Kunsthalle M annheim (1983), el M useum Bochum y la Staatsgalerie de Stuttgart (1984), la Kunstsamm lung Nordrhein-W estfalen Düsseldorf, el L udw ig M useum de Colonia (1986) y el Museo de Arte Moderno de Frankfurt (1991), por citar sólo los más destaca dos (fig. 88). En el contexto de tal expansión de la m aquinaria de exhibi ción, se hace pertinente preguntarse si la nueva vanguardia ale mana no correría el peligro de ser adoptada por esos valores a cuya obra en cierto nivel parecía querer resistir: la búsqueda del arte como placer recreativo, la elaboración de una cultura nacio nal y el atrincheram iento de la gestión patriarcal. En esto se da una antigua im plicación: que una vanguardia necesita a la vez enfrentarse tanto a la historia del arte como a las competencias de gestión del conservador del museo. Pero esta cuestión es tam bién ideológica. ¿Bajo qué intereses deberá actuar el conservador? ¿En
87. O
la f
M etzel,
13.4.1981, 1987. Acero, crom o y hormigón, 11 ' 9 x 7 m. Instalación en la Kurfürstendamm/ Joachimstalerstrasse de Berlín.
E l arte dentro del museo: fin a le s de los ochenta
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