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La presencia de lxs analistas en el campo de lo público. Sus consecuencias políticas y sociales

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Perla Telias

Perla Telias

La presencia de lxs analistas en el campo de lo público. Sus consecuencias políticas y sociales

Eduardo Smalinsky

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El psicoanalista J. A. Miller en la presentación para la Revista de Psicoanálisis #9 en Rusia del 15/05/21, realizó algunas afirmaciones que quiero compartir y problematizar. Me interesa reflexionar sobre dichas palabras no sólo porque me parecen cuestionables sino sobre todo por el peso institucional que tiene quien las dice. En primer lugar, considero que es equívoco el modo en que presenta sus ideas, ya que en apariencia sostiene una posición cuidadosa valiéndose de aspectos teóricos del psicoanálisis, cuando en realidad propone una posición política sumamente reaccionaria. La consecuencia de dicha posición es la de negar derechos a las personas transgénero y en particular a las infancias.

Los argentinos, que gracias a la lucha permanente de los colectivos LGBTIQ+, vivimos bajo leyes como las de identidad de género y de matrimonio igualitario, conocemos por propia experiencia que la ampliación de derechos, permite que colectivos que han sufrido históricamente múltiples formas de violencia, puedan mejorar sus condiciones de ser, estar y existir del modo en que se perciben.

Por otra parte, si somos consecuentes con una teoría del inconsciente, sabemos que toda autopercepción, por su carácter paradojal, también viene del campo del otro.

Miller afirma que:

Hay gente, cada vez más numerosa, en todo caso en Francia, pero está más desarrollado en Estados Unidos, que le inculcan la escucha: “Hay que escuchar lo que dice el otro”, “Hay que respetar lo que dice el otro”, “Hay que tomar en serio cuando habla”.

Eso conduce insensiblemente a la idea de que lo que el sujeto dice es verdadero, es exacto, que es así. Y el sujeto dice eso: “Es así”.

Entonces, nos damos cuenta de ello con el problema dramático del niño trans. El niño trans que tiene 4 años dice: “No es mi cuerpo. Quiero otro cuerpo que el que tengo”. Y muy tempranamente, una enorme presión se ejerce sobre la familia para darle esa satisfacción. El aparato escolar se moviliza, se va a cambiar su nombre -informalmente, pero efectivamente- y

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se va a preparar para que reciba tratamientos hormonales, incluso quirúrgicos, en cierto tiempo. Y si uno pone cierta reserva diciendo: “Es un chicuelo de 4 años. Puede cambiar de opinión”. Después de todo, es la manera en que interpreta el malestar que tiene, pero la verdad de ese malestar puede ser diferente. Si uno dice eso, uno va a pasar por un horrible dominador que rechaza escuchar la palabra del otro. Entonces, es una consecuencia de la popularidad del psicoanálisis que ha hecho de la escucha un dispositivo universalmente apreciado, y es al mismo tiempo lo contrario del psicoanálisis porque eso rechaza toda interpretación del sujeto. Si ustedes dicen: “El niño dice eso, pero se lo puede interpretar de otra manera”, son monstruos que rechazan escuchar la palabra inocente y verdadera del pequeño niño.

Ustedes ven que es complejo. De un lado, esta ideología repercute al psicoanálisis en la importancia dada a la escucha y, al mismo tiempo, borra toda posibilidad de interpretación. Y hoy en día en Francia hay un combate sobre esto. Hay practicantes que han firmado una petición para el sostenimiento incondicional de la autodeterminación del niño, y entre ellos, hay psicoanalistas que han firmado, pero también hay practicantes que se oponen radicalmente a esa posición. Digo “radicalmente”, aunque me parece que no somos tan radicales. Considero que la posición de los otros es una monstruosidad al nivel incluso de lo que quiere decir ser un ciudadano, que si se borra toda diferencia entre el niño y el adulto, es el fundamento mismo de la democracia que se pone en cuestionamiento. Y yo estoy a favor de la redacción de una petición mucho más radical que la que se ha hecho hasta el momento. El punto de vista opuesto, el punto de vista protrans, domina en los Estados Unidos, ¡pero no dominará en Francia! Y por un cierto número de razones tampoco dominará en Rusia (Miller, 15-05-21).

