Edición 129

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Martín Morales no tenía idea de que, dos años después de abrir Ceviche, el critico gastronómico más importante de Inglaterra, Giles Coren, escribiría en The Times que después de comer en su local no quería ir a otro sitio nunca más. O que el periódico más importante de Londres, el Evening Standard, lo elegiría como una de las personas más influyentes de la ciudad platos del mundo. ¿Cuándo abres?». En ese entonces, aún estaba a dos años de distancia para abrir Ceviche. Claro, sabía cómo preparar un ceviche, y no uno cualquiera. Uno mezclado con cariño, como le habían enseñado sus tías abuelas. *** Martín Morales aprendió a mezclar limón con pescado en Lince, un distrito pequeño en Lima, de calles tranquilas y comercios. La casa donde vivía pertenecía a sus tías abuelas, Carmela y Otilia Vásquez. Martín iba todos los fines de semana y, a los seis años, lo sentaban a pelar papas, sacar las piedritas del arroz, pelar habas y quitar los granos malos de las lentejas. Ambas tías abuelas gustaban de engreír a sus hijos y nietos, por lo que Martín pudo aprender sus primeras recetas. Fue ahí donde le inculcaron la regla de oro de la casa: aquí se cocina con cariño. Así preparó su primer cebiche. También una delicia llamada Pollo

de la Tía Carmela; un estofado con cebolla, tomate y comino, cuya receta se encuentra en el libro que Martín está por publicar, Martín Morales mezclaba limón con pescado para que lo quisieran más [y para no olvidar]. A los once años, partió con su padre y su hermana a vivir a Inglaterra. Para hacer amigos preparaba comida peruana con los ingredientes que le mandaban de Lima o adaptando los que encontraba. Entonces, en Inglaterra, no existía gran variedad de cocinas extranjeras, así que su ceviche los dejaba impresionados. Ni su padre ni su hermana cocinaban, por lo que le confiaban el presupuesto de la semana para hacer las compras y preparar la comida de todos los días. Pero, fuera de esos momentos felices, Martín se sentía inmerso en un cuarto oscuro. En un lugar donde su cultura no existía. Por esa razón, quizá, desde aquellos años se interesó por la cultura del país donde nació, especialmente por su música. De hecho, varios años después, llegaría a tener una colección con más de 5 mil discos de música peruana.

*** Martín Morales se podía llamar, también, DJ Chef. Mezclaba limón con pescado de la misma forma en que mezclaba música cubana con capoeira [y podía hacer las dos cosas al mismo tiempo]. Esto ocurrió a sus dieciocho años, cuando se mudó a la ciudad de Leeds para estudiar Economía y Marketing. Ahí se convirtió en DJ por hobbie. Cada mes, organizaba una fiesta, llamada Global Kitchen, en la que cocinaba platos y música de todo el mundo, a tiempo real y en un escenario. Su pasatiempo se convirtió en profesión por casi veinte años. Cada fin de semana viajaba alrededor del mundo mezclando música. Estuvo en más de cincuenta países, desde Japón a Rusia, y llegó a presentarse ante 10 mil personas en el Central Park de Nueva York. Fue así como llegó a trabajar en el sello EMI Records. Ahí lanzó a la cantante de soul Joss Stone, cuando aún nadie la conocía. Fue así como un día recibió la llamada de un representante de Apple que le


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