Revista Número 10: "El mal"

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forma demasiado osada el primer día, iba a su lado. Notó enseguida el estado de la elfa, y pasó el día entero buscando cualquier excusa para dirigirse a ella y tratar, de alguna forma, de saber que le pasaba exactamente.

- No, no te confundas. - La voz de la elfa temblaba un poco. - Es que sin ella no creo que consigamos atraer a los dragones, eso es todo. Es muy grave, no podemos dejar que unas bestias así sigan arrasando ciudades como lo están haciendo.

Al principio la elfa trataba de ignorarlo todo lo que la cortesía le permitía, pero poco a poco acabó cediendo a la conversación del chico. Su preocupación parecía sincera y, al fin y al cabo, Anoixi no tenia muchos aliados dentro de aquel maldito ejercito.

- Ya...- Kaneis ni siquiera se molestó en disimular lo poco que le convencía esa excusa en su tono de voz.― Tal vez sea mejor cambiar un poco de tema... Dime, Anoixi, ¿Hay alguien que espere ansioso tu vuelta?

- Yo te creo. -Le dijo él. Aquellas palabras le tocaron la fibra a Anoixi, que sonrió levemente. - El problema, Kaneis, es que el tribunal tal vez no lo haga. - Si te soy sincero, me confunde un poco el hecho de que estés tan preocupada por ella. Creí entender que no le tenias demasiada simpatía.

- Eso no es asunto tuyo, soldado.― Su tono se había endurecido súbitamente. Ese tipo de argucias ya las conocía y sabia perfectamente por donde iban los tiros.― Te recomiendo, encarecidamente que no vuelvas a dirigirte a mi en esos términos. El joven ni se inmutó, ya esperaba una respuesta así pero tenia que intentarlo. - Solo intentaba distraerte ~35~

de los problemas, Anoixi.― Respondió con total tranquilidad. - Creo que te haces un flaco favor a ti misma cortando de raíz todo intento, por parte de cualquiera, de conocerte mejor. - Anoixi le dedicó una mirada severa, pero el joven prosiguió.― No me mires así, corren rumores sobre ti, y me temo que al aislarte no estás al tanto de ese tipo de ataques contra tu persona. Anoixi paró el caballo en seco y le miró fijamente intentando adivinar sus verdaderas intenciones. - ¿Que tipo de ataques, Kaneis? El joven se encogió de hombros, y se abstuvo de parar también su caballo, lo que obligó a la elfa a hacer reanudar el paso al suyo. - Se comenta que te han visto con el hijo de un poderoso mercader de la ciudad. - Dijo finalmente Kaneis. - Ah, ya. - La elfa se relajó. - ¿Solo eso? ¿Y por qué


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