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Psicoanálisis con familias: una apuesta a la emergencia del sujeto
Psicoanálisis con familias: una apuesta a la emergencia del sujeto
Renata Cermelo, Jimena García, Laura Gedacht, Laura Pico1
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La constelación del sujeto está formada en la tradición familiar por el relato de cierto número de rasgos que especifican la unión de los padres Lacan, Intervenciones y textos 1
La familia como un constructo ficcional
En el presente escrito pretendemos poner en tensión las intervenciones realizadas desde el psicoanálisis a partir de un abordaje familiar que requirió del armado de un dispositivo flexible.
Para iniciar el recorrido consideramosfundamental interrogar el concepto de familia ya que los conceptos fundan la praxis. Desde nuestra lectura psicoanalítica la familia no es un conjunto, no es un uno, son unos que tienen puntos de articulación, conformando una red de lazos. Siguiendo a Lacan (1988) consideramos a la familia en su función de residuo con un carácter irreductible en la transmisión constituyente para el sujeto, lo que supone su relación a un deseo que no sea anónimo. En tal sentido pensamos nuestro abordaje con familias como un tratamiento -a veces preliminar- cuyo objetivo es la búsqueda de producción de un sujeto. Por tal motivo no se realiza un análisis de lo colectivo, sino que se apunta a extraer de cada uno de esos integrantes la máxima diferencia “ya que cada integrante de la familia lleva las marcas del Otro (...) marcas distribuidas entre lazos de sangre y de alianza” (Sinatra, 2016,1).
Cómo muchos de los casos que nos consultan G acude al Servicio de pareja y familia del Centro “traído” por sus padres. La clínica con familias, a la que nos abocamos día a día en el hospital es una clínica particular, podríamos decir que es una clínica “del entre”. Trabajamos con ese plus que se genera en cada lazo y los engarces fantasmáticos que sostienen a cada
1 Integrantes de los equipos de Pareja y Familia. Turnos tarde y vespertino.
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sujeto en una posición. Nuestro principal insumo de trabajo es el discurso familiar. En ese entramado se despliegan los modos de presentación que toman formas particulares en esta clínica, siendo recurrente la denuncia de la locura, el malestar-problema de uno los integrantes familia. En este punto consideramos los aportes de Pichón Riviere (1971) quien a partir del trabajo con familias y grupos conceptualiza la noción de portavoz como aquel que puede explicitar algo significativo del acontecer grupal. Este integrante del grupo manifiesta algo de sí mismo pero que también pertenece al grupo familiar.
Está la familia; y en las decisiones y contingencias que se producen en el encuentro con el Otro familiar, el analista apuntará a develar las marcas que ese malentendido inscribe en cada sujeto. García Badaracco agrega que la familia debe funcionar como habilitante de la exogamia, debe ser una estructura transicional cuyo objetivo es que sus integrantes logren independizarse. Cuando esta lógica fracasa, aparece la patología familiar siendo expresada por un miembro de la familia. En este caso, el sujeto patológico, al igual que el portavoz de Pichón Riviere, es un emergente de la familia
En la entrevista de admisión muchas veces resulta complejo delimitar un motivo de consulta. En el caso de G, para la madre el problema es el consumo y la mala relación de G con su padre. Por su parte, para el padre, el único motivo válido para llevar adelante un tratamiento es lograr la abstinencia de su hijo. Ambos coinciden en su preocupación por las situaciones de riesgo a las que queda arrojado, proponiendo estrategias para educar ese goce que escapa de la regulación fálica, al tiempo que G observa la escena desde afuera y se mantiene mayormente callado, expresando que su consumo es algo que al él no le preocupa.
