Revista Guidxizá 17

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$20.00

ARTÍCULOS

JULIO 2012

BAÚL DE LETRAS

No. 17

CANCIONERO

AÑO VIII

GRÁFICOS

NACIÓN ZAPOTECA



Editorial

Gubidxa Guerrero DIRECTOR

Luis Manuel Amador SUBDIRECTOR

Néstor Matus López EDITOR

Arianna S. Martínez Cruz ARTE Y DISEÑO

Consejo Editorial Beatriz Cruz López Alfonso Carballo Víctor Cata Soid Pastrana / Ilustración de portada Guidxizá es una revista cultural, sin fines de lucro, editada por el Comité Autonomista Zapoteca “Che Gorio Melendre”. Se distribuye en las diferentes poblaciones de la Patria Zapoteca y en las ciudades de México y Oaxaca. Impresa en Palma Norte 518, Desp. 204, Deleg. Cuauhtémoc, Distrito Federal, ‘Publimpresos Corporativos’. Arianna Selene Martínez Cruz / Diseño Tiraje: 1000 ejemplates numerados. Comentarios y colaboraciones: comitemelendre@hotmail.com Tel. (044) 971 72 8 71 73 www.comitemelendre.org www.facebook.com/comitemelendre Consejo Directivo del Comité Melendre Gubidxa Guerrero Luis / Juchitán Elvis Valdivieso López / Juchitán Natalia Z. Cruz Guzmán / Ixtaltepec Responsables Comunicación: Arianna S. Martínez Cruz / Tehuantepec Finanzas: Rafael Pacheco Jiménez / San Blas Atempa Logística: Juquila A. Ramos Muñoz / Juchitán Seguridad: Cristian Tónchez Orozco / Mixtequilla Registro Fotográfico: Victoria Guzmán Cabrera / Ixtaltepec TvMelendre: Ana Laura Palacios Cepeda / Juchitán Biblioteca Digital de Historia Zapoteca: Beatriz Cruz López / Díaz Ordaz Colectivo Salomón Cruz López / Juchitán Manuel López Esteva / Juchitán Vicente Pineda Vicente / Juchitán Bianni C. Matus Gómez / Juchitán Geovanny Alonso Palomec / Ixtepec Néstor Matus López / Juchitán Beatriz Morales Ruiz / Juchitán Red de Voluntarios en Apoyo al Comité Melendre Tlalok Guerrero Luis Andrea Antonio Montaño Guiee Niza López Castillo Alexis de la Cruz Tónchez Aurelia Guerra Martínez Maritza Elena Enríquez Licón Helen Toledo Castillejos Liliana Fuentes Cervantes María Martínez Jaimes Juan Carlos Gómez Rementería Maura Matus Ortega Marco Antonio Guerra López José Marconi Ruiz Gallegos Carlos Carballido Hernández Anabil Zárate Martínez Karla Guzmán Martínez Andrés A. Sánchez Cruz

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Guidxizá: Voces de las Nubes

ARTÍCULO / Tonatiuh Castro Silva

El Traje de Tehuana: Su transformación y representación en el arte. Gilda Becerra de la Cruz

Algunas palabras sobre ‘La Micaela’ y ‘La Martiniana’ Gubidxa Guerrero

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Bidaani quichi

BAÚL DE LETRAS / Iván Alberto Rivas Peralta

Nos nublamos Sonia Prudente López Entre mariposas y miserias Guillermo Coutiño Aquino Ca guendarabaxhii qui ñanda niguiidxe´ Nelson Guerra Vine a buscarte a bordo de una escoba en llamas Hugo Guerrero Fuentes Ni ná zuuti laa Víctor Terán Lenta agonía Omar Francisco Avelino La memoria Judith Santopietro Mimich Gregorio Guerrero Angustia Azul Ana Vianet Lagunes Rosado Ícaro Iván Tónchez Perea El dispositivo Román Roberto Vásquez Rendón Los no gritos Jorge Chevalier Viento de ti Óscar Zárate Ti ganda ganaxhiee lii Ángeles L. Alonso Ca binnizá Enedino Jiménez

Tu nuzaabi´zaguixe CANCIONERO / Eustaquio Jiménez Girón, Taquiu nigui GRÁFICOS / José Luis Guzmán, Gilberto Buitimea, Manuel Cabrera, Gregorio Guerrero, Miguel Covarrubias, Diego Rivera, Lázaro Ramírez, Azteca de Gyvés, Francisco Toledo, Arianna Martínez, Ricardo de la Cruz, Miguel Ángel Charis, Indefonso López, Santiago Sarmiento, Pablo Pérez Martínez y Ángel Arrazola


Ilustración de Gregorio Guerrero en base a fotografía de Héctor García


¿

¿Por qué un zapoteca tendría que negar su carga identitaria para ser uno más con los ciudadanos del orbe? Asumirse binnizá no suma ni resta, únicamente define.

editorial

Por qué leer y recomendar Guidxizá?; ¿qué contiene esta publicación que no contengan otras? No sólo fue elaborada en su totalidad por manos binnizá de distintas regiones de la Patria Zapoteca; tampoco es una de las pocas voces de la cultura de nuestros pueblos, y se asume heredera y continuadora de grandes publicaciones como Neza, Neza Cubi o Guchachi’ reza; Guidxizá, la revista, es un esfuerzo persistente ajeno a las instancias gubernamentales; Guidxizá es la materialización de esta voluntad perseverante que tiene nuestra etnia, yendo más allá de donde los límites autoimpuestos lo fijan. Pero Guidxizá nunca ha pretendido expresar el sentir exclusivo de nuestras raíces. Ella se abre al mundo, para retroalimentarse. Por eso tal vez no peque de espíritu provinciano en sus páginas, sino que camine con el propósito de universalidad, sin dejar de ser lo que somos. El francés no necesita negar su identidad para proyectarse al mundo, como tampoco lo requiere el alemán o el ruso. ¿Por qué un zapoteca tendría que negar su carga identitaria para ser uno más con los ciudadanos del orbe? Asumirse binnizá no suma ni resta, únicamente define. La decimoséptima edición de Guidxizá llega con un renovado Equipo Editorial. Cuatro personas se integran al Proyecto: Luis Manuel Amador, poeta, quien además de fungir como Subdirector, apoyará en la selección y revisión de textos literarios; Néstor Matus López, politólogo, que se encargará de todo lo concerniente al proceso de producción, así como de la revisión de textos; Alfonso Carballo, poeta que tendrá la sección literaria de la revista en encomienda; y Víctor Cata, historiador y lingüista, quien se dará a la tarea de seleccionar y revisar los textos en lengua zapoteca, así como de apoyar en la sección ‘Artículo’. Gubidxa Guerrero (Director), Arianna S. Martínez Cruz (Arte y Diseño) y Beatriz Cruz (Consejo Editorial encargada de ‘Artículo’) seguirán desempeñando las funciones habituales dentro de la publicación. Tres Artículos integran este número, que están destinados a la reflexión, análisis y discusión, porque no todo está dicho. El Baúl de Letras contiene trabajos de jóvenes escritores, así como de plumas experimentadas. Los textos en lengua castellana como en idioma zapoteco se van alternando armoniosamente. El Cancionero nos comparte un entrañable tema de Eustaquio Jiménez Girón que, para fortuna de todos, Macario Matus registró sonoramente, junto con las lágrimas del compositor. Los Gráficos que ilustran estas páginas provienen de distintos lugares; ‘Grabadores Mixtecos’, colectivo de artistas de dicho grupo étnico, participa con algunos trabajos; también lo hace un artista de la Tribu Yaqui, así como dos pintores nahuas del Alto Balsas; además de los paisanos zapotecas que habitualmente enriquecen estas páginas. Es preciso mencionar que los textos publicados en el presente número resultaron seleccionados mediante la Convocatoria lanzada por Guidxizá para hacer más participativo el Proyecto. Invitamos a los investigadores, poetas, cuentistas y artistas gráficos a que sigan mandando sus trabajos. Guidxizá está acercándose a la primera veintena; cosa nada sencilla. El Comité Melendre no cejará en su intento de abrir alternativas sanas para el arte y la cultura; para proyectar en la imaginación y en el papel aquél ideal que aspiramos poder implementar en cada rincón de la Nación Zapoteca.


