REVISTA "MAX ESTRELLA" Nº 3

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Sobre Leandro Alonso

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scultor, Leandro cuenta con numerosas exposiciones individuales y colectivas que le han valido menciones y premios. Con motivo de un de ellas (en el Jardín Botánico de Madrid), un crítico escribió: «Desde siempre y, quizás desde mucho antes, en sueños, Leandro Alonso ha sido jardinero del hierro que ha ido poblando las miradas con reflejos surgidos de sus años, a la medida de los hombres que hacen especial cada momento». Sí, para los que lo conocemos, o creemos conocerlo, Leandro es un soñador, un soñador que materializa en el hierro, en la piedra, en la madera (y hasta en aire, me atrevo a decir) esos sueños que despiertan y hacen pensar. Porque Leandro es más que un soñador en abstracto, denuncia, advierte sobre la terrible soledad del ser en esta civilización que construye y destruye, que parlotea sobre el amor y aplasta a miles y miles de seres cada día. Reproducimos dos obras de Leandro. Él mismo resume: «Little boxes, es una instalación originariamente de cincuenta piezas, que trata de ser una reflexión sobre el aislamiento y la soledad que se puede sentir en una sociedad como la que vivimos.» «Partidarios, es una obra en la que reflejo los enfrentamientos grupales. Como cuando uno toma partido, siempre lleva al enfrentamiento, cuando lo lógico es empujar en la misma dirección.» Raúl Marco

Novedades de Renacimiento

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a editorial RENACIMIENTO continúa su labor rescatadora y de gran valor para la raíz de la memoria histórica en España, en este caso en el aspecto cultural, a través de tesoros literarios que son descubiertos o rememorados después de muchos años de olvido. Además, la propuesta de obras universales, supone una aproximación a la mejor literatura, que la editorial trata con exquisita especialización.


EDITORIAL

La luminosa Luisa Carnés

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uisa Carnés dijo mucho en sus años creativos; pero, desde 1964, año de su fallecimiento en Méjico, la dictadura y los recursos paulatinamente menguantes del exilio cultural español favorecieron un velo de silencio sobre muchos y muchas artistas e intelectuales exiliados –incluido el exilio interior–, que se extendió de forma inevitable. Silencio que cayó plenamente sobre la trabajadora y escritora madrileña, cuyo ejemplo de superación intelectual y literaria no es frecuente. MAX ESTRELLA quiere, en este número, aportar una pequeña llama a la gran luz que merece Luisa Carnés, cuyo compromiso con los valores literarios y humanos siguen vigentes.

Efemérides En 1918, hace 100 años, nació la dramaturga, ensayista y novelista catalana María Aurelia Campmany. Destacada luchadora contra la dictadura, fue profesora, destacada feminista y autora de importantes obras.

En Inglaterra nació, en 1818, la autora de Cumbres borrascosas, Emily Jane Brontë, que utilizó el pseudónimo de Ellis Bell, para evitar los problemas de las mujeres entonces para escribir y publicar.

Montserrat Abelló nació en 1918 en Tarragona. Tras la guerra civil se exilió a Francia y después a Chile. Regresó a Barcelona en 1960. Poeta y traductora, autora de Vida diaria o Focs a les mans entre muchas obras.

El político, profesor, intelectual y escritor Enrique Tierno Galván nació en 1918, hace 100 años. Alcalde de Madrid de 1979 a 1986, dejó una importante obra de pensamiento sobre temas políticos y filosóficos.

MAX ESTRELLA Revista Cultural de difusión gratuita

Edita: Tertulia «Max Estrella» E-mail: revistamaxestrella@gmail.com Revista digital: https://revistamaxestrella.com/ Coordinación: José Luis Esparcia Producción y maquetación: Susana Noeda

SUMARIO

3 Editorial y Efemérides. 4-8 En Portada: Artículos sobre Luisa Carnés firmados por Jorge E. Almeida, Irene Torra, Antonio Plaza Plaza y José Luis Esparcia. 9-10 Poemas: David Mallén, José Cercas, , Manuel Ríos y Antonio Ferres. 11 Cuento: Celia Herrero. 12-18 Firmas: José Luis Esparcia, Santos Domínguez, José Esteban, Isabelo Herreros. 19 Cine: Raúl Peña. 20-21 Libros. 22 Entrevista: José Bárcena.

Ilustración portada: Fernando Ferro Impresión: Estilo Estugraf Impresores, S.L. Depósito Legal: M-31038-2017 Todos los derechos reservados. Los artículos firmados son responsabilidad de sus autores.

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Luisa Carnés: conciencia creadora Jorge E. Almeida

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l nombre de Luisa Carnés (Luisa Genoveva Carnés Caballero) ha estado durante años sin decir casi nada a las generaciones que nacieron en la dictadura tras la guerra. El aparato franquista se ocupó de ello en su cruzada general contra la cultura creativa y en libertad. En el exilio, algunos y algunas rompieron las fronteras, no fue el caso de Carnés. Nacida en el 31 de la madrileña calle de Lope de Vega el 3 de enero de 1905, era la hija mayor de una familia de clase trabajadora; pronto cumplió un destino frecuente en aquella sociedad: a los 11 años abandona la escuela para aprender un oficio y ayudar a la economía familiar. Una de las fuentes para conocer su inquietud entonces es la entrevista que, en 1930, con obra ya publicada, ofrece en la revista Crónica; ahí descubrimos que comienza a escribir con 18 años. Nunca ocultó que la realidad observada y vivida inspiró muchas de sus obras, especialmente la más apreciada: Tea rooms. Luisa Carnés, ejemplo de resultado autodidacta del trabajo inagotable y honrado y de la necesidad de un método, al que no renunció a pesar del don que claramente la había elegido, tenía muy claro que debía escribir con un sentido profesional, como si en cada frase que construía fuera a crear un gran hito. Por eso, sin abundancia pero con mucha relevancia, consagró su vida adulta a la literatura. Y la consagró con gran humildad pero con gran fortaleza y compromiso con valores en los que también fue lo que llamamos una adelantada, incluso condicionada a las adscripciones generacionales, ya que no pudo evitar que se le considere por muchos la narradora más importante de la llamada Generación del 27. Todos sus avatares familiares y literarios no impidieron su voluntaria adhesión política al PCE y su colaboración en la lucha por integrar valores humanos y específicamente feministas en la vida colectiva de España. Y fue, junto a María Teresa León o Elena Fortún

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y otras, una decidida defensora de Clara Campoamor y su iniciativa de conseguir el voto femenino. Paralelamente, se consolidó como periodista: «La buena acogida de Tea Rooms serviría para refrendar a Luisa como periodista. Su incorporación al periodismo se produjo a través de las páginas de la revista Estampa y otras publicaciones del mismo grupo editorial…», explica Antonio Plaza en la introducción a los Cuentos completos (Espuela de plata, 2018). Y fue un modo más de vivir solidariamente. Su salida de la España que gobernaría el fascismo era inevitable. En Méjico continuó su labor intelectual y literaria y consolidó su imagen de mujer frágil pero de gran pujanza moral y cultural. Ejemplo que queda arraigado en su obra como producto de una lucha interior que fue vencida por la fuerza de Carnés en el sostenimiento de un ideal que iba más allá de la propia obra literaria, pero que afirmó dicha obra y le aportó luces cualitativas a un modo vital de narrar –especialmente en su colección de cuentos hasta hace poco bastante desconocida– cuya aportación de la visión de su tiempo se ha hecho imprescindible. La hija de aquel modesto barbero: Luis Carnés, y de la modesta sastra: Rosario Caballero, y hermana de otros cinco hermanos, tras viajar al exilio mejicano en el famoso trasatlántico Veendam con otros republicanos españoles, encontró la muerte en una carretera del país que le había acogido, en un trágico accidente en marzo de 1964. Desde Mar adentro, cuento publicado cuando aún no tenía 20 años, hasta sus últimas obras teatrales escritas en Méjico, Luisa Carnés no hizo más que incrementar su calidad literaria y humana, con el objetivo último de no ceder el compromiso histórico que adquirió cuando decidió vivir su vida. Max Aub nos recuerda una línea paralela a la de Carnés, cuyos cuentos ya están entre nosotros.


