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Manuel Viola Figueras
from Revista SFM
by Revista_SFM
ENTREVISTA
Por Rocío Jurado
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Manuel Viola nuestro primer entrevistado para el número 0 de la revista de la SFM, se adentró en el apasionante mundo de la fotografía cuando aún sólo tenía unos 12 años y con 17 ya ganó su primer concurso en Sevilla. A partir de entonces, y aunque se dedica profesionalmente a la medicina, la fotografía ha sido siempre su vocación artística y su modo de expresión, moviéndose en la fotografía documental, aunque siempre desde una visión artística. Es fundador y ha sido presidente de la Sociedad Fotográfica de Málaga desde su creación, en 2011, hasta hace casi un par de años, por lo que es un pilar fundamental de la Sociedad, muy querido y admirado por todos sus componentes. Vicepresidente de la Federación Andaluza de Fotografía (desde 2015 al 2017) y actual Vocal de Relaciones Institucionales de la misma. Manuel ha obtenido muchos éxitos y más de 50 premios nacionales e internacionales, destacando el conseguir en el 2019 el Premio Nacional de la Confederación Española de Fotografía (CEF). Más de 45 exposiciones individuales desde el 2009 hasta la actualidad a lo largo del territorio nacional conforman su extenso currículum.
Buenas, Manuel, lo primero es agradecerte el compartir parte de tu tiempo, experiencia y tus imágenes con nosotros. Ahora, en estos tiempos tan difíciles que estamos pasando, son como un soplo de aire fresco que nos hace reflexionar y viajar por diferentes culturas. Y ahora cuéntanos;
SFM- ¿Cómo compatibilizas una actividad profesional que requiere tanta dedicación con la fotografía?
Aprovecho el tiempo todo lo que puedo. Para tomar fotografías, salvo excepciones, lo suelo hacer en vacaciones. La edición, el procesado, las impresiones, la preparación de exposiciones y todo lo demás lo hago en los fines de semana. Mi día a día no me permite mucho más…
SFM- En las instalaciones del hospital que diriges has convertido algunos espacios casi en una galería fotográfica ¿cómo eliges a los autores/as para estas exposiciones?
Lo has visto perfecto, “casi” una galería fotográfica, que renovamos cada cierto tiempo. Suelen ser exposiciones que se corresponden con los premios del Certamen Internacional de fotografía de Asisa o de algunos autores que han ganado algún apartado. Y hay algunas que pertenecen a un fondo que tiene Asisa para sus Centros, entre las que hay algunas fotos mías. Es curioso ver como las fotografías hacen detenerse a pacientes y acompañantes en su tránsito por el hospital y oír sus comentarios.
SFM- En 2019 recibiste el Premio Nacional al mejor fotógrafo de la C.E.F. ¿cambia esa distinción tu trayectoria como fotógrafo, implica una mayor responsabilidad?
No, para nada. El Premio Nacional de la CEF fue una gran sorpresa y alegría para mi en ese momento, de agradecimiento a todos los que lo habíais hecho posible, como expresé al recogerlo. Seguí viajando y haciendo fotos hasta principios de marzo de 2.020, cuando, coincidiendo con mi vuelta de un viaje a Etiopía, empecé a intuir lo que se avecinaba viendo el ambiente en los aeropuertos. Lo único que ha cambiado mi vida como fotógrafo es la dichosa pandemia, que me impide viajar e ir completando mis proyectos y el tiempo pasa inexorablemente para todos. Conforme va pasando ese tiempo, perdido, sin que encontremos una salida clara a la situación, vamos impregnándonos de mayor inseguridad y hastío.


SFM-En las fotos que nos muestras (si no me equivoco) hay varias de la serie ganadora de este premio nacional, “Libertad enjaulada; camino a ninguna parte” Hablamos un poco sobre la historia que hay detrás de esta serie.