artículos

Guidxizá. Voces de las nubes* por Tonatiuh Castro Silva

[…] La revista Guidxizá recoge diversas voces en la búsqueda de un lenguaje particular. Con ánimo literario, histórico, analítico, e innegablemente político, sus páginas muestran las diversas formas literarias. Cancionero, Baúl de letras, Gráficos, y sección de Artículos son espacios en los que se advierte la auténtica literatura juvenil de los pueblos originarios. Fuera del manto de las instituciones que nuestros vecinos cahitas denominarían “de yoris”, o de los blancos o mestizos o, peor aún, asociaciones literarias “de toro-

coyoris” - es decir, los traidores entregados al mundo occidental -, la revista expone poesía, cuento, crónica y artículo, sin temor a la aventura de la escritura creativa, arriesgándose a la edición bilingüe y desafiando los parámetros estéticos editoriales; el proyecto de Guidxizá se hace evidente y se impone, ante la variedad de fuentes y diversidad en sus viñetas, adquiriendo verdaderamente un estilo propio y atractivo. La publicación de Guidxizá es una labor que rebasa la gestión técnica editorial. Más que una revista, es un medio de persistencia

étnica. Pero, inclusive, refiriéndonos a este concepto antropológico, la utopía binnizá y el afán colectivo superan lo que se identifica con tal concepto, que define más bien una situación contemplativa y hasta cierto punto conformista de quienes integran a las culturas diversas. Ante el torbellino globalizante, el Comité Melendre es una voz disidente, pero creativa y propositiva. Escucharla y tenerla a través de Guidxizá en Sonora es reconfortante. Convidar al unísono a los hermanos zapotecas asentados en este lejano desierto, resulta necesario.

Ante el torbellino globalizante, el Comité Melendre es una voz disidente, pero creativa y propositiva”. * Fragmento del texto preparado para la presentación de la revista Guidxizá, en la Feria del Libro del Centro de Educación Artística (CEDART) “José Eduardo Pierson”, de Hermosillo, Sonora, con motivo del 35o. aniversario de la institución. Noviembre de 2011.

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artículos

Traje de Tehuana: Su transformación y representación en el arte.

LA CONFORMACIÓN DE UNA IMAGEN SOCIAL ENTRE EL MITO Y LA REALIDAD

por Gilda Becerra de la Cruz

A mi abuela Isabel, con todo mi amor y admiración.

L

a vestimenta de la mujer zapoteca del Istmo, mejor conocida hoy en día como ‘traje de tehuana’, se ha constituido como un signo de identidad de la cultura zapoteca, aunque cabe señalar que también lo ha sido de la identidad nacional, principalmente durante el México Posrevolucionario, en el cual se buscaban imágenes que sustentaran y reforzaran el nacionalismo. El traje que continúan portando las mujeres zapotecas con orgullo, ha sido producto de transformaciones a lo largo de la historia, las cuales pueden apreciarse en diversas manifestaciones artísticas, desde la época prehispánica hasta la actualidad. En este breve artículo, pretendo hacer un recorrido por dichas transformaciones, centrándome en las representaciones del traje de tehuana y en la imagen que se ha dado de la mujer zapoteca a través de la pintura, la fotografía y el cine de los Siglos XIX, XX e inicios del XXI, sosteniendo que el arte ha contribuido a la conformación de una imagen social de la tehuana o, mejor dicho, de la mujer zapoteca del Istmo, la cual oscila entre el mito y la realidad. Las primeras representaciones de la indumentaria de las zapotecas durante la época prehispánica, las podemos encontrar en figuras de cerámica y en algunos códices1, en los que observamos como

elementos constitutivos de ésta: el enredo, el quechquémitl2 o bien, el huipil y algunos adornos como orejeras y collares. De esta manera, la vestimenta de este grupo indígena en la época prehispánica era más sencilla que en la actualidad (aunque las mujeres nobles debieron llevar vestimenta más elaborada). Andrés Henestrosa3 menciona que las esculturas más viejas presentan a la figura humana cubierta sólo en la región pudenda con el maxtatl (mastate) en el hombre y la faldilla en la mujer; y que al principio, las istmeñas llevaban el torso desnudo, siendo hasta tiempo después que se utilizó el huipil (bidaani’) y la enagua (bizuudi’). Más adelante, con la conquista española se generaron muchos cambios en la sociedad, la organización política, la economía y en general, en la vida cotidiana de los pueblos indígenas. Uno de los aspectos que también se transformaron fue la forma de vestir. En el Istmo de Tehuantepec, este cambio fue dándose paulatinamente, adquiriendo elementos de culturas extranjeras y fusionándolas con los de origen mesoamericano. Sin embargo, el cambio en la vestimenta, se acentuó cuando se crearon las vías del ferrocarril y hubo más afluencia de mercancía extranjera e intercambios comerciales. Así, la indumentaria se transformó hasta llegar al estado actual,

Si bien no contamos con códices zapotecas de la época prehispánica, en códices procedentes de regiones cercanas como el Fejérváry-Mayer, cuyo lugar de origen es posiblemente una región que comprende el sur de Puebla y el noroeste de Oaxaca; o el Vindobonensis, proveniente de la mixteca, podemos identificar los principales elementos de la indumentaria femenina de esa época. Cfr. Revista Arqueología Mexicana, Núm. 31, Edición 1

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TRAJE DE TEHUANA

conformando el traje de tehuana tal como lo conocemos ahora, con la introducción de elementos europeos y orientales esencialmente. De esta forma, encontramos que el origen del bordado en el traje de tehuana proviene del mantón de Manila (capital de la antigua colonia española de Filipinas), el cual a su vez, tiene su antecedente en China. La técnica de los bordados en seda fue retomada en Andalucía, donde

cultura zapoteca del istmo y reafirmó el orgullo de sus habitantes por pertenecer a ella. Cabe destacar que los zapotecas no adquirieron por imposición esos elementos, sino que los relaboraron para integrarlos a su propia cultura. Esto no sólo sucedió en el caso de la indumentaria, pero con respecto a ésta se puede decir que aquellos elementos que se han adoptado, han contribuido al enri-

estas alegorías se cambiaron por motivos florales, que son los que influyeron directamente la elaboración del traje de tehuana. Además de ello, se introdujeron los holanes provenientes de Holanda (de ahí el nombre), para darle mayor elegancia al traje. En este sentido, se dio un fenómeno de transculturación, el cual consiste en el intercambio entre culturas, que conlleva a la creación de nuevos hechos simbólicos. Por lo tanto, se puede decir que la presencia extranjera enriqueció la