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Luisa Carnés, una mar furiosa Irene Torra

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l primer cuento que Luisa Carnés publica en el periódico se llama Mar adentro. Premonitorio título para alguien que se adentraría y que dejaría, como quien deja un mensaje en una botella flotar a la deriva, su recuerdo y sus textos esperando que arriben a la orilla. A la otra orilla. A todas las orillas. En ese cuento, Luisa Carnés denomina de forma acertadísima y muy bella a los sueños, abismos de luz. Y sueña en ese cuento con atravesar una mar furiosa tras la que adivina escenas y paisajes fantásticos. Con una inquietante capacidad para la actualización, Luisa Carnés parece intuir el lugar al que la dirigirá la vida, que la hace cruzar el mar en 1939 hasta llegar a México, para poder seguir soñando desde el abismo del exilio. Y también como una mar furiosa, hecha de olas y sales y peces, parece volver una y otra vez a España y al presente. Tal vez al futuro. Con la furia de un océano han vuelto sus textos, ha vuelto su mensaje que hoy leemos sorprendidos por la falta de sorpresa. Por la dolorosa actualidad del mensaje que fue lanzado mar adentro desde una tierra y un tiempo ya lejanos. Un mensaje que nos habla, con su estilo directo, visual y tangible, de mujeres. Mujeres que trabajan. Mujeres que pasan hambre. Mujeres que son explotadas laboralmente. Mujeres ricas. Mujeres que abortan. Mujeres que votan. Mujeres que tienen hijos por obligación. Mujeres que fabrican sombreros para mujeres que los portan. Mujeres reales. Mujeres rebeldes. Mujeres que son, en definitiva, un mosaico de todas las mujeres que la rodearon en los años treinta. Pero también aquellas mujeres que la precedieron y que la sucedimos. Seguimos siendo esas mujeres. Luisa Carnés es todas estas mujeres y todas estas mujeres son, a su vez, Luisa Carnés. Pero sería injusto calificarla con una única categoría, la de mujer. Porque ella huye de categorías reductoras y, de la misma manera que sus personajes tienen matices y salen de los itinerarios predefinidos (matrimonio/ prostitución, en ese eterno binomio santa/puta que

las mujeres arrastramos) ella misma no es una única cosa. Es mujer. Pero también es escritora, es obrera, es periodista, es sombrerera, es exiliada, es camarera, es republicana… nos obliga, tal vez de forma involuntaria o tal vez de forma ligeramente profética, a mirarla desde una óptica caleidoscópica. A darle la tridimensionalidad que merece. A observarla en profundidad y no reducirla a un único plano. A recuperar su obra, fragmentada en periódicos españoles y mexicanos, y escuchar su mensaje. Dice en Mar adentro que, como consecuencia de los sueños, «fue naciendo en ella (la protagonista) una mujer de insaciables ideales, ideales que cada día se hacían más exigentes, autoritarios, más sugeridores y exacerbantes». Quien escribía aquello era una joven de veinte años que lograba que su trabajo se publicara en periódicos: sin duda poseedora de insaciables ideales. Quien escribía aquello es una escritora que retorna casi un siglo más tarde y nos ofrece trabajo que se sigue defendiendo por sí mismo. Una mujer de insaciables ideales. Ni el exilio, ni la prematura muerte (un 8 de marzo, tan pertinente), consiguen borrar a Luisa Carnés. Se fue dos veces: primero a México, aquella imaginada orilla de paisajes fantásticos. Después «mar adentro, hacia aquella orilla de que no se vuelve…». Se fue dos veces, pero no se borra su huella. Vuelven sus textos. Vuelven sus mensajes, que las olas depositan en un presente hecho de arena húmeda, que se adhiere a la botella. Vuelve una mujer rebelde; una mar furiosa. MAX ESTRELLA 5


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La edición de la obra de Luisa Carnés: Del ayer al hoy (1928-2018) Antonio Plaza Plaza

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a reciente publicación de los Cuentos completos1 de la escritora Luisa Carnés (Madrid, 1905; Ciudad de México, 1964), es una buena oportunidad para examinar las vicisitudes por las que ha atravesado la difícil recuperación de la obra literaria de esta escritora madrileña, cuando se cumplen los noventa años de la publicación en España de su primer libro. Perteneciente al grupo generacional de 1927, formó parte del colectivo de escritores que apostaron en la década de 1930 por impulsar la narrativa social: Sender, Arconada, Domínguez Benavides, Arderius, y la propia Luisa Carnés, la voz femenina del grupo, considerada por los críticos una de las mejores narradoras del periodo. La primera de sus publicaciones fue Peregrinos de Calvario2 (Babel, 1928), obra formada por varias novelas cortas, unidas por un prólogo que actuaba de nexo entre las historias narradas. Su aparición supuso un soplo nuevo en la literatura de los años veinte, y el despertar literario de una escritora ajena al mundo de la cultura. Reeditado el libro un año después3, poco a poco toman forma los rasgos de la autora, descritos sumariamente a través de dos entrevistas. Estas, fueron promovidas en 1930 por el grupo editorial donde escribe y trabaja –la CIAP4–, para darla a conocer, mientras publicaba su segunda obra, la CARNÉS, Luisa, Cuentos completos. Edición de Antonio Plaza Plaza. Espuela de Plata-Renacimiento. Sevilla. 2018. 2 vols. 2 CARNÉS, Luisa, Peregrinos de calvario. Babel. Madrid. 1928. 1

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La nueva edición se publicó en. Mundo Latino-CIAP. Madrid. 1929 4

La Compañía Iberoamericana de Publicaciones – CIAP– era un poderoso holding que controló el mercado del libro español entre 1928 y 1931. Su quiebra en este último año sumió el sector en una profunda crisis, con la desaparición de numerosas pequeñas editoriales.

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novela Natacha5, muy bien recibida por la crítica literaria del momento. La obra, donde la autora se identifica con la literatura rusa, nos traslada las vivencias y dificultades por las atraviesa una joven trabajadora que se incorpora desde niña al mundo laboral, obligada por la situación económica familiar. Luisa Carnés era una escritora vocacional, que comenzó a escribir desde 1923, dándose a conocer como autora de cuentos infantiles, para continuar desde 1926 escribiendo para los adultos. Una labor que hará compatible con su trabajo de modista de sombreros, hasta sustituir la aguja por la maquina de escribir en 1928. Tras publicar en la prensa más de treinta cuentos6, en 1934 se editaba su tercer libro, la novela Tea Rooms7 el último que publicó en España. Una obra que tuvo también un impacto muy favorable entre la crítica, al describir las condiciones en que se desarrollaba la vida de una mujer en el ámbito laboral, y cuya reedición ha supuesto un verdadero impulso para la recuperación de la autora en los últimos años. Entre 1934 y 1939, Carnés estuvo dedicada casi por entero a la actividad periodística. Para seguir su labor hay que recurrir a un escrutinio detallado de la prensa durante estos años, en los cuales trabajó intensamente para ganarse la vida como colaboradora en el grupo periodístico Rivadeneira (Estampa, Ahora, As, La Linterna, Cultura Femenina e Integral, etc.), dirigido por Manuel Chaves Nogales. CARNÉS, Luisa, Natacha. Mundo Latino-CIAP. Madrid. 1930. Preparamos una reedición de este texto, de próxima publicación en el grupo Renacimiento. 6 Ver Carnes, Cuentos completos, (2918), tomo I. 7 CARNÉS, Luisa, Tea Rooms. Juan Pueyo. Madrid.1934. Reeditada en edición facsímil en 2014. [3.ª edición. Hoja de Lata. Gijón. 2016]. Esta obra ha sido objeto de varías reediciones, un hecho inusual. 5


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Su compromiso social y político adquirido en estos años y la radicalización política que se vive en España desde 1933, conduce a que la intelectualidad española tome conciencia de la realidad política interna, poniendo la pluma al servicio de los ideales. Como otros intelectuales «de avanzada», Luisa Carnés no esconde sus simpatías por el PCE. Tras la victoria del Frente Popular, creemos que colabora también con el periódico Mundo Obrero, donde creará una sección dedicada a las mujeres, desde marzo de 1936, y cuyas colaboraciones serán habituales hasta el comienzo de la Guerra Civil. La evacuación del ejecutivo hacia Valencia a comienzos de noviembre de 1936, ante el asedio de los sublevados sobre Madrid, irá acompañada también por el traslado de las principales autoridades, la intelectualidad y la prensa fieles al gobierno republicano, así como de los aparatos de propaganda de los partidos y organizaciones que apoyan al Frente Popular. Luisa Carnés pasa entonces a integrarse en la redacción de Frente Rojo, el periódico que se constituye tras el desdoble de Mundo Obrero, para atender a la información de la región levantina. En el periodo 1936-1939, sus reportajes y entrevistas se reparten entre Estampa –única cabecera que subsiste del grupo Rivadeneira–. Y Frente Rojo. La evacuación de Barcelona, a comienzos de febrero de 1939, la conducirá, –junto a otros cientos de miles de refugiados– hacia tierras francesas. Ese periplo, que la llevó desde Madrid a Valencia y Barcelona, y finalmente a Francia, será descrito en su libro de memorias, De Barcelona a la Bretaña elizmen8, escrito en 1939, entre París y México, y que permaneció inédito hasta 2014. La llegada de Luisa Carnés a México, en mayo de 1939, a bordo del Veendam, en una expedición formada por un nutrido grupo de intelectuales, que viajó junto con sus familias, dará paso, en su caso, a un largo periodo de exilio del que nunca tuvo oportunidad de regresar. Allí reanudará su trabajo de periodista, primero en la prensa vincuCARNÉS, Luisa, De Barcelona a la frontera francesa. Edición de Antonio Plaza PLaza Renacimiento. 2014. La obra ha sido reeditada en diciembre de 2017. 8

