Cba29

Page 159

identitaria a la que alude Twigg, lo que no significa que Riis estuviese exento de ellos, sino que, en el caso específico de los indios, no se da esta circunstancia. Según el discurso antropológico de la época, Riis hablaba de las etnias como tipologías con inherentes defectos y virtudes, pero no había en ello marca xenófoba alguna. Su propósito era más bien el contrario: crear una empatía que contribuyera a la aceptación y asimilación de los inmigrantes, tratando precisamente de combatir los prejuicios de su clase, como la tendencia general de pensar que los pobres eran per se vagos, sucios y viciosos: “En mi opinión —diría Riis—, más estrecha es la relación entre los salarios de las casas de vecindad y los vicios y la imprevisión de aquellos que las habitan: con la culpa de la casa de vecindad sobre nuestras cabezas, tenemos que reconocerlo mal que nos pese. Un té aguado con un mendrugo de pan seco no constituye una dieta capaz de alimentar la fuerza moral”137. Riis lograba suscitar la empatía partiendo de la generalidad y la abstracción de cada nacionalidad para llegar al sujeto, al individuo, que humanizaba al retratarlo fotográfica y textualmente, asignándole nombre y apellidos. De este modo hacía partícipe y corresponsable de su pobreza al espectador pasivo. Los prejuicios de Riis, por tanto, no eran lo suficientemente fuertes como para contaminar el mensaje general de su obra, a saber, el derecho de todos los inmigrantes por igual a disfrutar de una vivienda y trabajo dignos. Por otra parte, al margen de sus creencias, el no discutir los prejuicios (o el participar de ellos, en ciertos casos, para suscitar la risa de todo un auditorio, o la repulsa del público hacia algunas costumbres comunitarias que suponían travas a la americanización) garantizaba la comunicación con sus lectores: que se mostrasen receptivos (y no reticentes) a escuchar su mensaje. Aún así, según hemos visto a lo largo del ensayo, la defensa que Riis lleva a cabo de las minorías a propósito de los negros, y la valoración que realiza en Cómo vive la otra mitad de la mujer trabajadora (a la que dedica el capítulo décimo), soportaría una lectura actual con la perspectiva de los estudios de género: “Poco a poco, a medida que la sociedad va entendiendo que el trabajo femenino debe formar parte integral de sus planteamientos, se augura un futuro mejor. La organización de clubes de chicas trabajadoras, sindicatos y sociedades con una comunidad de intereses, pese a los obstáculos que encuentra tal movimiento, da testimonio de ello, como la 137

Véase Jacob A. Riis (2004). Cómo vive la otra mitad, op. cit., p. 211.

Las dos mitades de Jacob Riis

[ 421 ]


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.
Cba29 by Cuadernos Artesanos - Issuu