Contrahistorias 11

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@ nolívan rcuEvrnnín

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Un concepto de modernida¿l

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@ aoolro sÁNcHrz vÁzqurz @ Crírica

Di¡ector:

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C¿Rros Ar.¡roN¡o AcutRRr Ror¿s z

Apropósito deVuelta de siglo, de Bolíuar Echeuerría

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Prsor¡crl

V¡Np¡u M¡Nu¡r M¡¡rnoza Sol-ls Cnnros Ars¡nro Rfos Gonorlro

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Zuñrc¡ Ms¡{¡ozt

.lAVrERSrcürNZn REYES @

La dimensión cultural o la existencia en fu?tura. Sobre la teoría de la cuhura de Bolíuar Echeuerría

KqRrN¡ VÁzqu¡z B¡.nN¡L

NoRssRro

cnru-os ALBERTo nÍos coRou_Lo @ Dialéctica del siglo XX.

Comité de Red¿ccién: AMÉRrcA Bvsr¡¡qr¡¡'¡ s.

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Difi.:sidn y Relaciones: LaunE

Tonr Vr¡.¡sco

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@ nnúl zrBEcHr @ La reuolución de 1968. Cuando el sótano dijo ¡Bastal

Covl rÉ CuurfHco llrtnN¡cloNel-: Bclír'ar Echeve¡rl¿ Aodrade {Universidad Nacional Auténoma de Méxicol, Ca¡lo

Ginzburg {Scuola Normale de Pisa), Immanuel lf'allerstein {Yale Universiry}, Edeliberto Cifuentes Medina (Unive¡sidad de San Carlos de Guarenala), Miguel Ángel Beltrrin (Universidad Nacional de Colombia en Bogotá), Juraadir Malerba (Universidade Estadua.l de Saa Pablo), Claudia {(/asse¡man (Unive¡sidade Federal de Rio Grande do Sul), Darío

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@ rNrnr,vrsra

altoria

lá reproduccidn de los materlals c{e la DiKción y del Comité de Redá€ción dÉ Corfri'|¡sÍafir$ Les textos aqul pqbliados son respensbilidad Se

{¡niqmente cqo €l permiso

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de ¡us autore¡.

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Para una historia

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d,e los conceptos:

problemas teóricos

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I prácticos

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r810, 1910,2010: ..:

Indep endencia, Reuo lución Mexicana,

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futuros

Chen Qineag (Instiruro de Histo¡ia Universal, Academia de Ciencias de China).

ISSN: ló65-a965 Con,raát¡Éor¡6 es una Rererya para us exclúsfuo otórgada po. Ia Dirección de Re*rv6 del Institsto Nacional del Dereho de Autor, baio el número: c4-zoo4-o41 4 1 I 06?500, I Oz

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México. Entreuista con Bolíuar Echeuerría

versal, Academia de Ciencias de Rusia),

Coükdhl6tod6. La úra mirada de CIfo ev¡sta semestIal, No, 1 1, Fptiemb¡e zooS,febrero ZOO9. Págim web: \/\W.conÚahisrcrió.com Coreo elec(ronico: conrrdhistorias@hotmail.com

@ cnru-os ANToNro AcutRRE Ro.lAS (D La reuolución mundial de 1968. Cuatro décadas después La reuolución del 68

G. Barriera {Unive¡sidad Nacional de Rosrio). Pablo Pacheco (Cuba), Francisco Yáo4wez (Universidad de Cádiz), Ofelia Rey Castelao (Universidad de Santiago de

Compostela), Ric¿rdo García Cárcel (Universidad Auténoma de Barcelona) Massimo Masrrogregori, ( Revisra .9¡¿riografa),Steffen Sammler (t*ipzig Uni, versitaet), Maurice Aymard, (Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales), Lorina Repina (Instituto de Hisroria Uni-

y marxismo

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de

América Latina

@ cnru-os Al'rroNro AGUTRRE RoJAS (D Un nueuo giro bacia la izquierda. La Confederación de Nacionalidades Indígenas de I Ecuador. (Entreuista con Marlon Santi)

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Norcras Drvtnsns @


l[nnrarg'o

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Mundo, WeltanschAuung, Concepciones del Mundo, Cosmouisiones, Visiones del Mundo, Percepciones del [Jniuerso, Maneras de Wr y Entender la Realidad... En esta sección, qaeremls rnuhiplicar todo el tiempo las distintas miradas qae admite el análisis de los problemas realmente importantes-1, fundamentales que hoy eifrentan la historiografla mundial en general, y las historiografln latinoamericana ! mexicana en particular pero también la historia y la sociedad en México, en América Latina, y en el Mundo entero. Recoger siempre las miradas críticas, abrir nueuas Imrigenes del

entradas a los problemas, explorar incesantemente explicaciones nuevas ¿ inéditas de uiejos temds, a la aez que ercsanchamos todo el tiempo la nueua agenda de los dsuntos que hace

falta

debaür en el plano historiagráfico, pero también en los ámbitos sociales, políticos y de todo orden en general. Porque una 'Imagen del Mundo', cunndo es realmente crítica, heurística compleja, sólo puede serlo a contracorriente de los

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lugares comunes dominantes, ! por ello sólo como cómplice obligada de las miles de Conttahistorias que cada día tocan con

fuerza a la puerta del presente, para liberar radicalmente los futuros de emancipación que esas mismas Contrahistoria s encierran. más

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.06 BOLÍVARECHEVERRÍA

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A. tA NOVE,DAD DE LO II{ODE,R.NO onsidero que podrlamos Partir de lo que es más evidente: la modernidad es la característica determinante de un conjunto de comportamrentos que aparecen desde hace ya varios siglos por todas partes en la vida social, a los que el entendimiento común reconoce como discontinuos e incluso contrapuestos --€sa es su per-

constitución tradicional de esa vida, comportamientos a los que precisamente llama "modernos". Se trata, además, de un J. comportamientos que estarlaen .;;" proceso de sustituir esa constitución tradicional, después de ponerla en evidencia como obsoleta, es decir, como inconsistente e ineficaz. La modernidad puede ser vista también, desde otro ángulo, como ún conjunto

cepción-

gica" que se encontraría en proceso tt t"*t Iuir al principio organizador ancestral, al que ella deiig.ta como "tradicional". Para precisar un poco más el asunto, voy a *errcionar al aza¡ tres fenómenos en los que se manifiesta esta característica de lo moder-

no, o en los que se muestra en acción "lógica' nueva, moderna.

qrriri.t" mencionar primero

a la

de hechos objetivos que resultan tajantemente

incompatibles con la configuración establecida del mundo de la vida' y que se afirman como innovaciones substanciales llamadas a sadsfacer una necesidad de transformación, surgida en el propio seno de ese mundo' Tomados asl, como un conjunto en el que todos ellos se complementan y fortalecen entre sl, ya de entrada estos fenómenos modernos presentan su modernidad como una tendencia civilizatoria, dotada de un nuevo prin-

cipio unitario de coherencia o estructuración parael mundo social civilizad pi* f"

^y "ii" correspondiente a esavida; de una nueva "ló!¡"

s¡¡¡¿¡zsi¡zri¿*

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esta

el que es tal

de todos estos fenómenos mo-

principal dernos: me refiero al aparecimiento de una confianza práctica en la "dimensión" pura(<metaflsicd'decir, no mente "física" -es de la capacidad técnica del ser humano; la

vez el

confianza en la técnica basada en un uso de la razón que se Protege del delirio especulativo, mediante un autocontrol de consistencia matemática, y que atiende así, de manera preferente o exclusiva, al funcionamiento profano, no sagrado, sino emplricament€ medible

de la natural eza y el mundo. Lo central en este primer fenómeno moderno, está en la confianzaque aPa-rece en el comportamiento cotidiano' en 1" c"pa.id"d del ser humano de aproximarse o enfrentarse a la naturaleza en tér*ino, purarnente profanos, y de alcanzat para é1, mediante una acción programada y calculada, y a par.rit del conocimiento mate-

matizado i. h *ir**, efectos más favorables que los que podía gatantizar la aproximación tradicional a [o otro, que era una aproxlma-

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fontrahistoriaC. v____fu__J

ción de orden mágico. Esrá es Ia confianza en una técnica eficientista inmediata ('terrenal"), desentendida de cualquier implicación mediata ("celescial"), que no sea inteligible en rérminos de una causalidad racional-maremática. Se trara de una confianza que se amplía y

complementa con otros f.rró-.no, igu"imente modernos, como sería. por ejemplo, la experiencia "progresista" de la cemporalidad de la vida y el mundo; la convicción

empírica de que el ser humano. que estaría sobre la tierra para dominar sobre ella, ejerce su capacidad conquisradora de manera creciente, aumentando y exrendiendo su dominio con el tiempo, siguiendo una línea temporal rectá y ascendente que es la línea del progreso. Una versión espacial o geográfica de este progresismo, está dada por otro fenómeno moderno que consiste en lo que puede llamarse la determinación citadina del lugar propio de lo humano. De acuerdo a esta prácrica, ese lugar habría dejado de ser el c¿unpo, el orbe rural, y habría pasado a concenrrarse .fustamente en el sido del progreso técnico; allí donde se asienra, se desarrolla y se aprovecha de manera mercanril la aplicación técnica de la razón matematizante. Como se ve, estamos ante una confianza práctica nueva, que se impone sobre su contraria, la confianza técnica ancestral en la capacidad mágica del ser humano de provocar la intervención, en medio de su vida, de fuerzas sobrenarurales benévolas; de dar lugar a la acción favorable de los dioses o incluso, ya en última insrancia, del propio Creador. Este fenómeno moderno cenrral implica un ateísmo en el plano del d.iscurso r.fl.úrro, el descreimiento en instancias meragsicas mágicas, trae consigo todo aquello que conocemos de la literatura sobre la modernidad acerca de la "muerte de Dios", del "desencanta-

mienro" (entzauberung) del mundo según Max Weber, o de la "desdeificación" (entgórterung), según Heidegger. Es un fenómeno

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que consiste en una susrirución radical de la fuente del saber humano. La sabiduría revelada es deiada de lado en calidad de "superstición', de remanente de creencias obsoletas, y en lugar de ella aparece como sabiduría aquello de lo que es capaz de enterarnos la razón que matematiza la naturaleza, el "mundo físico". Por sobre la confianza práctica en

la temporalidad clclica del "eterno rerorno" aparece entonces esta nueva confianza, que consiste en contar con que la vida humana y su historia están lanzadas hacia arriba y hacia delante, en el sentido del mejoramienro que viene con el tiempo. Y aparece también el adiós a la vida agrícola como la vida auténrica del ser humano su promesa de pa-con raísos tolstoianos-, la consigna de que "el aire de la ciudad liberd', el elogio de la vida en la Gran Ciudad. Un segundo fenómeno mayor que se puede mencionar como típicamente moderno tiene que ver cen algo que podría llamarse la "secularización de Io polírico" o el "mareria-

lismo político". es decir, el hecho de que en primacla de la 'política económica" sobre rodo orro ripo de "políticas" que uno pueda imaginar, o puesro en otros términos, la primacía de Ia "sociedad civil" o "burguesa" en la definición de los asuntos del Esrado. Esto es lo moderno; es algo nuevo que rompe con el pasado, puesto que se impone sobre la rradición del "espiritualismo" político, es decir, sobre una práctica de lo político en la que lo ñrndamental es lo religioso o en la que lo político riene primaria y Fundamentalmente que ver con lo cultural, es decir, con la reproducción identitaria de la sociedad. El materialismo político, la secularización de Ia polírica. impiicaría entonces la conversión de la insdtución estatal en una "supraesrrucrura" de esa "base burguesa" o "mate rial", en donde Ia sociedad funciona como una Iucha de propietarios privados por defender cada uno los intereses de la vida social aparece una

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sus respectivas empresas económicas. Esto es

lo determinante en la vida del Estado modernol lo otro, el aspecto más bien comunitario, culftual, de reproducción de la identidad colectiva, pasa a un segundo plano. Pensemos ahora, en tercer lugar, en el in-

d.ividualismo, en el comporramiento social práctico que presupone que el átomo de la realidad humana es el individuo singular. Se trata de un Fenómeno característicamente moderno que implica, por ejemplo, el igua-

litarismo, la convicción de que ninguna persona es superior o inferior a otra; que implica también el recurso al contrato, primero privado y después público, como la esencia de cualquier ¡elación que se establezca entre los individuos singulares o colectivos; que implica finalmente la convicción democrática de que, si es necesario un gobierno republicano, éste tiene que ser una gestión consentida y decidida por todos los iguales. Es un fenómeno moderno que se encuentra siempre en proceso de imponerse sobre la tadición ancestral del comunitarismo, es decir, sobre la convicción de que el átomo de la sociedad no es el individuo singular sino un conjunto de individuos, un individuo colec-

tivo, uoa comunidad, por mlnima que ésta sea, una

familia, por ejemplo, siempre en pro-

la diferenciación .ierarquizante que se genera espontáneamente enüe ceso de elimina¡

los individuos que componen una comunidad, de desconocer la adjudicación, gue se

nnLago'.liN Ntuomdl

cisión que los demás ciudadanos. El individualismo es asl, uno de los fenómenos modernos mayores; inuoduce una forma inédita de practicar la oposición enrre individuaIidad singular e individualidad colectiva. Estos son tres ejemplos de ese coniunto de fenómenos modernos, cuya modernidad consiste en afirmarse a sí mismos como radicalmente discontinuos respecto de una estruc-

d.l *.rndo social, y como "lla,mados" a vencerla y a susrituirla. En refe¡encia a esos fenómenos quisiera llamar la atención brevemente sobre dos daros peculiares que ilustran el carácter problemático de esta presencia eFectiva de la mo-

tura tradicion"l

dernidad como una discondnuidad radicalmente innovadora respecto de la tradición. Lo primero que habría que advertir sobre lh modernidad, como principio estructurador de la modernización "realmente existente" de la vida humana, es que se trata de una moda-

lidad civilizatoria que domina en términos reales sobre otros principios estructuradores

no modernos o pre-modernos con los que

se

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topa, pero que está lejos de haberlos anulado, enterrado y sustituido. Es decir, la moderni-

dad se presenta como un intento que esrá siempre en trance de vencer sobre ellos, pero como un intento que no llega a cumplirse plenarnente, que debe mantenerse en cuanto tal

y que dene por tanto que coexistir con las

social natural, al hecho de que los viejos o los

estructuraciones tradicionales de ese mundo social. En este sentido, más que en el de Habermas, sí puede decirse que la modernidad que conocemos hasta ahora es "un proyecto inacabado", siempre incompleto; es como si algo en ella la incapacitara para ser lo que pretende ser: una alternativa ciülizatoria "superior" a la ancestral o tradicional. Este es un primer dato peculiar que, a mi parecer, hay

sabios, por ejemplo, tengan mayor valía en ciertos aspectos que los jóvenes, o bien a que los señores, los dueños de la tierra, sean más importantes o tengan más capacidad de de-

que tener en cuenta en lo que toca a estos fenómenos modernos y su modernidad. Lo segundo que llama la atención, desde mi punto de vista, es que la modernidad esta-

hace en estas sociedades tradicionales pre-mo-

dernas, de compromisos sociales innatos al individuo singular y que lo rrascienden. El individualismo se contrapone a todo esto: al autoritarismo natural que está en la vida pública tradicional, a que haya una jerarquía

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blecida es siempre ambigua, y se manifiesra siempre de manera ambivalente respecto de

individuos sociales de una meior disposición de satisFacrores, y de una mayor libertad de acción. Es decir, la modernidad que existe de hecho es siempre posiriva, pero es al mismo tiempo siempre negativa. En efecto, si la modernidad se presenta como una ruptura o discontinuidad necesaria frente a lo tradicional, es sin duda porque permite a los individuos singulares la disposición de mayor y mejor cantidad de satisFactores, y el disfrute de una mayor libertad de acción. Ahora bien, lo interesante está en que la experiencia de esta "superioridad" resulta ser una experiencia ambivalente, puesto que si bien es positiva respecto de la búsqueda que hacen los

estas dos necesidades a las que

pretende estar

han detectado una buena cantidad de fenómenos que pueden llamarse "temprano-modernos" o proto-modernos en épocas muy anteriores al siglo XIli, el "siglo moderno" por antonomasia. Y esto no sólo en los tiempos en los que suele ubicarse el inicio histórico de la modernidad, que van entre el siglo XV y el XM. En el Renacimiento, según unos, con el surgimiento del "hombre nuevd'-respecto del 'viejo ' ser humano de la época medieval-, de hombre burgués que cree poder "hacerse a sí mismo" saliendo de la nada, y reconquistar premeditadamente la densidad cualitativa de una identidad humana concreta, que había ese

sido sacrificada por los evangeliz"dore, d. Europa y su cristianismo radical, despreciativo del "mundo terrenal" y sus cualidades. Otros ven coincidir este aparecimiento de

respondiendo, resulta al mismo tiempo ne-

la modernidad con el descubrimiento

gativa en 1o que toca a la calidad de esos satisfactores y de esa libertad: algo de lo viejo, alguna dimensión, algún sentido de lo ancesrral y tradicional queda siempre como insuperable, como preferible en comparación con lo moderno. La ambigúedad y la ambivalencia de los fenómenos modernos y su modernidad es un dato que no se debería dejar de lado en el examen de los mismos.

América, puesto que sería a partir de él que

B.

Y T,t -DESATÍO' DE LA'NEOTÉCNTCA'

tA MODERNIDAD

Quisiera pasar ahora a un segundo punto en estas reflexiones sobre el concepto de modernidad. Thl vez lo más conveniente para describir en qué consiste la modernidad, sea relatar de dónde proviene, cuál es su origen, cuál es su base o fundamento, es decir, datar aunque sea de una manera general y aproximada su aparecimiento histórico. TaI vez así pueda percibirse o definirse mejor en qué consiste la modernidad de estos fenómenos modernos. Hay que decir, en primer lugat que en la historia del tratamiento de la modernidad se

de

el mundo deja de ser un universo cerrado y fronteras infinitas, como dice

se abre hacia las

Koyré. Hay quienes ubican ese comienzo mucho más acá en la historia y sostienen que la modernidad comienza verdaderamente con

la revolución industrial del siglo XVlll y que corresponde propiamente al siglo XIX a la consolidación de la Gran Ciudad que tiene lugar entonces. Pero esto es sumamente interesante-

-y autores, como Horkheimer y hay también Adorno en su Dialéctica de la llustración, que llegan incluso a detectar una modernidad en ciernes ya en la época antigua de Occidente, subrayando así el carácter occidental de la modernidad en general. Se habla por ejemplo de la prese ncia, de ntro de Ia cradición que arranca de la mitología griega, de una figura como Prometeo, el titán que entrega el fuego a los hombres, que rompe el dominio monopólico ancesual de la casta sacerdotal sobre este medio de producción y la administración de su uso, "despertando así en el corazón de los mortales la esperanza" de que "las

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JtrnnLaigo

cambien" y la miseria se mitigue; de que tiempo deje de ser el tiempo siempre reperidor, cíclico, del "eterno retorno' de lo mis-

cosas

el

mo. Al abrir nuevas posibilidades de uso para

el fuego, Prometeo despierta la idea de una temporal idad que deja de ser cerrada y se abre hacia el futuro, inaugurando así un elemento esencial de los fenómenos modernos y de su modernidad.

O se destaca, como lo hacen Horkheimer yAdorno, la protomodernidad de una figura homérica como Odiseo, el héroe que hace ya un r$o distanciado o "ilustrado" de la mitología arcaica y que es capaz de desdoblar su yo, para ser un sujeto que dispone de sí mismo como obieto; que puede hablar consigo mismo de sí mismo como si fuera con otro y de oúo, y de manipular de esta manera el momento conquistador de la naturaleza que hay en la renuncia ("enrsagun{') o posposición productivista del placer, en el autosacrificio de los individuos singulares. Para ellos, en el personaje Odiseo estaría ya el primer esbozo de un nuevo tipo de ser humano, un proto-burgués, un individuo identificable ya como moderno.

Oros m¿ís hablan dela téjne griega que se autopr€senta míticamenre en la figura de Dédalo, el artífice, el inventor por excelencia, el que, por ejemplo, entre tantas otras cosas, se ingenia un simulacro de vaca para que la reina Pasifae pueda engañar ala natutaleza y gozar deltoro maravilloso regalado por Neptuno a Minos, su marido; el que sugiere el hilo guía para que Ariadna y Teseo escapen del laberinto despues de matar aJ Minotauro; el que confecciona un par de alas, con Ia eficacia de las de un pájaro, para huir, volando por los aires, de la isla de Minos convertida en prisión. Es también el artista que rompe con el hieratismo canónico en las formas plísticas al hacer visible en ellas su causa eficienre. Con la figura de Dédalo aparece el primer hombre netarnente "récnico", el que se pro-

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pone, inventa, calculaydiseña nuevos instrumentos, imitando desde la perspectiva humana y para las dimensiones de lo humano, la eficacia del comportamiento de la naturale* za. Conectada íntimamente con la figura de Dédalo está, en el relato mítico, la de-Teseo, el héroe fundador para los griegos atenienses involuntario de Egeo, su padre, el -asesino rey sagrado, y vencedor de Minos, garante de esa sacralidad a cambio de la sangre de jóvenes griegos-; el descubrido, d.-i" legitimidad proFana del poder político; el instaurador de Ia soberanía y autonomía de la pólis por encima de la soberanía tradicional y divina de los reyes. En fin, no faltan indicios fascinantes que apuntan al hecho de que la modernidad de los fenómenos modernos se muestraya en destellos en la época de los griegos. Sin desechar los planteamientos anteriores, me parece, sin embargo, que resulta más

explicativo de la modernidad reconocer su origen y fundamento en un momento histórico diferente. muy posterior al del aparecimiento de los Fenómenos de la protomodernidad griega. Me refiero a un momento en la historia de la Écnica que se ubicaría alrededor del siglo X de nuestra era, y que ha sido puesto de relieve por Lewis Mumford en su obra Técnica y Ciuilización, siguiendo la tradición de Patrick Geddes y en concordancia con Marc Bloch, Fernand Braudel y offos es-

tudiosos de la tecnología medieval, como Lynn llhite, por ejemplo. Dicho entre paréntesis, sería ese momento histórico que queda presupuesto en el ensayo de Walter Benjamin sobre la nueva obra de arte, cuando habla de una "segunda técnica" o una "técnica lúdica'.

momento histórico de una "revolución tecnológicd', como le llaman estos autores, que se esboza ya en torno a ese siglo X, durante lo que Mumford llama la "fase eotécnica" en la historia de la técnica moderSe trata del

na, a¡terior a las fases'paleo-técnica' y

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técnica" reconocidas por su maestro Geddes. Una revolución tecnológica que serla tan radical, tan fuerte y decisiva que alcan-dado za a penetrar hasta las mismas frrentes de energía, y hasta la propia consisrencia material (físico-química) del campo instrumental- que podría equipararse a la llamada "revolución neolítica". Se trara de un giro radical que implica reubicar la clave de la productividad del trabajo humano, situarla en la capacidad de decidir sobre la introducción de nuevos me-

dios de producción, de promover la rransformación de la esrructura técnica del aparataje insrrumental. Con este giro, el secreto de la productividad del trabajo humano va a dqar de residir, como venía sucediendo en toda la era neolítica, en el descubrimiento fortuito o espontáneo de nuevos instrumentos copiados de la naturaleza y en el uso de los mismos, y va a comenzar a residir en la capacidad de emprender premeditadamente la invención de esos instrumentos nuevos y de las correspondientes nuevas técnicas de producción. Este sería entonces el momento de la revolución de la "eotécnici', la "edad auroral"

Mumford-

de la técnica moderna.

-dice

Lo principal de este recenrramiento recnológico está, desde mi punro de vista, en que con él se inaugura la posibilidad de que la sociedad humana pueda consrruir su vida civilizada sobre una base por completo diferente de interacción entre lo humano y lo natural, sobre una interacción que parte de una escasez sólo relativa de la riqueza namral, y no como debieron hacerlo tradicionalmente las sociedades arcaicas, sobre una interacción que se movía en medio de la escasez absoluta de la riqueza natural o de la reticencia absoluta de la naturaleza ante el es-

cándalo que traía consigo la humanización de la animalidad. A diferencia de la construcción arcaica de la vida civíIizada, en la que prevalecía la necesidad de tratar a la narura-

leza-lo otro, lo extrahumano- como a un enemigo a-rnenazante al que hay que vencer y dominar, esa construcción puede ahora, basada en esta nueva técnica, t¡atarlamás bien como a un contrincante/colaborador, comprometido en un enriquecimiento mutuo. La conversión narcisista que defiende la "mismidad" amenazada del ser humano mediante la conversión de lo otro amenazante, d.e la "Naturaleza", en un puro objeto que sólo existe para servir de espejo a la autoproyección del Hombre como sujeto puro, s€ volvería innecesaria en el momento mismo en que esa arfieftaza deja de existir para el ser humano, gracias a la revolución tecnológica iniciada en el momento "eotécnico" de la historia tecnológica, al que hace referencia Mumford. A mi modo de ver, con esa revolución de la neotécnica que se iniciarla en el siglo X aparece por primera vez en la historia la posibilidad de que la interacción del ser humano y lo otro no esté dirigida a la eliminación de uno de los dos, sino a la colaboracién entre ambos, para inventar o crear precisamente dentro de 1o otro, formas hasta entonces inexistentes en é1. La posibilidad de que el trabajo humano no se autodiseñe como un arma para dominar a la naturaleza en el propio cuerpo humano y en Ia realidad exterior; de que la sujetidad humana no implique la anulación de la suieddad misteriosa- de lo otro. -inevitablemente El tránsito a Ia neotécnica implica la "muerte del Dios numinoso", el posibilitador de la técnica mágScao neolítica; muerte que viene a sumarse ala"agoníi'del "Dios religioso', el protector de la comunidad pollrica ancestral, una agonía que venla aconteciendo al menos por 2000 años con la mercantificación crecienre de la vida social, es deci¡ con el sometimiento de las comunidades humanas a la capacidad de la "mano invisible del merca-

do" de conducir sus asuntos terrenales. En una primera definición. aprorimada, se podría decir que la modernidad consiste

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JltnnLar,g'ro,

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la formula de Freud-, podríacons-exagerando "un malestar en la civilización", mos llamar tru6iva de la vida civilizada al desafío que "estado de ánimo" que Pareaparece en la historia de las fuerzas producri- vna stimmungo vas con la revolución neorécnica gestada en cecaracretizaratodalavidacivilizadadelOclos tiempos medievales. Sería el intento que cidente europeo. Un "malestar" que la afecta lavida ctvilnada hace de integrar y así pro- primero débilmente, pero después' a Paftir movef esa neotécnica (la "técnica segundd' o del siglo X\rI o del siglo XVIII, de manera "lúdica" presupuesra por -V, Benjamin) lo cadi_vez más aguda, hasta convertirse desde en la respuesra o re-acción aquiescente y

finales del siglo XIX en un hori-

mrsmo en su pfo-

pio funciona-

zonte anímico ver-

miento, que en la reproducción del mundo que ha le-

daderamente de-

terminante de la experiencia cotidiana. Y es que la

vantado para ello.

La modernidad

experiencia práctica que se expresa en este "malestar" es la de

sería esta respues-

ta positiva de la vida civilizaóa a un hecho antes desconocido, que la práctíca producdva reconoce cuando "percibe" en la práctica,

que Ia clave de la productividad del trabajo humano ha dejado de estar en el mejoramiento o uso inventivo de la tecnología heredada, y ha pasado a centrarse en la invención de nuevas tecnologías; es decir, no en el perfec-

una forma social o una estructura institucional que se reproduce tradicionalmente porque sigue siendo indispensable para la vida, pero cuyo contenido se enrarece crecientemente, convirtiéndola en una especie de simple simulacro o imitación de lo que ella misma fue en el pasado. Thl sería el caso, por ejemplo, del cristianismo, un rasgo esencial de la civilización oc-

cionamiento casual de los mismos instrumentos sino en la introducción planificada de instrumentos nuevos. Cuando Dédalo reaparece, pero ya no como la figura esporádica de una excepción en el ámbito del rrabajo y las

cidental pre-capitalista al que el Occidente moderno recurrió en sus primeros pasos -y al que sigue recurriendo hasta nuestros días, aunque sea en una versión ya caricaturescapara oculta¡ tras su enraizamiento en los usos y cosrumbres rradicionales. el hecho de que la "escasez absoluta" de la que él parte para justificar su moral ha dejado de ser "natural" con la neotécnica, y se havuelto a¡tificial, reproducida solamente para efectos de la acumulación capitalista. Este "malestar en la civtlizaciód' consiste en la experiencra práctica de que sin las formas rradicionales no se puede llevar una vida civllizada, pero que ellas mismas se han vaciado de contenido, han pasado a ser una mera cáscara hueca. El contenido de la forma social consiste en la necesidad de la comunidad, transmiti-

artes, sino como la figura de la condición misma de su realización plena. Se puede decir entonces que la modernidad no es la característica de un mundo civilizado que se encuentre ya reconstituido, en conco¡dancia con la revolución tecnológica post-neolítica, sino la de una civilización que se encuentfa compfometida en un contradictorio, largo y difícil proceso de reconstitu-

ción; un proceso histó¡ico de "muy iarga duración'-usando un término de Braudel-, que de ninguna manera tiene asegurado el cumplimiento de su meta. Ya desde el primer siglo del segundo milenio se gesta y comienza a prevalecer algo que

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lv- ontrahistoriaC. J ñ

da a todos los miembros singulares de ella, de conrribuir con el sacrificio de una parte de sí mismos a la lucha colectiva po, "F,.-". la mismidad de la comunid"d.rr.l enfrenramiento a lo otro, a la naturaleza (y a los otros, los "naturales" o "bárbaros"). Las formas sociales no son otra cosa que érganos o medios de sublimación de un de una

"r'rtor"I.ifi.io,

represión productivisra que en principio ha perdido ya su razón de ser. Para precisar la idea de esta relación entre la forma y el contenido de las realidades ins-

titucionales tradicionales, resuka ritil observar, por ejemplo, aunque sea de paso, lo que se festeja actualmente en las ceremonias nupciales. En estas ceremonias se Fesreja el sacrificio que la comunidad social hace del polimorfismo sexual de sus individuos singula, res, Ia forma que adopta la represión de la libertad de identificación sexual; un sacrificio que siendo necesa¡io sólo en las condiciones arcaicas de la construcción social, es aún consagrado y encomiado por ellas en los tiempos modernos, como naturalmente necesario, e incluso, como deseable por parte de todos los que se van a someter a é1. O por ejemplo, la condena impuesra sobre el varón de guerrear y producir "como

hombre", o la condena impuesta sobre la hembra, de procrear y administrar la casa "como mujer", esta doble condena que excluye (y castiga) otras opciones de idenriñcación sexual o "de género" sería el contenido de la Forma instirucional del matrimonio, una forma que presenra la pérdida ontológica de esos varones y hembras "proto-humanos", de esos jóvenes de identidad sexual indecisa, como si fue¡a el ascenso a la "plena humani-

dad", a esa humanidad que habría sido creada por Dios para ser sexualmente bipanita. El matrimonio como fundación de la familia, que es el átomo de las sociedades tradicionales, es una forma i¡stitucional del apareamiento humano que debe disimular elva-

ciamiento de su contenido en los tiempos modernos, Io deleznable que se vuelve cada vez más la necesidad de sacrificar el polimorfismo sexual, y que se a¡'uda para eie disimulo precisamente con el festejo de esa necesidad en la ceremonia nupcial. La experiencia del casácter insostenible, y al mismo tiempo indispensable, que adquieren las formas arcaicas del apareamiento humano en los tiempos modernos, es sólo un ejemplo de ese ya casi milenario "malestar en la civilización". El "malestar en la civilizacióri' muesrra que la necesidad del sacrificio, sin haber d.r.i"recido como correspondería a una vida propiamente moderna, sí se ha debiliado; que la Forma civilizatoria ancesrral, aunque no esré aún deslegirimada plenamente, se ha vuelto ya profundamente cuestionable. Sugiere que la modernidad efectiva o realmenre exisrente no acaba de aceptar o simplemente no puede aceptar su propia base, es decir, no rermina "récnica segunde integrar la neotécnica dd'o "lúdica"-, con los -la efectos de abundancia y emancipación que ello traería consigo; que no acaba de afirmarse plenamente sobre ella, en lugar de seguir sustentándose sobre la técnica arcaica, neolítica o de conquista de la naturaleza. Es precisamente de esta inconsistencia de la modernidad realmenre existente la tendencia de aquello que -obstaculizar la despertó- de donde saldrla la capacidad de supe rvivencia que rienen las Formas sociales arcaicas o rradicionales.

C. TA MODENNDAD, T,t CAPITATISMO Y EUROPA Pienso que si se quiere enconrrar una explicación de esta inconsistencia de la -odernid"d

históricamente establecida, hay que buscarla en la zona de encuentro de la modernidad con el capitalismo. Para ello, creo que es importante tener en cuenta una distinción que se remonta a la filosofia deAristóteles, y que nos

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permite hablar de una "modernidad poten-

ha habido y hay otras Europas "perdedoras",

cial" o esencial, opuesa

la modernidad efec-

minoritarias, clandestinas o incluso incon-

tiva o realmente existente, a la que tanto men-

cientes, dispuestas a intentar otras actualizaciones de lo moderno. A}ora bien, Ia clave de este éxito de Ia respuesta productivista abstracta del Occidente cristiano al desafío de la neotécnica está el planteamiento de Fernand -siguiendo Braudel-, .r .l .r".r.rtro fortuito de dos hechos d.e diferente orden, que acontecen en Europa y no en otros lugares del planeta. El primero, es el de las dimensiones reducidas del mundo civilizado dentro del que se experimenta en la práctica la presencia de la revolución neotécnica; son las dimensiones del "pequeño continente europeo , como lo llama Braudel, las que facilitan la interconexión de los brotes de neotécnica que aparecen, dentro de un espacio geográfico 'mane.iable". Se

a

cionamos. Se podría decir que el aparecimien-

to de la neotécnica, de esra revolución tecnológica que arranca del siglo X, trae consigo algo asl como un "desafío" que es echado sobre la vida civilizada, el desafío de hacer algo con ella: de rechazarla de plano, o de aceptar-

la, promoverla e integrarla dentro de su propia realización, sometiéndose así a las alteraciones que ello introduciría en el proyecto civilizatorio que la anima en cada caso concreto. Que en efecto se trata de un desaflo, se comprueba por el sinnúmero de transformaciones que en el proceso de trabajo se registran en esa época, a todo lo ancho del planeta, y que parecerían ser distintas reacciones que se dan en la vida úvlizada a la transformación técnica espontánea de las fuerzas productivas. Los historiadores de la técnica rela-

tan que son muchas las civilizaciones,

en

Oriente primero y después también en Occid.nt., qu.lr". ,.rpo.rder al desafio de la

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neotécnica, que van a actttalizar la esencia de la modernidad, a hacer de ésta una modernidad realmente existente, y ello de maneras muy diferentes. Hay sin embargo, entre todas ellas, una que se concentra en el aspecto

cuantitativo de la nueva productividad que la neotécnica otorga al proceso de trabajo humano, y que será por esta razón Ia que promueva esa

neotécnica de manera más abstracta y uni-

versalista, más distinguible y "exportable", más evidente en el plano económico, y más exitosa en términos histórico pragmáticos. Será precisamente este

"éxito histórico" de

la respuesta occidental la que hará del Occi dente romano cristiano un Occidente ya propiame nte europeo y capitalista. Lugar de origen y cenffo de irradiación de la modernidad capitalista, la Europa "histórica' se identifica con lo moderno y lo capitalista; no hay que olvidar, sin embargo, que, aparte de ella,

;

trata, además, de un escenario práctico dina-

mizado dice el mismo Braudel-, -como por una "dialécdca" muy peculiar, la "dialéc-

_"de amor-odio"_, entre la Europa mediterránea y la del Mar del norte. La aceptación del reto neotécnico por parte del occidente romano cristiano, a partir de dCa norte-sUr"

este movimiento que unifica los medios de produccióa del "pequeño continente europeo" mediante la peculiar dinámica de la 'dia-

léctica norte-sur", contribuye determinanteme¡rte a que ella resulte más efectiva o más prometedora en el plano pragmárico. El otro hecho que converge forruitamente en la explicación del exito histórico pragmático de Ia respuesta occidental al impacto de la neotécnica, estaría en la presencia, ya considerable para entonces, del comportamiento capitalisra en su economía mercanril. De acuerdo no sólo a Braudel sino sobre todo a Marx, cuando habla de las "formas antediluvianas del capital", el comportamiento capi-

talista existe ya en el orbe mediterráneo desde la época homérica. Ya desde entonces, el capiralismo se encuentra determinando, si se

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lontrahistoriaC. v____m-_J

quiere sólo desde afuera, desde el comercio y Ia usura, el proceso de producción y consumo de Ias sociedades europeas, imponiendo su impronra en ellas, convirtiéndolas a una fe productivista que ellas no conocían. Así pues, la coincidencia de estas dos cosas, la dinámica automodvada de unas fuerzas productivas de dimensiones relativamente menores, y por ello f;íciles de interconecrar, por un lado, y la acción ya determinante del capitalismo primitivo en Ia economía mercantil, por otro, daría razón de que Ia re-acción del Occidente romano cristiano aI aparecimiento de la neotécnicahaya llegado a ser la act:u;alizactón de la modernidad que encontró las mayores posibilidades de desarrollo en términos pragmáticos. En Occidente, la neotécnica es convertida en la base de aquel incremenro excepcional de la productividad de una empresa privada que lleva a la consecución de una ganancia extraordinaria, un tipo de ganancia que, como lo explica Marx en su Crítica de k Economia Política, es la meta pragmática más inmediata de la economía, lo mismo mercanril que mercantil-capitalista. Y aunque el empresario privado no dispone de una visión de conjunto de la economía, sí inroduce innovaciones téc, nicas en su proceso de uabajo, (y las mantiene en secreto el mayor tiempo posible), porque sabe que en la práctica ello le garantiza lograr una ganancia superior a la que obrienen normalmente los otros empresarios,

-"6"con los que compite. La neotécnica es percibida así, desde una perspectiva en la que ella no es otra cosa que el pitalistas" o

no-,

secreto de la consecución de una ganancia extraordinaria, Ia clave de un triunfo en la com-

petencia mercanril, que sólo podrá ser superado por un nuevo uso de esa misma clave. Es importante subrayar que, a partir de este

peculiar empleo de la neotécnica, se desata un proceso en el que ella, de un lado, y la economía capimlista, de otro, entran en una

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simbiosis de consecuencias epocales; simbiosis que alcanzará su nivel óptimo apenas a

partir de la Revolución Indust¡ial del siglo

XVtll.

Se trata de una simbiosis que se venía a.iustando durante un largo tiempo, madurando su organicidad, hasta que, al fin, en el siglo XWII, se configuró como esa caracre-

rística definitoria del modo de producción capitalista descrira por Marx como la "subsunción real del proceso de trabajo bajo el proceso de autovalorización del valor". La modernidad, esra respuesta aurorrevolucionaria que la civilización milenaria da a1 desafio que le lanza el aparecimiento de la neorécnica, que-

da de esta manera atada, en Occidenre, al mé-

todo con el que allí

se

formuló

esa respuesra.

Queda.atada.al órgano del que se sirvió para potenciar, exitosaméñte, el aspecro multiplicador de la neotécnica, queda confundida con el capitalismo. El capitalismo se transforma en un "seruo padrone" d,ela modernidad; invitado por ella a ser su instrumento de res, puesta al revolucionamiento de la neotécnica, se convierte en su amo, en el señor de la modernidad. Se puede decir entonces que, a partir de ese siglo, la modernidad "realmenre existente", primero en Europa 'y después en el mundo entero", es una actualización de la esencia de Ia modernidad, a la que está justi-

ficado llamar "modernidad capitalista'. El método capitalista discrimina y escoge entre las posibilidades que ofrece la neotécnica. y sólo acrualiza o realiza aquellas que prometen ser funcionales con la meta que persigue, que es la acumulación de capital. Al hacerlo, demuestra que sólo es capaz de fomentar e integrar la neotécnica de una manera unilateral y empobrecedora; la üata, en efecto, como si fuera la misma vieja técnica neolítica, sólo que porenciada cuantitativamente. En este sentido, recurrir a él implica no sólo dejar de lado, sino incluso reprimir sistemáticamenre, el momento cualitativo que hay en la neorécnica, el desafío que esrá dirigido

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la *a¡rsformación de la "forma ¡¿1ural"

la llamaba

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o correspondiente al "valor de uso" del proceso de ,.producción de la riqueza objetiva de la sociedad. lmplica tam-

bién, por lo tanto, reprirnir todo lo que arañe a la posibilidad de un nuevo rrato de lo humano con lo otro, lo extra-humano, o Ia naturaleza. La neotécnica está siendo vista como una récnica de apropiación, como una técnica que es actualizada por el capitalismo como un insrrumento más porente de conquisra y dominio sobre la naruraleza, cuando, como vefamos, lo que ella posibilita es justamente la eliminación de rodo ripo de relaciones que sean de dominio y de poder. Puede decirse entonces que, en su versión

capitalista es la que, provenienre de -que Europa, se ha impuesto en el planeta-, la modernidad, esto es, la revolución civilizaroria en la lluc se encuentra empeñada la humanidad durante esta ya larga historia, sigue una vía que pareciera haberla instalado en un regodeo perverso en lo conrraproducente, en

un juego absurdo gue, de no ser por la profusión de sangre y lágrimas que ha costado, la llewaría, como en una película de Chaplin, a subir por una escalera mecánica que funciona en la modalidad "descenso" (y qu. es más rrípida que ella).

D. LA ESENCIA DE

IA MODERNIDAD

Y

tA

MODERNIDAD -RI,AIMENIE, EXISTENTE' Veamos esto un poco más de cerca. La repro-

ducción del mundo de la vida, la producción consumo de valores de uso, obedece a una . .tl, "lógica" o un principio organizador cualirativo que es propio de ella, como realización de una comunidad concreta, de un sujero social idenrificado. Frenre a esra lógica "narural", como la llama Marx, la "realizaciónautovaloúzadrsradel valor mercantil capitalista" posee un principio organizador diferente, que es no sólo extraño sino contradictorio respecto de ella.