lada al PCE (España Popular, Reconquista de España, España y la Paz, y Mujeres Españolas), entre 1939 y 1957; y desde 1943 –año en que adopta la ciudadanía mexicana–, también en la prensa del país (El Nacional, La Prensa, y Novedades). Hacia 1961 decide reducir su labor periodística para dedicarse por entero a la literatura. El haber publicado solo dos libros en México parece imputable tanto a la intensa actividad periodística para atender las necesidades materiales, como al elevado coste de la edición. Esta se limitó a dos obras: la biografía novelada de Rosalía de Castro9(1945), una obra de encargo; y la novela Juan Caballero10 (1956), escrita como homenaje a la guerrilla republicana que combatía en España al finalizar la Guerra Civil. En estos años, ante la imposibilidad de ver sus libros editados, Carnés optó por darse a conocer entre el público de México a través de sus cuentos, publicados desde su llegada, casi por entero, en la prensa mexicana, y ahora felizmente recuperados11. Otras obras escritas y reeditadas en España, en los últimos años, corresponden, en primer lugar, a la producción teatral escrita en México12; y, finalmente, a su última obra escrita, la novela El eslabón perdido13 (1957), y, paradójicamente, la primera editada en España, tras su muerte, ocurrida en 1964, a causa de un accidente de tráfico. Queda aún por publicar o reeditar, el 50% de su obra escrita, incluyendo su obra periodística, cuya lectura es indispensable para una mejor comprensión de la literatura de Luisa Carnés, pero eso será tema de nuevas colaboraciones. CARNÉS, Luisa, Rosalía de Castro. Raíz apasionada de Galicia. Rex. 1945. Reeditada en México póstumamente, en 1966 y 1967, ha sido vuelto a ser reeeeditada en Hoja de Lata. Gijón. 2018. 10 CARNÉS, Luisa, Juan Caballero. Atlante. México. 1956. Escrita en 1947, y premiada al año siguiente, su publicación se demoró casi diez años. 11 CARNÉS, Luisa, Cuentos completos, II. Espuela de Plata-Renacimiento. Sevilla. 2018. 12 CARNËS, Luisa, [Teatro]: Cumpleaños. Los bancos del Prado. Los vendedores de miedo. Edición de Jose M.ª Arozamena. Asociación de Directores de Escena (ADE). Madrid. 2002. 9

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CARNÉS, Luisa, El eslabón perdido. Edición de Antonio Plaza Plaza. Renacimiento. Sevilla. 2002.

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La sombra sedosa de los cuentos de Luisa Carnés José Luis Esparcia

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uisa Carnés representa lo que ella misma produjo en su realidad vital, ni más ni menos que el resultado de su concepción ética y su esfuerzo por un ideal artístico y de convivencia. Por tanto, podría decirse, a tenor de su acción personal y del testimonio de sus textos, que todo en ella es real y que la sombra que se hizo caer sobre su mundo, ha resultado ser una sombra sedosa que el tiempo y la propia obra de la escritora han ido haciendo resbalar sobre la España que la ocultó, la España franquista que determinó su peligro para un mundo democrático y de consideración respetuosa de los colectivos en su calidad diferenciadora. Es de valorar el esfuerzo de editoriales como la sevillana «Renacimiento», por ejemplo. El profesor Antonio Plaza explica muy bien la distribución temporal de la creación de los cuentos que definen gran parte del quehacer de Carnés. Y es importante percibir la gran humanidad que se deduce no solo de la estética, sino de la intencionalidad tanto conceptual como social que este proceso creativo comporta. Una forma esta de empujar esa sombra por la piel de la historia reciente hasta dejar al descubierto plenamente el elenco de méritos y aportaciones importantes de Luisa Carnés. Estos cuentos son de una voz lírica llamativa, de una suavidad acariciadora, de una sensibilidad emocionante, de una intencionalidad tan humana 8 MAX ESTRELLA

que convierte cada historia en un acontecimiento de vida casi cotidiana, en la realidad o en lo imaginario. Por eso hay también un reflejo de la realidad moralizante de los intelectuales cuya propia moral fue allanada y herida con saña. Y Luisa Carnés defiende el protagonismo en esta misión de sus personajes, que son los de cada día y por eso les alcanza el privilegio de cercanía de cualquier clase de persona lectora. Todo lo que fue recogiendo en sus novelas y en sus reflexiones íntimas y periodísticas, se ilumina en diálogos y descripciones que son una prolongación de la vida misma de la propia persona lectora. Y es, por tanto, un acto de convivencia que Luisa Carnés busca y consigue aplicando sus propias consideraciones, que van siempre de una muchacha delgadita a …las blusas blancas, las blusas azules de los jornaleros, pasando por el mar mejicano: ¿Otra vez escuchando al mar, chamaca? Es decir que van de lo vivido a lo vivo y siempre con el anhelado resultado de dar la posibilidad de reconocerse en lo leído; reconocer el alma de la vida real que rodea a cada ser; cercana o intuida, pero alma real. Un mérito más de Luisa Carnés en su afán de hacer una literatura reconocible y sin aspavientos metafísicos o surrealistas. La realidad le preocupa y, por tanto, le ocupa lo que ella siente en cada perspectiva humana, y lo que sienten quienes necesitan su fortaleza. Por ello, saber concretar lo recibido le facultó siempre para saber dar. La edición de Espuela de plata («Renacimiento»), tiene un valor doble que sobrepasa el propio de dar dos tomos a las personas lectoras. Y es que esta edición es una oportunidad generacional de constatar perfiles humanos desde la ingenuidad infantil a la sobriedad adulta, perfiles que no parecen ser actuales por la necesidad de mirar hacia delante; pero, en realidad, Luisa Carnés nos muestra casi todo como un eslabón de humanidad, una continuación de la vida sobre la que ella, como escritora y persona comprometida, hace sus enmiendas, sus aportaciones. Y en ese proceso nos atrapa como un viento de vida que sin darnos cuenta vivimos y no como un mero cuento literario.


POEMAS

David Mallén mira cómo se consume la hoguera moja tus labios con su veneno escupe la rabia mientras amanece y vomita las mentiras al anochecer descuelga la soga del ahorcado derrama el vino de la última cena mea sobre las flores marchitas y bebe el agua de las cloacas pinta arco Iris de colores muertos defeca sobre las palabras proscritas y haz del edén un gran vertedero de sueños no cumplidos.

José Cercas ¿Qué somos? Está claro, miles de ríos de tinta fluyen sobre la incógnita: venimos de lejos como del mar, como de la profunda soledad de la hoguera; padres y madres, abuelas y abuelos que dejaron su enjundia en nuestras cicatrices y sucumbieron. Somos la consecuencia de lo vivido, la consecuencia callada del tiempo en nuestras manos; los versos enardecidos del cosmos en nuestros rostros. Somos parte del todo y parte de la nada; nos consuela el viento, la luz que surge entre la espesura aquella que lame y cubre de sombras el barro que pisamos. Somos los hijos de la naturaleza, labramos su rostro como dioses de la violencia y construimos puentes donde antes habitaba el vuelo. Estamos tan acostumbrados a la muerte que desafiamos su soberbia. Y somos, a pesar de nosotros mismos, la consecuencia última del verbo amar.

