Noemi Sanin en GENTE

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Minutos después, a falta de una, aparecieron dos ambulancias para trasladar a Galán a otro centro asistencial, como si todavía fuera posible intentar algo para salvarle la vida. Un milagro, quizás. En medio del caos y ya con más gente que había llegado a Bosa, como José Blackburn y David Turbay, se dio una insólita discusión acerca de cuál ambulancia debía transportarlo y finalmente la elegida emprendió rauda su camino. Ahí siguieron dos tramos para llegar hasta Kennedy. Uno lo recorrí con el paisa Ángel y Lucy Páez, la eterna y fiel secretaria de Galán, mi compañera de trabajo cotidiano en el diminuto apartaestudio donde permanecíamos casi todos los días en una especie de reclusión voluntaria para proteger la vida de Galán. A los pocos metros de haber emprendido nuestra ruta, una narcotoyota cargada de matones casi nos atropella. Nuestro frágil Renault 6 no tenía músculo para seguirla, perseguirla, ni mucho menos alcanzarla. Todo en ese episodio era siniestro. Sicarial. El otro tramo lo recorrí con el conductor de Galán y Torregrosa, dentro del ultra blindado que el DAS le había acabado de dar a Galán para que se sintiera seguro y bien protegido, y así no desistiera de su empeño de asistir a la manifestación de Soacha. Algunas versiones que se han escuchado a lo largo de estos años dicen que Galán fue rematado dentro del ultra blindado, a la salida de la plaza de Soacha, un humilde y populoso municipio en el

sur de Bogotá. Aunque Torregrosa se notaba muy nervioso y me preguntaba repetidamente si yo creía que Galán ya estaba muerto, dentro de ese carro no parecía que se hubiera disparado arma ninguna. A Galán lo mataron tras un disparo certero que ingresó por la ingle al momento de levantar los brazos para saludar a la multitud. Eso le causó una hemorragia interna que en pocos minutos acabó con su vida. Los asesinos eran unos profesionales de sangre fría. Repasar la historia revive la indignación más profunda. La manifestación de Soacha estaba fletada y financiada por los mafiosos. Las nuestras, es decir, las manifestaciones que organizábamos desde el galanismo, eran ejercicios de corazón y convicción a los que concurrían, sin plata, los seguidores de Galán para escucharlo y apoyarlo. Austeras, sin repartir trago, ni caravana de artistas para el espectáculo, las movilizaciones galanistas le tocaban la fibra a los ciudadanos por la fortaleza de los planteamientos renovadores de Galán. Esto de Soacha era diferente. Era un derroche de aguardiente y voladores, un carnaval de ostentaciones. Yo nunca había visto tanto aguardiente Néctar rodando por las calles, ni una turba tan embriagada. Pero tampoco había visto un esquema más

“Había mucha pólvora, así que cuando Galán alzó los brazos y le dispararon pensamos que se había caído. ‘Le dieron’, escuché, en ese instante paró la pólvora y empezaron las ráfagas por todo lado”, dice Herchel Ruiz, autor de estas impresionantes imágenes.

“A Galán lo mataron tras un disparo certero que ingresó por la ingle al momento de levantar los brazos para saludar a la multitud”. GENTE 29


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