Revista Cuaresma de Sevilla 2019

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Año 2019

de Sevilla

CUARESMA Revista


JUNTO A REALE TENGO LA CONFIANZA PARA DISFRUTAR DE LA VIDA Mรกs de un millรณn y medio de personas ya tienen la confianza necesaria para alcanzar cualquier objetivo gracias a nuestros seguros.

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Editorial

Cuaresma 2019 Camino de los tres lustros ya en los que Sevilla, a través de nuestros lectores y seguidores, y quienes hacemos esta revista que hoy tiene ante sus ojos nos encontramos conformando pareja en este tramo de la vida que atiende por Cuaresma, en estos días de vísperas que pronto dejarán de serlo para conducirnos irremediable e irremisiblemente hacia ese tobogán por el que baja la vida a velocidad de vértigo, camino a un nuevo Domingo de Resurrección convertido en el principio de una nueva espera. Vuelven a ser muchos los agradecimientos que debemos desde aquí a todos aquellos que siguen apoyándonos para poder poner en la calle esta humilde cofradía de papel. No saben cuán gratificante resulta descolgar el teléfono y encontrar tanta respuesta afirmativa, tanto cariño, amistad y entrega entre quienes ponen todo de su parte -colaboradores, anunciantespara que volvamos a encontrarnos en estas sevillanas horas de la espera. Vayan pues hacia todos ellos nuestro más profundo, sincero y leal agradecimiento. Pocas veces cobra más fuerza el aserto de nada sería posible sin la ayuda de que en estos momentos en los que nace nuestra decimocuarta entrega. Nos hacen sentir como ese niño que agarra la mano paterna, vestidos ambos de nazarenos, en busca de la confianza y serenidad necesaria para volver a ponerse en el camino de todos los años. Y mientras tanto, determinados problemas se repiten, acechan y acosan a la manera de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo según Sevilla. Siguen latentes en nuestro entorno, equivocándose de pleno aquellos que señalan hacia afuera como origen de los peligros que tanto mal están causando a los siglos de historia que esta ciudad atesora a la hora de celebrar su semana santa. Cuidado con quien no alcance ver el peligro y poder de destrucción del fuego amigo, emboscado en demasiados rincones -algunos, nada oscurosREVISTA CUARESMA DE SEVILLA 2019 Director: Juan Salas. Dirección Creativa y Comercial: Fernando Salazar. Dirección Artística: Ángel Bajuelo. Fotografías: Salazar - Bajuelo y distintos autores. Impresión y maquetación: Rojo Artes Gráficas. Depósito Legal: SE-1595-06 (Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, salvo expresa autorización de los propietarios de sus derechos)

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desde donde parece no saberse estar a la altura del legado que recibimos tras siglos y generaciones que sobrevivieron a los no pocos problemas que la propia historia puso en el camino de las hermandades y cofradías de esta ciudad. Con la esperanza de un futuro mejor, de que las soluciones se encuentren pronto y se apliquen de inmediato por quienes tienen la obligación de ejercer la autoridad al respecto, les dejamos con el fruto de nuestro trabajo. Aquí está lo que creemos que nuestros lectores y partidarios quieren de nosotros. Contamos con su ayuda para intentar que nuestra próxima cita les satisfaga aun más de lo que pueda hacer esta. Y que sea mucho lo que puedan disfrutar de la ciudad y su gente, su maravillosa gente, en las fechas que están por venir si es que no han venido ya cuando derrame sus ojos sobre estas líneas.



“Otra Sevilla parece que está fundada en el río” Lope de Vega

Foto: Eugenio E. Alés



Carta del Alcalde de Sevilla El tiempo de espera que da nombre a esta publicación comienza a correr ante nuestros ojos dando sus últimos coletazos. La primavera ha estallado en Sevilla con el anuncio de una nueva Semana Santa; de un nuevo tiempo de gozo que nos alcanzará a todos en su máximo esplendor. Sevilla sabe bien lo que es la cuenta atrás. La Cuaresma se ha convertido en ese tiempo, sin tiempo, que nos transporta a nuestros mejores recuerdos y que nos prepara para aquello que siempre está por venir. Sevilla es una víspera constante que se materializa en cuarenta días y cuarenta noches.

servicios municipales que se desviven para que todo salga perfecto, así como a todos aquellos que forman parte de los operativos de seguridad que, desde hace meses, trabajan en pro del buen desarrollo de una nueva Semana Santa. En este sentido, quisiera hacer extensible este agradecimiento a aquellos ciudadanos y ciudadanas que con su ejemplar comportamiento contribuyen de la mejor forma a hacer de nuestra Semana Santa un espejo en el que mirarse como ejemplo de Fiesta Mayor en la que el respeto, la fraternidad y la educación son los valores imperantes. No quisiera despedirme sin agradecer a los profesionales que editan cada año la Revista Cuaresma su entrega y apuesta por nuestra Semana Santa así como la oportunidad que me brindan al cederme este espacio para dirigirme a los cofrades de nuestra ciudad. Sin más, como Alcalde de Sevilla, solo me queda desearos un feliz y fructífera Semana Santa en la que encontremos en nuestra ciudad el marco perfecto de la Pasión, Muerte y Resurrección. Juan Espadas Cejas Alcalde de Sevilla

Al ritmo que marca el compás de Amarguras, que este año cumple cien años, la palabra de la pregonera nos anunciará lo que en tan solo cinco días más tarde verán nuestros ojos. Los barrios serán los primeros en poner sus nazarenos en la calle y sevillanos y sevillanas comenzaremos a vivir nuestra Semana Mayor. Por todo ello, quisiera desde estas líneas, reconocer la labor que los servicios municipales llevan a cabo en estos días cuando, con su ejemplar trabajo y profesionalidad, son pieza clave en el transcurrir de nuestras Fiestas de Primavera. Gracias a todos y cada uno de los


Coronación y Victoria El pasado 13 de octubre de 2018, la Santa Metropolitana Iglesia Catedral de Sevilla fue testigo de una nueva coronación canónica de una imagen mariana. Una inmejorable noticia para la Iglesia de Sevilla que tuvo como protagonista a la corporación penitencial de la Fábrica de Tabacos en el barrio de Los Remedios. Diversas instituciones religiosas y civiles, así como una nutrida representación de hermanos mayores de las hermandades y cofradías sevillanas, se dieron cita en la Catedral de Sevilla para asistir al emotivo momento en el que el señor arzobispo de la Archidiócesis hispalense, D. Juan José Asenjo, colocó la presea sobre las sienes de María Santísima de la Victoria, imagen titular de la hermandad de Las Cigarreras, timbrándose con ese gesto el que quizás haya sido el momento más importante desde su fundación 455 años atrás. Con carácter antecedente y como prolegómenos de tan notable ocasión, la corporación del Jueves Santo dispuso una brillante programación, entre la que habría de destacarse actos como la presentación del cartel de la coronación canónica, obra del artista Jonathan Sánchez Aguilera; la presentación de las nuevas labores de enriquecimiento de la corona para la coronación canónica de la dolorosa, realizada en 1967 por Manuel Seco Velasco y enriquecida para la ocasión por el joyero cordobés Miguel Ángel Cerezo, o la

presentación de la insignia de la coronación, una bandera bordada en el taller de Jesús Rosado, con asta y varas de los Hermanos Delgado. El domingo 7 de octubre, días antes de la coronación canónica, la sagrada imagen fue trasladada en Rosario de la Aurora bajo palio hasta la seo hispalense. Desde allí y de forma privada, fue llevada hasta la Iglesia del Sagrario, donde estuvo en besamanos hasta el martes 9 de octubre. Los días sucesivos, 10, 11 y 12 de octubre, tuvo lugar un triduo extraordinario en honor de la dolorosa ante el Altar del Jubileo de la Santa Catedral. Finalmente, la coronación canónica tendría lugar el sábado 13 de octubre por la mañana, efectuándose por la tarde la triunfal procesión de regreso a la capilla de la Fábrica de Tabacos, procesión ésta en la que la sagrada imagen visitó el Excmo. Ayuntamiento, la capilla de Molviedro y la capilla de las Aguas.


por Pablo Borrallo Fotografías: Salazar - Bajuelo Rafael Alcázar


Seis Siglos de Esperanza

por Juan Manuel Labrador Jiménez

No tiene medida el tiempo en la historia centenaria que pervive para siempre, sin que importen las distancias, junto a los lustros, los años, los meses o las semanas mientras discurren los siglos bajo un nombre que mostraba que la fe quiebra fronteras mediante aquella mirada penetrante y reluciente que se ha quedado clavada en el hondo sentimiento de un pueblo que nunca calla al contemplar por sus calles la presencia cotidiana de una Mujer que va oyendo a la gente que le habla,

ya sea para expresarle su más rotunda plegaria o tal vez para decirle que cada día es más guapa, como afirmó en su romance aquel cura que exaltaba lo bonita que Ella es al mirarla una mañana, pues el padre Ramón Cué con su amor le recitaba los versos que le escribió a esa noble Capitana que todos los Viernes Santos navega de madrugada, según Manolo Garrido, sobre un puente que se alarga “porque le dure más tiempo la blandura de su carga”.


Fotografías: Salazar-Bajuelo Rafael Alcázar Fernando Alzate Daniel Villalba

Mas no sólo los poetas se inspiran al ver su cara, ya que también hubo un hombre dedicado a la cerámica, José Recio del Rivero, que con pasión se afanaba diseñando los bordados y la orfebrería en plata para ese paso de palio que sobre el bullicio zarpa con la escolta de dragones que parece que se escapan de los paños de azulejos existentes en las casas y en los patios de ese barrio que fue collación y guarda de una Sevilla que sueña con el aire de esa gracia que desprende aquella Reina, la que fuese coronada por la bula pontificia

que desde Roma llegara, pues San Juan Pablo II con su anillo rubricaba el gozo que se vivió en la tarde ya lejana de un 2 de junio bendito bajo las naves tan altas del templo catedralicio —seo metropolitana—, donde vibraron los muros y las vidrieras mojadas por la lluvia que caía, que hasta en el cielo lloraban quienes también se entregaron a esta Madre Soberana durante seis largos siglos sin que el fervor se agotara. Su figura no envejece, al contrario, nunca pasan las horas por su hermosura


castiza, pura y lozana, y si no que se lo digan a aquel que la engalanaba con su toca de volantes y con las telas doradas que lucía sobre el pecho, José Percio, que cuidaba hasta el mínimo detalle como signo de alabanza a la fragancia encomiable de aquella Rosa temprana, sucediéndole después en su tarea esmerada aquel Fernando Morillo que con su arte creara su inmortal “refregador” para esta Virgen gitana por la que se desvivió y que la tuvo mimada con las joyas que él le hacía, entre las cuales destacan su clásico salvavidas, el corazón con la espada, el puñal de plata y oro que cubriese de esmeraldas y también de aguamarinas, además de aquella ancla que, por encima del vientre, Ella misma se señala a través de aquel lenguaje de esas manos que proclaman el consuelo que reparte con el pañuelo que atrapa las lágrimas cristalinas que sus devotos derraman ante esta marinera que nos deja sin palabras, la que le pone compás a diversos pentagramas que firman López Farfán, de la Vega, Font de Anta, Pantión, Monsalves, Peralto...


autores de aquellas marchas que tienen su inspiración en esa faz sobrehumana. Se cumplen seiscientos años de una historia que no acaba y que tuvo sus inicios a la sombra de Santa Ana, mas sin nunca abandonar los rincones de la cava, pues su nombre se sintió muy cerquita de esas aguas donde el Espíritu Santo al propio río besaba en las puertas de un convento que ya no existe en el mapa, aunque tampoco está ya una capilla olvidada como fue la Encarnación, ni la desacralizada iglesia de los Remedios, porque todas fueron casa para ponerle un altar a esa inigualable Dama que incluso por San Jacinto tiene su vida marcada, pero sería Pureza —esa antigua calle Larga— el lugar más anhelado para poder encontrarla por los siglos de los siglos, y postrados a sus plantas seguirá pasando el tiempo sin notarlo nuestras almas, porque todo se detiene al ir buscando en Triana la belleza inmarcesible que Dios puso en la Esperanza.


¡En Sevilla Hay Que Morir! La cuaresma ha llegado sobre una alfombra mágica de palabras, escritas por juglares y trovadores sevillanos… Palabras que nacen y vuelan sobre la vieja plazuela de San Lorenzo, palabras por los corrillos de versos con estribillos llenos de sueños. La cuaresma ha llegado anunciando que la primavera traerá, de nuevo, el gran maná de azahar que cada año riega la tierra desde el

palio cielo de Sevilla… La gran Roma andaluza que vestirá sus mejores galas de primavera para abrir las puertas de una pasión exclusiva y singular, escrita por el propio pueblo con tinta de fe y de oración sobre el vetusto e histórico manuscrito de nuestra Semana Santa. La cuaresma ha llegado, entre aromas de incienso, sobre ríos de miel y de azúcar… Pan y vino para las dulces torrijas, bañadas en glorias confiteras del justo sabor para deleitar, en un bocado, las exquisiteces de nuestras tradiciones, el afable regosto de nuestras más puras y sencillas costumbres… Jesús se acerca, lo pregona por calles y plazas el sabio paladar del pueblo. La cuaresma ha llegado bailando la hispalense zarabanda de triduos y exaltaciones, quinarios y besamanos, conciertos y vía crucis… En el Compás de San Pablo, María de Montserrat, acompañada en su dolor por reyes y príncipes, por duques de Montpensier y Borbones, pide a Dios que la deje morir junto a su Hijo mientras se escuchan las trompetas del templo de Jerusalén, alrededor de unas andas de cofrades con solera, catorce estaciones en las que, con Sevilla, se arrodilla Magdalena, en calvario de fervores y oración,

a los pies del Gran Poder crucificado, cuando Dimas se arrepiente iluminado en la Cruz de su divina Conversión. La cuaresma ha llegado, entre loas y alabanzas, para ensalzar y realzar la Gloria de Dios, en una tierra que a María cuando llora en su Amargura, sabe darle su alegría y la eterna compañía de San Juan con su ternura, y la corona de Diosa, y la mece bajo palio, y la perfuma de rosas para rezarle el Rosario en la Feria salerosa de capilla primorosa de Montesión de anticuarios... Y entre varales que bailan rodeando sus Tristezas, San Roque le da la Gracia y San Jacinto, una Estrella, San Nicolás, Candelaria, San Vicente, una plegaria de la Serranía Morena, Santiago, verde Rocío, San Julián, flores de Hiniesta y San Bernardo, pa’l frío, un Refugio de tronío con capotes de promesas... Una tierra que a María y al Dolor de sus Dolores le entrega una sinfonía de alabanzas encendías con saetas de pasiones, cantándole “siguiriyas” y martinetes de fragua que nacen de los balcones en un Valle de oraciones y en un Museo de Aguas... Que de Merced y Mercedes, de Caridad y Piedades, Sevilla, la Palma tiene igual que de Soledades, Amparo pa’l Desamparo, Consolación pa’ las Penas y a los pies de San Gonzalo, la


por Pascual González Moreno Fotografías: Archivo Salazar-Bajuelo

Salud que a Dios clamamos con nuestra fe nazarena. Una tierra que a María, cuando con Angustia llora, para sus Lágrimas Guía un Patrocinio de Aurora que seca su hermosa cara con Ángeles de su cielo, nombrándola Emperadora y Soberana Patrona de los Reyes de su Reino, en los que tiene la Regla de dar Socorro a María, iluminando su altar con Luz de Carretería y el Sol que da la alegría al barrio del Plantinar… Presentación, Dulce Nombre de Victoria cigarrera, de garbo y trianería, Quinta Angustia de María, de Guadalupe arenera, de Carmen la Marinera y Loreto de la Armada que siembra en la Costanilla, la Pura y Limpia semilla de Concepción Sevillana… Sevilla con sus “misterios” y sus Vírgenes hermosas, Subterráneo, Paz, Remedios, Montserrat, Villaviciosa, y en la Calzada, mi barrio, Sevilla tiene un Sagrario de Encarnación Dolorosa. Una tierra que a María, entre Altozano y Zurraque, le dice “O”, Madre mía, ¡Vaya una “O” con empaque de verde Guadalquivir!, en una orilla, Triana y en la otra, flor de Abril, de tres bellas sevillanas que en Trinidad y en San

Gil, de Esperanza la proclaman lo mismo que en San Martín, hija de “Señá Santana” y del gitano Joaquín, que en Pureza y Resolana, bajo palios de postín, rebosa de Inmaculada, la Esperanza al sonreír y en Macarena o Triana, aquí sí que no hay “ojana”, ¡EN SEVILLA HAY QUE MORIR!