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POEMAS

Manuel Ríos Ruiz

Soneto para poder vivir Que se aleje de mí la fantasía, que no quiero salir de mi tangente, porque soy tan real que mi simiente florecerá en la piedra cierto día. Dejad, dejad que viva mi poesía. Y dejad que acaricie mi presente, que delante de mí tengo el poniente y vivo plenamente un mediodía. Lo vivo con certeza de ni sino. Y lo calibro entero con mi abrazo. Y con mi propia sangre lo defino. De Dios es tan palpable la presencia que alumbra mi destino a cada paso llamando con su amor a mi conciencia. (De El laurel y los días. En memoria del gran poeta recientemente fallecido)

Antonio Ferres

El jadear de un niño que corre Cuando ya no exista la muerte ni exista la vejez ni existan las enfermedades. Cuando ya los seres humanos vivan en una interminable juventud igual que en un eterno paraíso todavía –como está escrito– llegará el cataclismo que cambie la configuración del Universo y los átomos y los planetas y las galaxias se desharán de nuevo y solamente quedará lo que había antes de este poema : el jadear de un niño que corre. 10 MAX ESTRELLA


CUENTO

Celia Herrero

El diario de Antía*

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uerido diario:

Hoy también hemos ido a casa de mi prima Adela a jugar. La tía dice que mamá está con las migrañas y que en casa hacemos mucho ruido. Esta tarde le he contado a mi prima que mamá no nos deja coger el ascensor, pero que María y yo nos montamos cuando no hay ningún vecino en el portal. A mí me duele el estómago cuando el ascensor pasa por el tercero porque siempre pienso que mamá va a abrir la puerta y nos va a pillar, pero nunca lo ha hecho. A veces se ha apagado la luz cuando estábamos bajando y las dos hemos salido corriendo a oscuras a tocar el timbre. A María le da la risa cuando lo hacemos, pero a mí en el fondo no me gusta nada. Adela dice que ella también lo hace y que su madre no se da cuenta y si nadie se da cuenta nadie tiene porque saberlo. Me da dolor de barriga cada vez que alguien dice eso: «nadie tiene porque saberlo», porque eso fue lo que mi padre le dijo a mi madre antes de cerrar la puerta de la calle, «nadie tiene porque saberlo». Mi tía nos dejó a las ocho en el portal porque se tenía que ir al dentista, no había nadie y volvimos a hacer lo del ascensor, cuando hemos mirado por el hueco de la escalera unas señoras con unas carpetas azules salían de casa. Una era pelirroja de mentira y miraba a mamá con un dedo levantado, otra tenía el pelo muy largo y muy liso. La del dedo se parece a mi profesora de matemáticas. María me ha preguntado muy bajito si esas eran las migrañas, yo no lo sé porque una de ellas era muy guapa y migraña suena a verruga peluda o a huevo de piojo, pero le he contestado que sí; «pues que se vayan al guano» ha dicho María. Mamá nos ha oído, ha mirado hacia arriba y nos ha visto. Cuando hemos entrado en casa tenía hipo y a mí me ha dado pena, y por eso mañana le voy a decir a Adela que ya no voy a coger más el ascensor. A María también le ha dado pena, salió corriendo hacia el salón, se puso de puntillas enfrente del aparador, giró la llave y cogió la botella transparente. Mamá se la ha quitado de las manos, pero no estaba enfadada porque le dio un beso en la cabeza. Cuando mamá bebe el líquido transparente se enciende un cigarro muy largo, agacha la cabeza con el pitillo en los labios hacia el mechero y se le cae el mechón que se tiñó de rojo. Yo siempre pienso que se lo va a quemar, pero entonces levanta la cabeza y mira por la ventana, yo también miro hacia el patio, pero no veo nada más que las cuerdas de tender que compartimos con la vecina y que giran con unas ruedas que suenan viejas. Hoy mamá solo ha bebido un vaso, ha puesto la botella encima de la estantería y María se ha enfadado porque allí no llega, ni siquiera de puntillas. Se ha puesto a llorar y mamá se ha apretado la cabeza con las manos, yo he ido corriendo y le he tapado la boca porque a mamá cuando lloramos le duele la cabeza, pero hoy mamá se ha mordido los labios y ha mirado al techo, luego nos ha cogido de la mano y nos ha llevado a su habitación. Encima de la cama había galletas de Príncipe, gusanitos y magdalenas de la Bella Easo, también había chocolate sin avellanas y una botella de Fanta. Nos lo hemos comido todo y luego María le ha pedido a mamá que hiciese la tienda de campaña. Mamá dobló las almohadas y nos levantó la tienda con el edredón de trozos. Las tres nos metimos dentro y jugamos a buscar las migas, yo cogí algunas muy gordas, pero casi todas las encontró mamá. María ha dicho que tenía frío y mamá nos ha dado dos taponcitos del líquido blanco. El camisón de mamá es suave, María se duerme con uno de los lazos del cuello en su boca, pero yo prefiero dormirme con la cabeza debajo del pelo de mamá, porque es muy calentito y huele como cuando llueve. *«El primer día del Diario de Antía» es un fragmento del relato del mismo título, en el libro de relatos «La telaraña violeta». Ver completo en: http://telaranavioleta.libroslar.com

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FIRMAS

Un morroi chino con un higo en la coleta Raúl Guerra Garrido, (Serie Baroja y yo) IPSO Ediciones, 2018 José Luis Esparcia

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on la misma sensibilidad con que es capaz de exponer recovecos de la vida resistente, la vida que la honestidad y las buenas intenciones terminan por dirimir al individuo en su colectivo, Raúl Guerra Garrido desnuda un poco la visión general de Pío Baroja desde un sentimiento personal que es también huella de las incontables lecturas y relecturas que este AUTOR de hoy (Raúl Guerra) hace del AUTOR de entonces (Pío Baroja), desde que el joven Guerra Garrido lo descubriera donde se descubre el recuerdo perenne: en los estratos paternos y maternos. Por ello, Un morroi chino con un higo en la coleta, de la serie Baroja y yo (IPSO Ediciones, 2018) nos recuerda, en cierto modo, a aquellos cuentos de infancia en que lo principal era siempre nuestro sentimiento de triunfo al comprobar que, terminado el cuento, habíamos descubierto nuevos rincones del mundo infantil que añadir al nuestro propio. Aquí el mundo barojiano es una fuente de gran fertilidad para el nuestro. Breve pero esencial reflexión del AUTOR de hoy sobre sólitas cuestiones, pero que comportan descubrimientos de grato interés. Y traslación de reflexiones del AUTOR de entonces sobre condiciones y condicionamientos humanos que aportan la carga de gran oportunidad racional que del AUTOR de entonces fluía como no lo hacía de otros. Raúl Guerra Garrido se adentra con suma conciencia de lo que hace y con suma humildad al hablarnos de lo que le une a Baroja a través del recorrido de la senda literaria, de las estelas con que el AUTOR de entonces señala. Miliarios de la conciencia humana que son como lápidas caídas de la copa de un olmo viejo y alto, altísimo: «La ley es inexorable, como los perros: no ladra más que al que va mal vestido” o «La preocupación por la estética es el primer síntoma de impotencia» Y añade notas de ilusión recuperada a través de la toma de conciencia de la realidad: del dolor, por

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ejemplo, como una huella de conocimiento de la vida. Son 77 páginas de pequeño formato que miran al lector con un aroma de esencia –de pócima lenitiva podría decirse a tenor del AUTOR de hoy– al que, desde el principio, es imposible resistirse porque fluye con gran serenidad y vivacidad al tiempo; es el corazón de un Raúl Guerra tocado por la razón más humana y literaria posible a la vez. Se nos hace ver una realidad barojiana que emociona tanto como muchas de las narraciones del AUTOR de entonces; una prolongación del eco que ha animado siempre a seguir esa estela silenciosa pero deliciosa de las historias con que el autor de La Busca sentenciaba la belleza de lo cotidiano, que es lo real, la verdad, incluso la imaginada. Y Guerra Garrido lo transmite a la perfección, con una especie de mensaje aprehendido del Baroja social y extensivo, pero riguroso y emotivo. En síntesis: una joya para cualquier lector.


FIRMAS

Francisca Aguirre: Premio Nacional de las Letras 2018 Santos Domínguez

Cuando mataron a mi padre nos quedamos en esa zona de vacío que va de la vida a la muerte, dentro de esa burbuja última que lanzan los ahogados, como si todo el aire del mundo se hubiese agotado de pronto.

