Aleceia Nº 7

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asocia a las grandes ideas, pero no a la forma literaria porque el modo de escribir los textos va cambiando.

También intento que aprendan, que mis obras sean accesibles. La mayoría de los clásicos perduran porque son comprensibles.

¿Qué métodos utiliza para investigar?

¿Qué opina de compromiso político y social de los escritores?

Tengo la suerte de haber nacido en el siglo XX y tener la oportunidad de viajar. Me gusta acudir a los lugares donde se desarrollaron los enigmas que investigo. Si no estuviera en esos sitios, mis historias estarían muy desviadas, no tendrían vida propia. ¿Qué retos tiene pendientes en próximas investigaciones?

Me parece admirable que haya escritores con un compromiso claro y firme en muchas cuestiones. Pero en el terreno político creo que tomar un partido concreto te limita y el escritor necesita ver la realidad desde una visión panorámica, porque si no limitas tu punto de vista. ¿Cómo se ha portado la crítica con usted?

Asia es mi gran asignatura pendiente y también quiero investigar próximamente en el África negra. ¿Cuál es la obra que más trabajo le ha costado realizar? ‘La dama azul’, la primera, fue la que más me costó porque yo venía de la no ficción y del periodismo y dar el salto a la ficción fue agotador y difícil. A usted le gusta mantener un contacto muy directo con sus lectores, utilizando Internet, por ejemplo. ¿Qué le suelen comentar sus lectores? ¿A veces son los críticos más duros?

La crítica española me ha ignorado y en otros países me ha tratado bien. Soy joven y muchos de los críticos no entienden lo que hago. De todas formas a mí me preocupan mis lectores. ¿Algunas de sus obras se trasladarán a la gran pantalla? Sé que hay interés. En el caso de que se lleve alguna de mis novelas al cine, mi deseo es que se haga lo mejor posible. ¿Qué control tiene sobre la traducción de sus obras?

Los lectores son los que me inyectan el interés por seguir. Me gusta estar en contacto con ellos por Internet porque entiendo que la literatura es comunicación. Para otros puede ser una forma de autoexploración o de interpretación de los sentimientos, pero yo quiero comunicar. Si no tengo una historia que contar, no empiezo un libro. Necesito una historia, comunicar algo.

Del coreano no controlo nada. Me gusta trabajar con los traductores al inglés y al italiano, que son las lenguas que conozco. El mismo grado de comunicación con mis lectores lo tengo también con los traductores, porque ellos te ayudan con el libro, pueden corregir errores. Los traductores son quienas más me ayudan a ser un autor y les estoy muy agradecido.

Un autor de éxito como usted, ¿tiene una mayor responsabilidad que escritores más minoritarios?

¿Ha pensado dar un cambio radical en su registro y escribir algún día una novela juvenil o una historia de amor más convencional?

Para mí la responsabilidad es con mis lectores. Mi intención no es abrumar al lector con un despliegue del lenguaje que lo deje KO, sino contar con él para tratar de transmitir aquello que investigo y que quiero expresar.

Si algún día lo siento, no me pongo límites. De todas formas quiero ser fiel a lo que siento. Me apetece escribir para niños, que son los lectores perfectos, porque creen en la fantasía del libro. Los lectores de todas las edades tienen Revista Literaria ALECEIA • Pág. 7


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