Euritmia 2

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Euritmia | 1


Editores Dara Rivera @Cocainelil Raul Ramos @Raultheworst

Colaboradores Alejandro Burgos Diana R. Chargoy N. Dara Rivera Álvaro Romelí Aleida Belem Salazar Alejandra Vergara

Arte en portada Ericka Coello

Euritmia, es una publicación trimestral, electrónica e independiente, de creación literaria. El contenido de las colaboraciones no representan el punto de vista de los editores y no reflejan necesariamente la política editorial de Euritmia. Todos los derechos son propiedad de sus autores, se permite la reproducción parcial o total del material de esta publicación siempre que se cite la fuente. Contacto revistaeuritmia@gmail.com @RevistaEuritmia

C


Pluie 1959 Antanas Sutkus


Editorial Trum a n C a p o te d i j o a l g una ve z que On The Road no e ra e scri t u ra sino p u r a m eca n o g r a f í a. S e le a com o t al, com o un si m ple di ario, o c o m o l a n ove l a q u e de fi ni ó a una ge ne raci ón, Ke rouac logró p la sm a r e l m u n d o – e l suyo, al m e nos–, e n ci e nt os de párraf os . A sí du r a n te to d a s u v i d a. Ent re ave nt one s, fogat as, y borracheras sup li có q u e es cr i b i ér a m os para que e l m undo le ye ra y se re fle jara e n nu es tr a s p á g i n a s . L a i de a de Euri t m i a e s la m i sm a: pone r la imag en d e l m u n d o en text o.

E n és te , n u e s tr o s e gundo núm e ro, si e t e t e xt os t rat an de lo gra r l o q u e e l va g a b u n do anhe laba. M i le s de le t ras, com o gotas d e ll u v i a s o b r e s u el o se co, le dan form a a un m undo e xt raño; p e rso n a l , q u i z á , p e r o a la ve z com part i do.

N i C a p o te n i el a l cohol podrán jam ás m at ar t u fi losofí a. A tu sa lud , J a ck .


Contenido 6| C o m o

la lluvia

Alejandro Burgos

8| T Ăş ,

calle

Diana Chargoy

11| T e s t i g o s Dara Rivera

16| P l i c P l i c Betty Navarro

20| N o c t u r n o Ă lvaro RomelĂ­

23| E l

g r a n o b s e r va d o r

Alejandra Vergara

32| M a r t e s

Aleida Belem Salazar



Every creator painfully experiences the chasm between his inner vision and its ultimate expression. Isaac Bashevis


Como la

lluvia Alejandro Burgos

P

haberla

esperado

de brisas desbocadas. En mi refugio

más tiempo pero llovía a

temporal —el toldo de un negocio

cántaros. Tenía los zapatos

abandonado—

tenía

asiento

mojados y la chaqueta goteaba

en primera fila y presenciaba,

rebosada de agua. Hacia frío y hacía

maravillado,

viento. Un auto que esperaba en la

trueno

luego

el

estruendo de

la

del

centella.

otra acera era víctima de las gotas

Sonó mi celular. Era ella.

casi congeladas que lo golpeaban

Como pude, saqué el teléfono bajo

como herreros en miniatura. No

el aguacero haciendo maniobras

había nadie en la calle y la lluvia

para que le cayera la menor

parecía haber espantado hasta al

cantidad de agua posible. Le dije

tiempo; el mundo estaba aislado en

que estaba abajo, esperándola,

una tormenta edénica, paralizado

que por qué se tardabatanto si

como por un veneno. Los charcos

habíamos cuadrado para esta hora,

reflejaban

hecho

que por qué no podía subir yo y

soportaban

esperarla bajo techo. Dije que era

estoicamente lo embates del agua

ella pero por un momento pensé

helada y las ráfagas destructivas

que era otra persona. Su voz. Su

añicos, Euritmia | 6

ude

los

a

un

mundo

árboles


voz era distinta. Nunca la había

cuya piel no es piel sino una voz,

escuchado así. Era como si el aire

otra voz que no es la de ella. Quedé

no pasara por las cuerdas vocales

atónito. Me dijo que tenía asma,

sino que naciera en sus entrañas

que apenas podía hablar. Le dije

y que para salir, tuviera que

que su voz sonaba extraña. Rió.

cruzarlas. Y que también tuviera

Me dijo que no olvidara que ella

que cruzar al estómago, pulmones,

es muchas mujeres en una sola,

corazón y garganta para poder

multitudes dijo, como la lluvia

llegar a la boca. Y su voz no era en

que es muchas gotas de agua a la

realidad una voz sino un cuerpo,

misma vez. C

otro cuerpo, con sus vísceras, su sangre y sus huesos. Un cuerpo

Alejandro Burgos (Caracas, Venezuela. 1988). Escritor, poeta y desvelado. breve y autor de aforismos nimios.

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Profesa el arte de la inmovilidad y el quietismo incendiario. Ensayista mínimo, cuentista


Tú,

calle

Diana R. Chargoy

M

e

dijeron

que

les

diera tu acta, que me

frías:

fijara entre todos los

Hacía frío, hace frío. Me duelen

papeles que guardaba en el sobre

los dedos. Y los huesos, no sabes

amarillo. Sí, ese en el que siempre

cómo

guardamos los papeles importantes para

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siempre calientes, ahora estaban

cualquier

emergencia,

me

me

era

difícil

duelen

moverlas.

los

huesos.

La señorita del banco dijo que si no llevaba completa la

¿te acuerdas? La busqué como

información

diez veces; eran tantos y todos

nada, que tendría que regresar

amarillos. ¿Has visto cómo pasa el

más tarde. ¿Con esta lluvia? —

tiempo sobre las hojas de papel?

repliqué. Con esta lluvia, contestó

Se las come. Lo que rescatamos

entre harta y hambrienta. Bueno,

días, meses, años después, es el

lo hambrienta lo supuse. Cuando

alma de las hojas de papel. Ese

llego con alguien que se dedica a

fólder era pura alma. Tu alma.

servicio a cliente pienso que tiene

Pasé los dedos cuidadosamente

hambre. O sueño. O sueños que el

entre las hojas, como cuidando

escritorio y el teléfono no les dejan

no

cumplir. Quizá por eso no te ven

hacerte

daño.