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or versos como esos y por una larga trayectoria de la que forma parte el libro al que pertenecen, Los trescientos escalones, ha merecido Francisca Aguirre el Premio Nacional de las Letras que otorga el Ministerio de Cultura. Desde Ítaca, su memorable primer libro, Francisca Aguirre ha ido recorriendo casi cinco décadas de coherencia, de escritura sostenida en el esqueleto resistente de lo auténtico. Medio siglo de emoción y temblor de la memoria, de poesía moral, escrita con unas cuantas palabras verdaderas, como quería Antonio Machado, su maestro mayor de ética y estética. En ese libro se cifran muchas de las claves temáticas, éticas y estéticas que recorren el resto de su poesía, reunida en Calambur bajo el título Ensayo general. Los trescientos escalones es un libro atravesado por la experiencia vital y moral del viaje al exilio y a las pérdidas, un viaje rememorativo en el que Francisca Aguirre ajusta cuentas con el pasado. En sus páginas la poesía se convierte en salvación de la memoria erguida frente a las pérdidas, en refugio del desamparo y en habitación de los sueños frente al miedo, el hambre y el frío de la

guerra y la posguerra, frente a una intemperie desvalida, en mitad de un mundo desaforado / cubierto de horror y pena. Es la poesía como espacio de salvación, como cosa cordial de la que habló uno de los poetas más inagotables y queridos por la autora, Antonio Machado, padre y maestro oscuro entre los álamos del Duero. Pero la de Francisca Aguirre es también una poesía celebratoria en la que hay un homenaje constante a lo que nos salva de la desgracia, a la amistad y la literatura, a la pintura, a la música clásica y a la copla. Y, a pesar de todo, es también un homenaje a la vida: La vida entre los dientes de repente como un sabor neutral nos pulveriza, nos somete, nos calla, nos ofende y nos deslumbra, y nos levanta, y crece. Porque a pesar del dolor, de la orfandad y la injusticia -esta vida, hay que ver, qué desatino-, sobre el sufrimiento y la desolación se impone la esperanza en este verso memorable: el mundo para siempre ya es mañana. MAX ESTRELLA 13


FIRMAS

Valle-Inclán y Luis de Tapia José Esteban

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urante las tres primeras décadas del siglo XX, el escritor madrileño Luis de Tapia (1871-1937), publicó sus coplas en la primera página de los periódicos de Madrid. Se convirtió así en uno de los periodistas más famosos que ha tenido España. Se le conocía como «el poeta del pueblo» y sus «Coplas del día» se reproducían y comentaban en todos los pueblos de España. Escribió más de cuatro mil poemas, convertidos hoy en fuente impagable de información tanto política como social y –lo que más aprecio– literaria. Amigo y admirador de don Ramón del Valle-Inclán, le dedicó varias de sus «coplas». Recogemos hoy algunas de estas «flores de ingenio», salvadas del olvido en que suelen acabar los periódicos. En su «Coplas» del 29 de mayo de 1920, al comentar «La semana gallega», celebrada en Madrid, Luis de Tapia no olvida a Valle-Inclán: «¡Galicia, hoy en letras más rica que el pan;/altos escritores alta prez le dan! . . ./¡la Pardo Bazán!/¡y el valle florido del gran Valle-Inclán!». En otro momento y en otra de sus coplas, al referirse a sus amigos, no olvida al gran escritor gallego: «Con afán/cultiva mi corazón/la amistad de Marañón,/de Belmonte, Valle-Inclán,/de Zuloaga y otros cien/ que hacen las cosas muy bien.» (13-1-1927). En la del 28 de marzo de 1927, con motivo de la aparición de La Corte de los milagros, cuenta: UN GRAN LIBRO: ¡Leed ”La corte/de los milagros”!/¡Regias estancias,/bélicos agros,/marquesas gordas,/bandidos magros!.../¡Milagrerías,/farsa, oropel!.../¡Sor Patrocinio!.../¡Doña Isabel!/¡Leed el libro/que ha escrito Valle,/los de la altura,/los de la calle,/los pordioseros,/los de buen talle!.../¡Léxico nuevo,/nervio, intención!.../¡Leed el libro/de don Ramón!/¡Bajo una honda/burlesca chanza,/ en justo ambiente/la historia danza!.../¡Cuánto episodio!/¡Cuánta enseñanza!/¡Los espadones!.../¡14 MAX ESTRELLA

Narváez, Prim!/¡Leed el libro/de Bradomín!/Libro de Historia:/rebelde grito,/tan castellano,/tan bien escrito,/¡ay!, como aquellos/de don Benito!.../¡Los “Episodios”,/culto lector,/tienen un digno/continuador!/¡Salud, castizo/e ilustre hidalgo!.../Yo nada cuento/ni nada valgo;/pero por coplas/aquí me salgo,/diciendo a todos:/¡Probad la sal/del mejor guiso/del siglo actual! Al hacer el balance del año veintiocho, tiene un recuerdo para su amigo: Valle-Inclán tan sólo/ (veraz y quimérico)/cortó las orejas/en el “ruedo ibérico”. (30-12-1928). Y una vez más dando en el clavo, Luis de Tapia publicó en La Libertad, días finales de diciembre de 1929, en sus famosas coplas del día, «Mi candidato». Se refería a la vacante abierta en la Academia Española por la muerte de Andrenio: Para ocupar de Andrenio/puesto y sillón/ en la docta y canosa/Corporación,/y entre cien candidatos/que en lista están,/yo defiendo aquí el nombre/de Valle-Inclán./¡Nadie como el prosista/


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de Bradomín,/del Ibérico ruedo/y obras sin fin,/ podría a la Academia/dar viva luz,/y no un neo cualquiera,/de pluma y cruz./¡Nadie como este manco/de ardiente fe/(que no es manco escribiendo/según se ve)/daría a aquella Casa/de rancio olor/sentido ciudadano/fuego y calor./¡Aunque Valle no quiera/decir que sí,/al ser votado, es fuerza/llevarlo allí!/¡Pues no hay maestro, en este/gran redondel/tan “con toda la barba”/como lo es él!/ Con el recto trabajo/de este inmortal/tomaría el lenguaje/fuerza vital./Y de todas partes/de la oración,/riqueza adquiriría/la interjección…/(Porque hay que oír la lengua/de don Ramón)/(¡Claro, señores míos,/que con razón!). El estreno de Farsa y licencia de la reina castiza, vuelve al coplero su afición por Valle-Inclán (56-1931): UNA «FARSA»DE DON RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN: «El de las barbas;/el gran poeta/que une el desgarro/con la majeza;/el de la gracia/de hispana cepa;/el alquimista/de nuestra lengua;/el del cornudo/Don Friolera;/el vate majo/ de estirpe ibérica,/que hace “esperpentos”/de alma flamenca,/nos dio anteanoche/la “farsa” excelsa/de la muy…pura/castiza reina./------/Linda y gra-

ciosa/tragicomedia/de figurones/de cruz y espuela,/ de curros jaques/de espaldas tuertas,/de reyes tontos/e infantas necias,/de sacerdotes,/cachondas reinas,/de legos,/frailes/y de alcahuetas…/Todo con gracia,/sin una ofensa/para el buen gusto/(santa “licencia”);/procacidades/en seda envueltas;/“farsa” sublime/(siempre grotesca),/los hombres hechos/ polichinelas;/lo atroz vestido/de alba inocencia…/ Siempre el ingenio/siempre la escena …/¡Farsa que es oro! …/¡Farsa que es perla!...».1 Valle-Inclán vuelve al recuerdo y la copla de Luis de Tapia (1-6-1932), al meterse con la Academia: «¡En la “Academia Española”/los gramáticos varones/las oraciones que estudian/son místicas oraciones;/el obispo de la diócesis/manda en aquellos sillones,/y Valle-Inclán se ha quedado/sin laurel y sin doblones». La marcha de Valle-Inclán a dirigir la Academia de España en Roma, inspira a Luis de Tapia simpáticas cuartetas: «¡SÍ, SÍ; QUE VAYA!»: «¡Vaya don Ramón a Roma,/a dirigir en aquel/antiguo centro del Arte/nuestra Academia fané!…/¡Vaya el Papa de las Letras/a la que ha sido, y hoy es,/la Ciudad de los Pontífices!…/(¿Quién más Pontífice que él?”)./¡Vaya don Ramón a Roma,/que en cualquier cargo yo sé/ (porque lo he visto) que Valle/es hombre formal y fiel!…/¡Vaya don Ramón a Roma/a dejar plantado bien,/no el pabellón burocrático,/sino su excelso valer!…/Vaya don Ramón a Roma/y vuelva a Madrid después/y… ¡habría que oír las cosas/que contaría al volver!…/¡Nos diría, de seguro,/que Roma una aldea es,/y que al lado de Santiago,/apenas tiene interés…/¡Diría que Mussolini/ya murió, y que su papel/lo hace un pobre substituto/limpiabotas milanés,/quien gracias al parecido/puede pasar por aquel/Benito, que envenenado/en cierto banquete fue!…/¡Nos contaría que el Papa/le había llamado a él/para consultarle un caso/difícil de resolver,/y que le había encargado/que saludase, al volver,/a Manolo Bienvenida,/a Bello y a Samitier!/¡Sí, sí; que vaya en seguida,/don Ramón al pueblo aquel,/aunque solamente sea/para escucharle después!» El poeta termina con dos versos de estrambote, cuyo significado no alcanzo: «¡Señor Alberti, / vaya usté a verla!».

