Edición 125

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///el objeto

La raqueta de Vanessa Saba

Cada mañana, la actriz juega tenis

en una cancha en Miraflores con vista al mar. Antes había intentando con el frontón pero acabó por aburrirla. Cuando llegó a su primera clase, hace dos años, el profesor le advirtió que ya no se iría. Ahora es ella quien dice que el tenis la hace sentir segura. Y no lo hace solo para verse bien. Se divierte compitiendo.

Aún guarda su primera raqueta (la que parece abollada en la foto). Se la regaló su esposo, el director de cine Frank Pérez Garland, cuando todavía estaba aprendiendo a jugar. El día que se le quebró, a punto de partirse en dos, todos los profesores la felicitaron. Vanessa Saba no lo sabía pero destrozar la raqueta era un logro: realmente estaba aprendiendo a darle fuerte a la pelota.


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