quecimiento del traje típico, el cual se convirtió en la segunda década del S. XX, en un ícono nacional. De hecho, la mayoría de los artistas plásticos de la primera mitad del S. XX, interpretaron en al menos una ocasión a la mujer istmeña. La imagen de exotismo que despertaba la región en extranjeros y nacionales comenzó a crear y difundir la idea de una cultura que existía en un espacio parecido al paraíso por su exuberante vegetación y sus hermosas mujeres; las cuales, además, eran las

líderes y protagonistas de su sociedad, en la que se apreciaba la continuidad de los valores y las raíces indígenas; cuestión que fue de sumo interés para aquellos que perseguían el afán nacionalista de la época, consistente en dignificar a los pueblos autóctonos. En este contexto, la representación de la tehuana respondió a las siguientes razones: la construcción de una imagen nacional, en la cual se exaltó la de ella; la admiración por la cultura zapoteca vista como exótica; pero también, el registro etnográfico y el interés por conocer a la sociedad istmeña más allá de los exotismos. El primero en hacer una representación de la tehuana en el campo del arte fue el italiano Claudio Linatti, en el año de 1828 con una litografía que presenta a la tehuana con el traje que usaba antiguamente, el cual constaba de un enredo y un huipil grande o de cabeza hecho de gasa. Luego, en 1859, Charles Brasseur de Bourbourg en el campo de la literatura, la describe vestida fastuosamente: “un huipil verde agua, falda de colores y resonante holán, collar y aretes de oro y perlas.”4 Posteriormente, Antonio García Cubas (1832-1912), publicó su atlas La República Mexicana en 1878, ilustrado con litografías de tipos populares en el que presenta al vestido tehuano de forma muy similar al plasmado por Linatti. En el campo de la fotografía, abundan las imágenes de istmeñas que fueron tomadas con diferentes propósitos (etnológicos, ar-

especial: Códices prehispánicos y coloniales tempranos, México, Agosto 2009, p. 9. 2El quechquémitl es una prenda que se coloca sobre el torso; está confeccionado con dos rectángulos de tela unidos. 3HENESTROSA, Andrés, “La Tehuana: Oro, Coral y Bambú”. 4BRASSEUR DE BOURBOURG Apud HENESTROSA, A. op. cit., p. 23.

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TRAJE DE TEHUANA

tísticos y de estudio fotográfico), en las que pueden observarse las distintas ópticas de los fotógrafos así como las transformaciones del traje en el tiempo. En este ámbito, encontramos el trabajo de Frederik Starr (1858-1933), director del Departamento de Etnología de Chicago, quien reunió imágenes de individuos y grupos de las diferentes etnias del sur de México; entre ellas, la zapoteca, con la pose fría y supuestamente objetiva que caracterizó a la fotografía etnológica del siglo XIX. Starr publicó en 1899 su obra: Indians of Southern Mexico: an Ethnographic Album. El etnólogo Walter Scott, activo en México de 1904 a 1920, también registró a las tehuanas pero de una forma más cálida y expresiva. Y por su parte, ‘Foto Estudio Jiménez’, de Juchitán, ha dejado uno de los mejores registros de la indumentaria local. Sus trabajos comprenden desde los primeros años de la década de los treinta hasta los

últimos de los cuarenta. Estos trabajos dan cuenta de las transformaciones de la indumentaria istmeña. Ya en el siglo XX, principalmente desde 1920, la tehuana se convirtió en uno de los temas predilectos de pintores y escultores de México y el mundo. En la segunda década de dicho siglo, Saturnino Herrán pintó su cuadro ‘La Tehuana’, en el que aparece vestida de fiesta. También en los años 20, fue Diego Rivera quien la llevó al lienzo y a los muros, tras una visita a Tehuantepec. Rivera utilizó la imagen de la tehuana como un símbolo de lo mexicano. Él viajó al istmo en 1922, por orden de Vasconcelos después de su regreso de Europa y empezó a representarlas. A partir de ahí, más artistas también lo hicieron. Entre ellos, la fotógrafa italiana Tina Modotti, quien trabajó muy de cerca con los muralistas, en especial con Rivera. En la serie de fotografías que realizó Tina Modotti en 1929, al viajar al Istmo, nos presenta escenas cotidianas, en las que muestra a mujeres que se ganan la vida trabajando. En ellas vemos el ambiente pobre que de alguna manera desmiente la exuberancia de la vida en el Istmo representada por la mayoría de los artistas de ese momento. En este sentido, su serie de Tehuanas la ubicamos en el marco de la cotidianidad más allá del interés por su belleza o sensualidad como se hizo en general en

las representaciones de la época en otros campos del arte como la pintura, enfatizando así el papel de la mujer tehuana como trabajadora y líder de la sociedad. En el campo de la fotografía, no podemos dejar de mencionar a la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, quien estuvo durante los años 1979-1989 trabajando en un proyecto que refleja su visión de la cultura zapoteca, específicamente, de sus mujeres. El fruto de dicho trabajo se publicó en el libro titulado: Juchitán de las mujeres. En sus fotografías, Iturbide nos presenta a zapotecas fuertes, líderes, independientes, participando de sus fiestas, sus ritos, sus actividades cotidianas, ya sea en su traje de gala, en su enagua y huipil de uso diario o incluso desnudas; imágenes de cuerpo completo o fragmentos de ella que denotan rasgos, voces, ideas, sentires. No obstante, más allá de proponer una imagen idealizada de ellas, Iturbide nos revela un mundo complejo y de gran riqueza, al que añade un aire de poesía, lo cual sólo puede provenir de una comprensión y complicidad con la cultura de la cual ha sido partícipe. En el ámbito cinematográfico, la tehuana ha sido protagonista de películas como: ¡Qué viva México! (Dir. Sergei Eisenstein, 1932); La zandunga (Dir. Fernando de Fuentes, 1937); Águila o sol (Dir. Arcady Boytler, 1937); Tizoc, Amor indio (Dir. Ismael Rodríguez,

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1957) y el documental Ramo de fuego / Blossom of fire (Dir. Maureen Gosling, 2000). En ¡Qué viva México!, en el episodio titulado “Sandunga”, se recrean los preparativos de una boda en el Istmo de Tehuantepec, proporcionando una imagen de la sociedad zapoteca que tiende a la fantasía, en la que el hombre es un ser totalmente pasivo, viviendo en una especie de paraíso terrenal; mientras que todo lo contrario sucede en el documental Ramo de Fuego, en el que es cuestionada la idea de una sociedad matriarcal; las cosas no se dan por hecho, se entrevista a la gente de la comunidad, se asiste al mercado, a las fiestas, se recurre a mujeres y hombres que de viva voz comparten su forma de vivir en el Istmo de Tehuantepec. Por otra parte, en películas como La zandunga o Tizoc, la intención es distinta, pues no se intenta retratar la vida de los zapotecas del istmo, sino mostrar la belleza del traje de tehuana. Podemos concluir, entonces, que la imagen de la tehuana en el arte oscila entre las que exaltan su figura, mostrándola en todo su esplendor, su exotismo y la riqueza de su traje y su cultura, y aquellas en las que se manifiesta un interés por reflejar otros aspectos de la vida social de la mujer istmeña, como son el trabajo, las actividades cotidianas, pero también su forma de ser y su actitud ante la vida. Por lo tanto, si bien la representación de la tehuana corresponde en general, a la de una mujer valerosa, participativa y líder de su comunidad, ya que desde tiempos remotos hasta la actualidad, la mujer istmeña se ha distinguido por tener una participación fundamental en la vida social y política de su pueblo, también es verdad que esto ha impedido ver otros rasgos importantes de la realidad, como las dificultades que se viven día a día, los conflictos sociales y el rol de los hombres en la sociedad zapoteca del istmo. De esta manera, el arte es una ventana más para ver y admirar a la mujer zapoteca, pero recordemos que para conocerla, hay que mirarla de cerca, participar de su cultura, impregnarse de ella, reconociendo el complejo entramado social en el que vive. Por último, es preciso decir que en la cultura zapoteca del Istmo, el atuendo de la mujer es un elemento fundamental de su identidad, que refleja su poder y estatus social, en la manera en que ella misma lo porta con alegría y dignidad; cuya importancia radica en que ha sobrevivido a pesar de los embates de la globalización, y con él, las tradiciones, el canto de la lengua indígena y la calidez de su memoria.