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Historia de la tertulia Max Estrella III

Los secundarios. Ricardo Zulueta Isabelo Herreros

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s muy probable que algunos de quienes integramos la Tertulia Max Estrella aparezcamos algún día en un libro, si es que el olvido no acaba con nuestro rastro, como los secundarios de tal o cual generación de escritores, pintores o cineastas. Puede que eso sea lo adecuado, o puede que no, pues si leemos con calma las memorias de escritores como Rafael Cansinos Assen nos encontramos con literatos muy relevantes, en el contexto de la cultura de los años veinte y treinta del pasado siglo, y que sin embargo no han pasado a la historia de la literatura, o apenas son citados con un par de líneas. A veces es peor, y se les despacha con el adjetivo de bohemios, como si serlo llevase aparejada la condición de escritor mediocre. Hay incluso personajes que no llegaron a ver impresa su obra literaria, si es que era cierta, pero que fueron fundamentales en las tertulias en las que se hablaba de novela, de teatro o de pintura. De uno de esos personajes singulares, aunque más reciente, queremos dejar recuerdo, en esta sucinta historia de la tertulia que da nombre a la revista o viceversa. Se llamaba Ricardo Zulueta y había nacido poco antes del inicio de la llamada Guerra Civil, en el seno de una familia acomodada. Había quedado muy pronto huérfano de padre, al morir este en

De izquierda a derecha: Ricardo Zulueta, Pepe Esteban e Isabelo Herreros. 16 MAX ESTRELLA

combate, con el grado de comandante del ejército sublevado contra la República. Su madre contrajo segundas nupcias, precisamente con un acaudalado marqués, de ahí que el mote cariñoso con el que se conocía a Ricardo entre los amigos era el de “el marqués”, cuando lo cierto es que solo a su madre correspondía el título, de marquesa consorte. Estudió la carrera de Derecho, por la “obligación” familiar de estudiar una carrera, pero su vocación iba por otros derroteros. Intentó fortuna en varios negocios, pero le faltaban constancia y los conocimientos necesarios. Su última aventura, en la década de los ochenta del pasado siglo, había sido la puesta en marcha de una empresa productora de cine, un mundo por el que sentía pasión; de nuevo el fracaso y la ruina. Asiduo de tertulias literarias y de artistas, finalmente recaló en la “gijonesa” de “Contra aquello y esto”, y fue en aquella peripatética reunión de los viernes donde se consolidó una relación amistosa con algunos de nosotros, y que duró hasta el final de los días del “marqués”, hace ahora diez años. Ciertos amigos de la tertulia conocían de otros tiempos a Zulueta, por lo que fue una suerte de reencuentro. A su vez mantenía una relación, quizás más estrecha, con otros amigos contertulios de la etapa de Chicote, que tenían incluso una suerte de sucursal de la tertulia, que se reunía otro día de la semana; a este selecto grupo pertenecían el pintor Juan Manuel Fernández Pera, el cineasta Miguel Gato y el crítico de arte Dámaso Santos. Tenían en común la veneración por Díaz-Caneja, el gran pintor palentino. Lamentablemente, todos han fallecido, y de todos mantenemos el mismo recuerdo, el de la bonhomía que les era común. Nuestro amigo Zulueta era un gran conversador, culto, conocedor de los modales refinados y la buena mesa, algo que le venía de cuna. También era un gran aficionado a la cocina, y sobre todo le gustaba cocinar para los amigos, en particular corderos lechales al horno, pero donde su buen hacer tenía más aceptación era con las recetas de pescado de origen vasco, por cuya gastronomía tenía veneración. Insuperable


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era su versión del marmitaco de bonito. De estas destrezas culinarias nos quedan veladas muy gratas, en la casa veraniega de Pepe Esteban en El Escorial, jornadas que acababan de madrugada, tras agotar conversaciones, y también la sufrida bodega. Memorable fue también un viaje que hicimos a su casa solariega de Casalareina, todo un palacio en el centro de esta villa riojana, donde pasaba algunas temporadas. Quienes conocimos en profundidad la calidad humana de Ricardo Zulueta solo podemos guardar recuerdos agradables del mismo. Persona generosa, si bien es cierto que durante muchos años no pudo ejercer, como a él le hubiera gustado, sus virtudes de anfitrión; aunque llevó siempre con dignidad y con humor sus ruinas económicas. Pero la fortuna quiso llamar a su puerta, si bien duró poco. Fue con ocasión del fallecimiento de su progenitora. La herencia fue suficiente para que pudiera recobrar sus antiguas costumbres, como volver a tener sas-

tre para sus trajes a medida, o frecuentar de nuevo Milford o el Hispano, o darse el capricho de cocinar para sus amigos en su nueva residencia, en una esplendida y profesional cocina que se había hecho instalar. También hay que decir que en estos últimos años acrecentó su biblioteca con caras adquisiciones para su pasión de bibliófilo. La inspiración poética volvió a renacer y, lo que es la condición humana, también familiares y amigos, que lo habían denostado en sus años de pobreza, volvieron a frecuentarle. Se daba cuenta, pero lo atribuía a la naturaleza de las cosas; incapaz para el rencor o cualquier maldad. Una tarde de primavera del año 2008 su nieto, que vivía con él, al regresar de sus clases se lo encontró plácidamente dormido, medio acostado en su cama, con un libro en su mano izquierda. De esta placida y bondadosa manera nos dejó nuestro amigo Ricardo Zulueta, de quien me apetece dejar estas líneas de cariñoso recuerdo.

Elisa Serna, sueño que queda José Luis Esparcia

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n el número cero de nuestra revista, dedicábamos un artículo a los miembros de “Canción del pueblo”: Adolfo Celdrán, Julia León y Elisa Serna, esta amiga de todas las personas de bien, como sus compañeros. Honesta, desinteresadamente solidaria, animosa y vitalista todavía a sus más de 70 años. Risueña y luminosa, Elisa me decía en el mes de agosto de 2018 que, al regresar de mi viaje, nos veríamos de nuevo para intentar tal o tal nueva actividad. Pero ella se marchó de viaje antes de mi regreso. Fue a casa del inefable Víctor Claudín, tan generoso como Elisa. Tenían una cita tranquila y gastronómica. Y allí Elisa continuó viaje a donde no la podemos alcanzar. Con la misma travesura de sus días más activos –que eran casi todos-, se marchó para dejarnos sus versos, sus canciones, y el ejemplo de un compromiso real que nunca quiso descargar sobre otras espaldas. Puso música y cantó muchos poemas suyos y ajenos, y nunca se salió de los versos de su amigo Carlos Álvarez, que ella cantaba como nadie: Colocar un peldaño es lo importante: / acortar el peligro y la distancia, / asomar ya los dedos como garfios / por el alto pretil de la muralla / y dejar que el esfuerzo del hermano / apoye su raíz en nuestra espalda. Y peldaño a peldaño, entre to-

dos, Elisa respiró amistad, fraternidad, camaradería hasta el final de su materia, porque, afortunadamente, no se olvidará su poesía ni su ejemplo artístico y como ser humano. Y, aunque ella nunca quiso ser ejemplar, quienes fuimos sus amigos, retenemos algo de su herencia inolvidable. Víctor Claudín le dijo adiós por todas y todos sus amigos. Y todas y todos su amigos le seguimos diciendo, cuando cerramos los ojos para verla, que, aunque el mundo tiene difícil solución, un día florecerá algo de sus palabras cuando insistía: todos los trabajadores y trabajadoras juntos somos más, que solo nos venza la muerte. Pero su ejemplo, ni la muerte lo ha vencido. MAX ESTRELLA 17


CINE

Los fantasmas de Mary Raúl Peña

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l arte de amedrentar al lector con personajes venidos de ultratumba, eclosionó de manera imprevista durante una tormentosa noche del verano de 1816. Asistimos, pues, al zenit del Romanticismo, una actitud estética hacia lo sublime, que, surgida en Alemania, se propagó por Europa hasta calar en los hijos de la burguesía británica. Misógino y narcisista, Lord Byron había invitado a un grupo de amigos a pasar una temporada en Villa Diodati, la señorial pero tétrica mansión que había alquilado a orillas del lago de Ginebra. El grupo estaba formado por el poeta Percy Shelley, su novia Mary Godwin y una hermana de ésta, Claire, a quien Byron había dejado embarazada. El anfitrión esperaba en compañía de otro curioso personaje al que consideraba su médico personal, John William Polidori, quien llevaba consigo un flamante ejemplar de Phantasmagoriana, una recopilación de leyendas centroeuropeas. Salvo este dato, nada hacía suponer que de aquella heterodoxa cofradía iba a saltar la chispa que cambiaría el rumbo de la literatura fantástica, tan deudora, por otra parte, del empirismo anglosajón. Durante aquellos días la lluvia no amainó, por cuanto el grupo tenía que refugiarse al calor de la chimenea, charlando sobre extraños sucesos y consumiendo láudano y alcohol hasta altas horas de la madrugada. Corría la noche del dieciséis de junio cuando Byron propuso una especie de juego intelectual: que cada uno de los reunidos empezase a escribir un relato fantástico, lo más terrorífico posible. Shelley declinó el envite, pero su compañera Mary vio la oportunidad de exorcizar sus fantasmas interiores en una novela que habría de titular Frankensteín o el moderno Prometeo. Allí cuenta el experimento de un doctor que fabrica una criatura con miembros de varios muertos y a la que insufla vida mediante descargas eléctricas, para al fin comprobar que con sus remiendos y suturas ha creado 18 MAX ESTRELLA