El cartel de Salazar y Bajuelo Las autoridades competentes deberían plantearse volver a dar cabida al cartel fotográfico de la Semana Santa. Porque si la pintura ha hecho aportaciones tan extraordinarias como los carteles de Juan Miguel Sánchez en 1930, Carmen Laffón en 1983, Joaquín Sáenz en 1992 o Francisco Maireles en 1995, la fotografía ha aportado los antológicos de Haretón en 1962, Arenas en 1967, Emilio Sáenz en 1984 o José Antonio Zamora en 1989. Unos para el Consejo y otros para otras entidades, como la Caja de Ahorros, que cogieron el testigo fotográfico cuando este lo abandonó en 1991. Viene esto a cuento de la portada y el cartel de Cuaresma. Año tras año Salazar y Bajuelo -dos autores que como el barquito con dos velas que representaba a los Álvarez Quintero son artísticamente uno solo- han aportado fotografías siempre hermosas y en algunos casos -la Soledad de San Lorenzo vista desde un interior a través del balcón, Gracia y Esperanza “los blancos muros rozando”, la presidencia de la cofradía de los primitivos nazarenos de Sevilla, la Amargura aún dentro de San Juan de la Palma con la blanca cinta de su cofradía desplegándose o el Señor del Gran Poder enmarcado en un filigranas neomudéjares- de una originalidad y belleza que las han convertido en patrimonio gráfico de la Semana Santa. En el cartel de este año Salazar y Bajuelo me han dado la Semana Santa popular que cada año creo perdida y cada mañana de Viernes Santo recupero: en el centro, como fundamento único de nuestra Semana Santa, Dios representado tan mansamente como en el Señor de la Sentencia se muestra (qué acierto,

por Carlos Colón

en el antiguo Libro de Reglas macareno, escribir bajo la pintura del Señor “Obediens usque ad mortem” y bajo el de la Virgen “Spes única laetitiae nostra”); abrigándolo, su barrio; escoltándolo, la gloria de su Centuria; y en torno a él, Sevilla hecha carne, sangre, memoria, gozo y lágrimas de bulla. La vida…, como escribió Galerín viendo pasar la multitud que seguía al Señor del Gran Poder. Veo el cartel y siento que es mi Semana Santa. Sentir es una forma de pensarla porque en ella “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Por ejemplo, que en este paso el manso reo sea Rey y el soberbio procurador sea reo, que el condenado sea libre y quien le condena esté preso de su trono “por no perder -como cantaba Pastora Pavón- el destino que tenía”. Corazón morado macareno.



Tiempo deTiempo vísperasde vísperas Fotografías: Salazar - Bajuelo y ABC de Sevilla

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1. El innovador cartel encargado por la hermandad de la Macarena a Manolo Cuervo, que tanto debate ha suscitado en esta Cuaresma.

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2. Fernando Vaquero ante la pintura del Santísimo Cristo de la Caridad y la Virgen de la Quinta Angustia elegida por el Consejo de Cofradías como cartel de la Semana Santa 2019. 3. El Casino de la Exposición acogió la mayor de todas las novedades que nos deparará la próxima Semana Santa: el paso en el que procesionará el Nazareno de la hermandad del Cerro. El tradicional Vía Crucis del primer lunes de Cuaresma, celebrado el pasado 11 de marzo, tuvo como protagonista al Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, de la hermandad de Montserrat. En éstas imágenes, frente a la parroquia de la Magdalena (4), en un imponente contraluz a la caída de la tarde (5), y delante del Altar Mayor de la Catedral durante la última de las estaciones del rezo del Vía Crucis (6).

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Estrella Fugaz Como pasan las lágrimas, así pasa la Estrella: con la luz empapada —rastro seco de acequia— por la oscura galaxia de sus hondas ojeras. Como el trépano pasa, un indicio se queda en la llama mojada del dolor de madera. Así pasa Triana: como pasa un cometa por el cosmos del agua. Como pasan las fechas de las flores de Pascua, así pasa la arena del reloj en el alma: en la cánula estrecha, donde el tiempo se para, hay un puente de Penas que no tiene barandas. Es un puente que lleva de Esperanza a Esperanza, desde el cielo a la tierra, de la muerte a la gracia, de la cruz a la Vega, desde Dios a la cava. Como pasan los años, así pasa la Estrella: con un dique en la mano que en su angustia se enreda para hacerle un bordado a sus lágrimas nuevas porque el tiempo pasado, ése ya no se seca, ése moja los charcos que la lluvia recuerda en los cielos más altos, en las nubes más negras. Como pasa el verano con sus grises tormentas pasará el calendario: como el mar da la vuelta, como muere el relámpago, como el río se aleja, como amarga el naranjo que sus flores renueva, como migran los pájaros que en sus cónclaves vuelan, como van los gusanos a anidar calaveras, como trota el caballo con sus crines abiertas y percuten sus cascos sobre un son de cornetas, como al irse de largo el caudal por la cuenca se diluye el espacio pero el tiempo se queda coagulado en el llanto que el espejo refleja deteniendo el ocaso. Como pasa la noche, así pasa la Estrella: con codicia de soles deslumbrando su puerta y con aires de bronce entornando veletas, bailarinas de torres que jamás dan la vuelta sin sufrir los azotes de la oscura tiniebla. Así suenan los golpes de la luz pasajera. Y los gallos responden, con su cante despiertan a las

por Alberto García Reyes Foto: Salazar - Bajuelo

nómadas voces que en el eco van muertas sin saber hacia dónde: donde vaya la Estrella. Como pasa un anhelo, así pasa: sin tregua, con el llanto en los huesos, con el Verbo en la lengua, con la cruz de sus siervos, con furor de galerna, como el sol por el hielo, como el ruego en la esquela. Se marchita el pañuelo que le calla la queja y es un óleo en el lienzo el vapor que jadea cuando pinta su miedo. Así son sus duquelas: son encajes de tiempo con hilachas de amnesia enhebrando el recuerdo. Como pasa la gloria, así pasa la Estrella: va regando la alfombra que se traga la hoguera, la que expira en la aurora, la que nace desierta. Así pasa la historia, como el árbol se quema, como fulge la sombra por la vil cabellera al arder la memoria de las noches en vela, como el éxtasis borda la nostalgia maltrecha en la víspera rota que rezuma su estela. Así tiemblan las ondas que salpican las crestas de las aguas redondas: como van las abejas a buscar en las rosas las entrañas del néctar, como el año devora la amargura tartesia con la miel de su boca suspirada de menta. Como pasa en su huida por las sillas de enea, humillada y herida, pero siempre compuesta, maltratada, ofrendida, inocente y enhiesta, así pasa la prisa: ultrajada, indefensa, denigrada y rendida. Así pasa y resuella, con la sangre encogida en su ingente inocencia, con la vista perdida, como un faro que reza con la llama que gira y la luz descabella. Todo pasa y se olvida, sólo queda una huella, una eterna agonía en la margen derecha que se cambia de orilla el Domingo de fiesta. Y se va, fugitiva, tan fugaz en su ausencia, que se queda prendida en la luz que destella la verdad de Sevilla, la que todo lo ciega. Como pasa la vida, así pasa la Estrella.


Lección sencilla de amor La mujer de avanzada edad tenía clavada la mirada en aquella cara con la fuerza con la que caen los cuatro zancos de un paso de misterio en la última arriá. Hundidos los zancos hasta el próximo año, fijada la mirada en su tez morena. Aquella señora comenzó a bisbisear, después elevó el tono de voz y, al final, estaba conversando con la Virgen como lo hacen dos vecinas que se tienen la una a la otra como protagonistas de su vida cotidiana, bolsas del mercado que cuelgan del antebrazo, carritos de la compra en vertical durante la parada y el rabillo del ojo centinela para evitar hurtos. A la Madre de Dios no le decía madre, la llamaba hija, cosa que sólo ocurre en esta ciudad. “Qué bonita estás, hija. Eres guapa, porque lo eres, pero hoy estás bonita, rematadamente bonita”. La cola de devotos adelantaba a la devota mientras ella seguía detenida con su locura de amor, con el ancla de sus ojos echada en la mar infinita de la Virgen. “Mañana voy a venir a verte otra vez, flor de mis días, ilusión de mis horas, ¡bonita, que estás muy bonita!”. Esa mujer, de pronto, me miró. “Niño, ¿has visto qué guapa está?”. Yo busqué el refugio rápido de mi madre, que me tenía enseñado que no se habla con desconocidos. Mi madre fue quien atendió la amable pregunta de la señora y le ofreció una breve conversación con tacto y, con el tiempo, aprendí que lo hizo con todo el cariño. Todo ocurrió donde lo hacen las cosas grandes de la ciudad, a la vera de ese paso de palio que era el pórtico elegido durante muchos años para comenzar mis mañanas de Domingo de Ramos. Mi madre me explicó que hay personas que no tienen con quien hablar, que quizás están solas durante el día y que necesitan que alguien les ofrezca la hermosa caridad de una breve charla, el afecto de algún comentario cómplice, o una simple mirada cálida que enternezca los ojos gélidos de los que están solos porque, quizás, perdieron ya a quienes les miraban. Yo había acudido a ese templo, como siempre, a comenzar mi Semana Santa delante de aquella Virgen, en aquella basílica por la que revolotean querubines y danzan las esmeraldas. Aprendí que aquella mujer hablaba con la Virgen porque la sociedad se había quedado sin tiempo para las personas mayores. Yo iba buscando el oro de Juan Manuel, los claveles del gozo, la candelería perfecta, los destellos del dragón. Iba buscando los ‘ochitos’ de oro de la túnica del Sentenciado, la mirada baja de Pilatos, el plumerío blanco de los rostros marciales. Yo


por Carlos Navarro Antolín Fotografía: Juan Salas Rubio

iba buscando bordados, esplendor, belleza para comenzar a lo grande mis días grandes, la arquitectura delicada de un altar de insignias, el ambiente de júbilo de un atrio, el abrazo fraternal de las mejores horas. Y me encontré con una lección de amor inesperada. Aprendí que hay imágenes que no sólo tienen el poder de hacerte sentir vivos a los muertos por un instante, o el poder de provocar una fugaz espiritualidad en los descreídos. Hay imágenes capaces de oír, capaces de expresar ternura con la mirada. Me encontré más, mucho más de lo que yo esperaba. De aquel día sólo recuerdo que la Virgen de la Esperanza escuchó a aquella anciana, nunca dejó de mirarla, sólo tenía ojos para su rostro cuarteado, sólo tenía calor para mitigar su soledad, sólo emanaba amor para darle fuerza a sus días como una madre que amamanta a un bebé para que nunca le falte energía. Aquel Domingo de Ramos aprendí a ver a la Macarena como la Virgen que habla con quienes no tienen compañía, que regala sus ojos a quienes no reciben ni el obsequio de una mirada. Fui buscando la corona de la Esperanza, el brillo de su cruz de guía, el Niño Jesús de Nazareno, cíngulo del gracejo en su pequeña cinturita de merino y pasamanería, fui buscando la estampa de recuerdo de mi anual visita, fui buscando contar, otra vez, las esmeraldas de sus mariquillas, esos brotes verdes que alumbran el mejor regazo de Sevilla. Fui buscando la consulta curiosa a la nómina de la cofradía, quién será el más antiguo con cirio verde, por qué nunca salen bocinas. Fui buscando el abrazo de mi amigo Manolo García, el paseo por San Luis, sol de cara, adoquines y parada en alguna cafetería, pero no es hora de oloroso, no vayamos a comenzar tan pronto el día… Todo eso busqué en tu templo, en tu casa, en el calor de tu hornacina, y me di de bruces con la gran verdad escondida: tú eres quien acompaña a los que están solos en la vida, divina tertuliana de quienes cuentan ya sus días. Qué gran verdad te dijeron al nacer la Semana Santa. Qué pregón te dio aquella mujer de plaza de abastos, mercado, pescadería, qué declaración de amor, qué media verónica brotó de sus labios, filigrana de amor, requiebro oral de artesanía, qué verdades más rotundas te dice la gente sencilla, como los niños que sueltan las grandes verdades de la vida: “¡Esperanza, eres guapa, pero hoy estás bonita!”.