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Ahora bien, el modo capitalista de reproducción de la vida social implica un estado de subordinación o subsuncián del principio

de la "forma natural" de esa reproducción, bajo el principio de la aurovalorización mercanril capitalista. Nada se produce, nada se consume, ningún valor de uso puede realizarse en la vida práctica de la sociedad capitalista, si no se encuenrra en Función d. roport" o vehículo de la valorización del valor, de la

acumulación del capital. Y es precisamente este modo capiralista de reproducción de la vida y su mundo, el que ha determinado finalmente la respuesta de la civilización occidental al reto lanzado por el aparecimiento de la neotécnica. Inreriorizada y promovida con este sentido, en la vida práctica de Occidente, la técnica nueva

técnica segunValter Benja¡¡i¡-, mira cómo su tendencia intrfnseca a la abundancia resulta redircida y disminuida, y cómo su tendencia intrínseca a la emanci-

-esa da o lúdica, de la que hablaba

pación resulta tergiversada e invertida. En primer lugar, la modernidad capitalista genera justo lo contrario de aquello que se anunciaba con la neotécnica. La acumulación capitalista se sirve de ella, no para esrablecer el mundo de la abundancia o de la escasez relativa, sino para reproducir artificialmente la escasez absolura, la condición de esa "ley de la acumulación capitalisrd' según

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el crecimiento de la masa de explotados y marginados es conditio sir¿e qua non de la creación de la riqueza, y de los deslumbrantes logros del progreso. Y en segundo lugar, la

realización o efectuación cápitalista de la

modernidad culmina en el 'ifenómeno de la enajenación', descrito por Marx y después por Lukács. El ser humano de la modernidad capitalista se encuenrra sometido, "esclavizado" diría Marx, bajo una versión metamorfoseada de sí mismo, en la que él mismo ha pasado a existir, pero sólo en tanto que valor econó-

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l^ ontrahistoriaC. v______ffi J

mico que se autovaloriza. El ser humano se enaiena como valor mercantil capiralista, y se

esclaviza bajo esa metamorfosis sustitutiva

de sí mismo, en la que se ha auro-endiosado como sujeto absoluto, y cu1a voluntad incues-

tionable obedece él mismo religiosamente. La promesa de emancipación del individuo singular, que se sugerla como respuesta posible a la neotécnica, se ha efectuado, pero convertida en lo contrario, en el uso de la liber-

tad como instrumento de una constricción totalitaria del horizonte de la vida, para todos y cada uno de los seres humanos. Si el mundo de la vida moderna es ambi-

Para concluir, conviene dejar claro en

todo

esto un punto de especial importancia: la efec-

tuación o realización capitalista de la modernidad se queda corta respecro de Ia modernidad potencial, no es capaz de agotar su esencia como respuesta civilizatoria al rero lanzado por la neotécnica, como realización de la posibilidad de abundancia y emancipación que ella abre para Ia vida humana y para su relación con 10 offo. Es innegable que en la experiencia práctica de todo orden se hace vigente un conafo, una tensión y una tendencia espont:íneas, dirigidas hacia una efectuacién de la esencia de la modernidad que sea diferen-

valente, como había-mos mencionado al prin-

te de su efectuación actual, capitalisa, hacia una

cipio, ello se debe a que la sujetidad

acrualización no-capitalista de esa esencia. Son

ca-

-elparerácter de sujeto del ser humano- sólo ce poder realizarse en ella como una sujetidad enajenada, es deci¡ en la que la su.ietidad de lo humano se autoafirma, pero sólo en la medida en que, paradójicamente, se anula a sí misma. La modernidad capitalista es una actuaJización de la tendencia de la modernidad a la abundancia y la emancipación, pero es al mismo tiempo

vn

autosabotage

de

esa

acualización, que termina por descalificarla en cuanto tal. Este sería el secreto de Ia ambivalencia del mundo moderno, de la consistencla totalmente inestable, al mismo tiempo fascinante y abominable, de todos los hechos

que son propios de la sociedad moderna. Walter Benjamin tenía razón acerca de la modernidad capitalisra y su hisroria: todo "documento de culturd'es también, simultáneamente, un "documento de Lrarbarie".

exigencias que parecen remitir a esa moder-

nidad potencial o esencial como una entidad "denegada', en y por la modernidad "realmen-

virtual o supuesta, su-entidad "en gerida negativo" dentro de ésta-, pero te existente",

reacia a someterse a ella y a desaparecer. Se plantea así una discordancia

y un con-

flicto entre ambos niveles de la modernidad, el potencial, virtual o esencial, y el efectivo, empírico o real; el primero, siempre insatisfecho, acosando al segundo desde los horizontes más amplios o los detalles más nimios de la vida; el segundo, intentando siempre demostrar la inexistencia del primero. Se abre también así, en la vida cotidiana, un resquicio por el que se vislumbra la utopla, es decir, la reivindicación de todo aquello de la modernidad que no está siendo actualizado en su actualización moderna capitalista.

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Crítica y marxismo*

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ermítanme iniciar mi inrervención, en esta presentación del libro de Bolívar Echeverría, El discurso nitico d¿ Marx, recordando que hace ya tiempo que conozco a Bolívar Echeverría, desde que pasó por mis clases y Seminarios como Profesor Adjunto mío, dejando unafirmehuella, yque después he seguido de cerca sus ejemplares traducciones y sus textos diversos, escasos y densos, pero ricos en ideas y creativos. Hace tiempo también que valoro altamente su labor en esos diversos campos, por su espí-

ritu crítico y antidogmático, y finalmente, tiempo también que los que conocíamos su capacidad y sus frutos lamentábamos que hace

Bolívar Echeverrla no fuera más audazy pódigo extendiendo en un libro, más allá de sus Seminarios y colaboraciones, a un sector más

amplio ds ls6¡s¡ss

en México, des-

graciadamente, no-aunque es lo suficientemente amplio-, el resultado de sus investigaciones. No entro ahora en las causas de esta demora en ofrecernos el libro que nos debía. ¿Exceso de autocrítica o de autocensura? ¿Ex-

voluntad perfeccionista? ¿Cierta confirmación del contraste habitual en América Latina entre los raudales veces, verdade-a poética y la ra diarrea-, de la producción ceso de

producción parca, conrenida e inhibida, en la investigación y el ensayo? Sea cual fuera [a causa, saludemos la publicación por Ediciones Era de los trabajos incluidos en El discurso crítico de Marx. Cíertamenre, no se rrata de textos desconocidos. Pero, independienremente de lo que representa para ellos el contacto con un nuevo círculo de ledores, siempre un rexro disperso en una revista, al formar parte de un todo nuevo, cobra una nueva dimensión. Los trabajos recogidos en el volumen, permiren considerarlos como niveles distinros de una evolucién de las id.eas del autor, que culmina en el rexto cronológicamente úlrimo, aunque es el que, como "Presentación", abre el libro.

Y cabe preguntarse, ¿es el mismo marxismo este de 1984, que el de los textos resrantes que arrancan de 1975? ¿Se rompe la línea de su pensamiento; cae aveces en contradicciones? Tal vez lo uno y lo otro. Pero considerados estos rexros dentro del movimiento de ideas en que se inserran, digamos

-apelando a una categoría cuyo significado para el autor se revelará en la "Presentación'misma-, se cambia una sustancia que adopta formas diferentes. Lo cual es propio de todo pensamiento vivo, y por tanto, puesto que ¡*¿

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* Intervenció¡ del Profesor Adolfo Sánchez Yázquez en la P¡esentación del lib¡o de Bolíva¡ Echeverría, f,l discurso crítico de

Marx, en el Palacio de Minería el 6 de marzo de 19g7 .

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vivo está para el autor, del marxismo. Hay pues, coherencia, unidad, no obstante los

terpretación,

cambios y contradicciones del camino. Ya con esto, estamos planteando una serie de cuestiones que aFectan al marxismo, desde el enfoque del autor. Porque todo lo que en el libro se aborda, se proyecta sobre un fondo polémico actual, que es el de la vigencia misma del marxismo, o de lo que se ha siempre con un tono dado en llamar -casi "crisis marxismo". [a del frrneral-. De los textos del libro me interesan, sobre que no quiere decir que sean los todo, -lo más logrados-, aquellos que tienen que ver

nocer la fecundidad de sus análisis al agruparlas en los temas predominantes t eL carácter práctt' co de la teorá marxirta; la determinacién de

más directamente con este fondo problemático. Mi lectura es pues, una lectura interesada. Y ¿curí1 en definidva no 1o es? Me intere-

san del libro aquellos, como el titulado "El materialismo de Marx", en que se precisa lo que por creerse muy sabido, con frecuencia es lo más olvidado: el proyecto teórico-práctico de Marx. Volver sobre él es indispensable, para desgarrar ese telón de fondo que hoy muchos llaman "crisis del marxismo". Este texto de Bolívar, "El materialismo de Marx", fechado en 1976, me atrajo desde su aparición. Es una interpretación muy peneuante de las famosas Tésis sobre Feuerbacb.Mi interés puede explicarse fácilmente, tomando en cuenra que siempre he visto en ellas el viraje radical del pensamiento de Marx, que se vuelve asl no sólo una filosoffa de la praxis, sino rambién un elemento indispensaüle del proceso de transformación revolucionaria del mundo, como nueva práctica de la filosofta. El texto de Bolívar es una de las interpretaciones más lúcidas y agudas de las Tesis, ett cuanto hace tansparente la médula misma

del marxismo, como actividad teórica cons-

titutiva de la praxis. Muchas de las interminables disputas sobre el Ma¡x ideólogo, revolucionario, o cientlfico, o sobre subjetiüsmo y objetivismo, se podrían disolver si se partiera de una iusta in-

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var-,

de

Tbsh. No se puede dejar de recolx -como

las configuraciones de la sociedad como problemática específica de esa teorla, y el concepto de transformación social en el que se unen indisolublemenre los aspectos teórico y práctico. Por razones análogas a las anteriores, o sea'

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inclula de precisar el proyecto de Marx, so el término "proyecto" es sosPechoso, Para los que hacen de Marx un científico entre

oros-.

me ha interesado el ensayo titulado "Defensa del discurso crítico", .n .l qu. ,. subraya su carácter crltico, que engloba el de revolucionario por ser científico, y el de cien-

tífico por ser revolucionario. Sección importante del libro que nos ocupa es, justamente, la obra de Marx que ha servido, --como todos sabemos-, Pafa armar una interpretación cientificista que opone al joven Marx frente al Marx maduio' Nos referimos, por supuesto, a El Capital. En los tres trabaios que en el libro se dedican a é1, o sea: "Esque ma de El Capitaf' ,"Ya' lor y plusvaloy'' (entre paréntesis: ¡por qué no 'pluwalla"?), y "Clasificacién del plusvaIor", el rigo¡ la coherencia, que no se lograri con una claridad engañosa, se confirma la unidad indisqluble de los dos aspecros antes mencionados del pensamiento de Marx. El Capital, nos dice Bolívar, es "el discu¡so científico de Ia riqueza social moderna", pero un discurso que entraña la "desmistificación'de esa realidad. Puede comprenderse por ello que El Capital fuera para Marx, no una simple sucesión de enunciados científicos, sino un "proyectil". expresión es de Marx-, -la arrojado ala cabezade la burguesla. Los textos de Bolívar nos hacen ver a un Marx como él se veía a sl mismo, y nos lo hacen ver tanto más claramente, cuanto más rigurosos son. Hay oros textos del libro que inciden, m¿ís

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directamente, en los problemas de la teoría y la práctica polídca. Tál es el que consagra a Rosa

Luxemburgo y a sus interpretaciones opuestas. que ponen sobre el tapete interrogantes que, lejos de perder vigencia, están hoy, como ayer, en el centro de la polltica revolucionaria: la relación entre conciencia y espontaneidad, y entre dimensión nacional e internacionalista. Hemos asistido, en las décadas últimas, al naufragio de dos concepciones de la primera de esas dos relaciones: la leninista, de la exte¡ioridad de la conciencia, y la del mito de la espontaneidad pura de las masas. En cuanto a la segunda relación, la dimensión nacio-

-enüe

nal e internacionalista de la lucha-, hemos visto umbién su naufragio, al suplantar la autodeterminación nacional por un nacionalismo de vía estrecha, o sea burgués, y al inrernacionalismo por la fidelidad incondicional a un Estado nacional, que se proclama socialista.

Bolívar rinde el debido

ributo a Rosa

Luxemburgo, al ffatar de librarle de las sosalgunos evidencias irrefutapechas,

-para espontaneismo y de olvido bles-, de

de la "autodeterminación nacional", en nombre de un internacionalismo abstracto. Pienso que Bolívar consigue su objetivo de salvar a Rosa Luxemburgo, de 1as acusaciones de defensora del "espontaneismo" y del "internacionalismo abstracto". Pero, a mi modo de ver, no es tan sólida su argumentación cuando trata de re€uperar el perfil propio de Rosa Luxemburgo. Para ello, habría que situar a Rosa Luxemburgo, puesto que de su

vigencia se trata, no sólo en el contexto en que luchó y pensó, sino también en otro nuevo que no conoció: el de las experiencias actuales en la lucha de los pueblos por su liberación nacional. Tendríamos entonces no sólo el rechazo de los mitos que le atribuyen a Rosa Luxemburgo "leninistas" y "luemburguistas", sino también un perfil de Rosa Luxemburgo actual, que iría más allá de lo que ella misma pensó. Pero la dimensión nacional no es sólo

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la de las nacionalidades que luchan con¡ra el Estado que les oprime internamente,

-que

experienci".urop.r, occidental, que Rosa Luxemburgo tomó en cuenta-, sino la de es

la

las naciones que luchan por su emancipación

contra el Estado o lmperio que las oprime desde fuera, que es la experiencia que viven hoy los países del trcer Mundo. Con todo, en los textos correspondientes del libro de Bolívar Echeverría. encontramos aportaciones originales, al rastrear en El Ca'

pital indicaciones valiosas para examinar

las

relaciones entre clase y nación. Llegamos así a la última cuestión que nos proponemos examinar, y que tiene que ver .on el ptobl.ma tan vivo hoy, tan controvertido, de la "crisis del marxismo". Aunque en todo el libro se encuentran elementos para delinear la posición de Bollvar Echeverrla, la última palabra en este asunto está al comien-

zo, o sea, en su "Presentación'. Bolívar no elude este problema. No sería marxista si lo eludiera, puesto que se trata de

un problema

real.

¿Qué ha sido, y qué es hoy del marxismo? Thl es la grave cuesdén. El marxismo ha sido, vis¡s a decir Bolívag pues no lo cito -¡65 textualmente-, el discurso propio, teórico, de una práctica política peculiar, en la que la

izquierda materializa un proyecto, el comunismo, para Iahistoria contemporánea. Ahora bien, la tríada aquí envuelta: Comunismo, Izquierda y Ma¡xismo está en crisis, en cuanto que estos términos han perdido su vigencia efectiva. Seguimos de cerca a Bolívar. El texto documenta sotre la pérdida de vigencia de cada uno de los rérminos: la transformación del modelo alternativo de sociedad en "socialismo ¡eal"; la incapacidad de la clase obrera industrial para realizar el proyecto, y finalmente, la carencia de la teoría al convertirse en la versión predominante, como "marerialismo dialéctico", o como "materialismo histórico", considerado como ciencia.

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Ahora bien, el reconocimiento sin evasiones de esta crisis ¿implica que el marxismo no puede renacer de esta crisis, a la que no escapan con él ninguno de los otros dos términos de la tríada: el Comunismo y la Izquierda? TaI es Ia cuesrión, cuesrión de vida o muerte, yo-, para un marxista. -diría Ahora bien, yo-, sólo puede re-pienso nacer lo que en su nacimiento ofrece ya algo que ha de subsisrir. Y esto es lo que nos oFrece Bolívar: una sustancia en el marxismo que adquiere diferenres formas. Al abordar este problema, hay que partir del reconocimiento, Bollvar no 1o esqu! va-, de la existencia-yde una pluralidad de marxismos. Pero, entonces. ¿qué hacer? ¿se trata de aceptar eclécticamente unos y otros,

o

se trata de pronunciarse

por uno, lo

que

significaría rechazar su muftiFormidad? La respuesta de Bolívar no consisre en rechazar de-

terminado marxismo o marxismos, en nombre de uno que encarnara su verdad conclusino en rechazar aquel que congela su multiformidad. Y riene razón. Pero, si Ia susran-

sa,

cia del marxismo consiste en ser,

dice -como inacabado, el marxismo que petrifica esa sustancia, que la congelr, no pu.de ser aceptado. Yeste es precisamenre el marxismo que está en crisis.

Bolívar-,

En consecuencia, el marxismo que puede renacer hoy es el que lejos de congelarlo en una forma, adopta su multiformidad en una búsqueda inacabada, en la que la identidad, en Marx-, -incluso vezy parasiempre.

nunca está dada de una

Cabe entonces preguntar

¿si no hay identidad, cómo puede haber una sustancia que cambia de forma?

to marxista: el marxismo como discurso crítico. Si el marxismo es estructuralmente crltico, si mina el discurso del poder (digamos por nuestra cuenta: el marrismo

mente cierto marxismo, el de la línea antes señalada), sigue siendo la clave teórica para la transformación de la sociedad:

es deci¡ para contribuir, como teoría, a la realización de un

proyecto a la vez necesario, deseable y posible. está en definitiva 7a razón de que el

Y aquí

marrismo pueda renacer en

discurso oítico de Marx.

nos habla de un doble descubrimiento del conecta con el renacimien-

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profun-

do en aras de un sospechoso post-marxismo. A afirmarnos en esta idea, contribuye valiosamente el libro de Bolívar Echeverrla, El

tancia que se pretende rescarar no puede ser algo informe y gelatinoso, y por ello Bolívar se

esta crisis

da que hoy vive, o sea, de que no sea abandona-

Bolívar rrata de rescarar la sustancia de Marx, justamente, en la heterodoxi¿ de un Korsch, Bloch, Lukács o Kosik. Pero la sus-

joven Marx, que

se ha acaba-

do en las sociedades del "socialismo real" por haber perdido su potencial crítico) y segundo, por la relación del marxismo con lo que llama Bolívar Echeverría, "el terreno crírico central de El Capital: la contradicción enrre valor de uso y valor, ent¡e dos formas de existencia del proceso de reproducción social, una "social-natural" y otra histórica, capitalista. Creo que se pueden buscar otras claves del renacimiento, sin negar esas dos, a saber: el marxismo como proyecto de emancipación, basado en un conocimiento de la realidad, y como el€mento indispensable del proceso de transformación de esa realidad. Esta es la sustancia del marxismo para mí. Con todo, Bolívar a lo largo de su libro ofrece elementos para extender la sustancia a esos tres elementos, (proyecto, conocimiento y crítica de 1o existente, y teoilacomo parte del proceso práctico). Con ello, conrribuye a afirmar que el marxismo (más exacta-

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A propósito de Vuelta de siglo, de Bolíuar Echeuerría"

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historiador interesado en el sentido del siglo )C(, es difíun texto más complejo que Vueha d) sigto,de Bolívar Echeverría. Al leerlo da la impresión de que el autor, cuya condición de filósofo le ha permitido mostrar la dialéctica del iluminismo de una época en t¡ánsito de prefigurar otra, esconde, por el contrario y de igual que el ángel manera enigmática, a un poeta que contempla -al de la historia-, las ruinas del mundo moderno que el resplandor de la modernidad capitalista y el ideal de progreso han pretendido ocultar. Y este carácter intelectual de Bolívar Echeverría es lo que representa, a su vez, el rasgo principal del libro, caracrerística que, en ocasiones, hace parecer al autor como inseparable de su creación. Para un

.il imaginar

Vueha de siglo no es una'historia' del siglo )O(, de sus acontecimientos o de sus personajes, sino un descubrimiento de sus claves de acceso que, a modo de síntomas, de indicios, en un ejercicio de 'pasar el cepillo de la

historia a contrapelo', muestran las cicatrifallidos, la indiferencia y la negación de lo otro, que representan la'indefinición de sentido', la 'definición en suspenso' en que parece encontrarse la historia actual. Es por ello que cuando Bolívar Echeverría dice que "no parece desatinado contar la historia del mundo moderno como una sucesión de los intentos que él ha hecho de resistirse a la esencia de su propia modernidad" ces, los actos

* Echeverría, Bolivat Vueha

de siglo, Ediciones Era,

(p.I2), se refiere al hecho de que estos intentos son la señal de alarma de un peligro latente, de este carácter fragmentario o insuficiente de la propia historia, que hace que la tarea sea, precisamente, su desencubrimiento: practicar la hisroria (en este caso, del siglo

)C() como desencubrimiento. Para Bollvar Echeverría la idendficación del instante en el que emergen los actos fallidos, los pasados que esperan la cita con el presente, las histo¡ias de los oprimidos que han sido expulsadas de la gloria de la historia de los vencedores, constituye el'sexto sentido', el 'olfato' del historiador. Ese mismo'olfato' al que se refería Marc Bloch cuando, en una

México, 2006. 272 pigs


fontrahistoriaC. v-----il J

metáFora, advertía que el historiador "se parece al ogro de la leyenda lporquel ahí donde

que se hacen visibles a pesar de la prohibición de la hisroria de los vencedores, de la

olfatea la carne humana, sabe que está su presa". La identificación de ese instante que se aso-

fatalidad del progreso, y de las ilusiones de la modernidad, mosrrándose como un 'relámpago' que bri[a sobre esra hisroria que oculta, que engaña, que pretende ser un relato apacible y acumulativo, basado en la expropiación de la experiencia de los oprimidos. 'Historia de la negatividad de los sucesos históricos', que sobrevive y subyace a la historia de los dominadores a pesar de haber sido desechada y supuestamenre vaciada de su contenido rebelde o conresrarario, pero que rodavía está ahí; no bajo la forma de un pasado vencido o muerro, sino como el recuerdo de una advertencia, como una premonición de un retorno que irrumpirá en el presente con

ma reflejando en el presenre toda su acualidad, no consriruye solamente una vinud, sino que

toda una pre-condición del trabajo del historiador. Es una opción que puede converdrse en elección. Y a lo largo de las páginas, el autor cuenta una historia y enseña cómo es posible escribi¡la de acuerdo con la idea de Benjamin. de que "ni siquiera los muerros es

esrarán a salvo del enemigo si esre vence". Esto ncs recuerda quela mirada del ángel de la historia no es una visión preciosista, un

culto al tiempo que

se ha ido, una auroconciencia de la historia que se asumiría denro del reino de los muertos, como una devasta-

fuerza, llenándolo de contenido.

ción del propio género humano. La mirada del ángel, por el contrario, pretende "redi-

mir aI pasado", apartarlo de las brumas en que ha sido sepultado por la historia de los vencedores para volverlo actual, para transformarlo en "el instante de peligro", en "la chispa de la esperanza", ororgár,dol. una "vigencia vengadora" donde "el acontecer esrá por decidirse en el sentido de la claudicación o en el de la resistencia o rebeldía ante el triun-

fo de los dominadores"

(p. 128) como bien

señala el autor.

Es frenre a esta disl.untiva, de estos dos escenarios de claudicación o rebeldía, que se manifestarían, a favor o en contra, de un ene-

migo formidable que 'ho ha dejado de vencer", donde la mirada a contracorriente ad_ quiere toda su radicalidad, toda su actualidad. En esta mirada del ángel, que Bolívar Echeverría comparte sólo en el sentido de una superación de la catáscrofe, existe una concepción de la historia y del tiempo de la historia. El concibe la hisroria (una concepción heredada de \Talter Benjamin y compartida

con él), como una sucesión de rupturas, de hechos fallidos, de experiencias mutiladas,

''...

Es un discurso hisrórico sobre la experiencia que el género humano tiene de un fiacaso sin fin, en un sentido adverso a la emancipa-

ción humana, a la construcción de un mundo para la vida. Pero para Bolívar Echeverría este no es un discurso que prerenda invitar a pensar en la imposibilidad de romper con el continuum marcado por la presencia victoriosa del valor que se au rovaloriza; por el contrario, invita a pensat en vez de en un destino ineluctable, en una tendencia en Ia que, a pesar de todo, todavía existe la posibilidad de encender una chispa de esperanza que per-

mita vislumbrar un mundo alrernarivo, un mundo posible. Aunque esra posibilidad de transformación horizonte de expecta¡i¡¡¿- ¡6 es un -un discurso que tendría Ia mi, sión de anunciar el predestinado advenimien-

to de la'fiesta de los oprimidos', que acudiría a su propia cita con la historia en un momento en que el calendario marque la Gcha de las revoluciones, sino que parre de la idea de que el pasado estávivo, que acrúa sobre el

presente modifi cándolo incesantemenre, otorgándole un perfil determinado, concediéndole su propio senrido. Este horizonte

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tiene el presente de rescatar, de no olvidar lo que en él acontece, y de acudir, a "la cita que

de expectativa radica en la capacidad que

tiene con el pasado y que lo tiene en deuda con é1" (p.128) desatando. enronces, su "vigencia vengadora".

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ferido porque las ideas de este pensador, tan abstractas y penetrantes, tan sutiles y prudenres, están siendo escritas en un momento de inflexión histórica como pocos han existido en la historia moderna. En .r," hora decisiva, en esta época que prefigura orra muy dis-

tinta "cuando Por encima de la diversidad de los rcmas, Vuelta de siglo es un punto de encuentro, de cita. Lo es en el sentido en que la mirada escudriñadora, de latente inconformidad y a contracorriente, se suma

al principio dialéctico y materialista; pero

lo

es también porque en este

libro se re-

únen los principales temas que el autor ha estudiado durante más de tres décadas: el estudio de la obra de Marx, el discurso crítico de Marx; la preocupación sobre el concepto de cultura, y el esfuerzo de aportar en la cons-

trucción de una teoría materialista de la cultura; y eI Ethos barroco, como clave de una propu€sta, de un abordaje muy original aplicable a una cierta interpretación de la historia de América Latina. De tal suerte que esre libro representa una

condensación de la experiencia que, sobre estos temas, ha adquirido el autor. Mas no por el hecho de que éste sea una simple compilación de temas "reunidos" por é1, sino porque tiene un carácter excepcional, un lugar de excepción. En primer lugar, está el hecho de que es un libro escrito por un militante político oculto, al igual que el

poeta- -5ulilrnq¡¡s que se autocontiene,

que se dota a sí

mismo de una disciplina, para regular o controlar el desbordamiento de la apreciación sobre la capacidad transformadora de la voluntad humana, anteponiendo la me-en dida que le es posible- al científico frente al militante político; sin que este procedimiento signifique una represión de su sensibilidad o una renuncia consciente del optimismo, de la posibilidad de la utopía. En segundo lugar, este carácter excepcional le está con-

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el ascenso de la barbarie global parece aún detenible" (p.39) el discurso cí-

ti.o d. Bolívar Echeveirla

es todavía diffcil

de ser pensado en toda su radicalidad. Pareciera que el sujeto social al que él le escribe en un mundo donde el "realismo -inmerso político" y la "revolucióri' todavla se entremezclan cotidianamente, en el que si incluso la política nos concierne a todos, no es posible que por ello pueda pedirse que todos desarrollen por ella una pasión especial-, esrá en una situación tal que le es difícil alcanzar el nivel de exigencia, de acuerdo con las altas dema ndas episremológicas, éticas y polfticas, planreadas por este mismo discurso crírico. Pero no se trata de un carácter inade-

cuado o extemporáneo (lo que inviraría a pensar en una casi imposibilidad de comprenderlo) sino de una divergencia de Ias miradas, de la posibilidad de ver lo mismo con idéntica profundidad, 1o que propiciaría que la "cita" entre ambos se diera en momentos distintos. Cuando se cree haber alcanzado al autor, el lector advierte, con sorpresa y admiración, que las ideas que uno y otfo ven, a pesaf de ser las mismas, la desigual capacidad de penetración las hace parecer diferentes. Pareciera, entonces, que el lector común tiene todavía la

dificultad de asimilar en toda su radicalidad [a finura del lengua je, la mirada dialéctica, el materialismo creativo, la visión de larga duración que constituirían el núcleo de este discurso crítico de Bolívar Echeverría. Un discurso que mantiene una extraordinaria viralidad y acrualidad, precisamente por el hecho mismo de su radicalismo potencial, que permite desciFrar "el sentido enig-

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mático que representan los datos más rele-

mundo actual, en una posibilidad de un cambio que "tiene que ser radical, de orden y pro-

El discurso crltico de Bolívar Echeverría permite desciFrar el registro profundo de esta situacién de "suspenso" de la historia inmediata, a parrir del análisis de aspecros que constituyen la hisroria de la mo-

fundidad civilizato¡ios" (p.116) para evitar

d.rn¡drd capitalista.

vantes de esta vuelta de siglo", (p. 1 4) e invita

a pensar en un modo de comprensión del

la carástrofe y crear un sisrema histórico alternativo al capitajisra. Este es el punto de parrida de la caracrerización de nuestra época. Es una visión que a partir de una doble matriz, tanto dialéctica como de larga duración, inrenra definir la situación ¿6¡s¿l esta vuelta de siglo- de -s¡l la historia de la modernidad capitalista, y que al tiempo en que muestra las contradicciones de este proyecto, brinda también elemenros de análisis que permiten av'tzorzLrlas posibilidades históricas de transformación del esce-

nario prospectivo, todavía abierto e indefinido, cuyos caminos podrían ser la profundi zación de la barbarie, o la posibilidad de crear un mundo social alternativo. Y quizá sea esre el mensaje profundo, el sentido de Vuelta d.e siglo: mostrar no sólo este momenro en suspenso caracterizado por estas dos opciones históricas que se desarrollan paralelamenre, aunque con direcciones contrarias, sino también, y de manera aún mayor, la fuerza creativa de la sociedad, la voluntad de cambiar el continuurn de la historia yendo en contra de "el sujeto real y efectivo de esa historia mo-

derna que es la acumulación

del

Aspectos que al ser vistos desde el observatorio del auror, dejan de parecer "normales", "comunes", aún cuando sean parte de un registro cotidiano, volviéndose "excepcionales". constiruyéndose en señales, en claves de acceso a la comprensión de la múltiple identidad moderna de América Latina, a partir de la redefinición que el autor hace de conceptos como "mestizaje" o "barroquismo". Y esta elección no impide obsewar el resto de los femas que represenran una imagen centelleante de nuestra época, como la disminución de la importancia de la alta cultura en la vida cultural, qu. hr.. "r"-balear el uso tradicional, canonizador y jerarquizante de los libros y Ia lecrura" (p.36).

O la "religión

de los modernos"; el espejismo o encantamiento del carácter de fetiche de la mercancía, donde la coÍfianza en la "mano oculta del mercado" implicaría creer en una "entidad metapolírica", en un dios revestido, cuya fe se debería a una suplantación del dios arcaico (en un movimiento de rescate y reactualización), por el valor que se aurovaloriza| entre otros importantes temas de los que tram el autor, como la violencia, la nacionalidad o Ia religiosidad.

capítaJ" (p.264) en una acción guiada

por una actitud de "ser de izqüerda", definida como una "actitud ética de resisrencia v rebeldía frente al modo capitalista de la viáa civiliza-

di'

(p.263). Sería pues a parrir de esre "ser

Pero son los conceptos de mestizaje cultu-

ral y de ethos barroco los que, sinromáticamente, alavez de constituir la propuesta del autor sobre una re-inrerpretación de la hisroria de América Latina, de la particu-lar y mul-

de izquierda" que puede construirse, de acuer-

ti Facética modern idad larinoamerica na, repre-

do con la advertencia de Bolívar Echeverría, el proyecto de una modernidad alternativa a la capitalista, que pueda orienrar el tránsito civilizatorio por una vía opuesra a la de la catástrofe, alterando la dirección de la hisroria

sentan uno de los aspectos más originales y destacados de la obra de Bolívar Echeverría. En primer lugar, a partir de la idea de este mestizaje cultural que parece conrraponerse lo mismo aI racismo (la imagen de "blanquirud" del proyecto de la modernidad europea)

en la que estamos

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ahora, entrampados.

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que al fundamentalismo indígena (los indios puros, escapados del proceso históri-

como una descripción crí-

co del mestizaje), el autor considera que el mestizaje no es un "diálogo de cultu-

experiencia de la vida coti-

tica de éstas, como un prin-

cipio que estructuraría la diana, del tiempo cotidiano, donde lo barroco desplegaría ral fuerza que haría posible mostrar la incongruencia de la modernidad

ras" o un simple "encuentro"

de dos grupos humanos, sino una simbiosis, un enriquecimiento mutuo de dos civilizaciones con proyectos históricos diferentes y contrapuestos, de los que emerge, propiamente dicho, la modernidad latinoamericana. Pues a pesar de la negación, la suplantación y la destrucción del otro, y la imposición de la cultura de los

vencedores, (a parrir de la Conquisra de América; una conquista todavía hoy "inconclusd', en ciernes, con la intención de completarse) la cultura de los vencidos permaneció latente; sin duda despojada de su magnificencia por haber sido prácticamente mutilada debido a la destrucción de su civilización, pero sin que su alternativa civilizatoria se hubiera agotado, manteniéndose, entonces, en un estrato de experiencia histórica todavía no expropiada o vaciada de su contenido, y que al manifestarse en el registro de la vida cotidiana en una posición de resistencia, intervenía en lo otro y lo forzaba a abrirse, propiciando un involucramiento, una reproducción de las identidades. Cuando Bolívar Echeverría dice que ''la forma propia de existencia de las culturas es el mestizaje" (p.204), está señalando que éste mismo sería la estrategia más importante de la re-

producción de la identidad social, y para el caso de la cultura latinoamericana, el mestizaje representarla un rasgo distintivo,

una " peculiaridai' (p.\99). En segundo lugar, el barroquismo ocuparía un lugar central en la cultura y la modernidad latinoamericanas, como un fenómeno,

capitalista, y al permitir ver r 1. su crisis, señalaría rambién,

en el registro profundo de la vida culrural, la necesidad imperiosa de una mode¡nidad alternativa. "El aparecimiento del ethos bar¡oco en América tiene que ver directamente con el hecho de la Conquista' (p.213) dice el autor sobre un principio que reordena y reconfigura el mundo de la vida, la experiencia cotidiana a partir de la inauguración de una posibilidad de reciprocidad, de retroalimentación entre los vestigios, las huellas de las civilizaciones americanas desrruidas por la Conquista, cuya situación llmite (de fragmentariedad, mas no de caducidad o de total agotamiento de sus capacidades de transformación) les impediría proseguir con su proyecto histórico, debido al hecho de su casi total aniquilación; escenario frente al que los descendientes de estas culturas latinoamericanas tuvieron que inventar "una manera de sobrevivir" ante la presencia victoriosa de la civilización europea en América que, pese a su condición vencedora, no podía reproducirse por sl sola, a partir de sus propias fuerzas, en una temporalidad y espacialidad distinras a las de su matriz originaria. Esta doble condición de lejanía y cercanía marcada por la mutua necesidad de enconrrarse, de "citarse" para no sucumbir aisladamente ante el peso de la exclusión, de la negación de lo otro, creó sobre esta base una comunidad de proyecto civilizatorio en el que los herederos de la civilización vencida, los

" 1271"

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indios, recrearon a su modo Ia civilización europea que había destruido la suya (un mundo que se había ido para siempre), para restituirla por una versión diferenrc, un proyecto alternativo que recuperó lo ya existente recreando una versión distinta de esto mismo: la civilización occidental en América. Siruación paradójica que el autor registra de una forma inmejorable: "El fenómeno del mestizaie aparece aquí en su forma más fuerte y caracterísrica: el código identitario europeo deaora al código americano, pero el código americano obliga al europeo a *ansformarse en la medida en que desáe adentra, desde la reconsrrucción áel mismo en su uso cotidiano, reivindica su

propia singularidad" (p. 214). Esta'peculiaridad" de la modernidad latinoamericana que Bolívar Echeverría señala con finura, es una de las diversas claves que la lectura de Vueha dc sigb condensa en una especie de fresco de nuestra época. Es un inrento por idenrificar las imágenes que integrarían una visión del mundo, a partir del hecho de imaginarlo menos por

la apariencia de un futuro promisorio, que a partir de la insoportable condición que impera en éste, en el cual üvimos. Sería pues un esfuerzo de concebirlo desde "la imagen de los antepasados esclavizados y no del ideal de los descendientes liberados"', como decía V. Benjamin, e identificar las llamadas que el pasado le hace aI presente, mostr:índole fugezmente su imagen verdadera, como un re, lámpago que ilumina el cielo de la hisroria; recordándole, de este modo, que en el dempo presente se manifiesta con -"yo, ñr.rra

la actitud üansformadora y la acción de

las

sociedades humanas por alieru, el cofttinu,arn de la historia de los vencedores.

En el d-iscurso crírico de Bollvar Echeverría se encuentra esre aspecto paradigmático del intelectual que sabe que la cultura es uno de los más grandes tesoros que se encuentran apilados en la espalda de la humanidad, pero que el compromiso con el presenre da la fue rza para sacudírselos, para echarles mano, con-

siderando la idea de que si no es todavía posible gobernar nuesrra historia a voluntad, sí al menos es posible apropiarnos de ella, tal como ésta relumbra en un instanre de peligro.

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La nl,imensión cuhural o la existencia en rupturd.

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Sobre la teoría de la cuhura de Bolíuar Echeuerría

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es und uerdadera cubura, sino solamente un conocimiento, una idea de la cultura, sin llegar a la decisién de la cultura.

La cuhura moderna no

Fmrnnrcn Nrrrzscn¡. De

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utitidad y de

los

inconuenientes de la historia para la aida

-t n una entrevista reciente, Bolívar Echeverría afirmaba que desde comienzos de este siglo hay una especie de fatiga del

dogma capitalista, y una conciencia popular muy extendida en el cuerpo social, de que las cosas, como están funcionando hasta ahora, no pueden continuar así. Se trata de un descontento cuya fuerza está extendida muy difusamente en el cuerpo de la sociedad, en la vida cotidiana, y muchas veces, en ladimensión festiva de la misma donde lo imaginario ha dado refugio a lo político, y donde esta actitud and-capitaomnipresente. IJn descontento o impugrración de los usos, cosürmes una rebelión inalcanzable por el poder

lista

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y compoftamientos, Ílue

establecido, dirigida a corroerlo sistemátic¿mente, provocando en él una especie de implosión.l

A lo que se refiere Bolívar Echeverría,

es a esa

rebelión que caracteriza a lo humano como existencia en ruptura, r¡na rebeiión en la vida cotidiana propia de la dimensión cultural.

El objetivo de este texto, es aproximarnos ala definición d¿ la cuhura de Bolívar Echeverría, y relacionarla con su teoría del cuádruple etbos de la modernidad, en particular al concepto de ethos barcoco, temas todos que tienen como trasfondo teórico el discurso crí-

tico de Marx. Estas reflexiones, nos ofrecen sin duda una rica y original teoría cdtica de la

modernidad en general, y de la modernidad en América Larina en particula¡ lo que ubica a Bolívar Echeverría como uno de los más importantes pensadores crlticos en la acrualidad.

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1 Cf¡. ia Entrevista publicada en el

diaio Diagonal, núm.62, Espana, 4 al77 de octubre de 2007. Hay ver.sión electrónica en la siguiente dirección: http://ww*diagonalperiodico.net/

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-!tEn La ideología alemana, Marx y Engels afir-

maban que la ideología dominanre de una época es la ideología de los dominadores, es decir, que los dominadores de una época, no sólo son los poseedores de los medios materiales de producción, sino son también los productores de las ideas dominanres de la época. Si nos preguntamos enronces por el

concepto de cultura, podríamos también cuestionarnos hasta donde este concepto ha servido de legitimación ala dominación. Una respuesta aguda y profunda, podemos encontrarla en el libro Definición de la cubura2 de Bolívar Echeverría. Se trata de un libro fascinante, extraordinariamente creadvo y original, en el que el autor se sirve de la teo¡ía de la reproducción social de Karl Marx, de la antropología esrnrcruralista y la semiótica moderna, para poner en cuesrión la noción mistificada de cultura en el discurso moderno. Roger Bartra hace una acertada descripción de este inrenro: "utilizar la radición marxista, acorazada de la semiótica moderna y reforzada con las afiladas armas del esrructuralismo antropológico, para decodificar y entender ese inquietante espacio inmaterial que Kant llamó el mundus intelligibilis, y que es el mundo de la cultura".3 En efecto, en un dempo en el que la crítica de las armas se ha mostrado particularmente infructuosa, quizá sea necesario volver a afilar las armas de la crítica, para redefinir el campo de batalla. Y para ello, Bolívar Echeverría nos ofrece toda una teoría crítica, mediante la cual ese campo de batalla adquiere redefiniciones sustanciales. En su libro Definición dr Ia cuhura cuesriona al discurso moderno y

su concepto de cultura, un concepro que ha seruido para legirimar, no únicamenre la dominación de la burguesía ilustrada en el siglo

XVIII frente a la aristocracia decadente, sino también la empresa colonialista de las sociedades occidenrales. Para desmitificar ral concepto, este filósofo acude al escandaloso mundo de las sociedades [amadas despecdvamente "primitivas", y propone un, t.sis prouo..dor". Si observamos a las'iociedades primirivas", podemos ver que su proceso de producción y consumo presenn un comportamiento inne-

dffincional, que tiene

míís que ver con un elemento de orden rtágico e irracional quLe con el proceso meramente productivo. Se trata de un orden de valores, que trasciende el plano cesario,

merarnen te racional-efi cienrisra de la récn ica.

La tesis de Bolívar Echeve¡rla, es que es posible generalizar este rasgo disfuncional de los 'pueblos primitivos", en el que la reproducción social del ser humano requiere, para su cumplimienro, de una "precondición" que es, si no ajena, al menos si de un orden distinto al de las condiciones operativas reconocidas en la perspectiva funcional. Se refiere a Ia dimensión cuhural, esencial para Ia exisrencia humana, en la que la humanidad se afirma como tal, y que es irreducible a la técnica utilitarista. La dimensión cultural, nos dice, no debe ser visra como el remanso de la improductividad, tampoco como el reducro benigno de 1o irracional, que estaría actuando desde el exterio¡ en el mundo realista de la producción, el consumo y los negocios. En realidad, la intervención de la realidad cultural es

tan fuerte y frecuente, que parcce pert€necer

orgánicamenre a la vida pragmárica de todos los días, incluso allí en donde los procesos de producción y consumo parecen excluirla. De

2 Bolíva¡ Echeverría, Defnición

de la cubura, Ed. Itaca, México, 2001. Roger Barrra. "Definición de la cultura. A propósito de un libro de Bolívar Echeverría" en la Reuista de la Uniuersidad. núm. ó08, 2002, pp.74-t5.

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hecho, no parece existir un proceso técnico de

producción en estado puro, y la realidad cultural no es un simple reflejo de otras instancias, sino una condición previa para el cumplimiento de las funciones vitales del ser humano. Además, continúa Echeverria, la dimensión cultural no sólo es una precondición que adapta la presencia de una determinada fuerza histórica a la reproducción de una Forma concreta de vida social,

sino un factor que es también capaz de inducir el acontecimiento de hechos históricos. Por ejemplo, en la Rusia de 7917, que económica y políticamente era un país semifeudal, pero que culturalmente exigía, según

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como garantía de plenirud, lo absrracto como emblema de lo concreto". Así. el mundo de la vida moderna, enemiga d.e Ia magia y los mitos, es en verdad como un inmenso encantamiento, una realidad que se construye en torno a una palabra mágica, el espíriru, sin la cual Ia maquina perfecta carecería de sustancia, tn ghost in the machine.