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TRAJE DE TEHUANA

Miguel Covarrubias

artículos

“... la imagen de la tehuana en el arte oscila entre las que exaltan su figura, mostrándola en todo su esplendor, su exotismo y la riqueza de su traje y su cultura...”


artículos

por Gubidxa Guerrero

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Algunas palabras sobre ‘La Micaela’ y ‘La Martiniana’

l año pasado tuve el honor de presentar la revista Guidxizá (Nación Zapoteca) en la Casa de la Cultura de Tehuantepec, recinto edificado con autorización regia y eclesiástica en el Siglo XVI, pero financiado por el entonces Cacique de Tehuantepec, Don Juan Cortés, Cosijopi II. Menciono el hecho porque en la mesa de los presentadores se encontraba -además de los poetas Alfonso Carballo y Santiago Ruiz Santos- el profesor Mario Mecott Francisco, quien obsequió al Comité Melendre una serie de ejemplares de la revista Guiengola que dirigiera Carlos Iribarren Sierra y un documento musical cuya introducción viene suscrita por este mismo personaje. El texto se llama «‘Micaela’ sí, ‘Martiniana’ no», y tiene como principal propósito denunciar el cambio de nombre de un son que se volvió muy popular en la década de los sesentas. El son referido se llama ‘La Micaela’, de autor anónimo, sobre el que el escritor zapoteca Andrés Henestrosa escribiera unos versos con el título de ‘La Martiniana’. En su momento, la música de ‘La Micaela’ dejó de escucharse,

más no por ello cayó en el olvido, pues viejos artistas recordaban la melodía con la denominación original. Sin embargo, Henestrosa la popularizó con una nueva denominación y con versos de su autoría. ¿Es esto un plagio? Si éste se atribuyó la paternidad de la música, sí lo sería; pero si sólo le compuso letra, aunque a muchos les pese reconocerlo, no sería así. Los sones zapotecas del Istmo vivieron un proceso peculiar, ya que en la mayoría de los casos las letras se escribieron con posterioridad a las melodías. Siempre que el compositor de las letras reconociera que la música no era suya, se estaría actuando debidamente. No obstante, el yerro de Andrés Henestrosa estuvo (concediendo las afirmaciones que dicen esto) en no hacer la aclaración pertinente. Personalmente ignoro si él alguna vez dijo que ‘La Martiniana’ fuera suya en letra y música. En los discos y textos que he podido consultar, aparecen los créditos sólo en la letra, y para la música la frase: ‘son istmeño’. Lo que nos

hace pensar, más que en un plagio, en una confusión. He escuchado a varios amigos criticar el “robo” del son, diciendo que ‘La Martiniana’ no es de Andrés Henestrosa. Cuidado, que no se corregirá una confusión generando otra. Los famosos versos de ‘La Martiniana’ son de la autoría de Ta Andrés, pero están escritos sobre una melodía llamada ‘La Micaela’ que ya existía. ¿Es este un caso extraordinario? No lo es. Muchos compositores se animaron a escribir versos sobre antiguos sones, tal como algunos lo siguen haciendo. El mismo Carlos Iribarren Sierra compuso varias canciones magníficas sobre la música de otros virtuosos, como Margarito M. Guzmán. Hoy en día, Antonio Santos Cisneros ha puesto letra a sones de antaño. Ambos son tehuanos. Alguno tal vez diga que ellos siempre han otorgado el crédito correspondiente al compositor de la música. Pero las confusiones no se generan por dolo o mala fe, sino por ignorancia. Por

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artículos De hecho, para la música de ese son tradicional existen cuatro letras: la referida ‘Fan Bidxaa’, ‘La Ixhuateca’ (de Andrés Henestrosa), ‘La Paisanita’ (de Saúl Martínez), y ‘Guetabiade sidi’, (de Manuel Reyes Cabrera, Ta Rey Baxa). Vemos, pues, que el caso de ‘MicaelaMartiniana’ no es único.

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ALGUNAS PALABRAS SOBRE “LA MICAELA” Y “LA MARTINIANA”

eso es que muchos piensan que ‘El son de los cocos’ es de Antonio Santos en letra y música (no porque Ta Toño se la adjudique, sino porque ignoramos que había una melodía anterior). Otros dirán: “pero a los viejos sones no se les debería cambiar de nombre”. Y concuerdo con esa postura; pero desafortunadamente sucede. Eustaquio Jiménez Girón compuso varias letras para antiguos sones, y siempre respetó el nombre original. Lo hizo, muy probablemente, para evitar confundir a los escuchas. Pero otras personas no lo hicieron así. El mismo Carlos Iribarren Sierra escribió ‘Fan Bidxaa’, sobre una melodía llamada ‘Guetabiade sidi’. De hecho, para la música de ese son tradicional existen cuatro letras: la referida ‘Fan Bidxaa’, ‘La Ixhuateca’ (de Andrés Henestrosa), ‘La Paisanita’ (de Saúl Martínez), y ‘Guetabiade sidi’, (de Manuel Reyes Cabrera, Ta Rey Baxa). Vemos, pues, que el caso de ‘Micaela-Martiniana’ no es único. ¿Otro ejemplo? En el siglo XIX nació un maravilloso son llamado ‘La Juchiteca’, sobre el que Eustaquio Jiménez Girón, varias décadas después, escribió unos versos con igual nombre (comienza: “Juchiteca, luz plenilunar / tú deslumbras con típico traje de seda / y encaje, que en policromía / bordas con tu magistralidad”). No obstante, esa letra no alcanzó tanta popularidad. Pero algunos años después, Jesús Henestrosa, apodado Chu Yodo, escribió unos versos sobre el mismo son, al que denominó ‘Zo’pe huelu’. Esta canción se popularizó tanto, que hoy muchos juchitecos dicen cuando escuchan la tonada: “es el Zo’pe huelu”, lo cual es inexacto, pues la música se llama ‘La Juchiteca’. Pero la

semilla de la confusión está sembrada. Y así podríamos citar más ejemplos, como ‘Laureana’, versos escritos por Maurilio López Guerra, Múo Deeme, sobre la música original llamada ‘La Sanjuanera’, dedicada a las mujeres de San Juan Guichicovi. Además, sobre la misma música, el compositor ixtepecano Luis Martínez Hinojosa escribió ‘La Vela San Juan’, canción dedicada a El Espinal. Reitero: la confusión nace de la ignorancia, y para que no existan dichas confusiones, es deber de los compositores de versos hacer las aclaraciones pertinentes; y es obligación de quienes amamos nuestra música, referir los créditos correspondientes, aunque nos cueste más trabajo. Así, si alguno va a citar los versos de ‘La Martiniana’, tiene que escribir Letra: Andrés Henestrosa. Música: son tradicional istmeño llamado ‘La Micaela’. ¿Y si lo que escucharemos es sólo la música? Referir el título del son. Para el ejemplo antedicho, debemos presentarla como ‘La Micaela’, pues no se cantará (quienes al presentar la pura música refirieran que tocarán ‘La Martiniana’, estarán en una equivocación; tal vez no movida por dolo, pero equivocación al fin). Igualmente para todos los demás sones. La intención del zapoteca universal Carlos Iribarren Sierra, fue aclarar y evitar malos entendidos. Por eso en su dedicatoria escribió: “A la niñez, a la juventud y al Pueblo Istmeño Zapoteca dedicamos esta publicación aclaratoria, que esperamos sirva de ejemplo a los futuros ciudadanos, para que sepan cuidar sus valores materiales y espirituales y situar a los individuos que traten de hollar sus campos”. No podemos más que seguir su ejemplo.