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Domingo de Gran Poder Habrán sonado altas las campanas que nos anuncian que ya está aquí el gozo. Habrán sonado por Gradas los latines para decirnos que, entre azahares, Sevilla hace hoy su entrada triunfal en Jerusalén y que va a llenar de claveles el Calvario y del dulce recuerdo de infancia ,de la cera que chorrea como una torrija, la calle de la Amargura. ¿Habéis visto el dulzor de la Amargura en esta primavera de Sevilla? Será como todo lo que empieza a ocurrir desde hoy por la mañana, a una hora inciertamente exacta o exactamente incierta. Empezaréis a ver pasar hombres que llevan en la solapa de su chaqueta una leve cintita morada. Es la señal. Esa cintita morada os dirá que está el Señor en San Lorenzo. En Sevilla hay que saber leer las señales de telas. La alta bandera blanca y celeste que por diciembre te dice en la torre mejor que nadie lo que el pueblo siente junto al Arco de la Pura y Limpia. La roja colgadura de damasco que te dice en el barrio que mañana va a pasar Su Divina Majestad por esta su Corte que es Sevilla. Esa colcha nupcial y humilde que por la calle Pureza anuncia el romero según Triana, un domingo de junio. O estas cintitas moradas de los que hoy vienen de ver al Señor en San Lorenzo. Seguid esas cintas en sentido inverso, no os perderéis, que llegaréis al Dios de la Madera. Y permitidme que os diga unas cuantas sugerencias para que allí, en viéndole, comprendáis, como yo comprendí, que Dios es sevillano, que no entra hoy en Jerusalén, sino que viene a la tierra de la Madre que Lo parió. Habréis visto al Señor siempre con la Cruz al hombro. Rostro renegrido. ¿Por qué tiene el rostro tan renegrido? ¿Lo sabéis? Es por la cantidad de madrugadas de Sevilla que se le han quedado en la cara. El Señor tiene en la cara todo ese frío de las oscuridades de la madrugada. Acercaos a San Lorenzo a verlo. Hoy no lleva cruz. Los vencejos entran por mayo a quitarle las espinas y hoy Sevilla le quita la cruz para que veamos que es uno de

por Antonio Burgos Foto: Salazar - Bajuelo

los nuestros, que es sevillano. Para que Sevilla, desde este tendido de la luz de la mañana, vea el Gran Poder que tiene. Lo veréis allí, humano. Tiene camisa de hombre. No me lo ha dicho nadie, pero el Señor, como sevillano, estrena hoy domingo los encajes de esa camisa. Está en su barrio y se ha puesto lo mejor. Como todos nosotros. Para que viéramos el gran poder que tiene, Sevilla le quitó hoy la cruz, que no es día de amarguras. Mirad qué planta de sevillano tiene. Imaginaos por un momento sus manos, su pierna adelantada. Sobre todo sus manos, tan bajas; su pierna, tan adelantada... Imaginaos que no pisa piedras, sino albero. Mirad qué bien plantados tiene los pies, qué abierto e! compás... ¿Lo veis ahora como lo estoy viendo, como lo sigo viendo en el repeluco de la memoria? Tiene las manos bajas porque está toreando. Tiene el compás abierto porque está toreando. Mirad las venas del cuello. Las venas del cuello están henchidas porque está sintiendo en lo más profundo de su corazón lo que está haciendo. Está cargando la suerte. Mirad las manos bajas, el compás abierto, la pierna adelantada... El valor que hay que tener para adelantar esa pierna como El la adelanta... ¿Lo veis ahora como lo estoy viendo, en el repeluco de la memoria con golondrinas de San Lorenzo? ¿Lo veis cómo es tan nuestro que está toreando a la muerte? Sí, tenía que cumplir con el rito de la muerte y lo hizo como lo hacen los sevillanos, con arte, abriendo el compás, cargando la suerte, bajando las manos. Seguid a los hombres de las cintitas que de San Lorenzo vienen, que os llevarán a ese Gran Aficionado que está hoy como un torero en el cuarto del hotel, recibiendo las visitas de los amigos y de los vecinos. Veréis que en realidad le llaman el Gran Poder porque le está dando una media verónica a la muerte, con las manos bajas. Veréis por qué Sevilla lo llevará a hombros hasta Jerusalén. Lo sacará por la puerta grande de la primavera.


La Quinta Avenida de los trianeros Cuando llega el primero de los días señalaítos según Sevilla, Triana se viste de fiesta para que el arrabal y guarda se venga arriba en torno a la Virgen de la Estrella. Esta cofradía tan trianera sólo holla una calle del barrio, pero qué calle. Y es que San Jacinto tiene para Triana idéntico calado al de la Quinta Avenida para Manhattan. Calle rectilínea que arranca en el Altozano y rinde en San Martín de Porres, su longitud excede el medio kilómetro, justamente mide unos 650 metros. Es la columna vertebral de Triana y fue antañazo la vía que servía de nexo para acceder desde Sevilla al Aljarafe. Actualmente y desde 2010, el tramo donde se halla la iglesia de la hermandad de la Estrella es peatonal y la verdad es que ha cobrado con esta medida una dimensión excepcional. Festoneada por bares y comercios, raro es el momento del día en que no se convierte en una explosión de vida. A lo largo de su existencia, San Jacinto ha tomado diversos nombres. El anterior a éste de hoy fue durante la II República. Entonces se vivió una fiebre parecida a la que hoy anida y es la de cambiar el nomenclátor urbano para adaptarlo a los caprichos imperantes. Y la despojaron de su nombre para adjudicarle el de Carlos Marx, pero aquello duró sólo lo que duró la República y en 1936 retomó nuevamente su nombre. Pero no siempre se llamó San Jacinto; el primer nombre del que se tiene constancia es el de Camino Real. Después el de Santo Domingo en honor de los dominicos del convento para que desde ahí hasta el final se nombrase como Ancha. Así es hasta 1868 en que

toda ella tomará su nombre actual, aunque en 1911 fue rebautizada como Manuel Carriedo en honor a un ceramista trianero que llegó a concejal del Ayuntamiento de Sevilla. Definitivamente, aunque sólo de momento, como San Jacinto, en su cruce con Pagés del Corro existió un crucero conocido como Cruz de San Jacinto. Eso marcaba la frontera entre la Cava de los Civiles y la de los Gitanos. La primera iba desde ahí hasta Chapina y tomó ese nombre porque ahí se ubicaba el cuartel de la Benemérita, mientras que la de los Gitanos estaba en dirección a Los Remedios con proliferación de fraguas y cuadras de propietarios de dicha etnia. San Jacinto contaba con tres puntos más que interesantes y eran el Convento de los Predicadores, el edificio de Hispano Aviación, la fábrica de cerámica de Manuel Ramos Rejano, el dispensario de la Cruz Roja, hoy clínica Infanta Luisa, y la casa de los Mensaque, ubicada en el número 33 y que hoy es sede del distrito municipal. El extenso inmueble de Hispano Aviación fue convertido en un complejo residencial tras haberse trasladado la fábrica de aviones a la Base Aérea de Tablada. Su tipo de caserío ha evolucionado desde los corrales de vecinos a las modestas viviendas unifamiliares de finales del Siglo XIX hasta los actuales bloques de alturas nada uniformes. El edificio más importante es el de la iglesia de San Jacinto, levantada en 1740 en el solar donde se encontraba el convento de la Orden de Predicadores. Este convento había sido anteriormente Ermita de la Candelaria. San Jacinto cuenta con un caserío en el


por Luis Carlos Peris Fotografías: Archivo Hermandades

que también abunda la arquitectura regionalista obra de arquitectos como Arévalo, Traver o Gómez Millán. Pero en la historia de la calle se escribe con generosa tipografía las tribulaciones que tres hermandades trianeras sufrieron durante su estancia en el convento. Allí convivieron el Rocío, la Estrella y la Esperanza hasta que hubieron de

coger el portante por lo difícil que les resultaba la convivencia y las presiones de la propiedad. Por ese motivo, la Esperanza hubo de construirse una capilla en Pureza, el Rocío se fue a Evangelista y la Estrella se desplazó unos metros en dirección Sevilla para construir una capilla en lo que hasta entonces era su casa hermandad. Con esa utilización desde 1962, fue en 1976 cuando ya pudo morar en su nueva casa, obra del conocidísimo arquitecto sevillano Antonio Delgado Roig. El Domingo de Ramos, siempre es un gran día para esta Quinta Avenida según Triana. Con el sol, ojalá, en todo lo alto, Triana se echa a la calle para agolparse ante Cristo sedente, seguido de la hermosísima y desconsolada Virgen de la Estrella. En ese tramo que en San Jacinto se hizo peatonal,

la vida vibrará como sólo vibra en el arrabal y guarda para que esas sensaciones se muestren renovadas ya en la alta madrugada entre saetas cruzando los aires trianeros. No queda aquí el papel de San Jacinto en nuestra gran celebración, por supuesto que no. El Lunes Santo, de fin a principio de la calle, San Jacinto será ocupada por la cofradía que viene del Barrio León y que tiene en Caifás a su personaje menos recomendable. Digno de ver la legión de fieles que viene del Tardón rumbo a Sevilla, pero todo se queda corto cuando sea mañanita de Viernes Santo y venga la Virgen morena de calle Pureza siguiendo los pasos de su Hijo trastabillado tras su tercera caída. Tremendo el protagonismo de la calle San Jacinto y excepcional el papel que le toca en la Semana Santa. Quinta Avenida durante todo el año y especie de calle Sierpes para Triana así que salga la Estrella y hasta que vuelva la Esperanza.

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Apuntes DOMINGO de RAMOS No es una tarea sencilla indicar cuál es la ruta más aconsejable para un día como el de hoy. Se levanta el telón en este “Jerusalén con macetas” y no es en el momento en el que salga la primera de las cofradías a la calle, sino desde que a muy primera hora los sevillanos y los visitantes conforman largas colas ante los templos de las ciudad para admirar los pasos que verán horas después... o días después. Hoy es Semana Santa incluso hasta para las hermandades que procesionarán en las próximas jornadas El día empieza, cronológicamente, en el popular barrio del Porvenir con la salida de La Paz. Es un clásico para muchos verla en las concurridas inmediaciones de la Plaza de España, aunque si la espera ya más cerca del Postigo o a la salida de la Catedral (siempre que haya dejado atrás la Puerta de Jerez) podrá quitarse de ciertas apreturas. La Borriquita es un paso que cuesta trabajo ver si no está dispuesto a soportar muchedumbres. La salida o entrada desde el Salvador o la subida de la Argote de Molina quedan entre nuestros consejos, que son casi los mismos escenarios que les recomendamos para ver al Amor, aunque lo tardío de su recogida hace más viable buscar un sitio cerca de la popular rampla. Pasado el mediodía puede encontrar el momento oportuno para San Roque. Su salida es muy emotiva, pero más aún cuando, de regreso, pasa por San Ildefonso y Caballerizas para luego buscar Imperial. Calles estrechas, sí, pero merecerán la pena, casi a la medida de esta cofradía. La tarde es también para Jesús Despojado, con su multitudinaria salida

desde la Plaza de Molviedro. Y si quiere un emplazamiento más cómodo, espérela en San Pablo o la Magdalena un rato después; la noche, por las calles del Arenal, debería ser otra opción a tener en cuenta. Con el sol, esperemos, en todo la alto, buscamos a la Hiniesta, y les llevamos al Pumarejo, porque las calles adyacentes a la salida tienen puesto el “no hay billetes”. Si no puede, apóstese en la zona de la Alameda, y si quiere presenciar algo que le dejará marcado, reserve para la noche el poder acompañar a la cofradía desde San Marcos hasta su templo. La Cena, por la hora de su salida, presenta también muchos problemas si quiere verla con comodidad. Increíble el gentío que la aguarda bajo las Setas de la Encarnación, así que apueste por la noche, Plaza Cristo de Burgos, en espera de una mejor ubicación. Volvamos a la tarde. El larguísimo cortejo de La Estrella así como la devoción de su barrio abarrotan el camino que va desde San Jacinto hasta que llega a la carrera oficial. Verla cruzar el puente es un clásico de la tarde, pero quizás sea más cómodo esperar a la noche en las inmediaciones del archivo de Indias o en la calle Adriano. Con La Amargura viene a suceder algo parecido, y es que en su itinerario de ida, apenas en la Alameda podría encontrar cierto espacio donde apostarse sin las enormes apreturas de Feria o Conde de Torrejón. Opte por la noche bien avanzada, y acompáñela desde los metros previos a su entrada, Alcázares o Santa Ángela -a pesar de las vallas-, hasta que se cierren las puertas de San Juan de la Palma.

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Hay un domingo que brilla con sentimientos de alegría, de hossana, para la ciudad hispalense, esperando la luna llena que sigue al equinoccio de primavera, cuando se vuelva a rememorar la Resurrección de Cristo, aunque su barroquismo nos lleva a la exaltación del dolor y del sufrimiento. El Domingo de Ramos por la mañana amanece con un cielo azulado con la ilusión de que por fin ha llegado, ese día tan esperado por los cofrades, todo está preparado para esta festividad de algarabía, ilusiones y estrenos. Incluso recogido en un dicho popular: “en Domingo de Ramos, quien no estrena no tiene manos”; pues siempre se ha considerado el día más alegre de la Semana Santa, donde litúrgicamente se conmemora la entrada triunfal de Jesús, en Jerusalén a lomos de un dulce Platero. ¡Que los niños de la Borriquita vistan sus blancas túnicas y porten palmas!. Procesionemos y cantemos todos juntos el hosanna de la Sagrada Entrada de Jesús. Vayamos con alegría entonando himnos de alabanzas, dejemos que Jesús entre en nuestro corazón, abramos nuestra alma y renovemos nuestra fe. Cantemos “Hosanna al Hijo de David” . Jesucristo se abre paso entre filas de niños y niñas alegres y felices que lo acompañan con sus bolsillos y canastos repletos de dulces de amor, con esa inocencia del infante, como si no supieran lo que ocurriría después, lo llevan por las puertas de Jerusalén, montando una humilde “Borriquita”. Después, se cumpliría el designio divino y tras celebrar la Sagrada Cena con sus discípulos, sabiendo que uno de ellos lo entregará, es cautivado y humillado; Herodes lo desprecia y Jesús

El Domingo de todos los domingos por Mª Milagros Ciudad Suárez

calla en un Silencio Blanco, elegante y dulce, incluso lo Despojan de sus Vestiduras, para darle una cruz que para los cristianos es signo de Victoria. Simón Cirineo alivia su sufrimiento a Jesús de las Penas, que espera ser crucificado sentado c sobre una peña con Humildad y Paciencia. T Teniendo el Domingo de R Ramos un doble carácter, d gloria y de sufrimiento, de q es propio del Misterio que P Pascual. ¡Que las luces d de nuestros cirios e encendidos nos guíen e en nuestra estación d de penitencia!, como e expresión de nuestra f en Cristo, Mesías y fe S Señor que va hacia una B Buena Muerte y a sus p pies María Magdalena p penitente. Todo lo hizo por A Amor para la salvación de h hombres y mujeres, como e pelícano abre su pecho el p para dar de comer a sus h hijos, el Redentor que nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía. María, detrás de su Amado Hijo, fiel a su fiat, desgarrada de dolor, bajo las advocaciones de Paz, Gracia y Esperanza, Dolores y Misericordia, Subterráneo, Hiniesta, Amargura, Estrella y Socorro; ocho rosas de pasión, que forman un precioso y floreciente ramillete de centelleantes rosas. Flores que llevan en el sarmiento las espinas del desconsuelo, del desaliento, de la miseria moral y del sufrimiento. Ocho perlas que llevan marcado la agonía del puñal de la profecía de Simeón: ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!

EL ARTÍCULO

Domingo de RAMOS



Nuestro Padre JesĂşs Cautivo y Rescatado (San Pablo) - Lunes Santo


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Apuntes LUNES SANTO Día laborable que, sin embargo, Sevilla sabe compatibilizar, y de qué modo, con su forma de entender y vivir la semana santa. Como es obvio, será mayor el público a medida que vaya avanzando el reloj hacia las horas de la tarde y las primeras de la noche, así que, agudizando el ingenio, se nos presentan muchas y variopintas oportunidades de disfrutar del escenario y sus cofradías en una jornada poliédrica. Día grande en grandes barrios extramuros: es ya un hecho la incorporación de la consolidada cofradía del Polígono de San Pablo, tan amiga de las grandes avenidas cercanas a su sede como de las lejanas calles y plazas del caso antiguo, donde se integra como si llevase ya toda una vida. Anote el Salvador, bien a la ida, bien al regreso, como un buen lugar para deleitarse con sus imágenes. Y el Tiro de Línea, Santa Genoveva... allí debe estar si quiere vivir una salida donde el ambiente queda a la altura de lo que supone el día más señalado, aunque si aplaza el encuentro hasta la tarde, las inmediaciones del Postigo, todavía a la ida, o la plaza de la Contratación, en el regreso de la catedral, son escenarios que no debería pasar por alto. Y seguimos, rumbo al Tardón, donde San Gonzalo demuestra a las claras cómo se pasa de ser una joven cofradía a tener el peso que conlleva ser la más numerosa de la jornada. Allí, entre los naranjos de sus calles, la emotividad de su salida -imposible prácticamente la tarde en el puente o el entorno de la Magdalena- o bien, ya de vuelta, por las arterias del Arenal antes de volver a cruzar la orilla, conseguirá guardar en su memoria imágenes y sensaciones imborrables.