Es

sus

intelectuales, hacia decenios, una revolución. Así pues, la dimensión cultural de la existencia social no sólo está presente en todo momento, como facto¡ que actúa de manera sobredeterminante en el comportamiento colectivo e individual del mundo social, sino que también puede intervenir de manera decisiva en la marcha misma de la historia. Pero para dar cuenta de esta dimensión cu1tura-l, no es posible hace¡lo a partir del concepto de cultura del discurso moderno, pues es un concepto que de entrada estaría excluyendo a esas sociedades primitivas, al considerarlas atrasadas, con una cultura o ciülización incipiente, con poca o nula actividad espiritual. Pero sobre todo, porque esre concepto es un concepto misdficado, que está estrechamente relacionado a la noción de espíritu, que se supone sería el rxgo distintivo de 1o humano. El concepto de cultura en el discurso moderno, nos dice Echeverría, se conforma en torno a la convicción cont¡adictoria de que hay una substancia "espiritual",vacíade contenidos, que sin regir la vida humana, es sin embargo, la prueba distindva de su humanidad. Noción inconsistente que constituye el núcleo de la idea de cultura en el discurso moderno, para la cual nla vaciedad aparece

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contradictoria, pues la modernidad su-

puso una reuolución copernicana en el modo de comprender, explicar y construir la realidad. Una revolución según Ia cual el ser humano es Ia emanación del conocimiento. del poder económico y polltico. Sin embargo, esto

no llevó al discurso moderno a prescindir del concepto de espíritu, sino más bien a afianzarlo como rasgo distintivo de la cultura y la civilización occidental, frente a los "pueblos naturales", carentes de espíritu y cultura. Pero para desmitifca¡ este concepto ideaiista de cultura, Bollvar se remite a los orígenes de tal concepto, pero no para encontrar substancias o esencias, sino para hacerlo entrar en el juego de los discursos y contradiscursos. de sus intermitencias hisróricas. El concepto de cultura tiene sus orígenes en la antigua Roma, cuando traducen el rérmino grtego de paideia por colutra. Por cultura, se entendía ei cultivo de las huznanitas, de las costumbres, de la religién, de los conocimientos, pero en particular, el cultivo delnous,del espíritu. No es sino hasta el siglo X\4II, continúa el autor, cuando este concepto se redefine, cuando una elite de intelectuaies se atreye a mirar por encima del hombro a la vieja aristocracia, y a definir a lo espiritual como cuhura aiua, mienúas que se refiere a la civili-

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zación como una traición al espíritu, cuestionando con ello la superioridad que osrenta la

che hablaba en su obra. Un conflicto entre la afirmación del nomos en Ia constirución de la

aristocracia, en lo social y lo político. A comienzos del siglo XIX, la oposición semántica cultura-civilización va a cambiar. El concepto de cultura, se va a utilizar para señalar las actividades en las que la crearividad se manifiesta de manera pura, en resistencia con su mero aprovechamiento mercantil. Civilización, en cambio, es utilizado para designar a aquellas actividades subordinadas .l pt"gmatismo económico. Lo inreresante de subrayar aquí, es que esre concepto de cultura, fuertemente vinculado a la noción de esplritu, no sólo sirve para legitimar el poder de la burguesía ascendente frente a la aristocracia, sino que además, le sirve para justificar su empresa colonialista frente a los otros, los pueblos primitivos, sin cultura y sin espíritu. AI respecto, nos dice Bolívar Echeverría, el discurso de la Europa moderna concibe lo espiritual como la capacidad de autorepresión individual, encausada al productivismo. Bajo este discurso científico, subyace una uisión

vida humana, y la irrupción anómica de la ehtisrencia. Este conflicro también puede ser visro, desde la perspectiva sobre la constirución bifacética del hecho lingüístico, planteado por Saussure, es decir, la vigencia de la estructura, lengua o código, por una parre, y la actividad del habla o el uso del lenguaje, por la otra. Para Bolívar Echeverría, la problemática en

torno a la definición de la cultura, puede ser vista en torno a la discusión tradicional que enfrenta entre sl esas dos posiciones críticas, frente a la noción de espíritu que se concibe en el discurso moderno cuando se ocupa de la vida social. Estas dos concepciones. cuestionan la función mistificadora que la noción de espíritu cumple dentro del proyecto secular moderno, rematizando en rérminos nometafisicos, la npresencia de una subjetividad

tura elegida: Ia moderna cristiandad de Ia

en la vida humana y en su historia>, pues ambos casos reivindican la presencia de esa Iibertad como un fundamento inherenre, flsico, y no meta-físico, de la vida humana. Bolívar Echeverría nos aclara que, al hablar de culrura, no se refiere a una función entre otras, sino a una dimensión del conjunto de todas ellas, a la dimensión de la existen-

Reforma. Según esta visión, la racionalizactón

cia social, sr$ aspectos y funciones. Es deci¡" a

que explica la existencia de lo propio, es fruto

la omnipresencia de la acdvidad cultural, como dimensión indispensable de la vida social. Para fundamentar esto, establece una ho-

etrzocentrist¿L,

que considera a

lo espiritual

como una "gracia divina" otorgada a una cul-

de una decisión libremente elegida, una vi¡rud espiritual, y no una esrraregia de supervivencia, de necesidad material. Desde esta perspectiva, los bajos instintos y el irracionalismo

reprimido

algo ajeno e irreconocible, que da cuenta de la causa del primitivismo de lo otro. es

Ahora bien, para abordar el problema de la definición de la cultura, Echeverría recuerda la disputa que ruvo lugar, en los años cincuenta, entre Jean-Paul Sanre y Claude LeviStrauss. Para Bolívar Echeverría, la discusión entre estructuralismo y existencialismo es una

variante del conflicto permanenre entre lo "apolíneo" y lo "dionisíaco", del que Nietzs-

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mología entre la teoría de la reproducción social de Karl Marx, y el proceso de comunicación lingüístico de RobertJakobson, como el lugar conceptual más adecuado para la cons-

trucción de una teoría de Ia culrura. De esra homología, posürla la tesis de que en el proceso de reproducción social no sólo hay un momento semiótico, sino que entre el proceso de reproducción sociai y el proceso comunicativo hay una idenddad sustancial, es decir, que al producir y consumir objetos, el ser humano produce y consume también signos.

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En efecto, para un ser cuya condición fundamental es la libertad, al producir y consumir objetos, produce y consume, necesariamente, significaciones. Es el carácter eminentemente polltico del ser humano, lo que hace de él un ser semiótico. Es político, pues como enlapolis griega, lo que estaba en juego en el ágora era la idenddad de la ciudad, la figura de la comunidad, aquello que el proceso de

reproducción social produce

y

consume,

transforma y disfruta, intuye y vive. Todos los individuos sociales, y no sólo el sujeto social, están en proceso permanente de hacerse a sí mismos, intentando hacer a los otros, y dejándose hacer por ellos. Pero a[ proceso de reproducción social, le es consustancial la producción y consumo de significaciones, no de señales, como en

la comunicación animal,

sino de signos propiamente dichos. Esta especificidad semiótica se pone de manifiesto en el ser humano, tanto en el plano de la existencia física o animal, como €n el plano político o metafísico. "La semiosis, nos dice Bolívar Echeverría, es el modo como se da el predominio de este uldmo plano sobre el primero".a De manera que 1o propio y dominante de la vida humana, es que su reproducción social, producir y consumir objetos prácticos, implica necesariamente un momento semiótico. Y de esta producción/consumo de significaciones se conforma, en otro nivel, una practicidad sui generis, puramente semiótica, en la que su significación se ha desatado de su propio cuerpo. Así pues, en el uniuerso de lo semiética predomina lo politico sobre lo animal, y es allí en úinde se encuen*a k claue para la definición de la cahura.

rnnLargo,;i,j! Ntuomrdl

producción/consumo de significaciones, cuya realización se caracteriza por producir y reproducir la identidad del sujeto social, una identidad que es sustancialmente política, y por lo tanto, libre, Bolívar Echeverría define a Ia cultura como nel momento autocrítico so de

de la reproducción que un grupo humano determinado, en una circunsrancia histórica determinada, hace de su singularidad concreta; es el momento dialéctico del cultivo de su

identidad,.t Quisiera comentar tres aspectos de la definición del autor sobre la cultura, como existencia en ruptura. Primero: la dimensión cultural es consustancial a la vida humana, es una dimensión de la misma, que se hace visible cuando en la

reproducción de su identidad

-en

la

produc-

ción y reproducción de su sociabilidad.

de

manera Física y política-, se desata una relación conflictiva, de sujeción y resisrencia, que mantiene precisamente con la subcodificación que la identifica. De allí que cultura sea definida como culrivo crítiro de la identidad, y no únicamente como resguardo, conservación o defensa de tal identidad.

En efecto, la actividad cultu¡al implica

sobre la identidad sustancial entre el proceso

poner a prueba la vigencia de la subcodifica* ción individualizadora de una cultura históricamente determinada, significa la puesta en peligro de tal identidad en el encuentro con los Otros. La convicción de que la cultu¡a es un patrimonio de formas propias y peculiares, corresponde aI nacionalismo de la época moderna. Según este nacionalismo, la herencia cultural debe ser cultivada en su núcleo más auténtico, el que estaría encarnado en el pueblo; el cultivo de la identidad de una comunidad que cristaliza en una figura que, en realidad, la museifica, e insufla en esa figura

de producciónlconsumo material y el proce-

una vitalidad que se le adjudica como pro-

Teniendo como uasfondo teórico la tesis

Cft. Defnición dt la cubura, antes citado, p. 85. Cft. D$nición de k cubura, antes citado, p. l87. ¡rloaa .+rE\H

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f^ontrahistoriaC. v ñ--J

pia, pero que en verdad le viene de la valorización del valor capitalista. Una cultura oficial, opuesra a la cultura espontánea, que niega la cultura como el cujtivo dialéctico de la identidad. Así por ejemplo, la exalración de la identidad germana (u¿ithisch) por el nacionalsqcialismo alemán, lejos de implicar el cultivo de alguna de las identidades hisrórico-concretas, fue la negación de todas ellas.

Era una idenridad -olifi.*d", a la que el movimiento nacionalsocialisra no venla a liberar de esta condición, sino sólo a conectar-

le una vida fingida, arrificial. La reproducción de la identidad cultural,

los momentos y modos de su realización, no sólo en los momentos de su existencia extraor-

dina¡ia. sino también en su existencia ordinaria, cotidiana. La vida en el plano de la exis-

tencia cotidiana, sólo se cumple si es capaz de recibir en sí misma, en el plano imaginario de su reaJizaciít, la irrupción del modo extraordinario de su existencia. Es en este momento de ruptura, en donde se expresa la dimensión cultural propia de todo proceso de reproducción social. Una existencia en ruptura, que se da como una irrupción del comporramiento extraordinario dentro del ám-

bito de lo rutinario.

en cambio, afirma Bolívar Echeverría, no puede ser otra cosa que una puesta en juego,

una nde y resubstancialización, o una de y reautentificación sistemática del sujetor, es decir, la historia del acontece¡ de una forma, en su permanecer, gracias y a través de su alterarse. De hecho, la historia de la cultura se muestra como un proceso de mestizaje indetenible. Se.trata de un proceso en el que cada Forma social, p"r" ,.prádu.irse, ha inrentado ser otra, se cuesdona a sí misma, se abre a la acción corrosiva de otras formas concurrentes, y aI mismo tiempo, anudando según su propio

principio el tejido de los códigos ajenos, se afirma desestructu¡adoramente denro de ellas.6 Me parece que esta distinción crítica entre nacionalismo y cultura ya habla sido -que mencionada por el pensador liberrario Rudotf Rocker, en su libro Nacionalismo y Cuhura-, no sélo es útil para cuestionar el nacionalismo moderno, sino que también invitaala reflexión sobre el nacionalismo ran arraigado en la izquierda en América [,adna, y sobr. la afinidad, chas veces inconsciente, con la

mu-

cultura oficial.

Segundo: la cultura es una dimensión de la vida humana, que le acompaña en todos

nEn el momenro de la rutina,

mínimo de su cultivo. En el momento d.e ruptura, en cambio, este culdvo entra en acción, se vuelve especialmente enfático>. Así, hay dos umodalidades de la misma dimensión cultural, la una repetitiva o ingenua, la otra creativa o crítíca>.7 N hablar de una actividad propiamente cultural, Bolívar Echeverría hace referencia, precisamente, a la realización de la dimensión cultural en la que se encuentra resaltado el movimiento metasémico, reflexivo o autocrítico que la caracteriza, En un tiempo en el que todavía prevalece la idea equivoca, de que para transformar el mundo basta con hacerlo transformado las grandes.estructuras económico-políticas, esta definición de la cultura nos enseña que, qui

zá lo dererminante para tal transFormación viene de oÍa parte: del azaroso y caético ámbito de la vida cotidiana. La irrupción de lo extraordinario en el ámLrito de lo ordinario fue, sin duda, la gran apuesta de las vanguardias históricas, cuya consigna de cambiar el

de la cuhura, antes citado, p. 189. Cft. Defnición de la cubura, antes citado, pp. 192-193.

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autor-, la dimensión culrural se encuentra en estado inerte, es un hecho cultural. La subcodificación está "en autómaticd', en el gra-

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mundo, cambiar la vida, se refería precisamente al hecho de hacer emerger la Fuerzas oscuras de lo mágico, de lo disfuncional, de 1o iracional, en el ámbito de la vida diaria,

pues aquella no es otra cosa que una sublimación de ésta: ula alra cultura no podría darse

pero no bajo la lógica de la acumulación de valor, sino del disfrute, de la realización plena, mediante el arte, el juego y la fiesta.

la subcodificación, sin la inventiva que aparece sin cesar repartida por todo el cuerpo

Tercero: es precisamente el carácter "lujoso" de la cultura, que consiste en cierta independencia respecro al firncionamiento de Ia producción/consumo, el que provoca la confusión que tiende a negar Ia omnipresencia de la actividad cultural, y a reducirla a su manifestación más restringida, la llamada "alta

sar que la baja cultura necesita de la alta cul-

cultura". La distinción entre alta y baja cultura, cultura de elite y cultura popular, se ha planteado de varias maneras: se considera a la primera como una cultura educada, refinada, tecnificada, que conoce y respeta la tradición,

mientras que en cambio la segunda, sería como algo tosco, no elaborado, o primitivo. Se trata de una distinción que confunde autonomuaciónde laüda cultural, con la de la reclusión de la actividad cultural, una vez autonomizada, dentro de la esfera de vida de las ruling classes. A partir de esta distinción, surge también la diferenciación de una actividad culrural que debe realizarse de manera especial, por parte de algunos que se dedican exclusivamente al culdvo crítico de esta subcodificación. En la historia, esta distinción ha estado siempre determinada por el hecho de.la organízación jerárquica de la sociedad. IJna separación-imposición, en la que la alta cultura desprecia y la necesidad de una

subordina

la cultura popular, y ésta a su vez, desconoce y hace mofa de aquella. a

sin la creatividad que acontece, de manera espontánea, en el cultivo crítico cotidiano de

social>.8 Pero de igual manera, es posible pen-

tura. En realidad, una y otra son dos modos inseparables de una misma actividad.

Me parece que la disdnción entre alm y baja es ya insostenible. No sólo porque, como bien indica Echeverría, son dos modos inseparables de una misma actividad, sino además, porque la crisis de la alta cultura, incorporada plenamente a la industria cultural,la ha reducido a mera mercancía que se compra y se vende en el mercado cultural.e Pero la vitalidad de la cultura en nuestro tiempo parece venir de otra parte, de los fenómenos de la cultura popular, que en el siglo )O( han adquirido una presencia tan fuerte, que prácticamente es imposible reflexionar en €ste largo siglo sin referi¡se a ella. Ya sea para hacerlo críticamente, como Adorno y Horkeheimer en Diahctica d¿ la ilusnación, o para comprender la nueva sensibilidad que ella conforma, en especial a partir de mediados del siglo )O(, como Susan Sontag, en Notas sobre el Campo, o Friedrich Jameson, en El posrmodrrnismo o la ligica culrural drl capira-

cultura, en el siglo )O(,

lismo. Avnque, como veremos más adelante, esta

cultura popular no está a salvo de ser también refuncionalizada por la industria cultural. Así pues, la dimensión cultural como existencia en ruptura puede ser entendida, en primer lugar, como ese cultivo autocrítico de la

Pero la alta cultura necesira de la baja cul-

identidad, ya sea al interior de una cultura

¡6rn{¡¡i665-,

determinada, o en su contacto con oüas. En

tura

-como

señalaron ls5

8 Cfr. Defnición

de Ia cultura, antes citado, p. 196. e Sobre ia crisis de la alta cultura y el paso a una barbarie cultural, Bolívar Echeverría reflexiona en su ensayo

"¿Cultura en la barbarie?", en el libro Vuelta de siglo, Ed. Era. México. 2006.


l^ontrahistoriaC. v ñ_J

segundo lugar, como una ir¡upción de lo exraordinario en el ámbito de lo ordinario, y finalmente, como aquella actividad en interacción reciproca entre la llamada alta cultura y la cultura popular. Ahora bien, la exisrencia en ruptura riene innumerables formas de manifestarse en la vida cotidiana, y por ende, innumerables rambién son las oportunidades que tieae la cultura de realizarse. Las innumerables formas de la cultura pueden clasificarse, de acuerdo con Bolívar Echeverría, bajo tres esquemas: el juego, la fiesta y el arte. Hay un rasgo co-

mún que catacter'na

a estos tres esquemas: se

trata, nos dice el autor, de "la persecución obsesiva de una sola experiencia cíclica, la experiencia política fundamental de la anulación y el restablecimiento del senddo del mundo de la

identificadora del código. "Lo que en la ruptura festiva entra en cuestión, no es ya solamente la necesid.ad o natu, de la subcodificación

ralidad del código, sino la consisrencia concreta del mismo".'2 La experiencia de lo pleno, incluso de lo perfecto, no es alcanzada normalmente en el terreno de lo rutinario, en la vida ptácrica producriva/consunriva y procreádora, sino en el momento de ruptura, en especial la ruptura festiva o de reactualización de lo extraordinario. De todos los comporramientos en ruptura, el fesrivo .r.l qu. p"rece ser el más consistente, pues implica un momento de real abandono, de puesta en suspenso de lo rurinario, de la existencia que se afirma como alternariva de vida. A diferencia del juego, que es mucho más eflmero e inocente, lo Festivo anula y resraura

vida, de la destrucción y la reconscrucción de la

la necesidad de la consisrencia cualitativa del

'haturalidad" de lo humano,

código, de su contenido, del rema del compromiso singular que le da concreción. De manera que lo Festivo, tanro en lo público como en lo privado, pone en marcha una revolución imaginaria, una abolición y una restauración, en el plano de lo imaginario, de la validez de una configuracién de lo humano. En Ia fiesra, religiosa o erótica, pueden ser

es

decir, de la

"necesidad contingente" de su existenciar.l0 El juego como comporta-miento en rupru,

ra, persigue la uexperiencia de lo conringenter, de lo (contra o trans-naturaln, de nla au-

toafirmación del mundo de la vida social como "segund a natural.ezi'; pero lo hace a su manera: busca el punto en el que la necesidad se revela ella misma conting€nte, y en el que la contingencia, en cambio, resulta ser necesarian.rl En la vida cotidiana hay una infinidad de momenros de ruptura lúdica de la rutina; todos estos momentos son momentos de crisis y de recomposición imaginaria de la in, cuestionabilidad de las leyes narurales, que para bien y para mal mantienen el edificio social. El uso aurocrírico del código que presenra la irrupción festiva es diferente, pues no sólo conmociona la vigencia general de toda le¡ sino la vigencia de una ley encarnada, la ley

puestas en cuesrión las normas de Ia subcodi-

ficación concreta. y aún de la codificación humana en general. De ahí la afinidad de los actos Festivos con los actos reales de revolución, acros en los que la comunidad desrruye y reconstruye la figura de su sociabilidad. De Ia fiesta a la revolución, parece no haber más que un paso, aünque se rrara de un paso que tiene que atravesar todo un abismo, aquél que lo imaginario de lo real.

separa

Finalmente, la experiencia poética o esrética. Esta experiencia esrá muy cercana a la

t0 Cfr. Defnición

de la cultura, antes citado, p. 200. Cfn Defnición de la cultura, antes citado, p. 201. t2 Cfr. Definición de la cubura, anres cirado, pp.202-203

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lúdiea y la ftstiv¿, pero es diferente de ella. En la experieneia poética o estética, el ser humano pretende revivir la experiencia de lo extraordinario, sea lúdico o festivo, a rravés de dispositivos específicos para la labor del arrista, destinados a alcanzar una reproduceión o mimetización del objeto festivo. Estas tres forrnas que nos ofrece Bolívar Echewería, para compreRder la manifestación de la dimensién cultural como existencia.en

ruptura, Ros permiten comprender mejor porque, grupos como los situacionisras, dieron tanta importancia a la crítica de la vida eotidiana, y su apuesta por subvertir la realidad, mediante el restableeimiento de la unidad que ofreeía la experiencia de lo sagrado, que para ellos debía ser verdaderamente secularizado, medianre el juego, la fiesta y el arte.

-ilta

teoría de Bolívar Echeverría sobre la cul-

tura, $e inscribe dentro de una reflexión más amplia, que tiene una de sus elaboraciones mais

originales y sugerentes, en la teoría críti-

ca del ruádruph ethos de la modernidad. De acuErdo con esra teoría, hay una crisis que viene conformándose desde hace al menos eien años, erisis que no se da únicamente en el plano de lo económico, social, político o cultural, ni en Ia combinación de ellos, sino que mfu bien se trata de algo mrís profundo y radieal, de una erisis que estaría en la base de todas ellas: una crisis civilizatoria. Al hablar de crisis civilizatoria, se refiere a la crisis de la modernidad que se impuso al proceso de modernización de la civilización humana, es decir, al proyecto capitalista en su

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MlurnLdlii

versión puritana y nordeuropea, que poco a poco se fue afirmando y sobreponiendo a los otros proyectos posibles, y que domina hasta la actualidad, (converrido en un esquema operativo capaz de adaptarse a cualquier sustancia cultu¡al, y dueño de una vigencia y una efectivi d ad históricas apa-renrem ente i ncuesdonables>.l3 Se trata, sin duda, de una crisis, continúa nuestro autor, pues la civilización de la modernidad capitalisra no puede ya desarrollarse sin volverse en contra del fundamento que la hizo posible, a saber, el rrabajo que busca, mediante el tratamienro récnico de la naturaleza, la abundancia de t,ienes. Vivimos un tiempo en el que la modernidad, al satisfacer las necesidades humanas, cosifica su humanidad, y al porenciar la productividad natural, la aniquila. Epo.".n qo. el "socialismo real" no pasó de ser una caricatura cruel del capiralismo liberal, un Capitalismo de Estado, como lo llamaron desde la revista Socialismo o Barbarie. Es por ello oportuno preguntaf, por la posibilidad de una modernidad alternadva. Para Echeverría, es un hecho que la modernidad

no es una realidad uniforme ni monolítica, sino que coexisten en ella un sinnúmero de versiones distintas de la misma modernidad, que fueron subordinadas o reprimidas, pero que no dejan de estar presentes en la actualidad. Así pues, la indagación de w etbos barroco svtge por la preocupación de la crisis civilizatoría contemporánea, y por el deseo, aleccionado ya por la experiencia, de una modernidad no-capitalista, como una utopía

no sólo deseable. sino necesaria y alcanzable. La postulación de un ethos \arcoco en nr¡esüo autor, surge como una respuesta a la

13 Bollvar Echeverría, "El ethos barroco" en el libro Modernidad, mestizaje cubural, ethos banoco, Bollvat Echeverría (Compilador), Coedición UNAM/EI Equilibrista. México, 2004, pp. 15-16. Una exposición más amplia y detallada de la teorla del cuádruple ethos dela modernidad, se encuentra en el libro del mismo autor, La modnnidad de lo barroco, Ediciones Era, México, 1998.


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insatisfacción teórica que despierta la convicción de Max \íeber, según la cual hay una correspondencia biunívoca entre el "espiritu del capitalismo' y la "ética protestante". Esta concepción supone que no es posible una modernidad que no sea capitalista, / por tanto, que la única forma de poner en marcha el revolucionamiento de las fuerzas productivas, es aquella que se esboza en torno ala"ética protesran te". El espiritu del capitalismo, nos dice el autor, sería el comportamiento humano estructuralmente ambicioso, racionalizador y progresista. La ética protestante sería la técnica

individual de autorepresión productivista y de autosatisfacción sublimada. EI encuentro entre el espíritu del capitalismo y la ética protestante, es la condición necesaria para la organizactón de la vida bajo el imperativo de la acumulación del capital. Ahora bien, el término de etbos tiene una doble significación. Por una parte, una signi-

ficación básica de "morada' o "abrigo", que se refiere a "refugio", y con ello, a recurso defensivo o pasivo; por oüa parte, la que se refiere a "arma", a recurso ofensivo o activo. Conjunta el sentido de "uso", "costumbre" o

"comportamiento autómatico", con el concepto de "carácter", personalidad individual

o modo de

ser.

El ethos histtirico, puede servisto como todo un principio de construcción del mundo de [a vida social. nEs un comporramiento que

intenta hacer vivible lo invivible, una especie de actualización de una estrategia destinada a disolver, ya que no a solucionar, una d€terminada forma específica de la contradicción que constituye a la condición humanar. La contradicción a la que se refiere el autor, es la contradicción en Ia época moderna, a la que Marx criticó en su obra El capital. La vida práctica en la modernidad, debe desarrollarse en un mundo cuya forma objetiva se encuentra estructurada en torno a la

presencia dominante del hecho capitalista. Hay una contradicción inherente a este hecho, que plantea el conflicto permanente entre tendencias contrapuestas, derivadas de dos dinámicas simultáneas. Por una parte, la vida

social es un proceso de trabajo y de disfrute, que se refiere a valores de uso, y por la otra, es también la reproducción de su riqueza, la que bajo Ia forma capitalisra, se expresa como un proceso de valorización de valor abstracto. El conflicto se da cuando una y otra vez, y sin cesar, la primera es sacrificada a la segunda, y sometida a ella. La realidad capitalista es un hecho histórico ineludible, una realidad que está integrada plenamente en la construcción del mundo, que debe ser convertida en una "segunda naturaleza", por el ethos que asegura Ia "armonía' indispensable de la existencia cotidiana. Para Bolívar, cuatro son las maneras de vivir el mundo dentro del capitalismo, cada una de las cuales implica una actitud particular ante la contradicción inherente a la realidad capiralista. Estos ethos son formas de interiorizar al capiralismo, en la espontaneidad de la vida cotidiana. El primero de ellos, es el ethos realista: se trata de un comportamiento que se expresa como una acritud afirmativa y militante, en favor del proceso de valorización del valor. comportamiento que aunque pretende no sólo ser fiel a la forma socialnatural, sino además, potenciarla cuantirativa y cualitativamente, en verdad 1o que hace es reprimirla y deformarla. Pues para eI ethos realista, habría una identidad plena, unitaria e indivisible, entre el desarrollo de las Fuerzas

productivas y la valorización del valor. Esre no sólo porque afirma la eficacia y la bondad del mundo existente, sino además. porque afirma la "imposibilidad de un mundo alrernarivo". El segundo ethos, igualmente militante, es el romántico.Exe ethos conFunde también los dos términos, pero en contraposición al priethos es realista,


)tnma

mero, no lo hace en ñvor de1 valor que

se

valoriza, sino del valor de u5s. nEn é1, la "va-

lorización', Bolívar-, aparece ple-escribe namente reductible a la "forma natural"r.la Este ethos es romántico, porque para él Ia vaIorización del valor no es más que otra forma deLa realización de la forma natural. El espíritu de empresa sería, desde esta perspectiva, el sujeto que hacr de la hisroria una avenua permanente, tanto individual como colectiva. Pa¡a el etbos ramántico, el infierno capitalista sería urr momento m:ís del milagro de la Creación. El tercer ethos es el clásico. En él se percibe la catástrofe del capitalismo como algo que se compensa con la positividad de la existencia efectiva. La espontaneidad de la realidad capitalista, para el ethos cllsico, se ve como el fiuto de una necesidad trascendente. Este ethos percibe la negatividad del curso de las cosas, pero no se compromete en conffa de tal curso, sino que se adapta de manera comprensiva, y constructiva, al cumplimientcs trágSco del mundo. El cuarto ethos es el barroco. Como el chsico, el ethos barroco está igualmente distanciado de la necesidad trascendente del hecho capitalista, pero no se suma a é1, sino que lo tiene como algo inaceptable y ajeno. nSe trata de una afirmación de la "forma natural" del mundo de la vida, que parre, paradójicamente, de la experiencia de esa forma como ya vencida y enterrada por la acción devastadora del capital. Este ethos pretende restablecer la cualidades de la riqueza concreta re-

inventándolas, informal o furtivamenre, como cualidades de "segundo grado"r.t: Para el autor, el etbos barroco puede ser explicado por la idea que Bataille renía del erotismo. Para Bataille, el erotismo es la aprobación de la vida (el caos), aun denrro de la

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muerte (el cosmos). Así, el ethos barroco puede ser entendido como una forma que permite vivir la destrucción de lo cualitativo por el capitalismo, convirriéndola en la creación de otra dimensión de lo cualitativo, desafiantemente imaginaria. El ethos barroco, apunta Echeverría, nno bo¡ra, como lo hace el realista, la contradicción propia del mundo de la vida en la modernidad capitalisra, y rampoco la niega, como lo hace el romántico; la reconoce como inevitable, a la manera del cl¿ísico, pero a diferencia de éste, se resiste a aceptarla, pretende converti r en "bueno" al "lado malo", por el que, según Hegel, avanza la historia.oro Además, estos cuatro eráar corresponden a distintos impulsos sucesivos del capitalismo: el mediterráneo, el nórdico, el occidental y el centroeuropeo. Cada una de estas versiones del etltos moderno configuran la vida

social contemporánea, ninguna de "unqr. estas cuatro estrategias civilizatorias que se conlorman en la modernidad capitalisra, puede darse de manera aislada o exclusiva, Más bien, están inreractuando entre ellas, aunque siempre prevalezca una sobre las demás. De hecho, es el ethos realisael que ha llegado a desempeñar el papel dominanre sobre los demás, el que organiza su combinación con los

otros, y los obliga a traducirse a él para manifestarse. Este etltos realista corresponde a un esquema civilizarorio que requiere e impone el uso de la "ética protestante", una ética que parte de la mistificación cristiana, para rraducir las demandas de la producrividad capitalista al plano de la técnica de autodisciplinamiento individual; una productividad capitalista que sacrifica incesanremenre el ahora del valor de uso, en aras del mañana de la valorización del valor. Es el banco del carni-

ta Cñ. Bolívar Echeverría, "El ethos barrocd', en Modernidad, mestizttje cultural,

ethos banoco, anta citado, p. 20. Cf¡.BolívarEcheverría,"Elethosbasrocci',enModernidad,mestimjeculural,ethosbarocr,anrescirado, pp.2l-22. l" Cfr. Bollvar Echeverría, "El erhos barroco", en Modrmilad. mestiuje ru!rural, ethos banorc, mtes cirado, p. ZL

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lontrahistoriaC. v-_--n--J

cero, que sacrifica individuos y pueblos, en beneficio de la realización del valor. Para Bolíva¡ el motivo por el que considera conveniente que el término banoco puede servir para definir el cuarro ethos dela modernidad, se debe a que el ethos barroco resulta de una afirmación de la corporeidad concreta del valor de uso, que termina en una reconsrrucción de la misma en un segundo nivel, una estrategia que acepta las leyes de la circulación mercanril, a las que esra corporeidad se sacrifica, pero que lo hace al mismo riempo que se inconforma con ellas, y que las somete a un juego de transgresiones que las

refuncionalizan. De manera que, lo barro-

el modo en .l q,r..l ethos barropresente, como una propuesta enffe otras, en el proceso de estetización de la vida cotidiana, en lasociedad europea del sigloXWl. co en el arre,

es

c¿ se hace

El ethos barroco se genera y desarrolla en diversas circunsmncias sociales e históricas, pero parece organizarse en torno a un drama histórico. La peculiaridad de tal drama, reside en que en él coexisten dos propuestes antagónicas: "una, progresiva y oFensiva, que domina sobre oua, conservadora y defensiva", pero a la cual no puede eliminar y sustiruir. Para ilustrar la particularidad. del ethos barroco, Echeverría acude a la histo¡ia de la España americana, de los siglos XWI y XWII. Dos razones convergentes da¡ cuenta de ello,

por una parte, porque quizá no hay en la historia ninguna orra sociedad en la que, construida sobre la desrucción y la barbarie casi total de las civilizaciones ame¡ican ay africana, no obstante ha prevalecido con especial fuerza la modalidad barroca del erhos moderno; y por la orra, porque el largo predominio del ethos banoco, primero abierto y luego subterráneo, en esas sociedades ha permitido la creación de nuevas formas, de manera más amplia y profunda.

La manera barroca de vivir la modernidevlir eny

dad, no puede tampoco evadirse

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con el capítalismo.ET etl¡os barroco es un principio de ordenamiento del mundo de lavida. El ethos barroco no es el núcleo de ninguna identidad, sino más bien, es la puesta en jue-

go con que la vida concret¿ de las sociedades, en este caso en América Latina, afirma su sin-

gularidad cultural. Pero no se rrara de sustantivar tal singularidad, afirma enfáticamente Echever¡ía, folclorizando lo "latinoamericano", como barroco o realista m:ígico, lo cual significarla aceptar pasivamenre los vieios calificativos del discurso de las otras modalidades del ethos mod.erno, que relegan a la premodernidad al ethos bairoco. El siglo XWI ofrece a Bolívar Echeverrla, un punto de referencia histórico para comprender la emergencia de tal singularidad culural del etltos barroco, pero a condición de que, como recomendaba Valter Benjamin, la mirada crírica se lrelva contra la continuidad histórica, pasando el cepiJlo a conrrapelo de la suntuosidad de la historia. En el siglo X\{II tuvo lugar la conformación, el ascenso y el fracaso de todo un mun-

do histórico peculiar. Un mundo histórico vinculado al intento del catolicismo de fundar una modernidad propia, religiosa, que girara en torno a la revitalización de la fe, en oposición al individualismo abstracto, que giraba en torno a Ia vitalidad del capital, pero que se reveló como una utopÍa irrealizable. En el siglo XVII, se conformó un esbozo de un orbe económico el norte de -desde"autónomo", México hasta el AIto Perú-, "informal", que lucha por la realización de un proyecro histórico, comúnmente denominado como criollo, de "construir una Europa fuera de Europa', pero no sólo continuarla o prolongarla, sino de ¡e-consrruir la civilízacíón europea en América, sobre la base del mestizaje de sus formas con las formas que sobrevivieron a la desuucción: las formas de las civilizaciones "naturales", indígenas y africanas.

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A comienzos del siglo X\4I, la España americana era el escenario de dos épocas históricas diferentes, en el que sus habitantes eran

los protagonistas de dos dramas: uno en declive y otro que comenzaba. Durante los cuarenta años que van de 1595 a1635,el contenido cualitativo de la actividad comercial y la explotación del trabajo, marcan el principio y el fin de los comportamientos de dos épocas, que han dado paso a una metamorfosis sustancial del sujeto social. La demografia se va alterando sustancialmente, cuando una población predom i nan temente indígena, africana y de europeos recién llegados, empieza a descende¡, mientras que una población mesúza óe criollos, cholos y mulatos, empieza a ascender. ula continuidad histórica no se da a pesar de la discontinuidad de los procesos que se suceden en el tiempo, sino por el contrario, en virtud y a través de ellao.17 En el siglo XVII americano, este hecho paradójico es lo que propicia el predominio del ethos barro¿o, en la conformación del mundo de la vida. Un drama histó¡ico llega a su fin, el de la conquista y la evangelización, pero

al mismo tiempo, ya estaba en escena otro drama histórico, el del mestizaie civilizatorio

y cultural. Pero Bolívar Echeverrla no

se re-

fiere al mestizaje en la figura qulmica o biológica con la que comúnmente suele asociarse, sino más bien al proceso semiótico bajo el cual podría pensarse como "codigofagia". nlas sub-

argo,.;j|!

Nhuondl

apropiarse e integrar en sí, sometiéndose a sí mismas a una alteración esencial, los restos aún vivos que quedan de ella despuésr.18 En este sentido, el mestizaje puede considerarse como el modo de vida natural de las culturas. Entre la civilización india y Ia espa-

ñola, había una extrañeza enorme i ,rai."t, que no reconocía terrenos homogéneos, ni puent€s de ninguna clase, que pudieran unificarlos. ol-a temporalidad y espacialidad eran dimensiones del mundo de la vida, definidas en un caso y orro no sólo de manera diferente, sino contrapuesta>.le De alll que la coexistencia entre los españoles y los indios fuera w boycon constante. Las condiciones particulares de la población en la España americana, abrieron la po' sibilidad de aceptar una relación de recipro' cidad con los pueblos "narurales", con los indios y los africanos. El sueño del siglo XW, de una Europa en América, se había clausurado. España había perdido todo interés por su extensión trasadántica. El esquema civilizatorio europeo en América, no podía cumplir su ciclo de reproducción, el que tenía un contacto orgánico y permanente con la merrópoli. Pero no sólo la civilización europea se estaba extinguiendo, sino también , y quizá más rápido, ias civilizaciones "naturales" q indígenas, cuya presencia polltica y religiosa había sido prácticamente aniquilada por la barbarie de la conquista. Por lo que estas civiliza-

codificaciones dice Echeverúa-, o -nos configuraciones singulares y concretas del código de lo humano, no parecen tener otra

ciones no estaban en condiciones de sustituir

manera de coexistir entre sí, que no sea la de devorarse las unas a las otras; la de golpear destructivamente en el centro de simbolización constitutivo de la que tiene enfrente, y

rición de ambas,

a la

civilización europea. De allí que la estra-

tegia del apdrtheid,podía significar la desapa1o cual parecen percibir tanto los "naturales" como los españoles. Si unos

y otros

se

juntaron, fue porque los unió el

miedo ante el peligro de una nueva barbarie.

17

Cfr. Bolíva¡ Echeverría, "El ethos barroco", en Modentidad, mexiznzje cahural, ethos barroco, antes citado, p. 31. I8 Cfr. Bolívar Echeverría, "El erhos barroco", en Modernidad, mestizaje culturaL ethos banoco, antes citado, p. 32. l' Cfr. Bolívar Echeverría, "El eüos b¿rroco". en Modzrnidad, mesrizajc mlrural, ethos banoro, arres ciLado, p. 32.

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ContrahistoriaC. vÑ.-J

Pero a pesar de su crisis, el esquema civili-

Eros, de la opulencia (Poros) y la de miseria (Penia) en las sociedades latinoamericanas de Cuba, Puerto Rico y México; del encuentro y desencuenrro d. A^éri.", Áfncay Europ". El bolero no se puede concebir sin el desarro-

zatorio europeo era el único que posibiliraba la organización de la vida social; el orro, el "natural", aunque no había sido toalmente aniquilado ni sustituido, no estaba ya en condiciones de dispurar la supremacía. No obstante, si bien aceptaba el esquema civilizatorio europeo como garanda de la vida social,

llo de las grandes urbes, de los espacios públicos, la lengua de Ia ciudad, la experiencia de

la urbe moderna, la misma experiencia del sho& que llevo a Baudelaire a eslribir sus FIo-

no lo hacia pasivamente, sino que acude en su a1rrda, el

fin

se

confunde con él y lo reconstituye, con

res

de mantener su vigencia amenazada,

Así, el'mestizaje" de las formas cukurales,

na o el modernismo de

Darlo o Nervo; y hace bailable y canrable el deseo humano, que como Hegel afirmaba, es el deseo del otro. Educación sentimental que moldea las relaciones amorosas, y conmueve, elwando el alma y haciéndola avergonzarse de la ruindad cotidiana. Música que hace inestables las jerarquías. y el orden simbólico y social, canto

apareció como una estrategia de "superviven-

cid', como la afirmación de la vida

después

de la muerte. Su escenario fue la vida citadina, alll en donde indígenas y africanos coha-

bitaban con los españoles. La estrategia de supervivencia, o resistencia, pasaba no sólo por la aceptación de la construcción del mundo tra,ída por los conquistadores, sino por su defensa, incluso sin contar con la colaboración de los dominadores, y aun en su contra. Unas consideraciones finales para terminar. El concepto de ethos barroco nos ayuda a comprender mejor, no sólo la historia cultural de América Latina, sino además, nos permite comprender muchos de los fenómenos culturales de nuesrro tiempo. La música popular es, sin duda, un buen ejemplo d. eilo. Manuel Vázquez Montalbán decía que Ia canción popular, entendida no como la canción tradicional, sino como la canción de consumo mediáticamente propiciada, dene el enorme valor que le da, a veces, la calidad letrística musical, pero siempre la expresión de la sensibilidad popular. En este senddo, se me ocurre que un buen ejemplo para ilustrar el ethos barroco, sería la música del bolero, y pienso en el extraordinario libro de Iris Za-

del mal. El bolero cita y reescribe la poéri-

ca amaroria culra: Petrarca, Bécquer, SorJua-

contra el racismo y la xenofobia; que traduce y reescribe los relatos programáticos del amor occidental, cantado por juglares y trovadores.

Hlbrido de culturas y ritmos, de poéticas y motivos sociales, el bolero y la música popular larinoamericana, ilustran esa actividad codigofágica de la que escribe Bollvar Echeverría; característica de la existencia en ruptura propia de la dimensión cultural humana, pero en particular, de ese ethos ba/y\c\ cüya estrategia de resisrencia se cifra en el mestizaje de las formas culrurales. El concepto de ethos baryoco, junto a la definición de la culrura

como existencia en ruptura, nos enseña, no a enconrrar lo bueno en medio de lo malo, sino de manera crítica, a desatar lo bueno en medio de lo malo, y a hacerlo de manera acriva, como exisrencia en ruptura, como afirmación de la vida, en medio de la muerte.

vala, El bolero. Historia de un amor.

El bolero no es solamenre un estilo de música, es la expresión popular de la sensibilidad modernista, que nace a finales del siglo XIX y principios del )O( El bolero

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nace como

t;t;r¿ ¡nir¿ri;¡ ¿i::

('!ii Ji?;'f'

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r¡i¡:it ie L,i.!r:



EtH[L@n*RF*n Todos somos czmo und suerte de Teseas modernos, cuando nos

al laberinto complejo del uerdadero análisis crítico de la realidad histérica y del nrundo de lo social. Y si lo que queremos, es entender esa realidad no solamente en su limitada y superfi.cial positivida d inmed.iata, sino tarnbién en sa siempre inquieta 1t readora negatividad, nos hace falta ese ltilo de Ariadna de la perspectiua uítica y a con*a?elo d.e los hechos, fenómenos y procesls que el Minotauro del poder, el sometimiento ! la dominación, resguarda para que se mantenga igual el injusto orden social existente. enfrentamos

Por eso estd, sección será una canterd siempre abierta de nueaas pistas, de permanentes búsquedat de audaces tentdtiuas y de constantes ensalos pard poder dcercarnos a ese 'lado malo de la historia'por el que irrumpe siempre el cambio, y por el que se cuelan todo el tiernpo esas Cantrahistorias subuersiuas que aquí habrán de encontrar tanto su foro, como también uno de los mejores lugares d.e cuhiua y de uasta proyección.

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cuatro décadas que han pasado desde la "revolución mun-

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der el rumbo que, a partir de aquel momento, comenzó a tomar Ia lucha antisistémica en América Latina. Para ello, habría que desviar la mirada de los grandes eventos épicos, como la ofensiva del Tet de los combatientes vietnamitas, o las manifestaciones de mayo en París, y la masacre de la Plaza de Tlatelolco en México, por mencionar aPenas tres hechos que impactaron en todo el mundo.

Es cierto que estos tres acontecimientos, no dan cuenta de toda la energía social y política que circuló en aquellos años. Habría que sumar, sólo pensando en nuestro conrinente, la insurrección obrera de Córdoba, el Cordobazo de 1969, que puso en retirada a la dictadura militar de Juan Carlos Onganía; el ascenso de las luchas urbanas en Chile, que modifica¡on la estructura de las ciudades y Ilevaron a la presidencia a Salvador Allende en 1970; las luchas campesinas en la sierra peruana, que forzaron aI gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, desde 1968, a realizar la mayor Reforma Agraria de esa época,

der a las clases dominantes. En cada pals,

después de la cubana; el impresionante as-

que ensaya el Subcomandante Insurgente

censo obrero y minero en Bolivia, que construyó una Asamblea Popular en 1970, la que

Marcos, quien sostiene: "Las grandes transformaciones no empiezan arriba ni con hechos monumentales y épicos, sino con movi-

fue un órgano con el que disputaron el po-

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'ilir¡tit* ,-* 'fi"i"

podrían sumarse hechos y procesos que fácilmente pueden vincularse a lo que, genéricamente, se ha dado en llamar "el 68". Sin embargo, habría que ir algo más abajo, para desentrañar los cambios de larga duración que permitan hablar de un antes y un después de esos años. ¿Qué nos queda, si al 68 le quitamos las multitudinarias manifestaciones en las grandes alamedas? ¿Qué, si de-

jamos de lado los colosales acontecimientos, fugaces por cierto? Responder, supone adentrarnos en una forma de ver el mundo diferente a la hegemónica, similar por cierto a la

!¡ *r¿ nirtr{'t dt {/íe


ContrahistoriaC. v _D-J mientos pequeños en su forma, y que aparecen como irrelevantes para el político y el analista de arriba'.1 Estos cambios no se hicieron visibles de

prender la parte de los pueblos "que está vuelta hacia adentro".2

forma inmediata, sino que se van desplegando de forma imperceptible, o de modo progresivo y ascendente, desde la periferia hacia el centro, o desde las remotas áreas rurales hacia las ciudades, y también desde la vida cotidiana hacia formas culturales reconocidas. Pero no lo hacen siguiendo Ia lógica de los análisis sobre los "movimientos sociales", de Ia sociología europea y norteamericana. O sea, no lo hacen analizando las caracrcrísticas de las organizaciones, que d€sarrollan ciclos de ?rztesta, los que comienzan cuando

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actores sociales aprovechan la esnuctura de las

oportunidades políticas para desplegar repertorios de acción social, que les permitan con-

seguir sus objetiuos y finl-r en una interacción con el Estado y sus aliados. Por este camino conceptual, difícilmente podemos comprender lo que viene sucediendo en los sótanos de nuestras sociedades.

