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Madres viajeras Por (by) Sole Aguado
desde la panza Cuando estaba embarazada de mi primera hija, la pregunta obligada era: “¿vas a seguir viajando así?”. “Así” significaba con la panza a cuestas y connotaba una serie de mitos y preocupaciones encubiertas que iban desde pescar un resfrío en Ushuaia hasta que la bebé recibiera millas de por vida por nacer a bordo de un avión. Nada de eso pasó y aunque mi obstetra me tildó de rebelde en más de una ocasión enterándose por las redes sociales de mi paradero rodante, decidí hacer caso en todo momento a sus precauciones pero, a la vez, seguir disfrutando de mi trabajo y de mis descansos en viaje. Julieta y Olivia aprendieron a viajar desde la panza y sí, cuando yo miraba un atardecer en la montaña, subía a un faro en Península Valdés, o caminaba sobre la arena de un río, sabía que ellas también estaban emocionándose conmigo. Estar embarazada es un estado maravilloso para aprovechar el aire puro y la sensibilidad ante el paisaje. Sólo se debe contar con la autorización del médico, que sin duda será un apoyo
ante cualquier duda que surja en el periplo, y ser respetuosa de las convenciones como la que indica no viajar en avión o en barco después de la semana 28 de gestación (teniendo en cuenta que un bebé puede nacer desde esa semana y requerir atención de complejidad por su prematurez). De hecho, una legislación internacional lo exige. A veces, también se requiere un certificado médico antes de embarcar. Otras necesidades previas a la decisión de viaje, según explica el doctor Luis Balaguer, médico obstetra del Sanatorio de la Trinidad, son las vacunas específicas que algún destino internacional exija, y la cobertura médica global durante el trip. "Si se va a lugares con mucho sol o de playa, las embarazadas deben recordar que su piel es más sensible ahora por la acción de las hormonas y por lo tanto, deben usar protectores solares con alta graduación", comenta Balaguer. "La alimentación es otro tema por cuidar: no hay que descontrolar, en la medida de lo po-
sible, lo que se come habitualmente; beber solo agua mineral o bebidas envasadas, y observar la cadena de frío y la conservación de los alimentos. Esto es porque la embarazada está en una instancia más propensa a las gastroenteritis, la acidez y otras molestias alimentarias. Si se cuida, disfrutará más de su viaje". Tanto en auto como en avión, ir recostada es ideal, así como hacer paradas en la ruta cada dos horas para hidratarse, ir al baño y estirar las piernas, evitando calambres y contracciones, según aconseja el doctor Hérnan Jensen, obstetra del Centro Médico CTN. El especialista también recomienda llevar un botiquín que, como mínimo, incluya Buscapina simple y progesterona micronizada en caso de contracciones. El cinturón de seguridad debe cruzar entre los senos y por debajo de la panza. No hay chances de viajar sin cinturón: esa es otra enseñanza de viaje que nuestro hijos aprenden desde antes de nacer.S
SOLE AGUADO. Cordobesa de nacimiento, porteña por casamiento, habitante del verde de Maschwitz por elección. Periodista y editora, orgullosa mamá de Julieta (de 6 años) y de Olivia (de 2 años) asegura que viajar con los hijos es aprender a mirar los destinos a través de otros ojos.