Lázaro Ramírez

Nos nublamos y hasta la suerte de los enfermos es mejor que la de los perdidos. Para humedecernos, cada vez que la respiración nos falte Esa respiración que con la soledad Nos acapara como puta de cantina entonces Todo cae entre nuestras piernas.

Iván Alberto Rivas Peralta

Bidaani quichi

baúl de letras Debajo de tus enaguas, atraviesa un río blanco con dulces flores y holanes de tu tierra zapoteca. En tu montes de mujer se escurren flores y soles que tus manos ofrendaron a tu imagen sementera. En cada vientre y sonrisa que son oro y que son brisa, late la esperanza fértil de un nuevo hijo que espera. Eres madre y eres tierra, resplandor para tus hijos: luz eterna y zapoteca.

Nos nublamos Sonia Prudente López

Es mejor saber sentirnos mutilados, que ese cansancio que nos llega cuando el pecado nos sofoca y vernos con belfos rotos, bitácoras de sombras ronroneantes con mucha canción nocturna que me puertean.

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baúl de letras su convención cada año. Nunca llegaban a un acuerdo y nunca dejaron riquezas. ** ­—Siento que moriré pronto. Y quiero hacerlo cerca de la hielera, caer entre los cartones de cerveza­­—le dije a la tía Socorro, quien entre los borrachos era mejor conocida como S.O.S. ­—¡Estás pendejo!­­—gritó ella. Continuó: ­—Quién sabe en qué mil novecientos vas a morirte ­—dijo S.O.S. sin tener conocimiento del nuevo milenio. Sin saber que el día uno del año dos mil, muchos tontos se quitaron la vida. Que en el dos mil doce otros más lo harán. Ojalá suceda. Mientras discutíamos sobre mi muerte, sobre quién se moriría primero, vi venir por detrás de ella una gran mariposa. La dejé pasar a mi lado. ­—¿Recuerdas tu gran hazaña? Cuando lograste matar a más de cincuenta de esas­­— dijo S.O.S. ­—Y lo volvería a hacer. Putas mariposas­­—le contesté. Mis razones eran fáciles de identificar: Una cocina sin comal y sin techo, donde el sol quema la espalda de la abuela. Un anafre con escaso carbón y mucha lumbre. Una casa dejando ver su esqueleto (del techo cuelga un ventilador viejo amenazando con caer). En el cuarto, donde dormíamos los cuatros hermanos y mi madre, sólo hay un to-

cadiscos inservible, una mesa y libros. Demasiada ropa vieja. Una grabadora en la que suena Billie Holiday. Todavía hay ropa sin ropero, también un ropero sin ropa. El baño lo compartimos con arañas, cucarachas, hormigas y putas. Hay un muro hecho de cartones de cerveza, asemejando una obra de arte conceptual. ­—¿Ahora comprendes? Si es necesario matar a esas mariposas, profetas de la miseria, lo haré ­—le dije a S.O.S. Le di un trago a mi cerveza, encendí un cigarro y me recosté sobre las piernas de la anciana sabedora del tiempo a partir del sol. ­—Hijo, la miseria también es profeta de la riqueza del alma. Lo veras cuando mariposas multicolores invadan tu cuarto­­—dijo la abuela. Y juntos, en silencio, miramos aquella chirimoya que diera frutos para nosotros y murciélagos.

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és

­—Mamá, mamá. A mi tío le dan miedo esas mariposas gigantes —grita la niña al ver cómo salgo huyendo del baño. En la infancia maté mariposas gigantes, en el baño y en el cuarto. Nadie se daba cuenta, todos estaban en el comal preparando las tortillas para su venta. Por las noches, el ventilador era mi aliado. Yo espantaba las mariposas y el ventilador se encargaba de mutilarlas. Fue un sábado de canicas. La gran olla de barro, llena de agua, lista para sumergirme en ella. Abrí la puerta oxidada del baño, observé detenidamente el interior. Al mirar el foco, una enorme mariposa negra posaba sobre la única luz que alumbraba los lugares más oscuros. Grité de miedo, le di con la toalla, con la chancla. No me di cuenta de quién abrió la puerta del baño, y me vio parado, en shock. Hubo silencio. La pared del baño, carcomida, con más de cinco pinturas sobrepuestas se hallaba manchada de sangre. En el piso, en el techo, pedazos de mariposa gigante. ­—No seas tonto hijo. Esa mariposa anuncia dinero­­ —dijo mi abuela mientras me jalaba de las orejas. Así pasé gran periodo de mi infancia y adolescencia. Soportando mariposas gigantes en el techo del cuarto, en el baño, en la cocina; en el librero, en los trastes. La casa se había convertido en el lugar donde las mariposas gigantes realizaban

Entre mariposas y miserias GUILLERMO COUTIÑO AQUINO

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Ca guendaranaxhii qui ñanda niguiidxe’

Amores fallidos

NELSON GUERRA Sica rireeguite berendxinga lade guixhi’ rireeguitelu’ ndaani’ xigaique’. Sica gu’xhu’’ lú dé bireeyandelu’ ndaani’ lidxe’. Biniti lua’ lii…

Cual grillo silvestre inquietante revolotean tus recuerdos en mi mente. Como humo en la brasa te escapaste de mi alma. Te extraviaron mis ojos…

-Guse’ xti bieque (gucahuate’)-

-Me volví a dormir (me apendejé) -

Vine a buscarte a bordo de una escoba en llamas

HUGO GUERRERO FUENTES

Abro la puerta con precisión hermética La oquedad del cuarto esconde las mariposas negras que venían tras de mí. Tu cuerpo: una palabra sobria de una sílaba. Me ensalivé las manos y me adherí a ti como una rana venenosa sujeto a tu tórax mientras tus piernas se desaguaban y emanaban un olor a sábila tierna. Las paredes del cuarto cayeron y dejaron ver la madrugada que tejió un camino largo e intermitente para ti. Huiste y nadie te vio salir con el pecado bajo la lengua y escurriendo por tus piernas humedeciendo el camino dejándome olerte hasta la última entraña.

