo pacientes en tiempos de movilidad limitada, sino también una verdadera herramienta de “protección física” para los médicos frente a la pandemia que, lejos de perjudicar o limitar la relación médico-paciente, pueden ser utilizadas con gran eficacia y eficiencia en aquellas situaciones que no demandan el encuentro presencial con el paciente.
2. Remuneración de los profesionales médicos ● El 2020 ha sido un año intenso en término de discusio-
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● El Estado y los privados vienen practicando teleme-
dicina desde hace años (incluso el Ministerio de Salud ha publicado ya sus recomendaciones de Telesalud en 2019), y definitivamente la resolución 282/2020 formalizó la recomendación de “implementar y fomentar el uso de plataformas de teleasistencia y/o teleconsulta, a fin de garantizar las prestaciones de demanda esencial”. ● El Congreso aprobó la ley 27.553 de Receta Electrónica y Digital en 2020, y ya dio media sanción al proyecto de ley de Telemedicina, dos pasos muy significativos. ● Queda pendiente una discusión clave y difícil: el alcance territorial de las matrículas médicas, tema que resultaba imposible siquiera de plantear cuando la telemedicina era fuertemente resistida por Colegios Médicos y organizaciones que los nuclean. Pasado el 2020, los profesionales médicos y sus organizaciones colegiadas des-
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nes sobre el derecho de los médicos de percibir un honorario razonable por la atención remota de pacientes. Financiadores públicos y privados han mantenido discusiones con sus prestadores sobre las prácticas médicas pasibles de remuneración, la tabulación de sus honorarios y las “condiciones operativas” para que esto ocurra. Muchos financiadores han aplicado procedimientos de reserva de turnos, autorizaciones, rendición y pagos heterogéneos y “a su medida” para los prestadores, agregándole un nivel más de complejidad a la modalidad de atención. Está claro que cada parte debe defender su mejor interés: los médicos su justo reclamo de ser remunerados, y los financiadores imponer los medios y procesos que les garanticen la veracidad y trazabilidad de los actos médicos no presenciales. Resulta obvio que una solución win-win sólo será posible si ambas partes logran un consenso respecto de la utilización de procesos razonables de autorizaciones, control y auditorías de consultas, indicaciones y prescripciones médicas, apuntados claramente a prevenir el fraude y controlar el gasto médico. Entendemos que la tecnología podría tener un rol clave en garantizarle a ambas partes lo que buscan: atender pacientes de manera satisfactoria, remunerada, en un marco de seguridad y confiabilidad, que aporte simpleza y transparencia para todos los involucrados. Está claro también que es insostenible la pretensión de no reconocer la obligación de remunerar la telemedicina en el año 2021, siendo ésta una demanda masiva por parte de los pacientes afiliados y practicada diariamente por los profesionales de todo el mundo. Como escribía el Dr. Roberto Borrone meses atrás en una columna en el diario LA NACIÓN, “los aplausos no alcanzan”.