Dime con quéen andas...

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Regreso a clases

El grupo de amistades de los adolescentes en el colegio adquiere una importancia enorme y pasa a ser su todo. Los amigos influyen en su forma de vestir, actitudes sociales, comportamiento sexual y consumo o rechazo de drogas. Son ellos ahora quienes ocupan el lugar de referentes que antes ocupaban sus padres.

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Texto: Psicóloga clínica Annabelle Arcos Saavedra, especializada en Logoterapia y Análisis Existencial. Foto: Canstock.

a amistad es una relación afectuosa entre dos o más personas. Es una de las relaciones interpersonales más comunes en el transcurso de nuestra vida y podemos decir que es una alianza con otro individuo donde se busca confianza, soporte, amor y respeto. Los adolescentes se sienten cómodos entre sus pares, pues ellos atraviesan los mismos cambios físicos y psicológicos. Es de mucha ayuda tener amigos que estén viviendo las mismas experiencias y que puedan disminuir las ansiedades de los momentos difíciles.

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54 Valles

Cuando un adolescente se cuestiona ideas y normas de los adultos, recurre a sus amigos para pedirles consejos y cuando se plantean ideas o valores nuevos, pueden hablarlos directamente sin temor a ser ridiculizados por los adultos. Para los adolescentes, su grupo de amigos significa también diversión y expresión de sus emociones. La amistad es más intensa en la adolescencia que en cualquier otra época de la vida; se prestan más apoyo y contención que en etapas anteriores y también se exige una mayor lealtad. Los chicos en esta etapa tienden a escoger amigos

Psicóloga clínica Annabelle Arcos Saavedra. Telf.: 0980772272. Mail: psicoannaec@gmail.com. IG: @psicoanna_ec. TW: @annieas10.

Dime con quién andas...

con rasgos muy similares a los suyos, de manera que la influencia que ejerce el uno con el otro los hace más parecidos. Debemos tener siempre muy presente que el adolescente lucha incesantemente por diferenciarse de sus padres, por tener su propia identidad. En esta etapa el sujeto en formación pasa por un proceso similar al del duelo; es más, se debe realizar un doble duelo: el del niño que ya no es y el de sus padres, a quienes ya no ve como figuras de referencia o de autoridad y tampoco como superhéroes infalibles. Es en esta etapa cuando todos los chicos, o casi todos, miran a sus padres con esa expresión característica de: “Me apesta todo lo que dices”, “No sabes nada”, “¡Qué asco!”. Son muecas constantes de desaprobación, como queriendo decir “este viejo o vieja no sabe nada de la vida”. Los padres que atraviesan esta etapa sabrán bien a lo que me refiero; es cuando el adolescente pone los ojos para arriba, como señal de “me tiene harta o harto”. Por esto, uno de los principales consejos que doy es que los padres no olviden cuando tuvieron esa edad. La vaca no puede olvidar cuando fue ternero y asumir solo una postura dictatorial sin plantear consensos o diálogos. Los padres no deben caer jamás en la provocación de decir “No, y punto”. Se debe siempre procurar establecer un diálogo abierto, dejando en claro quién es la autoridad, pero sin imponer esa autoridad por la fuerza, sin argumentos o con ideas cerradas. Nada de autoritarismo ni arbitrariedades. La mejor vía o manera de llegar a un entendimiento con el adolescente es comprender todo lo que pasa en su mundo interno, todo lo que adolece (de ahí proviene la palabra adolescente, es el sujeto que “adolece”, que padece toda esta transformación en su ser), discernir que se trata de un proceso doloroso que implica cuestionamientos, descubrimientos, rebeldía, una serie de sentimientos encontrados que hay que canalizar positivamente. Pero tampoco hay que caer en el juego común y rutinario de los padres idealizadores de sus hijos, es decir, aquellos padres que piensan o dicen: “Mi hijo nunca haría eso, él o ella es incapaz”. Mucho ojo En ese proceso de desprendimiento que debe realizar el adolescente, sus pares, es decir, su grupo, adquiere una importancia/valor enormes, se convierte en su referente máximo y pasa a ser su todo. Los amigos influyen en su forma de vestir, actitudes sociales, comportamiento sexual y consumo o rechazo de drogas. Son ellos ahora quienes ocupan el lugar de superhéroes o referentes que antes ocupaban sus padres. Identificarse con los amigos es bueno para la construcción de la identidad; no obstante, una identificación excesiva con los amigos, es decir, comportándose como ellos o imitándolos en forma constante, dificulta

el desarrollo de la identidad propia. Los amigos de los adolescentes se llegan a convertir en uno de los temas más frecuentes de discusión entre estos y sus padres. Y es que no todos los amigos de nuestros hijos en esta etapa son inofensivos. Tampoco todos son peligrosos. Es un tema que requiere un cuidado extremo, pues podemos hacer juicios erróneos: el hecho de que el amigo o amiga tenga pelo largo, use aretes o se vista con un estilo goth no lo convierte automáticamente en un individuo peligroso. Además, la intervención poco hábil y mal manejada por parte de los padres puede complicar las cosas, en lugar de arreglarlas. No ataques, ni critiques frontalmente a sus amistades, ya que el adolescente no dudará siquiera en defenderlos a capa y espada, y se alejará. Es mejor cuestionar actitudes concretas, inducirlo a reflexionar y no olvidar que es mejor la persuasión que la prohibición. Muchas veces, las relaciones de amistad en esta etapa se deben a una falta de confianza en sí mismo. En dicho caso debemos desistir en que deje de relacionarse con esa persona, sobre todo si se trata de su mejor amigo, y reforzar su autoestima para que él mismo evite ser fácilmente manipulable. Tener una buena comunicación evita todo tipo de problemas, parece un cliché, pero es la base de toda relación. Es importante dialogar con ellos sobre los riesgos que conlleva mantener amistades peligrosas, evitando los gritos y sermones. Fomentar la comunicación o diálogo abierto siempre será la solución. Se puede expresar claramente que no le gustan o agradan sus amigos y que está preocupado, pero asimismo, aseverar que confía en su criterio para manejar la situación. Y en esos momentos de diálogo, explicarles y darles herramientas para que ellos sepan cómo detectar una amistad no adecuada. V

Amistad no propicia:

• Hace sentir incómodo al adolescente en ciertos momentos u ocasiones. • No le hace sentirse en confianza de expresar libremente sus opiniones. • No lo alienta. • Se alegra con sus fracasos. • No le pregunta “¿cómo estás?”. • No guarda sus secretos. • Lo juzga y lo hace sentir mal con sus comentarios.

Amistad adecuada:

• Apoya al adolescente siempre, en los buenos y malos momentos. • Se siente libre de expresar sus opiniones y sentimientos. • Lo acepta como es. • No lo juzga. • No solo habla de sus problemas, también lo escucha y pregunta por su situación. Valles 55


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