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baúl de letras Ni ná zuuti laa / El que amenazaba con suicidarse Víctor Terán ―Zuute’ naa mbale ―ná tobi―, ma qui zanda cuezaniá’ xheela’. Nitiicasi gabe laa la? nisi ná ma nanna ní, ne pa gune’ xiixa la? laa ná laaca zanda guni ní. Guirá’ ni gabe’ laa, laa riguinñeyú naa. Zuute’ naa mbale, zuute’ naa. ―Co’ mbale, co’. Zanda guidxela ti xiixa ni gúnilu’ ne laabe qui zanda gúnibe. Biaa, chi tidxe’ lii tobi, ne ni chetidxe’ lii ri’ qui ziuu dxi gúnibe ní, ne ndí’ huaxa zaguinñelu’ laabe. Gudxi laabe quite’ nebe lii tu laa jmá zitu guinesa, tu laa jmá zitu gundaa nisa xquíxhi’ xtí’. Ne ndi’ zaguinñu’ laabe. Huandí’, casi biuu ra lidxi gulidxi xheela’ ne ná rabi gunaa que: ―Xiñee qui quítenu tu laa jmá zitu rinesa, tu quiba’ la? laa nga guisaca xtiidxa’ ndaani’ yoo ri’. Tu guniti la? zuna guirá’ ni gabi xheela’ laa. ―Zaguítenu ―ná gunaa que―, huádxihua’, ne ma laani ndi xa, guleza gucaa ti duuba’ rarí’, ne guiruti’ tidi’ lu duuba’ cá. Zuzulú lu’ la? o zuzulua’. ―Naa ―ná xa nguiiu. Naa guzulua’. Ne casi zé’ gucala’dxi’ nuguu ná’ xquie ti ninesa jmá zitu. ―Co ―ná gunaa que―, cadi zacá di’, guiruti’ cu’ ná’ xcuaana’. Zacasi, gulee nálu’. Cha, cha, gunesa xa nguiiu deche ñee. ―Yanna ma naa ―ná xa gunaa―, ne chi gacaneá’ huiine’ lii, biaa, chigudxiee’ deche’. Bidxii deche ca gunaa que, biquiichi’ ñee ne gundisa’ xa’na’, bia’ rí’ bia’ rica’ guluu bí nisa xquixhi’ xtí’ Laaca bidiiñé xhuncu rigola, ruyadxí la’na’ xheela’, zuguaa chonga raqué.

Traducción del autor ―Me voy a suicidar, compadre ―se quejó un tipo―, ya no aguanto a mi mujer. A todo lo que le digo que sé, ella siempre contesta que también lo sabe; y si hago algo, ella me dice que lo hice mal y que ella lo sabe hacer mucho mejor. En nada le gano, siempre salgo perdiendo. Por eso me voy a matar compadre, me voy a suicidar. ―No, compadre, en alguna cosa le has de aventajar. Mira, la vas a retar en esto que te voy a decir y verás que tú vas a salir triunfante; aprovecha para apostarle algo grande, definitivo, que tú le vas a ganar. Dile que compita contigo en ver quién expele su orina más lejos. En cuanto el hombre llegó a su casa, lanzó la apuesta, que fue inmediatamente aceptada por su mujer. ―Vamos a ver si también en esto me ganas, pero esta apuesta debe valer la pena, te propongo que quien gane, será quien gobierne la casa a partir de hoy. ―Acepto ―dijo su esposa―, permíteme nada más trazar una línea, la que nadie debe rebasar. ¿Comienzas o comienzo? ―Yo comienzo ―respondió el hombre. Inmediatamente se abrió la bragueta y quiso tomar con la mano su miembro para lanzar su orina lo más lejos posible. ―¡Momento ―gritó la mujer―, sin meter las manos! Que la competencia sea limpia, quita tu mano. El hombre no tuvo más remedio que orinar sin ayuda, y desde luego, se vació en el dorso de sus pies. ―Ahora me toca a mí ―dijo su esposa―, y para que veas que soy buena, te voy a dar una ventaja, voy a competir de espalda. Sobre la raya, la mujer se colocó de espaldas, apretó las piernas, levantó las nalgas y cien hilillos de agua salieron despedidos a cuatro metros de distancia. Aquel pobre hombre, miraba amargamente su derrota, y con los ojos, quería devorar a aquella mujer que siempre le humillaba.

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Lenta agonía Omar Francisco Avelino

Proverbios 14:13 “Aun en la risa el corazón puede estar con dolor” Nota: Un coágulo de palabras no permiten el fin de este poema. El final sería una hemorragia de versos. La muerte misma del poeta…

Atardece y no aparecen tus enjambres Atardece y es más breve la llovizna Es la hora de amarnos meloso itinerario de poema Es la hora del zumbido colmena de metáforas de apaciguar la taquicardia y mojarnos las lenguas Exquisito es el instante de sentirte cerca como la humedad del aire barruntando el aguacero La tarde es demasiadamente inconfundible Las sombras nocturnas se han desvestido y las del instinto matutino ya se alumbran ¿Hacia dónde lambisquean tus inciensos? Mi respiración se ha fastidiado Olorosa evocación en el precipicio de mi llanto Inhalo tus vestigios y encuentro insípida tu esencia

Ausentarte me provoca una hemorragia Escurren mis memorias coágulos del tiempo prolongándose varias noches y abundantes días Mortal vértice donde los pájaros fallecen y el conversar de nidos vacíos permanecen devastando locamente mi cabeza Quizás el reloj se descompuso Quizás… Montón de manecillas oxidadas La calle se ve obsoleta Todo está empolvado No has de volver jamás Te pienso consternado en mi último texto que escribí un cinco de noviembre del año anterior: Estás lejos de mi tregua tertuliana coito de voz letras y palabras separados estamos por líneas rectas cóncavas y convexas, circunferencia del lenguaje

recitándole a la sorda lejanía Al recordarte mis vértebras se arrugan, hipotérmico y no me habitas para entibiar mis bronquios. La textura de la tristeza me la sé en todas sus formas, perversa descalza indomable huérfana zarrapastrosa. Lamento estar lejos de donde comes hierba de monte bebes agua de río y fotografías los vicios de la sierra Donde una fogata te alumbra te cantan los insectos del maíz y falenas tapizan tu esqueleto, lo sé mujer mía también te enmohece y te enferma estar lejos de mis fanales. Por eso te agradezco el amarnos siempre en el vértigo del universo. Aunque el intruso horario siga siendo un crucigrama con segundos y minutos verticales…

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baúl de letras Para los guerreros milenarios, para los pueblos de Oaxaca. JUDITH SANTOPIETRO

La memoria I Era de noche por las orillas del viento, cada paso de sombra se arremolinaba en el junco, cada palabra seca guardaba su silencio en una jícara, hacía oscuridad entre los pies.

Aquellas aves palparon su mirada una a una con el entrecejo adusto colgando de su frente, para que sus ojos (luz donde el llanto no cabe) se hundieran en el pensamiento herido. Anoche cayeron los siglos como una granizada de plomo que acecha la tarde; tocaron cada puerta de las calles; abrían la memoria que duerme en una cama, en la garganta del anciano atada en el tronco

la del niño con su panza serpenteante de moscas, la del viejo con su espalda quebrada, la de áridos maíces en cada surco de la tierra. II En la plaza hay un tumulto de máscaras antiguas que se mecen por los resquicios del tiempo: en las esquinas se levanta la palabra junto a los muros de ladrillo seco para colarse en la puerta de las chozas y despertar tras del vapuleo hondo. Nidos en medio del cuerpo anegan sus vapores sordos en la boca, mal graznido de garganta quebrada, alarido crudo entre las llamas de un horno que deshila nuestros cuerpos: todo trabazón de terquedad mientras las aves rondan los huesos tendidos por la noche.

en la raíz terca del enfado. III La que por el camino anega leyendas de humo entibiadas en la dura lumbre del fogón, la que nos despertará con la palabra inquieta para decirnos que a la calle han vuelto, que las aves siguen merodeando la plazuela y no se casan, y no olvidan. Pero esta mañana todo es veredas anchas por donde correr, gritos que alcanzan cada trasto de miseria en el borde de una mesa. Ojos de la gente urdimbre de la memoria que teje con sus voces altas los siglos de barro entre sus lenguas. Esas aves cargan la historia en sus garras:

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En el caudal del río, las piernas se hunden con los guijarros de silencio; miradas entre la neblina ciega de los árboles; profundos labios de piedra anidan el musgo y beben de la boca de los peces un poco de sangre para no morir en la curva de un reloj petrificado. Busco los pasos de nuestra muerte entre la polvareda, pero hallo los huesos de un pueblo antiguo que aún no duerme. IV Se han ido a la montaña (como guerreros) para enterrar la memoria de un pueblo milenario. Han caído, con gotas de sol y sangre.