También es un jornada muy singular para uno de los barrios más antiguos de la ciudad: San Vicente. Salen tres cofradías cuyas sedes están separadas apenas por 300 metros. Vera Cruz merece ver pasar su cortejo al completo. Cómodamente en la Gavidia, de regreso, o en las calles previas a su desembocadura en la Campana. Las entrada de Las Penas ofrece cierta comodidad a la vez que un inmejorable marco entre el azahar que enmarca los últimos metros del regreso, porque a la ida... a ver quién se atreve. Lo mismo ocurre con la salida de El Museo y la maravillosa plaza donde reside. Si quiere algo más liviano en cuanto aforo, García de Vinuesa, Castelar y Molviedro para el regreso de decana de la jornada... o la tardía pero singular entrada en su capilla. Santa Marta, ¿dónde? En algún espacio de su corto y presto recorrido, pero habrá tenido que invertir mucho de su tiempo; merece la pena, por supuesto, porque ese paso de misterio no deja indiferente a nadie. Acaso en la Plaza del Salvador, quizás antes de recogerse en San Andrés... La salida del Beso de Judas es una buena elección si tiene tiempo... para llegar con bastante antelación, aunque el plato fuerte bien podría ser verla en la subida de la Cuesta del Rosario o, algo después por la cercana Plaza de San Leandro. Y dejamos para el final a Las Aguas, que, aliada con las luces de la tarde, nos deja imágenes bellísimas en los primeros tramos de su itinerario, aunque hay muchos que tienen claro que la mejor manera de disfrutar con la cofradía es esperarla a la salida de la catedral y no dejarla hasta que, apenas, trescientos metros después, quede recogida en su capilla.


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La ciudad se despereza y va recobrando poco a poco los pulsos que le impone el alba. Aun se escuchan, en la Plaza del Salvador, los últimos ecos de “madruga”, los alientos que se escapan bajo las trabajaderas, el roce místico de una rampa que pone principio a los días soñados. Amanece un nuevo Lunes Santo. Enredan los nervios en el Tiro de Línea, en San Pablo o en San Gonzalo, pequeños cuerpos de nazarenos que se estrenan con aquellos viejos que sienten cerca su última estación de penitencia. Mientras tanto, en la plaza de Santiago un beso de amor traiciona para que todo sea consumado. Cada Lunes Santo en Sevilla camina un alboroto de Cautivos entre el gentío que se agolpa para impedir que Cristo llegue solo a su cita con el destino. Maniatado recorre las calles de esta particular Jerusalén hispalense. Preso, abandonado, entre Reyes y Sacerdotes que lo condenaron antes de ser juzgado. Cielo azul de mañanas que revientan en algarabía, mientras la atardecida se prepara para tornar en silencio y oración prendida de la rosa que de su mano brota. Tras los ventanales que llenan de luz la estancia, aparecería cada Semana Santa la enjuta figura de aquella pequeña mujer que desde hacia tiempo descontaba las cuentas del rosario de su vida. El balcón de su casa se asomaba a la Cuesta del Bacalao convertida en perfecta metáfora del esfuerzo de hombres que prestan su cerviz al Señor y a su Santísima Madre. Esfuerzo sobrehumano que se transforma en la más bella revirá. Ella ha sido testigo callado del empeño que supone caminar año tras año por este valle de lágrimas, coraje que cul-

El balcón de la cuesta por María Aurora García Martín

mina con el hermoso regalo de la sonrisa que ilumina la cara del niño que se agarra con fuerza al balcón para rozar con sus pequeños dedos las bambalinas del palio de los sueños. Argote de Molina llorará este próximo Lunes Santo la ausencia de su vecina más querida. Los ojos de la Virgen de las Mercedes no encontrarán su tierna mirada, ni sentirá el Rosario el roce de sus bambalinas conb tra los barrotes t de d su balcón. Un olivo divino no se o colará en su salón c derramando aires d de d Rocío, de marisma añorada. r La L solemnidad de la l Virgen de los Dolores no peneD trará la penumbra t de d su dormitorio buscando el recuerdo de aquel que la dejó tan sola. Tristezas de María que no robarán ya besos de Veracruz. La querida Tita Consuelo no se asomará más al balcón de la cuesta pero permanecerá siempre en el recuerdo de cuantos la conocimos. Al caer certera la noche del Lunes Santo sobre Isbilia una gitana morisca se convierte en testigo mudo de cómo Cristo se retuerce en el madero. Rostro puro de amor verdadero, Agua que calma la sed que siento. Los muros de esta vieja ciudad se abren en el postigo para que la niña del arenal, la mocita de Dos de Mayo, perfume de juventud el alma de quienes la contemplan. Lunes Santo que en Sevilla encierra toda la Pasión y Muerte de Nuestro Señor.

EL ARTÍCULO

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SantĂ­simo Cristo de la Buena Muerte (Los Estudiantes) - Martes Santo



Apuntes MARTES SANTO Ríos de tinta, horas innumerables de radio, conversaciones entre expertos y quienes no lo son tanto, debates y tertulias por doquier... pero el experimento de 2018, para hacer al revés (de la Catedral a La Campana) el recorrido por la carrera oficial nos va a traer un martes santo muy peliagudo para este 2019. Veremos a ver si todo sale como todos deberían querer en cuanto al cumplimiento de horarios e itinerarios. Veremos... Un clásico en nuestras recomendaciones: la salida de San Esteban, de las que poco queda ya por contarse, antes de las dos de la tarde . Merecerá la pena si es que logra colocarse lo más cerca posible de la ojiva por la que se produce el milagro de todos los martes santos, pero si no es ese el caso, vaya por el Salvador tras bajar la Cuesta del Rosario o a la vuelta, tras dejar atrás la Plaza de la Alfalfa. El Cerro volverá a buscar su barrio, tras dejar la Catedral por la Plaza del Triunfo, Miguel de Mañara o Contratación. Antes, estrena camino de ida llegando por la Avenida directamente a las calles cercanas al Postigo y del Arenal. La Candelaria adelanta sus horarios para pasar por sus jardines de Murillo mucho antes de lo que nos tiene acostumbrados, antes incluso de que caiga del todo la noche. A mediodía, en la Alfalfa o el Salvador, puede encontrar cierta amplitud, aunque no será poco el público allí apostado. San Benito vuelve a citarnos en la subida por Argote de Molina o la de la Cuesta del Ro-

sario cuando abandone la carrera oficial. Podremos buscarla también en la Calzada, recién salida de la parroquia o pasando por el Muro de los Navarros antes de llegar a las abarrotadísimas San Pedro e Imagen. Con los cambios de orden previstos para este 2019, la entrada del Dulce Nombre en San Lorenzo no debiera ser tan tardía como recuerdan los clásicos. De todos modos, si buscamos un emplazamiento inédito, qué mejor que verla pasar por el Postigo y las calles del Arenal camino de la Plaza Nueva sobre la media noche. A las tres cofradías de negro les toca este año cerrar la jornada. Nada nuevo para la de Santa Cruz, que presenta como gran novedad para 2019 el doble tránsito por la Alcazaba, tanto a la ida como al regreso, así que hay dos ocasiones de contemplar el cortejo en tan maravilloso escenario. Una gran variación será la de ver a Los Javieres en la medianoche por el Salvador y la Plaza de San Andrés, mucho más tarde de lo habitual, aunque la ida, sin los calores de rigor por el retraso en la hora de salida por la Alameda, siempre será una buena y relativamente cómoda opción. El cambio o retorno al sentido clásico nos devuelve otra de las joyas de la jornada: Los Estudiantes por la Plaza del Triunfo, Miguel de Mañara y Contratación a la vuelta. Curioso resultará, poco después de salir de la Universidad, ver cruzar el cortejo llegar al Postigo por la amplia Avenida y tomar luego por Zaragoza y San Pablo.

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Aún no ha terminado la última saeta del Lunes Santo cuando ya los corazones del día siguiente se agitan impacientes, sin llegar a conseguir el relajo supremo. Una amenaza parece ceñirse cada año sobre las mentes de los hermanos del Martes Santo, cuando piensan que la venia la tiene el cielo y la aparición de las nubes hacen zozobrar la esperanza que, ante un revés del destino, puede dejar sin cumplir el más importante culto del año. Inmediatamente se evapora del espíritu tan mal presagio, dando paso, con el primer rayo de sol de la mañana, a la Fe salvadora, disolviendo sus inquietudes, haciendo llegar un aire de optimismo, tranquilizando las mentes que vuelven a soñar con lo que llevan esperando todo un año. En el pomo de una percha yace la túnica, primorosamente preparada, esperando cubrir los cuerpos y recoger los espíritus en una larga oración por las calles de Sevilla, que solo verá en sus figuras, pupilas buscando el camino del Evangelio, tras las imágenes que mantienen su Fe cada día y les hace continuar en el camino marcado sin desfallecer, porque ellas lo sostienen. ¡Llegó el Martes Santo! Atrás quedaron las vicisitudes, los desvelos, las controversias, las dudas, las decisiones. Todo, absolutamente todo queda eclipsado por esa actitud de fraternidad, de comunión, que mueve ese día tan especial de nuestra Semana Santa a sus ocho hermandades y a los hermanos que la componen. No se paran en situaciones que dependen de esquemas humanos, de organizaciones en las que, siendo parte integrante de ellas, sus miras son mucho más altas o por lo menos intentan que lo sean, traspasan lo terrenal para ocupar el plano del acatamiento, de la humildad, de la obediencia, de la disciplina, sin por ello dejar de ofrecer sus opiniones, su colaboración, su experiencia, están en su derecho, todo ello para mejorar situaciones que unidos y dialogando, subsanarían problemas y darían paso al entendimiento y búsqueda de soluciones a gusto de todos. Por todo ello y a pesar de criterios, de lógicas, de opiniones, de experiencias, nada se interpondrá para que Sevilla siga cada año contemplando los retazos evangélicos que dejan en las calles, tras regueros de cera, la grandiosidad de un día de la Semana Santa que reúne en su haber tanta riqueza

¡Llegó el Martes Santo! por Maruja Vilches

espiritual y humana, con esa cronología tan especial pero clarividente de la vida del Maestro. En la plaza de San Lorenzo, Malco deja su mano suspendida, sin atreverse a tocar el rostro de Jesús, que manifestando su gran verdad ante quien le juzga, mantiene su mirada valiente ante al mundo. L ramas de los árboles oculLas t el gesto violento a los ojos tan d su Madre del Dulce Nombre. de E el barrio de la Calzá, Pilatos En p presenta a Jesús ante un pueblo b distinto al de entonces. Sevibien l lo conoce, sabe de la dulzura lla d sus manos, de la limpieza de de s pupilas, de la entrega de su sus c corazón y de su sangre derram mada, mientras con pañuelo de o oraciones limpia el rostro de su b bendita Madre Encarnación. Desde el Cerro, punto g geográfi co distante de su destino, v vendrá con la Cruz a cuestas, u un Dios Humilde, cargado d Desamparo y Abandono, de s sostenido por el amor de los D Dolores de una Madre que, al i igual que a sus hermanos, no l importa la distancia sino el le cometido Divino, el que anima en San Nicolás, cuando arranque la tarde con la salida de una Candelaria luminosa de las almas, regalando por su Hijo Salud a todos aquellos que la perdieron. La burla y los desprecios no harán mella en quien se entregó al martirio voluntariamente, porque el Señor de San Esteban reina en su ventana todo el año, recibiendo las oraciones de los más desamparados. Mirando al cielo con Misericordias, ante la ternura amarga de la Virgen de la Antigua, sale de Santa Cruz un Cristo de muerte inminente que expirará dulcemente en la Universidad con la Angustia de María llenando todo el espacio, mientras en la calle de la Feria, los brazos extendidos del Señor de las Almas, va recogiendo plegarias al lado de su Madre de Gracia y Amparo, flor sencilla, perfumada con el aroma del Creador.

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In memoriam Cecilia Muñoz Vargas

Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia (Siete Palabras) - Miércoles Santo



Apuntes MIÉRCOLES SANTO Pocos cambios para una jornada que parece tendrá poco que ver con la del próximo 2020. Pero hasta entonces... sigamos entregado a la causa con nuestros patrones más clásicos y habituales. Todo comienza sobre las doce de la mañana junto a la Gran Plaza, en Nervión, de donde sale La Sed. Las calles de su barrio, las amplias avenidas que la acercarán al centro o el transcurrir por la Alfalfa o la Plaza de Pilatos, ya de regreso, son enclaves cómodos y ciertamente recomendables. Serán las tres de la tarde cuando la cada vez más consolidada hermandad del Carmen Doloroso abra las puertas de su templo en la calle Feria. Parece cómoda verla por la Alameda, nos repetimos año tras año, y también, a la vuelta, cuando deja atrás la Alfalfa o pasa por Doña María Coronel y San Juan de la Palma Día grande, grandísimo en el taurino barrio de San Bernardo, y que una vez al año vuelve a ser, por unas horas, un poderoso imán para todas aquellas familias cuyos orígenes e historia se forjaron entre sus calles. Evidentemente la salida y todo el recorrido hasta que sube el puente -no hace falta decir qué puente- es un hervidero de gentes, pero merecen la pena las apreturas en las calles de salida o con posterioridad, el tránsito por la Alcazaba y la estrechez de Fabiola y San José. En el Arenal, más que vinculado también a la fiesta de los toros, se pone en la calle el más numeroso de los cortejos, el de El Baratillo, en las primeras horas de la tarde. Allí será complicado hacerse hueco a la entrada o la salida, así que no quedan muchas opciones si

lo que busca es cierta amplitud que esperarla en la Magdalena o la Plaza del Triunfo. Otro clásico entre nuestras anuales recomendaciones es ver pasar el Buen Fin por San Lorenzo a la ida, porque la salida es concurridísima. Por la noche es preciosa la estampa del cortejo por las inmediaciones de San Andrés, por donde poco después puede ver a La Lanzada de regreso a una plaza de San Martín donde a duras penas habrá forma de hacerse un hueco. Para verla con luz del día, nada mejor que la Alameda y un poco de paciencia. Vaya a buscar al Cristo de Burgos a su salida por las puertas de la parroquia de San Pedro, aunque la noche y el camino desde la Alfafa hasta que el paso de Madre de Dios de la Palma se despida son escenarios de solemne recogimiento: Plaza del Pan, Alcaicería, Sales y Ferré... Las Siete Palabras consolida el itinerario estrenado en 2014 de camino a la Campana: desde San Vicente a la Puerta Real, por las calles Baños y Goles, o incluso su transitar por la plaza del Museo. Por la noche también ofrece bellos escenarios, como la calle Hernando Colón o su preciosa entrada junto a los naranjos de San Vicente. Para Los Panaderos se hace más complicado invitarles a que estén esperándola a las puertas de su angosta capilla, y menos aún en la entrada, muy concurrida a pesar de la madrugada. Mejor aprovechen para verla por el Salvador un poco antes, o incluso a la salida de la catedral, donde no debieran pasar por muchas dificultades porque el público ha empezado ya a retirarse.



