Médicos 121 - marzo 2021

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Reflexiones y preguntas Por el Prof. Armando Mariano Reale (*)

a pandemia ha tenido la virtud de colocar la salud en el centro de interés social y político, haciendo evidente los problemas del sistema de atención médica, que hace años vienen diagnosticando los expertos y los protagonistas del sector. El sistema entró en una crisis, al igual que en otros países, profundizada por los suministros sanitarios demorados y los RR.HH. exigidos al máximo de su capacidad. Sin embargo, logró una respuesta satisfactoria en la atención de los pacientes afectados por el Covid-19, con el hospital público ubicado en el centro de la escena e integrado al sistema como prestador de servicios de la población, cualquiera fuese su cobertura, con o sin convenios formales. No obstante, la atención de los casos afectados por otras patologías se vio obstaculizada por la escasa accesibilidad a los profesionales y servicios médicos, a causa de la prolongada cuarentena. Cabe preguntarse si esta situación benefició el presupuesto económico del subsector de O.S.N. que es el centro de las mayores críticas, al dar una respuesta insuficiente para la solución de este problema. Al mismo tiempo se afectaron los ingresos de profesionales y sanatorios que además soportaban el incremento de sus costos en medicamentos y material sanitario. Este escenario y las preocupaciones con las medidas de control, los informes de afectados y fallecidos, cantidad de testeos, comienza a ser reemplazado por la incertidumbre en la provisión de vacunas y por la gravedad de la situación económica. Es en esta oportunidad cuando irrumpe la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, formulando la necesidad de una reforma del sistema de salud. Ello sorprende, porque durante décadas los gobiernos no manifestaron tal necesidad, respecto de un modelo que surgió y se desarrolló como subproducto de otras políticas. Pero ocurrieron cambios que suponen que existió una reforma orientada al mercado, que sucedió de manera solapada y silenciosa, que se consolida con la creación de la SSSalud y la desregulación de las Obras Sociales cuyos gremios fueron asumiendo el rol de empresarios prestadores. Entre la intención y la acción hay un trecho a transitar. ¿Se trata de una propuesta oportunista haciéndose eco de las manifestaciones del sector? ¿Es un elemento de contención ante otros reclamos? ¿Se quiere avanzar sobre el control político marcando diferencias con el Ministerio de Salud de la Nación? ¿Es una manera de disciplinar a los gremios que los obligue a consensos y acuerdos? ¿Es un puente al control de los fondos?

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Tanto en el Gobierno, como en los dirigentes, funcionarios y expertos, se pueden apreciar dos posiciones. Una es ir hacia un “Sistema Integrado de Salud” o a una reforma del Sector Público de alguna manera expuestos por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Más allá de llevar a cabo una reforma de estas características, cabe preguntarse, a quién va dirigido el mensaje, ya que como propuesta puede llevarla a cabo en su jurisdicción. La otra posición vería posible producir cambios con la permanencia de los subsectores, utilizando los instrumentos existentes en procura de mejorar los resultados a través de un proceso de integración o de articulación de las organizaciones involucradas, alternativa en la que se inscribirían los ejes estratégicos presentados por el Ministerio de Salud. Estos mecanismos presentan algunas diferencias. La articulación es una alternativa que permite potenciar el desempeño de las organizaciones con responsabilidad en la atención de la salud. Conformarían una suerte de redes de organizaciones cuyo centro de interés se sitúa en cómo resolver problemas. Sin embargo, no pueden esperarse cambios relevantes, aunque se introduzcan elementos tecnológicos. En cambio, la integración que es lo opuesto a la fragmentación, consiste en incorporar partes para construir un todo, lo que incluye al PAMI y a todos los componentes del “Sistema de Atención Médica” cualquiera fuese su dependencia y propiedad. Cualquiera fuese el rumbo que se tome no hay que dejar pasar la oportunidad, hay que entrar en la acción. Es obvio que cambios y reformas requieren acuerdos y estrategias que demandarán un extenso proceso en etapas de transición, donde lo importante es no desviar el rumbo. También es de considerar tomar algún atajo como serían aquellos problemas cuyas soluciones son de interés común en los que el trabajo de colaboración no tiene mayores dificultades en alcanzarse: el precio de los medicamentos; la formación de los RR.HH.; la creación de un Fondo Nacional de Garantía para la tecnología de alto precio; el reconocimiento del Hospital Público como una empresa de salud que requiere cierta autonomía para ejercer su responsabilidad. ❑

(*) Especialista en Salud Pública y Sistemas de Salud - Profesor Emérito de la Universidad ISALUD - Miembro del Grupo PAÍS.


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