Uno de los resultados más notables de lo sucedido en torno al 68 es la revelación del más abajo, o sea su visibilización diferenciada, para luego ensayar la sublevación o alza-

miento, o sea pronunciar sn Ya Basta que con los años comenzó a cobrar forma en la crea-

ción de un mundo otro, diferente al hegemónico. Para ello, será necesario echar una mirada similar a la que Marcos le atribuye al

antropólogo Andrés Aubr¡ que implica ir más allá de lo exterior y visible, para com-

NUEvA GENERAcIóN DE

rucHAs I

Lo primero que llama Ia atención es el nacimiento de gran cantidad de organizaciones de nuevo tipo, que encarnan sujetos sociales diferentes a los que hasta ese momento habían ocupado el centro del escenario, como los movimientos sindical y estudiantil. Sin la menor pretensión de exhaustividad, en l97l nace el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca), en Colombia, que luego contribuirá a la creación de la ONIC (Organización Na-

cional Indígena de Colombia). En 1972 se crea Ecuarunari, la organización quichua de la sierra que jugó un papel dererminante en la formación de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador). En

1973, se emite el Manifiesto de Tiahuanaco, en Bolivia, por parre de un grupo de estudiantes, docentes y campesinos aymaras, que modificó la historia de las luchas sociales, al plantear la cuestión de la opresión iunto a la de la explotación, que hasta ese momento era la mirada excluyente. En 1974, se realiza el Congreso Indlgena de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, donde por primera vez las diversas lenguas indias se relacionan entre sí

superando viejas divisiones. Iniciativas todas vinculadas al mundo indígena y campesino, que en esos años pugnaba por independizarse de las Iglesias

y los Estados.

1

s_ubcomandante Insurgente Marcos, 'Arriba, pensar el Blanco. La geografia y el calendario de la teorla', Primera ponencia en el coloquio Inte¡nacional In Memoiiam Ándrés Aubr¡ 13 de diciembre de 2007 , incluida en el Suplemen to Ni el centro ni la periferia, en la revista Rebeldia, nú,m. 57 , enero de 2008, pp. 3-9.

2 subcomandante Insurgente Marcos, "Mi¡ar el Azul. El calendario y la geografía de la memoria", sexta ponencia en el coloquio Inte¡nacional In Memoriam A¡drés Aubr¡ 16 de diciembre de 2007 , incluida en el suplemen to Ni el centro ni la periferia, en la rcvisia Rebeldia, nttm.57, enero de 2008, pp.34-38.

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Enlosañossiguientes,rycomprender1968,anoser surgen otros colectivos de .,..'.;::;ll:it&l::#táil¿,.-h*ib...: que lo contemplemos simulnuevo tipo. Madres de Pla- ,:.:='.;:.:,tj".;:i*i;tlÍ.:li. ráneamente como un cri de zadeMayo, en 1977, se con- .,.,:..,,;;i::;jl:j:..;::;:::::::::;¿;.:., coeur contratas maldades del vierte en parteaguas y bisa- ;,,;;' ;::::.:=7"V;?;;:1!;,;', :,;i. sistema mundial, y como un

sindica- .;:::1::a:.ry:yÍ::1.P....!q{re?"j " ,: .. y las de los piqueteros. ..'.tf.8,ff,,W,,.,W.,: , ', Hacial979,loscampesinot -',:eryf@ÍÍ.4j ::,, sin tierra del sur de Brasil sin tutelas d"e Panijpg gra entre las luchas les

cuestionamiento fundamental de la estrategia de la opo-

sición de la vieja izquierda frente al sisrema mundial".r En América Latina, las

experiencia organi- '.t-;',,ig$if*-d.;¿$144¡4q,,.., , -cuya zadvahabíasidobrutalmennuevas organizaciones co",,-*,.,,.,,,,...,::::J:::i:í* ,J,,,,- ffi -^^^--^)^^^-t^t:^-tecortadaporladictaduraWmenzaronuncrecimientode instalada en 1964-, comienzan sus prime- doble carácter: hacia afuera expandieron su r

ras ocupaciones de

lo que luego será el MST (Movimiento de Tlabajadores Rurales Sin

influencia en forma de ondas, como una piedra que cae en un estanque. Pero, sobre todo,

Tierra);

empezaron a remover las aguas profundas de Ios sectores sociales que, hasta ese momento, no se habían expresado de forma independiente, sino que se habían sumado a amplios conglomerados, en los cuales sus voces eran apenas audibles. Algo que venía sucediendo desde las revueltas por la Independencia, donde estos sectores indígenas y -populares, afros, pero también mujeres y otras "minoríasD-, se jugaron la vida en guerras que no eran, en sentido estricto, las suyas. Lo cierto es que hacia los años 70, los que habitan el sótano de nuestras sociedades comenzaron a construir organizaciones propias, sin tutelas de Partidos, Iglesias o caudillos. Y, lo que es aún más importante, comenzaron a hablar en voz aIta, usando sus propios modos y formas. En un principio, lo hicieron aparentando respetar las maneras de las ins-

mismo año, la corriente katarista surgida del Manifiesto de Tiahuanaco, consigue formar una central aurónoma, la Confederación Sindical Única de tabajadores Campesinos de Bolivia. Estas organizaciones ese

condensan largos períodos de construcciones

y crecimientos, pero fueron también trampolines para nuevos avances que sólo el tiempo podía develar. Con todo lo nuevo que encarnan, fueron apenas un primer paso. A diferencia de lo sucedido cuando el Partido tenía una posición dirigente frente al movimiento, en esra nueva camada de organizaciones hay una buena dosis de actuación autónoma, aún en los casos en que se registran convergencias con organizaciones políticas. Y es que estamos ante una nueva etapa, en la que se produce una reacción a lo que'Wallerstein denomina las "dolencias endógenas" del campo popular; a la vez que luchan contra los enemigos tradicionales Capitalismo y eli-Imperialismo, tes locales-, encarnan reacciones ante los límites de la vieja izquierda: "No podemos

tituciones, la cultura hegemónica, pero

comenzaron a mostfar que profesan otras cosmovisiones, y que se construyen sobre bases culturales diferentes.

3 Immanuel \lallerstein, "1968: el gran ensayo" en Arrighi, Giovanni; Hopkins, Terence K.; y rVallerstein, Immanuel, Mouimientos Antisistémicos, Ed. Akal, Madrid, 1999, p.99.

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TERRA Y DEL TERRIToRIo

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La lucha por Ia tierra es una característica común a todos los actores del subsuelo. La re-

cuperación de tierras es un paso necesario en el largo y sinuoso proceso de conformación de sujetos. Luego, descubrimos que Ia tierra

no era el objetivo final, sino apenas un primer paso. Fue apareciendo la lógica de los

La verdadera diferencia con los períodos anteriores, es la creación de territorios: el largo proceso de conformación de un sector so-

cial, que sólo puede construirse a sí mismo construyendo espacios, para habitar las diferencias. Mirados desde los sectores populares, desde el sótano de nuestras sociedades, estos territorios son producto del arraigo de

Con la particularidad de que siendo un

relaciones sociales diferentes, en espacios físicos en los que se despliega la vida en su totalidad, social, cultural, económica y política, a través de iniciativas de producción, de salud, de educación, de celebración y de poder. Estos territorios son producto de intensas luchas sociales. Como señala Bernardo Mangano, "una clase social no se realiza en el territorio de otra clase social".6 De alguna ma-

proceso que comenzó en las áreas rurales, de la mano de indios y campesinos sin tierra, se

nera, la territorialización de los sujetos sociales es una respuesta a la territorialización del

despliega también en las grandes ciudades del

capital, urbano y rural, pero también es una reacción de los pobres a la "acumulación por

territorios. en la que estamos inmersos en este comienzo de milenio, porque "la lucha por la tierra es la lucha por un determinado territorio".a Millones de hectáreas fueron recuperadas por los campesinos e indígenas de modo legal e ilegal, por Reforma Agraria o a través de tomas e invasiones.

continente, en esos nudos de la dominación del capital donde comieÍzaÍ a establecerse barrios, y hasta ciudades enteras, que de alguna manera replican la experiencia rural. La autoconstrucción de barrios populares en las periferias de las grandes ciudades, como señala un trabajo sobre Ciudad Bolívar en Bogotá, es "la prolongación de la lucha por la tierra, que por décadas ha cubierto el campo de nuesro país, expresada en la urbe, en forma de lucha por la vivienda'.5 l,os

barios piquete-

ros con sus fábricas recuperadas, los cerros de Caracas, las periferias de Sao Paulo, de Asun-

ción, de Bogotá, de Lima... muesüan la fortaleza de los territorios urbanos de la pobreza.

desposesión", como interpreta el geógrafo David Harvey el período neoliberal, con que el capital busca recomponerse luego de la revolución del 68. Por primera vez en la historia del capitalismo, se produjo un viraje por el cual los trabajadores fueron capaces de configurar la crisis del sistema. "Mientras que en las anteriores crisis hegemónicas, la intensificación de la rivalidad entre las grandes potencias precedió y configuró de arriba abajo la intensificación del conflicto social, en la crisis de la hegemonía estadounidense esta última precedió y configuró enterament€ aquella",T nos

a Bernardo ManEano Fernandes, "Territorios, teoría y polltica", intervención en el Seminario Internacional "Las configuraciones de los territorios rurales en el siglo )CC", desarrollado en la Universidad Javeriana, Bogoti, 25 de marzo de 2008.

5 Corporación Thliber, "Potosí-La Isla. Historia de una lucha", Bogotá, 1998, p. 9. 6 Bernardo Mangano Fernandes, el ensayo antes citado. 7 Arrighi, Giovanni y Silver, Beverly, Caos y orden en el sistema-mundo moderno, Ed. Aka.l,

Madrid, 2Q01, p.219.

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$H!L@n-?H'n dice Giovanni furighi. ta crisis fue provocada por "una oleada de militancia obrera" haeia finales de la déeada de 1960, que "prece-

dié a la crisis del fordismo y la configuró". Este hecho es fundamental para comprender dss cuestioRes del mayor relieve: Ias opciones realizadas por el capital para superar la crisis, y las opciones consecurivas de los sectores populares. Las elites desmontaron el Welfare State, el Estado de Bienestar, y aban-

donaron toda pretensión de integrar a las clases peligrosas, apostando a la guerra como fbrma de acumulacién. Eso es el neoliberalismo, Los de abajo, cada vez más conscientes de que el objetivo de los de arriba consiste en exterminarlos lo menos a por-por ciones enteras de ellos, y muy en particular, a los jóvenes-, están convirtiendo sus espacios en trineheras, "Es la respuesta estratégiea de los pobres, a la crisis de la vieja territorialidad de la fiíbrica y de la hacienda, y a la

reformulaeión, por parte del capital, de los viejos modos de dominación'.8 Postulo que en América Latina el rasgo diferenciador del 68 es la apertura hacia la territorialización de los sujetos: indios, campesinos y sectores populares urbanos. Sin embargo, la lógica del territorio es bien diferente

de la del movimiento social. Mientras éste aenla en funeión de demandas al Estado, aquel

"un espaeio de vida",e caracterizado por la eapacidad de producir y reproducir la vida es

eotidiana de sus miembros, de modo integral, en una totalidad no unificada, sino diversa y heterogénea. El territorio tiene una lógica autocentrada: aunque formula demandas hacia el Estado, no se organiza con ese objetivo.

Mientras para el movimienro social lo central son las formas de organización, los objetivos y la construcción de identidades, para los "territorios de Ia emancipación'10 lo decisivo son las relaciones sociales, que se construyen sobre la reapropiación de la tierra y de los medios de producción. No para producir mercanclas sino valores de uso comunitarios, porque esas relaciones sociales no son capitalistas. Mientras el movimiento social triunfa cuando consigue sus demandas, los territorios triunfan al consolidarse cada dla y expandirse, haciendo de esas islas rodeadas de capitalismo "no un refugio panlaaurosatisfacción, sino una barca para encontrarse con otra isla, y con otra, y con otra. . . ", como ha señalado Marcos. La territorialización de los sujetos en rebeldía, qu€ es en realidad lo que viene sucediendo en este continente, forma parte de una profunda revolución pollticay teórica, de una nueva forma de practicar el cambio social, cuyos mejores exponentes son los zapatistas. Poner en pie territorios supone construir so-

beranla, autonomía, autodeterminación; en suma, autogobierno. Se trata de sociedades otras, qlJe están naciendo en el seno de la sociedad capitalista en descomposición. Los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno de Chiapas, los Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, los Cuarteles aymaras del Altiplano boliviano, pero también los Barrios de EI Alto y de muchas orras ciudades, son formas diferentes y diversas, en grados distintos de desarrollo, de autogobierno popular, que nace, vive y pugna por crecer abajo y a la izquierda.

8 Raúl Zibechi, "Los movimientos

sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos", en revista OSAL, núm. 9, Buenos Aires, CLACSO, enero de 2003. e Bernardo ManEano Fernandes, en el ensayo antes mencionado. r0 Concepto acuñado por el geógrafo brasileño, Carlos rValter Porto Gongalves.

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I

rrnnlronlos,

poDER, REvoLuctóN

I

El proceso político cultural iniciado en rorno a las rebeliones de 1968, está modificando también el imaginario sobre la transición a un mundo nuevo. Salvo minorías, pocos dudaban que la llave maestra de la construcción de una sociedad mejor giraba en torno a la conquista del poder estatal, ya fuera por la

vía institucional, insurreccional, o luego de una guerra prolongada. Pero la lógica territorial modificó de raíz este imaginario, nacido con la revolución francesa. Aunque los zapatistas fueron los primeros en formular de modo explícito que no pretenden tomar el poder estatal, sino construir un mundo nuevo, que incluye por supuesto la creación de otros poderes no simétricos a los del Estado, este tema ya estaba implícito en la forma de construcción que venían adoptando los movimientos más importantes del

continente. La construcción de territorios en los que anidan relaciones sociales no capitalistas, abrió un proceso que pone en el cenrro la creación de contrapoderes, o poderes otros,

y no en conquistar el poder estatal. De

ese

modo,

se registra

una suerte de "re-

torno" a los orígenes. En los comienzos del movimiento socialista, fue Carlos Marx quien vnay otravezvolvió sobre el rema de la transición, imaginándola siempre como una suerte de 'parto". Defendió una parábola del cambio social en la que la creación del mundo nuevo y la revolución son dos hechos separados, pero no al estilo de quienes proponen una estrategia en dos pasos del po-roma der, y luego construcción del socialismo-, sino algo más natural y complejo. En La guerra ciuil en Francia, al evaluar la Comuna de París, sostuvo: "Los obreros no

rr

tienen ninguna utopía lista para implantarla

por decreto del pueblo (...) Ellos no tienen que realizar ningunos ideales, sino simplemente dar rienda suelta a los elementos de la nue-

va sociedad, que la vieja sociedad burguesa agonizante lleva en su seno".lr "Dar rienda suelta', o setfee, o liberer, nos está indicando que la nueva sociedad existe ya en germen, en

algún grado de desarrollo, en el seno del capitalismo. Por eso usaba también la parábola del parto. La rwolución, como acto de fuerza,hace nacer, suelta, libera, lo que ya vive de forma embrionaria, para qr.re pueda seguir creciendo. Esos "elementos de la nueva sociedad" los podemos ver en los Municipios Autónomos de Chiapas y en los resguardos del Norte del Cauca. Y de modo más embrionario aún, en miles de Asentamientos de los Sin Tierra, en

algunas Comunidades Indlgenas aymaras, quechuas, mapuche, y de tantos otros grupos originarios, y también en unas cuantas periferias urbanas. Son trazos y trozos del mundo nuevo, que pugna por crecer. Si el movimiento social continúa desarrollando, con sus resistencias y sus luchas, las relaciones sociales no capitalistas que existen en los territorios mencionados, el capitalismo seguirá profundizando su crisis. En algún momento, "será preciso romper las trabas" (Marx) que suponen las relaciones sociales capitalistas. Será una lucha colosal, una verdadera revolución, que contribuirá al

nacimiento del mundo nuevo, que los movimientos territorializados vienen creando desde hace algunas décadas.

Carlos Marx, La guerra ciuil en Fr¿ncia, Editorial Progreso, Moscú, 1980, pp. 68-69.

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La revolución de

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cuarenta años de distancia, la

más capaz de mostrarnos, a quienes la observamos desde nuestro más actual presente, sus verdaderos y más esenciales perfiles. Porque luego de los ocho lustros transcurridos desde

diantiles y las rebeliones también populares que, entre 1966 y I 969, se hicieron presentes desde Córdoba, Argentina hasta Berkeley y Nueva York en Estados Unidos, y desde Madrid y París en Europa, hasta Pekín y Tokio en los países del Lejano Oriente, pasando por Ia ciudad de México, por Berlín, Tirrín, Praga, Belgrado, Nueva Delhi, Dakar o Calcuta,

su saludable irrupción planetaria, y alaluz de los múltiples impactos y procesos que ella ha desencadenado en las diferentes sociedades de

entre muchas otras ciudades del planeta, para cubrir con su vasto manto a prácticamente todas las naciones de nuestro cadavezmás pe-

todo el mundo, es posible ahora entender,

queño globo terráqueo. Rebeliones populares y esrudiantiles que, como un nuwo'fantasmd que

profunda revolución cultural mundial simbolizada en el emblemático año de 1968, parecería ahora ser

tanto su verdadera dimensión real.mente mundial, como también su naturaleza más especí-

y uni,

recorrió el mundo entero de esos finales de los )O( cronológico, conformaron a la revolución de 1968 como una auténtica revolución de alcance mundial.l Además, y cuando intentamos hacer el re-

tario espíri:.l.t, el que animó las revueltas estu-

cuento de los cambios principales que en-

fica, referida centralmente al espacio global delas estructuras cuburales de esas mismas sociedades nacionales de todo el orbe. Pues ahora es claro que era

un

solo

años sesenta del siglo

1 sobre este carácter mundi¿lde la revolución de 1968, ha insistido, desde hace muchos años, Immanuel -vallerstein, por ejemplo en su ensayo " 1968: revolución en el sisrema-mundo. Tesis e Interrogartes" en la revista Estudios Sociológicos, núm. 20, México, 1989, o también en el

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ContrahistoriaQ v,I_J cuentran su filiación directa en esa matriz

fundante del "acontecimiento-ruptura" de 1968, nos topamos de inmediato con el he-

cho evidente de que dicha revolución ha modificado radicalmente, para comenzar, a las tres estructuras centrales en las que se ge-

nera, produce y reproduce la cubura de rcdas las sociedades contemporáneas del globo terráqueo, es decir al espacio delafamiliay de todas las relaciones familiares, a la institucióndelaescuelay atodos los modos de transmisión y reproducción del saber, y finalmente a los medios de comunicación masiua, y sobre todo a su carácte¡ papel y función dentro de la sociedad. Ties espacios de la reproducción cultural de lo social, que tien€n, claramente, un antes y un después radicalmente diversos, y m rcados precisamente por ese parteaguas reciente de dicha revolución mundial de 1968. Con lo cual, entre los efectos principales de esa clara reuolución cultural2 de finales de los años sesenta, hay que anotar, entre muchas otras co-

la impugnación frontal de las relaciones machistas y patriarcales dentro de la ñmilia, pero también y más ampliamente, la puesta en cuestión de la naturaleza autoritaria, anasas,

crónica y empobrecedora de las capacidades y posibilidades afectivas de los seres humanos

que posee, congénitamenre, esta misma esüuctura familiar actual. O también, la crítica profunda de la institución escolar, con sus absurdos mecanismos del saber-poder y con

ridículas jerarquías clasificatorias de alumnos avanzados o retrasados, basadas todas en la transmisión de saberes abstractos y vacíos, resultantes de visiones limitadamente disciplinares y fragmentarias. E igualmente, la modificación enorme del papel de los medios de comunicación masivos, que los ha convertido en (de)formadores de la opinión pública, y en palancas fundamentales de la nueva política-espectáculo, alavez que en vehículos de una potencia desmesurada de circulación y difusión de todo tipo de informaciones. Transformaciones profundas de esos tres espacios generadores de Ia cultura de una sociedad, que entonces nos permiten incluir, dentro de la estela de consecuencias directas de esa revolución cultural mundial de 1968, tanto aI movimiento y a la cosmovisión feminista del mundo, como a la antipsiquiatría moderna, lo mismo que a todos los mosus

vimientos estudiantiles del planeta y a los experimentos y desarrollos de la pedagogía crítica contemporánea, junto al cuestionamiento del todavía vigente episteme 'disciplinar' de las ciencias sociales actuales, pero también la crisis irreversible y planetaria de todos los Estados, de todas las clases y paftidos políticos, y de toda la política misma en tanto actividad humana, igual que todos los movimientos sociales contraculturales de los últimos cuarenta años. Revolución completa de las formas culturales hasta entonces vigentes, que ha sido tam-

ensayo escrito junto con Giovanni Arrighi y Terence Hopkins, "1989, the continuation of 1968", en Reuieu, vol. XV, núm. 2, Bingham¡on, 1992.Yéase también, nuestro ensayo, Carlos Antonio Aguirre Rojas, "Repensando los movimientos de 1968 en el mundo", incluido en el

libro Para comprender el siglo XXI, Ed. El Viejo Topo, Barcelona, 2005. 2 Sobre el carácter de la revolución mundial de 1968 como revolución

cubural, cfr, Fernand

Braudel, "Renacimiento, Reforma, 1968: revoluciones culturales de larga dvaciói' en La Jornada Semanal, nt3m.226, México, 10 de octubre d,e 1993, y también Carlos Antonio Aguirre Rojas, "Los efectos de 1968 sobre la historiografía occidental", en el lib¡o ltinerarios dz la bistoriografla del siglo XX, Ed. Centro Juan Marinello, La Habana, 1999.

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Et HIL@n-?$,n bién, naturalmente, una revolución dela cul-

ral, que además se acompasa, a partir

tura política hasta ese momento dominante,

en sus modos de organización, como en la naturaleza misma de dichos movimientos, así como en todas sus formas de existencia y de funcionamiento en general. Ya que también es fácil observar que dicha historia de los

1972-73, con una complementaria crisis global de la economía internacional, y más allá, con la entrada del sistema capitalista mundial, dentro de una verdadera 'situación de bifurcación histórica', es decir, dentro de su clara etapa de crisis terminal y estructural.4 Contexto entonces complejo y excepcional, el de estas cuatro décadas recién transcurridas, que siendo el escenario de la crisis ci-

movimientos antisistémicos, ha sufrido igual-

vilizatoria terminal del capitalismo planeta-

mente un giro radical de ciento ochenta grados, a partir precisamente de esa fecha simbólica de 1968, cancelando en general el modo de funcionamiento que dichos movimientos habían mantenido desde 1789 yhasta esos años finales de la década de 1960, e inaugurando las nuevas formas y estructuras que han caracterizado a todos los movimientos antisistémicos de las últimas cuatro décadas recién transcurridas.3 Ruptura entonces múltiple, que se gesta en el seno de esis revueltas de finales de los

rio, ha sido igualmente el espacio en el que se han ido desplegando las distintas consecuencias y efectos de esa profunda y saludable revolución cultural mundial de 1968. Efectos y consecuencias que, alaluz de los procesos vividos en estos últimos ocho lustros, nos permiten caÍacteriz Í a estos tiempos recientes como tiempos realmente reaolucionari1s, es decir, como tiempos en los que, al mismo riempo que colapsan Frente a nuestra propia mirada, viejas estructuras seculares y hasta milenarias, emergen a la vez y simultánea-

años sesenta, y que abarca, entre muchas otras

mente nuevas formas y configuraciones de las relaciones sociales, que poco a poco prefiguran el nuevo orden social por venir. Pues no es casual que sea en estos tiempos posteriores a 1968 cuando se deslegitiman y empiezan a derrumbarse sin remedio estructuras como el Estado moderno, o las propias naciones, o los partidos políticos y la clase política entera, junto a las estructuras universitarias de todo tipo, o el sistema de saberes hasta hace poco imperante, o los valores y re-

y con ella, un cambio similarmente

sustan-

cial de la cultura de los movimientos antisistémicos, cambio que se ha proyectado tanto

triple ffansformación mencionada, que corre desde la revolución total de las formas vigentes de la cultura moderna en general, hacia la modificación estructural de las figuras de la cultura polltica también domicosas, esa

nante, y desde aquí, hasta las producciones y formas culturales que van a enarbolar y a reproducir los nuevos movimientos anrisisrémicos, desarrollados en los últimos cuarenra años. tiple ruptura dentro del orden cultu-

3 Sobre estos movimientos antisistémicos post68, cfr. Immanuel'Wallerstein, "Histoire et dilemmes des mouvements antisystémiques" en Le grand tumube?,Bd. La Découverte, Parls, 1991, y "Las nuevas rebeiiones antisistémicas: movimiento de movimientos?", en Con¿un

trahistorias, núm. 1 , México, 2003. Thmbién Carlos Antonio Aguirre Rojas, "Planeta Tierra: los movimientos antisistémicos hoy'' en Contahistorias, núm. 10, México, 2008. 4 Sobre esta crisis terminal del capitalismo, cfr. Immanuel \üallerstein, Después del Liberalismo, Ed. Siglo )Cfl, México, 1996, y La crisis esrructural del capitalismo, Ed. Contrahistorias, México, 2005. Thmbién, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Para comprendzr el sigb XXl,yamencionado.

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ferentes culturales de todo orden, desde los familiares e individuales, hasta los de todo otro tipo de identidad. Y ello, junto a una evidente crisis ecológica que ameÍazalasobrevivencia misma de la especie humana y que cuestiona nuestro modo milenario de vínculo con la naturaleza, o a una crisis económica que desborda por todos lados su configuración capitalista, y hace florecer desde todo tipo de economías paralelas, negras, subterráneas, informales o ilegales, hasta formas resurrectas de explotación del trabajo similares a la semiesclavitud o a la servidumbre. Y todo ello, acompañado de una indetenible destrucción del tejido social, y una nueva irrupción de la violencia social en todas sus formas, y en todos los espacios de la sociedad. Pero también, y al mismo tiempo, es en estas décadas recientes que han florecido los nlrevos movimientos antisistémicos y las más variadas formas de la protesta y de la insu-

bordinación social, movimientos que, a lo largo y ancho del mundo, comienzan ya a

todos, en sus principales raíces mediatas, a esos efectos y consecuencias de dicha revolución de 1968. Consecuencias y efectos que ahora queremos revisar para el caso específico de México.

La revolución cultural mundial de 1968 en México Si esa revolución cultural mundial de 1968 tuvo en París, en Pragay en Pekín, a tres de sus epicentros principales y más representativos primero correspondiendo al mun-el do capitalista desarrollado, y el segundo y el tercero insertos en el área de las economías del llamado 'socialismo real'-, encontró en la ciudad de México el espacio de su cuarto epicentro, el que en este último caso, fue más bien representativo de la revuelta y de la im-

pugnación características de todo el conjunto de rupturas, que en diversos escenarios, protagonizaron los países del entonces llama-

crear en escala reducida y local, pero cada vez más ubicua y presente por todas pafres, nue-

do ntercer mundor. Y a tono con esos múltiples significados y

uas relaciones sociales no capitalistas, es decir

profundas secuelas que ya hemos mencionado, que se desplegaron de muy diversas maneras en las diferentes sociedades nacionales de todo el mundo, también en México la ruptura del año de 1968 constituyó un verdadeno parteaguas de nuestra historia. En primer lugar, porque esta fecha simbólica de finales de los años sesenta, parte en dos el 'breve siglo )O( mexicano', que habiendo comenzado en 1910 con la importante irrupción de la Revolución Mexicana, habrá de concluir, claramente, en ese emblemático y también esencial 1 de enero de 19945 . Con lo cual, y en

pequeños mundos donde ya no rige la lógica

del lucro y de la acumulación del capital, ni el egolsmo y el individualismo posesivo, ni la decadente visión de la vieja política, ni las absurdas y caducas jerarquías culturales capitalistas. Nuevos mundos no capitalistas, que

hoy prosperan en los Caracoles neozapatistas del sureste mexicano, o en algunos barrios piqueteros de Argentina, o en comunidades indígenas de Bolivia o Ecuador, o en los Asentamientos y Acampamentos de los Sin Tierra

de Brasil, y que no casualmente, remontan

5 Hablamos de un 'breve siglo )O( mexicano' siguiendo en este punto las tesis de la corrienre francesa de los Annales, que ha distinguido claramente entre los simples siglos cronológicos, y los verdaderos sigl,os hisníricos, siempre diversos de 1os siglos cronológicos. Sobre los aportes diversos de esta corriente de los Annales, cfr. nuestros libros, Carlos A¡tonio Aguirre Rojas,

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H[L@n-?F'n hegemonía ideológica y política del Partido Revolucionario Institucional, el que

un primer nivel, el 68 mexicano va a cerrar el

prolonga-

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do ciclo "posrevolucionario" de la historia mexicana que .,7

..- habiendo gobernado a -- México desde 1929 bajo el

comenzó en 1921, y en el que nuestro país vivió des-

...,'

régimen de gobierno de partido único, va a comenzar a ,.1;,;;,.; deslegitimarse sin remedio a partir de los años setenta, al erosionarse simultáneamente tanto su dominio corporativo sobre los movimien-

plegando las distintas consecuencias de las transformaciones generadas por esa Revolución Mexicana de 19101.927, al afirmar y desgastar progresivamente todo el cúmulo de instituciones, herencias y legados derivados de ese enorme cambio revo-

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tos obreros, campesinos y

lucionario de principios del .i siglo )O( cronológico. Al mismo tiempo, 1968 inaugura el 'segundo siglo )O( mexicano', el que habiendo negado y superado por completo a esa herencia de la Revolución Mexicana, va preparando en cambio, lenta y concienzudamente, los perfiles principales del México más contemporáneo. Pues es claro que es de ese 68 mexicano, de donde arrancan tanto los nuevos movimientos antisistémicos que hoy pueblan la geografía social mexicana, como también los actores sociales que hoy desarrollan la trama del drama histórico que ahora mismo escenificamos en nuestro país. Y tam-

populares, como también su función en tanto espacio casi .r;;.,,,,1:':,. monopólico del ejercicio de la actividad política en

México. Y ello, dentro de un contexto social y económico que al instaurar el neoliberalismo salvaje en todos los ámbitos de la economía y de la sociedad, recortaba sin duda las bases económicas mismas del antiguo patrimonialismo y clientelismo en que se había sustentado parte de ese dominio ideológico y político priísta. Así, y al calor de los sucesivos procesos de la lucha de los movimientos obreros por la

bién es desde hace cuarenta años que comenzanon a configurarse las peculiares estructuras y figuras económicas, sociales, políticas y culturales de lo que es el México actual.

Entonces, y en esta condición específica de verdadero gozne de división entre

el pri-

mer siglo )O( mexicano'y el segundo, es que 1 968 va a representar el verdadero final de la

independencia sindical, del desmembramiento de la Central campesina sometida al Estado, de la crisis organizarivay de cohesión de las organizaciones populares oficialistas, y de la propia fractura interna del PRI del año de 1988, iban también formándose y consolidándose los nuevos actores sociales mexicanos, y con ellos, los nuevos movimientos sociales y antisistémicos de los sectores urbano-populares, de las luchas estudiantiles, de

la protesta feminista, del movimiento indí-

a historiografia fancesa, Ed. EDUEM, Maringá, 2000; Fernand Braudel e as EDUEL, Londrina, 2003; flma historia dos Annales. 1921- 2001,F,d. EDUEM, Maringá, 2004; Tbmpo, duragao, ciuilizacao. Percursos braudzlianos, Ed. Cortez, Sao Paulo, 2" edición, 2002; y Braudel,o mundo e o Brasil, Ed. Cortez, Sao Paulo, 2003. Os Annales e

ciencias humanas, Ed.

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ContrahistoriaC. v--_r--e gena o de los renovados y nuevamente emergentes movimientos campesinos y obreros.6

Lo que nos explica también el hecho de que, mientras que en estos últimos cuarenta años vividos, toda la clase política mexicana y todos los partidos políticos en México, sin excepción, se fragmenran, se desdibujan ideológicamente, pierden su conexión con las bases sociales a la que pretenden representar, y se hunden en el pragmatismo sin principios y en la vergonzosa lucha de la conquista del poder por el poder mismo y a cualquier pre-

cio, al mismo riempo

avarrza

y florece,

de

modo subterráneo y complejo pero persistente, y a lo largo de estas mismas cuarro décadas del periodo I 968-2008, una clara p o litización generalizada de la inmensa mayoría del pueblo mexicano. Pues es claro que en estas últimas cuaüo décadas mencionadas, la sociedad civil mexicana ha presenciado como se dividen los viejos pero también los nuevos partidos políticos, creyendo ydescreyendo sucesivamente de todos ellos, y observando como se corrompen y degradan indeteniblemente,

al continuar cultivando y reproduciendo las viejas y ya desgastadas formas de la vieja polí-

camenre, se ha manifbstado, entr€ muchas otras formas, en el ineremento notable de la

participación masiva de las clases subalternas mexicanas dentro de los distintos movimientos sociales, y dentro de las más diversas fbrmas de la lucha social de los últimos ocho lustros vividos. Lo que inaugura esa especie de cadena de mriltiples eslabones, que arrancando otra vez en 1968, con las heroicas luchas estudiantiles y con el movimiento estudiantil popular violentamente masacrado por el Estado mexicano el 2 de octubre de 1968, va a prolongarse en los años setenta con las importantes luchas obreras del sindicalismo democrático, en los ochenta con las recurrentes protestas y

movilizaciones del movimienro campesino, y en los novenra con la feliz emergencia del digno movimiento indígena neozaparista, el que en estos años iniciales del nuevo milenio cronológico ha lanzado la iniciativa hoy en curso de La Ona Campaña. Ya que ahora es muy clara la conexión directa que existe entre ese quiebre histórico de larga duración que se simbolizó, también en México, en ese año emblemático de 1968, con

tica tradicional burguesa hoy todavía domi-

la situación que ahora mismo vivimos,

nante, aunque completamente en crisis. Pero al mismo tiempo que descree de esa

México, lo mismo que en todaAmérica Latina y en el mundo. Pues fue a raíz de este 68 mexicano que se inició también la crisis irre-

vieja política

y de toda la clase política

de

en

nuestro país, el pueblo mexicano ha ido convirtiendo sus verdaderas y profundas preocupaciones políticas en un rema cotidiano y

versible de la vieja izquierda mexicana, la que

ubicuo, que aflora en cualquier momento y en todo lugar, y que se encuentra ahora, y

pre por su reiterado dogmatismo, por

cada día más, presente en la conciencia profunda de todos los mexicanos. Lo que, hgi-

estando sobre todo representada por el Parti-

do Comunista Mexicano,

se

caracterizó siem-

6

sobre estos dive¡sos efectos del 68 mexicano, en la vida social y también en la memoria colectiva popular de las clases subalternas mexicanas, cfr. nuestros ensayosJ carros Antonio Aguirre Rojas, "1968,lagran ruptura" en el libro para comprend.er et s;glo XXI, anres cirad.o por la inte rpretación de la historia de México" en Anuario Educatiuo Mexicano, IEd.. ?i:l*l Miguel Angel Porrúa, México, 2005.

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versiones manualescas del marxismo, y por su congénita incapacidad para plantear una estrategia realmente revolucionaria a la clase

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ELH[L@n-?'E-n obrera y a los otros sectores explotados y opri-

midos de nuestro país. Lo que, naturalmente, explica que como resultado de ese quiebre del 68 en México, esa vieja izquierda del Par-

tido Comunista

se haya

ido desdibujando

progresivamente, para terminar disolviéndose

y fundiéndose en el seno de la izquierda oficial y electorera, completamente domesticada y prosistémica del actual Partido de la Revolución Democrática mexicano. Pero paralelamente a esta crisis y subsunción de la vieja izquierda dentro del juego

genuinamente anticapitalista, construido y conducido desde abajo y a la izquierdaT. Nuevas izquierdas mexicanas, que no son sólo uno de los varios elementos que vinculan directamente a esa revolución de 1968 con nuestro más actual presente, sino que muestran también, de manera evidente, la manera en que ahora mismo está viva y activa la herencia principal de ese 68 mundial en la propia definición de los futuros posibles de nuestras sociedades, en México, en el mundo, y

naturalmente también en toda nuestra

electoral de la corrupta política capitalista dominante, el 68 mexicano vio nacer y prosperar también a múltiples y muy diversas nuevas izquierdas, de tipo maoísta, trotskista, obrerista, libertario, reichiano, feminista, etc., izquierdas que por complicados caminos, no sólo abonaron e incluso a veces gestaron a los movimientos obreros, campesi-

América Latina.

nos, populares, urbanos, de la minorías y de los subalternos en general de los años setenta y ochenta del siglo cronológico pasado, sino que también desembocaron, en una de sus varias vertientes, en la generación del digno movimiento indígena neozapatista que se hizo

paña, como dos de los frutos importantes

público el 1 de enero de 1994. Nuevas izquierdas post68 mexicanas que, no por casualidad, han sido las que han acom-

pañado a ese neozapatismo mexicano durante los más de 14 años de su existencia pública, siendo también ahora, el primer espacio de

irradiación del importante movimiento de

La Olra Campaña mexicana, movimiento que persigue precisamente la vasta y plural unificación de todos los sectores de los subalternos mexicanos, dentro de un nuevo combate

La revolución cultural mundial de 1968 en América Latina Si es posible ubicar al neozapatismo mexica-

no, y ahora al movimiento de La Otra Camresultantes del 68 mexicano, también es fácil

descubrir Ia conexión que esa misma revolución mundial de 1968 tiene, enAméricaLatina, con todos los actuales movimientos antisistémicos de nuestro semicontinente. Pues vnavez más, no es por simple azar el hecho de que todos esos movimientos hundan sus raíces más profundas en los contextos nacionales específicos que, en Latinoamérica, se fueron creando a partir de ese mismo quiebre histórico de finales de los años sesenta. Así, desde ese '68' anticipado que fue la revolución cubana de 1959, y que desató la muy rica renovación social y cultural que la isla vivió, precisamente, en toda esa década crucial de los años sesenta, y hasta las más

7

Sobre esta conexión directa entre el movimiento mexicano de 1968 y el neozapatismo actual, cfr. nuestro libro, Carlos A¡tonio Aguirre Rojas, Mandar Obedeciendo. Las lecciones políticas drl neozapatismo rnexicano, Ed. Contrahistorias, 2. edición, México, 2008, especialmente el capítulo 3. Más en general, sobre este mismo neozapatismo cfr. también nuestro texro C h iapas, Planeta Tiena, Ed. Desde Aba1o, Bogotá, 2007 .

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ContrahistoriaC. v_E J recientes manifestaciones del nuevo protagonismo indígena en países como Ecuador y

Bolivia, vividos desde los años noventa y hasta y pasando por el nacimiento, en los años

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ochenta, del Movimienro de los Sin Tierra brasileño, del movimiento piquerero argentino, o del propio movimiento neozaparisra de México, en todos estos casos se vuelve a hacer evidente el irremisible colapso y la crisis de todas las viejas izquierdas comunisras

latinoamericanas, y de todos los viejos movimientos sociales a ellas vinculados, junto a la

emergencia de estos nuevos movimientos antisistémicos y de las también nuevas izquierdas que los acompañan.

Nuevos movimientos antisistémicos de América Latina que, en esre año de 2008, representan sin duda el jiente de uanguardia mundial de la lucha antisistémica planetaria actual. Lo que no sólo explica, enrre otras cosas, la nueva c€nrralidad que hoy posee nuestra América Latina en todo el mundo, sino también hechos como el de que haya sido

aquí, en nuestro semicontinente latinoamericano, en donde se gestó el importante movimiento, hoy un poco en crisis, del Foro Social Mundial, pero también en donde los actuales movimientos sociales poseen tal fuerza como para derrocar pacíficamente Presidentes y Gobernadores, o como para paralizar na-

ciones y ciudades enteras, provocando el final de longevos regímenes de gobierno de partido

único (como el final del PRI en México), y

el giro general de América Latina hacia la iz-

quierda, con los tibios y socialdemócratas gobiernos actuales de Lula en Brasil, de Chávez en Venezuela, de Correa en Ecuador o de Evo Morales en Bolivia, gobiernos que no son por ahora más que una pálida manifestación de los verdaderos cambios sociales profundos que se avecinan en la historia inmediata por venir de nuestro semicontinente.

Cambios sociales profundos, en América Latina y en todo el mundo, que sin duda alguna habrá que inscribir aún, en los inmediatos futuros previsibles, dentro de las ricas

y diversas estelas de la vasta herencia de

vas de la larga duración que son atentas siem-

pre a los efecros de las estrucruras durables de la vida social y civilizatoria humana sobre las situaciones y los acontecimientos

lución de larga duración, planetariay civtliza-

toria, que ha transformado radicalmente, desde el traje hasta los personajes, y desde el

escenario hasta el argumento profundo del drama histórico en que se juegan los destinos del mundo actual. Vivimos todavía, en México, en América Latina y en el mundo todo, bajo la saludable y todavía no concluida estela de esa enorme revolución mundial que fue Ia revolución de I 968 .

Ciudad de México, febrero de 2008.

no han logrado todavía insraurar en ningún país, gobiernos realmente populares que 'man-

den obedeciendo', sí han logrado en cambio

8 Sobre esta siruación actual de nuestra América Latina, cfr. carlos Anronio Aguirre Rojas, Aryérica Latina en la en*ucijada, Ed. prohistoria, Rosario, 2006 y también Aiérica Latina. e Presente,

Ed. Papirus, Sao Paulo, 2004.

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históri-

cos más inmediatos, 1968 se sigue afirmando, cada vez más, como una vetdadena reao-

manteniendo en jaque permanente a muchas de las clases dominantes latinoamericanas.8 Y si hoy esos movimientos anrisistémicos

Historia

esa

revolución cultural mundial que fue la revolución de 1968. Porque desde los registros de la historia profunda, desde las perspecri-

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sta entrevista fue realizada a Bollvar Echeverría cuando se I { ^ cumplió el trigésimo aniversario de la revolución cultural ¿ -,r.,di"l de 1968. En ella, el entrevistado habla sob¡e el cli-

ma político e intelectual que, en México, se creó a raíz de este importante movimiento social, rememorando también la fundamental experiencia de la fundación de la revisra Cuadernos Políticos, enrre orros temas importantes. Hasta hoy esta entrevista había permanecido inédita. Contrahistorias la rescata ahora para todos sus lectores, en este cuatrigésimo aniversario de esa transformación histórica mundial de 1968, a la vez esencial y también trágica dentro de nuestra historia de México.

¿En qué año llegas a México? ¿Cuálesfueron los

Pero esta es una pregunta interesante, que

aspectls que más te llamaron la atención del clima político-cuhural que se uiaía en esos años

no me había planteado mucho. lJn poco

en el país?

lo mexicano, de la vida mexicana. Y claro, lo primero que habría que decir, es que al inicio

BolÍv,qn EcHpvgruu¡:

es una gran sorpresa, una incomprensión, una situación en la que uno se abstiene de un juicio ante lo que ve, justamente porque es muy diferente, y porque no tiene uno los elementos conceptuales para juzgar, y los que tiene, le parecen que pueden falsear lo que está viendo. En esa medida lo primero, desde donde yo venía, lo que más le impactaba a uno, era la monopolización que hacía el PRI del movimiento obrero, eso era lo más sorprendente. Notaba uno, casi con una especie de dolor, que había aquí un movimiento obrero, eso es norable, pero al mismo tiempo que era

En primer lugar es muy dificil hacer una reflexión sobre algo que uno, cuando vive ahí, no tematiza, sino que lo da por supuesto. Uno no anafiza el ambiente en el que está, para estar ahí, sino que primero está, y por lo general no pone mucha atención en eso. De manera que resulta diÍicil reconstruirlo. Reconstruir es tal vez una de las ta¡eas más difíciles que ha¡ sobre todo reconstruir un ambiente, y las premisas de lo que se hace y lo que se dice. Esto es incluso como una especie de historia de la época, que me parece complejísima de hacer.