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Me remito al título de ese gran guión llevado al cine en una obra maestra de duelo de interpretaciones. No me despisto, pues el enunciado se puede dar a múltiples interpretaciones. Ahí justo, ese momento, esas horas que más que caída de la tarde, es comienzo de una muy larga noche que prácticamente se enlazará salvo por unas horas con el Viernes. Ahí quiero que me acompañen durante el frugal rato que tengan a bien leerme. Ya pasadas las primeras horas de luz y casi calor, con todas las cofradías en calle, permítanme despliegue, a modo de dron, un paisaje aéreo con vista de pájaro o mejor dicho, la vista de nuestro Creador. Se abren los ríos de multitud cual se abrió el Mar Rojo. Avanzan simultáneamente y en una coreografía por mil veces imitada, pocas veces conseguida fuera de nuestras fronteras del corazón; se encaminan y casi entrecruzan nueve puestas en escena con su banda sonora cada una de ellas. No es un día fácil, ya a esa hora tardía pesan los kilómetros de alguna de ellas. Y justo en Orfila, donde confluye el punto más conflictivo de la jornada; donde transcurren antes y después de haber salido muchas de ellas, ahí, esta que les escribe es donde abre las puertas de casa, donde susurra el breve rezo y el parto del Misterio donde puso la escena Lastrucci, donde comienza a más que avanzar parece, abriendo calles y midiendo fachadas con sus hojas. Al alcance de nuestra mirada que quisiéramos panorámica, todo suena, huele y adquiere esa simbiosis a la que se sucumbe. De la cera de Regla ya poco que escribir: dos aspas y toda el alma puesta en esa mirada baja, los varales que cruzaron el río, las corbatas, ese color que tanto cuesta definir, una cuadrilla de palio… Y suena “Regla” de Ruiz Ame. No se le puede pedir más al miércoles, se hace lo mejor que se puede y aún así cuelga siempre un sambenito. No conozco ningún día del Amor Fraterno sin alguna queja con guasa, algunas hasta hieren. Los muchachos de Adriano, tan personales en su túnica, tan haciendo barrio en Arenal. Verlos formar al calor del coso es un verdadero regalo

Lo que queda del día por Esther Ortego

para los sentidos. Los muchachos carmelitas, tan de profunda calle Feria, van enseñando a niños y mayores cómo un animal profético anunció las Sagradas Escrituras, porque todo está escrito, así es... Un Cristo se rretuerce de Sed y nos eenseña cómo se anda ppor duras avenidas. A Aún recuerdo, cosas dde la edad, sus ssalidas en Viernes dde Dolores. Luego, een San Vicente -tan nnuestra- sobrecogidos aandaremos una vez m más, perdiéndonos en llos roleos exquisitos del M Misterio. Cuánto paladar een los tres pasos, cuánta t querida id en sus fil gente filas. Por San Pedro, un palio de Ojeda y una mirada clamando al cielo nos esperan al arropo de los magnolios. Y ya por Mateos Gago, en la estrechez que Fabiola mide cada año, toda la artillería del barrio se despliega para dejarnos sin aliento. Les espera un puente casi inventado para ellos y su barrio rebosante de sabor ese día a manos llenas. San Vicente de nuevo nos sorprende oliendo a canelo y unos ángeles que nunca descansan en las bambalinas inmensas de la Virgen. Si consiguiera el don de la ubicuidad en nuestra Semana Mayor haría todo lo escrito y lo que siempre te sorprende. Al margen de todo lo anterior, nunca es igual. Ahí reside parte de la grandeza de esto: todo varía y a veces nuestra mirada es distinta. Yo, aun así, me permito invitarles al disfrute y dejarse sorprender. Nunca nos demos por vencidos, siempre hay algo que aprender. Sean felices y sobre todo intenten hacer felices a las personas queridas, no hay más. Gracias a Dios, un año más... Disfruten, ¡tenemos mucha suerte!

EL ARTÍCULO

Miércoles SANTO


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Los calcetines de la

Semana Santa w w w . p ep epi n rel e s .co m


5488 días...y sus correspondientes noches

por Juan Salas Rubio Foto: Salazar - Bajuelo

Es jueves, 8 de abril de 2004. Jueves Santo. Pasan unos minutos de las cuatro de la encapotada tarde cuando se abren las puertas de Santa Catalina. Un reguero de nazarenos vuelven a acompañar al paso de la Exaltación y a la Virgen de las Lágrimas. Los pronósticos meteorológicos no son nada positivos pero aún así, la cofradía decide echarse a la calle. Lamentablemente, la lluvia hace acto de presencia al final de la tarde y, a toda prisa, el cortejo vuelve hacia el templo. Nadie, absolutamente nadie aquella desabrida noche podía sospechar que, una vez echado el cerrojo del portón lateral, el que queda prácticamente frente a la fachada de El Rinconcillo, serán 5488 días los que habrían de pasar -en el mejor de los casos, si la meteorología no lo impide en este 2019- para volver a ver la peculiar Cruz de Guía de la corporación colocarse de nuevo en el dintel de su sede canónica. Quince años en los que esa maravillosa conjunción entre lo mudéjar, musulmán, barroco y gótico, como definía en estas páginas en 2015 María Galiana, ha estado sufriendo y haciendo sufrir no solo a los hermanos de Los Caballos, como vulgarmente se conoce a la cofradía, sino a todos los sevillanos conocedores del inmenso valor histórico y patrimonial de un edificio que ha padecido todas las acepciones del término crisis en el proceso de su restauración.

Final y felizmente, todo llegó a su fin en el pasado otoño. Tras muchos esfuerzos por todas las partes implicadas, con especial énfasis en el Arzobispado de la ciudad, y las labores técnicas que no solo han permitido la recuperación del inmueble, sino de todos los elementos artísticos en él cobijados -retablos, esculturas, pinturas...- la ciudad y sobre todo, la Sevilla cofrade están de enhorabuena. Para muchos, el recuerdo de aquellas salidas y entradas volverá a continuar escribiendo un nuevo episodio tras estos tres lustros. Y para una nueva generación de cofrades, será la primera vez que puedan disfrutar de una estampa casi irrenunciable de lo que debe ser un Jueves Santo según Sevilla.



Nuestra Madre y SeĂąora de la Merced (PasiĂłn) - Jueves Santo


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Apuntes JUEVES SANTO Hoy es mañana de templos abarrotados, grandes colas para ver las hermandades de la jornada y las que habrán de procesionar en la inminente Madrugá, señoras vestidas de mantilla como mandan los cánones y trajes azules junto a toda la gama cromática en las corbatas que lucen los sevillanos que, más que nunca, hacen del día de hoy el verdadero epicentro de las sensaciones que están por venir. Resulta complicado poder explicar a quien no conoce cómo vive Sevilla este jueves principalísimo en su calendario que, si importante es lo que habrá de suceder en sus calles desde que a las tres de la tarde se abran las puertas en Recaredo o Los Remedios, no lo son menos estos particulares ritos de la mañana. La estampa más emotiva del día, casi tres lustros después, será ver a La Exaltación hacer estación de penitencia desde ¡por fin! su restaurada iglesia de Santa Catalina, así que apueste por una salida o entrada histórica en este 2019. Si no encaja esta opción, nuestra propuesta apunta a Laraña por la tarde o de regreso por la Cuesta del Rosario La salida de Los Negritos en la amplia calle Recaredo permite gozar del cortejo con relativa sencillez. Pero no menos cómodo y bonito es verla cuando baja hacia la plaza del Salvador o, de regreso, bien por la Alfalfa o en la noche de la Plaza de Pilatos. No nos cansamos de repetirles, año tras año, que Las Cigarreras tiene todo el encanto posible cuando cruza el río y se adentra en el barrio del Arenal. Delante de la Torre del Oro o por

las cercanías del Hospital de la Caridad -Núñez de Balboa, Temprado-, aunque por la noche, desde que sale de la Catedral hasta que pasa por la plaza de la Contratación, tampoco sería una mala elección. Con Montesión pasa lo mismo, resulta más sencillo disfrutar el cortejo con la caída de la noche - preciosa por San Juan de la Palma-, si no se ha optado por la tarde en escenarios como el de la amplia Alameda a la ida. Otra opción más que válida es esperarla en la subida por Argote de Molina. Seguimos apostando por salidas, como la de la Quinta Angustia en San Pablo, que quizás le permita acomodarse, no sin algún que otro esfuerzo, para contemplar una de las cofradías que merece verse desde la velada Cruz de Guía hasta las maniguetas traseras del paso. Puede también esperarla a la salida de la catedral o poco después por Molviedro, cerca de la medianoche. La tarde nos deja un epicentro de sensaciones en la confluencia entre Laraña, Cuna y Orfila. La actual plaza de Villasís es oro puro si uno quiere solventar de una tacada la inexcusable obligación de ver los tres pasos de la hermandad de El Valle y a continuación, el cortejo completo de Pasión, con la portentosa talla de Martínez Montañés sobre el no menos descomunal paso de plata del gran orfebre Cayetano González. Y es que meterse en el Salvador para la salida es harto complicado... Otra opción sería aprovechar los huecos que ofrezca en la calle Alemanes o la subida por Argote de Molina.

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La Semana Santa llega a su ecuador. Hoy las protagonistas son las mantillas, los trajes oscuros, los encajes, el terciopelo, signos de elegancia y respeto. La ciudad se convierte en un enorme templo, la primavera asoma a la puerta, el olor a azahar esparce su aroma por los callejones, los silencios únicos, la alegría incontenible vuela por las plazuelas. La Cuaresma ha pasado y los días de Pasión han caído sobre nosotros desinteresadamente. Estas sensaciones no entienden de tiempo: se vivieron en siglos pasados, nos inundan ahora y nos sorprenderán en años venideros. Comienzan las estaciones de penitencia, las túnicas de nazarenos nos sorprenderán en un ambiente único, ya sea por el Arenal, Plaza de Pilatos, calle Feria o Plaza de El Salvador. Desfiles que desprenden sentimientos, lágrimas, sonrisas. Se abren las puertas de Recaredo y los Remedios. Las Cigarreras cruza el puente de San Telmo para llegar al Arenal escoltada por los sones de una de las bandas de cornetas y tambores más antiguas de la ciudad, aunque quizás no tanto como aquellos recuerdos del rey Alfonso XIII acompañando a la Virgen de la Victoria años atrás. La Exaltación está revirando en la calle Orfila; la Virgen de las Lágrimas pronto entrará en carrera oficial. La tarde comienza a caer cuando la Quinta Angustia por la Magdalena nos trae el fervor popular eterno. Por la Anunciación, donde se fundó la Universidad de Sevilla en el año 1505, antigua sede de la hermandad de Los Estudiantes, se atisba una carita divina: la Virgen del Valle pasa el paño de la Verónica y el duelo del dolor de un cristo que desvanece el tiempo.

Simplemente Jueves Santo por Esperanza Sáez

Y llegó Él, nacido de la gubia de Montañés, paseando entre los hombres, una bella realidad, solemne, un tesoro sevillano que marca el silencio y sostiene la respiración de quién lo admira. Baja la rampa de El S Salvador y se marcha como v vino, marcando estampas i imborrables: es el Señor de P Pasión. Ahora cerremos los ojos o y contemplemos a la l Virgen de los Ángeles cuando c cae la noche, paseando p por la Plaza de Pilatos, P bajo el manto de tisú t celeste y piezas de marfi m l. Y para finalizar el día, rreservamos un sitio en una ccalle Feria abarrotada de ggente, donde los balcones eestán abiertos y las mantillas hhacen presencia en ellos jjunto a los mantones de manila colgando en la m aantigua Plaza de los Carros. Una imagen inigualable. U Rosario y Monte-Sión. El R jjueves llega a su fin. En este transcurrir de los años hemos cambiado horarios, aumentado nazarenos, modificado recorridos, organizado cortejos, se han extinguido unas hermandades y nacido otras y hemos cambiado de sedes. Y es que la Semana Santa es un ente vivo. Amor, fe y devoción vivida no solo por los sevillanos sino transmitido a todo el mundo, que me hacen sentir orgullosa de mi ciudad y admirar una sensación única, irrepetible e intensa. Y es que en mi memoria ya ha pasado el Jueves Santo. La nostalgia y la espera de un nuevo año es lo que nos queda, pero aún podemos seguir soñando porque se abren otras puertas: las de la Madrugá.

EL ARTÍCULO

Jueves SANTO


ROBERTO LEAL

“LA SEMANA SANTA DE SEVILLA... ͌SIEMPRE GANA!” por Juan Salas Rubio Fotografía: Salazar-Bajuelo

El rostro más popular de la televisión española, el presentador más emergente, el periodista que ha llegado a la cima del reconocimiento, como lo atestigua el haber tomado el timón de algunos de los programas de mayor éxito de TVE. El chaval que salió de Alcalá de Guadaíra para hacerse mayor y que se coló en la mayoría de hogares del país para retransmitir las tradicionales campanadas de Fin de Año, algo que atestigua su creciente cotización en la profesión. Pero es también el niño del pueblo que creció conociendo y amando su semana santa, de la mano de sus padres, de su hermana y de sus amigos. El reportero que daba sus primeros pasos contándole a España cómo se viven los días de pasión en nuestra tierra. Habla Roberto Leal, un cofrade atípico... que sobrevive a la morriña cuaresmal de la mejor manera que puede. ¿Dónde le nace a Roberto Leal el amor por la semana santa? Pues casi como a todos los cofrades de Sevilla, en el seno familiar, que además suele ser la mejor fuente de la que beber para estas cosas. A mí me hicieron hermano de la cofradía de la familia siendo un bebé, sin ni siquiera saber andar. Era algo consustancial con mi casa. Éramos todos de Nuestro Padre Jesús Cautivo, de Alcalá de Guadaíra, mi pueblo. La devoción de mis padres, de mi hermana... son los recuerdos de niño de cada miércoles santo, algo que permanece muy dentro de mis archivos personales y sentimentales. Y el niño Roberto, ¿cómo era en esas cuestiones? Pues como la mayoría de chiquillos de la época, al menos los de mi pueblo. Me encantaba salir de nazareno, recoger mi papeleta de sitio en la casa hermandad, vivir con emoción y cercanía la llegada de cada semana santa... pero no me considero ni me consideraba como un jartible, aunque sí era de los que de chico aprovechaba cualquier mesa de playa y un par de amigos para jugar a ser costaleros y simular un paso...

¿Y fue costalero con la edad? Sí, ya cuando me hice algo mayor, casi sin llegar a la veintena. Sacábamos al Soberano Poder, una iconografía muy parecida a la de San Gonzalo, que aún no se había erigido en hermandad. Hoy sí procesionan esplendorosamente en la tarde del Lunes Santo. Aprendí mucho de aquellos -pocos- años debajo de un paso. Me gustaba el ambiente de camaradería, el cómo sabíamos vivir con el más absoluto de los respetos lo que significaba llevar una imagen sagrada. Fue duro porque éramos niños todavía en cuerpos de adultos, aquello pesaba mucho, pero a mí me sirvió como una escuela de vida de la que aprendí muchas cosas.