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Gregorio Guerrero Mimich era un joven que tenía cara y alma de niño. Todos los días caminaba de su casa al taller de alfarería de su tío ‘El Camello’. Cuentan que cuando se casó ‘La Güera’, Mariana, lo vieron en la fiesta. Había muchos niños que corrían y gritaban de alegría, pues un gran pastel se encontraba sobre la mesa. Se dice también que entre los pequeños que jugaban estaban unos chanekes. Al terminar la fiesta, que fue de madrugada, los chanekes lo invitaron a su casa para seguir jugando. Y Mimich se fue con ellos. Caminaron por la rivera del río. Del cielo caían luceros que alumbraban el camino, hasta llegar al lugar donde aquéllos viven. Mimich y sus amigos jugaron con los animales que habitan en el lugar llamado Tlalokan. Había conejos, te-

jones, armadillos, coyotes, venados y hasta tigrillos. Sitlalkueyo, la Vía Láctea, se encargó de iluminar el espacio hasta el amanecer. Mimich jugó mucho; tanto, que se quedó dormido y ya no despertó. Quien tenga cara y alma de niño, como Mimich, tendrá la fortuna de jugar en el lugar del Dios de la Lluvia y quedarse allí para siempre.

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Hierven raíces entre tus muslos partidos, mujer. Se desbordan por el cauce turbio de mis yemas desgastadas. Desde tu himen de arena. Por mi garganta áspera, untada del sabor amarguísimo en tu vientre sumido por mi sombra: incesante, desbordada. Coagulándose en la contracción de la noche húmeda, acongojada. Despertándose…

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El sol ha deshecho tu alado vuelo. Pareciera que su luz te envolvió en su claridad o simplemente que la rebeldía se unió contigo. ¡Oh, joven! ¡Oh Ícaro!, hecho para el laberinto estabas; las sombras y sus ecos te eran ya familiares. Tu padre, artífice, el ingenioso Dédalo preparó el infausto vuelo, mas no reparó en tu juventud ni en los bellos y suaves destellos de la luz. Tú, con oídos sordos y espíritu arrogante, codiciaste los dones de los dioses. Eso se paga caro. Dédalo llora tu muerte y añora la rocosa isla y los altos muros, y acaso también al oculto habitante. Y, también se precipita en el insondable abismo.

Iván Tónchez Perea

Ricardo de la Cruz

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El dis posi tivo Román Roberto Vásquez Rendón

Derramé la cerveza. Me levanté tranquilamente y caminé hacia la puerta. Intentaba salir cuando el garrotero quiso detenerme tocando mi hombro. Salí y dejé el zafarrancho en que se había convertido aquella cantina de medianamente mala muerte. La música era, en definitiva, agradable y el sonido agudo de la marimba exigía que permaneciese ahí durante más tiempo, pero para mi desgracia, tenía que presentarme temprano por la mañana. No puedo negar que estoy preocupado. No pienso que presentar algo como eso sea sensato, sin embargo, es imperativo que lo haga. Me ha llevado toda la vida. Y este pueblo terroso en la cintura de México parece agradable. La música es buena, las mujeres, hermosas princesas vestidas de flores. La comida permite el desarrollo desproporcionado de mis huéspedes habituales y la cerveza siempre está helada, perfectamente en contraste con el infierno del ambiente. Soy ingeniero de profesión y biólogo por razones que escapan a los acontecimientos que provocan estudiar una carrera ingenieril. Es decir, en cuanto tuve dinero suficiente me retiré a un laboratorio a trabajar sobre reacciones químicas a nivel celular y en cuanto pude monté un modesto laboratorio personal. ¿Por qué en México? Bueno, la comida es maravillosa y el clima agradable. No es adecuado para el desarrollo de cultivos celulares, pero perfecto para el desarrollo de cultivos de otros seres microscópicos. Debido a mis conocimientos en ingeniería jamás tuve problemas para la reparación y desarrollo de hardware y,

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baúl de letras bueno, es fundamental contar con las máquinas necesarias para confirmar una teoría. Así fue como comencé a mezclar la física y la biología; en parte porque me interesaba y también porque cuento con una fotografía de Tesla que me observa con ojos inquisitivos cada vez que intento sentarme a pensar un poco. Tengo por seguro que si ese hombre viviese aún, la humanidad sería completamente diferente. Supongo que por esa razón la muerte se encargó de mostrarle la verdad mucho antes que se diese cuenta que la energía puede ser eterna. Por eso ese objeto resulta la mar de importante y ahora me doy cuenta perfectamente de ello. No es precisamente lo que buscaba, pero eso es lo que obtuve y ahora tengo que arriesgar el maldito trasero protegiéndolo. Años de trabajo para vivir tranquilamente la vejez y obtengo esto, una persecución sin sentido práctico. Durante años me dediqué a desarrollar esa cosa. Ahora mi vida corre riesgo. Pero ¿cuándo no ha sido así? Podemos morirnos cualquier día por las razones más inverosímiles, me refiero, ahogados en caldos de pollo o atropellados o por excederse con el amor propio. Morir es lo más sencillo y sorpresivo del mundo. Llevo años estudiando el efecto del magnetismo sobre los organelos de la célula humana y he descubierto algo fascinante. La célula responde al magnetismo de nuestro hermoso planeta. Esa no es razón suficiente para que mi vida corra peligro, lo comprendo completamente. El caso está en el aparato que he diseñado. Resultan extremadamente interesantes los efectos que causa en quien lo usa. Después de muchas pruebas observé que se puede sobrecargar el cuerpo de energía magnética. Claro que toda esa energía debe provenir de algún lado, y como existe una fuente de energía masiva intenté utilizarla. Para eso diseñé el dispositivo. Su función radica en utilizar la energía magnética de la tierra para sobrecargar las células del cuerpo. Esto impediría los efectos que provoca sobre dicho sistema. Las células funcionarían como una batería mientras existiese la fuente de energía. Después de hacer mediciones durante décadas, determiné que la energía geomagnética podría resentir los efectos de utilizarla si se hiciese de forma masiva, me refiero a mil millones de dispositivos. El dilema moral radica en que el campo magnético de la Tierra impide que nuestro adorado astro personal consuma todo lo viviente sobre su superficie; claro, sin contar que si no existiese o disminuyera un poco, toda el agua de los mares se evaporaría, convirtiendo el planeta azul en una hermosa caldera del infierno. ¿Debo dar detalles sobre ello? ¿Cómo construirlo? ¿Cuánto cuesta? Quizá sí; de hecho no es lo complicado que se podría pensar. Trabajar con el magnetismo es lo más cómodo y fascinante del universo, pero me reservo el derecho de callar. Esas semanas fueron una maldita tortura. Si no me encontrara en esta hermosa villa tercermundista entre las garnachas y los perros famélicos, ya estaría perfectamente loco. Y bueno, a grandes rasgos el objeto parece un brazalete y su uso podría considerarse en masa, si ello llegara al mercado. Un chino o un norteamericano podrían fácilmente producirlo a gran escala. No. No podemos jugar al escondite con la Dama de Blanco. Así que por eso lancé al carajo, precisamente desde “el chaparro”, el trabajo de mi vida, y me encaminé a la vinatería más cercana. Compré suficiente licor para embriagar a una docena de pescadores y fui a la casa. Fue lo más cercano a sentirme útil que he hecho, pero impedir el envejecimiento a costa de que muera el planeta es la peor arma que puede diseñar un maldito demente. Gilberto Buitimea