Mis

manos,

no

podría

hacer


no había más que hacer ahí pero

les vean los deseos. ¿Has visto lo

no podía levantarme. No quería.

poco que le importan a la gente los

Miré hacia afuera, no paraba

ojos tristes? A esa señorita no le

de llover. Pensé que desde adentro

importaban, sabes. ¿Me escuchó,

podría ver cuando un taxi pasara

señor? Pregunté si no habría otra

vacío, podría irme bajo uno de los

cosa por hacer, dijo que una vez

árboles para no mojarme, o podría

que llevara todo lo que me pedía

simplemente caminar y mojarme.

el trámite tardaría diez días. ¿Y

Pero pensé en ti, pensé en lo

qué son diez días? ¿Y cuánto duran

preocupada que estarías si me

diez días? Como sabía que no me

vieras esperando un taxi bajo los

contestaría, me limité a asentir

árboles o caminando empapado

con la cabeza. Dije gracias como

bajo la lluvia. La señorita que

tú lo hacías, sonriendo. Pero no

me había atendido se acercó y

me creyó.

preguntó si pasaba algo. Pasa la

No importó, a fin de cuentas

vida, le respondí. Me miró con

yo tampoco me creía. Me senté

la misma poca importancia de

en una de las sillas del banco,

hace un momento, sólo que ahora

recordé cuando me contaste que

parecía molestarle mi presencia,

ese acomodo estaba patentado.

sentí pena por ella. Miré la calle

Reí. Siempre lo contabas, cada

otra vez, se parecía a ti: no dejaba

que entrábamos a un banco o a un

de llover pero era tan hermosa.

lugar con sillas contabas la historia

Le quedaban bien las gotas en el

de la patente. Una jovencita que

pavimento, así como te quedaba el

estaba a mi lado me vio sonreír,

agua sobre la piel. La adornaban

en un arrebato quise contarle pero

majestuosamente los árboles en

desvío la mirada, me quedé con tu

la banqueta, así como te adornaba

historia en la boca. Tenía ganas de

el pelo largo. Y el cielo, ay, el

hablar, Dios, no sabes las ganas

cielo gris derrumbándose sobre

que tenía de hablar. Apreté con

ella como queriendo cubrirla toda,

fuerza el sobre y mis dientes, ya

como yo queriendo cubrirte toda.

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a los ojos, han de temer que se


Vi

unas

luces

encendidas,

supuse que era un taxi. Dejé la cómoda y patentada silla, guardé el sobre bajo mi suéter y salí. Qué bien le quedaban mis pasos a esa calle mojada, qué bien le quedaban mis pasos a tu vida. C

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Diana R. Chargoy Le gustan las emociones fuertes; escribir, por ejemplo. Aunque nunca sepa qué decir.


Testigos Dara Rivera El jardinero

terminar

los

arbustos.

Estaba sacándome la tierra de rreglaba los arbustos

las uñas cuando escuché ruido.

de la señora Pherson.

Me levanté de inmediato y entré

Estaba

tuve

a la casa. Pues claro que sé que

que usar un trapo dentro del

el ruido venía de ese lado, no

sombrero para no quemarme el

soy imbécil; quería saber si la

cuello.

Le estoy diciendo que

señora Pherson se encontraba

fue una tarde soleada, no tendría

bien, le pasa algo en los nervios

por qué ser diferente, ¿qué caso

¿sabe? La encontré en la cocina,

tendría mentir en un detalle como

había tirado el plato en que me

ése, eh? Llevo más de treinta

llevaba un guisado. Me quedé

años trabajando los jardines de

a

este vecindario y creo poder

comimos juntos y antes de que

predecir cuándo lloverá, le digo

anocheciera terminé de arreglar

que no sucedió en todo el día.

el jardín.

soleado,

limpiar

con

ella,

Me senté en las escaleras del pórtico, un descanso rápido para

§

después

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A

poder


El anciano

No, no había nadie en la calle. Le digo que no vi a nadie, soy sordo,

Siempre tomo una siesta después

no ciego.

§

de comer y para eso necesito quitarme el aparato. Y a usted qué

le

importa

cómo

quedé

La amiga de Joana Atwood

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sordo, no es su asunto. En fin, estaba acostado en el sofá de la

Estuve en casa de Joana Atwood

sala. Supongo que fue una tarde

toda la tarde, la próxima semana

soleada porque dejé las ventanas

tendremos un examen de química

abiertas y las cortinas cerradas,

dificilísimo y ella es muy buena

¿a

en eso. No, el señor Atwood es

qué

viene

esa

pregunta?,

¿a quién le importa? Cuando

abogado.

Llegué a eso de las

mi padre estaba en el ejército

tres. A las cinco su madre salió

nos decía que tenía autoridad

al supermercado y nos quedamos

suficiente para mandar fusilar a

solas en la casa. Estudiamos

cualquiera que hiciera preguntas

por

imbéciles, ¿es usted huérfano?

la

No me intimida su placa, al final

escuchar

yo le estoy haciendo un favor a

hermano mayor. No, él tampoco

usted. Le decía, tomaba la siesta

es químico, ¿por qué me pregunta

en el sillón y me desperté luego

eso?, estudia Historia en otra

de una hora. Fui a la cocina para

ciudad. Como sea, estábamos en

calentar agua. Luego me puse

eso cuando su madre entró a la

el aparato. No, nada extraño.

habitación para preguntarnos si

Nada, solo ese ruido ¿sabe?, ese

comeríamos, aunque creo que

sonido de tapón, siempre que

quería asegurarse de que no nos

vuelvo a colocarme esa cosa en

metiéramos con las cosas de

el oído suena como si destapara

Arthur. Nos pidió que bajáramos

el inodoro. Cerré la ventana, fui

el volumen porque el anciano de

a la cocina y me preparé un café.

enfrente solía dormir por las tardes.

horas,

luego

habitación

de

sus

subimos Arthur

discos.

