esto es, la tercera (sol) y la quinta (si bemol) de Mi Bemol Mayor, la segunda desciende una octava a partir de la tónica de la tonalidad (Mi bemol) y melódicamente está formada en su mayoría por intervalos conjuntos. Las semifrases tienen dos compases cada una y siempre van acompañadas de un bajo obstinado que ejecuta siempre la tónica de la tonalidad (Mi bemol) en los bajos y en las trompas y fagotes. A continuación, Ecclittico repite la melodía interpretada por la orquesta «O luna lucente di Febo sorella. Che candida e bella risplendi lassú» (o brillante luna de la hermana Febo. Que cándida y bella resplandece allá arriba). La melodía es de gran sencillez y no presenta ninguna dificultad técnica para el tenor. El único obstáculo es el salto de octava entre el Mi b 3 y el Mi b 4 (compás 15) que previamente ha sido preparado con los intervalos de tercera (compás 11) y quinta (compás 13). El segundo periodo sigue la misma estructura que el primero, 10 compases con 8 compases cantados por el tenor y fundamentados con los motivos de cuarta descendente (mi bemol–si bemol) y tercera ascendente (sol–si bemol). Este segundo periodo difiere del anterior por estar construido mediante la sucesión de dos en dos compases y tener una tendencia descendente, rompiendo así la linea melódica del primero que era claramente ascendente: «Deh fa che i nostri occhi si´accosta noa tuoi scopriti a noi che cosa sei tu» (Oh, por favor deja que nuestros ojos vengan a ti y averigua por nosotros lo que tú eres). En el compás 28 aparece un material nuevo en la Dominante que busca el contraste a través de la tensión después de los dos primeros periodos bucólicos. Esta sección, en la que se genera un diálogo entre la orquesta y Ecclittico, es la más variada dinámicamente produciéndose diferencias de matiz entre forte y piano dentro de un mismo compás (compases 31, 33 y 35), justo en el momento que hacen su aparición los grupos irregulares de tresillos generando una mayor inestabilidad y tensión. Los seis últimos compases, de clara función cadencial, sirven como conclusión del aria. Haydn compuso una deliciosa obra sirviéndose del lenguaje galante propio del momento. La partitura de la ópera es rica en soluciones harmónicas en las que, en ocasiones, además de las gravitaciones tonales a la dominante y a la subdominante, destacan complejas modulaciones a tonos lejanos. Es de destacar la utilización de distintas tonalidades para cada escena. Así, por ejemplo, Mi bemol mayor hace referencia a la luna, mientras que las tonalidades de Do y Re aluden
Goldoni y la sosegada reforma teatral del S. XVIII: Il Mondo della Luna [ 155 ]