Cactus #19

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En la búlgara Urok, la protagonista es una maestra de escuela, cabeza de familia en un hogar con un marido alcohólico y endeudado A la izquierda, la rusa Leviathan.

Salvando algunas excepciones, la norma general en Hollywood es representar la crisis como algo demasiado complicado de explicar y ocasionado por la figura de un inversor maquiavélico o irresponsable, mientras que en el cine europeo sobre la precariedad prima el punto de vista de quien la sufre, esto es, los ciudadanos. Los géneros más recurrentes para abordar esta precariedad en pantalla son la comedia – mediante la que se evidencia una necesidad de hacer de ella algo más digerible y amable para el espectador – o el drama cuando se opta por el extremo opuesto. Con frecuencia nos encontramos con comedias ligeras que tienden a recurrir más a estereotipos y personajes planos. Por eso no es de extrañar que en la comedia italiana Il Capitale Umano (2014, Paolo Virzi) esté presente el ya habitual personaje que invierte todo su dinero de manera irresponsable, lógicamente lo pierde, y el resto del filme asistimos a sus peripecias por ocultar este hecho mientras trata de recuperar sus ahorros.

crudeza un caso de pobreza extrema ejemplificado en un joven contratenor desempleado que prácticamente no pronuncia palabra en casi todo el metraje, tensando la imagen de un país que ha enmudecido debido a las injusticias sociales impuestas. La idea del individuo que se encuentra solo frente al desastre cobra fuerza Dheepan (2015, Jacques Audiard). Experto en enfrentar violencia y ternura en sus historias, el último filme del director francés muestra la precariedad desde la óptica del refugiado de guerra que va a parar a una banlieu de París, mostrando cómo el sueño europeo también se resquebraja en el mismo corazón de occidente. Porque en ese barrio marginal al que va a parar, el protagonista tiene que lidiar con la pobreza, el racismo y los narcotraficantes que controlan el vecindario. Audiard subraya el carácter violento de la precariedad mostrando cómo el protagonista opta por resolver sus problemas aplicando violencia (en su caso, unas habilidades militares adquiridas en la guerra) y convirtiendo la banlieu en un campo de batalla real.

Se han tomado muchos caminos a la hora de retratar la crisis en la pantalla y no todos son positivos ni ayudan a entender el problema

Por otra parte, el drama actúa de contrapunto incidiendo en un retrato más profundo de las consecuencias de la crisis. Perteneciente a la vertiente menos críptica de la Nueva Ola Griega, más del lado del drama social, se encuentra Boy eating the bird’s food (2012, Ektoras Lygizos). Lygizos narra con

También la rusa Leviathan (2014, Andrei Zvyagintsev) presenta el problema del protagonista desde una perspectiva fatalista. Una vez más se muestra la lucha del individuo contra todo tipo de instituciones corruptas, empezando

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