Es

a

para su


Le recordamos que era sordo y nos

no hay niños gritando por todas

echó una mirada horrible. A final

partes. Gracias por la moneda, pero

me levanté para cerrar la ventana y

le digo que no sé nada, cuando no

Joana bajó un poco el volumen. No

se tiene qué hacer poco importa el

escuché nada. No vi a nadie. Muy

calendario, no estoy seguro de qué

segura. No sé por qué tendría que

día me está hablando. Ahora quítese

haber visto a un hombre, le digo que

de mi camino, necesito un poco de

no vi a nadie; supongo que el calor

dinero para comer algo antes de que

mantuvo a todos en sus casas.

este calor infernal ahuyente a los paseantes, permiso.

§ § El vagabundo La chica de la cafetería temo que me encierre. No maté a

A las cinco y media comienzo a

nadie, pero pareciera que echarse

meter las mesas, a las seis pongo el

a dormir bajo el sol es un delito

letrero y me voy a comer. Aquella

tan grave como ése porque me han

tarde solo había una mujer, me pidió

encerrado tres o cuatro veces por

el teléfono para hacer una llamada,

ello. Sé que no está permitido, pero

después compró café y se sentó

a menos que le sobre una cama en

cerca del baño. Me desesperé, iban a

su casa no me moleste, que no le

dar las seis y si la mujer no se iba no

estoy haciendo nada. Tal vez debería

podría salir a comer, pero no podía

matar a alguien para que me dieran

negarme a venderle un café. Solo

pan, sopa y una litera en prisión, ¿no?

estábamos nosotras dos. Se fue a

No me estoy haciendo el listo y ya le

las seis y cuarto, quince minutos

dije que no le voy a decir nada. Y no

después le di vuelta al letrero y

tengo nada que decirle, seguramente

salí hacia el restaurante. No, había

estaba durmiendo en alguna banca

sido una tarde soleada, cuando

como hago entre semana, cuando

llueve dejo las mesas dentro.

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No puedo confiarle nada porque


Regresé a las siete y cerré a las

la fotografía los autos parecían

diez. No escuché ningún estallido.

encontrarse y el sujeto del primer

No, no vi nada extraño. Siempre

auto ya había cruzado la calle,

son los mismos clientes, poca

estaba casi frente a mí. Me sonrió

gente cae en este vecindario por

y sentí miedo. No había nada raro

accidente, no es un lugar divertido.

en su rostro, no era deforme, si es lo que quiere saber. Parecía

§

triste y resignado, eso fue lo que me preocupó. De pronto el

El fotógrafo

auto estalló, el primero, ése del

Euritmia | 14

que bajó el sujeto resignado. El Estaba parado aquí, justo aquí,

otro auto ya no estaba, supongo

para proteger el equipo de la

que siguió su camino. Y del

lluvia. Era una tormenta,

auto

había

salieron

un

montón

de

sido una tarde soleada y de pronto

papeles achicharrándose, como

escampó.

Estaba aquí, luego vi

cartas, o recibos, o qué sé yo,

un auto detenerse, de él bajó

confeti, si quiere. Quise sacar

un sujeto: pantalones, zapatos,

otra fotografía, pero ya no tenía

gabardina, sin sombrero, algo

película. Cuando me di cuenta el

calvo; bajó del auto pero dejó las

sujeto ya no estaba. Mire, le digo

luces encendidas. Del otro lado

que llovió, que había dos autos,

se acercaba un auto idéntico, así

un sujeto extraño y un auto que

que preparé la cámara. No sé,

hizo ka-boom, y casi todo ello

me pareció curioso, dos autos

está en la fotografía que llevé

idénticos, además pocas personas

a la estación de policía y de la

tienen un auto, son cacharros

que todos se rieron. La llevé

caros, ¿no cree? Pero es algo

al diario local y me trataron

lento, ¿sabe?, uno debe enfocar

como a un loco. Le digo que

y hacerlo todo, la cámara sólo

esa tarde llovió, un auto estalló

guarda la película. La lluvia lo

y

hacía complicado. Cuando logré

¿por qué no puede creerme?

un

hombre

estaba

triste,


¡Está en la fotografía, la cámara no

raro? Es como si todo el mundo

puede mentir. ¿Y qué si el rostro

estuviera esperándolo y ahora se

no salió? Ahí están los autos, la

negara a hablar de ello. Llovía. Un

lluvia y el calvo. Ya le dije que

auto explotó. Pero si lo creen o no

me quedé sin película y no pude

ya me da igual, mañana me voy a

retratar la explosión. Hay cinco

otro sitio. ¡Me cago en este pueblo

casas y una cafetería en esta calle

soleado y en sus habitantes con

y nadie vio nada, ¿no le parece

las ventanas cerradas! C

producción audiovisual en la UNAM. Escribe mucho en Twitter y poco en sus libretas. No conoce el mar. Se queja de todo en Por la línea punteada.

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Dara Rivera (Ciudad de México, 1990). Estudió Ciencias de la Comunicación y


Plicplic N.

plicplic plicplic plic plac plicplic ¡no! nostalgia ¡no no! nostalgia no me tires la mirada no me encorves la postura no me frunzas el ceño que no nostalgia no no pshhh vruuum pshhh vruuum vruuuuuuum vruuuuuuum

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pssssshhhhhh


n o st al gi a d e u n vruuum si n p o r t af o l i o s an t es d el n u eveasi et e si et ean ueve pun ch in pun ch out n o st al gi a d el v ruuum vruuum f i es t amarih uan al coh ol d el v r u u u m v r u u um au t ocin ema d el v r u u u m v r u u um m alteadaescot ebésameya d el v r u u u m vruuum v r u u u u m sexodrog asyrock an drol l ¡ay ! sex o n o st al gi a ¡ay ! d r o gas n o st al gi a ¡ay ! m ú si c a de dioses

rock

n ost al g ia an d rol l

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plicplic plicplic plic plac plicplic

llueve al concreto cae agua como han caído nuestras miradas llueve al concreto cae agua como cayeron ese día sus entrañas

con el placbumbamplac del hastío cayó cayó cayó como el inconveniente plicplacplicplic

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de esta lluvia urbana


plicplic plicplic plic plac plicplic ¡no! nostalgia ¡no no! nostalgia no quiero no quiero recordar

nostalgia

no quiero recordar que vivo

no vivo

no quiero recordar no

qui

e

ro ¡plac! ¡bum! ¡bam! ¡plac!

