Enpunto | Otoño 2013 No.36

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La pieza es parte de una serie de símbolos y números creados en el aire con bengalas para ser capturados por la cámara y el autor bromea sobre cómo tuvieron que quemar cientos de bengalas ¡y algunos dedos! para lograr la captación del momento idóneo. La técnica utilizada es la de una larga exposición en una habitación completamente a oscuras. Este detalle hace que el título de este artículo cobre aún más sentido, puesto que no hay más que luz en la obra, y lo único que genera la imagen, lo que crea luz y crea sombra, y hace que veamos al personaje detrás, es el haz de luz de la bengala, ese haz de luz que es reloj. Sin ese reloj esta imagen no sería. Además, curiosamente, el tiempo es clave en su creación, puesto que la larga exposición es una técnica bastante complicada, pero que teniendo oscuridad total y movimiento, funciona a la perfección para que ese instante de recorrido, creado por el dibujante en el aire, le de vida a ese reloj de luz que queda por medio de la foto suspendido en el tiempo. Casi podríamos decir que la foto capta una acción artística, pero que sería casi invisible sin el ojo de la foto, recordemos la estela que dejan las bengalas en el aire nanosegundos después de moverlas, esa estela se inmortaliza con la cámara, en un juego con el tiempo que se vale de la tecnología para hacer estático lo móvil y visible ese corto haz de luz azul. El tiempo está calculado al detalle, de allí la cantidad de prueba y error que conllevó su proceso, y es gracias al tiempo que ese reloj, artefacto medidor de tiempo, queda plasmado tan hermosamente no solo en esta foto, sino en nuestra memoria. POR BEATRIZ BONDUEL

©Tristan Savatier


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