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una fuerte competencia entre los sectores de interés social, que incluyen no solo la cultura sino también la investigación, la educación, la sanidad, el deporte y el desarrollo social. De este modo, la andadura de la nueva ley de mecenazgo propuesta por el Partido Popular ha sido seguida de forma cronológica por los periódicos, a modo de relato de un suceso protagonizado por J.M. Lasalle con el Ministro Montoro como oponente y una serie de actores interesados como potenciales beneficiarios. La cobertura ha consistido principalmente en a) noticias, que han dado cuenta de los anuncios, avances y retrocesos políticos de la ley, b) artículos que se hacían eco de las posiciones de los actores interesados y c) textos de análisis sobre la necesidad del mecenazgo y sobre la conveniencia de seguir o no ciertos modelos extranjeros. Tras la lectura de este recorrido políticoevenemencial, se puede llegar a varias conclusiones. En primer lugar, y ante todo, los medios, independientemente de su signo político, han incidido en el incumplimiento de la promesa electoral y en el fracaso político, y en buena medida personal, de la propuesta de Lasalle. En segundo lugar, llama la atención que apenas ha habido voces discordantes con respecto a la propuesta y que los pocos artículos críticos no procedan de la línea editorial del medio sino que se hayan hecho eco de las visiones de actores interesados. Así, solo hemos encontrado un artículo contrario al mecenazgo, en el que se da cuenta de la opinión de Antón Reixa, entonces presidente de la SGAE98, y un artículo escéptico con respecto a la condición de mecenas en el contexto actual firmado por el director de la Fundación Juan March (Gomá Lanzón 2014). De este modo, ninguno de los periódicos se ha detenido realmente en el análisis del concepto de mecenazgo ni el modelo de cultura que implica. Independientemente de su línea editorial, al no debatirlas, los textos dan por buenas las premisas de la propuesta de ley, refrendando pues la convicción de que la responsabilidad de financiar y apoyar la cultura y las actividades con fines sociales no corresponde solo al Estado sino también a las empresas y a los particulares. Tampoco se analizan ni sus beneficios ni sus inconvenientes (no se aportan cifras más allá de porcentajes de desgravación prevista) ni las implicaciones prácticas –e ideológicas– 98

Noticia de Elpais.es: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/29/actualidad/1338301916_301212.html 197


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