N. Ene es.

Euritmia | 19

C


Nocturno Álvaro Romelí

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D

esde aquí la ciudad parece

al asfalto, para que te humillen

subterránea, como vista

las llantas o la recojan y te miren,

desde abajo o hacia abajo.

sin que tú, desde allí o desde

Es una ciudad erguida sobre una

ninguna parte puedas mirarlos.

niebla que no desciende, sino sube

Debo empezar a liberar los pasos

hasta que empaña las estrellas.

por las veredas extrañas, como un

Todos los puentes tiemblan encima

astronauta, y descender a la ciudad

de los automóviles que pasan

que está dormida y que no debo

como tiburones. Y toda la gente

despertar. Todos aquí caminan con

se secretea con la mirada como si

pasos extraños, son lentos y perdidos:

en cualquier momento estuvieran

van pateando su mirada como a latas

dispuestos a cazarme. Junto al

vacías. No confían en ningún horizonte,

auto, logro encontrar en el bolsillo

no los espera nadie. En cambio a mí

mi billetera y hallo tu imagen,

me esperas tú. Por eso arriesgo con

pero no la miro. No te miro. Me

la cabeza levantada, para mirar un

pregunto en qué gesto terminarás

destino que nos aguarda desde antes de

la noche. En qué mueca detendrás

encontrarnos. Desde ese día nos vemos

la mirada. Te lanzo, condenándote

mucho y hasta creemos conocernos.


Crees reconocerme porque yo ya

modo, pero nunca entiendo lo

te conozco. Sé de tus ojos, de tu

que callas. Nunca entiendo la

boca, de esa sonrisa. Me contaron

tristeza en la que caes, como

de ti tantas cosas que de oírlas

si

suspirarías. Te quedarías callada.

fatal, guardado en mi mirada,

Después de unos segundos me

como un puñal o como una bala.

entre

desenlace

y

Tu memoria me asalta en

miedosa. Porque sé de tus lugares,

cada esquina. Tu imagen que se

sé del cafecito al que vas a pensar

va quedando atrás, pertenece a

en él. En donde despistas a la

otro tiempo y, sin embargo, se

rutina. Ese rinconcito de la ciudad

agranda en mi cabeza. Cómo me

en que sólo perteneces al arrebato

duele pensar en tu rostro mañana.

y en el que, sin que te vean, sonríes.

Imaginar tus ojos cerrados, tu boca

Hasta allí he podido seguirte,

cerrada y tus manos abiertas. Tu

en aquel sitio en el que bajas y

hermosura duele, duele en algún

al que has bajado como se baja

órgano que no sabía que tenía o

al

aunque

que me nació últimamente. Tengo

conozcas sus nueve escalones y su

miedo. Pero tengo mucho más

oscuridad y su luz de diamante en

miedo

el final. Allí he ido descubriendo tu

perderme en estas calles tristes y

imagen completa. Desde esa mesa

vacías. Pocos se dan cuenta, pero

que siempre buscas, que nunca

todas las calles tienen nombres

puedes evitar. No puedes evitar

de muertos; más que ciudades,

mirarme, nunca lo has hecho. Ese

son

momento es instantáneo, pero allí

que debo encontrar un último

te he dicho muchas cosas que no

aliento, templar el pulso. Hoy no

logro comprender completamente,

puedo darme el lujo del titubeo.

porque se quedan en mi cabeza

Estas horas ambiguas debemos

atrapadas,

opción

convertirlas en definitorias. Es

de escapar y tocarte. A veces

mi deber ser este que soy, esta

pienso que me escuchas de algún

tumba que cargo y que camina

infierno,

a

sin

enfurecida

un

tientas,

ninguna

de

encontrarte

cementerios.

Por

que

eso

de

es

Euritmia | 21

mirarías

presintieras


hacia a ti sin que lo sepas, sin que

puedo mirarte de cerca sin tener

siquiera lo sospeches. Por eso no me

ganas de meterme dentro de ti. Te

escuchas entrar en tu habitación,

arranco el tiempo, me despido de

en tu cama para dos. Me acostaría

ti, me alejo. Abro el tercer cajón

a lado tuyo para mirarte toda la

del velador que está a la izquierda

noche. Para ver como la noche se

de tu cama y que evidentemente

apodera de ti y tú de mí. Y luego

no es el tuyo, porque no se parece

me quedaría dormido esperando

en

que al despertar esto que va a

prometido y me levanto. Camino la

suceder no hubiera sucedido. Pero

distancia hasta la puerta y te miro

sucede y no me duele tu cuerpo

desde allí, y te recuerdo y no me

de papel. Tus ojos cerrados no me

estremezco. C

nada.

Encuentro

Euritmia | 22

asustan. Y por fin puedo tocarte,

Álvaro Romelí (...) Me gusta Bach y que me la chupen.

el

dinero


El gran

Observador A l e j a n d r a Ve r g a r a que los nervios se aminoraban.

apretado

Corrió

fuerte,

primero

en las hendiduras del ficus,

la

puerta

despacio

y

se quedó parado en el marco

luego en el borde del plafón y,

mientras

su

finalmente en los remates del

por el calor de la luz eléctrica,

balcón. Por el cristal solo podía

se comenzaba a acostumbrar a

ver oscuridad. Sabía abrir esas

la oscuridad. Pronto comenzó a

puertas. Se utiliza una vara o un

distinguir siluetas: un sillón, un

alambre y se desliza con cuidado

escritorio, un armario —de nuevo

el seguro mientras se ejerce la

el estómago contra los dientes—

presión suficiente; se corre la

un bulto erguido sobre la cama.

puerta y listo. Inhaló con la boca

Se mantuvo quieto, petrificado.

