Bonsái, número 5

Page 8

CUENTO

invisible.

Olía a ti. Siempre. Toda la casa era tu olor y por eso

sabíamos si estabas en la cocina, en la sala, si regresabas de clases. Por momentos a tu padre y a mí nos encendía la angustia, temblábamos, nos mirábamos. Entonces, sin haber dicho una palabra, nos dábamos cuenta que estabas ahí, oloroso, vuelto hacia ti, y nos apresurábamos a echarnos al piso y dormir para hacer lo propio. Pero nunca pudimos volver a la calma de tu desidia y ahí estaba tu peste, sin movimiento

8

e insignificante. Nosotros olíamos, ensanchábamos nuestros pulmones de tu negligencia y por primera vez te odiamos.

Con el odio aún empuñado y fresco incendiamos la

casa y no saliste, te esperamos afuera mientras veíamos cruzar remolinos de fuego en las habitaciones de la casa. Ni el calor te hizo hablar. Supimos de ti por el humo, era tu olor limen, como de ninguna cosa. Tu padre dijo que la casa así, quemándose, se parecía mucho a ti cuando te encendías para luego abstraerte en un movimiento pequeño que él y yo nunca entendimos. Seguro pensó que era el mejor momento para bailar sin acordarse de ti, ni de nosotros; yo lo pensé. Pero


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.