Esta serie se ha construido a lo largo de varios viajes a la India que han dejado un poso de conocimiento sobre sus realidades y sus costumbres. De todos es conocido el sistema de castas que impera en su sociedad, donde desclasarse es prácticamente imposible, sobre todo en las escalas más inferiores. Pero el tren es otra cosa, salvo algunos vagones exclusivos para mujeres, el tren es el gran crisol que actualiza su cultura y civilización, que siguen en gran medida un movimiento pendular, es un ir y volver, como refiero en el texto de la serie, un viaje casi siempre a ninguna parte. En el tren se mezclan, comen, duermen, socializan, negocian…se olvidan de que al apearse serán de nuevo diferentes entre si.
SFM-En muchos de tus retratos se puede apreciar que ya existe cierta complicidad entre fotógrafo y fotografiado por las miradas tan intensas que te regalan ¿qué se siente cuándo se consigue capturar una mirada así?
La mayoría de las veces las estas esperando, sabes que va a ocurrir, es el momento de la gran empatía entre los dos polos, el fotografiado y el fotógrafo. Detrás de esa toma muchas veces hay una sonrisa cómplice que se produce y aparece automáticamente tras el disparo de la cámara. La clave está en el respeto; cuando eres aceptado por el otro las barreras caen y la atmósfera se hace mágica.
SFM- En tu obra como fotógrafo muestras un gran interés por los aspectos humanos, por las historias que hay detrás de las imágenes, Talibés, Etiopía, los trenes de India ¿podrías hablarnos de este interés?
Yo creo que es la suma de mi profesión, mi cultura en valores, la curiosidad… pero sobre todo se ha producido poco a poco un giro en mi punto de interés tras enfrentarme de forma muy clara a la desigualdad social. Ya ves que estamos refiriéndonos a lugares donde su gente vive con serios problemas. Mi interés en cualquier caso se inicia en la fotografía puramente estética y ha transitado progresivamente a una fotografía más comprometida, por eso hago reportaje documental, creo yo.
SFM -Para hacer el proyecto “Talibés”, por ejemplo, imagino que tienes que tener una gran sensibilidad y a la vez mucha entereza como persona, ya que la historia que nos cuentas a través de tus imágenes es realmente desgarradora, pero a la vez imagino que tiene que ser muy satisfactorio ver, que gracias a tu trabajo, puedes darlas a conocer ¿has sentido alguna vez que te faltaban las fuerzas para seguir haciendo alguno de tus proyectos? y, si es así, ¿cómo lo has superado?
Hasta ahora casi siempre he logrado sobreponerme a la tristeza que genera contemplar la adversidad de estas personas, porque de forma natural me alineo de su lado y eso ayuda a superar muchas situaciones de conflicto personal, te motiva. En mis proyectos he encontrado dificultades claro, porque las imágenes tienen que ocurrir y como no soy partidario de la impostación, a veces siento impaciencia por terminar una historia. Soy muy exigente conmigo mismo y aunque creo que esto a veces me retrasa o me distrae en los proyectos, si empiezo algo, procuro terminarlo antes o después, aunque lógicamente hay proyectos que se han quedado en el camino, casi siempre por dificultades en la accesibilidad.
SFM-Robert Capa decía “si una foto no es buena, es que no estás lo suficientemente cerca”, en tus imágenes se ve claramente que te gusta adentrarte en las escenas, cosa que hace que al verlas nosotros también lo sintamos así; ¿cómo consigues acceder a veces a un entorno tan íntimo y familiar, te lleva mucho tiempo hacerlo?