Los dichos de Miller nos llevan a preguntarnos sobre qué concepción de escucha e interpretación tiene cuando concibe que el escuchar, el atender y el dejarse afectar no son en sí mismos modos de interpretación, de interpretar en el sentido del player. Interpretar de ningún modo es contradecir, cuestionar o interrumpir el jugar infantil, sino más bien permitir su despliegue para advertir los alcances e importancia que tienen para ese niño.

Por otro lado, es evidente que la preocupación de Miller apunta exclusivamente a cuando el género deseado por le niñe no coincide con el género asignado al nacer. Es decir, se reserva lo que llama "interpretación" sólo a esos casos. Miller cuestiona exclusivamente a les niñes que expresan alguna necesidad de transición. Él no interpreta a los "niños" que quieren ser niños ni a las "niñas" que quieren ser niñas, por lo que podemos suponer que antes de escuchar, él "interpreta" que una identidad trans es de una

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jerarquía menor que una identidad cis, lo que pone de manifiesto su posición cis centrada y su tendencia a la patologización de las identidades trans y no binarias, cuestión no compatible con la mínima abstinencia y neutralidad que se espera de un psicoanalista.

Lo que denomina "monstruosidad" (Miller, 15-05-2021) no consiste en borrar las diferencias entre niños y adultos, sino todo lo contrario. Los adultos, responsables de reconocer las necesidades, deseos y derechos de las infancias, se sensibilizan para no rechazar, como venía sucediendo con las producciones infantiles que se apartan de lo cis-heteronormativo. Dar lugar a esas subjetividades en vez de patologizarlas, postergarlas o disciplinarlas puede ser también tarea de un psicoanalista.

Lo que está en juego no es como afirma Miller la "democracia" (Miller, 15-05-2021), sino como bien sabemos por estas tierras, qué tipo de democracia queremos construir. Si se trata de una democracia aferrada a los valores patriarcales, cis-heteronormativos y binarios, o si se trata de una democracia que haga lugar a los derechos humanos donde se incluya el abanico de las múltiples identidades. Ese modo de existir no constituye un riesgo para la democracia, sino que el negarlo es profundamente antidemocrático.

Esta "ideología" como refiere el psicoanalista francés, pone el acento sobre la escucha, el respeto a las diversidades, y la ampliación de derechos. La ideología que Miller transmite, pero no explicita, se basa en oponerse a la sanción de leyes, como la de diversidad de género en Francia, del mismo modo que antes lo hizo con su oposición a la ley de matrimonio igualitario y también al plantear reservas en la adopción homoparental. Es una ideología que intenta argumentar desde supuestos psicoanalíticos, posiciones marcadamente conservadoras y heteronormativas, más propias de un pensamiento religioso.

Escucha e interpretación no son operaciones necesariamente separadas. La escucha y la disponibilidad ya suponen modos de intervención para el analista.

Freud es claro y Lacan también, cuando afirman que mientras se desarrolla la asociación libre, o el jugar asociativo, no hay ninguna razón para que el analista lo interrumpa, salvo por resistencias que se alojen en el 44

mismo, por rechazar esa apertura del inconsciente, y esa particular transferencia que se está desplegando.

La única razón que habilita al analista a intervenir-interpretar, se da cuando las asociaciones o el jugar se detienen y su intervencióninterpretación apuntará a un relanzamiento de ese proceso elaborativo.

La autopercepción identitaria es un modo de subjetivación, por el que nos reconocemos y nos identificamos. Se constituye como lo dije antes, sobre la paradoja de que toda autopercepción se sustenta en una percepción que viene del campo del otro y que siempre supone algún tipo de desencuentro entre sexo y género.