bien abierta y mantuvo el aire

Pensaba

dentro, inflándole el estómago

ningún auto estacionado cuando,

que ya sentía apretado contra los

sobre el plafón, se asomó al

dientes. Exhaló y volvió a inhalar

garaje y que, según le había dicho

un par de veces más hasta que el

Georgina, la familia pasaría toda

calor regresó a sus manos y sintió

la semana fuera de la ciudad.

que

vista,

no

incendiada

había

visto

Euritmia | 23

L

e ardían las manos que había


Pero aun así; con la casi certeza

candil, presintió los golpes bien

de que la casa estaría vacía, ahora

acomodados con las macanas, con

que sus ojos habían terminado de

las botas gruesas de los policías,

acostumbrarse a la oscuridad era

vio su cara reventada, los labios

clarísimo que ese bulto era una

hinchados, los ojos inyectados de

persona que lo miraba estática

sangre, la nariz rota, se vio preso

desde la cama. Pudo sentir cómo

y en los titulares de la sección

una cadena delgadísima e invisible

policiaca del diario. Vio a su madre

le iba bajando, helándole primero

llorando de rodillas y pidiéndole a

el cuello y luego toda la espina.

Dios que lo ayudara y vio a Martín,

Por el tamaño de la silueta asumió

su hijo, avergonzado y negando su

que sería un niño, tal vez alguna

apellido.

muchacha con el cabello corto o

Un murmullo que era casi

recogido. Poco a poco se le fueron

un resoplido rompió la retahíla:

revelando los rasgos del chico

“Mátame”.

entre las penumbras. Le pareció

escuchado mal, que lo que el

que lo miraba con los ojos muy

muchacho decía desde la cama era

abiertos y que, además de eso, no

otra cosa; una advertencia antes

podía hallar otro gesto de alarma

de iluminar las penumbras con un

en él.

grito de alarma. Quiso irse pero

Euritmia | 24

Sintió

cómo

un

temblor

Pensó

que

había

sentía las piernas inmóviles, como

constante le nacía en los brazos los

cosidas a las baldosas.

cuales le pesaban tanto que, estaba

seguro, se alargaban hasta rascar

las palabras eran claras. Se sintió

el

rápidamente

un cazador accidental frente a un

posibilidades en su cabeza: se vio

cervatillo. “No, no, no”, trató de

envuelto en una pelea, rodeado de

responder

personas legañosas y alarmadas,

con fuerza los pies del suelo, salía de

vio las luces rojas y azules de las

nuevo al balcón. Pero no dijo nada,

patrullas, el destello blanquísimo

la lengua se le había vuelto un barro

de las esposas reflejando la luz del

seco amontonado en la garganta.

suelo.

Inventó

—Ya

mátame—.

mientras,

Esta

vez

despegando


precipitó

ágil

hacia

casa con todo un cargamento

l a c a l l e y s e e c h ó a c o r r e r.

de objetos valiosos a cuestas.

Se subió a la camioneta que

Se había prometido no robar

le

había

nunca

y

manejó

prestado

No

le

gustaba.

Le recordaba a aquella época

Durante el trayecto trató de

en la que era un vicioso, un

no pensar en lo ocurrido, de

bueno

concentrarse

camino,

pensando en cuánto valdría el

en los señalamientos y en sus

botín y en qué cantina se lo

manos sobre el volante. Desde

i b a a c h u p a r. P e r o a h o r a e r a

el accidente sentía miedo al

n e c e s a r i o . Te n í a q u e p a g a r e l

m a n e j a r. Te n í a l a s e n s a c i ó n

taxi. Si no lo pagaba, entonces

de que ahora, cada vez que

la deuda iba crecer como esos

condujera terminaría con el

dinosaurios de goma con los

coche destrozado y debiendo

que jugaba Martín cuando era

hasta lo que llevaba puesto.

niño: primero pequeños pero

Pensó

la

agigantados al dejarlos en una

p é r d i d a t o t a l d e l t a x i y, d e

cubeta con agua. La deuda ya

manera

a

estaba en la cubeta. Además,

pensar en el robo frustrado y

si no pagaba, ¿cómo le iban

en el muchacho en pijama que

a prestar otro taxi?, ¿en qué

le pedía que lo matara.

más podría trabajar a su edad?

la

en

su

más.

casa.

en

hasta

Álvaro

el

deuda,

inevitable,

en

volvió

Cuando llegó a su casa le temblaban

las

manos.

Notó

para

nada.

Nomás

Con las luces apagadas, reconociendo sin darse cuenta

también que un tobillo le dolía:

las

se había lastimado durante la

muebles, se dirigió al cuarto

huida. Ya no tenía la misma

de

elasticidad ni la destreza de

oscuridad a su hijo en la cama

hacía

y

quince

brincaba

años,

desde

cuando cualquier

ventana de la ciudad hasta su

siluetas Martín.

de

sus

propios

Adivinó

arrodillándose

junto

en a

la él

le sacudió con delicadeza un hombro.

Euritmia | 25

Se


—Martín, ¿estás dormido?

algunas casas hace años y tratar

—No, no. ¿Qué pasó papá?

de robar ésta esa noche. ¿Por

—La voz todavía tenía pegados

qué le pidió que lo matara? Él

restos del sueño profundo y

no mataría a nadie; sólo quería

espeso del muchacho—. ¿Todo

entrar

está bien?

televisión, alguna computadora,

la

casa,

tomar

la

—¿Eres feliz?

joyas, dinero, tal vez un traje

—¿Qué?

elegante e irse. Planeó un robo

—Que si eres feliz.

seguro, con la casa vacía, para

—Sí, ¿por qué? ¿Están todos

no asustar a nadie, para no tener

bien?

que amagar a la familia y gritar

—Sí mijo, duérmete.

obscenidades. Pero el muchacho

Sintió ternura por su hijo

le pidió que lo matara, no le pidió

que

Euritmia | 26

a

preguntaba

por

todos.

que se fuera, no le preguntó

“¿Cuál todos, Martín?” pensó,

quién era ni qué hacía ahí parado

“Si ya nomás quedamos tú y

con torpeza en el marco de la

yo. Si la abuela se fue a vivir

puerta; le pidió que lo matara.