En líneas generales se cumple siempre eso de que “todo el mundo es bueno”, que no es un dicho sino una realidad. Ribas Prous me hace mucho esta misma pregunta y la conversamos cada vez. He transitado por sitios complicados, de violencia, de enfermedades como el ébola o la malaria, de terrorismo, he vivido (mientras dormía) algún golpe de estado en África y he tomado fotos en lugares de extrema pobreza como los grandes Slums de la Indía en Delhi o Bombay, o las Daaras de Senegal y Gambia, pero la verdad es que nunca me he sentido amenazado seriamente. Yo creo que me deben ver como a alguien inofensivo. En estos ambientes la gente te da lo que tiene, o, mejor dicho, lo mejor que tiene. Siempre la curiosidad mutua hace a los humanos acercarse entre si. Y luego aparece la solidaridad. Recuerdo una anécdota en una conferencia durante los Encuentros de Albarracín de Gervasio Sánchez. En las preguntas, un triste personaje pidió la palabra para decirme que la historia de los Talibés ya era conocida. Le respondí en forma muy escueta: Allí siguen.
SFM- ¿Te apoyas siempre de la luz natural o hay veces en la que usas algún tipo de iluminación externa?
Al principio usaba indistintamente luz natural o un “magnífico estudio de pocos metros cuadrados” con un flexo de estudiante y una única lámpara de 100 watios luz de día; la modelo era la misma siempre. Creo que eso lo abandoné en los inicios de la carrera de medicina. Desde entonces única y exclusivamente luz natural, con un predominio claro del concepto luz-ventana. Al final independientemente de la iluminación, ocurre lo mismo, se mantiene tu concepto visual.




SFM- ¿Qué razones te llevan a usar el blanco y negro en algunos proyectos y el color en otros?
Cuando empecé en la fotografía, analógica, tardé muchos años en hacer algo en color, concretamente diapositivas, pero al no procesarlas yo mismo no me atraía tanto como los miles de horas en el cuarto oscuro, donde te sientes artesano de tu obra de forma completa. Al empezar en digital, como somos animales de costumbres, repetí inconscientemente el mismo esquema. Procesar en blanco y negro era más espontáneo para mí que hacerlo en color, donde muchas veces me desorientaba. Un simple ejercicio, procesar una misma foto en color y en monocromo ayuda a tomar decisiones, porque raras veces pueden coexistir ambos y eso ayuda y decanta el procesado final. El monocromo hace más énfasis en la imagen, la dramatiza más, pero el color te sitúa más en la realidad.
SFM-¿Piensas que blanco y negro y color son dos lenguajes diferentes?
No, tu expresión es la misma y la concretas en el encuadre, en tu punto de vista, que trata de contar esa historia como la ves; a fin de cuentas eso es lo que hacemos fotografiando. Quizás el blanco y negro aporta más impacto per se, pero un tratamiento adecuado del color también puede realzar determinados aspectos. Elegir entre una forma u otra es a veces difícil y necesita tiempo, reposo y al final… ¿atrevimiento?.
SFM-¿Puedes hablarnos de tu experiencia en el certamen fotográfico Asisa? ¿Es muy complicado organizar un evento de este tipo?
Ya van 12 ediciones, empezamos recibiendo obras en papel que con dificultad llegaban a 1000 y el fallo lo hacían tres jurados. De ahí hemos pasado a 32500 fotos en plataforma digital, jurado de admisión y jurado final con selección de tres días, 162 premios entre FIAP, CEF y FAF y 32.000 € en premios. No hemos abandonado los premios a series entre 5 y 7 fotos, lo que hace el concurso más complejo, pero más completo, ya que muestra más la dimensión de los ganadores. La organización es ciertamente compleja, pero con los errores se adquiere una experiencia que los limita, porque ya prevés en cierta medida qué puede fallar. La elección de jurados también tiene su dificultad; siempre hemos optado por fotógrafos de máximo nivel como bien conoces. Es una gran experiencia la que aporta, pero también un gran esfuerzo.
SFM-¿Nos puedes hablar de tu equipo fotográfico cuando viajas?
Dos cuerpos de cámara que acepten las mismas ópticas, un 24-70, un 16-35 y a veces un 70-200 como objetivos. Un ordenador lo más pequeño posible y dos discos duros para replicar los archivos, varias tarjetas de alta capacidad,
y elementos de limpieza y cargador de baterías. No llevo trípode, ni flash, ni otros elementos.