Ya en este primer encuentro al escuchar el relato de la familia, nos encontramos con un asunto hablado entre muchos, configurando una trama discursiva que se teje entre varios. Cuando recibimos a una familia escuchamos diferentes versiones, nos encontramos con que los personajes que habitan el consultorio producen una ficción. Las entrevistas con las familias son propicias para caer en la comprensión de estos relatos. Así Lacan (2009) en su seminario Las Psicosis, nos advierte “[c]omiencen por 61
creer que no comprenden. Partan de la idea del malentendido fundamental. Esta es una disposición primera, sin la cual no existe verdaderamente ninguna razón para que no comprendan todo y cualquier cosa” (Lacan, 2009: 35). Hablar de la familia como ficción indica tomarla como un discurso, un relato y no una estructura de relaciones. Será en todo caso estructura de lenguaje. De esta manera, la familia como ficción se reduce a un conjunto de rasgos de identificaciones y a una serie de condiciones que señalan la relación de objeto, siendo su mayor exponente la novela familiar como un entramado simbólico imaginario.
El armado del dispositivo
Ante este tipo de presentaciones es necesario organizar algún dispositivo que contemple ordenamientos que solo pueden ser singulares. En cada caso se decide realizar entrevistas familiares -a todos o a algunos- e individuales, ya que no solo cada paciente es único, sino que la trama familiar también lo es. Inicialmente, al abrir un espacio para la palabra, se pueden presentar quejas y acusaciones recíprocas. El analista “finge” la comunicación, sabiendo que no se trata de un déficit que pueda solucionarse con más diálogo (Lamovsky, 2011) al tiempo que apunta a propiciar en cada uno una pregunta uno en relación al malestar que se desprende de esos lazos.
Es así como a partir del trabajo en las entrevistas familiares se pudo ir reconstruyendo algo de “la constelación original que presidió el nacimiento del sujeto, su destino y diría casi su prehistoria, a saber, las relaciones familiares fundamentales que estructuraron la unión de sus padres” (Lacan, 1985, 41). De los distintos encuentros se va desprendiendo una historia de abuso de alcohol por parte de la madre, al tiempo que el padre refiere haber consumido y comercializado drogas. Desde hace un tiempo ha decidido dedicar su vida al cuidado y vigilancia de G pretendiendo curar o “salvar” a su hijo, posición en la que es puesto en juego su propio goce a expensas de un compromiso fantasmático mutuo, siendo G quien muchas veces lo llama para pedirle ayuda. Ganancia de goce desde esta posición de objeto que se ofrece al Otro y asegura su consistencia (Rabinovich, 2009).
Bassols (1993) refiere que un análisis consiste en «desfamiliar» lo más familiar, extrañarse de sí mismo, de esos rasgos que lo constituyen desde 62
las entrañas. Pero sabemos con Freud (1919/1992) que cuando lo familiar se hace extraño se transita por ese momento que linda con lo siniestro, con ese instante de no reconocimiento en el espejo, de tambaleo de la imagen.
La posición del padre es de una marcada impostura respecto de su saber por la experiencia con la droga. Enfatiza que G es un adicto, al igual que él, congelando su ser bajo ese significante. Explicando el consumo por el efecto adictivo de la sustancia, deja de lado lo que puede concernir a la historia o subjetividad de G.
Con el transcurrir de las entrevistas el relato de la constelación familiar va surgiendo pedazo a pedazo sin que ninguno de los integrantes lograra unirlo ni relacionarlo con lo que está ocurriendo (Lacan, 1985, 44). Vemos cómo va configurándose el lugar de G en este entramado familiar como prisionero del exceso suyo y de los otros.
En este sentido, Lacan señala: “el argumento fantasmático se presenta como un pequeño drama, una gesta, que es precisamente la manifestación de lo que llamó mito individual del neurótico” (Lacan, 1993, p. 47). El fantasma es la respuesta que el sujeto se construye frente a la pregunta por el deseo del Otro, defendiéndose de la angustia que causa el encuentro con la falta en el Otro. "Las historias de familia siempre son el cuento sobre cómo le ha sido robado al sujeto el goce que merecía" (Miller, 2007, 20). El mito designa lo imposible, que el neurótico interpreta como prohibición, desconociendo el goce perdido por estructura. Y es justamente en la familia “el lugar donde el sujeto comienza a descifrar ese deseo, el fantasma como respuesta al deseo del Otro no es sin el planteo de cuál es la relación del Otro, encarnado en los padres con su propia falta y su propio deseo” (Sanchez, 2006, pág 8) asignándole un lugar en la trama familiar a modo de respuesta que a su vez lo fija. Se tratará entonces de ubicar lo que de la familia se juega en el fantasma para poder desde allí encontrar justamente lo no familiar, desfamiliarizar (Mozzi, 2016) para que emerja lo más singular de cada quien.