hace tres meses a Veracruz con

A la mañana siguiente, en

la tía Silvana, si tu hermana ya

e l d e s a y u n o , a p e n a s h a b l ó . Ve í a

se casó, si tu madre quién sabe

a Martín comiendo con prisa y

dónde ande. ¿Cuál todos, Martín?

e l u n i f o r m e p u e s t o . Tr a t a b a d e

Nos dejaron como náufragos en

adivinar si en realidad era feliz,

nuestra isla de cafés aguados y

s i n o l l e va r í a u n a p e n a o c u l t a ,

huevos revueltos. Todos somos

como acurrucada en algún lugar

solo nosotros dos”.

entre sus costillas, esperando a

Solo pudo dormir un par de

que cualquier insignificancia la

horas. La silueta del muchacho

despertara y la hiciera rasguñar

lo

Ya

el cuerpo de su hijo desde

mátame”. No era un mal hombre,

adentro, trepándole despacio

nunca había matado a nadie. Lo

p o r l a g a r g a n t a y vo l v i é n d o s e

más que había hecho era robar

un nudo ciego en la espalda.

perseguía:

“Mátame.


Martín, ¿eres feliz? Se le ocurrió

habían pedido ser sacrificados.

que los dos muchachos que había

visto entre penumbras la noche

cruzando una avenida, ya muy

anterior eran el mismo. Que aquel

cerca

chico rico, abrigado en su cuarto

encontraba la casa.

lleno de muebles, era Martín en

a un grupo de adolescentes que

su cama individual con sus cobijas

se perseguían del otro lado de

luidas. ¿Qué los volvía infelices?,

la calle, riendo como gallinas

¿cuál era el secreto que los

trastornadas por la lluvia. Buscó

rondaba, agazapado, como un

sus caras, tratando de reconocer

fantasma o una enfermedad?

a su chico; pero se dio cuenta

del

mediodía

del

barrio

donde

se

Observaba

salió

que no recordaba su rostro, que

a caminar. Quería volver a la

podría ser cualquiera de esos

casa del muchacho, quería verlo

muchachos y que no habría modo

ahora bajo la luz natural, sin

de distinguirlo. En la oscuridad

tener que forzar la vista, sin

sólo

enloquecer a los bastones de la

rasgos,

retina. Iría caminando, no había

suficientes para poder separarlo

prisa. Calculó que volvería de la

de un grupo y afirmar que fuera

escuela entre las dos y las tres

él. El chico no sólo era Martín:

y media de la tarde. El tiempo

era todos los chicos del mundo.

alcanzaba perfectamente para ir

Se

a pie, incluso distrayéndose en el

obligación de custodiarlos, de

camino. El cielo estaba nublado y

mirar con atención cada uno de

con seguridad, de un momento a

sus gestos, de sus movimientos

otro, reventaría en lluvia. Pensó

torpes y apresurados, tratar de

que le vendría bien, que hacía

notar si entre una mueca y una

demasiado calor y que la lluvia

carcajada no se veía el rostro

le ayudaría no sólo a refrescarse

compungido, el dolor secreto

sino también a ocultarse de los

que

ojos abiertos que la noche anterior

escondidas.

había de

sintió

esos

adivinado ningún

de

modo

pronto

seres

pocos

con

cargaban

los

la

a

Euritmia | 27

Cerca

La tormenta lo sorprendió


Era el gran observador. Una

matara. Podría haber sido solo

silueta que se movía camuflada

un destello, el primer brote de

en la tormenta. Se vio a sí mismo

lo que vendría después. También

como la sombra del hombre que

pensó en Martín. “A esa edad

serían todos aquellos chiquillos.

son vulnerables”, se dijo y sintió

Debía vigilarlos, no perderse uno

miedo por su hijo, por el otro

solo de los movimientos de cada

muchacho y por la cuadrilla que

muchacho del mundo. Debería

correteaba bajo la lluvia. Se echó

encontrar

a correr.

momento

exacto

en que les brotaba, como una

muela del juicio, ese desasosiego

de la avenida, levantando los

desbordado

hombros en ese reflejo imbécil

sus

pieles

que cual

rompería

siguiendo

el

flujo

de quién está bajo una tormenta.

un

Cuando llegó frente a la casa no

segundo cuerpo no visible pero

soportaba el dolor en el tobillo y

que ellos sentirían pesado en

las sienes le pulsaban. La calle

las extremidades. A él mismo le

estaba tranquila. Dentro de la

había ocurrido en la adolescencia:

casa no logró ver movimiento

de pronto lo embargó una pena

alguno. Dejó caer su cuerpo,

que era un súcubo y que ya nunca

pesado, sobre la banqueta. Así,

logró exorcizar. Si bien a ratos

sentado, aguardó casi una hora.

una

cascarones

Corrió

y

formaría

Euritmia | 28

el

nueva

piel,

su primer cuerpo, el original,

Vio un automóvil detenerse

volvía a ponerse contento y a

frente a la casa. La ansiedad le

sobreponerse al segundo, éste

dormía las manos y temió que

siempre se imponía de nuevo.

dentro del carro estuviera el

Pensó otra vez en el chico de la

muchacho y, reconociéndole, lo

noche anterior, se preguntó si ya

señalara. Trató de distinguir por

le había ocurrido, si esa tristeza

las ventanillas, empañadas por la

lenta ya se le había posado sobre

lluvia, a las personas que estaban

el pecho o si había sido algo

a bordo. No logró ver nada.

más lo que le hizo pedir que lo

Siluetas. De nuevo siluetas.