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un movimienro que estaba rotalmenre coop, tado por el régimen. Esa era, en términos políticos, la primera impresión. Jusro porque cuando yo llegué estaba ran viva la cuesrión del 68, eran épocas muy convulsas si se quiere, pero también muy llenas de esperanzas, parecía que sí se podía hacer la revolución. Esa era la idea: parecía que la revolución sí era algo que estaba al orden del día, que era una época de 'actualidad de la revolución' como decía Lukács. Eso parecía, y enronces buscaba uno todos los elementos, las posibilidades de esta revolución, y veía que el movimiento obrero estaba ahl, que era fuerte, que tenla incluso cierta tradición de luchas, y le contaban a uno el movimiento de los maestros, el de los ferrocarrileros, y todo eso, y uno decía'talvez, el problema está simple-

cer punto, para quien llegaba aquí, de una primera impresión. ¿Cuáles consideras que fueron las condiciones en las que k teoría marxista encontró un lugar, en la uasta producción intelecrualy cubural pos-

terior al moaimiento del 68,

fue la relacitin de

-digámoslo

del Partido Comunisra, de todas las organizaciones, que se veía que habían quedado totalmenre atrás de la realidad. Ese era el ter-

ltt *tr¡t nir¿th ¿lr

{."!ir;

crees que

BolÍv¡n EcnpwRm¿: Esto de la teoría marxisra ya sería posr 68. El 68 marca, justo con eso que te decía anteriormente, de la distancia frenre a las organizaciones políticas de izquierda, marca rarrrbién una clara distinción frente a la ideologia, o a la teoría, que era empleada por esas organizaciones, y que era en verdad el marxismo soviético. Entonces, hay una muy clara actirud de crítica a todo lo que era el marxismo soviético. Eso resulta también clarísimo. Pues, por ejemplo, José Revueltas introduce un marxismo existencialista, situacionista, con influencias de Henri Lefebvre y todo eso. Comienzan a aparecer entonces influencias de otros tipos de marxismo. Yo, por ejemplo, traigo mucho a México

así. Eso pensábamos en esa

la de una izquierda parddaria sumamenre negafiya, y esa era la impresión que teníamos

cuál

en el país?

épocay esa es la primera impresión. La segunda impresión, era la de la espontaneidad de una cierta actitud política de la gente. Es decir, el modo como recibían a los estudiantes, que era un modo muy favorable. Esto era también algo muy inreresante, pues se veía que el movimiento estudiantil no era una cosa totalmente ajena aI cuerpo social. Por el contrario, tocaba ciertas fibras, aunque tal vez no lo hacía de manera adecuada, plenamente, pero sí había una empatía, digamos, con el pueblo. Esa es una segunda impresión, la de que la politicidad del 68, de alguna manera innovaba, pero sobre

una politicidad previa que estaba ahí. Esto también era muy interesante de observar. Después, la impresión también era, claro,

I

fenómeno con la actiui-

dad social y política que desde entonces emerge

mente en romper los mecanismos de sujeción de esta clase obrera', la que entonces saltaría maravillosamente a cumplir su misión histórica

este

la influencia de Georg Lukács en esras cosas.

Entonces, lo que hacemos en el 68, es hasta cierto punto cerrar los libros del marxismo que correspondían a la uadición y alateorla

marxista que hablan sido cultivadas hasta entonces, pues se notaba que había un culti-

vo del marxismo dogmático soviético,

se

manejaba mucho eso. Incluso, este era un elemento importante de la ideología oficial, que a través del PPS, del propio Partido Comu-

nista, de ciertas fracciones de izquierda del PRI, estaba presente dentro de un conjunto difuso, y muchas veces contradictorio, de ,.marxemas,' _llamémosles así_, que estaban ahí. Pero entonces frente a eso, justo en el 68, viene un intento muy claro de renovar

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radicalmente el marxismo, por lo menos en el mundo académico. Ahí interviene, desde un marxismo existencialista de Jean-Paul Sartre, hasta un marxismo heterodoxo francés como el de Henri Lefebvre, y hasta lo que viene después, lo que un poco traemos nosotros, que es el marxismo de los años veinte, el que cultivábamos nosotros en Alemania, en el movimiento estudiantil alemán. Pues nosotros recuperamos toda Ia discusión de los años veinte, del marxismo de Karl Korsch, de Georg Lukács, de todos estos autores, en fin toda la constelación del marxismo. Y eso es lo que ha¡ en un primer momento, como resultado del 68.

Ahora bien, el marxismo ya en términos propiamente académicos como planteas aqul, y es bien interesante la pregunta, es un marxismo que es ambivalente. Por un lado, parte de esta intención o intento de renovar radicalmente el marxismo, pero al mismo tiempo, se distancia de la radicalidad del marxismo revolucionario que venía con el 68. Entonces, hay como un intento de renova! pero al mismo tiempo de "adecentar" el marxismo, y este es el modo como el mundo de la Academia cree que puede asumir esta innovación. Además, el marxismo se presenra como una vla de entrada de muchas otras ideas y planteamientos que se venían desarrollando, sobre todo en Francia, y que son los diversos estructuralismos, yLacan, y una cantidad de teorlas nuevas que estaban surgiendo en esa época, que tenían esta actualidad. Así el marxismo, este marxismo renovado, parecía ser un puente, que introducía una gran cantidad de otras reorías, de otros planteamientos a los que les servfa como puente, y que venían a refrescar un poco un mundo académico sumamenre anquilosado, una filosofía, o una teoría social, que estaban muy cansadas y agotadas. Entonces el marxismo se presenta como una oportunidad de renovar el conjunto del esquema conceptual de

l¡¿ ot¡-,t.

mi¡wth¿ Clrh

Ias ciencias sociales y de la filosofía. Pero es

aquí donde aparece esta peculiar estrategia de absorción que tiene el establisbment, que es la de rescatar estas novedades, y en este caso

la novedad del marxismo, pero al mismo tiempo'adecentándolo', es decir, poniéndole ciertos límites. Y creo que aquí es interesante ver cómo aparece la figura de Louis Althusser, porque Althusser es un ecléctico en este senrido. En primer lugar, muestra que no todo lo del marxismo soviético es rechazable o deleznable. En segundo lugar, muestra que es nec€saria una gran revolución teórica, y en tercer lugar, plantea la idea de que esta revolución teórica es una revolución que está en buenos términos con la ciencia, es decir, con el aparato que unos años antes se llamaba aparato burgués del saber. Enronces, en verdad, es un eclecticismo de actitudes teóricas bien interesante el de Louis Althusser, que lo vuelve precisamente el autor de moda durante todos los años setenta. Es entonces esta astucia de la situación, más que de los althusserianos, o de Martha Harnecker, etc., ésta que es una astucia objetiva del establishment, la que logra arrapar a una gran cantidad de estudiantes, sobre todo gente que llegaba a descubrir precisamente estas novedades, con este aparato conceptual, que al mismo tiempo es sumamente dogmá-

tico, pero también innovador y cientifista y todo eso. Así, todos pueden sentirse a gusto ahl, desde los viejos del Partido Comunisra, que pueden fácilmente renovarse y decir'Bueno, era una versión fallida, esa del marxismo soviético que manejábamos, pero ahora con la versión de Althusser, y con esta distinción entre filosofia marxisra o dialécdca materialista, y ciencia marxista o materialismo histórico, pues ya la cosa está muy bien'. Con lo cual se reeditaba una subdivisión del marxismo que es viejísima, heredada de Kautslcy y de Stalin, etc., y que entonces vol-

"1T;?"

Lt anzt wírad¡

¿le

i..lío


ContrahistoriaQ v------ü-J vía a aparece¡ pero con visos de ser una novedad, y de tener una capacidad explicativa fabulosa, y así todo el mundo podía estar ahí

¿Qué tipo de relación se estableció entre el ritmo que tomó k difuión de k teoría marxista, en aquél ambiente, y el obseruado en el plano

ya muy tranquilo. De alguna manera, esre ékn revolucionario del 68, como que encalla

de la actiuidad polhica, desplegada en esos años por la izquierda mexicana?

en ese althusserianismo, aún cuando este ú1timo va a rescatar este lado radical, convir-

BolÍvnn Ecnpv¡Rnr¡:

tiendo a la noción de lucha de clases en la

Creo que la teoría marxista, en cuanto tal,

piedra angular de todo. Entonces la lucha de clases está en todas parres, en la teoría, en la filosofía, en todos lados. Y es así como el marxismo entra en el mundo académico, es decir que enrra ya como

refugia en la Academia, pero se refugia ya "adecentada'y "mutilada", como re digo. Al mismo tiempo, en el terreno del movimiento obrero, sobre rodo, hay un inrento que es el único que tal vez es interesante de esa época, por parte de quienes habían estado en el

algo "mutilado", privado de su vuelo teórico.

Por ejemplo Lukács, que proviene de un marxismo de corte centro-europeo, comienza a enttaÍ, pero como que no logra tener

propiamente actualidad. Y las actitudes revolucionarias, radicales, las posturas de la superación de la filosofta, y cosas muy fuertes que son similares,

tampoco logran volverse

muy actuales. Y sin embargo, sí aparece ya el marxismo dentro del mundo académico, en Ias ciencias sociales. pero es ya. insisto, este marxismo privado de su radicalidad teórica y de sus implicaciones revolucionarias prácticas, privado de todo esto. Podría decirse que después, al final de este proceso, hay una especie de reencuentro con Ias posiciones de ese marxismo cenrro-europeo. Pues más adelante apareció, con la inmigración de los intelectuales del Cono Sur, sobre todo, la figura deAntonio Gramsci, que es una especie de 'Contra-Althusser', Pero

curiosamente, se rrata también de un Gramsci que había sido sometido ya a r¡n proceso de descenrrización, parecido al del marxismo, realizado por parre de Althusser. No obstante, hay aquí un cierto enriquecimiento del panorama teórico en las ciencias sociales, cuando frente al dogma althusseriano, aparece también esta diversificación, mucho más rica, de la problemática que traen los gramscianos.

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se

68, y que hacen el esfuerzo de conecrarse con el movimiento obrero de aquellos tiempos, y es el caso de los electricistas de Galván. Esa conexión con el movimiento obrero, implica una especie de voto de pobreza teórica, porque es allí que percibimos que una gran cantidad de teorías y de las cosas que se mueven en la academia, para la mentalidad sindicalista obrera resultaban superfluas, no tenían ninguna entrada. Sin embargo, ellos ponían una especie de correctivo realista a la problemática que se les estaba mane.iando, lo que derivó en un recentramiento nu€vamente economicista, es decir, hacia la economía en cuanro tal. Así, la investigación de la situación económica del país, adquiere entre estos intelectuales que se

conectan con el movimiento obrero, una importancia que no tiene, en términos generales, en Io que sería el marxismo ideologizado, teórico o académico. Y ahí aparecen, por ejemplo, eso es interesante, sobre todo provenientes de la Escuela de Economía de entonces, los talleres como el TASE (Taller de Análisis Socio-Económicos), en donde está una buena cantidad de gente que esruvo en el 68, y que llega de Europa, y que observa que hay que dejar un poco de lado las cuestiones de la alta teoría, y centrarse en el análisis de las posibilidades económicas reales,

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ilH[L@¡^RF-¡ de una reforma, de una Revolución, o de lo que sea, para la transformación de México. Sobre Ia base de todo esto, y un poco con la herencia del 68, con el impulso

que decirlo, está

-que,

hay

Portarse, de organlzar, de dar órdenes, de convencer, que era ,, típica de un ca, cique.Todoesto, -, a los intelectuales nos plantea una serie de cuestiones en las que prevalece el sentido de la realidad, cuando nos hicimos la reflexión de que "Un poco México es así, y no vamos a exigir que los jefes obreros sean jefes de puro corte democrático, o esas cosas". Entonces comenzamos a percibir que así es como se mueve la representación política, o Ia identificación política con el líder, en esras circunsrancias, y de este modo, y aún con todas nuestras reservas y nuestras abstenciones de juicio, nos sentimos muy identificados con eso. De aquella experiencia salió una revista, Salid¿ridad, en la que Carlos Pereyra, y rambién yo, y muchos otros escribimos, con pseu-

W

al margen y queda fuera de la inserción del marxismo en la academia antes

¡ns¡gie¡¿d¿-, con lo que queda de ese

frecuente en la realidad política mexicana. Él era como todos los líderes obreros de aquí, muy parecido en ese sentido, así que era un cacique. Entonces, tenía su manera de com-

impul-

so revolucionario del 68, se va gestando el movimiento del grupo de Punto Crítico, que deriva un poco y se conecta son más o menos la misma genre- -pues con el proyecto del TASE, pero que tiene ya como rarea muy clara, muy directa, la de politizar a la clase obrera. Ese momento es sumamente interesante, y ahí ya ves tú a los distintos proragonistas, y creo que eso es lo más interesante. Por ejemplo, el caso de Galván, cuyo movimiento parece tener mucha capacidad de expandirse entre los electricistas. Y aquí hay que tener en cuenta algo que se conecta con la primera pregunta. Para nosotros, que veníamos del movimiento estudiantil, propiamente, y de un ámbiro muy académico, de Alemania y todo esto, el hecho de conocer o de estar en relación con obreros en serio, con gente trabajadora así, que además de ser trabajadora era genre muy organizada, muy preparada y rodo eso, es una experiencia bien interesanre, que nos obliga un poco a frenarnos de tanto vuelo y tanta cosa, y a respetar, a prestar atención a lo que ellos plantean. Creo que Galván era trotskista, y era un tipo bastante preparado en términos de teoría, de ideología, alguien muy inteligente, y capaz de percibir y captar una gran cantidad de planteamientos teóricos. Era muy hábil, muy inteligente el tipo, y al mismo tiempo era muy cacique, como es

lii stra

t?ti?!ffiíÍ

llt .¡r, "'iüjq'

dónimos. Pero ésa fire una experiencia muy interesante, hasta que vino el golpe en contra de ese movimiento de los electricistas. En tu opinión ¿cutíles son las características más acusadas d.e la difuión de la teoría marxista en el ambiente académico-uniuersitario

setenta,

y a qué tipo

dc los años

d.efactores lo atribuyes?

BolÍv¡R Ecn¡wnnÍa: Pues te decía que esta difusión comenzó como algo mrís diversificado, pero que poco a poco

fue cerrando, como algo que giraba más en torno a la figura de Althusser y de los althusse

serianos. Había también quízá una verriente crítica, muy académica pero muy relegada, en

la que

estaba

lc cra

por ejemplo Adolfo

tniycd¡z- de

{,!ia

Sánchez


ContrahistoriaS J v -

Vázqruez, vertiente que quería comenzar a hacer otras cosas, o yo, que traía también esas perspectivas diferentes y que me metí al S¿rninario de El Capital. Pero era un gruPo muy

desperdigado, muy a la defensiva, porque no había mucha aceptación para eso, era algo que era considerado demasiado radical, y esa radicalidad venía del 68. Pero como te decía, la

aparición del marxismo en el medio académico implica siempre su 'adecentamiento', implica eliminar mucho de la radicalidad de ese discurso marxista centro-europeo, Por ejemplo, y también suprimir mucho de las actitudes revolucionarias del 68. Sólo bajo esa condición el marxismo ingresa a la academia,

como un marxismo ya 'decente', siempre y cuando demuestre que es inofensivo, y enton-

ganizaciones, pero a veces no son ni stqutera organizaciones, sino sólo grupos de trabajo. Por ejemplo, nosotros en la Escuela de Economía fundamos el Serninario de H eapital' Pero lo interesante en esto es que esos grupos, cuando se forman, y no sé si sólo sueede eso aquí o en todas partes, denden mucho a generar al mismo tiempo sectas, asl que hay

un sectarismo muy espontáneo. Entonces, el Profesor que es lector dc E/ Capitalllamado Raúl Olmedo, es un gurrl, y tiene su grupo, y el otro Profesor igual, y asl cada quien tiene su grupito. Entonces, es di= fícil, cuando uno está metido en eso, es muy diflcil distanciarse, y no caer en la tentaeión de ser gurú. Por ejemplo, en el Serninario d¿ EI Caphal, yo mantuve siempre mucha dis-

dentro de Ia academia. No hay una correspondencia entre posi-

ces pasa

ciones políticas y posiciones teóricas, es decir, hay un abismo. Los prácticos son prácticos, y pescan de donde sea, pescan althusserismos, gramscismos, lukacsismos, lo que caiga, son de un eclecticismo total. Es decir que

no hay una conexión en términos de que tal teoría implica tal llnea, o que tal línea no puede aceptar tal planteamiento, hay una separación del plano propiamente teórico y del plano ideológico-político, que por lo general es

muy elemental.

En lo que res?ecta al marxismo académicl

de

los setenta: ¿Qué ruiuel de diuersif.cación hubo en cuí.nto d. pr7lectos, perspeüiuas dc análisis 1 enfoques?, ¿qué forrnas tomó esa diuersificación?, difunde? ¿de qué rnanera y en qué espacios se

Bolfv¡n Ecu¡wnnf¡.: puntual, muy singular e individual. Hay gente que trabaja distintas corrientes, pero la que tiende a dominar e incluso a acallar a todas las demás es Sí hay diversidad, pero es muy

la althusseriana. Cada quien hace lo que pue-

de,y aveces

se

consolidan cierto tipo de or-

It¿

at¡z mir¿ri¿ de

{.1!s "iü?

tancia frente a esta tentaeión, pues es casi PQr aclamación gue te nombran gurú, y es rnuy difícil deeir no. Pero en ese caso de| Seminario dr El Capital resultó que el alumno rnás acrivo, después de que yo me separé, se eonvirtió, él sí, en gurú, Es fortísirna esa tendencia, y en esa medida uno dende a aislarse, Pues cada quien tiene su verdad, que no se toca

con la del oüo, y no es necesafio discutirla. Así que no había discusión, eso es necesario subrayarlo, y en su lugar lo que había era enemistades, ninguneos, etc. Entonces, no hay intercambio de ideas, ni discusión, no hay una vida académica que se apoye en esto. Lo que provoca problemas muy complejos, es decir, gue los teoremas adquieran un valor emblemático, más que pragmático. Porque como las idea¡ se cqnvierten rápidamente en emblemas, en elementos materiales que hay que defende¡ en elementos simbólicos, entonces en ellas se prohija una gran cantidad de intereses, de identificacio= n€s, de afirmación de un conocimiento que hace mal uso del coRcepto. Pues son concePtos mal usados, de los que se 3busa, asl que

no sirven como conceptos, no son reales instrumentos de conocimiento, sino instrumen-

ia otra rnirari,t dt

Clí,


er HIL@n-?F-n tos de prestigio. De este modo, la noción de prestigio entra en el terreno de la teoría, y no deja que se produzca mucho, porque asl es dificil producir en términos teóricos. Aunque en este terreno la libertad para producir teorla es total y absoluta, está presente esta tendencia estructural, que nos viene de la cultura católica y jesuítica del siglo XVIII, y que es esta manera peculiar de usar los conceptos, en la cual ellos pueden ser pecaminosos o no. Esta es la noción última del siglo XVIII, donde pensar no es solamente conocet sino también contribuir o no a la salvación. Entonces, la noción cristiana, católica, de salvación, está metida en lo que se llama el discurso teórico en cuanto tal, y que es un discurso teórico que no se depuró en la modernidad. Y eso persiste hasta nuestros días, pues nosotros seguimos usando los conceptos como armas, como instrumentos de salvación, lo que vuelve muy difícil pensar, y trabajar con conceptos. Esto se dio clarlsimo en los años setenta. La idea de que nosotros poseemos o somos propietarios de la verdad, que se nos reveló, y que manejamos dos o tres argumentos que son precisamente los esenciales, además de que tenemos una actitud política genuina: no somos como los otros, que están buscando ubicarse, o no sé qué, nosotros sí somos puros. Eso, hoy en día ya no existe, pero de todas maneras, creo que se ha debilitado, aunque no se ha transformado. En términos de las organizaciones, se echaban unos rollos fabulosos para montar sus plataformas, hacían unos documentos fabulosos que serían interesantes de rescatar. Lo mismo los maoístas, que los situacionistas, etc., adoptaban una gran cantidad de cosas, de Gramsci, de Lukacs, de muchos otros autores, para elaborar unos rollazos inmensos que servían para fundamentar una línea, Io que era ya un clarísimo intento de absorber el nivel teórico para uso ideológico-político.

l¿ otr,i rnir¡t!,t

or

¿Representaron la teoría de Ahhusser

I

la teoría

de Gramsci una concepción abernatiua en el interior de la teoría marxista, ! en Particular, en el campo de la teoría de la historia

!

dt

k

teoría política? ¿Representaron una contribución a la problemdtica marxista latinoamericana? ¿Qué papel jugó el exilio latinoamericano en este sentido?

BolÍvaR EcH¡wRnr¡: Creo que fue bien importante. Ellos introducen a Gramsci, leído desde donde tú quieras, y por eso los 'usos de Gramsci' de los que habla Portantiero son interesantísimos. Pero de todas maneras creo que viene a enriquecer mucho el planteamiento tan cerrado que era dominante, sobre todo porque el planteamiento de Gramsci es mucho más ágil, más rico, dene muchas más entradas, Ahora, lo interesante, es que Gramsci no viene propiamente en contra de Althusser sino que hay una especie como de simbiosis que se intenta hacer. Althusser y Gramsci no son vistos como

dos polos o cosas totalmente conüapuestas, sino que se intenta ver que hay puentes entre ellos, que lo que utiliza uno está ya dicho por el otro. Ahí interviene Io que tú dices, la influencia de los intelectuales del Cono Su¡ que es muy fuerte, porque ellos traen una disci-

plina, un nivel de preparación, y un uso mucho más pragmático de los conceptos, disdnto al uso virreinal que vivíamos aquí. Eso les da una superioridad muy grande, así que entran y dominan en el ámbito académico. ¿Por qué? Porque están más informados, y están más informados porque ellos sí usan, no sé si plenamente, pero usan más los conceptos como tales, es decir, como instru-

mentos de conocimiento. Después, no sé por qué lado vuelve la cuestión del sectarismo, de los lenguajes privados, de las teorlas privadas, que también se da allá. Por ejemplo, los althusserianos que vienen de Argentina, son los súperalthusserianos, son más althusserianos

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ontrahistoriaC,

queAlthusser, como Emilio de Ipola, o como -J los lacanianos, una cantidad de gente muy compleja, que verdaderamente es muy distinta al medio de acá, que usa los conceptos, como te digo, m:ís bien cortesanamente. Entonces, la inserción de este discurso teó-

rico pragmático, es bien importante,

es su-

mamente interesante. Pero creo que hay que tener presente que al mismo tiempo el mundo académico y el discurso teórico mexicanos, reconstruyen elementos de protección de sí mismos, frente a esos conosureños. Hay una especie de estrategia de aislamiento del cuerpo extraño. Se les deja, como los muy "preparados", que están ahí girando en su cosa, pero no se deja permear eso hacia fuera. Entonces se les aísla, pues esta es una estrategia de aislamiento. José Aricó es un caso muy especial, porque él entra por el lado de la Editorial. Hasta cierto punto es el tipo más astuto, o mejor

clmlento peronlsta, y entonces como nos vamos a oponer a eso, pues lo que hay que hacer es enüar en ese discurso, y desde dentro desestructurar el código peronista, o derivarlo, qué sé yo. Aparece esta estrategia y Aricó se mete en ella, lo que cambia también toda la cuestión. Y es para eso que le sirve Gramsci. Gramsci sirve para eso porque también es muy barroco, y esas posibilidades que le encuentra a la lucha ideológica, pues permiten todas estas cuestiones. Creo que esto es intefesanrísimo, aunque no lo tengo muy pensado, pero ustedes que están trabajando estos

temas deberían hacerlo, estudiar esas permeabilidades e impermeabilidades del discur-

teórico mexicano, y las disimultaneidades de los distintos discursos, y todo esto. fuí que viendo de lejos, creo que es cierto lo que tú decías, de que está un poco mitifiso

cada la cuestión. Porque en verdad no existía

dicho, tiene una estrategia mucho mejor.

eso que ahora pretende la

Además, trae justamente algo que no tienen los otros, que es el marxismo centro-europeo,

de este problema, esta visión historizante que

porque él es en verdad quien introduce, o defiende y mantiene esa llnea, muchas veces en contra de los lectores que él mismo tiene. Y va a llevar a cabo una enorme cantidad de ediciones, como la Biblioteca del Pensamiento Socialista, o la colección delos Cuadernos de Pasadn y Presente, qtre es verdaderamente úni-

ca, una maravilla de biblioteca, incluso en términos mundiales. Y ahí ¿qué es lo que vemos? La presencia de ese pensamiento centro-europeo. Luego hay un ca-mbio en Aricó, que comienza muy radical, comienza a ser lukacsiano y todas esas cosas, pero que poco a poco cambia también sus posiciones políticas. En Argentina hay una cierta aceptación, muy parecida de la que se hacía aquí de Galván, una acepración de la espontaneidad, del discurso espontáneo de la gente, y con ello del peronismo, por ejemplo. Pues se dice que el argentino es de na-

l,t orru wir¿d,t ds

visión historiadora

le da unidad a elementos que no tendrían que estar en unidad. Pues hablamos, por ejemplo,

de los años setenta, y con eso de entrada po-

nemos un elemento unificador. Pero si nos acercamos, la realidad son muchos setentas, tanto los distintos años que fueron los setenta, como los distintos ritmos en los que se vivieron esos setenta, con lo cual no hay tal unidad. ¿Cuál considtras que fue la importancia del prqtecto editorial de Cuadernos Políticos, frente a la serie de publicaciones político-cuhurales que distintos sectores de Ia izquierd.a impulsa-

ron en

esos

BorÍv¿.n

años?

Ecu¡wm.r¡:

La revista que había, y que tenía prestigio, era Historia I Sociedad, que era una revista hecha por los intelectuales más de avanzada

del Partido Comunista, con un cierto nivel crítico, y con cierto distanciamiento frente a

{llio "i?r"]o%

l¡t ott-¡ ttitu¡}tt tJe Clia


EL

HIL@n-?R¡

lo pedestre del dogmadsmo stalinista. Eran los que intentaban, desde dentro de la ideoIogía del Partido Comunista, buscarle salidas. Entonces. en ese sentido, era muy interesante... en los contenidos mismos se veía, con artículos que eran muy buenos, aI lado de otros ensayos que eran verdaderos ladrillos. No había ni enemistad ni contraposición entre las dos revistas, Historia 1 Sociedad, y Cuadernos Políticos, pues incluso algunos escriblan en las dos. Ahora bien, lo de Cuadernos Políticos es interesante, porque aparece como Ia versión ya político-teórica ampliada de lo que al principio había sido el intento de ASE. Es, digamos, Ia versión teórica de Punto Crítico. Porque Punto Crítico era la revista de combate, y en cambio, nosotros pensábamos que por encima de ese nivel era necesario un nivel de reflexión propiamente dicho, un nivel teórico. Esa es la razónporla que surge Cuadernos Políticos. Desde luego, muy militante, en la línea revolucionaria de Punto Crítico, pero aJ mismo tiempo muy con la idea de que es necesario pensar las cosas, y traer ideas de acá y de allá, para somerer a discusión los planteamientos políticos, algo que se logra muy poco. La idea era que Cuadernos Políticos fuese el lugar de reverberación, de discusión de los planteamientos políticos, para que estos últimos no se quedaran en el slogan, sino que se

convirtieran en conceptos y se discutieran. Intentamos fomentar eso, aunque hay que decir que dentro de la mayoría de lo que fue publicado en Cuadernos Políticos, no es lo predominante. Podríamos decir que fracasamos un poco también en eso, por causa de lo que te he dicho, de esa tendencia de la cultura reflexiva en estos países, que es Ia tenden-

cia a emblematizar los conceptos. Entonces no se logra, aunque hay algunos arrículos, incluso muy interesantes, que se hacen con esta intención de llevar al plano reflexivo 1o que se está haciendo.

ia ut¡w wi¡a¡ia,t,

{:¡r, ü7'

Junto

a esto,

había también la importación

de teorías, o de discusiones teóricas, que esta-

ban sucediendo y que eran importanres para la izquierda, e igualmente para lo que podríamos llamar la ciencia social, esa ciencia social que era en verdad una ciencia social aséptica, que simplemente ponía, al principio y d, Fv nal, alguna cosa que sonara como medio militante, para aparentar ser de izquierda. Cuadernos Políticos se movía enronces en esos tres niveles o flancos, como quieras decirlo, y qu€ eran, primero, el de la problematizacíón en términos reflexivos y completa-

mente abiertos, de la actividad polltica de todo tipo; un segundo, el de la actualízación de las discusiones teóricas, mundiales, inter-

nacionales, universales, y finalmente el de la investigación, sobre todo sociológica-económica. Al principio esos tres niveles están más o m€nos equilibrados, pero a lo largo de la historia de la revista, va adquiriendo predominio el uno o el otro, y sobre todo empieza a dominar más el de la investigación social y económica, hasta el punto de que llega, a veces, a ser aburridísimo. Pues hay números que verdaderamente parecen ser el órgano de la Facultad de Sociología, o de la Facultad de

Economía, con unos rollazos dificilísimos. Porque cuando la gente se pone a escribir de estos temas, escribe cosas larguísimas, de 40, 50, 60, o 70 cuartillas, y nosotros teníamos como límite 30, que era el máximo. Eso era un problema, porque te entregaban unos rollos inmensos, muy científicos, y eso se convirtió en una moda, que volvió bastante pesado el trabajo de la revista. Sin embargo, intentábamos siempre meter alguna discusión teórica, provocar alguna polémica, y eso es Io que más se mantuvo de la revista con cierta vitalidad, durante sus 14 años. Así que esos eran los tres niveles. En ese sentido, éramos muy militantes, pero a la vez muy abiertos, un poco en el senddo de la frase de Fidel Castro, de que dentro de la lí-

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ContrahistoriaC. v _-r--J nea general fijada se acepraba todo, pero fuera de esa línea no aceprábamos nada. Teníamos esa postura, a tal punto, que desde ahí se generó algún problema. Porque si bien no era una regla, sí se suponía que era una revista de oposición, es decir, que todos los que estábamos ahí estábamos en la oposición, y por lo tanto no pertenecíamos al gobierno, no podíamos pertenece! ya que era una contradicción en los términos ser de Cuadernos

y al mismo tiempo trabajar para el gobierno, por ejemplo. Entonces, cuando comienzan a aparecer

Políticos

las tentaciones gubernamentales hacia la nueva generación de intelectuales de izquierda,

y

algunos de estos últimos comienzan a hacer y a trabajar para Ia Secretaría de Hacienda, allí se plantea el problema que te menciono, y que nosotros llegamos a plantear en el caso de Rolando Cordera. Rolando se mantuvo un riempo así, trabajando por allá para el gobierno, alavez que estaba todavía en Cuadernos Politicos, hasta que a él mismo se le hizo la cosa diflcil. Y en un cierro mo-

Asesorías,

mento, se sintió un poco como expulsado, aunque estrictamente no hubo nunca una expulsión ni nada, sino que nuestras discusiones eran muy antigobiernistas, y eran muy

críticas del gobierno, y creo que era dificil ponerse una suerre de piel de paquidermo

política cotidiana a un nivel reflexivo teórico. Creo que en toda la historia de la revista, es el que mejor cumple con eso. Además, podría decirse que ésa era su obsesión, la de no alejarse de lo concreto, no alejarse de la problemática concrera, sino salir de ella, pero sin quedarse atrapado en el nivel puramente teórico. Eso hace que sus arrículos sean bastante dificiles, porque por un lado se nota lo fechados que son, y eso, para lo que podría llamarse el nivel de la discusión teórica, es

prácticamente un obstáculo. Pero por otro lado, para los que discutían las cosas en términos puramente políticos, toda Ia argumentación de Pereyra resultaba como un tanto exagerada, demasiado compleja. Y la gente decla, ¿para qué tanta cosa? Hay así esa ambigüedad, que hizo que Pereyra no fuera un autor popular. Hay que partir de eso. Además, lo terrible de la muerte es que te clausura una historia en la que tú apenas estás a medio camino, intentando hacer algo. Entonces, a Carlos Pereyra lo tratamos ahora como un clásico, como alguien que completó su obra, y no es así, porque él estaba apenas haciéndose, apenas definiendo su propio perfil teórico-político, cuando le viene la muerte. Así que hablar de una obra acabada de Carlos Pereyra, o incluso de ideas ya definitivas, creo que sería muy arriesgado.

frente a esto.

Creo que la obra de Pereyra hay que verla

¿Consid.eras que Carlos Pereltra puede ser consi-

más bien así, como una obra que estaba haciéndose, que estaba en la mitad anterior, y

derado como un tipo de intelectual de izquierda, característico de esa época? ¿En qué sentidn

mas actuales?

que no había llegado todavía a su perfil defisus estructuras, pues era un trabajo que estaba rodavía buscándose. En vida Pereyra no fue tan popula¡ ni tan aceptado, ni tan 'vaca sagrada' como le lla-

BolÍvan Ecuevennl¡:

man ustedes, pues él no era visto como una autoridad para nada, en otros aspectos. Sin

Creo que Pereyra es el que mejor represenraba al primer tipo de discurso, al que hacía referencia denrro de Cuadernos Políücos. Es decir, el de la elevación de la problemática

embargo, era visto como alguien que aportaba problemáticas, que le buscaba ángulos a las situaciones concretas, y eso es lo que él aportaba siempre, el buscar ángulos y esque-

representa un eslabón en la confguración de una

cubura de izquierda, a

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altura de

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los

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proble-

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nitivo, a consolidar

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Et lHilL@¡-RF'¡ mas de explicación para determinados flancos de la realidad, eso es lo que él tenía muy fuertemente. Por ejemplo, él fue althusseriano, pero en él se repite un poco eso que anres mencionamos, pues fue althusseriano y luego gramsciano. A tal

punto, que puede

vidía bastante lo puramente académico y teórico, de la reflexión política. Además lo hacía con mucha claridad, estableciendo los puentes entre uno y otro, pues es una mente que intenta ser muy clara, muy ordenada y muy disciplinada. ¿En qué

medidalo logró? Ha-

decirse que el uso del

bría que ver, pero

concepto de 'socie-

era su intento.

dad civil', que ahora ya es común y co-

Era muy puritano, le decíamos no-

rriente entre

sotros, pues daba la

los

ese

impresión de una

mexicanos, es un uso

que Carlos Pereyra inició, pues él introdujo esta versión o definición, entre gramsciana y hegeliana de 'sociedad civil'. É1, y después Carlos Monsiváis, con el que se llevaba muchísimo. Había una relación muy permanente, muy frecuente entre los dos, que se conectaban mucho, así que un gran expositor de este concepto de sociedad civil 'pereyria-

no', digamos, fue Monsiváis. Y ahora también el Subcomandante Marcos. Habría que decir entonces que Carlos Pereyra era un periodista muy reflexivo, y eso es lo que él es y tiene, un periodismo de reflexión. Junto a eso, hace su trabajo académico, en el ca-mpo de Ia filosofía de Ia historia sobre todo, que es donde tiene aportes un poco más generales, más teóricos, en su libro

El sujeto de l¿ historia.

diría que hubo un equilibrio bien logrado, en los espacios en los que se logró desenuoluer?

¿Se

Boúv¡¡. Ecner.'¡Rnrn: Creo que él intentó eso y hasta cierto punto lo logró. Era un hombre muy racional, muy realista y muy ajeno a todo tipo de veleidad, ni teórica, ni política. Eso es, talvez,lo característico de su persona. Esta hostilidad frente a casi todo lo veleidoso. Era muy ordenado, repartía muy bien las cuestiones, sabía dónde estaba y qué correspondía en cada caso, y di-

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st¡a

¡ni?ad,x

persona muy puritana, muy ajena a la cultura

popular mexicana. Sus padres creo que son argentinos, y él mantiene esta "ajenidad" respecto a lo mexicano. Sus formas culturales, de consumo, de interrelación humana, de co-

queteos, o el tratamiento del tiempo, del espacio, de las formas, eran muy poco mexicanos. Como que subrayaba su carácter entre italiano, sureño, y anarquista. Alguna vez comentó que su padre fue durante un ti€mpo anarquista, allá en Buenos Aires, y él tenía eso,

conexión con lo que sería la revolución, que partía de una realidad histórica de una cierta época, y que era una conexión con el obrero, con el movimiento obrero calificado. Entonces, cuando él pensaba 'pueblo', la noción de pueblo que tenía, de lo de abajo o del proletariado, era muy clara: era un pueblo que era un obrero, y un obrero calificado, disciplinado, racional, limpio, un obrero casi ideal, esa era la idea. Pero entonces al obrero mexicano, que es compadre de no sé esa

quien, medio enrevesado, ladino, y todas esas cosas, que come tacos en la esquina, y le pega a su mujer, eso él no lo veía. Para é1, el obrero era un obrero explotado, pero consciente, de overol limpio, azul,y ésaera la imagen que él tenía del pueblo. Entonces se comportaba en relalión con eso, con su idea de qué es lo popular, y apartir de allí era un hombre muy parco en sus necesidades, en sus gastos, y en

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todas esas cosas, lo que era una suerte de acsepararse de aquello que es el pueblo, en el sentido del obrero calificado, racional, que intenta tener una claridad polí-

tas, más bien debe aparrarse de la intervención en la economla. No creo que tenía muy claro el asunro, pero sí distinguía ese modo que tenla el Estado mexicano de absorberlo todo, de estar en todas partes, de competir hasta en la producción de tortilla, y lo condenaba. Pero no hubiera echado por la borda la noción misma de Estado, sino que hubiera defendido mucho una racionalización del Estado, y no una destrucción del Estado. Estoy casi seguro de que esa hubiera sido su línea. ¿Qué hacer con un Estado que riene que renovarse, pofque está toralmente podrido,

titud ética, de no

tico-ideológica. Ese es un aspecto bien interesante de

Car-

los Pereyra, su relativa ajenidad al mundo mexicano, al ambiente católico, virreinal, barroco mexicano, que en muchos aspectos

le parecía detestable. Pues tenía una cierta distancia frente a eso, aunque al mismo tiempo y sobre todo en los últimos años, fue cuestionando su propia actitud, fue reconociendo ciertos aspectos de la realidad nacional y comenzó a cambiar. Por eso te digo que la muerte truncó un proceso muy interesanre, que estaba viviendo Pereyra, de cuestionar su

propio esquema de vida, su propia visión de lo otro. Creo que él estaba todavía haciéndose, aún en proceso cuando murió. Te doy un ejemplo: él no bebía nunca nada en las sesiones de Cuadernos Políticos. Mientras rodos nos tomábamos dos copas antes de comenzar las discusiones, él nunca tomó una copa. Pero diez años después, se permitía ya una copa, y al último, medio que se tomaba dos, o rres, pero siempre como si fuera un escándalo, esta tercera copa. Entonces tenía ese trazo, de que era muy metódico, muy disciplinado, muy

autorreprimido, y eso se nota mucho también en sus escritos, que poseen un estilo muy

por aquí y por allá, y que sin embargo, es necesario? La educación, la salud, todas esas cosas, él las veía como funciones importantes del Estado, o el transporte, etc., creo que a éIle parecía que eso no era inrervención en la circulación mercanril, sino que era simplemente un guiar a la circulación mercantil, sin entregarse a la mano oculta del mercado, que todo lo soluciona. No creía enronces en liberalismo absoluto, para nada. Entonces, todas estas cr¡estiones del proyecto de Solidaridad, del bienestar social, etc., tal vez lo habrían llevado a estar con Carlos Rojas, y con Rolando Cordera, con todos ellos, seguramente

hubiera estado ahí de Asesor junto con Rolando, en Solidaridad, por ejemplo, no creo que se hubiera escapado de eso.

denso, que no hace concesiones retóricas.

Pensando en

¿Guínto había dc apíritu estatal, diria Gramsci?

¿cuáles son, en tu opinión, los principales cambios ligados al quehacer académico-uniuersita-

BoLÍvAR Ecu¡v¡nm¡:

rio, y qué relación guardan esos cambios con la existencia de ntayores espacios dr participación

Creo que él sí tenía muy clara, e incluso no sé si en sus escriros se refleja, la distinción entre

la

Uniuersidad de los ocbenta,

para los intelectuales, en el debate público?

Ia presencia del Estado, como enridad que

Borfvnn Ecu¡vpnnr¡:

representa y aglutina las necesidades del conjunto de la sociedad, y el Estado como com-

No tengo muy claro los ochenta. Hasta los

petidor de los otros capitalistas. En ese sentido, era muy liberal, es decir que pensaba que el Estado no debe comperir con los capitalis-

ia *y¿ ¡:¡!r¡¡!¿ de

setenta, todavía el único lugar de ejercicio de la razón era la Universidad. Pero después vie-

ne un proceso de privatización, de apertura

de la producción y el consumo de ideas, y

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sl HIL@n-?F'n ahí por ejemplo, creo que la revista Nexos de

lectual. Ahora ya no preguntas mucho de dónde es un intelectual, si es de acá o allá.

la primera época, cumple una función muy importante. Ya que mostrar que fuera del campus también puedes respirar, que el campus no es la única pecera de la razón, y que afuera también puede producirse y discutirse lo que sea. Por otro lado, hay también un castigo muy fuerte a la Universidad, sobre todo en términos económicos, y se consolidan estructuras de poder dentro de la Universidad, que son muy poco impugnables, pues los feudos están muy armados. La Universidad, en ese sentido, ha comenzado a perder vigencia dentro del conjunto de la sociedad, al feudalizarse cada vez más en sí misma, y al constituirse en un elemento más, dentro de una competencia muy aguda. Y creo que lo interesante es eso, que fuera de la Universidad se pueden hacer cosas, producir, hacer crítica. Hay escritores que pueden existir sin estar en la nómina de la Universidad, eso tal vez es lo principal, porque hasta antes de tiempos muy recientes, tú no podías vivir fuera de la Universidad, simplemente por criterios económicos. En cambio ahora, se ve que los intelectuales pueden vi-

Todavía queda el hecho de que ser marxista es algo muy malo. Pero ya a nadie le interesa, en términos académicos, o incluso en términos de líneas teóricas, si es analítico o no, ahora da igual. O si es hegeliano o no, cuando antes la gente se peleaba por eso, diciendo que los hegelianos eran una gente nefasta, o que los analíticos eran los no sé qué, mientras que ahora ya da igual, al fin y al cabo todo es lo mismo. Porque nadie hace nada, y si hace ya no tiene el mismo sentido que tenía antes. Támbién, la situación se ha diversificado más. Ahora, por ejemplo, hay un periodismo de muy buena calidad. Hay periodistas muy preparados, y muy politizados, así que cuando uno lee, sabe exactamente cuál es la actitud y la posición política del que está escribiendo, y cómo la argumenta. Si tú lees a Hermman Bellinghausen, porejemplo, lo que escribe sobre Chiapas, sabes exactamente que está a favor, y por qué está a favor, en contra de quién está y por qué está en contra. Ese tipo de periodismo no existía antes.

vir de otras fuentes, aunque no sé bien

Tbmando como referencia el contenido drl artí-

de vez cuáles, tal de sus contribuciones a tal re-

vista, de las regalías de su libro, de sus artículos. Aunque creo que esto no existe, que es imposible, porque nadie puede sobreviü¡ de esto. Pero de todos modos, la gente ha salido afuera. No sé bien, tal vez estoy un poco ciego respecto a los ochenta, están muy cerca, o no me gustaron para nada.

idrntidad", al que dedicaste un cornentario. En tu opinión, ¿se tlata de una posición cznsecuente czn el clnjunto de su trayectoria teórica y política, o tal uez sugiere el inicio de un cuestionario de ma)/or alcance, acerculo

"Señas de

ca de esos ternas?

BorÍv¡n EcnnvpnRÍ¡: Creo que sí renía importancia, porque era un

¿Dirías que cambiaron de manera significatiua, en los ochenta, las coordenadas de una cierta tipología d.e intelectuales, que pudo haberse dado en los setenta?