SFM-Sé de primera mano que en algunos de tus viajes vas acompañado de otros compañeros, pero...¿prefieres viajar sólo o en compañía? ¿por qué?
He viajado absolutamente solo y he viajado con compañeros fotógrafos, pero amigos, nunca con más de dos, que además han sido solo dos veces. Por lo general viajo solo o con un amigo fotógrafo. Me han acompañado José María García, Manuel Espinosa, Antonio García Redondo, Horacio Muñoz y Luís Benzo. Grandes y buenos amigos. Desde el punto de vista creativo estás más cómodo solo, no compartes tomas ni espacios, pero el viaje fotográfico no son sólo las fotos, es el viaje en sí y compartir, lo que define con más nitidez la amistad y la fortalece. Te ayuda también a que tus encuadres sean diferentes a los del otro fotógrafo, a que te exijas más en cada toma.
SFM-¿Cuáles han sido tus viajes preferidos?
Quizás los más repetidos, Senegal, India y Etiopía que es donde se completan más mis trabajos. Algunos lugares como Vietnam, Myanmar, etc... me han defraudado, fundamentalmente por la luz con la que he coincidido.
SFM¿Cómo es ese momento, en el que, tras llegar de algún viaje, toca ponerse a seleccionar fotos? ¿pides ayuda a alguien a la hora de editar tus trabajos?
De forma inconsciente sabes cuando y donde has hecho una buena foto, porque son momentos que te han marcado especialmente y las tienes en tu retina, pero no son esas las únicas fotos de ese viaje y eso se debe tener en cuenta y esperar. Suelo editar yo solo y a ratos, pero lo habitual es que deje pasar un tiempo antes de empezar con ese trabajo que te ilusiona y te desmorona por momentos. Procuro alejarme un poco del viaje para hacer esa selección de forma más descontextualizada. Algunas veces, una foto trepidada me frustra tanto que me hace abandonar un tiempo la edición de ese viaje. Otras veces en esa trepidación encuentras la hoja de ruta de ese viaje. Así pasó con “Talibés”.
SFM-Ahora que con la pandemia el tema de viajar es muy complicado ¿te plantearías hacer alguno de tus proyectos aquí, en nuestro país?
Bueno, eso de no poder viajar y convivir día a día con el virus me tiene de mal humor, es como sentirse amenazado e impotente todo el día. Tampoco aquí se puede uno mover mucho, así que estoy montando un estudio y volviendo a mis inicios, a ver que ocurre.


En la actualidad estoy trabajando en un libro que transita por la espiritualidad a través de mis fotos con Chema Conesa como editor del mismo. Espero que termine pronto el “suplicio” que una aventura como esta supone y que os guste. También tengo pendiente exposiciones en Madrid en el que creo que volveré a Photoespaña, Asturias, Málaga, y alguna más.
SFM-Para terminar me gustaría darte las gracias de nuevo ya que los compañeros estoy segura que van a disfrutar y a descubrir muchas cosas gracias a tu experiencia, imagina que alguno de los lectores tras ver tu trabajo se anima a hacer un proyecto documental ¿qué consejo le darías?
Los proyectos documentales son muy de corazón hacia dentro y es difícil dar consejos en este sentido, ya que cada uno gestiona sus sentimientos como mejor puede. El mejor consejo es que sean auténticos, que se respeten a sí mismos. Quiero agradecer a la SFM y a ti, Rocío, esta entrevista y desde aquí animar a nuestros socios y compañeros a continuar este proyecto de la Sociedad Fotográfica de Málaga, único por su dimensión en socios y proyectos, pero sobre todo por sus valores basados en la no exclusión, la libertad, la independencia y la cultura. Gracias.
¡Un abrazo! Rocío Jurado.