Nazareno, costalero...¿algo más? Bueno, efímero capataz (ríe). De adolescente, ojo. Era más un juego que otra cosa...y casi formamos un lío gordo. Con los amigos del barrio montamos una Cruz de Mayo, como tantos chavales a esas edades por Andalucía, y a mí me tocó ser el capataz. Capataz con corbata y todo, aunque nuestro pasito solo calzaba seis costaleros. Estaba hecho con

que el paso de chaval a hombre viene con esas primeras madrugás vividas ya en la compañía de los amigos, esos nervios por saber que vas a venirte a Sevilla, que vas a poder elegir dónde quieres ver al Gran Poder o en qué lugar te encaja encontrarte con la Macarena. Te sientes poderoso cuando tu acercamiento a ello ya no depende de las afecciones familiares o la cercanía con tu domicilio. Volvía

mucho cariño y muy buenos materiales porque uno de los nuestros tenía acceso a tablas de cocina, aglomerado... Lo peor fue que, al encender las velas que lo iluminaban, se nos fue un poco el cálculo y prendió las flores de papel con las que adornábamos aquello. Apenas di un par de vueltas a las calles cercanas a mi casa. Fue mi debut y despedida en el martillo. Seguramente soy el capataz más breve de la historia.

muy de mañana al pueblo, a ver cómo se recogían las más tardías, pero ya me sentía mayor por poder ir y venir desde la capital. Palabras muy mayores a esas edades... es una escuela de vida magnífica para la juventud.

Volvamos a la adolescencia Me voy haciendo mayor y con ello, dejo de participar en los cortejos procesionales, pero no me separo de mi afecto por la semana santa y comienzo a profundizar más en la de Sevilla. Ya tengo una edad que me permite dar el salto del pueblo a la capital y es ahí cuando empiezo a tomar medida de la dimensión que tiene la forma en la que en Sevilla se viven estas fechas de la Pasión. Sevilla es la meta para cualquier cofrade de fuera, el summum. Creo

¿Y cómo fue ese conocer la semana santa de la ciudad? Pues fue todo muy rápido porque casi que empecé a conocerla en profundidad a la vez que iba comenzando mi carrera profesional. Yo no era de esos que no necesitan ni abrir las páginas de El Llamador, porque se lo saben todo. Pero estaba contento con mi nivel. Mis años de incipiente reportero se hicieron en paralelo al desarrollo de la semana santa. Tenía predilección por San Gonzalo, y no solo por el paralelismo con la cofradía de la que había sido costalero en Alcalá. Yo sabía que había algún tipo de conexión mágica. Recuerdo el ambiente de esa salida, ese barrio entero echado a la calle... ¡es que es Triana hecha cofradía!


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La verdad es que no es mala escuela la de la otra orilla... Es maravillosa. Otro de mis clásicos como reportero era cubrir la Madrugá, que vende mucho a los jefes y editores de Madrid. No hay programa -y no me refiero exclusivamente a los informativos- que en ese día no quiera meter algo de cuanto acontece en nuestra ciudad, y yo sabía colocarle muy bien el producto a los de arriba. Aunque nos ven cargados de topicazos, les gusta. Y para mí,

Pero también saben ver, y ahí está el mérito de cada uno de nosotros, el esfuerzo, la pasión, los sentimientos que hay detrás de lo que ellos ven en las calles o en la televisión. Nuestra obligación como cofrades es hacerles ver que esto no es una performance, sino que tiene un sentido, principalmente religioso y devocional, ¡cómo no!, pero es tan fuerte que puede atrapar a muchos incluso desde otras confesiones o posicionamientos en cuanto a la religión. En esto, creo, estamos actuando

la Esperanza de Triana -de noche, de amanecida, a mediodía- era donde conjugaba la pasión por mi trabajo con la devoción por una hermandad que admiro. Aunque lo que más me emocionaba era la salida, disfruté mucho trabajando en aquellos sitios, en aquellas madrugás. Yo, la verdad, es que lo contaba todo: el antes y el después, el durante...

muy bien quienes desde Andalucía contamos ahora cómo vivimos la semana santa, que ha pagado muy caro muchas cosas que ha dejado que contasen de ella mientras los de aquí miraban, mirábamos para otro lado. Hay cuestiones del pasado que han dejado cicatrices en la piel de nuestra manera de entender la religiosidad popular. Esperemos encontrar la manera de borrarlas.

¿Y cree que la gente que lo veía desde fuera de Sevilla, los que vienen a visitarnos y conocer nuestra semana mayor, acaban por comprender algo? Siempre aporta que llegue alguien con otro punto de vista. Los sevillanos, es obvio, no podemos ser objetivos con nuestra semana santa. Es natural que vengan en búsqueda de topicazos, como las saetas, las lágrimas de emoción de la gente, de los nazarenos..

¿Se refiere a la clásica imagen del andaluz, de su apego por el folklore? Puede ir por ahí, sí. Pero yo siempre he tenido claro, y ha sido algo que he llevado a gala en mi carrera profesional, que soy de Alcalá, sevillano y que hablo como hablo y con el acento que hablo. Hemos conseguido, o estamos en el camino de ello, que se acepten nuestras formas, nuestra cultura, nuestra pa-



sión para todo. En realidad la semana santa son solo siete días al año, sí, pero tenemos que salvaguardarla del daño que hacen ciertos tópicos sobre ella misma y sobre nosotros. Cambiemos de vía, ¿por qué Sevilla es el epicentro del interés sobre la semana santa? La ciudad en sí y la época es un potente polo de atracción. No creo que nadie pueda dudar que nuestra ciudad, en estas fechas, desprende y genera una energía especial. Somos gente hospitalaria, que además no solo disfrutamos del momento sino incluso de las vísperas...¿quién sabe hacerlo así de bien? En estos días nos volvemos más sevillanos que nunca, e incluso afecta a aquellos que no son cristianos. Sevilla, en esta época, te atrapa. Está claro que es así, pero ¿cómo entonces podemos explicar el interés de los que vienen de fuera? Aquí entra en juego un factor contradictorio, que quizás acaba siendo la piedra filosofal. Nos volvemos un poco chauvinistas, para qué negarlo, al mismo tiempo que disfrutamos enseñándola al que viene de fuera (siempre en dosis ajustadas, je, je). En realidad, nos convertimos en excelentes embajadores de nuestra ciudad, de nuestra semana santa. Somos mas de enseñarlo que de contarlo, y en la profundidad de ese matiz pueden encontrarse respuesta a muchas preguntas. Parece lógico pensar que a todos impresione el patrimonio artístico que ponemos en la calle... Pues sí. Va contra el sentido más estricto de la propiedad. Tenemos tallas muy valiosas y antiguas, pasos que son verdaderas maravillas, orfebrería para dejar con la boca abierta a cualquiera... ¿cómo catalogar o valorar la talla de Pasión y su paso? Y lo que queremos es sacarlo a la ciudad, que lo vean desde todo el mundo. Enseñamos a cielo abierto lo mejor que tenemos. Yo estoy convencido que si en esta ciudad tuviésemos al David de Miguel Ángel o a La Gioconda, algo inventaríamos también para sacarlos a la calle. Pero también hay cosas de nuestra semana mayor que es mejor que no estén a la vista del gran público... Hombre, hay cosas de difícil comprensión. Explicarle a quien no conozca esto que hay debates que duran un año por tirar por esta o por otra calle, porque el capataz este

año va a ser uno y no otro, o porque tal banda de música suena mejor que aquella... Esto es un microcosmos y es lógico que se genere un permanente debate. Hay tensiones, juegos de poder, y es cierto que puede llegar a sacar lo peor de nosotros mismos. El peso de la semana santa de Sevilla ha crecido mucho en el ritmo cotidiano de la ciudad y por lógica, también lo ha hecho el de sus defectos, que no son pocos. Entonces, su diagnóstico sobre el estado de salud de la misma es... Mientras los sevillanos seamos capaces de mantener esta pasión en torno a todo lo que significa nuestra semana santa, la salud del paciente será extraordinaria. Hay pequeños sectores, algunos grupos empeñados en dañarla, propios de estos tiempos donde no hay lugar para creencia absolutas, pero la Semana Santa, póngalo así, con mayúscula, siempre gana. A todo y a todos. A ver si se van a creer algunos que con unas carreritas de ná van a poder con siglos y siglos de toda una ciudad como Sevilla. Bajemos el tono de la conversación y volvamos al plano personal. No le he contado otro de mis anclajes con la mejor versión de lo que pasa en estos días. Y es verdad que también está ligado a mis quehaceres de reportero. La salida de La Paz era siempre la certeza de que todo había comen-


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zado. Otro de los trabajos que me pedía año tras año. Había que vender en la televisión nacional que en Sevilla se había cortado la cinta de salida y me encantaba ejemplificarlo con la cofradía del Porvenir. Para mí, la semana santa de Sevilla despega al ver La Paz en la calle. ¿Y cómo es la de ahora, convertido ya usted en un personaje muy popular? Obviamente, muy distinta, en nada parecida a la que pude imaginar cuando terminé mis estudios de periodismo. No pensé jamás que iba a convertirme en un rostro conocido, y eso me priva de ciertas vivencias a pie de calle que antes sí podía disfrutar. Ahora me tengo que pensar muy mucho dónde puedo ir o si meterme en tal calle con mucha gente puede ser contraproducente. Con lo que a mí me gustaba ver Los Gitanos en algunos luga-

res... pero bueno, la verdad es que el cariño de la gente compensa estos sacrificios, son pequeños peajes que parecen señalar que mi faceta profesional va por un buen camino. Me he tenido que convertir, casi a la fuerza, en un cofrade de balcón más que de esquinas... ¿Será su hija heredera de sus pasiones cofrades? Eso pretendo. La verdad es que vivir en Madrid nos lo hace más complicado. Incluso por su jornada escolar y el trabajo de mi mujer, que no me deja más que la seguridad de un par de días -jueves y viernes santo- para volver a mi tierra, a vivir y revivir todas las cosas de las que hemos estado hablando. Quiero que mi niña conozca bien esto, porque forma parte del carácter de su padre. Y como estoy convencido de que algún día todo volverá a ser como era antes, será ese el momento de explicarle, contarle y enseñarle todas estas cosas ¿Sufre mucho por la distancia en estas fechas? Bien... no se pasa. Pero las nuevas tecnologías lo hacen algo más llevadero. Tengo un grupo de WhatsApp que, una vez que da-

mos carpetazo a los carnavales, se desata con las cosas de la semana santa: subimos fotos, audios con marchas, todo tipo de pronósticos meteorológicos... ¡es un no parar! pero a mí me viene muy bien porque me acercan mucho todo lo que no estoy pudiendo disfrutar en este presente de mi vida. Lo que no han conseguido aún las nuevas tecnologías es solventar la distancia con la cocina de cuaresma: ¡cómo echo de menos las espinacas con garbanzos de mi madre, en los viernes de vigilia, y las angüelas, una especie de pestiños más finos, que son típicos de mi pueblo! ¿Cómo ve el futuro de nuestra semana santa y su forma de vivirla? Será espléndido, sin duda. Y en mi caso, de igual modo porque mientras las vivencias vayan de la mano de la familia y los amigos, la ecuación queda más que resuelta. No conozco una mejor manera de vivirla y que perdure entre los sevillanos. La clave fue, es y estará sustentada en un pilar: compartir. Mientras queramos que todo lo que vivimos y experimentemos no quede exclusivamente en uno mismo sino que queramos y sepamos hacer partícipes a nuestros respectivos entornos, la semana santa de Sevilla será indestructible. Estoy convencido de que seremos capaces de cuidarla, de aceptar los muchos cambios que la van transformando poco a poco, casi imperceptiblemente. Fuimos durante mucho tiempo la capital del mundo... y hay cosas en las que no hemos dejado de serlo. Roberto, muchas gracias por esta conversación... Ha sido un placer. Espero que podamos disfrutar de una semana santa magnífica, donde el principal enemigo de todos, el tiempo, se comporte. La verdad es que la cuaresma en Sevilla ha sido espléndida en lo climatológico, veremos si continuamos con esa misma suerte. Tenemos demasiada información al respecto, cierto, demasiadas previsiones evaluadas y comentadas por quienes no gozan de los conocimientos suficientes, y eso acaba por asustar mucho a mucha gente. El desarrollo digital le está quitando romanticismo a ciertos aspectos pero, ojo, que tener información nunca es perjudicial, aunque sí lo es el mal uso que se pueda hacer con ella. Esperemos que no pase nada... pero si la cosa se pone fea, deseo que quienes tienen que tomar las decisiones en los cabildos de la respectivas hermandades sepan aunar la prudencia con ciertas dosis de valentía. La verdad es que yo no querría verme jamás en la piel de quien tiene que decidir si abrir o no las puertas a la cofradía.



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Apuntes MADRUGÁ Una verdadera lástima que la gran joya de la Semana Santa de Sevilla, otrora la noche por antonomasia de la ciudad, se vea envuelta por tantas circunstancias que la enturbian hasta no sabemos qué límite. Seguimos con los debates sobre los horarios e itinerarios más adecuados para recuperar el esplendor de la otrora inigualable Madrugá. Veremos a ver cómo supera los lamentables incidentes de los últimos tiempos y la indeterminación a la hora de localizar y erradicar el origen de los mismos, cargando de argumentos a no pocos sevillanos -y foráneos- que optan por esperar a las primeras horas de la mañana para ponerse en las calles. Seguirán las reuniones y debates hasta lograr la imposible cuadratura del círculo...mientras Sevilla paga el precio. Volveremos a ver al Calvario rodeando por un recorrido anti natura por Gravina y Pedro del Toro, completamente desangelado. Acaso aproveche el incomparable marco de la calle Miguel de Carvajal y sus naranjos de la plaza del Museo, o la tranquilidad por la calle Castelar y la plaza de Molviedro antes de la amanecida. El Silencio, otra víctima más de la situación, volverá de nuevo a su templo ampliando el rodeo por San Andrés hasta llegar a la desértica Concordia. Se nos cae el alma a los pies... Menos mal que puede uno encontrar refugio y consuelo emocional en la subida por Argote de Molina o en la estrechez de Placentines y Francos. ¿Puede alguien estar esta noche en Sevilla y no ver a La Macarena? Siempre acompañada por la multitud, pero hay lugares

como Correduría a la ida o el tramo Cuesta del Rosario-Cristo de Burgos a la vuelta donde poder probar fortuna. Si quiere experiencias fuertes, dirija sus pasos a la calle Santa Ángela o a San Juan de la Palma antes de que por Feria llegue a Relator y Parras. El Gran Poder sigue sufriendo en su recorrido de vuelta. Para verlo sin demasiadas apreturas, habrá de aguardar necesariamente a que deje atrás la Catedral, y aunque no por ello signifique garantía alguna de comodidad, sí que podrá, al menos, intentarlo con algo más de calma: váyase a la Plaza del Triunfo, u, horas más tarde, al Museo o a las inmediaciones de la cercana parroquia de San Vicente, bajo los naranjos de las calles adyacentes. Triana vive otra jornada de fiesta. El barrio rebosa cuando llega la salida por Pureza y el Altozano, así que puede esperar a ver cómo anda la cofradía por el entorno de la Magdalena. Con las primeras horas de la mañana, en Almirantazgo, Postigo o Arfe, disfrutará de un poco más de holgura y, por tanto de perspectiva, porque una vez la Esperanza cruce el río al reencuentro con los suyos, todo volverá a ser multitudinario. Los Gitanos sigue disfrutando de bellísimos escenarios en el camino, de noche hacia la carrera oficial. ¿Opciones? Verla por Orfila o San Miguel si antes no ha podido colarse en Santa Ángela, o subir por la mañana la Cuesta del Bacalao o la del Rosario. Y si ha amanecido tarde, aprovechar la amplitud de las plazas del Cristo de Burgos o Ponce de León.