BolÍv¡n Ecu¡wnzuR: Bajó muchísimo Ia importancia de la definición política, en la constitución de un inte-

ltt otru nira¿i,t n,

primer momento de este proceso de transformación fuerte en el que Pereyra estaba. Entonces, marxismo quería decir, para é1, su althusserismo, y distanciarse del marxismo parecla ser muy importante. Pero ten en cuenta que él era uno de los primeros. Después de eso vino toda esa renuncia de mucha gente, casi sórdida, del marxismo, o si no la renun-

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f^ontrahistoriaC. V J G

cia tramposa, con gente que decía que el marxismo los engañó durante toda su vida, y ahora por fin se liberaban, etc. Eso no le hubiera gustado a Carlos Pereyra, y hubiera tenido que precisar en qué sentido estaba más allá del marxismo, y de qué teoremas o tesis del marxismo, habría tenido que hacer eso. Pero creo que sí, era uno de los primeros momentos de irse encausando hacia algo que aún parecía interesante, hacia un neoliberalismo que no parecía ser lo que después fue, sino más bien un correctivo al estatismo mexicano. Entonces, en ese sentido estaba inclinándose hacia ese lugar, hacia las posturas del grupo de la revista Nexos. Y dentro de ese sumarse más y más a Nexos, estaba esa posición antimarxista, o transmarxista, como se le quiera llamar. Creo que era eso, que al principio parecía un correctivo del estatismo, ese neoliberalismo que aparecía casi como una cosa benéfica, al proponer deshacernos de esta estatolaüía total, incluso totalitaria, diciendo 'que bueno que entren aires frescos, y empresarios con ganas de transformar las cosas', pues eso parecía ser el neoliberalismo al principio. Entonces creo que, en esto, Pereyra se fue un poco con "la finta', aunque no creo que se hubiera seguido hasta el final.

C¡,nr¡us

Pues si hay un punto que Ie fascina, es sobre todo el de la autonomía de Io político y la democracia, en torno a eso está girando todo el tiempo. Pero para él la democracia era una especie de salida histórica, de este callef ón en que estaba la situación mexicana. Lo veía así, como el único terreno en donde se puede dar una cierta pelea, porque veía que ya no hay cómo dar peleas en otros terrenos. El sindicalismo, o la lucha de clases, o la revolución, todo eso le parecía cerrado, que ya no había nada que hacer ahl. En cambio, lo dice muchas veces, se encuentran fisuras en el establishmentyhay que aprovecharlas, para ampliar el juego democrático, o para perfeccionar los partidos, etc., ideas o propuestas que ahora ya resultan irrisorias, pero que en esa época todavía parecían interesantes. Pero creo que si se conectaba con una cierta idea de que, un momento de economía liberal, no estaría del todo mal. Pues el liberalismo, la democracia, en torno a todo eso estaba preocupado Carlos Pereyra. Pues creo que la idea de que la sociedad tiene como momento más alto, la vida estatal en cuanto tal, y que el Estado, obviamente un Estado democrático, es indispensable y debe guiar, todo eso era paraéI incuestionable.

DEL MovIMTENTo EsruDrANTrL MEXTcANo DE 1968

www. archivografi co. auditoriocheguevara.org

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tft Los hechos dignos de ser recordados y atesorados en la contramemoria de los que no estamos satisfechos con el mundo actual en el que uiuimos, los documentos que a pesar del poder

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de la idiotogía dorninante ha, trarpirndo ío prrrba'del oluido, las cosas 1t acontecimientos memorables in tanto que merecedores de ser incorporados en la única tradición que reiuindicamos: la tradicién de Ia lucha, de la rebeldía, de la resistencia permdnente en cuntrd de toda forma de explotación, de opresión y de dominio.

Por eso, esta sección tratará de guardar esos textls noticias )t que reclamamos como dignos de sobreuiuir a las rnodas y a los ertmeros brillos del momento, al falso protagonismo y a los fuegos fatuos de la gloria fácil y de la fo*o artif cialmente cre ada. Porque en estA guerra permanente enffe el oluido siempre interesado y selectiuo de las clases dominantes, jt las

clntramemorias populares de las clases subalternas, Contrahistorias apuesta sin dudar, en €sta suerte de Apomnemoneúmata periódica, por el rescate y Ia conseruacitjn de dichas contramemorias de la inagotable y siempre uiaa cuhura popular.

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PARA UNA HISTORIA DE LOS CONCEPTOS: proífemas teóricos 1 prácticos

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Este ensalo es la tanscripción de una conferencia impartida por Reinhart Koselleck en la que explica algunos de los problemas teóricos 1t prácticos de Ia 'historia de los conceptoí, una perspeaiua historiográfica

fundada y desanollada por él mismo Kosellech, desde los años sesenta del siglo XX. Contrahistorias la rescata ahora para sus lectores, a partir de una naducción al español desde la uersión portuguesa de este texto, publicad.a en la reuista Estudos Históricos, uol. 5, núrn. 10, Rio de Janeiro, 1992, pp. 134-146, cuya aersión portuguesafue resuhado del trabajo dr transcripción, traducción del alemán I edición de Manoel Salgado Guimaráes. La traducción al español, es obra de Carlos Alberto Ríos Gordillo.

n esta conferencia he preferido dejar de lado los problemas de orden metodológico-práctico, relativos a una historia de los conceptos, pues de lo contrario me estaría repitiendo, ya que hace alrededor de treinta años que me he venido ocupando de este tema. Sería reiterativa la repetición de

te no todas las palabras existentes en nr¡estro vocabulario pueden transformarse en conceptos, y por lo tanto, pueden llegar a tener una historia. Palabras como ob!, ab!,y, etc., sotr palabras que no rcndrían prima facie una historia del concepto (estarían desprovistas de sentido). Es preciso esta-

lo ya dicho. Optaré, por lo tanto, por el

blecer, en consecuencia, una distinción entre concepto y palabra, incluso si en torno de esta distinción no me atengo a la división de los lingüistas.

abordaje de algunas cuestiones de naturaleza teóríca, que ciertamente tienen que ver con mi campo de investigación, y que de alguna forma también son fruto de este trabajo de tres décadas. Enlistaré seis puntos que me gustaría abordar en esta conferencia. El primero de ellos, se refiere a lo que puede llegar a convertirse en un concepto y al respecto del cual se podría concebir una historia. Naturalmen-

.r.,

,,tr. ¡t i. ,/ t ,,, , ,,,

De forma evidentemente simplificada, podemos admitir que cada palabra nos remite a un sentido, lo que a su vez indica un contenido. No obstante, no todos los sentidos atribuidos a las palabras se consideran relevantes desde el enfoque de la escritura de una historia de los conceptos. En la pla-

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u,., ..ittd..

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l-ontrahistoriaC. v-----rE-J

neación de la investigación empírica del

XIII-XIV

Diccionario

bir una experiencia histórica concrera de asociación política o económica, se recurría a

d.e

conceptos,

fueron meticulosa,

mente seleccionadas las palabras cuyos sentidos interesaban, es decir, concepros para cuya formulación es necesario un cierto ni-

vel de teorización, y cuya comprensión

es

también de carácrer reflexivo. Tomemos, por ejemplo, las palabras Estado, o Revolución, o Historia, o Clase, u Orden, o Sociedad. Todas ellas sugieren inmediatamente ciertas asociaciones. Esas asociaciones presuponen un mínimo de sentido común, una preaceptación de que se trata de palabras importantes y significativas. En un determinado momento de nuestra invesrigación, tenemos que inrerrogarnos acerca de los límites y las fronteras que separarlan a las palabras teorizables del resto, así como de cuáles serían las palabras que podemos considerar como reflexivas. Se trata en verdad de una delimitación aleatoria. Entonces, se puede eventualmente, a través dela Begrffigeschichte o historia de los conceptos, indicar a parrir de cuando un concepto se volvió fruto de una teorización, y cuánto tiempo llevó para que eso aconteciese. De manera que para ilustrar mejor lo que entiendo por este proceso de teorización de un concepto, me gustafía poner un ejem-

plo, que yo mismo he trabajado, y que se refiere a la formulación del concepto posible de Bund (Liga política, Federación), para

el cual un cierto grado de teorización/abstracción se hace necesario.

esas

siempre que era necesario descri

formas verbales compuestas, como la de

la expresión "formar una Liga". Y cuando, por ejemplo, los Cantones suizos decidieron unirse, no existía una expresión sustantivada y al mismo tiempo abstracra, para des-

cribir y designar

ese

acro concreto de reali-

zación de una unión. Lo mismo puede verificarse en relación a la unión promovida por

algunas ciudades de Prusia Oriental, que fue expresada en forma verbal compuesta, y siempre con base en puntos concretos y específicos, en torno de los cuales son definidas y establecidas obligaciones muruas.

No existe todavía ninguna expresión

ca-

paz de contener de forma sintética y abstracta una teoría acerca de la unión política. Tampoco existe, en términos de expe-

riencia histórica, cualquier institución capaz de ser pensada como referente. Pero después de dos generaciones, ya era

posible constatar que rales acuerdos o referentes verbales funcionaban, por ejemplo, en Suiza, con la Liga Suaba, o en Holanda.

Esta nueva experiencia histórica se reflejaba en la autodenominación de los suizos, como una "Confederación", también aplicable al caso holandés. Por lo tanto, se llegó a crear un referente histórico, un modelo de uniones posibles. Después de

verbales compuestas para expresar la formación de esas unidades. En las fuentes docu-

que durante dos generaciones sucesivas se experimentó la renovación de estos acuerdos o referentes verbales, en torno de estos puntos específicos, se podría, en una visión retrospectiva, constatar que se había establecido una Liga, una Unión. Haciéndose posible, por lo tanto, pensar en una unidad mayor, a parrir de cada punto aisladamente definido para el establecimiento de una LigalMianza, unidad mayor que existe por encima de cada uno de

mentales de lengua alemana, de los siglos

estos puntos por separado.

A

este respecto, es preciso distinguir de

un lado el universo de las lenguas latinas, que sí poseen una forma sustanrivada para designar Bund (Confederación, Liga), que está presente en las fuentes documentales,

y

de otro lado el espacio de Ia lengua alemana, que tiene necesidad de recurrir a formas

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Y se puede pensar no solamente en una Liga de Ciudades, que aisladas entre sl establecerían uniones o alianzas, sino también en la expresión "Ciudades que son parte de

dor. Todo concepto no es solamente efectivo

una Liga'. Aquí el término Bund ganó en abstracción y en teorización, volviéndose un

El caso mencionado anteriormente -de cómo llegó a constituirse históricamente la formulación del concepto de Bund-, es rn ejemplo clásico. A partir del momento en que el concepto de Liga fue formulado en términos lingúísticos, se hizo posible pensar desde dicho concepto una cierta realidad histórica que ya existía, y concebir desde allí la constitución de una nueva Liga política, es decir que a partir de un hecho lingüístico, fue posible una nueva forma de acción concreta sobre la realidad. La formulación, en términos de posibilidad, del concepto de Liga, instaura a su vez formas de comportamiento y de actuación, junto a reglas jurídicas lo mismo que condiciones económicas,

concepto generalizante más allá de las Uniones y Asociaciones particulares, practicadas por cada ciudad de forma aislada. Se constituyó entonces, una nueva totalidad dentro de la cual participaba cada ciudad. No se trata ahora de una Liga de ciudades, sino más bien de ciudades pertenecientes a una Liga; Liga que se ha vuelto una entidad capaz de una acción histórica propia. La Liga Suaba fue así una nueva entidad política en el escenario europeo, cuya existencia se hizo posible a partir de ese procedimiento de abstracción y agregación, siendo una entidad política que llegó a constituirse en la mayor potencia militar europea de la época. Pues

sin su actuación decisiva, ciertamente las Guerras Campesinas de 1525 hubieran tenido un desenlace diferente del que efectivamente tuvieron. El procedimiento aqul ejemplificado con la construcción del concepto de Liga, puede en verdad ser aplicado a una serie de conceptos que son social y políticamente relevantes, como el concepto de Estado o el de Revolución. La historia de los conceptos se plantea como su problemática, la de inves-

tigar a partir de qué momento determinados conceptos han sido el resultado de un proceso de teorización. Y esta problemática puede ser empíricamente tratada, haciendo objetiva esta constatación, por medio del trabajo con las fuentes. Un segundo punto que me gustaría abordar se refiere al uso o empleo de los conceptos, cuesdón bastante polémica dentro del debate teórico. Pues yo defiendo la hipótesis de que todo concepto es siempre, simultáneamente, un Hecho y también un Indica-

i¿ atr¿ rui¡z¡rJs

o,

,rr, ü?

en cuanto fenómeno lingüístico, sino igualmente y de modo inmediato él es indicativo de algo que se sitúa más allá de la lengua.

que ahora pueden ser pensadas y concretadas efectivamente a partir de la existencia de

un concepto como el de Liga. Porque un concepto se relaciona siempre con la realidad que se quiere comprender, siendo por tanto una relación tensa la que se establece entre el conc€pto y el contenido de aquello que quiere ser comprendido, o convertido en comprensible. De esta relación hablaré más adelante. Pero aclaro desde ahora que considero teóricamente errónea toda postura que reduce la historia a un fenómeno de lenguaje, como si la lengua fuese la última instancia de la experiencia histórica. Si asumiéramos semejante postura, tendríamos que

admitir que el traba.fo del historiador

se

lo-

puro campo de la hermenéutica. El tercer punto que abordaré en esta Con-

caliza en el

es sobre los criterios de selección que debemos poner en juego, cuando se piensa escribir una historia de los conceptos. Con relación a este punto, tuvimos algunas crlticas contundentes, como por ejemplo, la que

ferencia,

apunta a un presunto desconocimiento de

!,t o*z¿

ni*td¡

de {-lía


-

l^ontrahistoriaC. v -r--J nuestra parte acerca del análisis del discurso, modalidad que no obstante considero extre-

madamente rica e importante. Todo concepto se articula con un cierto contexto, sobre el cual también puede actuar, volviéndolo así comprensible. O podemos decir también, volviéndolo más instigante. Puedo decir qr¡e comenzaré procediendo con mi análisis, a parrir de este vlnculo texto/contexto, de la misma forma en que se hace en Saint Cloud, en California o en Chicago, es decir entendiendo esa relación texto/contexto en su acepción más reducida, la de la ubicación de un parágrafo dentro del conjunto de un texto mayor. Yo

mismo hice una prueba en relación al término crisis, indagando en los rexros clásicos franceses almacenados en computadoras, respecto del contexto en el que el término surgía en un período dado de tiempo. Diez minutos después, la respuesta llegó, y aquí el contexto significaba sólo una frase anterior y una frase posterior a la localización del término solicitado. Pero aunque este ripo delocalización haya sido de utilidad, no nos permite prescindir del trabajo en las bibliotecas, para ser capaces de lograr una mejor contextualización, que es imposible que sea realizada por una computadora. Porque un desarrollo lógico de este procedimiento, exige necesariamente la

contextualización de los términos dentro de unidades mayores, en un conjunto de texros, como por ejemplo libros, panfletos o manifiestos, carras, periódicos, etc. Y a su vez, ese texto mayor en el cual se inserta el término, se articula a un contexto

todavía más amplio, que va más allá del propio texto escriro o incluso hablado. Lo que significa que todo concepro está imbricado dentro de una red compleja de muchas preguntas y respuestas, de múltiples textos y contextos. Aunque ese procedimiento metodológico, nada tiene de nuevo en relación con los

t¡r¡-..

tradicionales métodos histórico-filológicos de trabajo. Tenemos que ir hacia adelante, avanzando teóricamente dentro de la línea marcada por el trabajo que Diderot hizo en La Enciclopedia, y en el que la lengua francesa es puesta como condición

de

mulación de las nuevas palabras, puede ya ser derivada desde el conjunto más amplio del vocabulario ya existente y a dis-

posición en esta lengua. Podemos asumir que la lengua, puede ser pensada como un elemento importante en

la comprensión y entendimiento del uso de ciertos conceptos, y no de otros, para la inteligibilidad de las realidades históricas. Al proceder así, estamos construyendo una cadena, a través del conjunto de la lengua, que articula un concepto con otro. A través de este procedimiento podemos constatar, por ejemplo, la estrecha articulación de los conceptos de Estado y Sociedad, articulación hoy olvidada, puesto que a partir de Hegel esos dos conceptos fueron pensados separadamente. Y podemos todavía matizar y separar conceptos que se vuelven posibles de ser dichos, y se vuelven capaces de expresar contenidos que antes no tenlan expresión.

La historia de los conceptos puede

ser

pensada a partir de un procedimiento metodológico que podríamos llamar de 'selección de todo aquello que nos dice algo res-

sHJ\ r o&

t¡.t.,f¿

última

posibilidad para la formulación de ciertos conceptos. Así, más allá de investigar qué conceptos fueron efectivamente formulados en lengua francesa, deberíamos de indagar respecto de los conceptos que sería posible llegar a formular deduciéndolos del horizonte que constituye el léxico de la lengua francesa. Y también en qué medida, por lo tanto, el tipo de léxico propio a Ia lengua francesa, puede o no hacer viables ciertas formulaciones conceptuales. Pues desde una concepción un tanto estática de la lengua, se podría presuponer que la for-

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pecto de un concepto, frente a todo aquello que no nos dice nada, lo que podría realizarse, en gran medida, mediante el análisis mismo de la lengua. En el caso de la antítesis entre Estado y Sociedad, realizada teóricamente, aunque emplricamente pueda ser cuestionada, puede dejar claro ese procedimiento de matizar y diferenciar, que es propio de la historia de los conceptos. Se podrla aclarar esta discusión a través de la utilización de la metáfora del fotógrafo. Para tomar una fotografía puedo ajustar mi cámara de acuerdo con la distancia del objeto que debe ser fotografiado: la perspectiva (sea cercana o lejana) me obligará a elegir un foco diferente. De esta misma manera, podría proceder al análisis de los conceptos a pardr de un método que privilegiará solamente textos comparables, o en cambio podría proceder metodológicamente expandiendo mi an:ílisis hasta abarcar al

conjunto entero de la lengua. Entre

estos

dos procedimientos, hay naturalmente

mu-

chas formas intermedias. El objeto se mantiene sin modificación, y lo que se altera es más bien la perspectiva que se adopta en relación con é1. Y esta sería mi respuesta a aquellos que argumentan que sólo es posible la realización de análisis del discurso. Para nosotros, ésta sería sólo una de las posibilidades, puesto que la historia de los conceptos sigue siendo todo un método mucho más amplio y consis-

tente, con sus fronteras, sus límites y sus ventajas, naturalmente. Pasemos a nuestro cuarto punto, el de una afirmación hipotética, que posteriormente procuraré relativizar, y que puede formularse del modo siguiente: todo concepto sólo puede, en cuanto tal, ser pensado y hablado/expresado una única vez. Lo que significa que sr¡ formulación teórical abstracta se relaciona con una situación con-

creta que es única. Esta tesis, defendida en

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o*a *¡itut}¿ n-

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el seno de los historiadores de la época mo-

derna, me costó críticas fulminantes, puesto qu€, según argumentaban, si cada concepto sólo puede referirse a una única situación específica y concreta a la cual designa, haciéndola pensable e inteligible, cómo es entonces posible pensar en una historia de los conceptos, una vez que ese canácter trÍico del uso de la lengua, invalidaría la posibilidad de escribir una historia en la dimensión de la diacronla. Veamos por ejemplo aAristóteles, con su formulación del concepto de Koinonia politihe, planr.eado en su Ilbro La Política, y que

posteriormente fue traducido como respublica, o también como societas ciuilis. Ciertamente, al formular el concepto de Koinonia politihe, Aristóteles tenía frente a é1, como experiencia empírica, Ia realidad de Ia polis y de su comunidad de ciudadanos. Tenía, por lo tanto, frente a sí, tanto la realidad específica y concreta de la ciudad de Atenas, como también la de las otras Ciudades-Estado de Grecia. Y fue para esos ciudadanos que Aristóteles pensó y concibió su obra La Política. Entonces, con la traducción del término al latín, como societas ciuilis, que esla forma en la que aparece en Cicerón, se alteró el marco de experiencias históricas que le

hicieron posible aAristóteles la formulación del concepto de Koinonia politike. Y aún cuando el término todavía pudiera referirse a la ciudadanía romana, en virtud de que la ciudad de Roma se encuadraba bajo la misma forma política de una Ciudad-Estado, la expansión del derecho de ciudadanía en los siglos II y III, en las zonas del mar Mediterráneo, configuró un marco de datos

históricos empíricamente verificables, que era muy diferente del que dio lugar a la formulación del concepto original de Aristóteles. Ahora el concepto de ciudadanía, restringido a la experiencia histórica de una única ciudad, gana una nueva connotación,

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l^ontrahistoriaC. v______I_J pasando a designar ciudadanos de un mun-

do mucho más amplio. La palabra pudo permanecer igual (en esa traducción del con-

cepto), a diferencia del contenido por ella designado, que se alteró sustancialmente. Lo que implica que, lo que es entonces una Jrcietas ciuilis, depende del momento en el que el término es empleado, sea en el primero o en el cuarto siglo después de Cristo. Esto significa asumir la modificación temporal del conc€pto, y por eso mismo histórica, en donde su carácter único se articula con el

momento de su utilización. Y la cuestión se irá ciertamente complejizando cuando pensamos en el empleo del mismo término, societas ciuilis, dentro de nuestras sociedades modernas. En su acepción moderna, el empleo del concepto sacietas ciuilis es un fenómeno propio del fin del siglo XVIII, cuando la expresión fue traducida por burgerliche Geselkchaf enalemán, société ciuile o politique en francés, o incluso ciuil society en inglés. El caso inglés parece presentar cierta especificidad que podríamos

abordar en el debate, dado que si desde el punto de vista teórico, marcaríauna utilización innovadora del término, en lo que se refiere al lenguaje político implicaría un sesgo marcadamente conservador. Tomemos el ejemplo alemán, por ser relativamente m:ís fiícil: bürgerliche Gaellschafi se refiere a unidades de poder político, en el interior de las cuales, los ciudadanos ejercen poder político de alguna manera. Y quienes en particular tenían ese derecho al ejercicio del poder político, se relaciona también con

la propia udlización del concepto. Pongamos un ejemplo: en las ciudades económicamente ricas y pujantes, eran los grandes comerciantes los que poseían el derecho de ciudadanía. En esas ciudades, ellos tenían un lugar en el Senado, y participaban en las corporaciones urbanas. AI lado de esos ciudadanos, había también un grupo grande de

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no-ciudadanos urbanos. Esa situación se asemejaba, en alguna medida, a la realidad histórico-política de la ciudad de Atenas, habitada tanto por ciudadanos con derechos pollticos, como por los metecos y esclavos, que no poseían la ciudadanía plena. Esta convergencia entre la sociedad civil y la organización del.poder político nización del poder político que solo a partir del siglo XWII y no antes, fue subsumida dentro del concepto de Estado-, presupone una articulación ent¡e los conceptos de ciudadanía y poder político, que involucra el hecho de que la ciudadanía implicaba alguna forma de ejercicio de ese poder político. En cambio, bajo la forma como nosouos concebimos hoy el concepto de sociedad civil, desde la separación enseñada por Hegel entre sociedad civil y Estado, o desde su uso que se volvió clásico gracias a Marx ¿1¡16¡6s que llevan a cabo esta separa-ds5 ción entre Estado y Sociedad-, el concepto se dife¡encia de su formulación original. En la moderna acepción del concepto, y en su empleo, hay un sentido nuevo que ya no implica, necesariamente, una forma de poder o de ejercicio del poder. En ese nuevo

sentido, el concepto se aplica a la combinación de una red de ciudadanos, que satisfacen libremente sus necesidades, que se auto-organizan, y que disponen o pr¡eden influir en la constitución de un cierto Código Jurídico, capaz de garantízan el

funcionamiento de un Estado, bajo el principio de igualdad de derechos, de libertades y de contrato entre las partes. La sociedad civil estaría en este caso más reciente, por lo tanto, organizaáaa partir de condiciones contractuales entre iguales, siendo las desigualdades presentes en su seno, de naturaleza económica y no política. Hay personas que son ricas, otras que son Pobfes,

poseyendo así diferentes grados de influencia. Pero pese a todo, desde el estricto punto

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jurídico-político, y hablando en términos ideal-típicos, naturalmenre, se tiene una sociedad de iguales. El ejercicio del pode vista

der polltico, que hasta el siglo X\{III estaba en las manos del Príncipe, o de la Comunidad, los que eran las instancias últimas del ejercicio de ese poder, es a parrir de ese momento transferido íntegramente al Estado, lo que Ie permitió a éste último monopolizar la soberanía del poder político, en términos conceptuales, es claro. El soberano pasó a ser el Estado, y ya no el príncipe, y este modo de concebir se convierte en el lenguaje usual en el siglo XIX. Tenemos asl la transferencia del poder político desde la sociedad civil hacia el Estado, al mismo tiempo en que la desigualdad económica pasa ahora a estar ubicada dentro de esa esfera de la sociedad civil. Y vale la pena resaltar que esta desigualdad económica, presente en

la sociedad civil, existe a pesar de todo, desde la premisa de una igualdad política.

Y

es en esta formulación anti-aristotélica, que autores como Treitschke, aún criticándola, conciben y comprenden el concepto de sociedad civil. lJna advertencia adicional, que permire aclarar más este problema: para que sea posible pensar en una'sociedad económicd es necesario también como presupuesto, que el propio concepto de economía haya sufrido modificaciones. Hasta la mitad del siglo

X\III,

el concepto de economía (Ókono-

mie) designaba y se aplicaba al conocimiento del gobierno de la casa, es decir exclusivamente al ámbito de la economía doméstica, la casa de la cual se era dueño, se tratara de un campesino, de un terrateniente, de un noble, o de un habitanre de Ia ciudad que poseía su propia casa. Por lo tanto, la economía era la ciencia de la economía doméstica. Pero esta concepción de Ia economía se expandió a lo largo del siglo XVIII, alterando su valor designativo. Cada vez más, el

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concepto pasó a ser aplicado, primordialmente, al conjunto del territorio. Y es por eso que a partir de 1720,los mercantilistas pudieron comenzar a pensar en trabajar con un concepto de economía que operaba la transferencia entre una economía doméstica (emplricamente caracterizada sólo por los dependientes de una casa), y una economla de un territorio sensiblemente ampliado, que presuponía cálculos económicos más sofisticados y una preocupación por los usos y destinos de los gastos e ingresos presupuestarios. Este fue un proceso que comenzó a desarrollarse en la primera mitad del siglo XVIII, y que hizo pensable un nuevo concepto de

economía, el cual, posteriormente, con Adam Smith, encontraría una formulación antropológicamente fundada, que presupondría la satisfacción global de la totalidad del Logos apartir de las necesidades de cada uno. Un concepto en que la economía, más allá de los límites de una forma política específica, serla pensada como una realidad que está volcada a cubrir todas las necesidades y a aumentar la satisfacción general de todos los hombres, a través de condiciones de producción adecuadas para la realización de tales objetivos. Un concepto en que la economla, más allá de la órbita del Estado, es concebida como una dimensión dotada de completa autonomía, lo que es un fenómeno sólo propio de la modernidad. Y es así como vemos surgir un nuevo concepto de economía. Cuando, anteriormente, describí la modificación del valor conceptual del término sociedad civil, no señalé que este cambio se-

ría preciso relacionarlo con Ia destrucción de la triada aristotélica Etica-Oikos-Politike. Pues a partir de esta desvinculación de los elementos de esa trlada, puede interpretarse la política de forma puramenre económica,

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se puede interpretar

la moral de forma

económica, algo que, por lo demás, ocurrió

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también, a partir de ahí, desarrollar crite-

las dificultades de escribir una historia de los conceptos, Sobre este Punto' tengo Ya-

rios ideológicos de crítica, y afirmar que determinadas formas del ejercicio de la política, atienden a intereses económicos específicos, que le son subyacentes. Es decir que ahora es posible establecer una relación entre política y economía, midiendo a una en

otras llneas y vertientes de la historia de los conceptos, de la Begrffigeschichte, acomPañadas de nuevas derivaciones de orden me-

f¡ecuentemente en el siglo XIX. Y se puede

rias propuestas que he ido formulando en el transcurso de las últimas décadas, y que implicarían necesariamente el desarrollo de

todológico, qu€ a su vez demandarían también el despliegue de nuevos programas de investigación. Y aunque no tengo las condiciones para desarrollar todo esto' si me gus-

relación con la otra, lo que es una actitud que fue teóricamente realizable sólo a partir del siglo

XVIII.

Este sería un buen eiemplo ilustrativo de la afirmación, respecto de la tesis que propuse antes, acerca del carácfer único y particular que configura el momento concreto en

taría presentarles estas propuestas' bajo la forma de sugerencias. Tomemos el carácter único de la udlización de la lengua, a partir del Tropos tradi'

el que un concePto ha sido formulado y articulado. La historia de los conceptos mues-

cional de la Pragmática, pero considerando también otro aspecto, el de la Semántica. Lo que aquí es decisivo, es que el uso pragmático de la lengua es siempre único. Hablo una

tra qué nuevos conceptos, articulados también nuevos contenidos, son producidos y a

pensados, aún cuando las palabras empleadas para designar esos conceptos nuevos' pueden ser las mismas viejas palabras. Este gran recorrido que hemos hecho' desdeAristóteles hasta el siglo XVIII, sin mayores referencias a todo lo que está en medio de estos extremos, nos muestra que partiendo de

una misma palabra fue forjado un concepto nuevo, y que por lo tanto este nuevo concepto es único, al apoyarse en esa nueva si-

tuación histórica, que no sólo engendró

a

formulación conceptual, sino que ella misma se volvió inteligible a través de dicho nuevo concepto recién forjado. Radicalizando esta problemática, podría-

esa nueva

mos sugerir una nueva pregunta: a partir de estas constataciones, ¿habría que afirmar que los conceptos no tienen historia y que ellos sólo serían capaces de volver inteligible aquello que se hace presente en su carácter único y de novedad? Considero que esta hipótesis es demasiado radical, que es erróne^, y me gustaría responderla de inmediato. Sin embargo, creo que tiene sentido formularla,

pues puede contribuir al debate acerca de

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inicavez, aquí y ahora, procurando convencerlos de lo que pienso, a ustedes, y no a todos aquellos que no me escuchan. Se trata aquí de una situación característica del uso pragmático de la lengua: es una situación única, y en este sentido, también irrepetible. Pero a pesar de ello, todo lo que yo diga será comprensible sólo en la medida en que

ustedes conozcan mi semántica, pues sin el

conocimiento previo del significado de las palabras que utilizo, nada será comprendido. La semántica es así imprescindible, para la comunicación lingülstica, y para el uso pragmático de la lengua. Y es igualmente imprescindible para hacer política, lograr cierta influencia social, ejercer algún poder político, o para hacer una revolución, en fin, para todo aquello que se pueda imaginar como hechos sociales e históricos. Todos esos usos pragmáticos, articulados a una lengua, o que son iniciados a través del uso de esa lengua, tienen vida en verdad gracias a una semántica que es preexistente y que nos está

dada de antemano. Así que difícilmente

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puedo imaginar que una situación revolucionaria, tenga la posibilidad de formulación de conceptos absolutamente nuevos en términos de dicha semántica. Recientemente, en Alemania Oriental por ejemplo, la utilización de expresiones como "Nosotros somos un pueblo" o "Nosotros

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fuerzas diacrónicas, sobre las cuales no tengo ningún poder y que se expresan por medio de Ia semántica. Y cabe agregaf que las transformaciones en este campo de la semántica, son mucho más lentas que en el campo del uso pragmático de la lengua. A este respecto, ustedes pueden encontrar varios

somos el pueblo", derivan de una semánrica que presupone el conocimiento de cada uno de los individuos sobre 1o que es un pueblo. Desde el punto de vista del uso de la lengua,

ejemplos incluidos en el Diccionario de Conceptos, obra de la cual soy coeditor, ar¡nque bajo este ángulo, específicamen-

trata de un hecho efectivamente revolucionario, puesro que pone en jaque la legitimidad del poder del Partido único. Sin embargo, lo que un pueblo o nación debería

por algunos autores. En el último arrículo del profesor Schrei-

se

ser, desde el punto de vista de la semántica, ya está presupuesro, y lo que estaba implíci-

to en el hecho del lenguaje era un pueblo soberano, y no la soberanía del Partido. La expresión pragmática "Nosotros somos un pueblo", y su uso político, alteran la situación. Por lo tanto, lo que la semántica indica es que ella es repetible. Se trata de estruc-

turas lingüísticas que se repiten, y cuya repetición es necesaria para que el contenido sea comprensible, incluso una sola vez. Yo, solamente puedo ser comprendido si presuponemos un mínimo de repetición de Ia se-

mántica. Con Io cual, ustedes rienen otra forma posible de ver la historia, que no sea la vieja forma que la piensa de un modo simplistamente lineal y sucesivo. Pues debemos parrir, teóricamente, de la posibilidad de que en cada uso pragmático del lenguaje, que es siempre sincrónico y relativo a una situación específica, esré contenida también una diacronía. Toda sincronía contiene siempre una diacronía presente en la semántica, indicando remporalida-

no nos es posible alterar. y aquí se sitúa el punto que puede sustentar mi defensa de una historia de los concepros: des diversas que

ella puede ser escrita, puesto que en cada uso específico de un concepto, están contenidas

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te, la cuestión directa ha sido ya

tabapda

ner acerca de la tolerancia, hemos tratado de considerar de forma más cuidadosa los aspectos de larga duración de la semántica como dato presupuesro. Pero este procedimiento, sin embargo, está sujeto a enormes dificultades desde el punto de vista merodológico, dado que cada fuente es única en cuanto fuente impresa (tenemos apenas una carta, un texto). Porque intentar aprehender estructuras profundas de ciertas continuidades, propias de la semántica, demandaría un procedimiento analítico compara-

tivo con otras fuentes textuales, ya que a partir de un rexto único no nos sería posible esa aprehensión. Sería una rarea hercúlea, por ejemplo, el análisis que buscase descu, brir y establecer la se mántica de \7olf o de Lelbniz, que esrá todavía presenre o que no lo está ya, dentro de la filosofia kantiana, procediendo de forma cuidadosa a t¡avés del método comparativo. Hegel fue el único que supo hacerlo. Volvamos a nuestro tema. La diacronía está contenida en la sincronía. Quiero plantearles ahora un ejemplo que esclarezca este punto. Y en la discusión ulterior podría plantearles otros ejemplos. Tomemos el propio concepto de Historia (Geschichte), forjado en el siglo XVIII. Ustedes deben de saber que el concepto de historia era, hasta el siglo XWII, un concepto plural, por lo que se

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hablaba más bien de 'las historias': "las historias nos enseñan como debemos comportarnos". Las historias contenían siempre ejemplos morales para los hombres. Repentinamente, el concepto ganó una acepción singular, que puede ser verificada claramente en los textos. No pude probar que esta utilización singular del concepto, fuese una actitud consciente de los autores que lo usaban. Sin embargo, después de veinte años de uso, alrededor de 1780, súbitamente aparecieron críticas al uso singular del concepto de historia, cuya novedad en esta utilización en singular, que puede ser formulada, residía en el hecho de que ya no se remitía en tanto tal concepto a una clara y bien deter-

minada relación sujeto/objeto. "La historia enseña", y con esta nueva forma de afirmación, estaba clara la gran variedad de posibilidades de sujetos y de objetos que le eran subyacentes: la historia del Papado, o de la Iglesia, o de una batalla, en fin, la historia de alguna cosa o de alguien (y por tanto varias y distintas historias posibles) enseñaba a alguien, también múltiple y variado, lo que sucedería. Porque la consecuencia lógica de la antigua acepción particular del concepto de historia, concebida siempre en plural, y que fue vigente hasta el siglo XWII, era que al tratarse de la historia de un país (por ejemplo, la historia de Inglaterra), se subentendía en verdad la historia de las historias de ese país (relatos, descripciones, etc). En cambio, todo se transforma cuando se pasó a hablar simplemente de Historia, y en singular, la que es ya una formulación conceprual altamente abstracta y teorizada, que transforma a la Historia en su propio sujeto y también en

su propio objeto. Y este concepto, muy abstractamente elaborado en oposición a la naturaleza, tuvo dentro de la lengua alemana una trayectoria que, dentro del con-

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junto de toda Europa, es sólo perceptible dentro de esta lengua alemana. Pues lo mismo ingleses, que franceses, rusos, italianos, todos ellos mantienen el término historia (Historie), vinculándolo a la idea de que se trata del relato de la resfactae, de

los hechos reales, junto a la separación analítica radical entre pensar, escribir, o hablar sobre aquello que ha sido hecho,

frente a hablar, escribir o pensar sobre aquello que ha sido pensado. En cambio, el concepto alemán de Geschichte (Historia), hablando francaments, articula e incluye tantos sentidos dentro de sí, que para efectos analíticos no debería de ser utilizado. Pues el concepto indica, en un primer momento, la suma de todas las historias posibles, su campo empírico; pero al mismo tiempo significa el relato, el pensamiento, el hablar sobre esas historias, en cuanto campo empírico. Lo que lo convirtió en un concepto trascendental, que articula condiciones posibles de la realidad dentro del acto del pensamiento. Lo que es un claro procedimiento hegeliano, pues

de este modo este concepto de Historia expresa la convergencia entre sujeto y objeto. Hegel pensó la Geschichte bajo esta forma, dado que el concepto ya era concebido así, lo que es un hecho lingüístico comprobable enrre 17 7 0 -17 80. De esta manera, la filosofía trascendental alemana se compagina con esta concepción de la Historia, que en el resto del Occidente

no fue formulada en los mismos términos, aún cuando posteriormente fue también asu-

mida. Por ejemplo, Napoleón se sentía responsable frente a la Historia, y no anre aquellos que la escribían, sino frente a la historia considerada como una sucesión continua de hechos encadenados que marchan en dirección al futuro. Hitler asumió esta misma postura, y en ambos casos se presupone una concepción de la historia como unidad abs-

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.& +" ffifu memra**ri* Éff tracta que se prolonga en dirección al futuro, lo que hace que esta historia sea también ahora pensable y realizable como procedimiento teleológico. Sin embargo ¿cómo puede alguien ser responsable frente a la Historia? Se puede ser responsable frente a otros hombres, pero no frente a una unidad abstracta como la Historia. Resumiendo mis argumentos anteriores, diré que el concepto

históricos únicos, demanda el establecimiento de relaciones múltiples con otros hechos, constituyéndose en una totalidad compleja compuesta de muchas partes' cuya inteligibilidad escapa a la experiencia individual particular. Tomemos por ejemplo la Guerra de los 7 años, una guerra cuyas batallas se desenvol-

vieron tanto en Canadá como en India, una

fue formulado, y que esto confirma mi tesis de que Ia diacronía está contenida en la sin-

guerra de dimensiones mundiales. Las decisiones políticas que fueron tomadas por el

cronía: cuando se formuló el concepto de Historia concebida como un colectivo tras-

Estado prusiano, exigían el conocimiento

cendental singular, se definió un concePto de Historia y una concePción de Historia que ha estado vigente desde hace aproximadamente 1780 hasta hoy. Tomemos, por ejemplo, los discursos del Canciller alemán Helmut Kohl, con sus aPelaciones a la historia, por cuyas consecuencias él también se sentía responsable, lo que además no es totalmente erróneo, si se piensa en términos de su efectividad política,

pero que es analíticamente poco sostenible si pensamos la afirmación en términos ciendficos. Ha¡ por Io tanto, una diacronía que impregna el uso lingüístico del concepto de Historia en alemán. Este concepto Posee, no obstante, esa ambivalencia de considerar como si fueran iguales al sujeto y al objeto, y de considerar las condiciones de la historia posible y de la historia concreta también como iguales, adem¿ís de mantener su relación con una filosofía trascendental. Ciertamente, la formulación del concepto de Historia es una creación lingüística genial, cuan-

sobre el desarrollo de las luchas internas en Canadá o en la India, aunque la evaluación de esos desarrollos no fuese comPartida por los soldados, mosqueteros prusianos, direc-

tamente envueltos en la lucha cotidiana. Ciertamente, detrás de estas decisiones estaban los intereses económicos mundiales de Inglaterra y de Francia, países en disputa por las zonas coloniales. Así que la historia de los sucesos y de los acontecimientos cotidianos de esa Guerra de los 7 años, para que pudiese ser transmitida en sll articulación con la historia de los suce-

y eventos de otras regiones extra-europeas, como Canadá o India, Pasó Por un proceso de abstracción y agregación de elementos que hizo posible' por la vía del concepto de Historia en su acepción desarrollada desde el siglo XVIII' su comprensión e inteligibilidad como fenómeno histórico. Se trata, por lo tanto, de un concepto altamente sofisticado desde el punto de vista teórico, que es capaz de articular experiencias individuales dentro

sos

do se piensa en el momento histórico de esa creación en el siglo XVIII, en el momento en que las condiciones de percepción de las historias individuales, que hasta entonces habían podido de manera relativamente fácil ser percibidas aisladamente, se volvieron cada vez más difíciles. Y ello, porque la comprensión de los hechos

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de una totalidad abstracta. El quinto punto se refiere a una cuestión que es fruto de la tesis anteriormente formulada, de que la diacronía está contenida en la sincronía: esta fuerza diacrónica debe ser suscePtible de ser medida de alguna for-

ma, cuando se pretende trabajarla empíricamente. Sin embargo, ¿cómo hacer esto?

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ContrahistoriaQ v--ü J Para la elaboración del Diccionario de Conceptos, concebimos tres grupos de fuentes o

de textos, y buscamos describir de forma sistemática las esrrucruras temporales de esos textos, en el sentido de aprender cuán-

do las estructuras repetitivas podían indi, car fuerzas diacrónicas, y cuándo, por orro

lado, un uso único de Ia lengua no nos permitla pensar en ninguna semántica que se

repetiría. Así que confieso que, desde el

punto de vista teórico, lo que aquí pro, pongo para la discusión son todavía observaciones preliminares, pero que pueden esclarecer problemas de método con relación

al trabajo empírico.

En primer lugaq existen las fuentes propias del lenguaje coridiano, las que en su uso son únicas por principio. Cuando escribo una carta que contiene una información, por ejemplo "me fracturé el pie", se trara de información de un hecho único, que evidentemente no aconrece todos los dlas. El objetivo es alcanzar un único oyente. Lo mismo puede ser presupuesto para un texto político, como por ejemplo un arrículo de periódico, con sus rirulares y editoriales, que se conectan con un día determinado y con hechos específicos, y que pasados cinco días, pierden lafuerza que poseían en el momento de su publicación, puesro que lo cotidiano los ha superado. En relación a la historia alemana, en el caso reciente de la unificación, esto puede ser fácilmente observado y comprobado, demostrando el carácter singular y específico de esos rexros. Otros tipos de fuentes con el mismo carácter, se¡ían los Manifiestos, las peticiones y los requerimientos, ligados al lenguaje de lo cotidiano, y que en términos de volumen configurarían una gran masa documental. Estas serían fuentes primarias, que desde el punto de vista de su estructura se articulan a lo cotidiano, y cuyo senrido primero es el de una lectura única.

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EI género Zeit es much,o más interesante, puesto que la relación entre repetición y unicidad/singularidad aparece de forma clara, es decir en los Diccionarios. Con ellos se puede traducir lo que cada palabra significa, por ejemplo para el término Estado, S/aat, State, État,y para cada una de estas üaducciones podremos enconrrar, por decir algo, quince significados diversos. Así, al principio Estado (Staat) significaba situación; Ia situación de un ser humano, su descripción, y de ninguna manera el Estado en su acepción moderna. Otro significado sería el de Estado en ranto expresión de un orden, un lugar determinado en la sociedad, y después, la concepción de una sociedad de órdenes. En esta acepción y este empleo podríamos comprendeq por ejemplo, el lu-

muje¡ asl como'las diferentes formas de representación propias de cada orden específico de la sociedad. Y Estado puede significar, además de lo ya dicho, en Francia a partir del siglo XVII, gar de la

lo que posteriormente designaremos por Estado en Alemania. Por lo tanto, el concepto de Estado ha sido antes plurivalente,

multifacético en lo que podla designa¡ hasta su recienre especificación y limitación, restringida al concepto actual del Estado. Empíricamente, esre trabajo del cambio de sentido de los conceptos, puede ser realizado a través del análisis de los diccionarios, de una manera comparativa, para constatar cuándo en una lengua determinada el concepto de Estado se altera en relación con orra lengua. A través de esta fuente se puede constatar, por ejemplo, cuándo en la lengua alemana el concepto moderno de Estado supera a aquél de Estado como orden, volviéndose incluso en su opuesto. La palabra es la misma, pero ahora ha adquirido un nuevo y distinto valor.