un engendro, un monstruo ebrio de ira, soledad y tristeza. Por su parte, Polidori comenzaba un relato inspirado en una vieja leyenda transilvana: Vampiro. A finales de agosto los invitados regresaron a Londres. Shelley y Mary habían decidido casarse (lo que permitió a la joven escritora firmar su libro con el apellido que la haría universal, Mary Shelley), y a los pocos meses su hermana Claire daba a luz al hijo engendrado con Byron. El público recibió con entusiasmo la novela de Mary, en tanto que el Vampiro de Polidori pasaba sin pena ni gloria; ello hasta el punto de que el inestable Polidori, con quien Byron había roto la amistad, acabó suicidándose con una dosis letal de ácido prúsico. Tal es la influencia ejercida por semejantes obras, que a lo largo del siglo irían apareciendo la vampiresa Carmilla, de Sheridan Le Fanú, el Drácula de Bram Stocker, los atormentados espíritus infantiles de Otra vuelta de tuerca de Henry James, La Momia que resucitara Conan Doyle, El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde, de Stevenson, y La guerra de los mundos que augurase H. G. Wells. Si el siglo XIX puede considerarse como el del resurgir de la novela, el invento del cine por los hermanos Lumier aportará nuevos bríos al lenguaje del siglo que amanece. Pasar miedo en el cine acabó generando una poderosa industria, y las pantallas se vieron anegadas por un turbión de monstruos, zombis, licántropos, alienígenas, psicópatas y espíritus malignos, bien creados por la fantasía científica o por el propio temor a nuestros fantasmas interiores; espectros cuyos susurros y frufrús escuchamos tras la puerta que hay al fondo del lúgubre pasillo por el que inexorablemente avanzamos para desvelar el misterio que allí se oculta. Un mundo de tinieblas cuyo origen se remonta a la pesadilla gótica de aquella joven romántica, indómita y feminista, que nunca pudo entrever el alcance de su insólito relato.


FIRMAS

Marx y España: una relación singular Miguel Muñoz Rubio

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entro de la vasta y compleja biografía de Carlos Marx es posible hallar un significativo lugar para España. Porque, en efecto, si es cierto que no existe mayor inmersión en una cultura ajena que la de aprender su lengua, este aforismo lo cumplió Marx con la nuestra. A tenor de una de las habituales cartas que intercambió con Federico Engels, sabemos que debió ser, tras su llegada a Londres, cuando emprendió su estudio. Fue en septiembre de 1853, cuando tuvo un desencuentro con Wilhelm Wolff – honrado con la dedicatoria del primer volumen de El Capital– a causa de que este le reclamó insistentemente la devolución de la Grammatik der spanischen Sprache de Franceson, que un año antes le había dejado para que completara sus estudios de español. Fue la fascinación que le causó El Quijote lo que le llevó a aprender el castellano con el único propósito de leerlo en su lengua original. Obra que utilizó con frecuencia en sus ensayos filosóficos, económicos y políticos. Años más tarde, Anselmo Lorenzo testimonió en 1871 que hablaba solventemente la lengua de Cervantes, a quien veneraba, junto a Balzac, como uno de los dos novelistas más grandes. Pero, igualmente, profesaba una gran admiración por Calderón, Lope de Vega y Tirso de Molina, cuyas obras conocía perfectamente. Como periodista, Marx escribió para el New York Daily Tribune nueve ensayos sobre diferentes aspectos de la historia de España como fueron las Comunidades de Castilla y la Guerra de la Independencia. Y lo hizo, tal vez, porque creyó encontrar en ellos una subyacente, y siempre cercenada, voluntad revolucionaria del pueblo español. Si no se puede soslayar que este «voluntarismo» le llevó a caer presa de ciertos tópicos, tampoco se puede negar que construyó aquéllos con su rigor habitual. En todo caso, siempre se

vislumbra una diletante admiración por nuestros aconteceres. También rubricó once crónicas sobre la revolución de 1854 y el golpe de Estado de O’Donnell de 1856 donde narró con su habitual maestría estos acontecimientos para los lectores del diario más importante del mundo. Pero, como siempre, desbordó el corsé que este género literario comporta mediante análisis u observaciones de mayor calado. En definitiva, a Marx España le resultó lo suficientemente interesante para realizar un notable esfuerzo. Esfuerzo que, no cabe duda, merece ser conocido por nosotros.

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LIBROS

Cuadernos de Poesía

Ángel Conde Escudero Adeshoras, 2018

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oemas que dan cuenta del nacimiento de un gran poeta, fallecido hace catorce años en su Ourense natal. Tres cuadernos hallados por su madre, Margarita Escuredo, forman la antología que ha publicado Editorial Adeshoras y que completa la ilustración de portada y colofón de su padre, el pintor gallego Xosé Conde Corbal. Ángel Conde, periodista musical y lector exquisito, dibujó el final de su breve e intensa vida. La textura de su obra la construye una malla de reflexiones luminosas sobre el sinsentido de vivir y una contradictoria experiencia vital de intensos amores, y una cadencia azul que da a sus estrofas gran expresividad. La que fue una obra secreta, hasta para sus más cercanos, ahora se nos ofrece sincera, sentida, culta y viril. Fernando Ferro.

Vasco de Quiroga: utopía y derecho en la conquista de América Paz Serrano Gassent Fondo de Cultura Económica, 2001

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az Serrano, desaparecida físicamente en diciembre de 2005, dejó un legado de actividad intelectual importante. El libro, del que García Santesmases dijo que «refleja muy bien el espíritu de Paz Serrano», desentraña excusas para no hablar de utopía y llenar la historia de olvidos, y que aplica su conocimiento de dicha historia y su capacidad filosófica para desvelar la verdad a través de un personaje del momento. El sentido del libro parte de la frase crucial de Paz Serrano: «El lamento de los indios todavía resuena cinco siglos después de realizado su descubrimiento y conquista». 20 MAX ESTRELLA

En brazos de Francesca y otras transgresiones Isabelo Herreros Alfasur, 2018

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ectura fácil y amena. El autor usa un narrador y distintas voces con la primera o tercera persona (el poderoso narrador omnisciente), de los distintos registros de género, donde las palabras de mujer son previsibles y tópicas, de diferentes geografías, de la Meseta a Galicia, y situaciones sociales, del velorio a víspera de la boda. Las escenas reflejan un erotismo pequeño burgués, apropiado para señores mayores en la penumbra de la última vela que se apaga irremediablemente. De las mujeres solventes ¿qué decir?, si hoy se replantean los principios de la sexualidad tradicional, el sexo como ejercicio de poder en el patriarcado, etc. Las ilustraciones de Kiko Feria, con trazos pícaros y precisos, completan y agrandan el texto, lo hacen más excitante. Fernando Ferro

De lo visible e invisible

Fernando García Calderón Algaida, 2018

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ernando García Calderón no da sorpresas, y es bueno, porque la línea narrativa del autor de Ediciones Algaida es tan regular como su rigor a la hora de aplicar el estilo y de construir el relato producto de sus investigaciones. Rigor y delicia narrativa se aúnan ahora para contarnos cómo en el siglo XVIII, con los inicios de la dinastía borbónica, se amasa un modo de vida reflejado en méritos y miserias de las personas que, sin atender al condicionamiento temporal, se suspende en el aire de la decadencia que existió antes y existiría después. García Calderón, una vez más es garantía de gran acierto.


LIBROS

La leyenda de Géminis

Antonio Hernández

Todos los sueños del mundo Javier Reverte

Alfaguara, 1999

Carpe Noctem, 2018

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e reedita esta novela que ya tuvo su época editada por Espasa Calpe. Una novela en la que Antonio Hernández, como es habitual en su narrativa, crea mundos secundarios sin apartarse del primero, el que vive y experimenta como nos pasa a todos. Con su habitual habilidad satírica, nos presenta un ejemplo de aquellos personajes que, en el fragor de la transición española a la democracia, jugaron sus bazas y cambiaron sus chaquetas para situarse en las primeras filas del besamanos político de la época y obtener sus propios beneficios. Una obra de arte más del escritor andaluz.

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escatar un libro después de años ofrece un placer especial no solo en el proceso general de lectura, sino en el reencuentro con espacios e intrahistorias que nos han atrapado de algún modo. Es el caso de Todos los sueños del mundo, donde el periodista y gran novelista Javier Reverte abarca, con gran precisión, el amplio mundo de un ser de tantos entre esos tantos. Y nos presenta un espejo en el que es fácil identificarse. Todos los sueños del mundo es de los libros atemporales que gusta rescatar y, cómo no, comenzar a leer si no se ha hecho.

