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SONORAMENTE PRIETAS
Dileyca Cepeda, Lydianna Dávila, Arianm Cruz Andrade, Ashley Centeno, Keiley Tavarez, Miriam Franyé Morales, Shariana Ferrer-Nuñez, Zoán Tanís Dávila Roldán, Jazdil Poupart, Mayra Díaz-Torres, Dana Esquilín, Yamary Sánchez Manso, K. Rebecca Rosa Encarnación, Omari Oliver, Gloriann Sacha Antonetty Lebrón y Naila Ayo da Silva.
por Yamary Sánchez Manso Tucu-tucutu-cutú ¡PRIETA! Tucu-tucutu-cutú ¡CARIBE! Tucu-tucutu-tucutu-tucutu-tucutu-tucutu-tucú ¡JE! Y así apalabrar los sonidos, las entradas, los cortes… ¿El coraje, la molestia, el enojo? Desde afuera se siente jovial y festivo eso de protestar al ritmo de la batucada, al ritmo de esas percusiones que resuenan y retumban una tras otra. Desde adentro cada golpe al repinique, al zurdo, al chimbao, a la campana, al agogô… se siente como golpes en el pecho que ruegan que las que nos faltan regresen. Ser parte de una agrupación de mujeres y femmes negras, evidentemente negras deja en evidencia como un sistema opresor hace que las interseccionalidades se acumulen justamente en las cuerpas que se ven como las nuestras. Pero como rompecabezas, acomodamos las piezas para seguir avanzando, cada una como pieza esencial, porque nos tenemos. Y no nos tenemos como frase de almanaque que se evapora en el tiempo, sino que nos tenemos porque nos sostenemos. Me han sostenido, incluso cuando entre todas he sido la más intermitente. La solidaridad entre ellas, se ve en las miradas luego de un “error” y una sonrisa que incita un “sigue pa’ lante”. La genialidad de cada una se ve reflejada en cómo quieren ser mejores en el uso de sus instrumentos para ellas mismas y para las otras, no por competencia sino por complemento, trabajar en equipo y comunidad. Somos una agrupación de mujeres afrodescendientes, con afro, con pelo rizo, con flow y brilloteo. Somos una agrupación de mujeres negras que crean espacios seguros necesarios en la Tropicolonia. Somos una agrupación que amplifica las voces de lucha. Somos Prieta Caribe.

20 Aquí compartimos crónicas de compañeres de Revista étnica en el caminar y el retumbe de Prieta Caribe el 25N y 8M. Quemar el cielo, si es preciso
Microcrónica del 25N Texto por Alejandra Rosa Fotos y video por Welmo E. Romero Joseph Una esquina de la Plaza Barceló, en Santurce, sostuvo hace semanas un altar, formas de rendición energética, conjuros de sanación, duelos, compromisos de denuncia y cuido. Fue un 25 de noviembre de 2020, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Desde las 3:00 p.m. llegaron personas a una manifestación transdisciplinaria convocada por la Colectiva Feminista en Construcción.
La programación de protesta surgió desde la intersección entre arte y activismo. El cierre del evento estuvo a cargo de la batucada Prieta Caribe. Mientras tocaron, retumbaron certezas al aire libre y a la vez en cada recoveco interno que rodeó a las decenas de personas que se dieron cita en el lugar. “La bomba y la plena son formas de artivismo negro”, ha explicado antes Gloriann Sacha Antonetty, fundadora de Revista étnica y miembra de Prieta Caribe. Les integrantes, en cada percusión lanzada al aire, convocaron en el espacio un ritual colectivo, que algunes llevaron a modo de canción y otres en forma de movimiento. Algunes de les manifestantes cantaron como se articulan las denuncias que, entre labios cerrados, no caben. Otres se movieron en silencio, cerca y lejos de la batucada. Un lenguaje común les reúne. A veces no hay que estar cerca para estar. Otras, irremediablemente, sí. Ambas fórmulas de distancias y cercanías se entrecruzaron esa noche. Bailaron, resonaron lo mismo cónsonas que irreverentes, pero presentes, como si no importara mucho más en este instante, que la certeza de un reclamo común. Junto a la batucada hubo personas sosteniendo antorchas. Columnas de fuego que dialogaron con camisetas vestidas por personas entre el pasadía artivista que fue el Quilombo Feminista. Publicado en www.revistaetnica.com el 15 de febrero del 2021.
Complicidad Afrofuturista
8 de marzo de 2021
por Gloriann Sacha Antonetty Lebrón Fotos por Nildy Chapman y Welmo E. Romero Joseph Publicado en www.revistaetnica.com el 16 de marzo de 2021.
Llegar al Viejo San Juan con el corazón palpitante, con consignas, toques de percusión y coberturas en la cabeza. Algunas ensayadas, otras listas para las sorpresas y la improvisación. Llegar con todo el brillo en la piel, lista para reclamar y gozar desde la música afro, ver a mis compañeras de Prieta Caribe, la Colectiva Feminista, Colectivo Ilé y al equipo de étnica con esa esperanza y ese brillo distinto, Afrofuturista. Llegar a la Plaza Colón y ver las pancartas de los movimientos que han inspirado la lucha por la liberación y justicia negra fue hermoso. Llegar y sentarme junto a mi primo, Héctor “Coco” Barez y practicar los ritmos que tocaríamos en minutos me hizo pensar en mis ancestres. Abuela Gloria, Tío Perucho y las Pellé nos acompañaban entre risas y orgullosos por el legado que esa tarde se manifestaría en nosotres. Continúo repasando los toques de los ritmos de Samba, el Samba Reggae, el Baião, el Dembow y la Plena. Me sorprende una niña negra con dos maracas en la mano. Estaba embelesada observándome. Su madre y su padre la miraban orgulloses. Esa niña y yo fuimos una. La música nos unió por unos minutos pero vivirá en mi memoria para siempre. Definitivamente la tarde fue de miradas, movimientos, consignas y pasos de conspiración. La Comparsa Afrofuturista de la Colectiva Feminista comenzó con unas palabras de Zoán, que han quedado grabadas en mi cabeza: “Imaginar y proyectar ese futuro que tanto anhelamos”. Luego de nuestros primeros números Shariana explicó la intención de la comparsa: “Hoy nosotras construimos visibilizando, nombrando y poniendo al frente a las que hemos sido echadas a un lado por toda nuestra historia. El futuro que construimos tiene a las personas negras en el frente y en el centro”. Sus palabras retumbaron en la tumbacocos y en las calles del Viejo San Juan. Hicimos nuestro llamado. No fallamos en ningún toque, simplemente gozamos estar allí en armonía entre ritmos afrocaribeños y afrobrasileños. Justo cuando comenzamos a tocar el Baião otra niña negra se nos para de frente. Su asombro ante tanto brillo era extraordinario. Su cabello trenzado y lleno de cuentas blancas me cautivó, así como lo hizo su sonrisa. Su familia esperaba unos pies detrás de ella y a pesar de que la instaron a irse, ella se mantuvo allí con nosotras, bailando y admirándonos.

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