El ambiente, los Otros primordiales, de acuerdo a cómo y cuánto se adapten a las necesidades infantiles, posibilitan en los primeros años, el crear y el crearnos, el encontrar y el encontrarnos de diversos modos.

La labor del análisis es posibilitar el despliegue y desarrollo de ese desencuentro, permitiendo explorar y encontrar esas modalidades de ser, estar y existir adecuadas para cada quien. Se trata de viabilizar las transiciones necesarias, cuando por algún obstáculo naturalizado, la transición se ve interrumpida. Supone también visibilizar y explicitar todas las normatividades culturales y sociales, que nos habitan y que habitamos. Desde esta perspectiva, analizante y analista saldrán transformados por el atravesamiento de este proceso.

No hay ninguna razón para interrogar los modos de autopercepción, salvo cuando provoquen algún tipo de sufrimiento percibido por el analizante. El síntoma como singular modo de procesar el malestar en la cultura de ninguna forma es equiparable al malestar que las leyes y normas patriarcales, binarias y cis hetero normativas producen socialmente.

El malestar en la cultura podrá tener un carácter generalizado, pero esto no significa que sea semejante en las diferentes culturas ni que esté equitativamente distribuido en el interior de cada una.

Y es la política, la herramienta privilegiada, con que los feminismos y los colectivos que representan a las diversidades, vienen consiguiendo la ampliación de derechos, es el modo social de reducir las violencias que

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padecían. Asimismo, las formas del jugar tampoco debieran ser cuestionadas, salvo que constituyan riesgos para el niño o para los otros.

Paula Husni, analista de la EOL AMP, reconoce esta problemática en su artículo: "El psicoanálisis fuera de género": "el psicoanálisis podrá tener un lugar y una incidencia en lo social en tanto reconozca los alcances de una ley que ha implicado una enorme restitución de derechos a una población a la que le han sido históricamente cercenados" (Husni, 4-04.2021).

Thamy Ayouch (2017), psicoanalista Marroquí-Francés, que visitó el Centro Ameghino en noviembre de 2019, invitado por el Grupo de Trabajo en Diversidad y Psicoanálisis, escribe en su artículo "Poder y psique: para un psicoanálisis más allá de la `función psi´”. En dicho escrito el autor propone trabajar por un psicoanálisis "menor", "hibridado", que yo nombraría como "micropsicoanálisis".

Ambiciona la des-territorialización de la lengua psicoanalítica mayor: trataría de ver qué uso de las nociones mayores del psicoanálisis puede ser efectuado en el caso específico de minorías clínicas, de género, de clase o cultura.

Aspiraría a inscribir toda cuestión subjetiva en el espacio social, histórico y político del sujeto. Considero que el/la analista ocupa una postura política, a través de su situación en la ciudad, de su escucha de las minorizaciones de lo psíquico y lo social, de su manejo de la transferencia, del análisis de los efectos de poder que atraviesan esta transferencia, y de una reflexión sobre las consecuencias subjetivas y sociales de su práctica. Mediante esta inscripción política, el psicoanálisis tiene que intentar aprehender la singularidad de las experiencias minoritarias por fuera de un recurso a las normas mayoritariamente prevalentes.

Un psicoanálisis menor ambicionaría entonces a: resaltar las exclusiones perpetradas por ciertos discursos analíticos, sin pretender instituir un psicoanálisis específico para los/as excluidos/as. revelar el androcentrismo de ciertas perspectivas sin caer en un diferencialismo binario, cuestionar a la homofobia, la transfobia o el etnocentrismo, sin erigir una identidad esencializada de género, cultura o etnicidad. En fin, reconocer los efectos de poder en los cuales él se inscribe y deshacerse de cualquier pasión de la identidad.

Al respecto, la psicoanalista, Cecilia Montenegro (2021), quien trabaja con personas transgénero sostiene:

La clínica del psicoanálisis con niñxs (en especial desde Winnicott) habilita al jugar fundamentalmente como una zona de no exigencia. Ese espacio intermedio donde no están excluidos los géneros, (pudiendo ser explorados,

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recreados y subjetivados), tiene la función de mediar entre el mundo interior y el exterior. Preserva a lxs niñxs de quedar ubicadxs en una posición de acatamiento, posibilita que construyan una experiencia propia de ser y estar (16 de agosto de 2021).

