POESÍA
que pasan a través de la persiana entrecerrada y flotan por el techo; lo veo suspendido por el aire en su asiento asignado, sin poder dormir, con el estómago revuelto por su futura decisión, y un vaso de plástico en la mano; lo descubro solo otra vez, perdido entre la música, con los dientes cubiertos de cemento, intentando aprender cómo se vive de un fogonazo cegador a otro; observo cómo flota entre lo frágil, de espaldas, mansamente; lo contemplo recluído en sí mismo, encaramado al borde de su propia juventud.
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