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ELEGIR LA COPA DE VINO CORRECTA

Hablar de la historia de las copas en las que se ha servido el vino es hablar de los distintos materiales con los que han sido fabricadas, así como de otros recipientes. A lo largo del tiempo se ha llegado a dominar el uso adecuado del cristal, material que permite elaborar copas donde se aprecian las características del color, aroma y sabor del vino.

El servicio del vino se ha adecuado a diferentes épocas históricas. Se cree que los cavernícolas hacían recipientes de cráneos o de conchas del mar. Siglos después, en la edad de bronce, los pueblos de la península ibérica usaron la arcilla cocida para elaborar sus copas. Con la invención de la técnica de vidrio soplado se elaboraron las primeras copas transparentes para servir el vino. En sus inicios eran objetos frágiles, pero con el paso del tiempo y hasta el Renacimiento, los diseños y materiales proliferaron. Es a partir del siglo XVIII que el cristal pasó a ser el material predominante, gracias a su mayor maleabilidad y brillo. A partir de ese momento y hasta nuestros días, el cristal es el mejor material para servir y degustar el vino.

La elección de la copa por supuesto que va a cambiar nuestra percepción sensorial del vino en cuestión, así como la botella, el servicio, el estado de ánimo que tengamos, el lugar, etc. Es- tos factores van a regir nuestra experiencia y la volverán única. En lo que se refiere específicamente a la copa, son tres los puntos a considerar al elegirla. Primero, la copa debe permitir la percepción del color del vino. Segundo, el material –cristal, en este caso– debe favorecer la liberación de la totalidad de los aromas del vino al entrar en contacto con este. Y, por último, debe permitir que los sabores del vino se liberen y acentúen. Es decir, la copa correcta es la base de una buena cata de vino.

El principio básico

El quid del asunto al momento de elegir es el siguiente: el diámetro del borde de la copa; es decir, lo que llamamos boca. Este debe ser menor que lo que mide la parte del cáliz, forma que facilita la concentración del espectro aromático en el espacio libre de la copa. Este principio básico es el que nos guiara a la hora de elegir las copas para cada estilo de vino.

Otra variable para dar con la copa correcta es su forma. Ella va a influir en la percepción de los aromas, así como en la fase gustativa. Es la forma de la copa la que va a conducir el flujo del vino a una zona específica de la lengua y con ello maximizar o aminorar las sensaciones de cada estilo de vino.

DE IGUAL FORMA, EL USO DE CIERTA COPA DEPENDE TAMBIÉN DE LA OCASIÓN Y SE VUELVE ENTONCES UNA CUESTIÓN DE ETIQUETA. NO ES LO

MISMO SALIR A UNA NOCHE DE VINOS CON AMIGOS QUE ASISTIR A UNA CATA PROFESIONAL.

Aunque no sea una regla escrita, no todas las copas son adecuadas para los vinos que nos gusta beber. Entre los estilos de copas que mejor ayudan a expresar las características del vino encontramos las siguientes:

1. Una copa de vino con el cáliz grande y la boca ancha nos ayudará a facilitar la oxigenación del vino tinto.

2. Para el vino blanco las copas que mejor concentran los aromas sutiles son las que presentan bocas estrechas. También ayudan a conservar la temperatura fresca de estos vinos, que es cuando mejor ofrecen sus sabores.

3. La copa aflautada se usa para vinos cava o vinos espumosos. Al ser de una altura media, las burbujas se desprenden lentamente hacía la superficie y se aprecian mejor sus aromas más delicados.

4. Para el vino dulce tipo oporto o jerez, se usan copas pequeñas con una boca ligeramente curva hacía dentro, facilitando agitar el contenido y enfatizar sus aromas.

Aunque estos son los estilos de copas más usados y, en términos generales, los que se deben usar, hay que mencionar que existen copas para cada variedad de uva. Pero esto ya depende de nuestro grado de meticulosidad y de objetivos personales y profesionales.

De igual forma, el uso de cierta copa depende también de la ocasión y se vuelve entonces una cuestión de etiqueta. No es lo mismo salir a una noche de vinos con amigos que asistir a una cata profesional. En el primer escenario bastará con un vaso de cristal; en cambio, en una cata o una cena formal en la que se sirven distintos vinos por tiempos, se requiere por lo menos de una copa de cristal como las que ya hemos mencionado.

Dos ejemplos y una recomendación final Quizá en el nuevo mundo sea una tradición algo desconocida, pero salir a “chatear” es una actividad bastante divertida que nos ayuda a conocer el mundo del vino lejos de su formalidad. Un grupo de amigos se reúne y va de bar en bar probando vino en estos vasos de cien o ciento diez mililitros de forma ancha y baja que se denominan chatos. Está claro, el objetivo es probar la mayor cantidad de vinos posible en la mayor cantidad de lugares; por ello, no se precisan de copas especiales.

Otro ejemplo notable, pero inverso al anterior, son los festivales de vino; cada vez más de moda y comunes en México. La elección de una copa adecuada es vital para catar las degustaciones que ahí se ofrecen, pero, sobre todo, para que los vinos expresen mejor sus cualidades.

Podemos así decir que la elección de copa es proporcional al objetivo que se persiga. Ciertamente se pierde mucho si no bebemos en la copa correcta, pero no hay necesidad de alarmarnos, sino de estar atentos y aprender el porqué de estos preliminares. ▼

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