
7 minute read
Presencias, ausencias
Presencias, ausencias…
Stella M. Perandones
Advertisement
“No hay fraternidad que pueda concebirse sino es por estar separados juntos” Lacan, J. El reverso del psicoanálisis
La convocatoria para esta publicación refiere, a propósito de los efectos provocados por la pandemia en la institución, al hecho de vernos obligados a sostener la asistencia y la formación de manera remota. Consecuencias que dan lugar a la formulación de una pregunta ¿Qué implica hoy la ausencia?
Con la llegada de la pandemia la institución quedó desierta, al principio totalmente -cuarentena obligatoria- luego los profesionales que retornaron varios permanecieron con licencia COVID- se alternaban semana por medio en el Hospital.
La atención pasó a ser telefónica o por videollamada, pero no había wifi, tampoco, teléfonos. El paisaje fue cambiando, pasillos desiertos, consultorios vacíos, había que encontrar un consultorio con red, o localizar alguna en el estacionamiento. Cambiaron las rutinas, había que repartir alcohol, barbijos, mascarillas, organizar la admisión y las derivaciones. Surgieron nuevos dispositivos: “Comité de crisis” “Ameghino atiende” entre otros arbitrios, para sostener la atención. Las reuniones de equipo, así como los indispensables plenarios, se realizaron de forma remota. Mientras que los compañeros con licencia COVID recibían derivaciones y oficios judiciales a través de mails.
Sin duda estos cambios afectaron a la institución, pero ¿que decimos cuando hablamos de institución? Un lugar de entrecruzamiento del espacio y la temporalidad, un lugar donde se producen acontecimientos. Un lugar que nos liga en una convivencia diaria, donde nos rigen los horarios, las normas, las disposiciones de los directivos.
En medio de todo lo preestablecido, lo dado, la profesión, el establecimiento institucional donde coincidimos, la filiación, la elección, aquello que de algún modo otorga identidad. Trabajo en común, no
27
necesariamente colectivo, si se trata de algo impuesto al conjunto de los integrantes de la institución.
Los teóricos de occidente trabajaron el tema de la comunidad concibiéndola de modo tradicional como un cuerpo de identidad, una forma de propiedad, una intimidad natural.
Lo que une a estas distintas concepciones, es el presupuesto de que la comunidad es una “propiedad” de los sujetos que une: un atributo, una determinación, algo que los define como pertenecientes a un mismo conjunto. O inclusive una sustancia producida por la unión.
Para estas filosofías la comunidad es un pleno. La comunidad como un bien, un valor, una esencia que se puede perder y reencontrar, como algo que nos perteneció en otro tiempo y que por eso podrá volver a pertenecernos. La idea de pertenencia también refiere a la categoría de apropiación.
Es esa idea de comunidad la que cuestiona Roberto Espósito (2003) en su libro Communitas “El munus que la communitas comparte, no es una propiedad o pertenencia. No es una posesión, sino, por el contrario, una prenda, un don a dar” (p. 30). Se trata de una falta. No es lo propio lo que caracteriza lo común sino lo impropio, lo otro, Una desapropiación que inviste y descentra al sujeto propietario, y lo fuerza a salir de sí mismo, a alterarse.
En la comunidad los sujetos no hallan un principio de identificación, sino ese vacío, esa distancia, ese extrañamiento que los hace ausentes de sí mismos. Sujetos de su propia ausencia, de una impropiedad radical. Por eso la comunidad no puede pensarse como una corporación, una fusión de individuos de la que resulte un individuo más grande. ¿Cómo ser en común? Se pregunta Jean Luc Nancy (2003). Es evidente que nosotros existimos indisociables de nuestra sociedad, si se entiende por ello, no nuestras organizaciones, instituciones, sino nuestra “sociación, lo que es mucho más que una asociación (contrato, convención, colectivo, colección) es una condición coexistente que nos es esencial”.
En su libro Espósito observa que el cum latino es lo que vincula o lo que junta. Cum: “en el medio de”, “entre”, “entre nos”. (Esposito, 2003, 15)
28
En cuanto a koinos (común en griego) O bien se lo vincula al cooccidental en general o bien al keión griego homérico: lo que rompe, lo que parte.
Esto nos induce a suponer que lo común implica siempre conjunción y disyunción, disconjunción, reunión con división, de modo tal que la comunidad tiene en su interior lo que liga y lo que desliga.