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La madrugada comienza cuando el primer armao se coloca sus plumas el jueves por la mañana. Ver a uno de ellos vestido de gala es el mejor anuncio de lo que está por venir. Normalmente paso la Madrugá en las sillas de Sierpes. Y a lo mejor no soy un gran ejemplo para hablar de calles ni de esquinas, pero me gustaría compartir aquí mi humilde punto de vista. Entre el bullicio de las inquietas personas que allí nos congregamos, sentimos como una nota de silencio se aproxima a la sinuosa partitura de la Sierpes, y como en la Noche del Monte Pelado, caen las sombras sobre nosotros. Penitentes alineados en una fila casi espectral, que atraviesan la calle como una espada atraviesa los silencios de la noche. Y a esas notas de pesado silencio, le sigue la afonía que desgarra el alma de la hermandad del Gran Poder. Tus oídos se abren buscando el racheo de dolor de esa imagen de Dios que desde su descolorido semblante es capaz de hacerte creer que cualquier milagro puede il d sobrevenir. Quedas abstraído en tus pensamientos, hasta que la larga fila de penitentes y nazarenos te traen la dulzura de un dialogo en flor, que cierra el cortejo y la primera parte del acto. Abre el segundo acto la llegada de la luz a la calle. Ver llegar el cortejo de la Macarena es ver llegar a tu familia. Se rompe el bullicio de las personas, que alegres ven discurrir a una autentica cofradía del siglo diecinueve, una corneta que anuncia al paso más marcial, con el preso más humilde injustamente Sentenciado. Y te sorprendes que una

Es la Madrugá por Rocío Sáez Millán

noche pueda tener tanta luz, con la incandescencia del millar de cirios, la vaporosidad de las plumas y el reflejo especular de las corazas. Y ya cuando ves iluminar la calle con los flashes, sientes los nervios de ver llegar al Sol de medianoche, cuando todos los versos cantados te vienen a la memoria, buscando palabras que describan esa e visión. Verla pasar es como ver una estrella c fugaz a cuya cometa te f quieres agarrar para no q perderte su abrazo, del p recuerdo de ese familiar r que q te enseñó a amarla, y a comprender que cuando todo esta oscuro en la vida t Ella E te iluminará el camino desde la Esperanza. d Al importantísimo y sobrio guión entre esperanzas que supone el e otro o momento oscuro de la noche con la llegada del n Calvario le llega el regreso C de d la luz con las capas de Triana. Una corporación T que es hipérbole y ponderación de la hi é b Semana Santa. La otra mitad de Sevilla desde la orilla más flamenca. El baile de los costaleros, la seducción de una mirada entretejida con la flecada del paso de la Virgen más marinera, esa que cierra con su garbo el segundo acto de la noche. Llegados al punto final, se pinta de azul al cielo con los troníos de un gitano de esbelta estampa y magia en su danzar, y tras Él ves llegar con las claras del día a su Madre, que es como escuchar el Ave María tras el Monte Pelado de una noche de sentimientos a flor de piel.

EL ARTÍCULO

MADRUGÁ



Nuestra SeĂąora de la Soledad (San Buenaventura) - Viernes Santo



Apuntes VIERNES SANTO Como parece lógico por las intensas horas vividas en la jornada anterior, el ritmo del viernes santo según Sevilla crece a medida que la tarde va dando paso a la noche. Pero no por ello debemos pensar que la ciudad hiberna durante algunas horas. Tanto si hoy es un recién llegado como si es un clásico en estas lides, podrá comprobar cómo el viernes santo es un in crescendo que le va a permitir disfrutar de las primeras horas de la tarde antes de que la Sevilla cofrade vuelva a recuperar el pulso y la velocidad de crucero. Con las altas luces de la tarde se viven momentos álgidos por el Arenal, donde se repite el anual milagro que supone ver cómo puede salir de su capilla el “barco” de La Carretería, ese impresionante paso de misterio que no le dejará indiferente. Pero si las circunstancias o el cansancio acumulado no le permiten acudir a la llamada, no olvide esperar a su regreso, por las calles Santander, Temprado o Dos de Mayo, estampas clásicas del día de hoy. Si quiere y puede arrancar pronto la jornada, dirija sus pasos a Triana: El Cachorro, su calle Castilla, su llegada al Altozano y cruzar el puente, a ver quién es capaz de perdérselo...y es que detrás viene La O. Cosas de Sevilla eso de ver a dos cofradías salir de la misma calle, el mismo día y justo una detrás de la otra. ¿Más tarde? La noche en las inmediaciones del Postigo o en Adriano, para ver a las dos corporaciones hermanas y vecinas con cierta comodidad. La noche también es un buen acompañamiento para la Soledad de San Buenaventura. Aunque seguro que les resulta

más cómodo verla por la tarde en la Plaza Nueva, aconsejamos esperar a que salga de la Catedral y busque el viejo Postigo del Aceite para convertir, de nuevo, al barrio del Arenal en el kilómetro cero de la jornada. Y no ha terminado la cosa por allí, qué va. Mucho más tarde, ya pasada la medianoche, Montserrat habrá de cruzar sus esquinas para regresar a su capilla. García de VinuesaCastelar-Molviedro es cada año un hervidero de público, del mismo modo que lo fue la salida, unas horas antes, y casi cualquier punto del camino que la condujo hasta la carrera oficial. En el corazón de la Sevilla intramuros nos daremos con dos cofradías que parecen hechas a la medida de una jornada como la de hoy. San Isidoro es un punto y aparte. Probablemente estar frente a la parroquia cuando salga será complicado, pero ya sin pasar por la Alfalfa o por la antigua Plaza del Pan, no le quedará mejor opción que el Salvador. Luego, cuando sale de la Catedral, el ritmo es tan rápido que sólo en la Cuesta del Rosario podrá disfrutarla con cierta perspectiva. La Mortaja cierra la jornada, con un itinerario que ofrece tantas opciones para deleitarse con su único paso -y el cortejo-, que parece que no hace falta más recomendación que dejarse llevar por el instinto: ¿En Dueñas o San Martín o en Cervantes? ¿Acaso no es hermosa cuando sube por Argote de Molina o por la Cuesta del Rosario? ¿De verdad que no quiere andar con el paso por Doña María Coronel de recogida? Demasiadas preguntas que necesitarán varios viernes santos para ser respondidas...


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Ese viernes tan hermoso no es un día cualquiera. Ese viernes es elegante, sobrio, rotundo y melancólico, y cuando llega, la Semana Santa ya sabe a experiencia, al paso del tiempo. A la cercanía de un inevitable final. El Viernes Santo es el paso de la vida. Ese viernes vuelvo a encontrarme con el nazareno, como cada año, desde aquella vez que perdí la fe. Cuando cae la tarde, viene a verme vestido de ruan. Recuerdo la primera vez que me abrumó su presencia. Fue inquietante, eterno el momento en el que noté que se acercaba sin siquiera moverse q del sitio. Pasaba el cortejo del Señor de las Tres Caídas de San Isidoro por la Cuesta del Rosario. Yo sentía, completamente acompañada, que estaba sola en el mundo. Tenía entonces un vacío imposible de solucionar. Estaba reciente su ausencia. Se había marchado mi abuelo para siempre y lo había hecho una madrugada de Jueves Santo. Noté que se escapaba la esperanza por cada poro de mi cuerpo. Acababa de tomar conciencia de que jamás volvería a tener al lado a mi sabio preferido. Aquella vez fue la primera en la que no compartí el silencio con él. Ese silencio que huele a incienso y a fe, y que escondía una palabra que no volvería a decirle nunca: Gracias. Porque fue quien me enseñó a amar a Sevilla del mismo modo que me enseñó a caminar. Y el Viernes Santo era especial. Era suyo y era mío. Era la autenticidad desprovista de toda farsa del Señor de las Tres Caídas de San Isidoro. Era la sabiduría y la paciencia, la serenidad y la firmeza de la Virgen de Loreto. Era la Costanilla entera viendo pasar a su hermandad. No fue así aquel viernes del año. No acepté que Sevilla siguiera su curso. No quería comprender -y sin embargo comprobélo que el tiempo seguía devorando y que iba

Un Nazareno Más por Ana Enterría Morales

a continuar sin él. Las calles olían a los frutos de la Cuaresma. El negro de las mantillas era idéntico al de mi corazón. Encajes de agua y sal para mis ojos. La devoción me rodeaba y yo permanecía impermeable. Avanzaba delante de mí una riada de altos capirotes que saturaban mis retinas. De n nada servía contar, b buscar, esperar. Pero e entonces algo trastocó m mi pasividad. Entre las m miradas perdidas, todas a al frente de los oscuros n nazarenos, alteró mi o orden uno de ellos. Giró ssu vista hacia mí, quedó m mirándome fijamente, d descubrí que me estaba s sonriendo. Entonces l reconocí. Esos ojos le viejos… El corazón me dio un vuelco. El nazareno siguió caminando. Se estaban tambaleando los cimientos de mi fe. Pero ese antiguo hermano de la cofradía, de alguna forma, como razón inexplicable, había querido con su gesto que volviera a creer. La algarabía mutó a murmullo porque se acercaba el Señor. Quería decirle tantas cosas... pero no fui capaz. Cuando pasó delante mía sentí que se paraba, pero seguía cayendo en su camino, de frente, sin pausa. Tan duro su golpe, y aún así se apoyaba para seguir levantándose. Lo supe en el instante en que se marchó, llevándose mi dolor. Encontré la seguridad justo en aquel momento. El padre de mi madre, el hombre que marcó mi vida, estaba con Él. Volví a recordar su mirada detrás del antifaz, sin mediar palabra. Me prometió que regresaría siempre a aquel cortejo. Desde entonces y cada Viernes Santo, mi abuelo viene a verme como un nazareno más.

EL ARTÍCULO

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Apuntes SÁBADO SANTO y DOMINGO de RESURRECCIÓN Es difícil, cuando llega el sábado, hacer abstracción de la nostalgia que empieza a apoderarse de quien ha vivido con la intensidad que sus fuerzas, disponibilidad y la meteorología le hayan permitido, la semana santa que ya se nos va. Vuelve a parecernos un instante fugaz, un destello, agua que se nos ha ido entre unas manos incapaces de retenerla. De todos modos, aún quedan muchas sensaciones que merecerán la pena dejar registradas en el disco duro de memoria, así que dispongámonos a vivir otra jornada que nos sirva para abrochar, esperemos, un capítulo inolvidable en nuestras experiencias cofrades. Apenas han pasado unos minutos de las tres de la tarde cuando ya contamos un trío de cofradías en la calle. En las inmediaciones de la Ronda, la comunidad trinitaria -hermanos, vecinos, antiguos alumnos- convierte la salida de la hermandad en un hervidero de gentes. Pueden ver sus tres pasos horas más tarde, en la amplitud de San Pedro o la calle Imagen, o luego en un recuperado paso por San Leandro. Aunque tampoco es mala opción esperar a La Trinidad cuando busca Sol por las callejuelas de la Puerta Osario... Sigue la hermandad del Sol en su complicado empeño por hacerse mayor a los ojos de la Sevilla cofrade, pero el reto del camino debe ser una motivación para quienes emprendieron el denodado esfuerzo por integrarse en la nómina de la semana santa hace ya nueve años. Es por todos conocido que su hábitat natural dista bastante del centro de la ciudad. Pasar por San Bernardo a la ida es todo un acierto, o despedirla recorriendo las murallas del Alcázar y la plaza de la Contratación. Con respecto a Los Servitas aconsejamos, año sí y año también, que la esperen en la preciosa e intimista plaza de Santa Isabel, junto a su capilla: es uno de los más bellos enclaves no sólo de la

jornada de hoy, sino que casi nos atreveríamos a decirles que de toda la semana santa. Y no menos recomendable resulta invitarles a que, a la ida, la contemplen por Doña María Coronel o Dueñas. Y si pueden, de cruz de guía hasta el último músico del paso de palio. El cortejo lo merece. Hay dos formas de querer ver el Santo Entierro. Si solo le interesan los tres pasos, cualquier lugar en el camino de regreso desde la Catedral le servirá para cumplir con sus deseos. Pero si lo que pretende es no perder ocasión de repasar la Sevilla clásica -instituciones, corporación municipal, autoridades militares y eclesiásticas, etco contar cuántas hermandades han (o no) mandado a su representación, tendrá casi que atrincherarse en los escasos metros de la calle Alfonso XII que lo separan del palquillo de La Campana, en la Plaza del Duque, desde donde podría optar por ver el variopinto cortejo de autoridades, representaciones de casi todas las hermandades y que desfila tras el paso de la urna. Cabe trabajo pensar que haya quien tenga algo mejor que hacer que estar en San Lorenzo esperando la recogida de La Soledad en los albores de la media noche. Aún así, si busca otras alternativas, dé por buenas la tarde en la calle Jesús del Gran Poder o la plaza del Salvador, ya de vuelta. Y para la despedida, la ciudad ha ratificado como un gran acierto el cambio de horario que realizó la hermandad de La Resurrección en 2017. Muchísimo más público casi en cualquier tramo del recorrido, que sigue mostrado momentos sublimes como la subida de la Cuesta del Rosario o el paso por Santa Ángela de la Cruz en la incipiente tarde del día en el que todo acaba... o empieza a comenzar de nuevo.



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“Llena y temprana la luna. Por ti las estrellas tejen un manto, esta noche del Sábado Santo”. Abrazado a su cruz. Cristo Varón de Dolores predica el primer abrazo franciscano. Él es el sol y la luna y las estrellas y los planetas y las constelaciones y el orbe: La cruz de Cristo nuestra gloria, ella es la victoria. El Señor es salvación y eterna vida. Amor más grande no hay, quien por el prójimo da su vida, transita por camino doloroso y no existe rasero que lo mida. ¡Oh, Cruz! Como estandarte te alzas. Tú guías hacia la meta en poderosa señal de gracia. En ti, ¡oh, Cruz! prendido el hijo de Dios, nuestra vera luz. Cinco llagas, cinco, abiertas; concebida para cerrar cinco llagas, cinco: Tú cambias manos vacías en manos de amor llenas: “amaos unos a otros”. Tú transformas pasos inciertos en huellas de trinitaria esperanza: “yo soy el camino”. Tú mudas costado herido en corazón bueno: “Bienaventurados los misericordiosos”. Por eso, no eres, ¡oh, Cruz! tormento de Inocente, sino árbol de eterna vida y de extrema sabiduría, la fuente. “Llena y temprana la luna. Por ti las estrellas tejen un manto esta noche del Sábado Santo”. Ilumina mi corazón, Dios alto y glorioso. Trinidad. Dame fe, esperanza, caridad y para alcanzar las promesas de tu hijo, dignidad. Tú, mi Dios y ante Ti, me arrodillo. Tú mi padre, Tú mi amor, Tú de mi pecho, ardor; y ante Ti, me arrodillo. Tú mi sabiduría, Tú mi bien, Tú mi eterna alegría; y ante Ti, me arrodillo. “Llena y temprana la luna. Por ti las estrellas tejen un manto, esta noche del Sábado Santo”. De mí, ten piedad Servita. Un

“Llena y temprana la luna...” por Teresa Guzmán

peregrino camina y como en sueño ve, a través de la bruma, tres estacas altas sobre la loma de un sendero israelita. De mí, ten piedad Servita. El peregrino camina y ve, bajo uno de los maderos, un grupo de personas silentes, que se agitan. De mí, ten piedad Servita. El peregrino c camina y ve cómo la reunión s abre para que comprenda se l imagen que se presenta la a ante sus límpidos ojos: Una m madre bendita besa el rostro l lívido de su hijo inerte. De mí, t piedad Servita. ten “Llena y temprana la l luna. Por ti las estrellas tejen u manto, esta noche del un S Sábado Santo. Venimos a quedarnos c contigo, Miryam, esta noche t triste. Tu tierno regazo de n niña “Ecce ancilla Domine” a abriste. De compasiva e esperanza, el mundo c cubriste. Sin preguntar, sin e entender y sin vacilar, a Dios s serviste. Vuelva la grandeza a tu encogido corazón por el hijo que perdiste. Por eso, venimos a quedarnos contigo, Miryam, esta noche triste. El cortejo fúnebre camina tras el sepelio, lento. Miryam, Soledad, casi sin aliento. Y ya, Soledad, sola depositas al hijo de tus entrañas, sobre la piedra. Y ya, Soledad, sola quedas y tu alma se subleva. Y ya, Soledad, sola brilla una lágrima que cae a tierra y se renueva. Y ya, Soledad, sola rezas una plegaria que de puro amor se eleva. Y ya, Soledad, sola, por ti un himno suena: “Llena y temprana la luna. Por ti cinco soles tejen un manto, esta noche del Sábado Santo”.