El conductor tocó la bocina un

p a r d e ve c e s y t r a s u n o s m i n u t o s

autobús.

el portón de la entrada se abrió,

l e va n t ó y l e c e d i ó e l l u g a r.

d e j a n d o ve r a G e o r g i n a e n s u

Quedó a unos metros de él,

uniforme

almidonado

dándole la espalda. En el cristal

resguardada bajo un paraguas.

d e l a ve n t a n a p o d í a ve r s u c a r a

Él desvió la mirada para no

reflejada: ahora, separado de

encontrarse con los ojos de su

la muchacha, estaba serio. Su

comadre quien, seguramente,

cara no le pareció más la de

estaría muy apenada por la

un adolescente, sino la de un

confusión sobre la ausencia de

hombre. Supo entonces que a

la familia. Después de escuchar

e s t e c h i c o ya l e h a b í a o c u r r i d o ;

el ruido del portón al cerrarse

la sombra se había posado no

esperó un cuarto de hora, se

sólo sobre sus labios en forma

puso de pie y caminó buscando

de bigote primerizo, sino en

una parada de autobús.

t o d o s u c u e r p o . Ya e s t a b a b i e n

sentó

y

muchacho

al se

gestado el monstruo en sus

t r a s e r a d e l c a m i ó n . Tr a s u n p a r

entrañas. ¿Cómo era que no

de paradas subió una pareja de

p o d í a r e c o n o c e r s i ya l e h a b í a

chicos, trece o catorce años.

ocurrido a su propio hijo si con

Ve í a s u s n u c a s ; c o m o e l l a s e

este chico había resultado tan

recargaba en el hombro de él

fácil? “Martín es una roca”,

y como él inclinaba un poco la

p e n s ó . S e l e o c u r r i ó q u e t a l ve z

cabeza. Decidió cambiarse de

M a r t í n ya e s t a b a d e n t r o d e l

a s i e n t o p a r a o b s e r va r l o s m e j o r.

segundo cuerpo pero que, por

Los

pudor, lo ocultaba con sigilo en

cachorros.

la

El

subió

parte

ve í a

en

anciana

jugueteando, Riéndose

como alto

y

los gestos infantiles que aún le

b e s á n d o s e a c a d a r a t o . Tr a t a b a

s o b r e v i v í a n . Ta r d e o t e m p r a n o

de escuchar su plática pero

perdería

sólo llegaban palabras sueltas

ocultarse y entonces el segundo

e inútiles.

cuerpo quedaría descubierto.

su

habilidad

de Euritmia | 29

S e

azul

Una


Pensó que tal vez sería lo

llega lo que nos aterra, deja

mejor: que las cosas serían

de

más

reflexionó.

fáciles

Martín

para

perdía

ambos

ese

si

pudor,

aterrador”,

Llegó a su casa cuando

como de señorita de familia

estaba

y exhibía ante él, sobre la

metió

mesa

acostó. Estaba exhausto. A la

del

desayunador,

la

hecatombe que contenía.

a

anocheciendo.

Se

bañar

se

y

luego

mañana siguiente se despertó

R e c o r d ó a s u m u j e r. E l

con una opresión en el pecho.

miedo constante que lo invadía

Pensó en la deuda y en el

cada vez que ella sacaba la

poco dinero que le quedaba.

maleta polvosa de abajo de la

Escuchó los ruidos de Martín

cama y amenazaba con irse.

en

El terror que le constreñía

Fue a la cocina a preparar los

la

huevos revueltos y el café.

garganta

tomando

Euritmia | 30

parecernos

su

cada

vez

bolso,

que,

la

habitación

contigua.

avisaba

Sentado frente a él vio a

que saldría a comprar pan o a

su hijo. Era como un espejo

tomar un café con sus amigas.

juvenil donde se veía a sí

Finalmente un día se fue, sin

mismo

sacar aparatosamente ninguna

Pensó

maleta y sin avisar a donde

tragedias

iba. Entonces él ya no tuvo

que

miedo. La esperó un par de

escarbara y preguntara y se

meses, llamó a sus familiares

mojara en la calle, el segundo

y, c a s i s i n d a r s e c u e n t a , s e

cuerpo

hizo a la idea de que ya no

pudiera darse cuenta. Cuando

volvería.

Martín,

Sintió

una

rabia

hacía

muchos

entonces no

eran

que

después

las

inevitables,

importaba

crecería

años.

cuánto

sin de

que lavar

espesa que le hacía apretar

los trastes, de acercó a él

la mandíbula y después una

para despedirse y pedirle la

tristeza

bendición; él, sosteniéndole

seca

y

contenida,

pero nunca miedo. “Cuando

el brazo le dijo:


un

— Mi j o , m ej o r ve b u sc an do

cl aridad y muy de cerca com o

t ra b a j o.

brot aba de su h ijo, a ch orros, a

Ya

c asi

no

hay

d i ne r o .

borboton es, in un dan do toda la

El mu c h ac h o b aj ó l a c ab eza

cocin a y l a casa y l a cuadra, la

a s i nt i e nd o y en t o n c es él se si ntió

sombra fun est a de su seg un do

tri u nfa nt e p o r q u e p u d o ver , c on

cuerpo. C

Le gusta hacerle al cuento. Espera ansiosamente un mecenas y cree que hablar de ella en tercera persona es una cosa más bien ridícula.

Euritmia | 31

Alejandra Vergara (1987) Editora. Hace libros de cartón en La Cleta Cartonera.


Martes Aleida Belem Salazar

L

un

cada vez más. P en saba par a

mar t es l l u v i o so m i e n t ras

mis aden t ros cosas como: “es

cr u z ab a

para

muy g uapo”, “¿ qué l e habr á

d ep ar t am en t o.

ocurrido? ”, “espero n o crea que

P a re c ía u n p o c o d eso r i en tado.

soy fácil por ofrecerl e mi c asa”.

No s a bí a c ó m o ac er c ar me a

Reí con l o úl timo. P ero t am po c o

é l p a r a q u e n o m e t em iera o

podía dejarl o desamparado.

lle g a r

o

h ab í a

a

mi

en c o n t r ado la

c al l e

s a lie r a h u yen d o , o si m p l e men te me ig no r ar a.

pedí que se pusiera cómodo.

— ¿Estás bien? —pregunté. No respondió. Solo me observó con unos ojos

angustiados

—Ten . Espero n o vayas a cog er un resfriado. A h ora m ism o

que

te t raig o al g o cal ien te para que

no pude evitar ofrecerle comida y

l o bebas —l e dije, acercándo le

un techo.

l as man tas. Él seg uía en sil e nc io .