Cum, nos expone, nos pone unos frente a otros, nos entrega los unos a los otros, nos arriesga los unos contra los otros y todos juntos nos entrega a lo que Espósito llama: “la experiencia”, la cual no es otra sino la de ser con
Cum pone juntos, pero no es un mezclador, sino que puede significar un hacia, un estar dispuesto hacia alguien, un estar vuelto hacia, es tomar en cuenta una observación, una consideración, es una mirada de atención o interés, también de vigilancia, de desconfianza, etc. Puede ser un simple registro, tomar nota, un habérselas con, un tomar en cuenta.
No se trata de un “ser” juntos, no es un conjunto de ser sujetos y tampoco es él mismo un sujeto. Este “con” no es nada, ninguna sustancia. Sin embargo, esta nada no es exactamente nada, es algo que no es una cosa, en el sentido de algo dado presente en algún lado. Se trata de algo que no está en un lugar porque es más bien el lugar mismo.
El cum es la morada. Es el sitio, el lugar mismo que no es localizable en el espacio extenso. El cum funda lugar. Semejante lugar, Espósito lo denomina “sentido” que no es en absoluto una consistencia, sino la circulación de la proximidad en su alejamiento y del alejamiento en su proximidad.
Ser con: es ser lo abierto. Lo abierto y por lo tanto, expuesto. La exposición “lo empuja a tomar contacto con lo que no es, con su nada, ésta constituye la más extrema de sus posibilidades, pero también la más riesgosa de las amenazas. Lo que se teme en el munus hospitalario y a la vez hostil, es la pérdida violenta de los límites” (Esposito,2003,32).
Desde esta perspectiva la comunidad no se identifica con la res pública, la cosa común, sino que es la falla que bordea y perfora lo social.
Abierto no es simplemente generosidad, amplitud en la hospitalidad y soltura en el don, sino la condición de coexistencias de singularidades entre
29
las cuales, al borde, en los límites, entre afuera y adentro circula indefinidamente la posibilidad de sentido.
Desde este enfoque podemos conjeturar que la ausencia en el hospital como lugar de encuentro, modificó y conmovió la conformación de la institución. En el espacio hospitalario no había al comienzo de la pandemia, ni profesionales ni pacientes. En la virtualidad lo común, una trama construida más allá de las redes informáticas. Un cum que fue tejiendo en el quehacer compartido una experiencia.
Esa red que supimos armar y sostener en la insistencia, esa fuerza que sabe brotar y se pone en acto cada vez que se ve amenazada y que al modo de un connatus spinoziano es expresión de empuje y efectuación. Es actualidad, invención. Posibilidad incalculable que se afirma en su potencia.
Ninguna propiedad, nada que nos puedan dar o quitar, es lo que se produce cada vez, hic et nunc. Para Spinoza (2004) la comunidad no tiene sustancia, sólo los hombres libres pueden crear comunidad, sino hay que llamarlo sociedad o estado1 .
Cuando se delibera acerca de la institución que fuimos, como una historia monumental inalcanzable o como un futuro que se pretende liberador, aunque incierto, desdeñamos ese principio que nos orienta, se instituye en el funcionamiento.
Si pensamos la historia como una cuestión vital, no se trata de repetir las glorias del pasado sino de encontrar aquello que fue su posibilidad: su disposición, su fuerza, su potencia. Esta fuerza no es ajena a las marcas del pasado, por el contrario, se nutre de ellas en su fluctuante devenir.
“Nada en común”, se trata de pensar la comunidad desde la inconsistencia. (Esposito,2003,15). No como preexistente, sino como algo que se constituye cada vez. Comunidad que se inventa. Se produce en un momento, es un destello, un acontecimiento que nos une separándonos y nos separa uniéndonos.
1 La Sociedad no es inmanente, sino trascendente, no la elegimos. Nacemos en una Sociedad que nos preexiste, y nos incluimos en ella respetando reglas y consensos, No obstante, para Spinoza, la meta fundamental del Estado no radica solamente en brindar una red de seguridad, sino que su función más específica consiste en propiciar un terreno fértil para el ejercicio de la libertad.
30
Bibliografía
Esposito, Roberto (2003): “Communitas. Origen y destino de la comunidad.”; precedido de Conloquium de Nancy, Jean-Luc, Trad. Molinari Maroto, Carlo Rodolfo, Buenos Aires, Amorrortu. Spinoza B. (2004) Tratado Político. Barcelona: Alianza Editorial. Material trabajado en Jornada coordinada por Nora Trosman: “La comunidad, inmanencia de una construcción”
31