EL ARTÍCULO

Sábado SANTO Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN


Salazar-Bajuelo Gran Reserva En las siguientes páginas rescatamos algunas de las imágenes más curiosas del amplio archivo que atesoran Fernando Salazar y Ángel Bajuelo. Diapositivas en blanco y negro, negativos de 35 mm....cuando la fotografía era una cuestión artesana y nada ni nadie podía imaginar lo que nos depararía la era digital.

Una estampa de finales de los años setenta: el misterio de Jesús Despojado frente al convento de las Mercedarias, en la Judería, su antiguo barrio.

El paso de Jesús ante Anás vuelve a San Lorenzo en la tarde del Domingo de Resurrección después de haberse tenido que refugiar varios días en la Catedral por las lluvias acaecidas durante el Martes Santo de 1995.


Nuestra Señora de Gracia y Amparo delante del Palacio de las Dueñas, camino de Santa Marina, que fue su casa durante tres años (1993-1996) por las obras en Omnium Sanctorum.

El Cristo de la Sed, ante la ojiva de San Esteban sobre su primitivo paso, en los primeros años de la década de los 80.

El techo de Palio de la Virgen de las Aguas del Museo y su particular acceso por la calle Cepeda. Era el primer Palio en montarse en la Semana Santa de Sevilla.


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Principio de los noventa. El Cardenal Amigo, en aquellos años todavía Arzobispo, saluda a Manolo Santiago en la mañana del Domingo de Resurrección.

Nuestro Padre Jesús Cautivo a su paso por la lonja universitaria, de regreso desde la Catedral, donde quedó resguardado de la lluvia del Lunes Santo.

Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia, de las Siete Palabras, en su primera salida procesional en 1977, con candelabros en lugar de faroles.



Años 80. La hoy multitudinaria mudá de los “fantasmas”. Una estampa clásica de las vísperas en San Juan de la Palma. Era la señal de que faltaban 14 días para el Domingo de Ramos.

El misterio de las Siete Palabras, bajo el Postigo. Finales de los años 70. Cuando la corporación de San Vicente abría la jornada y regresaba por las calles del Arenal.

Er pograma y la silla de enea, vestigio de una Semana Santa ya pasada. Su lugar es ocupado hoy por las funcionales sillas de tijera.



Una calle para un Amigo Emotiva jornada la del pasado lunes 25 de marzo a los pies de la Giralda. Casi 10 años después de que abandonase la máxima responsabilidad de la archidiócesis, el cardenal de Sevilla, el inolvidable Carlos Amigo Vallejo, veía cómo la ciudad le correspondía, aunque mínimamente, por devolverle todo lo mucho y bueno que hizo a lo largo de sus 27 años a los mandos del Palacio Arzobispal. Y qué mejor modo que incorporar su nombre al nomenclátor de la ciudad, y no es una calle remota o a contraestilo, sino en una ubicación excepcional, comprendiendo el tramo de Placentines que va desde los pies de la Giralda a la esquina de la calle Alemanes. Acompañado por el alcalde de Sevilla junto a algunos miembros de la corporación municipal, el arzobispo Asenjo Pelegrina, el obispo auxiliar, autoridades del ámbito eclesiástico, cofrade, civil y empresarial, amigos de todas las procedencias -incluido el alcalde de su pueblo natal, Medina de Rioseco- y de todas las capas de la sociedad sevillana, don Carlos se emocionó sin duda al descorrer la cortina que tapaba la azulejería con su nombre casi sobre la fachada oeste de la que fue su casa durante más de un cuarto de siglo. Enumerar en estas líneas todo lo que Amigo Vallejo hizo por la ciudad y sus cofradías nos llevaría a ocupar páginas y páginas, con la convicción de que incluso, por muy milimétrico que fuese ese repaso, serían no pocas las cosas, detalles, atenciones y actuaciones que se quedarían fuera del recuerdo y no porque su importancia fuera menor, sino porque el legado de don Carlos mezcla las luces de las grandes actuaciones -visitas del Papa, erección de nuevos templos,

por Juan Salas Rubio Fotografías: Salazar - Bajuelo A. Pizarro (Diario de Sevilla)

impulsos a la conservación del patrimonio de la iglesia sevillana, apoyo a las hermandades y cofradías de la ciudad...- con la sombra quieta de todo aquello que llevó a cabo con el sigilo que obliga a que la mano izquierda jamás se entere de lo que hace la derecha. Le tembló la voz a alguien más que acostumbrado a hacer temblar a los demás con la suya. Pero era mucha la emoción que podía verse en su rostro. En su alocución, el cardenal emérito expresó su «sincera gratitud» al alcalde y a la Corporación municipal, «por haber querido rotular una calle de esta ciudad con mi nombre. Gratitud que quiero extender a cuantas personas e instituciones se han interesado para que una calle de Sevilla, y qué calle, estuviera dedicada a mi persona. Particularmente, gratitud a mi querido señor arzobispo Juan José Asenjo Pelegrina». Su discurso emocionó, e incluso utilizó algún verso que despertó oles entre el público congregado: «Como arzobispo de Sevilla, me correspondió por gracia de Dios vivir entre las calles de esta querida ciudad y de meter las calles y plazas de Sevilla en mi corazón. Ustedes me dedican una calle, yo les tenía una plaza muy grande en mi corazón». Fray Carlos Amigo Vallejo concluyó diciendo que «cuanto hice, y aquí disfruté a Dios y a mi calle, Sevilla, se lo debo. Muchas gracias». Se dice, y no sin razón, que esta ciudad es muy olvidadiza con los suyos. Pero en este caso, en esa mañana de lunes a apenas 20 días del Domingo de Ramos, se hizo justicia con una de las personalidades más importantes e influyente en los últimos 35 años de nuestra historia. Y con el homenajeado en perfecto estado de revista, físico e intelectual. Laus Deo.


Cualquier t iempo pasado...

por Víctor José González Ramallo

Francisco Almela Vinet y su hijo Ramón Almela fueron unos prolíficos fotógrafos asentados en Sevilla en el último cuarto del siglo XIX. Pese a que por su calidad técnica ocupan un lugar secundario en la historia de la fotografía española, su dedicación sistemática al mundo de las cofradías de Semana Santa fue probablemente la más importante, al menos cuantitativamente, de esa época. Francisco Almela llega a Sevilla en 1875 ignorándose cuál sería su forma de introducirse en la fotografía hasta crear un pequeño laboratorio en su domicilio de la calle San Luis. Su temática es variada (vistas de la ciudad y sus monumentos, la Feria, la Semana Santa), dando preferencia al reportaje sobre el trabajo de estudio del que es probable que careciese. La mayoría de su ingente producción se comercializaría en la última década del siglo XIX con la ayuda de su hijo Ramón en álbumes con apariencia de pequeño libro de 16 x 12 cm conteniendo generalmente doce positivos a la albúmina de aproximadamente 13 x 10 cm pegados sobre un fuelle de cartón extensible. Las tapas en tela o papel imitando piel en diversos colores (rojo, azul prusia, verde oliva, marrón claro) estaban gofradas indicando la temática de las fotografías contenidas en él. Ramón Almela alteraba los negativos sobre cristal incluyendo una pequeña franja oscura manuscrita al pie en la que figuraba una numeración seguida del título de la fotografía y su firma. En las tomas de Semana Santa además solía ennegrecer todo el fondo, fuese éste en la calle o en el interior de los templos con lo que ocultaba gran cantidad de información sobre el cortejo, el público y el entorno urbano o arquitectónico. Pese a estas limitaciones, estas fotografías, nos aportan una valiosa datos sobre las modifi-

La Esperanza Macarena, bajo el actual Palio de la Estrella.

El Cristo de las Penas de la Estrella sobre el paso neogótico que le cedía la hermandad del Calvario.


El entonces único paso del Museo, con la Virgen

Como evolución de la imagen anterior, el Cristo

de las Aguas arrodillada.

de la Expiración luce ya su nuevo sudario tallado.

El Cristo de Burgos cuando procesionaba como

El Cristo de la Salud de San Bernardo, con la Magdalena

paso de Misterio, con la Virgen, San Juan y la

arrodillada a sus pies, en una estampa muy alejada de lo

Magdalena completando la escena.

que vemos en cada tarde de Miércoles Santo



caciones sufridas en pasos e imágenes, constituyendo una fuente complementaria a las conocidas cromolitografías de Grima comercializadas en torno a 1885 para conocer la Semana Santa de finales del siglo XIX. En 1899, Francisco Almela escribe cómo complemento a sus álbumes de Semana Santa unos folletos de pequeño formato con información sobre las cofradías sevillanas que incluían el número de referencia de las fotografías de cada uno de los pasos. Aunque la mayoría de la información histórica contenida en ellos está extraída directamente del libro de José Bermejo publicado en 1882, aportaban algunos datos de interés contemporáneos al fotógrafo.

La Esperanza de Triana, en sacra

La Soledad de San Lorenzo, sobre

conversación con San Juan y María

su antiquísimo paso de caoba y

Magdalena. Así procesionaba desde

procesionando bajo un dosel.

San Jacinto, a finales del s. XIX.

Tras la muerte de su padre, Ramón Almela abandona la fotografía de reportaje, limitándose a reproducir parte del extenso trabajo realizado por éste y comercializará una serie de postales fotográficas bajo el epígrafe Cliché Almela. Para ilustrar esta breve sección hemos seleccionado aquellas fotografías de los álbumes que poseemos que nos parecen más curiosas, dando preferencia a pasos desaparecidos o con cambios sustanciales.

Paso alegórico (muy habituales en los corte-

El desaparecido Cristo de San Agustín, una de

jos del siglo XIX) del Dulce Nombre de Jesús,

las devociones más extendidas en la ciudad.

de la hermandad de la Quinta Angustia .

Inexplicablemente la hermandad se extinguió.


Desde 1966 endulzando la vida de los sevillanos


Y en mayo.... Justo un mes. Es el tiempo que transcurrirá desde que se cierren las puertas de la capilla de Los Negritos, casi al comienzo de la ya madrugada del viernes santo, hasta que llegue el día en el que la titular mariana de la corporación, la Virgen de los Ángeles, sea coronada canónicamente por el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, sobre

el altar del Jubileo de la Catedral en su paso de palio, y no a los pies de la Inmaculada, en la Plaza del Triunfo, como estaba previsto en un principio. Todo ello, una semana después de que suenen las últimas sevillanas en el real de Los Remedios. Primavera muy peculiar esta de 2019, sin duda. Será la vigésima coronación de una dolorosa de nuestra ciudad. Y tendrá un rango especial con respecto a muchas de las anteriores, al estar dotada de un carácter pontifical, lo que implica que el expediente no se ha iniciado y concluido en la propia diócesis, sino que desde Roma viene una bula de la Santa Sede mediante la cual el Papa acepta la coronación pontificia de la imagen y delega en el obispo del lugar para que la corone.

Fotos: Salazar - Bajuelo

Archivo ABC

Todo dará comienzo el domingo 12 de mayo, apenas unas horas después de que los fuegos artificiales hayan puesto fin a la Feria de Abril, cuando la imagen recorrerá la calles de su entorno en rosario vespertino para celebrar una misa dedicada a la Pastoral Juvenil de Sevilla y provincia. Posteriormente, los días 14, 15 y 16 de mayo se celebrará un triduo extraordinario en la vecina parroquia de San Roque, donde la Virgen de los Ángeles estará en besamanos. Será en la tarde del viernes 17 de mayo cuando llegue el trasladado en su paso de palio hasta la Catedral con el acompañamiento musical de la banda de las Nieves de Olivares. En la vuelta, además de la citada formación, la cruz de guía irá precedida por la Banda de Cornetas y Tambores de los Ángeles. El sábado 18, una vez coronada, regresará en procesión extraordinaria, efectuando un particular recorrido de vuelta en el que visitará las hermandades de las zonas cercanas al tradicional camino de retorno a la calle Recaredo. Serán, sin duda, unas jornadas inolvidables no sólo para los hermanos de Los Negritos, sino para toda la Sevilla cofrade.


In memoriam

No queremos ni podemos despedir nuestras páginas en este año 2019 sin tener un recuerdo para dos sevillanos, dos amigos entrañables, dos cofrades rotundos, dos buenas personas que se nos han ido en los últimos meses y que eran de sobra conocidos en toda la ciudad, mucho más allá del ámbito de las hermandades y cofradías. En la tarde del 3 de diciembre pasado fallecía nuestro querido José Manuel Campos López, quien fuese hermano mayor de la Esperanza de Triana desde 1997 al año 2000. Un trianero querido por todos, siempre al servicio de su hermandad y de la gente de su barrio. Una persona sencilla, trabajadora, profundamente creyente y apasionado devoto de su Virgen de la Esperanza. Su empresa, la archiconocida firma “Toldos Quitasol”, apostó por esta publicación desde sus comienzos en el año 2006, y ello, junto al cariño y cercanía demostrados siempre a nivel personal, nos deja un inmenso vacío que solo el tiempo y el consuelo por la presencia eterna de la que goza, podremos sobrellevar. Y no menos llorada ha sido la despedida a Rafael González-Serna Bono el reciente 26 de febrero, quien colaboró con un artículo en esta publicación en 2015. No solo pasará al recuerdo y la mejor historia de nuestra ciudad por su enorme producción artística como autor, compositor e intérprete... sino que va a ser imposible olvidar el pregón de la Semana Santa que dio, desde el atril del Teatro de la Maestranza, el 13 de marzo de 2016. Si en la memoria de todos permanecen canciones como el “Cántame” o “Se te nota en la mirada”, además del emocionante himno que compuso para el club de sus amores, el Real Betis Balompié, con ocasión de su centenario en 2007, en los corazones de los cofrades de Sevilla están grabados para siempre alguno de los pasajes del texto con el anunció, hace tres años, la llegada de una nueva semana mayor a las calles y gentes de nuestra ciudad. Que sus respectivas y queridas devociones marianas cuiden de ambos, desde el otro lado del río o desde el mismo Arco, brillando para ambos la verde luz eterna de la Esperanza. ¡Siempre en nuestro recuerdo!

Fotografías: Salazar - Bajuelo




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