El trabajo

se

vuelve todavía más intere-

sante cuando se usan las Enciclopedias y no

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solamente los Diccionarios, dado que las primeras tienen por finalidad la descripción normativa de los contenidos. En el caso de dos importantes Enciclopedias de lengua alemana (Brockhaus y Mayer), se puede comprobar fácilmente que, en llneas generales, ellas se copian. Esto porque esta descripción normativa, común a ambas Enciclopedias, parte del presupuesto de que los contenidos que deben ser descritos, pueden ser comprendidos y subsumidos bajo un mismo concepto. El lector se siente esclarecido en torno de determinado contenido, al leer un artículo de Enciclopedia. Sin embargo, la observación de ediciones sucesivas, puede mostrar matices, pequeñas alteraciones capaces de indicar redefiniciones de los conceptos, aún cuando sean sólo matices. Pero queda en pie el conjunto central de una semántica, que es mantenida y reproducida, y en la que las nuevas definiciones marginales, si bien int¡oducen nuevos sentidos dentro de un concepto, no representan sin embargo una ruptura radical con el conjunto de la lengua disponible. Porque esto último no sería posible. Metodológicamente, este tipo de fuente requiere de una lectura cuidadosa y minuciosa, que partiendo de esas estructuras repetitivas propias de la semántica, sea capaz también de medir las innovaciones de sentido. Así que a través de estas Enciclopedias se pueden medir los cambios de la experiencia, tan pronto como ellos hayan sido formulados lingúísticamente. Puede que se trate de un procedimiento metodológico cansado, pero que es ciertamente fructífero. El tercer conjunto de fuentes que buscamos describir, es el de aquéllos textos que permanecen inalterados en el transcurso de sus sucesivas ediciones, como €s el caso de la obra de Kant, o del texto blblico, o de

mados textos clásicos de los diferentes campos del saber. Aquí, la tesis principal es la de que las estructuras repetitivas, según el tipo específico de texto, se encontrarán distribuidas también de manera distinta. Este me parece ser

el argumento decisivo: la semántica implica, siempre en sí misma, estructuras de repetición, pero esa propia semántica, según el género y el tipo de texto, posibilitará, impedirá o incluso prohibirá diferentes formas de repetición.

Creo poder terminar aQuí, no sin antes aclarar que una historia de los conceptos sólo es posible de ser pensada, bajo la premisa teórica de que se realice una separación ana-

lítica entre la'afirmación lingüística y el'aná' lisis del objeto', cuando se quiere tener claridad acerca de lo que se habla. La separación analítica entre cada afirmación lingüística presente en todas las fuentes textuales, y la historia concreta, lo que debería ser o supuestamente es, debe ser necesariamente realizada de un modo riguroso, desde el punto

de vista teórico. Pues sólo entonces podremos preguntar a las fuentes textuales Io que ellas nos indican en relación con la historia concreta, y qué cualidades tendrían en cuanto ser capaces de constituirse como coproductoras de la historia en cuanto texto.

una cierta obra poética, es decir, los lla-

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Para ejemplificar la importancia de esta separación, tomemos los textos de Marx y Engels, que fueron canonizados por los Partidos leninistas internacionales. Porque desde el momento mismo en que estos textos fueron canonizados, se intentó desde ellos alterar los hechos, aunque el lenguaje permaneciera inalterado. Desde ese momento, y partiendo del mismo lenguaje, se comenzó a reafizar un procedimiento de acomodar Ia realidad al mismo lenguaje. Lo que significó que cada nueva situación estaba siempre sometida a la necesidad imperiosa de subsumirse a ese mismo lenguaje, al mismo con-

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l^ontrahistoriaS v______I_9 junto ortodoxo de conceptos y categorías. Lo

güística y realidad concreta de los hechos,

que fue una tarea extremadamente agotadora, tanto para los rusos como para el comu-

relativamente simple, puesto que en este caso, la administración del lenguaje estaba a cargo del Estado, que realizaba de forma centralizada esta tarea. Pero el mismo pro-

nismo de Europa Oriental. Porque las definiciones lingüísticas ortodoxas, extremadamente rlgidas, se mostraban poco elásticas para la interpretación del material emplrico, de la novedad, y de la forma de concebir a esta

última en términos conceptuales.

De modo que cuando surgió el fascismo, que naturalmente no estaba previsto dentro de este lenguaje ortodoxo, sólo podía ser interpretado como una etapa más avanzada del capitalismo. Este ejemplo del marxismo, indicativo de la necesidad imperiosa de esta separación analítica entre aprehensión lin-

blema existe para nosotros, que también usamos los conceptos de forma ingenua, a par-

tir

de una semántica que tenemos dentro de nuestras mentes, como un a priori. El mismo problema, visible de forma contundente en relación al marxismo, existe por lo tanto para todos aquellos que utilizan un lenguaje polltico o social, y que lo formulan conceptualmente, tratando de dar cuenta, en términos de comprensión, de las distintas experiencias de la vida.

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1810, 1910, 2010: I n[ep enlencia, fu:ao fución fuLe¡jcana, futuros [e América Latina.

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n los tres años de 2008 ,2009 y 2010, América Latina está siendo y será escenario de diversas Conmemoraciones, conectadas entre sí por la idea de la transformación social profunda que estuvo presente, en Ia época de eclosión de cada uno de aquellos momentos históricos. En 2008 se conmemoran diez años de la Revolu-

ción Bolivariana, protagonizada por el pueblo venezolano, bajo el liderazgo de Hugo ChávezFrias. En 2009, habrán pasado cincuenta años desde la victoria del pueblo cubano, de Fidel Castro y de los rebeldes de la Sierra Maestra, sobre los abusos del odioso dictador Fulgencio Ba-

tista.20l0,

es el

año del Centenario de la

Revolución Mexicana, y del Bicentenario de las Revoluciones de Independencia en la América Española. Venezuela, Cuba y México, serán escenario de la celebración de estos episodios, pero también de la reflexión respecto de sus con-

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secuencias a largo plazo. La obsesión conmemorativa es característica de los políticos,

los que a través de los tiempos, desearon siempre dejar constancia de sus victorias en contra de sus enemigos, o celebrar sus grandes conquistas, o también pe rpetuar su imagen como héroes nacionales. La multiplicación de casos en que se celebran hechos decisivos de nuestro pasado, no es mera casualidad, como observó Jacques Revel en relación a la historia de Francia, sino que más bien revela nuestra rela-

ción con la historia, la que tiende a ser reconstruida a través de su dimensión conmemorativa.l Al respecto, una crítica generalizada que se ha hecho a estas conmemoraciones, se refiere a su intencionalidad política, siempre sujeta a condicionamientos coyunturales, y generalmente conectada a los intereses de los gobernantes.

Según Immanuel \Tallerstein, "rememorar el pasado es un acto del presente, he-

* Profesora asociada del Programa de Posgrado en Historia de UFRGS, Investigadora de CNPQ, claudia.wasserman@ufrgs.br 1 Cfr. Sobre este punto, la obra de Jacques Revel, Un momento historiográf.co. Trece ensayos dz historia social, Ed. Manantial, Buenos Aires, 2005, pp. 27I - 273.

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f^ontrahistoriaC. v-tr-J cho por hombres del presente, y que afecta al sistema social del presente".2

el campo de la comunicación: dando

No se trata de considerar al pasado como fuente de lecciones, o a Ia historia como

do, dando Conferencias, parricipando en Mesas Redondas, asesorando exposiciones y

Maestra de la vida (Historia Magisna Vitae), con objetivos pedagógicos, como quería Cicerón en referencia a los modelos helenísti-

audiovisuales. En este último senrido, de una aproximación crítica, ¿cuál es el papel de la historiografía frente a los casos de las conmemoraciones que hoy se desarrollan, y que se avecinan, en estos tres años mencionados de 2008, 2009 y 2010 en América Latina? Para el caso de las revoluciones latinoamericanas que aquí analizamos, las varias Revoluciones de Independencia, la Revolución Mexi-

cos, o Maquiavelo que recomendaba Ia imitación de ese pasado.3 El estudio y el análisis de las conmemoraciones abre, en verdad, la posibilidad de entender los distintos usos del pasado, es decir, a ffavés de cuales eventos históricos, los poderosos han intentado reforzar la identidad de una comunidad nacional, regional o local, y cuál es el carácter de esa identidad que busca ser consolidada. Esta forma parricular de recuperar el pa-

cana, laRevolución Cubana y la Revolución Bolivariana, los historiadores ¿pueden cuestionar los logros obtenidos a través de esos

sado, a través de la conmemoración y del refuerzo de ciertas idenddades, no elimina,

procesos, planteándose qué es exactamente lo que está siendo celebrado? Y si, pasados

sin embargo, la posibilidad de desarrolla¡ igualmente un carácter reflexivo y crítico respecto de los procesos que son conmemorados. Pues al mismo tiempo en que el poder político celebra un aconrecimiento histórico, para reforzar la identidad victoriosa de determinada comunidad, surgen los grupos

doscientos, cien, cincuenta o diez años de tales episodios, ¿las conquistas obtenidas por estos procesos permanecen vigentes? Además ¿la historiografia puede reflexionar respecro de lo que aproxima entre sí procesos aparentemente tan diferentes en la forma y tan

anticonmemoratiaosa formados por historiadores e intelectuales que proponen una re-

flexión crítica sobre el pasado. De acuerdo a Fonseca, la historiografía puede pensar y comprender críticamente la conmemoración, porque sabe a qué tipo de morivaciones responden esras liturgias. Y entonces, propone que este trabajo crítico se haga en

2 véase el

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eu:ropea

lejanos en el tiempo?

En una primera aproximación, se puede afirmar que en todos estos procesos históricos estaba presente un inmenso deseo de transformación de las respectivas sociedades. Y también, que nunca como en estas revoluciones del mundo periferico, estuvo presente la acción concienre e intencionada de los

libro de Immanuel tw'alle¡stein, Er moderno sistema mundial. La agricubul hs origenes de la economía-mundo euro?ea en el sigb XVL Ed. Siglo )Ofl,

Madrid, 1984, p. 15.

3 Cfr. de Reinharr

Janeiro, 2006, p.43.

Koselleck, Futuro passado, Ed. Contraponto-pUCRJ, Rio de

a como señala Luis Adáo da Fonseca, en su ensayo 'A dupla dimensáo das comemoen ellibro Las conmemoraciones en la bistoria, Ed. secretariado de publicaciones e Inte¡cambio Editorial, Valladolid, 2002, p.29. ragóes"

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puestas, introduciendo informaciones y proponiendo explicaciones, publicando, hablan-

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sujetos. Lo que no significa, sin embargo, que las utopías que existieron en el seno de esos

proyectos de transformación, hayan tenido éxito. Y esto, ya desde el hecho de que en cada uno de esos procesos, eran varios proyectos de sociedad los que se disputaban la nueva organización social que habría de ser resultado del estallido revolucionario.

La oportunidad de reflexionar críticamente en torno de estos episodios, a través

de esos momentos o fechas conmemorativas, abre la posibilidad de un an:ílisis desde una doble perspectiva interpretativa. La primera interpretación puede ser diacrónica, revisando las conquistas, las frustraciones, las herencias, y los resultados en la larga duración. Y en este aspecto, también es posible un an:ílisis de las diferentes versiones que la

Revolución fue adquiriendo en el tiempo, así como del significado político del proceso para cada generación.

La otra posibilidad analítica es a través de una interpretación sincrónica, que busca

las conexiones del proceso revolucionario con otros hechos nacionales y mundiales, que le otorgan su sentido y que permiten su mejor comprensión. Los sucesos que irrumpieron a partir de 1810, 1910, 1959 y 1998 son sin duda luchas particulares, caracterizadas por elementos originales de cada proceso, y que responden a coyunturas nacionales o locales, pero también son realidades que nos remiten a los procesos internacionales, como la lucha en contra del monopolio político en los inicios del siglo XIX, o la lucha contra el lati-

fundio, contra el imperialismo, y contra las medidas neoliberales a finales del siglo

)C(

También, la movilización de las energlas populares frente a un enemigo común, estuvo presente en todos esos procesos revolucionarios, respondiendo a los problemas específicos y particulares de cada región, pero

haciéndose evidente simultáneamente como

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parte del'espíritu de la época', y respondiendo a los problemas comunes del sistemamundo capitalista. Las Revoluciones de Independencia hispano-americanas, tuvieron su inicio con el derrumbe del imperio español, a partir de

la deposición del rey Fernando VII por el hermano de Napoleón, José Bonaparte. Así, la ausencia de autoridad metropolitana, hizo emerger conüadicciones que estaban acumuladas hacía mucho tiempo en tierras americanas. Los antagonismos, frecuentemente exagerados por la historiografla, entre "criollos" y 'peninsulares", eran acompañados de toda una serie de otros intereses, de grupos intermedios de mestizos, por ejemplo, que buscaban conquistar una posición dentro de sociedades rígidamente jerarquizadas, o ta-mbién de la presencia incómoda de las "clases peligrosas", formadas por los indígenas, los negros y los blancos pobres.

Al mismo tiempo, la lucha por la Independencia en los países latinoamericanos, respondía al contexto internacional de la crisis del Antiguo Régimen, desencadenada

mundialmente tanto por la Revolución Industrial como por la Revolución Francesa. Aunque el alcance de esta doble influencia, debe ser matizado. Pues si bien las Independencias de las colonias españolas en Améri-

ca, han sido parte de un proceso mundial de crisis del absolutismo como forma pre-

ponderante del poder político, y del fin de la hegemonía de las aristocracias feudales y de sus monopolios políticos en grande parte de Europa occidental, junto a la ascensión indiscutible de la burguesía, del liberalismo y de la República, no obstante todo esto, las influencias de las ideas de la Ilustración tuvieron una repercusión muy asimétrica a 1o largo de todo el continente americano. E incluso, y más allá de esta asimetría, determinada en mucho por el mayor o menor control de las metrópolis, la circulación

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ContrahistoriaC, v______I_s

de autores franceses, alemanes e ingleses fue

pequeña en toda la región, mientras que la versión española de esa misma Ilustración, que fue mucho más difundida en América,

era una versión conservadora, que estaba reducida a un proyecto de modernización dentro del orden establecido. Según Guazzelli, "los primeros efectos de la Ilustración en las colonias americanas, no se harán presentes mediante la propagación

de nuevas ideas, capaces de transformar el viejo orden, sino más bien en las consecuencias de una reforma económica-política, de las Reformas Borbónicas, que perseguían, a través de la modernización, garantizar el mantenimiento de ese mismo orden".5 De

manera que los llamados 'movimientos precusores' de Ia Independencia, no fueron el resultado de la diseminación de las ideas de libertad que circularon en la Francia revolucionaria, sino de las presiones tributarias de la Corona española y de la pro-

pia elite criolla. Las ideas de la Revolución de Independencia de los Estados Unidos, fueron mucho más convenientes para las elites coloniales hispanoamericanas que las predicaciones francesas, porque las primeras conser-

varon la gran propiedad y la esclavitud como ejes de la economía, mienrras que en la fase jacobina de la Revolución Francesa, esas instituciones fueron puesras en jaque. Sin embargo, y aunque minoritarios, también surgieron movimientos de Independencia que cuestionaron el predominio del latifundio y de la esclavitud, como la revuelta liderada por los curas Hidalgo y Morelos en México,

o el movimiento de Artigas en el Río de la Plata, o la Revolución de Independencia en Haití. Aunque en Ia prácr.ica, todos estos movimientos radicales fueron vencidos en los procesos de independencia hispanoame-

ricanos, dejando prevalecer un orden aristocrático y conservador. La principal herencia de las revoluciones de independencia, es en parte el resultado de las actividades desarrolladas por Simón Bolívar. Descendiente de una familia de la aristocracia criolla de Caracas, él fue responsable de la liberación de cinco países hispanoamericanos (Venezuela, Colombia, Bolivia, Perú y Ecuador), impulsando un ideario que fue elaborado a lo largo de las luchas por la Independencia, y que constituyó una de las más vigorosas herencias políticas para los revolucionarios latinoamericanos del siglo )O( A lo largo del siglo )O(, la imagen de Bolívar fue homenajeada por figuras como José Martl, Fidel Castro y Hugo Chávez, que rescataron como principal legado de ese ideario, el de la lucha bolivariana por la liberación y por la unión de los pueblos americanos, y en contra de la esclavitud. Por su parte, la Revolución Mexicana que estalló en 1910, con la insurrección comandada por Francisco I. Madero, poseía ingredientes que iban más allá de la crítica que las nuevas elites hacían a las viejas oligarquías, representadas por la longeva dictadura de Porfirio Díaz, quien estaba en el poder desde 1876. El proceso que estalló en México en 1910, revelaba la primera gran crisis del poder de las elites primario-exportadoras, que eran una herencia del período colo-

t

Cfr.elensayodeCésarAugustoBarcellos Grrazzelli,'Acrisedosistemacolonial e libro coordinado por Claudia'S7'asserman, História de América Latina. Cinco Séculos, Ed. UFRGS, Porto Alegre, 2003, p. 139.

o processo de Independencia" en el

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nial, y que realizaban el vínculo entre el lati-

fundio y el capital internacional. La crisis hizo evidente todo un conjunto de contradicciones de la sociedad mexicana, y fue la responsable de la movilización de los campesinos, Ios pueblos indígenas, los obreros y los sectores medios urbanos, los que inicialmente fueron dirigidos por las oligarquías perifericas, insatisfechas con los rumbos que había tomado la dictadura porfirista. Pero al mismo tiempo en que la Revolución Mexicana revelaba los problemas inherentes a la situación política, económica y social del país, también era parte de una ola

movimientos que alcanzaban incluso al mundo semicolonial o también a la periferia del sistema capitalista, ejemplificados por el antecedente que representó la Revolución rusa de 1905, por la Revolución

más general de

China republicana de I 9 1 1, liderada por Sun Yat Sen, la Revolución Rusa de I9I7,IaIn' dependencia húngara en 1918, y la proclamación de la República de \l'eimar en la

Alemania de 1919. Y aún cuando no existan conexiones concretas, o influencias mutuas entre estos procesos, y más allá del hecho de que sus resultados hayan sido bastante dispares, la coincidencia temporal y los problemas comunes o similares planteados por todos estos procesos, nos revelan que una de las primeras crisis del capitalismo liberal, estaba en esas épocas siendo transferida hacia las zonas de la periferia. La revolución que empezó en 1910, bajo el liderazgo de una parte descontenta de las

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ca que incluía en su texto constitucional reivindicaciones campesinas, que preveían la eliminación del latifundio y la realización de una Reforma Agraria. Sin embargo, a Io largo del proceso y hasta 1940, terminó preva-

leciendo el proyecto burgués, el que fue capaz de incorporar demandas de otras clases sociales, y de presentar sus propuestas de organización social como si fuesen el resultado de una voluntad colectiva nacional. Entre los avances de la Revolución Mexicana, se puede destacar, además de la introducción de las demandas obreras y campesinas dentro del texto de la Constitución,

también el desarrollo del nacionalismo, como una reacción frente a la intervención norteamericana, a lo largo de todo el proceso revolucionario, e incluso de toda la historia de México. Todas estas conquistas no impidieron, sin embargo, que el país fuese uno de los más afectados por la presencia nofieamericana en América Latina, y que los campesinos y obreros mexicanos no tuviesen, a 1o largo del siglo )O(, una situación más favorable que el resto de sus hermanos latinoamericanos. Ya que la pretendida revaloración de los pueblos autóctonos, y el desarrollo del nacionalismo, que permitieron la nacionalización del petróleo y la creación de PEMEX en la década de l940,lo mismo que Ia na-

cionalización de las minas y los ferrocarriles, hechos todos que sirvieron de ejemplo para tantos gobernantes y pueblos latinoamericanos, no impidieron que México fueprimer país de América Latina que aceptó firmar unTiatado de Libre Comercio con Estados Unidos, el TLCAN, que entró en funciones en enero de 1994. Thmbién, las conquistas obreras y campesinas, logradas a lo largo de la revolución, no fueron capaces

propias oligarquías mexicanas, representadas

se el

por Francisco I. Madero, adquirió proporciones inesperadas, al incorporar la participación de campesinos y obreros de todo el país. El proceso se radicalizó a tal punto, que México fue, en 1917, el primer país del mundo en promulgar una Constitución que in-

de impedir la aparición de movimientos

cluía reiündicaciones de la clase obrera, además de ser también el primer país de Améri

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antisistémicos en los años noventa del siglo pasado. Y sintomáticamente, el más fantás-

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fontrahistoriaQ v J increíble de esros movimientos, surgi,do justamente en 1994 en el sur de México, el Ejército Zapattsta de Liberación Nacio-

actividades hacia la lucha armada, enfocada a la constitución del foco guerrillero, y que apostaba en contra de la creencia de la nece-

nal, revindica simbólicamente la figura de Emiliano Zapata,llder campesino en la Revolución de 1 9 I 0, y represenrante de los in-

sidad ineludible de las célebres 'condiciones objetivas'para la revolución. Así, la Revolución Cubana sirvió de modelo e inspiración para movimienros como el Ejército de Liberación Nacional en Bolivia, el Movimien-

tico

e

tereses de las clases populares del país.

La Revolución Cubana, que derribó la dictadura de Batista en 1959, revela varias particularidades de la dominación imperialista en la isla caribeña, I su condición de neocolonia. La tardía Independencia de Cuba en 1898, con la intervención norte-

to Revolucionario 14 de junio y la calda deI dictador Rafael Leonidas Tiujillo, en la República Dominicana en 796l,la formación de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional y el Movimiento Izquierda Revolu-

americana en este proceso, la imposición de

cionaria de Venezuela, igual que para la crea-

la Enmienda Platt en la Constitución

ción del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, en L964. Aunque todos estos movimientos hayan fracasado a causa de la guerra contrainsurgente, desencadenada por Estados Unidos, y también a causa de la implantación de los

1901,

de

y

las incontables intervenciones de Estados Unidos en los asuntos económicos y políticos del pais, dejaron al pueblo cubano resenrido en conrra de esta dominación norteamericana. Sin embargo, esas particularidades cubanas no fueron las únicas responsables del desa¡rollo de los acontecimientos en Cuba. El proceso recibió también la influencia del nacionalismo, que era la tónica de muchos gobernantes populistas latinoamericanos, lo mismo que de los procesos frustrados de las Revoluciones de Bolivia y de Guatemala, en 1952 y 1954, res-

pectivamente. De modo que la definición por el socialismo en 1961, fue el resultado del propio proceso cubano, pero también fue

algo influenciado por el clima mundial bipolar y por la latinoamericanización de la Guerra Fría.

El impacto de la Revolución Cubana en las izquierdas latinoamericanas fue exrraor-

dinario. La opción por el socialismo

en Cuba, terminó con la hegemonía de los Par-

tidos Comunistas, vaciando de sentido y cancelando la estrategia dela alianzacon los sectores progresistas burgueses, y colapsando la idea de la revolución por etapas, preconizada hasta ese momento. De este modo, las organizaciones políticas

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reorientaron

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reglmenes represivos de seguridad nacional en gran parte de América del Su¡ el germen de la lucha revolucionaria persistió en América Latina. Y esa fue la principal herencia de

la Revolución Cubana. Pues el ejemplo y el modelo del socialismo implantado en la isla, se

transformaron en una utopía para todos

los movimientos revolucionarios que surgieron a parrir de entonces y hasta 1979, con la

irrupción de la Revolución Nicaragüense. Fidel Castro, el líder del proceso revolucionario cubano, se convirtió en un referente para la izquierda de América Latina, y las realizaciones más exitosas de la revolución en el campo de la medicina, del deporte, de la educación y de la salud, son todavía ejemplos para algunos gobiernos de la región hasta

inicios del siglo )OC. El Che Guevara, medico argenrino y uno de los combatientes estos

de la Sierra Maesrra, se transformó en un ico-

no de la izquierda subcontinental y de la juventud latinoamericana, siendo reivindicado y citado hasta ho¡ por todos los movimientos libertarios de la región.

ia atr¿ eúrada de {-lkt


ffircm+nrrnia Finalmente, en 2008 también

se

conme-

mora el inicio de la llamada Revolución Bolivariana en Venezuela, cuyos elementos son parte de este conjunto de episodios del proceso general de la liberación nacional de América Latina. La elección de Hugo Chávez Frías en 1998, fue el resultado de una larga crisis de la dominación política burguesa en

Venezuela, que culminó con una rebelión popular en la capital de ese país, conocida como el 'Caracazo', en 1989, y luego con el fracasado intento de golpe en contra del gobierno de Carlos AndrésPérez, en 1992. Así, este proceso tuvo ingredientes singulares, propios de la situación venezolana, que se refieren a la apropiación de las rentas del petróleo por parte de las elites, y a la cons-

trucción de una pax burguesa en Venezuela, entre 1958 y 1998, en medio de unaAmérica Latina convulsionada por regímenes represivos basados en las políticas de seguridad nacional. Pero la crisis de la pax burguesa y la elección de Chávez, también fueron resultado de ciertos elementos comunes a las problemáticas subcontinentales de los años noventa, relativos a los efectos de la aplicación de las políticas y medidas neoliberales en todos los países latinoamericanos. Y quizá el ejemplo más contundente de esta crítica al neoliberalismo en América Latina, sea el que nos es dado por el movimiento neozapa-

tista, que estalló en México en enero de 1994, eI mismo día en que entraba en fun-

cionamiento oficialmente el Tiatado de Libre Comercio, el TLCAN, con Estados Unidos y con Canadá. es ejemplar el movimiento propor los indígenas de la Confedetagonizado ración Nacional de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), los que excluidos del poder durante siglos, hicieron oír su voz y manifestaron claramente su voluntad de participar, derrocando al gobierno neoli-

También

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beral de Jamil Mahuad en el inicio del año 2000. Y otro movimiento similar fue organizado por las Asociaciones comunitarias indígenas bolivianas, también en el año 2000, en contra del control de la distribución del agr¡a por un consorcio internacional. Así, el rompimiento del contrato y la expulsión de la empresa. y posteriormente, en 2003, el derrocamiento popular del presidente neoliberal Gonzalo Sánchez de Losada, revelaron el protagonismo radical de los sectores populares bolivianos, así como su determinación de participar en la gestión de los asuntos públicos del país, defendiendo la producción de los cultivos tradicionales (como el cultivo de la hoja de coca) y definiendo la forma de la apropiación de sus recursos naturales (como el agvay el gas). Estos movimientos, junto con el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), en Brasil, o el Movimiento de los Piqueteros en Argentina, y los diversos movimientos protagonizados por los indígenas, los campesinos, los trabajadores, los desempleados y los desposeídos de toda América Latina, impulsaron la caída y a veces el derrocamiento popular de los gobiernos neoliberales, haciendo posible el ascenso de los gobiernos de izquierda en diversos países de Ia región. Y son estos mismos movimientos sociales los que presionan a los gobiernos de Lula, Hugo Chávez, Cristina Kirchner, Evo

Morales, Daniel Ortega yTabaré Vásquez, para ampliar las conquistas democráticas y la participación social de los sectores menos favorecidos de la población. En este escenario, analizar los logros de la Revolución Bolivariana, significa también reflexionar acerca de ese nuevo protagonismo popular inaugurado en América Latina en los años noventa, y también sobretodo reflexionar sobre el "papel de la civilización latinoamericana dentro del mundo. Pues en el momento mismo en que era derribado el

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ContrahistoriaC. v J

Muro de Berlín, y en que junto con él secolapsaban todos los proyecros de lo que se

llamó el socialismo 'realmente exisrente', comenzaban a surgir en toda América Latina, como en una suerte de clara carrera de relevos en escala mundial, tanto nuevos y muy radicales movimientos sociales anricapitalistas y antisistémicos, como también diversas rebeliones populares de una extensión y una fuerza realmente notables".6 El giro hacia la izquierda de nuestraAmérica Latina, y la emergencia protagónica de las clases populares en la región, sólo pueden ser explicados a partir de la historia secular y profunda que subyace a esros momentos y acontecimientos insurreccionales, a estas protestas,

y

a esras luchas

por la libe-

ración nacional que sucedieron desde el período de las Independencias, así como por la vigencia de los problemas que originaron

Entonces, esos procesos ocurridos a par1998 son ejemplares, pero no son únicos, pues son Ia consecuencia de un contexto general marcado por la explotación, la expropiación y las des-

tir de 1810, 1910,1959 y

igualdades. Características, esras últimas, que son comunes a toda la región latinoamericana, e incluso a todo el mundo periférico de una manera global. Porque las contradicciones del sistema capitalista son mucho más brutales en los palses menos desarrollados, y los efectos de esas contradicciones del sistema son más violentos y crueles cuando se hacen presentes en el seno de los sectores populares de estas periferias. Se justifica así, que la periferia del sistema desarrolle, de manera paralela a toda esta larga historia de expropiación, explotación y desigualdad, ciertos movimientos, luchas y mecanismos

antisistémicos igualmente contundentes,

también

como los que ahora mismo están irrumpien-

por la experiencia acumulada de los pueblos latinoamericanos en estas luchas suyas por los derechos y por la participación.

do, y como los que continuarán apareciendo, en estos comienzos históricos de nues-

tales protestas, además de explicarse

tro siglo )O(.

ó Como lo refiere Carlos Antonio Aguirre Roias, en su libro América L¿tina en k encrucijada. Los mouimientos sociales y la tnuerte de la politica, Ed. contrahistorias, México, 2005, pp.29 y 30.

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La presente entreuista al dirigente indígena Marlon Santi, actual Presidente de la Confederación de Nacionalidadcs Indígenas del Ecuador,

CONAIE, fue realizada por Carlos Antonio Aguine Rojas el dia 10 dc de 2008, en la ciudad de Quito, en Ecuador. Contrahistorias /¿

junio

rescata abora

pdrt

sus lectores, en el

ánimo

de

promouer e impulsar un

mucho más amplio conocimiento de todos los nueuos mouimientos antisistémicos ktinoamericanos, así como el debate abierto y plural sobre las experiencias, las lecciones y los problemas que nos a?ortan que hoy en-

!

fentan

esos

moaimientos anticapitalistas de nuestra América Latina.

C¡nros ANroNro Acurnnn Ro¡es:

M¡nroN

Estamos con Marlon Santi, Presidenre ac-

Bueno, primero las comunidades o los pueblos originarios, estaban conformados como un estrato social que aquí en la sierra, era un estrato en la condición de servidumbre, pues las grandes haciendas tenían a un colectivo numérico de indígenas al servicio de las haciendas. En los años setenta, en la sierra, surgen algunas ideas de cambio. Pero antes de los años setenta, desde los siglos dieciocho y diecinueve hay revueltas, hay levantamien-

tual de la CONAIE, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, y le agradecemos mucho esta entrevista para nuestra revísta Con*ahistorias. Quisiera comenzar preguntándole si podría reconstruirnos, en grandes ffazos,la historia de la propia CONAIE, es deci¡ conrarnos en qué momento surge, cuáles son las causas de su

formación, y cuáles las condiciones específicas que el movimiento indlgena ecuaroriano vivía a finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, con-

diciones que generaron a este movimiento de la CONAIE. Ydespués, si es posible, que nos dibuje un rápido recorrido de las etapas

principales que esra CONAIE ha ido atravesando, desde su propia visión hasta llegar a la

CONAIE actual.

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tos, como el que hizo Fernando Daquilema en el siglo XIX, que es un movimiento muy conocido, y que se hizo en Río Bamba para liberarse de esta servidumbre. Pues esta servidumbre era una forma de esclavismo refundado, en la etapa de la conformación de la República. En la Amazonía, en la época de los caucheros, el boom petrolero que se desarrolla

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fontrahistoriaQ v J por los años cincuenta del siglo pasado, haceque los pueblos indígenas vayan expandiéndose hacia las zonas en donde no había aún la presencia de la colonización, y que enronces permanezcan como pueblos intactos. Pero en cambio en la Sierra, por los años setenta, hayvarias revueltas, yhay organizaciones sociales que aglutinan a los pueblos y a las nacionalidades indígenas, aquí en €sta zona de la Sierra. Pero no los aglutinan como organizaciones neramenre indlgenas, sino más bien como Sindicatos de trabajadores, porque en ese tiempo el comunismo estaba en auge, así que son sindicatos de obreros, como el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), la CEDOC (Central Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas), y muchas instituciones sindicalistas que estaban manejadas y dirigidas entonces por mestizos, de modo que no había una representación netamente indígena. Entonces los pueblos y nacionalidades indígenas de la Sierra estaban vinculados a esos procesos sindicales, y había monrón de sindicatos, así que un pueblo enrero pertenecía a un sindicato, o una nación indígena pertenecía a un sindicato. Pero desde los años setenta u ochenta surgen las iniciativas, en la región amazónica, de las Confederaciones. Yyo me acuerdo que la primera federación que se hizo en el serenra y ocho fue la Organización de Pueblos Indígenas del Pastaza (OPIP). A¡tes de eso había la Federación Independiente del Pueblo Shuar (FIPSE), que estaba ya conformada, y el único

objetivo de estas federaciones que se conforman en la Amazonía, era eI de defender el territorio y los derechos indígenas. Porque en aquel enronces, sólo había Convenciones Internacionales, pero que no hablaban netamenre de pueblos indígenas sino más bien de pueblos tribales. En los años ochenta se conforman ya las federaciones regionales, como la ECUARUNARI (Ecua-

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dor Runacunapac Riccharimui), que es de la Sierra, y surge la necesidad de crear una confederación nacional, que gobierne o que defienda los intereses de los pueblos indígenas. Previo a esto, entre los setenta y los ochenta, hay en Ecuador una reforma agraria. Esa reforma agtaria implicaba que una persona tenla que tener cincuenta hectáreas para el trabajo, tener ese espacio de trabajo, pero los que no eran espacios de rabajo, eran considerados por el gobierno como rierras baldías u ociosas, en las cuales podían inte-

grarse otros grupos sociales o individuos, para desarrollar la agricultura. Esta reforma agraría genera un poco de cambios en las estructuras de la hegemonía de los hacendados, y por lo años ochenta, la

conformación de Ia ECUARUNARI hace que el movimiento indlgena de la Sierra trabaje en la recuperación de tierras. Pero esto no madura, porque había leyes constirucionales que estaban justamente hechas para beneficio del poder económico, y el poder económico tenía todavía sumisos a los pueblos y nacionalidades indlgenas. De modo

que la conformación de la CONAIE, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, renla rres principios, gue eran

'Tierra, Cultura y Libertad'... C¡nros AuroNro Acunnn Ro¡as: ...¿desde su fundación?..,

MenroN SeNtl: ...Si, desde su fundación. Tierra, que significaba la recuperación de los territorios y las tierras que ancesrralmente habían sido de nosotros, de nuestros padres, de nuestros abuelos, y que nos fueron despojadas por el colonialismo, para ser luego entregadas, durante la República, a los poderes económicos, a los que gobernaban al país. Lo primero era entonces recuperar esas tiefras. La Cultura, era el reclamo por revitalizar nues-

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ffi! **ooon" tra cultura, la que con la llegada del conocimiento occidental se estaba perdiendo, pues había indígenas que no querían hablar su

propio idioma, y que estaban preparándose con una educación que era ajena a Ia nuestra. Entonces, poco a poco y en muchos pueblos, había esa desaparición de culturas. Y la Libertad, porque los pueblos indígenas, hasta los años ochenta del siglo pasado, no

habíamos aJcanzado la existencia de ni un solo artículo relativo a nuesrros derechos dentro de la constitución. Pero con Ia creación de la CONAIE, se pide que los pueblos indígenas rengamos derecho a nuestra autodefinición, tengamos libertad de definirnos como pueblos originarios, y que ya nadie nos pueda dar los nombres que nos habían dado e impuesto hasta ese momento. Porque hasta esos tiempos, el poder central, o Ia democracia, o la República refundada, funcionaban como un neocolonialismo, que decía que los indígenas eran indios vagos, genre que no pensaba, y nos consideraban como si fuésemos animales, afirmando que por esas razones a los indios tenlan que tenerlos sumisos y en servidumbre, y con los casrigos forzados. Entonces tenlamos que recuperar la libertad. ¿Y cómo la íbamos a recuperar? Pues refundando la Constitución, y así se habla de que se haga una nueva Constitución... Cnmos Ar.¡roNlo Acurnn¡, Ro¡es: ...¿desde el origen mismo de la CONAIE?...

mos. Por eso hoy aqul, en el Ecuador, hay catorce nacionalidades indígenas, y rienen dieciocho pueblos. Hacia los años ochenta, se llega a la idea de que tenía que madura¡se bien la organización, y que ella debería esrar ya fuerte, antes de actua¡ en las tres regiones del Ecuador, en la Costa, en la región de la Sierra y en Ia Amazonía, porque sólo unificándose esas tres regiones podrían darse los cambios, ya que si cada región luchaba sola no iba a tener fuerza. Y comienza ya, en el ochenta y cuatro y ochenta y cinco, a plantearse Ia posus nombres

sibilidad de un 'levantamiento' del movimiento indígena, que sólo se concretará hasta después de cinco años, mientras se veían las mejores estrategias para no ser reprimidos. Porque hasta ese momento, muchos levantamientos habían terminado en el fracaso, o sea, con sus llderes presos, o líderes ahorca-

dos, o líderes fusilados, así que teníamos que

ver cómo hacer para no terminar también allá, en ese mismo resultado...

C¡nros ANroNro Acurnnr Ro¡es: Entonces la CONAIE surge inmediatamenre vinculada al proyecto de organiza¡ ya desde el inicio, un primer'levantamiento' nacional.

M¡nroN S¡Nt: Así

es.

Cenros ANroNro AcurnnE Rops: Levantamiento nacional que es el del año de 1990.

M¡nroN S¡l.rr: ...si, desde el origen mismo de la CONAIE pide una nueva Constitución que implique la integración, la inclusión de esros sectores indígenas que han sido marginados. Y también que nosotros tenemos que recuperar nuestra libertad de expresión, nuesua lise

bertad de autodefinición, y la libertad de que

nosotros nos nombremos como nos llama-

la otrc rnircd'z de Clío

"

M¡nrou

S¿Nrr:

Si, del año noyenta, y que va a madurarse durante cinco años, en los que se genera ese levantamiento indígena. Dentro de ese levantamiento, que riene sus líderes

--en

ese

riem-

po, el pueblo creía que tenían primero qu€ cuidar a sus líderes-, el pueblo se levanra, y se le piden al Estado nacional o al gobierno

teel"

la otra taitu,la th {lf.io


l.ontrahistoriaS, v___tr_s nacional las demandas que antes mencione. Pero ahí se hace visible que, en Ecuador, el movimiento indígena, o los pueblos y nacionalidades originarias, existíamos de maneras diferentes en las distintas regiones, en la Amazonía, en la Costa y en la Sierra, porque ese levantamiento implicó la paralización de todas las actividades en el Ecuador...

C¡nros ANlol.tIo AcuInru Rolas: Esto que dices es importante, y pensando en los lectores mexicanos, te pediría que nos

expliques, ¿qué es un levantamiento, exactamente? ¿Era pacífico, o no era paclfico? ¿Implicaba parar las actividades en el campo, o parar también las ciudades? ¿Tomar las ciudades? Sobre todo, porque cuando en México hablamos de levantamiento, y con nuestro referente de la Revolución Mexicana, a veces se piensa que es un levantamiento armado. Entonces, te pido aclarar qué es ese

'levantamiento'.

M¡nroN S¡Nrl: No, el levantamiento en aquel entonces

era

pacífico, con la demanda de derechos. Era, primero, paralizar la nación, y apoderarse de las ciudades importantes, como la capital, y también en las regiones. O sea que en la Costa y en la Sierra se paraba toda actividad, y así se hizo. Entonces, a partir de ese momento, el poder económico, o el poder que gobernaba hasta ahí, se da cuenta de que el movimiento indígena, o los pueblos y na-

cionalidades, ahora tienen más fuerza, así que no ocurrió lo que ocurría antes con los 'levantamientos', sino que ocurrió un proceso de diálogo...

vez había una unidad de las regiones, una unidad nacional. Porque si hubieran salido solo los compañeros de la Sierra, o los de la Amazonía, si hubiera habido represión. Entonces, se reclama al gobierno, bajo ese levantamiento de 1990, la recuperación de tierras, y se plantea que queremos revitalizar nu€stra cultura, y también la recuperación de la libertad. Pero para esto, tenía que haber artículos dentro de la Constitución, que lo que pedíamos estuviese escrito e incluido

en ella, así que para cambiar la Constitución que existía, tenía que existir antes una Asamblea Constituyente, y se pide que se haga una fuamblea Constituyente en el levantamiento del noventa. Pero sucede, en paralelo a esto, que

el gobierno, intencionalmente, no nos da todas las tierras ancestrales, y sólo entrega tierras en algunas provincias, lo que genera nuevamente que el movimiento indígena no esté satisfecho en su proPuesta o demanda, y en el noventa y dos se hace una Marcha histórica, que empieza en la Amazonía, en la provincia de Pastaza, una Marcha histórica que tenía como su slogan "¡Por la vida y

por la tierra, levantémonosl" ("¡Allpamanada Causaimenta Jatarishun!"), y que venía recogiendo todas las necesidades y reclamos de la región amazónica, y de la Costa, y de la Sierra. Y en esa Marcha los indígenas se apoderaron de la ciudad de Quito, asl que fue un evento importante, porque las nacionalidades entraban del norte, del sur, del este, de todas las confluencias entraban, y se apoderaron de la ciudad de Quito, y permane-

cieron un mes aquí. El presidente' en ese tiempo, era de izquierda, pero también diríamos que obedecla a ciertos intereses económicos. Y entonces él entrega territorios,.,

C¡r,ros ANroNro Acunnn RoJ¡s: Ya no pudieron volver a reprimirlos.

C¡nros ANroNto Acutnru Ro¡es: M¡,Rrou S¿Nrr: No pudieron volver a reprimir, porque esta

lc a*s t¡;irad,s,ie

{-)!ís

'fffi?

¿Quién era el presidente?

h

o¡¡.* r¡irada

¡}t {)lí*


#

rmantrra i+#

M¡RroN S¡Ntl:

sobrepone el ideal del desarrollo, como un modelo que supuestamente beneficia a tose

Rodrigo Borja.

dos los ecuatorianos, y la Constitución

se hace de acuerdo a ese supuesto modelo de desarro-

C¡nros AuroNro AcurRRE Ro¡as: si.

llo que quería el Ecuador, y que

MenroN S¡Nl:

plotar los recursos naturales del Ecuador. Pero debo indicar que también algunos

se basa en

ex-

Ese Presidente entrega territorios a la Amazonía,y ambién algunos territorios que aún

compañeros que estuvieron alll, en esaAsam-

no habían recuperado en la Sierra y en la

chakutik, influyen en ella y lograron que los derechos colectivos de los pueblos indlgenas se incluyan en la Constitución. O sea que hay algunos artículos que nos favorecen, pero no en su totalidad, porque siempre existe alguna trampa, que se hará me-

Costa. Pero hace una trampa, y pone un artlculo diciendo que los territorios son de los pueblos indígenas, de los pueblos y nacionalidades indlgenas, pero sólo la superficie, pues

lo que está dentro de la tierra

es

del Esrado,

blea, compañeros del movimiento

Pa-

o sea las minas, la minería, el petróleo, los

diante alguna ley secundaria que el legislati-

recursos naturales, eran del Estado, y cuando le convenía al Estado tenía que declarar-

vo emite, y por eso se han quedado limita-

los de utilidad pública, para hacer los proyectos que el gobierno quería implementar.

Cmros ANroNro Acunnr Ro;es: ¿El agua

dos esos arrículos. C¡ru-os ANroNro Acurnnr Ro;es: ¿Cuándo es que nació el Parddo Pachakutik dentro de la CONAIE?

también estaba incluida? MRRToN SeNrr:

M¡¡.roN S¡Nl:

En los años noventa. Por el noventa y dos,

Eran todos los recursos naturales, y estaba incluida el agua. En el noventa y dos, como no había ninguna Constitución, y como el

ya se hablaba de un movimiento polltico...

legislativo estaba bajo el poder de los demócratas neoliberales, las leyes se hacían a favor de ellos. Pero nosorros queríamos leyes que nos garanrizaran el cumplimiento de nuestras demandas. Así, en 1990 se pide laAsa-mblea, pero esto sólo se madura en el novenra y seis y noventa y siete, y el Ecuador convoca a una Asamblea Constituyente, pero en esa Asamblea Constituyente de 1998, manejan las cosas para no incluir todas las demandas de la CONAIE. En esa Asamblea se pide la

¿Un brazo político de la CONAIE?

plurinacionalidad, pero

ese reclamo fue desmantelado, igual que lo fueron las propuestas de nuestra relación con la Madre Tierra, y con el cosmos. Támbién, nuesrra demanda del 'Buen Vivir' es descartada y en su lugar

la

etft rnirada

C¡r.ros ANroNro Acutnnr Ro¡es:

ManroN S¡Nl: Si, un brazo político, pero esra idea sólo madura después de unos tres años, ya simplemente como Pachakutik, o como el brazo político de la CONAIE.