Esta misma analista, comenta una experiencia clínica, que puede interrogarnos sobre hasta dónde podemos estar habitados por prejuicios y normatividades.

Los padres de un niño que en la actualidad está realizando un proceso de transición de género, y que desde los 4 años les manifiesta su inclinación por ser un varón, cuentan que rechazaron esa inclinación hasta que fueron convocados por la escuela. Cuando estaba en segundo grado esa niño se acercó a su maestra y le preguntó, como si fuera un juego: "¿Si murieras y volvieras a vivir, que te gustaría ser? La docente quedó perpleja por la pregunta, pero antes que pudiera responder, esa niña se adelantó y le dijo "A mi me gustaría ser un varón". La maestra, aún más sorprendida, pero muy sensible respondió: "No es necesario que te mueras para ser un niño, vamos a hablar con tus padres".

Esta receptiva respuesta de la docente me hizo recordar algunas de las preguntas que Paul B. Preciado (2019) formuló a los analistas de la Escuela de la Causa Freudiana.

No pueden más seguir afirmando la universalidad de la diferencia sexual y la estabilidad de las identificaciones heterosexuales y homosexuales en una sociedad donde es legal cambiar de sexo o identificarse como persona como personas de sexo no-binario, en una sociedad donde hay ya mies de niños nacidos de familias no heterosexuales y no-binarias.

Hoy, es mas importante para ustedes, senoras y senores psicoanalistas, escuchar las voces y los lenguajes de los cuerpos que el régimen patriarcacolonial ha excluido que leer a Freud y a Lacan [...] No busquen refugio en los padres del psicoanálisis. Vuestra obligación política es cuidar a los niños, no la de legitimar la violencia de los padres.

Creo que la tarea que nos resta por hacer es comenzar un proceso de despatriarcalización, des-heterosexualización y de-colonización del psicoanálisis. Quizás sólo este proceso de transformación, por más terrible y desmantelante que les merezca hoy, de nuevo, llamarse psicoanálisis (p 102)

La presencia de los analistas en el campo de la salud pública nos confronta con cuáles son nuestras prioridades. Si vamos a sostener a nuestros maestros y sus teorizaciones por sobre todo, o si estamos dispuestos a cuestionar las teorías y las prácticas en función de hacer lugar

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a lo diverso, a lo otro, a la alteridad más radical en todas sus manifestaciones de género, clase o cultura.

No soy amigo de los aforismos ni de los imperativos, pero este fragmento me parece particularmente adecuado para explicitar el desafío ante el que nos encontramos lxs psicoanalistas "Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época" (Lacan, 1988, 309).

Bibliografía

Miller, J (2021): Presentación para la Revista de Psicoanálisis #9 en Rusia – por Jacques-Alain Miller - 2021-05-15. Recuperado en https://psicoanalisislacaniano.com/2021/05/15/jam-presentacion-revista-rusia20210515/#_ftn1 Husni, Paula (2021): "El psicoanálisis fuera de género”. Recuperado en https://fapol.org/blog/portfolio-items/el-psicoanalisis-fuera-de-genero/ Ayouch, T. (2017): “Poder y Psique: para un psicoanálisis más allá de la función psi”. Revista Topia. Recuperado en https://www.topia.com.ar/articulos/poder-y-psique-un-psicoanalisis-mas-allafuncion-psi Montenegro, M.C. (16 de agosto de 2021) Clase: "Atención basada en derechos" Curso de postgrado (segundo semestre) Salud Mental y Diversidad. Herramientas para abordajes inclusivos 2021. Preciado, P.B. (2019). Yo soy el monstruo que os habla. Barcelona: Anagrama. Lacan, J. (1988). “Función y campo de la palabra y el lenguaje”. Escritos I Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.

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