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DISCALCULIA

por HELEN ÁGREDA WILES

El tema de este mes lo ha elegido la gente de Instagram. Lo habéis elegido vosotros y vosotras en el Insta. Este mes no os ha valido con fotos de bebés, de perros, de comida, de monte, de monte y de monte. Habéis tenido que ir y hacernos caso, y proponer temáticas. Yo de entrada nunca me he opuesto a la democracia. Pero claro, hasta el otro día. Porque vi que el pueblo se debatía entre brujas y limones y pensé que esto ha sido como elegir al delegado de clase por joder.

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No me creo que queráis leer sobre limones. Ni siquiera sobre brujas, con todo lo que hay ya sobre brujas, que quien quiera leer algo de brujas tiene cosas mucho mejores, desde luego. Pero ya, de limones, eso es a mala hostia. Y mala hostia de unos cuantos, ¿eh? Porque casi gana. Casi gana limones. Es para flipar. Limón el que parece que habéis chupado vosotros, amargaos. Una aquí escribiendo a las 8:23 de un sábado lluvioso por amor al arte, eh, para ayudar a que germine, un mes más, la semilla del opio del pueblo que es la revista El Mono, y la peña en Instagram votando limones, “a ver qué mierda hacen, un monográfico sobre limones, menuda mierda”. Psss, decepción esta y no la de Madrid. Y ojo, esto no viene porque no seamos capaces de sacar adelante un número sobre limones, que somos gente preparada, que ya sabéis que nuestro director es un hombre de letras ya reconocido por la crítica y el resto no nos quedamos atrás. La cosa es la intención. La cosa es que dudo que lo hayáis propuesto a buenas, esa es la cosa. ¿Qué pruebas tenemos aquí de vuestro interés y fidelidad? ¿Que veis una revista gratis y os la metéis al bolso y ya veréis en casa si son ofertas de yogures o cupones de descuento? ¿Que veis una portada bonita y el resto de la revista la usáis para la jaula del hámster?

Pues dejadme que os diga una cosa. No deberíais tener hámsters enjaulados. Ni siquiera deberíais tener hámsters. Y si tenéis un hámster, le echáis coraje y lo tenéis libre por casa. Le dejáis que elija madriguera (y letrina) en un sofá o en otro, en vuestra almohada, o en el armario del crío. Le dejáis suelto, que decida dónde mear, qué cable almorzar, dónde parir a sus diecisiete hijos, si es que ha venido ya encinta. Porque esto es, sin ningún tipo de duda, lo correcto. Pero claro, ¿a que no? ¿A que no lo haríais, a pesar de que parezca a todas luces lo más justo? Pues eso. Hala. Aquí vuestro especial brujas. Con lo contenta que me había levantado yo. Joder.

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