Fusion Cristiana Enero 2011

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Al no denunciar y exponer lo que aconteció puedes llegar a hacerte cómplice. Mucha gente que no es ayudada a superar un abuso sexual y permanece en silencio por muchas razones puede llegar a convertirse en victimaria del mismo abuso al que fue sujeta. Por ello es necesario exponerlo pues en la realidad eres una persona a quien se le hizo una gran injusticia, pero Dios que es justo puede rescatarte del hoyo a donde sientes que te encuentras. -”Es duro, pero tienes que perdonarlo,” le dije a aquella muchacha después de algunas platicas que tuvimos. - ¿Perdonar? -Sí, perdonar a tu agresor para liberarte de él o ella. El perdonar es el segundo paso hacia la restauración. No, no lo sientes, pero es una decisión no un sentimiento. El perdonar te libera de convertirte en la misma persona a quién le retienes el pecado con resentimiento y amargura. Es un acto que realizas a solas con Dios. Y podrás decir: “Señor, no lo siento pero por obediencia a tí, me suelto de esta persona y lo perdono.” Y quizás lo tengas que hacer varias veces hasta que sea una convicción en tu corazón, hasta que al recordar el hecho te duela cada vez menos, hasta converitr la tragedia en algo productivo ayudando a otras muchas personas que pasan por lo mismo todos los días contemplando como única escapatoria el suicidio, habiendo sanidad y ayuda para salir adelante. Estuve hablando con esta muchacha varias veces. Ella no quería decirle a nadie lo que había sucedido, así que tuvimos varias sesiones con ella. Daba ternura verla rehuyendo cualquier mirada y con los ojos enrojecidos de tanto llorar. Costó mucho trabajo hacer que se abriera, mucho más que perdonara.

Sin embargo, una vez que pudo sacar lo que tenía en su corazón, poco a poco, vez tras vez, Dios comenzó a obrar en ella una liberación hermosa. Después de muchas platicas, consejos oraciones e infinidad de llamadas telefónicas a todas horas, puedo decir sin duda que hoy por hoy esta mujer ha sido libre y sanada. En el libro de Levítico 18 Dios habla de todas las prohibiciones con respecto al abuso sexual. Esto sucedía desde entonces y el clamor de Dios era: “¡mi pueblo no!” Dios está ahí, con los brazos abiertos para consolarte y para que recibas sanidad porque El odia el abuso. Quiere que sientas Sus brazos de amor, consolándote y haciéndote ver que El estaba ahí, junto a tí y que nunca te ha dejado, ni te ha desamparado. No existe ninguna verguenza en decirlo. No tengas temor pues Dios hecha fuera el temor. No eres quién provocó el abuso. En alguna ocasión, mi esposo y yo platicamos con un joven que había sido abusado por su madre. Sí, por más increible que te parezca. Lo que nos sorprendió fue que este hombre justificaba a su madre diciéndo que ella había sufrido la pérdida de su esposo y que ella tenía necesidades sexuales y por ello recurrió a su hijo. ¡Un niño que fue abusado por su madre desde los 8 años! ¿Necesidades? ¡Se llama abuso sexual! La persona que te hizo tal agravio pudo haberte engañado en muchas formas diciéndote mil cosas para no verse como el malo o la mala, poniéndote responsabilidad y culpa, sin embargo no dejas de ser víctima delante de Dios. El quiere liberarte de ese peso de culpa para disfrutar la completa y total libertad. RECUERDA...DENUNCIA EL ABUSO SEXUAL. FUSION CRISTIANA / ENERO 2011 /consejeria 37


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