— Ve n d r ás c o n m i go . D ebes e s t a r mu r i en d o d e h am b r e . Euritmia | 32

Tan pronto como llegamos le

La cocin a est aba h echa un desastre, l a comida escas eaba

Ca m i n am o s ap r esu r ados y

por n o h aber h ech o l as com pr as

e n s ile n c i o . L a l l u v i a ar r e ciaba

días antes. Lo único que podía


darle e ra u n p o c o d e l ec h e y

no

pan. Mie nt r as b u sc ab a t r astos

invitado. Fui a la sala y para

lim p io s , m e v i n o a l a c ab ez a que

mi sorpresa él ya no estaba: ni

tal ve z é l p o d r í a est ar esc ap ando

en la cocina, ni en el baño, ni

de a lg o . L u ego p en sé en un

fuera del departamento. Se oyó

cri m e n, q u e c u an d o d u r m i e ra

algo quebrarse y lo encontré

me

en el balcón, a un lado de la

a s e s i n ar í a

y

robaría

las

recordaba

rota.

que

Debí

tenía

un

pocas cosas de valor que tenía.

maceta

imaginar

Me reí bajito de lo a b s u r d o q u e

que ahí estaría. Hizo un ruido

sería eso. Me asomé desde la

extraño a modo de disculpa

c o c i n a p a r a v e r s i s e g u í a ahí.

y me volvió a ver con esos

Él no se dio cuenta de que lo

ojos de precipicio. No pude

o b s e r va b a .

resistirme, lo tomé en brazos,

Le arrimé la leche y el pan.

lo abracé fuerte, lo besé y le

Los vio con hambre y a la vez

dije que no se preocupara más,

con pena. Quizá no quería que lo

que lo cuidaría siempre.

viera comer y le propuse dejarlo

Te

ese

día

fuimos

inseparables. Me acompañaba

—Puedes dormir en el sillón.

a todos los lugares posibles:

dejaré

veíamos

Estaré

en

aquí la

unas

colchas.

habitación,

películas,

leíamos

si

libros, bailábamos, le cantaba

necesitas algo toca la puerta —

y él era feliz. O eso era lo

reí—. Si necesitas ir al baño, ve

que yo creía. Sus ojos me lo

al fondo a la derecha. Siéntete

decían y las lamidas que me

en tu casa. Descansa.

daba en las manos y piernas.

Por un largo rato no pude

Nos

gustaba

acariciarnos.

pegar ojo. Supuse que se tomó la

Pasábamos horas tirados en el

leche y se comió el pan por los

piso hablando de tantas cosas:

ruidos que hacía al ingerirlos.

unas interesantes, otras sin

Eran como las diez de la mañana

cuando

desperté.

Ya

significado

y

hasta

algunas

ve r g o n z o s a s . L e c o n t é d e l a v e z

Euritmia | 33

solo.

Desde


que me había caído de un poste

mi vida vuelvo a darle techo y

de luz cuando era niña porque me

comida a un gato. Tenía que ser

creía invencible con mi vestido

como todos, un día se van y al

verde, que escalé casi hasta

otro y otro y otros tantos días

la punta y que uno de mis pies

semanas meses vuelven. Ojalá

perdió fuerza, pisó mal y me fui

vuelva.

de nalgas contra el cemento.

Rabié,

rabié,

lloré

¡Cómo nos reímos! ¡Cuánto lo

hasta que mis ojos no pudieron

amaba!

más. Le lloré como a nadie nunca

Pero así como todo empieza también

termina.

Unos

días

le había llorado. Y como a nadie nunca le iba a llorar.

antes del trágico suceso del cual

Euritmia | 34

lloré,

Luego duelo

de

varias

semanas

incontable

empecé

yo no volvería a ser la misma,

de

lo noté un poco distante. Triste.

a

Mal humorado. No me dejaba

abandono

abrazarlo. Algo le pasaba. A

sufrido. Decidí salir a comer

alguien o a algo extrañaba. Cómo

por la tarde, pasar a la librería

no me di cuenta antes. Cómo

y tomarme un café mientras me

no pude ser capaz de prever

acostumbraba a estar sin él.

recuperarme

un

gatuno

poco que

del había

todo. Tan ciega. Tan nublada

Al regresar a casa, de la nada

que una se vuelve cuando ama

comenzó a llover a cántaros.

demasiado. Una noche antes de

Era martes. De nuevo un martes

que él me dejara no pude dormir.

lluvioso como cuando lo encontré.

A la mañana siguiente nunca más

Se me salieron a borbotones las

lo volví a ver.

lágrimas de sólo recordar. Sentí

Ése gato me había roto

una opresión en el pecho. Crucé

el corazón y se había largado.

la calle cual loca desesperada y

Después de todo lo que le di,

me volví a topar con el abandono.

de mis cuidados, de ofrecerle

Otro gato con ojos angustiados.

mi casa, de amarlo sin medida.

No supe qué hacer. Me quedé

Pinche gato malagradecido.

inmóvil varios minutos y dije:

En


— Me

va

a

p agar

c o mo

Lo

cog í

en

brazos.

Nos

a q ue l ca b r ó n … — m i c o r az ó n se

dirig imos a casa. Y me vol ví a

e nc o g i ó d e ver l o ah í so l i t o —

en amorar. C

Bue no … s ó l o p o r q u e est e es de

Aleida Belem Salazar (Torreón, Coahuila, 1989). Estudió un diplomado de Creación Literaria en la Escuela de Escritores de la Laguna y está por egresar de la Licenciatura en Administración. Ha publicado en revistas locales, una colombiana y en un libro llamado “Antología Compartida” (Amanuenses Editorial, 2011). Le da miedo escribir. Es muchas mujeres; una de ellas con ojos de mar que nació en el desierto. Aún no sabe qué hacer con su vida pero tal parece que nunca lo sabrá. Le tiemblan los dedos en Hubo un día

Euritmia | 35

co lo r ne g ro y est á l l o r an d o .


C


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