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Los no gritos Jorge Chevalier

Aquí estamos nosotros dentro de este universo imaginado por ellos Aquí estamos nosotros inconscientes de otros mundos de otras vidas Sí aquí estamos a pesar de que adelante se abren grietas estas vendas sobre nuestros ojos nos filtran todo Aquí estamos nosotros percibiendo este cosmos a través de los sonidos a través de las imágenes que ellos seleccionan y nos transmiten por esos artefactos Aquí estamos nosotros donde leemos casi exclusivamente lo que ellos compendian pues desde tiempos remotos por dudosos incendios y otras catástrofes se han ido perdiendo en gran parte los escritos de los nuestros

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Aquí estamos y pese a todo esto algunos pocos logran ver... y a esos, les vendan la boca Mientras tanto nosotros gritamos hacia adentro...

por temor a que

nos escuchen


baúl de letras

Viento de ti... Oscar Zárate

El viento habla de ti y tú no me regalas un recuerdo, ese viento que no duerme, que no se detiene cuando el sol ya no está. Viento que rodea mis ganas, que menciona tu nombre y me oculta tus labios, que toma mi mano y la suelta de repente.

Ind

efo

nso

Lóp

ez

Viento cómplice de ti, frío como la distancia, soberbio de tu caricia que no tengo…

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baúl de letras Ti ganda ganaxhiee lii zazou’ neza ni ma’ guzacabe zanaxhiiu lidxilu’, bandaga, yaga sica ti manihuiini’ ni rapa dxiichi’ lidxi Ti ganda ganaxhiee’ lii zacalu’ diidxa’ ne zapapalu’ sti neza zacalu’ bidxaa, ti gapa dxiichilu’ naa. Ti gutuubalu’ naa cue’lu’ zacalu benda zidi, qui ziuudxi guibani lun isa ni rindani lu dani susaanalu’ ipapa ca dxiibilu’ ne bi yooxho’ ne zacalu’ ti berendxinga que pe’ rusaana binni gasi’ xpacaanda’ Zeu’ ndaani’ ti xiga ró’ guendaruxhixhi stinne’ ora guiasalu’ siado’ ro’ guie’ ne zacalu’ cuananaxhi ni deru’ bichugucabe ni ricá ridxi luguiaa Zacalu’ layu sti’ gubidxa Ne gucaachicabe naa ora ma’ gate’

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Ángeles López Alonso

Ti ganda ganaxhiee lii Para poderte amar

Santiago Sarmiento

Para poderte amar, desandarás caminos solitarios, amarás tu casa de árbol como pájaro que protege su frágil nido. Para poderte amar, te volverás palabra, volarás otros mundos, te volverás nahual para convertirte en mi protector y te unirás a mí como escudo, te volverás pez de mar salado que nunca más podrá vivir en manantial que emana del cerro, dejarás volar tus miedos con el ventarrón y te volverás un insistente grillo que perturbará los sueños más profundos, Beberás en jícara mi sonrisa misteriosa cuando te levantes al amanecer, serás la fruta de temporada cortada a tiempo que se vende fresca en el bullicioso mercado, y te volverás tierra de sol para convertirte en polvo que cubra mi sepultura.


baúl de letras Binnizá laadu. Binni nadxii xquenda. Ca binnizá yooxho’ Gula’sa’ biree laca’ gunaxhiica’ gubidxa, bisiá ne beedxe’. Gubidxa bizaani’ guirá’ neza guzaca’ ne bizaani’ dxiiña’ risaca bi’nica’. Bisiá bisiidí’ laaca’ guichézaca’ lu bi, guiásaca nandí’, chu’ca ra jma naso guibá’. Guendanadxiibalú ne guendarucaalú nadipa’ beedxe’ biluí’ ni laaca’ ne biaananeca’ ni. Ca manihuiini’ ripapa neza rihuinni guibá’ zaqueca biduunaxhiica’. Ne xinaxhi riale lu guie’, ca rigola que, saa dunabé sicarú gulá’quica’, biindaca’ ne biyaaca’ lu bi, lu za, lu bacaanda’ ya’ni’ xtica’. Zaqué nga guyá’ guendalisaa cá lu xpia’ ca binnizá nuu yanna, ca binni nadxii xquenda. Somos el pueblo zapoteca: los hombres y las mujeres que aman el prodigio de su origen. Los zapotecas antiguos se llamaron Gula’sa’, entre sus dioses cuentan el sol, el águila y el tigre. El sol iluminó el camino de nuestros abuelos, alumbró la obra majestuosa de sus manos. El águila les enseñó a roturar la violencia del aire, elevarse, subir lo más alto del cielo. La temeridad y el combate aguerridos les fue enseñado por el tigre y se apropiaron de tales dones. Las aves que surcan el cielo también fueron amadas.

Ca binnizá* / Los zapotecas Enedino Jiménez

José Luis Guzmán

Aquellos abuelos, con el aliento de las flores arreglaron sinfonías, elevaron su canto y su danza sobre el viento y las nubes y el esplendor del sueño. Así nació la hermandad que registra la costumbre de los zapotecas vivos, los herederos que aman el prodigio de su origen. Tomado del libro póstumo: Ti guchachi’ cuxooñe guidxilayú. Una iguana recorre el mundo. Poemas de Enedino Jiménez para Francisco Toledo. Oaxaca, IEEPO, Gobierno del Estado de Oaxaca. 2004 *

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cancionero

Tu nuzaabi´zaguixe Eustaquio Jiménez Girón, taquiu nigui

Nou’ ma’ birá biluxe ti que ñeguya lii dxi nexhelu’ huaralú que ñanadiá’ , pa bia’ que ti’ nga zeedu’ nibidxi Diuxhi lii ma’ nigaachilu’ ñana’ tu lu nga ñaa, lii nanu’ ndaani’ li’dxu’ nuu tu nala’dxi naa neca nudxiga’ ique napa xi ñuaa’ purti ma’ nanna’ pia’ pa ñeu’ nusaanu’ naa xhianga ñate naná. Yanna guyuu dxi la’, bisaana’ gu’tu’ naa tu nuzaabi’ zaguixe, riuu guendarini’ gudá’ gubidxa xtine’, guda’ guzaanu’ neza zedide’ nagasidú’ naa ma’ nunite’ lii ti naaba’ huiini’ si nidxiñalu’ ra ba’ necape’ ñabantaa, pa ma’ que ñandarou’ paraa ñeguiaanda naa dxi gusé’ ndaani’ nou’.

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Pablo Pérez Martínez


Angel Arrazola



editorial

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