Línea Sur 6

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La manipulación de la seguridad internacional y los derechos humanos como instrumentos geopolíticos: el doble discurso en los casos de Egipto y Siria Shyryn Barham y Mireya Murgueytio

Una de las cuestiones más difíciles a la hora de revisar el surgimiento de, aquello que la Comunidad Internacional denominó como, la primavera árabe1 es dar cuenta de las condiciones históricas que abrieron paso a los diferentes tipos de movilización social en varios países de Medio Oriente y el norte de África. Una versión dominante sobre el surgimiento de la protesta social –relacionada con la espontaneidad de un hecho que se constituye hoy como su símbolo y génesis– se ha posicionado en la opinión pública. En efecto, la mayoría de medios sitúan el inicio del ‘fenómeno’ en Túnez, y lo califican como ‘cargado de inspiración’ para quienes se movilizaron: la muerte de Mohammed Bouazizi se convirtió en “la llama que incendió Túnez” (Muñoz, 2011). La autoinmolación del joven de 26 años, frente a la oficina municipal de la ciudad de Sidi Bouzis, fue su forma de mostrar la desesperación sentida ante la crisis financiera y la indiferencia del Gobierno de Zine el Abidine Ben Alí (Al Jazeera, 2011). Este vendedor de frutas y vegetales, como otros tantos árabes en la región, fue, sin duda, una más de las víctimas de la frustración. Pero, el trasfondo histórico supera el incidente que, a juzgar por muchos, convirtió a Bouazizi “en un héroe nacional” (Muñoz, 2011). Como indican McAdam, McCarthy y Zald, para que inicie un proceso revolucionario de protesta social “resulta imprescindible que las personas, como mínimo, se sientan agraviadas por una situación determinada y crean que la acción colectiva puede contribuir a su solución” (1999: 26). Sin embargo, tener en cuenta de una manera tan ‘consistente’ el hecho acontecido en Túnez, como el punto de partida de la primavera árabe, es adoptar una postura cómoda, ‘pertinente’ y convenientemente manejable para los grandes actores políticos. Es un enfoque que podría pensarse como una posible estrategia para desviar la atención de las condiciones históricas del actual orden establecido, de las relaciones entre potencias y países que atraviesan una crisis y de los evidentes intereses de por medio en regiones vitalmente importantes. Sí, efectivamente se creó una masa crítica que invitó a la gente a movilizarse, pero debido al tiempo y constancia de la crisis, y los resultados nefastos de las Línea Sur 6 • 2013 • pp. 139–154

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