Perfiles sin tiempo

Ida Vitale, Premio Cervantes Rita Bailón

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da Vitale nace en Montevideo (Uruguay) el 2-XI-1923. Poeta, traductora, ensayista, profesora y crítica literaria. A sus recién estrenados 95 años ha recibido el premio Cervantes. Quinta mujer que recibe el máximo galardón de las letras hispanas, tras las españolas María Zambrano (1988) y Ana María Matute (2010), la cubana Dulce María Loynaz (1992) y la mexicana Elena Paniatowska (2013). La poesía de Vitale está caracterizada por su afán de síntesis, precisión, esencialidad y el poder sugeridor de sus palabras, junto a su lucidez crítica hacen de ella una extraordinaria poeta. En Vitale se da también el «compromiso» que acrecentó literariamente su exilio en México entre 1974 y 1985, donde Octavio Paz ofició como padrino para incorporarla a la vida cultural de aquel país. Vitale fue alumna de José Bergamín y conoció a Juan Ramón Jiménez, que la incluyo en una presentación de poetas jóvenes. Es la última sobreviviente de la llamada generación del 45, que integran inte-

lectuales como Idea Vilariño, Amanda Berenguer, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, entre otros. Compaginó la enseñanza con los trabajos de traducción y la colaboración de revistas culturales. De la poesía dijo, «La poesía es la intimidad que coincide con la intimidad de otros». MAX ESTRELLA 21


ENTREVISTA

José Bárcena: tiempo y literatura José (Pepe) Bárcena llegó en 1974 al Café Gijón con una juventud exultante y con un gran afán de aprendizaje. Ha recibido y ha dado al Café Gijón su vida, que no se entendería sin el mundo que en ese ambiente Bárcena ha contribuido a crear. Max Estrella: ¿ Qué ha supuesto en tu vida el Café Gijón? José Bárcena: Tras 44 años, en el Café, el Gijón se ha adueñado de mi vida, soy mobiliario humano del lugar, mi vida está impregnada del Café Gijón. ME: ¿De los escritores, escritoras y artistas cuales te han dejado huella y por qué? JB: Los que han logrado emocionarme, sorprenderme, los que me han despertado buenos sentimientos, sentirme digno y agradecido de ser humano: Cervantes por su ingenio, por su tiento literario universal. Jesús Quintero por la calidad de sus programas de radio y televisión, siempre poesía. Francisco Umbral por ser el mayor jardinero del lenguaje del siglo XX. Tchaikovsky por hacerme cosquillas en el alma. Gabriela Mistral que sirvió a la literatura, y su palabra me ha servido para comprender el placer que produce servir. Goya, enternecedor romántico, estremecedor crítico y estruendoso en sus pinturas negras. La Biblia que me ha moldeado mi vida. ME: ¿Qué diferencias ves entre aquellos tiempos tuyos en el Gijón y los actuales? JB: Conocí el Café Gijón de la historia y la leyenda, entonces era como el Museo de Cera, pero con personajes de carne y hueso. Cualquier momento era mágico, albergaba a la intelectualidad, creatividad, el artisterío, la bohemia. Se oficiaba la liturgia de la palabra solemne, de la comunicación, de la amistad. Había todo un catálogo de tertulias prestigiosas. Hoy la incisión Internet ha apuntillado la tradición de las tertulias, los jóvenes no han querido coger el testigo de esa arraigada tradición. El

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Gijón actual es un lugar de peregrinaje para cualquiera que se interesa por la historia del Madrid cultural. ME: Tú escribes y has publicado ¿A quién le debes tu afición además de a ti mismo? JB: Quien lee no entiendo que no acabe escribiendo. Leer me ha llevado a escribir desde cuentos de mi niñez, a los primeros novelistas que leí: Agatha Christie, Zola, Hermann Hesse, Oscar Wide. Poetas: Bécquer, Rafael de León, Machado y tantos. ME: ¿Quiénes son tus referencias como lector y como escritor? JB: Me entusiasma el aforismo, la filosofía, la poesía, el ensayo, y adoro leer una buena novela. Admiro el ingenio de Manuel Vicent, Carlos Edmundo de Ory y siempre Ramón Gómez de la Serna. Me seduce la belleza y los estilistas: Virgilio, Valle Inclán, Julio llamazares, Borges, Teresa de Jesús, siempre Umbral. Los sagaces imaginativos de la literatura enamorados de la vida y la aventura: Quevedo, Raúl del Pozo, Arturo Pérez Reverte, Víctor Hugo. Los comprometidos: Ernesto Sábato. Bertol Brecht, Carlos Álvarez, Miguel Hernández, etc. ME: ¿Qué género te atrae más, en cuál te sientes más cómodo y por qué razones? JB: El aforismo es síntesis, puedes movilizar sentimientos, sorprender a incrédulos, enternecer corazones, enamorar a los lectores. Si tú lo escribes, satisfacción total. ME: ¿Que te aporta el trato diario con personas, razas y nacionalidades diversas? JB: Sobre todo conocimiento, enriquece, te hace mirar con nuevas perspectivas, y sobre todo, o afianza tus convicciones y valores, o te hace dudar. En una ciudad hay mundos diferentes. Baste el aforismo; «todos los hombres el hombre».


Novedades de Reino de Cordelia

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EINO DE CORDELIA no deja de acercarnos a ocultos tesoros literarios; bien ediciones o reediciones, siempre apuesta por los contrastes de calidad: clásicos, recién nacidos u olvidados, cada libro tiene una o varias intencionalidades, siendo la primera la conexión garante con las personas lectoras, tanto para reforzar la memoria literaria e histórica como para ilustrar.

Carlos Gonçalves expone en Madrid

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on siempre esperadas las muestras del artista luso-hispano. En esta ocasión ha sido la Escuela de Cerámica de Moncloa (Ayuntamiento de Madrid), la que ha expuesto en su coqueta sala de exposiciones la colección de acuarelas y otras obras bajo el título de Tarde de perros, un singular homenaje al antiguo perro del pintor: Viriato. La ductilidad de las imágenes revelan un dominio especial de la técnica, que hacen de Gonçalves un perfecto observador y riguroso plasmador de ideas. Dominador del espacio y el color, añade aquí una emotividad especial en el tema elegido. Tras esta exposición llega la de Erik Kirksaether, Sombras al cubo, una original e interesante propuesta que podrá verse hasta el 15 de enero en este mismo espacio.

Microrrelatos «El Bierzo de Barbieri» Una historia en el restaurante Ana Isabel Cámara García

C

omo cada viernes Dina cambia su uniforme de enfermera por el vestido azul con escote de encaje y espalda descubierta. Se pinta los labios de rojo chanel y acude a su cita en el restaurante. Él la llena de halagos. Ella se sonroja, se emociona y recupera en minutos lo que ha desgastado esta semana en el turno de noche del hospital. Dina, como cada viernes, pagará la factura del restaurante con un suplemento, «holograma varón caucásico, 45 minutos, 30 euros».


Agridulce

E

l estallido de las burbujas de refresco en los labios hacía que le ardiesen de forma deleitosa. Descubrir que esa sensación incontrolable le devolvía su recuerdo enturbió el momento. No quería que volviesen sus sombras, pero reaparecían punzantes como destellos de un flash activado a destiempo. La lejanía de aquellos momentos compartidos dificultaba un análisis aséptico y objetivo transformándolos en un calidoscopio de encuentros memorables. ¿Sería la última romántica? Era un pensamiento angustioso. En su isla del azúcar y los sentimientos exaltados no había lugar para otro Robinson. Si no huía rápidamente de allí, recibiría su merecido. Esperaba no ver ecos de su mirada en otros ojos verdes, ni escombros de su risa en otros chistes fáciles sobre el cubo de Rubik y demás juegos de ingenio. A estas alturas la Coca-cola ya no sabía tan dulce. Podía saborear su pulsión metálica, el óxido que dejaba en el paladar el último trago. –¿Te pido otra a ti también?–susurró un eco lejano desde el otro lado de la mesa. Su cabeza negó de forma instintiva. –Mejor un vermú de grifo. El vermú era terreno neutral y una muestra de respeto hacia su acompañante. No quería buscar en él una complicidad perdida y anhelada, pero la carencia de curiosidad que aumentaba a medida que pasaban los minutos, soltaba todas las riendas de su imaginación salvaje. No era él, lo tenía claro desde el principio, aunque tampoco fuese el otro. Texto: Sara del Río Arroyo Ilustración: Raquel F. Sáez


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