En las entrevistas individuales con G, se propició una operatoria de inclusión paulatina en el dispositivo, abriendo un espacio que le permita interrogarse acerca de su consumo, en el que pueda alojarse una pregunta quitando las etiquetas que la taponan, intentando enlazarlo de alguna 63
manera a la transferencia y propiciando que aparezca algo en relación a su deseo. Lacan entiende que “creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que han querido los otros, más específicamente nuestra familia que nos habla…somos hablados” (2006, 160).
Luego de varias sesiones asiste G nuevamente “traído” por sus padres “porque tuvo una recaída”. El padre manifiesta enojo con el analista dado que G argumentó que volvió a consumir porque “él lo permitió” y resuelve no seguir asistiendo a las sesiones familiares. G, por su parte, decide continuar con el espacio. Resulta menester historizar, entramar lo no inscripto en un tiempo. Luego de conmover la identificación al ser de adicto y cuestionar su lugar del problema de la familia, comienza a desplegarse el discurso, su posición de sujeto se va dibujando, corriendo la sustancia del lugar de la causa. Expresa que le gusta venir a hablar sin sus padres presentes y se conversa sobre la posibilidad de dar inicio a un tratamiento individual, propuesta que acepta de inmediato.
Entramar lo familiar
La propuesta fue, una vez más, servirse de la ética del psicoanálisis para conformar un espacio que posibilite la circulación de la palabra, alojando aquello siniestro y a la vez familiar, trama fantasmática que hace síntoma en el sujeto, ofreciendo un lugar posible, introduciendo un tiempo de comprender, fundamental para un trabajo de elaboración, acompañando en ese pasaje de ser hablado por la familia en lugar de objeto -familia en tanto encarnación del lugar del Otro - a que pueda tomar la palabra e interrogarse por su padecimiento, para que un sujeto pueda encontrarse allí no solo con el significante que lo amarra sino con el vacío que también lo constituye. Operación de alojamiento que implica estar dispuesto y disponible para ese sujeto singular y su familia; renunciando a cualquier tentación de reeducación emocional en tanto el analista no es un agente normativizante, ofreciéndole escucha y tiempo, creando las condiciones para la emergencia de un enigma que propicie el trabajo subjetivo, orientado a desentrañar el discurso y el secreto sobre el goce familiar del que cada ser hablante es siervo.
Como analistas trabajando con parejas y familias creemos que en todos los casos es necesario este interjuego entre el sostenimiento del encuadre 64
y la variación del dispositivo considerando la singularidad del caso, pero es quizás más visible en aquellos donde la gravedad y la urgencia toman la escena analítica. Por eso consideramos que este recorrido es una gran oportunidad para visibilizar una operatoria que nos permite dirigir la cura con familias y parejas dentro del marco psicoanalítico, haciendo lugar a la singularidad del caso y con el síntoma como brújula.
Bibliografía
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Sinatra, E. (2016) “Asuntos de familia: el Otro en Uno”. Lacan XXI. Revista FAPOL online. Mozzi, V. (2016) “Enredos de familia... Sus asuntos en la práctica”. Lacan XXI. Revista FAPOL online. Recuperado en http://www.lacan21.com/sitio/2016/10/25/enredos-de-familia-sus-asuntosen-la-practica/ Pichon-Rivière, E. (1971). Del Psicoanálisis a la Psicología Social. Tomo 2, Buenos Aires: Galerna Sánchez, Blanca (2006) La familia entre ficción y función en Revista Virtualia Revista digital de la escuela orientación lacaniana Nº15 Julio Agosto 2006 Recuperado en http://www.revistavirtualia.com/storage/articulos/pdf/vU8SGOdEyMNWwMh 3xrunh3eMt1IEfdiJZsbCasvQ.pdf
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