Argonautas N #04

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Nos pasamos la vida buscando a alguien que sea como nosotros, tal y como Kelvin hacía mientras vivía con su mujer, alguien que cumpla con esas directrices utópicas que nos marcamos, del mismo modo en el que la humanidad de la novela se dedica a buscar otras civilizaciones y transformarlas en nuestro ideal humanizado de extraterrestre –sin éxito–, del mismo modo que intentamos moldear al otro. Quizá por eso nos pasamos la vida buscando espejos en lugar de buscar otros mundos, como diría Lem. Y, como acaba descubriendo Kelvin, había algo especial en su mujer que no es capaz de recrear con sus recuerdos. Será que hasta que no perdemos a nuestro ser querido no nos damos cuenta de lo especial que es y de lo inútil que es intentar cambiarlo. La versión de Soderbergh, aunque se pasa por alto gran parte del libro, sí sabe plasmar a la perfección ese contraste entre la persona real y la de nuestros sueños. Es cierto que no es perfecta: tenía que introducir de forma casi obligatoria unos cuantos giros de guion de esos que gustan tanto y que no vienen a cuento o un desenlace francamente decepcionante si lo comparamos con el de la versión literaria. Se ahorra también la ciencia ficción propiamente dicha eliminando de un plumazo las investigaciones que se llevan a cabo en la superficie de Solaris para acabar reduciendo el planeta a un mero macguffin. En definitiva, tal y como ocurre con los visitantes de Solaris, el original no se parece en nada a la copia, pero no por ello deja de resultar estimulante en su diferencia.

© 2002- Twentieth Century Fox


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