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El fenómeno Nairoman

El 9 de septiembre de 2016 miles

apretando la marcha, pero entonces Nairo respondió al ataque. Era imposible controlar los gritos de los espectadores y sus miradas recurrentes a las manecillas del reloj, como si en vez de una carrera de ciclismo asistieran al tiempo de descuento de un mundial de fútbol en el que Colombia fuera arriba del marcador por un tanto a cero. Ya empezaba a preguntarme en qué momento el notario o sus ayudantes nos mandarían a hacer silencio cuando advertí que el funcionario, acompañado de los prometidos, era el que más fuerza hacía. Los corazones latían a toda máquina. Estábamos a cinco minutos de ser campeones, pero ¿y si Nairo fallaba al tomar una curva y caía al suelo? ¿Y si un aficionado, tal como ocurrió en los Olímpicos de 2012 con el atleta brasilero, saltaba a la carretera para impedir el triunfo de Nairo? Pero finalmente Froome se dio por vencido y Nairo cruzó la línea de meta. Un grito de júbilo estalló en el lugar. Así fue cómo viví en carne propia el fenómeno “Nairoman” del que tanto hablan los europeos en los documentales. Les resulta curioso que un deportista como él despierte tanta pasión entre la gente. No hay ningún colombiano, en efecto, por muy indiferente que se muestre ante los deportes, que no sepa quién es Nairo Quintana. Detrás lo que hay es una historia singular de alguien a quien hay que considerar, sin miramientos, como un superdotado del deporte sobre dos ruedas.

de colombianos pusieron el despertador más temprano que de costumbre. A las cinco de la mañana del día siguiente se correría la etapa 20 de la Vuelta a España, definiendo si el ganador sería Nairo Quintana o su archirrival Chris Froome. El colombiano llevaba una ventaja de un minuto con veintiún segundos sobre el inglés, lo suficiente para alzarse con el primer lugar si lograba mantenerse a su rueda, pero vaya a saber uno qué tipo de estrategia estaba preparando el Sky Team para descontar el tiempo faltante del líder de Movistar. Para ser sincero, las carreras de ciclismo siempre me habían parecido aburridas. No entendía cómo alguien podía sentarse ante un televisor por cuatro o cinco horas a mirar una escena repetitiva: gavillas de hombres pedaleando sobre sus bicicletas con un paisaje de vértigo sin que, en apariencia, ocurriera nada interesante, salvo las esporádicas escapadas de algún gregario. Sin embargo, ese día me desperté temprano a sintonizar ESPN y sentí, realmente, que estaba a punto de atestiguar un hecho histórico. Por primera vez un ciclista colombiano podría ganar dos de las tres carreras Un comienzo inusual más importantes del mundo. Para qué caEl caso de Nairo Quintana es inusual en la rajos me serviría eso, no lo tenía muy claro. historia del ciclismo. Según él mismo cuenta, Al día siguiente habría cuentas por pagar y empezó a manejar bicicleta a los quince años, una gotera en el tejado por sellar con icopor edad en la que otros deportistas ya se han fomojado en gasolina. Pero en la carrera del sábado había un fondo épico, una especie gueado en competencias semiprofesionales. de revancha en la que la América indígena Había nacido en Tunja, pero desde muy niño se se sobreponía a la hegemonía europea, el trasladó con sus padres a la vereda La Conceptalento natural contra las máquinas de la ción, cerca del municipio de Combita, en Boyatecnología. cá. Allí ayudaba a sus padres a cultivar la tierra Ese día me había comprometido a asistir y a vender los productos agrícolas que estos al matrimonio de un primo a las diez de la exponían en la plaza de mercado. mañana y el final de la carrera estaba proPara llegar a la escuela, Nairo debía recorrer Unas veces Nairo remolsobre su pesada bicicleta de hierro una distangramado, aproximadamente, para las once. caba en los ascensos la ¡Válgame Dios, y no tener un radiecito como cia de diecisiete kilómetros hasta la localidad de bicicleta de su hermana mi papá para escuchar las incidencias de la Arcabuco. Con todo, el problema no era la disamarrando una soga a etapa mientras salía a la carretera! Todo patancia sino el terreno: se trataba de pendientes los manubrios; otras, de hasta 8% de inclinación a tres mil metros sorecía girar alrededor de la carrera. El taxisDESAFIABA A los ciclistas ta que me llevaba, por ejemplo, un tipo con bre el nivel del mar. Dicho de otro modo, era un de uniforme dejándoles una polvareda de humo con su acento interiorano y con manchas de carate itinerario bastante exigente, en el que el aire emllanta trasera. Sin saberlo, en los brazos, además de ser una autoridad pezaba a escasear en los pulmones durante el se estaba entrenando para en ciclismo, iba escuchando la transmisión ascenso, salvo para aquellas personas nacidas ser uno de los mejores en vivo al tiempo que me recordaba que ninen la región. Unas veces Nairo remolcaba en los escaladores del mundo. ascensos la bicicleta de su hermana amarrando gún latinoamericano, desde la época en que una soga a los manubrios; otras, desafiaba a los Lucho Herrera lo hizo en 1987, había ganado ciclistas de uniforme que se entrenaban por los la vuelta a España. Y la sala de espera de la alrededores en pequeñas carreras de subida, dejándoles a la notaría parecía la grada de un estadio de fútbol, con hombres mayoría una polvareda de humo con su llanta trasera. Sin sabery mujeres luciendo el suéter de la Selección Colombia e intercambiando comentarios entusiastas frente al televisor en el que lo, se estaba entrenando para ser uno de los mejores escaladotransmitían la carrera. res del mundo. Si alguien cruzaba la puerta de entrada, lo primero que preBoyacá es un departamento conocido nacionalmente por ser cuna de grandes ciclistas. Por eso no tenía nada de raro que guntaba era quién iba ganando. Era evidente que muchos desabundaran organizaciones de ciclistas deseosos de vincular a conocían los tejemanejes del deporte, pero todos estaban al jóvenes promesas de ese deporte. Uno de esos equipos, “Botanto de que si Nairo se mantenía detrás de Froome el título sería para él. A media ahora de terminar la carrera una cámara aérea yacá, raza de campeones”, puso la mirada sobre Nairo cuando mostró al escarabajo colombiano subiendo una pendiente eseste tenía dieciocho años. Como suele acostumbrarse en estos casos, lo llevaron a una prueba de potencia para medir la fuercarpada al lado del “keniata blanco”. Finalmente, el inglés trató de jugarse sus últimas cartas levantándose sobre los pedales y za de sus pedaleadas. No podía ser posible: el joven diletante


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