C¡lros ANroNlo AcurnnE Ro¡e.s: Y estos cambios, como rú dices trucados, de la Constitución de 1998, ¿tenían que ver con el levantamiento de noventa v siete? M¡nroN S¡Nl: Si, tenían que ver con de 1997.

de"t "fffi j"

ía

otw ¡ni?adt

ir

{.1ío

ese

levantamiento


l-ontrahistoriaC. v-J

C¡nros ANroNro Acurml Ro¡es:

en el camino, Pachakutik riene sus tropie-

¿Y

también tenían que ver con la caída de Abdalá Bucaram?

zos, por las alianzas que hace. Pero el Pachakutik se creó para defender, o para articular, leyes secundarias en el legislativo, que

M¡r,roN S¡Nrr: No, la caída de Abdalá obedece a otros in-

beneficien a los movimientos, y al movimiento indígena también, desde luego.

tereses.

C¡r.ros ANroNro Acunru Ro¡es: Y luego se va pervirtiendo, entonces.

C¡-nros ANroNro Acurnnn Ro4s: No es fruto, entonces, del movimiento indígena.

M¡nroN No, no

MeRroN S¡,Nrr: Luego, ese objetivo se va perdiendo, yvan a aliarse para otros objetivos, con otros principios de oüos partidos, por lo que al final Pachakutik ha sido cuestionado bastante. Hubo allí procesos de separación, porque en un cierto punto sus acciones ya obedecen a otra lógica de pensamiento, y ellos se separan del movimiento indígena, hasta el punto de que un movimiento polltico que sólo era el brazo político, dice'somos autónomos' y nosotros solos vamos a definir el destino del movimiento político, como Pachakutik.

SeNrr:

fruto. El movimiento indlgena parricipa en esa caída, y se ve como un eje motor del levantamiento para la caída de Abdalá. Porque el movimiento indígena no estaba de acuerdo con la política de Abdalá Bucaram. Y ahí ocurre un dato muy pequeño e importante, y es el de que Abdalá quería cooptar al movimiento indígena, d:índole a un ministro indígena o étnico. Pero siempre ha estado en nosotros que el movimiento indígena no se puede vincular a la política del gobierno, porque abandonaría sus principios éticos, los principios de la organización, y los principios por los que hemos es su

Hasta eso hemos llegado. Pero más recientemente, ha habido procesos, nuevamente, para sanear al Pachakutik.

hecho esta organización.

Canros ANroNro Acurnru Ro;as: Pero, ¿ustedes lo siguen considerando enron-

C¡.nros ANroNro Acurnnr Ro¡es: Pero entonces, ¿cómo aceptaron que el Pachakutik estuviera dentro de la CONAIE? Si el Pachakutik va en la lógica de participar dentro del Estado, mientras que la lógica del movimiento social es si no la antípoda, por lo menos una lógica muy distinta de la lógi-

ces como parte de la CONAIE? ¿Si creen que puede ser regenerado?

ca estatal. ¿No

lo ves

MenroN S¡Nrr: Sí, porque la nueva administración, el nuevo liderazgo de la CONAIE, ha dicho que todas las instituciones indlgenas que han sido creadas hasta ahora, tienen que obedecer al pensamiento ya los objetivos de la CONAIE,

así?

M¡nroN S¡Nrr: Mira,

y que Pachakutik tiene que esrar inmerso en la polltica de la CONAIE. Si no, simplemente es un movimiento político que se ha formado para generar fracturas dentro de la organización. Entonces ahora, he dicho con m:ís obligación, con más seriedad, que ellos

nacimiento del Pachakutik obedece originalmente a la participación de las nael

cionalidades indlgenas en las esferas del Estado, como mecanismo para llevar adelante esas propuestas de las nacionalidades. Pero

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tienen que ir bajo la directriz de la CONAIE. Por eso es que no estoy de acuerdo con alianzas o con cogobiernos, como los que se hicieron en tiempo de Lucio Gutiérrez. Cnnros ANrouro Acunnn Ro¡es: Bueno, si quieres retomamos el hilo que llevábamos. Estábamos en 1998. Y quisiera saber ¿cómo participa la da de Jamil Mahuad?

CONAIE en la caí-

MerloN SeNrr: La CONAIE ha tenido como uno de

sus

propósitos, el de Ia defensa de la soberanía de la nación ecuatoriana. Yo he estado leyendo algunos archivos, y he visto que ha sido un movimiento que defendía la soberanía de la nación, así que cuando Jamil Mahuad hace la leyTiole uno y la leyThole dos, empieza a generar nuevamente un estilo de economía basado e implementado en la economía globalizada. Y empieza Iaprivatización de áreas estratégicas de la sociedad ecuatoriana, por ejemplo del petróleo, de los recursos hídricos, de las telecomunicaciones, un montón de privatizaciones, y hasta la privatización de los bancos, etc. Porque había el concepto de que la privatización era el medio de llegar a la modernización, y que nosotros, el Estado ecuatoriano, tenía que incluirse o estar inmerso en esta polltica nueva.

'teníamos' que convertirnos, dentro de una economía de mercado en la que nos asociaríamos con una potencia mundial, desde una economía abiera. Así que muchos de los sectores lo veían como la salvación del Ecuador. Canros ANroNro Acurnru Ro¡ns: Sf, fue Ia misma propaganda que se nos vendió en México, para obligarnos e incorpo-

rarnos forzadamente al Thatado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.Lo que, más adelante, provocó justamente el estallido del primero de enero de 1994.

MarloN S¿Nr: Entonces la caída de Jamil Mahuad obedece a ese TLC que empieza a negociar, y a la privatización del gas y de los sectores de á¡eas estratégicas. Obedece también a que él congela todo lo que son los depósitos'de los bancos, toda la plata de los ciudadanos ecuatorianos es congelada, para ver si se cambiaba el modelo económico, y fue hasta ahl que nosotros llegamos.

C¡r.ros ANroNro Acunnr Ro¡es: Y también su calda fue a causa de la dolari zación, ¿no?

M¡¡:-oN S¡Nrr: Si, la dolarización, para cambiar la econo-

Y empieza a privatizar también un subsigas. Nosotros somos exportadores de petróleo y teníamos el subsidio al gas. Entonces la privatización del gas generó una especulación inmensa en el costo del gas. Y con todas estas privatizaciones, Jamil Mahuad empieza a hablar del Tlatado de Libre Comercio, el que en ese entonces no entendíamos muy bien. Porque tú, en sí,

mía, para cambiar de la moneda de los Sucres a los dólares, se hizo no sé qué. Pienso que Mahuad era economista, pero debe ser

la comunicación que recibes es la de la prensa, y la prensa que existía en ese riempo era

M¡nroN

dio, que era el del

gobiernista, y lo ofertaba como un proceso de cambio de la economía, al cual nosorros

la atrs rnirctho"

un economista fracasado, hasta el momento.

C¡¡.ros ANroNro Acurmr Ro¡es: O sea que sus polfticas eran el neoliberalismo extremo. SANrr:

Extremo, realmente el neoliberalismo más extremo, porque ya estaban los papeles y documentos que él sólo tenía que firmar, y

or" "fiü, jn

l¿ nna mtr$d¿ dt clie


entonces entraban acá todos los proyectos políticos y económicos que desde la Presidencia él ya venía implementando. Pero en ese momento se topó con el movimiento indígena, como un primer actor, porque ya este último tenía mucha más potencia, o sea, el movimiento indígena podía lanzar una convocatoria que en ese tiempo ya surtía efecto a nivel de todo el país, en la Sierra, en la Costa y en la Amazonla, wa convocatoria

salida de ese levantamiento. Por eso es que muchos analistas consideran que si bien el movimiento indígena ha hecho cosas importantes, y es un movimiento importante, que ha querido cambios en el país, sin embargo ha dejado que los mismos personajes camuflados, permanezcan siempre en el poder.

C¡lros ANrouro

AcurRRE Ro¡as: Pero esto ya por tres veces sucesivas, ¿no?

p^rap^ran todo el país. Entonces ocurre que el movimiento indígena veía los efectos negativos de todas estas

políticas, porque las áreas esrratégicas y los recursos naturales están en territorios indígenas. Los yacimientos de aguas dulces más importantes del país, esrán en rerritorios indígenas, están en los páramos y en las laderas de los costados de los Andes, o en la Costa, que son territorios indlgenas. El petróleo está en territorio indígena, Ia minería tam-

bién está en territorio indígena, o sea, todo

lo que

se

llame biodiversidad está en los te-

rritorios indígenas, y los megaproyectos que iba a implementarJamil Mahuad con la privatízación, iban a afectar en un ochenta por ciento a los territorios indígenas. Y estos territorios indígenas, por segunda ocasión, íbamos a entrar a la esclavirud. Y eso se veía, ya estaba hecho. Enronces el movimiento indígena tenía que defender también el derecho de su pueblo y el derecho del país, la soberanía del país. Así que nos levantamos. Yo en ese tiempo era apenas estudiante. Cnnros ANtoNro Acurnru Roles: Pero mi siguiente pregunra es, que cuando

logran tirar a Jamil Mahuad, ¿por qué no consdtuyen un gobierno, qrizá no indígena, pero sí un gobierno más acorde a los proyectos y a las propuestas de la CONAIE? MARLoN SANTI:

Ya, pues yo creo que hubo una falla en la

!,t ot*¡ ni¡ada de

Clíc "üJ'Í"

MRRToN S¡Nrr:

Si, por tres veces, y esa es la crítica que nos hacen. Claro, en aquel entonces el movimien-

to indígena quizá no estaba en la capacidad de negociar para definir la dirección del país ¿no? Y ocurre lo que ocurre, que los que sí eran capaces querían copar de nuevo el poder, y es así que entró el Vicepresidente, pues constitucional y legalmente le correspondía a é1. Pero como los proyectos son compartidos, entonces el Vicepresidente, el mandatario que suple a Jamil Mahuad sigue con la misma política. Pero ojo, llamo la atención

de que ahí mismo se dijo que la continuidad de esos proyectos, podría nuevamente llevar

a generar un nuevo levantamiento, y botar nuevamente al Presidente. O sea que desde

ahí han estado un poco más moderados, y así el Vicepresidente que sucedió a Mahuad no implementó esa política tan agresiva que el había desarrollado frente a la privatización.

C¡nros ANroNro Acurnnr Ro¡as: Así que han tenido que ir más despacio. MaRroN S¡Nrr: Más despacio. Cnnros ANroNro Acurnru Ro¡es: Más limitadamenre. M¡.RroN S¡Nrr: Más limitadamente.

ltt

at*

wínttJ¿ de {llío


ffi

mmom*rre

ffi

C¡.nros ANrouro Acurnnr RoJes: Pero antes mencionaste que, en ese año de 2000, el movimiento indígena o la CONAIE, no tenía todavía la posibilidad de ejercer o de proponer un liderazgo global, y desde allí, un nuevo proyecto de país. ¿Ya la tiene ahora?

que tenemos que integrarnos en la diversidad. Y sobre este punto es claro que hay una preocupación grande. ¿Por qué vamos a in-

MARLoN SANTI:

de acuerdo, cuando chocamos con el interés

Ahora ya la hay.

de ellos, ¿qué dicen? Ahora dicen que por culpa del movimiento indígena, el Ecuador no va a desarrollarse, o que por el movimiento indígena, la economía de Ecuador va a ir

C¡ruos ANroNro AcurRr.n Ro;,r.s: ¿Ya existe esa posibilidad? Si ustedes pudieran volver a hacer otro levantamiento, diga-

tegrar al movimiento indígena al modelo nuestro? Así diplomáticos, presidentes, funcionarios, han dado sus conceptos al movimiento indígena, pero cuando no estamos

de picada. O que como el movimiento indígena ha corrido a la OXY del país, entonces

mos siendo optimistas, y suponiendo que el dla de mañana colapsara el gobierno de Ra-

vamos a enfrentar una demanda

fael Correa, ¿ustedes creen que podrían pro-

naria de una institución internacional, que

poner ya un proyecto alternativo diferente?

va a sancionar al Ecuador. ¿Por qué? Simplemente porque el movimiento indígena quiere

M¡nroN

defender los espacios de vida, y esos espacios

S¡.Nrr:

multimillo-

CONAIE ha madurado bas-

de vida han estado ahí gracias a nosotros. Pero

tante, y hay propuestas que no son propuestas hegemónicas de un gobierno centralista, sino una propuesta que nace desde el bagaje o bestia de carga, desde el sudor, desde donde se jala la lampa o azada y el machete, desde esos espacios que no tenían expectativas de poder respecto de los lugares en donde antes se han generado las propuestas de país. Pero el solo hecho de que nosotros consideramos que lo que debe ser el Estado ecuatoriano, es un nuevo Estado plurinacional, hace que la CONAIE no plantee su proyecto sólo para el movimiento indígena, sino que plantee una propuesta de nación completa. Pues hemos visto que la constitución real de la estructura estatal actual, marginó a todos los sectores sociales, y por eso es que hay esta diversa gama de calificar y dar conceptos: derecha, izquierda, centro, centroderecha, diablo, ángel, etc. Porque la estructura del actual Estado, es una estructura que obedece sólo a ciertos intereses económicos, mientras que la CONAIE, desde el derrocamiento de los varios gobiernos, ha pedido

Ios gobiernos que ha habido, simplemente lo ven con visión de economía, y dicen que esos espacios donde se pueden generar diversas connotaciones de la vida, sólo son un

Ya, ahora sí. La

t:

otv,z rniza¿l¿

negocio. Y contra ese modelo, está el movimiento indígena. Y claro, como los recursos están ahora en territorios indlgenas, entonces sí somos un estorbo nuevamente.

C¡nros ANrowIo Acunnn Ro¡es: Claro. Quisiera plantear otra pregunta en este sentido, que creo que es importante. Estoy pensando en el caso mexicano y en la importante iniciativa del movimienrc de La Otra Campaña. Entiendo que la CONAIE está proponiendo y tiene ya un proyecto para crear un país distinto, un país incluyente, que abarque a todos los sectores sociales. Pero les

preguntaría ¿es un proyecto también anticapitalista? Y si lo es, ¿cómo concebirían esto?

M¡nroN SeNrI: Mira, el proyecto del movimiento indígena es social,

deth 'fil; i"

!,2

humanista, muy humano, recípro-

prrc ntint¡i¡,ir {llit¡


ContrahistoriaQ Y-J co, convivencial. El fracaso ya está dado aquí.

El proyecto capitalista, el proyecto impuer_

to

es

un fracaso hoy en todos los países de

Latinoamérica. La CONAIE, como movimiento indígena, defiende intereses huma_ nos, y no defiende los intereses de cuatro o cinco inversores, o de las transnacionales que están en el Ecuador. Yo sólo digo una cosa: cuarenta años de la economía del Ecuador se han basado en una economía de explota-

ción del petróleo, y durante cuarenta años los pueblos indígenas hemos visto cómo se roban el petróleo. Y en esos cuarenta añosde explotación del petróleo en la región norte de la Amazonía, esta región es la más pobre del país, una región sin servicios ,oli"l.r, durante tantos aios de varios gobiernos, además de que es una región que va a quedar, ambiental, humana y vivencialmente, como un espacio no vivible. En cambio nosotros generamos una propuesta de vida, y es una propuesra anriimperialista, anticapitalista, antimonopolio del poder. Es una propuesra de nueva sociedad, una propuesta humana, vivencial, de respe_ to del hombre hacia el hombre y tambié., hacia la Madre Tierra.

mento? Y sobre todo, ¿qué piensan respecro del futuro?, ¿creen que valió la pena esto, o creen que no valió la pena?

M¡nrox S¡Nrr: Como experiencia, valió la pena. Nosorros nos hemos autocriticado, y hemos mandado a algunos adonde tenían que estar desde -antes, o sea, los dirigentes o los líderes que hicieron

ese pacto, en aquel ento.rce., h"r, sido incluso hasta sancionados y castigados por el movimiento indígena. pero nos sirve

y tengo que dejar una cosa en claro, y es que más allá deI.' ' mucho eso como experiencia.

pacto que hicieron esos dirigentes, yo en cambio fui perseguido por Lucio Gutiérrez, como líder, siendo joven y todavía muchacho. Y de diecisiete boletas de prisión u órdenes de aprehensión en mi conrra, ni una sola surrió efecro, porque yo tuve que adentrarme y esconderme en la selva. En cambio, los compañeros que hicieron

justamente alianzas y pacros con el gobierno de Lucio Gutiérrez, renunciaron al proyecto polltico de la CONAIE, y no impusieron la agenda del movimiento indígena,

C¡nros ANroNro Acunru Ro¡es:

Muy bien.

ra?, ¿han hecho una autocrítica respecto de esta parricipación? ¿Piensan que estuvo bien participar, según la coyuntura de ese mo_

¿Quieres que reromemos la his_

toria de la CONAIE, o pasamos ya a la situación actual? ManroN S¡Nrr: Como tu veas, bien.

sino que aceptaron estar dentro de la agenda del gobierno, y estuvieron sometidos al tiempo que el gobierno los quiso tener ahí, porque cuando ya no los quiso, simplemente les dijo 'Gracias, fuera de aquí'. y eso sí es una experiencia grande de la CONAIE. por-

C¡nros ANrouro Acunnr Rops: Sigamos enronces con la historia de la CONAIE. Después de lo deJamil Mahuad, viene otra vez una suerte de restauración con el

gobierno de Noboa. y luego la llegada al poder de Lucio Gutiérrez, yla participación, precisamente, de la CONAIE en varios Mi_ nisterios. ¿Cómo ustedes evalúan eso aho-

la otr¿t ffiiradtz de

Clíe

'fffi'j"

que Lucio Gutiérrez, después de romper su alianza con el movimiento indígena, llegO incluso a ser anriindigenista. Entonces, .l q.re era el Presidente de la

CONAIE en ese tiem-

po fue perseguido, y aquí en la puerta

de

este edificio en donde ahora estamos fue balaceado, aunque por suerre no hubo nin-

gún muerto. A parrir de un trabajo de inte_ ligencia militar, Lucio Gutiérrez rompió la

lu o*a rníwrj¿ dr {)lis


F'

ffi!

meror+birla ¿ffi.]

unidad del movimiento indígena a nivel nacional, a nivel provincial, a nivel regional y en las comunidades. Cenros ANroNro Acurnru Ro¡as:

O

sea

que desarticuló al movimiento de la

CONAIE. M¡nroN

SRr.¡tr:

Desarticuló al movimiento indígena. Así que me ha tocado y nos ha tocado durante muchos años, trabajar nuevamente para reconstruir la unidad de la CONAIE, volver a unirla en una sola voz. Pues la presencia de un líder máximo de Ia Amazonía, durante el gobierno de Lucio Gutiérrez, provocó que muchos de los intereses de los pueblos y nacionalidades indígenas amazónicos pasaran a un quinto plano y que no hubiese una clara agenda del movimiento indígena. Fue un momento o espacio de desarticulación, y se veía en lo que entonces decía Lucio y en lo que decía su ministro de defensa, cuando tenían una agresividad tremenda hacia el movimiento indígena, apoyados en el clientelismo con el que en esos tiempos contaban.

había el pacto de Lucio con ciertos líderes regionales y nacionales, en la Amazonía había una resistencia focalizada en un punto, en donde la figura de Lucio Gutiérrez estaba siendo desprestigiada a nivel nacional y a nivel internacional, por su violación de los derechos humanos en los territorios indígenas. En ese tiempo yo decía una cosa, que si los hermanos que están en la elite, compar-

tiendo con Lucio en Buffets diplomáticos, mientras acá los hermanos estamos siendo perseguidos, entonces no pttede existir bajo esa

lógica la CONAIE, y que en ese caso era

mejor que se desbarate la CONAIE, y que se conforme una nueva organización como la que era la CONAIE en los años noventa. Y esas declaraciones mías provocaron muchas reflexiones, e hicieron que sonaran mucho nuestras luchas, por ejemplo en Sarayacu en la provincia de Pastaza, esto sonó mucho. Tenlamos una demanda legal contra el Estado ecuatoriano, por la violación de derechos humanos, en la Corte Interamericana, y eso generó muchas expectativas y sirvió nuevamente para aglutinar a la gente. Y en la Asamblea, los que habían ido a

tiempo en laAma-

ser Ministros y Viceministros, fueron muy

zonia, en la CONFENIAE (Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana), llegaban con unos horrendos camiones de regalo, y yo me moría de rabia, porque no podla acercarme, puesto que estaba siendo perseguido. Y ahí decían a

sancionados. Entonces eso nos sirvió como

Me acuerdo que en

ese

la gente: 'Nosotros aquí estamos dando esto...' (como si le dieran regalos a los niños), '...porque pensamos que el proyecto de ampliación de la frontera de los megaproyectos de la explotación minera y petrolera es el camino para un cambio, y esperamos el apoyo de ustedes'. Yo he tenido algunos enfrentamientos con Lucio, ysoysu enemigo político, y lo he dicho públicamente. Así es como nació nuevamente la unidad en IaAmazonía, pues mientras acá en Quito

!¿ *tt-a nirwd¡t

l" {,//"

experiencia, y como un punto de partida parala reflexión. Por eso, cuando yo llegué como Presidente de la CONAIE, decidí que con ningún gobierno voy a hacer cogobierno, ni tampoco alianzas, porque si no ellos nos van a imponer la agenda de ellos, y nos tendrán el tiempo que ellos quieran, manteniéndonos tranquilos con que ahora sí, que ahora no, que ya mismo. No. Aqul vamos a plantear un proceso reivindicativo de nuestra agenda,y alevantar los pilares fundamentales de Io que fue antes la CONAIE, para implementar un impacto o incidencia nacional. Y aquí vamos a hablar de tú a tú, es decir, del Gobierno de la República al Gobierno de los Pueblos y Nacionalidades in-

"'fi;; í"

ht ot¡¿ *¡irad,,r de {-lía


fontrahistoriaC. v-----tr-J dígenas. Y yo les diré, "No me ponga, señor Presidente, a uno de sus voceros que me ven-

visitar. Si te visito yo, te visito yo como representante, o vienes directamente tú, como Presidente de la República, y ahí haga a

blamos, ba.io una agenda. Si no es así, no". Y es así como ahora está nuestra posición.

C¡nros ANroNro Acunn¡ Ro¡as: Está muy claro. Y desde esta perspectiva enronces, aun-

que queda ya un poco esbozado, ¿cuál es entonces su evaluación de lo que representa el gobierno de Rafael Correa? ¿Qué es lo que

creen ustedes, creen que hubo realmente un cambio importante, al pasar del gobierno de

transición interino posterior a la caída de Lucio, al gobierno de Correa? Y ¿cuiil es la postura de ustedes frente a este gobierno?

nero, así que últimamente, en estos últimos meses, está perdiendo su credibilidad Rafael Correa. ¿Por qué? Porque no se ha cumplido la promesa de é1, pues todas las trasnacionales siguen haciendo lo mismo, y el ochenta por ciento de sus ganancias se está yendo a su capital de inversión, y sólo el veinte por ciento se está quedando en Ecuador. Hayproyectos mineros que especulan con millones y millones de dólares, con divisas generadas en el Ecuador, pero que en realidad son contratos que ni siquiera tienen veeduría o supervisión del ciudadano, no hay ahí participación social en la toma de deci siones. Ciertas áreas estratégicas, como las telecomunicaciones, esrán siendo entregadas a empresas muy grandes, como las de Porta o Movistar, y el mes pasado hicieron este

Mira, hay algunas cosas en las que, por ejemplo, Correa sí ha golpeado al sistema económico, como en la nacionalízación de áreas

negocio con el Señor SIim, de la empresa Porta, que es por cierto mexicano. Las áreas estratégicas de la energía están siendo nuevamente privatizadas, y hay una empresa japonesa que está con ese negocio. Thmbién

ini-

están hablando del proyecto de una integra-

M¡¡.roN S¡Nrl:

estratégicas, algo que sonó muy fuerte al

cio de su presidencia. Y nosotros también apostábamos a que esto iba a ser efectivo,

ción latinoamericana, en el que ya

pues lo primero que hizo fue una ley de regeneración económica hacia el país, en la que

hacer el eje vial transversal Manra - Manaos, en el cual muchos pueblos vamos a ser afec-

las trasnacionales, que invertían sus recursos y se estaban llevando el ochenta por ciento de las ganancias, cambiaran para que sólo se llevaran cincuenta por ciento de esas ganancias, o sea sólo la mitad, y la otra mitad se quedara para el Esrado ecuaroriano. Pero ocurre que con el pasar del tiempo, a un año de su gobierno, y aunque empezó impulsando un proyecro pollrico que fue aceptado por todos los sectores, las cosas cambiaron, y algo está pasando ahora. No sé si será la intención de él mismo, o serán los que están coordinando, o asesorándolo, o los

tados. Y ahora ya no hablan del Tiatado de Libre Comercio con Norteamérica, sino con la Unión Europea. O sea que hasta los primeros ocho meses, el proyecto político de Rafael Correa generó una expectativa muy grande de cambio social, de cambios en Latinoamérica, de un gobierno socialista, o de un gobierno de comunidad, o de un gobierno que represenraba lo que nosotros habíamos planteado. Pero desde ese momento paraacá,ya no. Hoy me parece que están haciendo un convenio con Venezuela, para privatizar Petroecuado¡ y

Ministros, Pero lo que es claro es que ahora yanohablande la nacionalizacrón, sino de la implementación de proyecros para tener di-

algunas concesiones petroleras que están en

!¿ ornt mir¿da ,lc

clit¡ 'fffi'j"

están

construyendo un puerto en Manta, y van

a

exploración van a ser privatizadas. Los pueblos Thgaeri yTaromenane, que son pueblos

Lt a¡ra rnir¡¿ia

tlt

cJk:


ffi7*m*mam*rttt*

libres, viven en una zona intangible, y

jfr

esa

versatorio y de diálogo. Si él quiere aceptar

zona está siendo entregada a Petrobras, a los

la agenda de nosotros, si acepta nuestra agen-

chinos, a la empresa Techint, y a un montón de empresas en el sur de la Sierra, a la Ascendant Cooper Corporation de Canadá, y a un montón de trasnacionales mineras que están en territorios indlgenas. Mientras tanto, a la gente la han criminalizado, la han metido alacárcel, o sea que no ha habido una intervención del gobierno, ni

da, nos sentaremos a dialogar. Si no, pues

siquiera para defender el derecho a vivir en estos espacios, en donde están las mineras y las petroleras. Al contrario, hay una persecución de los líderes que están en contra del proyecto, haylíderes encarcelados, como una señora Prefecta de Oreliana que está en Ia cárcel, o cuarenta compañeros que querían que se socialice la información de cual era la actividad minera, están hoy en la cárcel en la región de Cuenca. O sea que ahora nadie puede protestat porque hay una ley que han expedido, y en la Asamblea Constituyente los artículos que conciernen al colectivo ecuatoriano no están siendo tomados en cuenta.

La propuesta de la CONAIE, sobre el tema de la plurinacionalidad, acaban de dis-

cutirlo el día de ayer, y decidieron no ponerlo como un Estado plurinacional, sino que la plurinacionalidad va a estar como en un segundo nivel de la composición social, y no como una composición del Estado. La consulta previa e informada, que consta en los tatados y Convenios Internacionales, y en la Declaración de las Naciones Unidas, ha sido muy criticada por el Presidente de la República, Rafael Correa. El ha dicho que los movimientos indígenas son sólo el dos por ciento, y sólo tres dirigentes que son parecidos a los pelucones de Guayaquil, y también que si no se va a generar ninguna cosa en la economía, que el movimiento indígena va a ser el culpable de todo este caos. Por todo esto, en la actualidad, yo he roto con el Presidente Correa los espacios de con-

!,t

stu t¡tit¿tJt¿r-

,rrr,

estamos preparados para seguir la larga his-

toria y el largo camino de la resistencia de Ios pueblos y nacionalidades indígenas. Estos últimos me han dado un mandato, y desde ese mandato hemos pensado en un levan-

tamiento. Pero tampoco queremos darle alas ahora a la derecha, que está queriendo confluir con nosotros, aunque hay un montón de expectativas que Correa ha generado, para

luego generar también mucha desconfianza, y no sólo del movimiento indígena, pues se ha ido en contra de la migración y les ha insultado a los compañeros migrantes. Bueno, no estoy seguro, y quizá la iniciativa con la que Correa empezó su gobierno, con la fuerza de los primeros meses de su gobierno, era el proyecto que tenía é1, pero los que ahora están decidiendo son quizá sus Asesores, que están del lado de los poderes económicos, o talvez ahora deciden los que en su campaña hicieron negocios, para mantener el dominio de esos poderes económicos del Ecuador. Y nosotros hemos dicho, yo le he dicho en un diálogo: 'Señor Presidente, pensamos que tú tienes un buen tra-

yecto, pero hay ahora algunos entorpecimientos, los que el movimiento indígena y los sectores sociales, vemos con mucha pre-

ocupación. Si estás siguiendo la opinión de tus Asesores en ese nivel, entonces tú estás siendo meddo en una trampa de la derecha, del poder económico, y quisiéramos en cam-

bio que tú

seas

el eje principal que llame al

colectivo de los ecuatorianos, así como Io hacen nuestros pueblos cuando algo va mal, que llaman a sus representantes, a sus sabios,

y piden por favor que les digan cuál

es la meta hacia la cual hay que dirigirse'. Yo le he pedido dos veces que llame a todos los sectores sociales que quieren el cam-

bio en el Ecuador, pero no ha hecho

'fiüé?'

lt

*tr¿ wi*tda de {,/ía

caso


fontrahistoriaC. v______tr_J

proceso de diálogo con Ia CONAIE. Así que

preguntamos si no hay ninguna iniciativa desde el gobierno, para generar con esos re-

nosotros mismos, los indígenas, estamos

cursos una economla de mayor autosuficien-

hablando y reuniéndonos enAsambleas Permanentes con las bases. Y en cualquier pequeño rato, quizá sl puede haber un nuevo levantamiento indígena.

cia, hacia los sectores productivos agrícolas y hacia los campesinos.

C¡r,ros A¡¡toNro Acurnr,r Roj.rs: Sólo para cerrar este punto, aunque ya es muy claro a partir de tu respuesta. Desde esta luz, el proyecto del llamado Socialismo del siglo )O(I, creo que aparece más bien como pura retórica, y además un poco vacía ¿no?

muchos periodistas me han preguntado, A ver ¿qué pasó con el movimiento indígena? ¿Por qué se callan frente a tantos atropellos?'. Y yo les he dicho que no es el movimiento indígena el que ahora tiene que retomar solo la lucha, sino que son ustedes también, pues el movimiento indlgena ha hecho ya algunos procesos de cambio. Y no es porque este movimiento esté débil, sino que ahora estamos viendo cómo reaccionan los otros sectores sociales, porque Correa está dando la imagen de que el movimiento indígena y la

ya. Entonces hasta hoy no hay ya ningún

M¡nroN S¡Nrr: Si, es retórica vacía.

Carlos ANroNro Acurnr.r Ro¡as: Claro.

En

esta oficina, pasa a veces gente que

piensa y cree que nosotros somos o deberlamos ser los que vamos a salvar al Ecuador, y

izquierda del país van a desestabilizar

aI

Ecuador, y no podemos caer en el juego de esa mala imagen en el mundo, nosotros. Todavía hay tiempo, así que ojalá Rafael

M¡nroN S¡Nr: Y aquí lo llaman 'Revolución ciudadana'.

C¡nros ANroNro AcunnE Ro¡as: Ah, ni siquiera se llama acá Socialismo del

Correa recapacite.

siglo )Cü.

Cnnros ANroNro Acurnru, Ro¡e.s: Ojalá.

M¡nroN S¡Nrr: Revolución Ciudadana se llama. A nivel de Latinoamérica quizá Correa lo llama el Socialismo del siglo )C(I, pero lo que él pregona no es real. Te sugeriría que para comprobar esto entrevistaras a algún Profesor o periodista, alguien de la de izquierda. Nosotros Io que vemos es que Correa no ha cambiado nada. Al inicio tuvo su auge, pero ahora defiende ya otros intereses. Y la gente está a punto de explotar, pues hay una cuestión bien grave a nivel de la canasta familiar básica, aunque sabemos que este es un problema mundial. Aquí, por ejemplo, el petróleo crudo creo que está a 139 dólares, o 135, ó algo por ahí, o sea muy alto, y nosotros nos

!¿ atr¿ mir,tátt d"r

{-llt¡

M¡nrou S¡Nrr: si. Cnnros ANroNro Acunnr RoJ¡.s: Bueno, te diré que sobre este punto yo soy pesimista, y no creo que eso ocurra, pero veremos. Para terminar, quizá una o dos últimas preguntas. Es muy interesante la fuerza qtre alcanzó el movimiento indlgena, y en especial la CONAIE, aquí en Ecuado¡ y cuando uno lo ve desde México, se pregunta ¿qué conexiones tienen, y cómo evalúan ustedes, por ejemplo, los avances y la situación del movimiento indígena en Bolivia? ¿O por ejemplo el movimiento indígena de

'fffi'í"

la ¿rr¿ rnirad¿

¿le

C!!o


ffi

m*moraaira

Colombia, que es mucho más pequeño cuantitativamente, pero que es importante políticamente, el movimiento de la región del Cauca? ¿O también el movimiento indígena Mapuche de Chile? No sé si ustedes tienen contactos con el movimiento

indígena de Perú, pero ¿cómo ven todo esto?

Y después, por último, me gustaría

preguntar también, ¿cuál es su postura o su idea respecto del movimiento neozapatista en México? MARLoN SANTI: Verás, a nivel de Latinoamérica tenemos una

alianza,los pueblos indígenas de los Andes están en la CAOI, la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas, y en la COI-

CA que

es

la Coordinadora de Organizacio-

nes Indlgenas de la Cuenca Amazónica. So-

bre la propuesta de reformas que se está dando en Bolivia, pensamos que son avanzadas,

que son progresistas, y yo diría que Evo Morales, y no porque él sea un indígena, el sí es el que hace Ia revolución del siglo )O0, o el Socialismo del siglo )C(I, si cabe llamarlo así. Pues Evo ha cambiado bastantes cosas, y la reforma agraría está muy avanzada ahí en Bolivia, o la nacionalización de las áreas estratégicas está también avanzada, y

ffi

ner un trato especial, desde la hermandad de todos los países, porque en Colombia atraviesan por una crisis de una guerra que lleva ahí, entre los revolucionarios y los grupos oficiales que son del gobierno. Entonces hay un nivel de hechos que un pueblo no puede superar, y que hace que sean muy limitados los proyectos que ellos tienen ahora. Aunque a nivel de los artículos de la Constitución, Colombia y Venezuela están un poco más adelantados, porque en esos países si hay una representación directa de los pueblos indígenas en el Senado, así que tienen voz los pueblos para cualquier cambio. Pienso también que en todos los países de Latinoamérica, los proyectos que denen se

los gobiernos son más cercanos, no al colectivo, sino al individuo. Y cuando te digo al

individuo, estoy hablando de las minorías de los poderes económicos, que nunca son muchas en un país, pues son siempre diez, o catorce, o siete empresas trasnacionales las

que manejan ese poder económico, o son las pocas personas más ricas de un país. En cambio, conozco algo del neozapatis-

ba, si Morales gana el referéndum del sí, en

mo mexicano, pero más por lecturas que he hecho cuando hicieron La Otra Campaña, momento en el que me metl más a fondo para conocer cómo era este movimiento. Algunas de las causas que g€neran este mo-

Bolivia habrá grandes cambios sociales, y

vimiento son las del abandono desde el go-

nuevamente los pueblos van a ser dueños de su propio destino, dueños de sus áreas es-

creo que si el referéndum de Bolivia lo aprue-

Cruz

bierno central. En sí no conozco la historia de los neozapatistas, pero creo que luchan por una transformación que se encamina a

quiere minimizar la reformaagraria, ella está

que los grupos sociales, como los grupos in-

ahí como algo que es magnífico, y que creo es un avance respecto de todos los países de

dígenas, puedan participar realmente en la vida cotidiana de una República, participación que está coartada en todos los países, impedida y bloqueada. Y he escuchado hablar del buen gobierno...

tratégicas. Y aunque la derecha de Santa

Latinoamérica. El caso de Colombia, con algunos compañeros hemos analizado la problemática indígena en Colombia, y pensamos que es algo muy fuera de 1o común, y que con esos pueblos indígenas colombianos se debe te-

la o*-a

p¡irwitt*

"r,

C¡nros ANroNro Acurnru Ro¡as: De las Juntas de Buen Gobierno.

"üti ít

la silzt ffiirada tb {-lía


l-ontrahistoriaQ v J -

M¡nroN S¡NII:

pas,

y te digo

esto porque he leído algunas

conocer

Sí, de las Juntas de Buen Gobierno, y he es-

cosas sobre ellos. Pero sí me gustaría

cuchado también hablar del mal gobierno,

visión, y cu:íl es el futuro de ellos como movimiento indígena.

así que creo que a todos los gobiernos de Latinoamérica los podemos ubicar en el mal

m¿ís de

fondo cómo

es su

Así que veo al neozapatismo mexicano como un movimiento que puede ser ejem-

Cnnros ANroNro Acurnnl Ro¡es: Bueno, pues espero que los libros míos que te dejé, puedan aportarte :alvez algún pequeño elemento, o alguna pequeña pista sobre estos puntos. Muchísimas gracias por esta entrevista. No sé si quieras agregar algo, algún punto final de la entrevista, o algo que creas que no te haya preguntado, y que sea importante que se conozca en México, o en América Latina. porque nuestra revista se difunde también un poco en Colombia, en fugentina y en otros varios países de Améri-

plo en Latinoamérica, ejemplo por sus pro-

ca Latina.

gobierno. Y he oído de la idea de Ia reciprocidad, con la que se implementa la vida cotidiana de los indígenas, y creo que eso es lo que se vive en nuestras comunidades, y uno de los reclamos que se hacen. Cuando la Comandante Esther habla en términos de igualdad, de bondad, eso nos recuerda a la humanidad, a lo humano que existe entre tu y yo, a lo humano dentro del colectivo que habitamos.

yectos, y por su visión, y por el pensamiento

que denen. Y quizá casi todos los pueblos indígenas tenemos el mismo pensamiento: dempo pasado, y también el tiempo futuro, que es una sola dimensión, y la dualidad entre la mujer y el hombre, y el hombre en su unidad con la madre tierra. Esas cosas están también presentes entre los indígenas de Chia-

ManroN S¡Nrr:

No, creo que

está

bien asl.

el cunan, el aura, elwashapacha, o seael

Cnnros Arroulo AcutnRe Ro¡ns: Pues otra vez, muchas gracias.

MARLoN SANTI:

Gracias a ti.

ffi la

-otr¡¿

txir¿á¿ d,:

{llia "fil;'j"

l¿ arra ¡nira¿la de ctía


#8Vffiffi%ES libro cle lmmanuel Wallerstein, Historia y Dilemas de los Movimientos Antisistémicos, que reúnevarios ensayos imNuEsrn¡ Eorrorulr Contrahlstortas acaba cle publicar el

portantes sobre este tema funclamental, incluyenclo, entre otros, un largo ensayo hasta hoy inéclito en español, que da precisamente nombre a todo el libro, así como los varios textos que hasta hoy ha escrito Immanuel Wallerstein sobre el cligno movimiento neozapatista.

lnvitamos a todos nuestros lectores a leer este interesante libro, que pueden encontrar en las librerÍas habituales o con la cada día más extensa red de amigos cle

Contrahlstorlas.

fur ro¡repo

EN Corouun, por las Ediciones Desde Abajo, el libro cte Carlos Antonio Aguirre Rojas, Manclar Obedeciendo. Las lecciones polítlcas del neozapatismo mexicano, libro que fue presentado en mayo pasaclo en la ciudad de Cali, y en junio en la ciudacl cle Quito, Ecuador. lnvitamos a los amigos colombianos y ecuatorianos a buscar y a leer ésta, que es ya la tercera eclición de esta obra,

l";

oaz¿

*si¡n¡i,¡r"

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"fiir?"

l,z attzt vxir,zdir de

{,/íc


y las provocaciones en contra cle las co-

Hn sloo

REED¡rADA,

por la Editorial Con-

trahistorias, la que es ya la décimotercera edición del Antimanual del mal Historiador, de Carlos Antonio Aguirre Rojas. Con esta nueva eclición el libro alcanza ya un tiraje de más cle veinte

mil ejemplares, clistribuidos en español y en portugués en ocho diferentes paÍses. ContrahÍstorÍas se congratula de esta nueva reedición, e invita a toclos sus lectores a leer esta nueva edición, corregida, actualizada y con nueva Bibliografía de esta misma obra.

munidades bases cle apoyo del neozapatismo mexicano. Como en el preocupante ataque del pasaclo 4 de junio a los poblados de La Garrucha, Hermenegilclo Galeana y San Alejandro, en donde la agresión del ejército llegó a niveles que no se habían visto clesde hace muchos años en las montañas clel sureste mexicano. Al respecto, invitamos a nuestros lectores a revisar el Informe clel 4 de julio de 2008, titulaclo Seclena: Vientos de Guerra, elaborado por el Centro de Análisis Polltico e Investigaciones Sociales y Económicas de San Cristóbal, CAPISE, y que puede ser consultado en su sitio en Internet: www.caPise.org. mx Pero los neozapatistas no están solos, y ha comenzado ya una moviliza-

ción y una denuncia importantes, naLn or¡,wsw¡ cI¡BERNAMENrA¡. en contra cle las

cionales e internacionales, en contra clel

dignas comuniclacles neozapatistas de Chiapas, continúa incrementándose. Y al mismo ritmo en que todo México sigue siendo militarizaclo, bajo el ridÍculo pretexto que nadie cree cle la fallida guerra contra el narcotráfico, y con el real objetivo de criminalizar y ameclrentar todo tipo de protesta social, a ese mismo rit-

cacla dÍa más deslegitimaclo gobierno

mo aceleraclo se incrementan los ataques

munidacles inctígenas rebeldes de Chiapas.

!,t wr¡¿:reír¿,}¿

dt

{llia "'ü"jl

federal mexicano. El Coucnvo Co¡nneHIsroru¡s reitera su más

enérgica protesta en contra de esta agresión gubernamental, y llama a todos a estar muy alertas y atentos respecto de los acontecimientos inmediatos futuros, y cle la diffcil situación actual de esas dignas co-

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otta rnirad,t de cllo


2ontrahistoria€ ¿ --j

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-

HA PUBLICADO LoS NI]MEROS SIGUIENTES:

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Núrrlpno l. (SEPTIEMBR.E DE 2oo3) Dossier: La microhistoria italiana

NúuBno

2. (MARzo DE 2oo4)

Dossier: Corriente de los Annales

NÚu¡nO

3. (SEPTIEMBRE DE

2OO4)

Dossier: Historiografla mundial

NúurRo

4. (MARzo DE 2oo5)

Dossier: México y Arnérica Latina NÚMERO 5. (SBPTIEMBRE DE

2OO5)

Dossier: Chiapas y las nueuas resistencias latinoamericanas

¡¡úurno

6. (MARZo DEL 2006)

Dossier: La Otra Carnpaña Nún¿nno 7. (SEPTTEMBRE DEL 2006) Dossier: Retorno al paradigma indiciario

NúunRo

s. (MARZo DE2oo7)

Dossier: Autlno/nía, Connapodrr

I

Otro Gobierno

NI]MERo 9, (SEPTIEMBRE DEL2OoT) Dossier: Escuela de Frankfurt

Ntjtr¡Bno ro. (MARzo DE 2oo8) Dossier: Hacia el Programa de La O*a Campaña NúMERo rl. (SEPTIEMBRE DE 2oog) Dossier: Discurso Crítico y Modernidad


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